Capítulo 16
—Adiós —dice la pantera y se oye el disparo del arma que tenia en la mano. La bala atraviesa el vientre de la jaguar, sus ojos se abren como platos al sentir el calor de la bala atravesando su cuerpo y saliendo del otro lado con una fuerza bestial. La sangre del cuerpo de la jaguar sale y va cayendo hacia la pantera manchándola de ese líquido espeso.
Las sirenas empezaron a sonar cada vez más fuerte, se acercaban varias patrullas con rapidez. Cuando estas ya no podían llegar más profundo en el bosque todos los oficiales bajaron y entraron al lugar para buscar a las dos chicas.
La pantera quita de encima a la jaguar y la tira a un lado. Respiraba agitada y su boca sangraba debido a los golpes, con una de sus manos toma su mandíbula y la mueve un poco, la última patada la había desencajado de su lugar. Se levantó como pudo aún con el arma en sus manos, miró a la jaguar y vio que esta aún estaba con vida. Ámbar tomaba con ambas manos la herida en su vientre mientras trataba de calmar su respiración agitada, sentía mucho dolor. Todo su plan se fue al carajo, su novio ahora estaba en el mundo de los muertos junto a sus hermanos y padres, y seguramente ella lo esté allí en unos minutos. Con lo último de fuerza que tenía se da la vuelta para ver a la pantera con el arma en las manos. La de pelaje negro acercó el arma a la frente de la jaguar, y esta al ver su acción le sonrió y le sacó el dedo del medio.
—Hija de puta... —susurra la jaguar antes de recibir su disparo final.
La policía llega al lugar al escuchar el disparo, siendo guiados por la zorrita. Esta al ver lo que pasaba apunta a la pantera manteniéndose firme.
—Baja el arma —le dice a ella. Samanta al oír su voz suelta el arma rápidamente y la mira. Su semblante firme y el resto de oficiales detrás de ella confirmaron sus miedos. Su destino era estar en ese lugar, y no importaba lo que hiciera para evitarlo, el destino era más fuerte que ella. Ya rendida y derrotada cae de rodillas, no quedaba escapatoria, no había modo de escapar. Los policías se acercan y la esposan, la llevan a la patrulla sin que ella pusiera ninguna resistencia, y luego la patrulla donde la metieron fue dirigida a un calabozo en una estación de policía mientras le hacían todos los papeles para ser trasladada a una cárcel real.
Una ambulancia había llegado por el lobo oficial, fue traslado a una clínica de urgencias y allí rápidamente es tratado para ser curado de la herida en su pecho.
Pasaron algunos días, y la pantera seguía encerrada en el calabozo de la estación de policía. Se suponía que los papeles no tardaría más de dos días, pero debido a lo antiguo de su historial debían confirmar algunas cosas que habían quedado inconclusas desde hace años atrás.
En la tarde, mientras la pantera estaba acostada mirando el techo con total aburrimiento la zorrira entra a la zona de celdas y se acerca a la que estaba ubicada la pantera.
—Señorita Samanta —dice la oficial manteniéndose firme.
—Jenny, no me hables así —dice sin muchos ánimos la felina encerrada, manteniendo la mirada en el techo—. Siento como si no nos tuviéramos confianza.
—sabes que debo seguir el protocolo.
—métete el protocolo por ya sabes donde— en su tono se nota la rabia contenida.
—tranquila, Samanta. Sólo vengo para decirte que... —suelta un suspiro y sin decir nada más abre la puerta. La pantera al oír el rechinido de la celda abriéndose mira hacia el lugar—. Te conseguí un día para que hagas y visites los lugares que quieras —dice la zorrita con una leve sonrisa—. Aunque debo seguirte todo el día.
La pantera mira un poco incrédula a la oficial, y lentamente se levanta y dirige a la salida esperando que la detuvieran, pensaba que todo era una broma. Error. Jenny le había logrado conseguir un día "libre", y es entre comillas ya que ella debía permanecer siguiéndola todo el día.
