Capítulo 8
Amanecía en la ciudad de Neofurry, el cielo era completamente nublado parecía que ese día sería frío. La pantera negra se despertaba por los rayos de sol que entraban por la ventana. Abre los ojos con lentitud y estira su cuerpo para quitarse la pereza de encima. Justo en eso entraba el lobo a la habitación, este ya con su uniforme de policía y una bandeja con el desayuno. El canino no pudo evitar mirar el cuerpo de la pantera, ajustada por la sabana al estirarse dejaba a la vista su delgada cintura y unos glúteos bien formados. Él se quedó callado por unos segundos hasta que la chica sintió que alguien la miraba. Volteó su cuerpo para quedar boca arriba y ver al lobo que se mantenía estático en la puerta.
—¿Pasa algo? —preguntó la felina confundida por ver a su amigo estático mirándole.
—No —respondió el canino con una voz temblorosa y nerviosa. Hizo una sonrisa igual y estiro sus brazos haciendo resaltar la bandeja que llevaba en manos—. Traje el desayuno.
—Huele delicioso —dijo la pantera sonriendo. Se sienta en la cama recostando su espalda contra la cabecera, y así recibir la bandeja con el desayuno preparado por su amigo.
—Bueno, ¿Cuando cocino mal? —en la voz del canino se notaba que estaba muy orgulloso de su manera de cocinar y su buen sazón.
—Eso no es muy varonil que digamos —se burló la chica, lo que hizo también reír al chico.
El desayuno fue mayormente en silencio, disfrutando de la deliciosa comida que Máx había preparado para ambos. Al acabar, el lobo se encarga de limpiar los trastes sucios mientras la pantera se vestía para poder salir. Iba a ir con Máx a la comisaria, ya que él debía presentarse como todos los días y así empezar su trabajo.
Al acabar con lo que siempre tenía que hacer, Max volvía con Samanta sosteniendo una carpeta, la misma que había traído el día anterior. Ambos vieron muy detalladamente la carpeta con la información del que parecía el principal sospechoso de lo que sucedía. No encontraron nada que les sirviera para descubrir su paradero, pero no se quedarían de brazos cruzados. Max volvió dentro de la comisaria, esta vez acompañada por su amiga y después de una charla con uno de sus compañeros oficiales le dieron la llave de la sala de cámaras. Los dos entraron a esa sala y pasaron unas horas revisando las grabaciones más resientes hasta encontrarlo en un restaurante elegante al sur de la ciudad. Hablaba con una chica, una jaguar de pelaje rosa con manchas en violeta. La chica parecía actuar como su pareja, manteniéndose cerca de él y dándole leves cariñitos disimulando un poco. El canino rápidamente tomo una foto a la jaguar, pero no encontró nada de ella. Extrañado de no ver ninguna información de ella, ya que su color de pelaje es muy especial, lo que hace que no pueda pasar desapercibida fácilmente, miró a la pantera la cual mantenía una gran concentración en la grabación
—No lo pierdas de vista —dijo seria y lo miró de reojo —. Está saliendo del restaurante.
El lobo asintió y la pantalla empezaba a rotar de cámara en cámara siguiendo el rastro que dejaba el león hasta en las calles bajas del norte de la ciudad. Caminaba por una calle sola a altas horas de la noche con tal tranquilidad que daba hasta miedo de ver. De repente, al intentar cambiar de cámara para seguirlo todo se puso en negro. Se había perdido la señal, seguramente por algún vándalo que robo la cámara.
—Mierda —dijo Máx un poco enojado.
—Seguramente vive cerca de ahí —dedujo Samanta y se alejó de la pantalla—. Vamos —caminó fuera de la sala seguido por el lobo
.
Ambos se dirigieron al lugar donde fue visto el león por última vez. Al llegar bajaron de la patrulla y caminaron por un rato. El lugar era oscuro, y todas las casas que se veían estaban en muy mal estado. La pantera estaba alerta, buscando alguna pista que les pueda ayudar a encontrar al león. Máx la tomó del brazo sorprendiéndola y la atrajo a él.
—No hagas ruido —susurró serio, sus orejas mantenían altas y movía su nariz errático. Pasaron unos segundos y se escucharon pasos cerca, el lobo rápidamente y empujando a Samanta se escondió detrás de la patrulla. En eso, un joven tigre de contextura delgado y algo alto salía de una de las casa con una sonrisa y una bolsa pequeña. Abrió la bolsa y la olfateó moviendo su cola emocionado. El lobo sacó su arma y salió de detrás de la patrulla apuntando al tigre —. Quieto — gritó serio.
—¡La policía! —gritó asustado el tigre y trató de correr hacía el lado contrario donde estaban ambos.
El lobo le siguió corriendo. El tigre trataba de evadirlo tirando lo que le quedaba al alcance, como los botes de basura, pero el canino lo superaba sin mucho esfuerzo y después de unos minutos logró detenerlo. Le hizo un par de preguntar y lo esposó, luego lo llevó a la patrulla y le quitó la bolsa. Dentro no había nada más que un par de flores de color roja.
—¿Qué es esto? —preguntó el lobo con seriedad.
—Unas flores para mi novia —respondió el joven tigre con frialdad.
—Pero si no tenías nada malo, ¿por qué corriste? —preguntó la pantera confusa.
—Señora, no sé si sabe, pero el hecho de vivir aquí ya puede ser tomado como crimen —miró al lobo—. ¿Me puede soltar? —preguntó fastidiado por las esposas.
—Primero responde —dijo serio el lobo—. ¿Conoces a Hernan Gil?
—Claro, es uno de los más buscados.
—¿Sabes donde está?
—No por vivir aquí sé donde vive Hernan —fastidiado por la pregunta—. Siento no poder ayudaros.
La pantera suspiró algo cansada. El lobo sin más le quitó las esposas al tigre y lo dejó ir. El tigre antes de irse toma su bolsa de nuevo y agradece el hecho de que no le hicieron más preguntas. Sin más se va de allí.
Pasan unos minutos, ambos se encontraban en el capo del auto esperando encontrar algo que les pueda ayudar a buscar al León.
Después de un rato la pantera se levanta del capo de la patrulla y camina hasta la puerta de donde salió el tigre. Decidida toca la puerta sin más. Abre la puerta un tigre adulto, alto y marcado. Este pregunta por el nombre de la pantera, pero cuando se lo dijo, rápidamente el tigre es jalado hacía dentro por lo que parecía un león, a pesar de que no se le vio mucho la cara, el lobo corrió al lado de la pantera pensando que podía ser él. El león salió de la casa empuñando un arma, una M9 de color plateada. La pantera un poco asustada da un pasó a un lado esquivando al león, su corazón palpita a gran velocidad debido a la adrenalina que experimentaba. El lobo también esquiva al león y le apunta con su pistola. Ambos se apuntaban pero ninguno tomaba la iniciativa de disparar. Samanta no se quedó de brazos cruzados mirando, se lanzó contra el león empujándolo al suelo con su peso y quedando sobre él. Tomo el arma que tenía con ambas patas y se la arrebató de sus garras.
—¿Que quieres de mí? —preguntó la pantera apuntando al león con el arma que recién le había arrebatado.
—Yo nada —respondió él con una sonrisa —. Ella es la que te quiere muerta —rió
—Cuidado —gritó el lobo y se escuchó el sonido de un arma disparando, milagrosamente había sido el lobo que con gran rapidez hirió al tigre adulto de antes el cual estaba apuntando a Samanta. La pantera al ver eso gruñó con rabia, tiró el arma a un lado y tomo al león del cuello de la camisa.
—¿Quien es? —dijo entre dientes con un notable enojo en sus ojos.