Cuando al fin ve la luz del día siente sus ojos arder un poco, no estaba acostumbrado a esa luz. Después de todo, pasar unos días encerrado y salir después hace sentir un cambio total, tanto físico como mental. Samanta mira a la oficial que debía de seguirla, y se acerca a ella.
—¿Me puedes llevar con mis padres? —le pregunta un poco tímida y la zorrita sonriendo asiente.
El viaje fue callado, apenas y se dirigieron la palabra. Cuando llegaron al lugar la pantera agradece y baja para hablar con su madre.
—¿Entonces ya todo está bien? —dice la madre de Samanta con algunas lágrimas en los ojos. Había llamado a su padre y no tardó en llegar para poder hablar con ambos sobre todo lo que había sucedido con Ámbar y sus secuaces. Respondió cada pregunta que sus padres le hicieron, ya que ellos debían conocer la verdad. Al final si respondió la pregunta con un simple “sí”.
Cuando acabaron de hablar la pantera siente el dolor más grande al decidir su siguiente destino.
—Jenny, llévame al cementerio —le dice a la oficial la cual asiente y la lleva.
Después de casi una hora, la pantera estaba con un ramo de rosas en las patas mirando fijamente la lápida donde yacía uno de sus mejores amigos, con él que pasó grandes aventuras, con uno de sus amores. Muchos sentimientos encontrados tenía su mente en ese momento, pero el único presente por fuera era la tristeza. Sin aguantar mucho cae de rodillas llorando, las lágrimas caían a la lápida, y dejando las rosas de color blanco de lado acariciaba donde estaba el escrito el nombre de su antiguo amor.
—Lo prometo, nunca te olvidaré —susurra ella dejando escapar su más profundo sentimiento de soledad y tristeza. La zorrita se acerca a ella y acaricia su espalda suavemente con algunas lágrimas recorriendo sus mejillas
—tranquila, Samanta. Todo mejora, y tú lo sabes.
—Jeje— susurra y se separa un poco de la lápida viendo a la oficial. Sus ojos estaban muy rojos de llorar, sus orejas se encontraban contraídas por la tristeza, y una sonrisa, más burlona que cualquier otra cosa se escapa entre sus labios—. Por favor, Jenny. Todos sabemos que mi destino está escrito, y debo cumplirlo.
—No, claro que no —se escucha una voz a lo lejos de un chico. Lentamente se va acercando y el sonido de sus pasos se hace más fuerte hasta que al fin es visible a la vista. Se veía a un lobo de pelaje negro y con el traje de oficial de policía. Caminaba muy lentamente y una de sus manos tomaba su pecho debido a una herida que tuvo hace algunos días por un disparo.
—¿Máx? —pregunta la pantera y al reconocer firmemente que era él se acerca corriendo y lo abrazo fuertemente causándole algo de dolor en la herida al lobo, que se nota al escucharlo gruñir de dolor. Rápidamente ella se separa muy apenada—. ¡Lo siento! Estaba muy emocionada de volver a verte después de todo esto.
El chico ríe leve y acaricia suavemente su mentón, no dijo ni una palabra más y ambos labios se sellaron en un tierno y apasionado beso con mucho amor. Después de algunos segundos el beso se rompe y ambos mantienen el contacto visual, el lobo veía ese brillo especial de alegría en los ojos de su amada que no veía desde hace varios años. La pantera, en cambio, sólo veía el brillo que siempre había tenido el chico con ella ¿Como no se había dado cuenta? Ella amaba a su mejor amigo, a ese tonto y compulsivo lobo que siempre la había ayudado.
—Hey, ¿qué haces aquí? —pregunta la zorrita llamando la atención de ambos, causándoles un buen sonrojo y pena de la escena que hicieron. Se separaron otro poco y ya dejaron de mirarse a los ojos, la pantera miraba al suelo mientras el lobo lo hacía a su compañera.
—Quería ver a Samanta, después de todo no sería fácil despedirme de ella por teléfono.
—bueno, pero luego tienes que volver al hospital —dice como una orden la oficial a su compañero, el cual solo asiente como gesto de que entendió lo que debía hacer.
La pantera suspira y camina de vuelta a la lápida. Con una pequeña pala excava un pequeño hoyo donde deja las rosas blancas y una pequeña carta de despedida que seguramente se iría con el viento hacia donde alguien alguna vez pudiera leerla. Al terminar su tarea limpia un poco y da un último beso a la lápida como despedida para ese jaguar que le enseñó a amar.
—Te quiero, Dereck —susurra y se levanta mirando a ambos oficiales—. Ya puedo volver a la celda si esa es la orden. Estoy lista para aceptar mi destino.
—eso no —dice el lobo y se acerca a la pantera acariciando su mejilla suavemente—. Todo estará bien.
La chica felina suspira y deja escapar una pequeña sonrisa.
—Ya veremos que pasa. Como tú me lo dijiste, solo el destino lo sabe.
—Tú no puedes solo aceptar este destino. Desde los 12 años estas peleando contra todo lo que se viene encima de ti. Enfrentando el destino.
La pantera se queda callada pero antes de que pueda responder la zorrita interrumpe y la lleva a la patrulla, en la cual la lleva a el calabozo donde estaría otro par de días.
Durante ese tiempo, el lobo no descanso ni un solo segundo, hablando con abogados y sus jefes para ayudar a su amor.
Pues los días pasaron, y el día del juicio llegó. La pantera fue llevada por Jenny en la patrulla hasta el juzgado, donde el juez y un jurado le darían su sentencia.
El juicio empezó. Un abogado contratado por la familia de la pantera y el lobo ayudaba a la felina para poder reducir la sentencia.
En la última parte, el abogado defensor le entrega una carpeta con los expedientes de policía al jurado y juez. Allí explicaba claramente que todo lo que había hecho era por defensa propia, y hasta ayudó al desmantelamiento de una de las mafias más peligrosas de la zona norte de la ciudad.
Todo eso sirvió para que después de unas horas de juicio se diera un veredicto final. La pantera sólo tenía la mirada baja con algunas lágrimas paseando por sus mejillas esperando su sentencia. El juez tomó la palabra.
—Debido a las pruebas traídas a esta sesión, y en un acuerdo por votación del jurado. La acusada con el nombre de Samanta, es nombrada inocente de cualquier cargo contra ella —al decir eso deja caer el martillo contra la mesa cerrando el caso. La pantera tenía las orejas levantadas muy sorprendida, y al fondo sólo se oían algunos gritos de alegría provenientes de la familia de la felina y sus amigos. El lobo sin pensarlo fue a abrazar a la pantera, y esta lo corresponde con gusto. Al separarse del abrazo el chico le da un beso muy dulce a la pantera.
Cuando al fin todo terminó, la mayoría de las personas se fueron a seguir con sus tareas, dejando a la familia de la pantera junto con su hija y el lobo que al estar herido tenía permiso para no trabajar un tiempo. Charlaron un poco alegres por la decisión que había tomado el juez y su ahora vida libre.
La noche fue cayendo en la ciudad, y la pantera fue a la casa del lobo poniendo de excusa que debía cuidarlo.
Cuando dio la media noche, ambos estaban acostados en la cama del lobo, abrazados para darse calor, la pantera acurrucado en el pecho del chico suavemente para no lastimarlo, sin mencionar que la ropa de ambos estaba en el suelo, sus pelajes estaban descubiertos. Esta noche se habían entregado en cuerpo y alma.
—Entonces… —susurra la pantera—. ¿Ya somos pareja?
—Desde los 12 años lo quería —confiesa el chico con una sonrisa divertida haciendo que la chica riera levemente.
—Bueno, entonces lo seremos de ahora en adelante hasta que el destino quiera.
—No —dice el chico acariciando suavemente la mejilla de la chica—. Si el destino no lo quiero lucharemos contra él.
—Enfrentando el destino —susurran ambos y se dan un dulce beso de buenas noches antes de quedarse dormidos con una sonrisa por al fin haber terminado con todos sus problemas.
Fin.
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