—No te diré.
—Será difícil, ¿eh? —con bastante fuerza empujó la cabeza del león hacia atrás dándole un golpe muy duro en la parte trasera de la cabeza. El león gritó de dolor y trato de tomar el cuello de la pantera, pero esta reaccionó más rápido y le dio un golpe igual dejándolo adolorido y un poco mareado. La pantera insistió en la pregunta, hasta que una voz femenina se hizo presente en el lugar.
—Déjenlo —gritó asustada y angustiada por la salud del león. Era la jaguar de pelaje rosa, la que estaba antes con él. Se acercó y empujó a la pantera, revisando si el león se encontraba bien.
El lobo se acercó a ambos y ayudó a levantarse al león, le puso las esposas y lo hizo caminar hasta la patrulla. La jaguar iba tras él, preocupada y preguntando al oficial porque lo hacía. Las lágrimas empezaban a salir de la peli-rosa demostrando la preocupación que sentir al ver como el león entraba en la patrulla. La pantera caminó para entrar de copiloto pero antes de poder llegar a la puerta fue empujada por la jaguar, la cual tenía mucha rabia contenida. Le lanzaba insultos buscando provocarla para desquitarse de lo que le había hecho al león. La pantera apretaba los puños tratando de controlarse. El lobo al ver eso se puso entre ambas y las separó, trataba de calmar a la jaguar pero seguía insultando a la felina. Ésta ya cansada y aun con la adrenalina recorriendo sus venas le respondía los insultos, llamando la atención de las personas que estaban cerca de ahí. El lobo logró separarlas y casi a empujones metió a la pantera en la patrulla. Después calmó a la jaguar y habló con ella pacíficamente, explicándole lo que pasaba con el león, y el porque debía llevarlo a la estación.
Casi una hora después de ese incidente llegaron a la comisaría, y llevaron al león a la sala de interrogación.
Max y Samanta salieron a comer algo. Un restaurante cerca de la estación había abierto hace poco, era grande con varias mesas, y un gran escenario donde se presentaba un show con tres animatronicos. Junto a la puerta de la cocina había otra con el nombre de sala de juegos, en donde los niños entraban a divertirse mientras esperaban la comida. Ambos se sentaron en una mesa cerca al escenario, no se presentaría show pronto, así que el lugar no estaba muy lleno. Hablaron un rato mientras llegaba la comida, más que todo sobre Samanta y el como había sobrevivido a escapar de la ciudad y vivir con una familia de conejos.
Al final ya con sus estómagos llenos, volvieron con el león a la sala de interrogación. Un oficial especializado en este tema se encargaba, mientras la pareja veía como lo hacia detrás de un vidrio espejo. El león no dijo nada que les sirviera, y al final lo llevaron a una celda.
El lobo se mantenía tranquilo, habían acabado de atrapar a uno de los más buscados y líder de una de las bandas más peligrosas de la ciudad. Aunque él no admitía eso, diciendo que era el segundo al mando, y la líder los buscaría.
—Espera —pensaba la pantera mientras caminaban a casa. La noche ya había caído, y ambos se dirigían a descansar y recargar energías para el día siguiente—. Él dijo ella —abrió los ojos sorprendida—. La líder es la jaguar —le dijo al lobo él cual la miró confundido. La pantera al verlo así le explicó todo lo que había pensado, la única hembra con la cual había tenido contacto en mucho tiempo para hablar, y no solo verla bailar sensualmente mientras le lanzaba billetes era ella. No esta en los registros, por lo tanto, nunca se ha mostrado. Y es lo único que tendría un poco de sentido, ya que si se tenían tanta confianza debían hablar entre ellos, y como ya se explicó antes, ella era la única que lo hacia. El lobo aun algo confundido le pidió que se relajara del caso, mañana seguirían.
Al llegar a la casa ambos se pusieron sus pijamas y se acostaron a descansar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top