Capítulo 13
El lobo entraba a la oficina donde el labrador se encontraba trabajando con tranquilidad en la computadora.
—¿Haz encontrado algo? —le pregunta al perro el cual asiente y deja ver un archivo en su computadora donde se le ve algunos datos a la jaguar. Sin decir una palabra acerca su dedo a la parte donde se suponía estaba su familia, pero aparecían todos como fallecidos, su madre, padre y hermanos. El oficial miró confundido la información que acababa de leer y observó de nuevo al perro sin saber exactamente qué quería decir. Este rodó los ojos resignado y decepcionado porqué el supuesto oficial no lograba captar la idea. Señaló ahora a los hermanos de la jaguar, ambos habían muerto asesinados. El lobo se encoge de hombros, no entendía lo que le explicaba el perro.
—Oh, vamos —dijo Robbin ya resignando y algo estresado por la ignorancia que tenía el oficial—. Los hermanos de Ámbar eran los que mataron al novio de Samanta, ella mató a uno de ellos y tú el otro —le explicó con seriedad, se le notaba la frustración de que él mismo no se hubiera dado cuenta. El oficial de policía al escucharlo entendió un poco lo que pasaba, y su mente trabajó rápido para unir esas piezas muy fundamentales.
—¿Entonces ella nos busca por matar a sus hermanos? —le preguntó y como respuesta recibió un golpe en la cabeza de parte del perro.
—Claro que sí, es obvio —Máx se sobó la cabeza por el dolor del golpe. Se sacudió un poco y volvió a mirar a Robbin.
—Ya sabemos el porqué nos busca, pero necesitamos encontrarla para llevarla con la policía.
—Oh matarla— el labrador pensaba tomándose la barbilla. Sabía que ella no se rendiría, primero muerta antes de ir a la cárcel, y era muy obvio que eso era lo que pensaba la jaguar—. Creo que descansare un poco —habla el perro separándose un poco de la pantalla para descansar su vista. Desde hace un tiempo empezaba a sentir sus ojos más cansados que antes, y era culpa del brillo de la pantalla de su computadora. Debía descansar de vecen cuando sí no quería que le mandaran a usar lentes. El lobo tomó su lugar frente a la computadora y miraba con detalle cada parte de los datos conseguidos por el amigo de Jenny.
Pasaron algunos minutos de silencio, y ahora Robbin estaba en la entrada de la habitación mirando como la zorrita escribía en su teléfono desde la sala.
—Oye, Máx —le dice al lobo sacándolo de su trance mirando la pantalla buscando algo que le ayudara—. Tengo que preguntarlo, ¿cuál de las dos te gusta?
El lobo al escuchar la pregunta se sonrojó bastante, sus sentimientos aún no estaban del todo claros en su mente. Su corazón se dividía en dos, una parte le pertenecía a la pantera, su amiga de toda la vida que siempre quiso proteger con su vida, y que en el pasado pensó que la había perdido para siempre. La otra parte era de la zorrita, Jenny. Esa chica la había conocido en la preparatoria, y fue la única verdadera amiga que conoció. Sus amigos no conocían tanto de él como ella sabía, y nunca lo harían. A pesar de lo mal que había sido su relación por culpa del trabajo y estudios aún sentía que la amaba, cosa mala, ya que hacía que se sintiera muy confundido con sus sentimientos.
—La verdad... —decía Máx con calma—. Me gustan ambas —admitió en frente del labrador con las orejas un poco bajas, se sentía mal el no saber exactamente que sucedía en su cabeza. Suspiró pesado y relajó sus brazos dejándolos caer a los lados de la silla demostrando su desánimo en ese momento—. No sé a cual de las dos amo —su voz se notaba un poco rota, como si un nudo se hiciera en su garganta negándole que las palabras lograrán salir.
—Estás mal, chico —dijo el labrador comprensivo, entendía el porqué de la actual situación del lobo. Robbin se le acercó con tranquilidad y le dio un suave golpe en la espalda—. Estas confundido, y tienes que aclarar tus ideas si quieres seguir este caso. Si no, estarás perdido —le advierte el labrador. Máx sólo baja la cabeza asintiendo ante lo que decía, sabía que sus sentimientos no dejarían que se concentrara al cien por ciento en el caso. Se quedó callado y siguió con el trabajo que tenía buscando alguna pista de la jaguar.
En la habitación, la pantera dormía con tranquilidad sobre la cama. Su cuerpo estaba relajado, y su mente se encontraba en el mundo de los sueños. La zorrita estaba a su lado pendiente de ella, Máx le había contado sobre algunas de las pesadillas que tenía Samanta, y no quería que se encontrará sola si volvía a pasar eso. Miraba su teléfono que estaba en una página de noticias. No parecía muy atenta a lo que leía, su mente estaba en otra parte en este momento. Al escuchar su teléfono sonar con la llegada de un mensaje su cuerpo saltó un poco sorprendido, no se esperaba ningún mensaje ni nada parecido. Abrió el mensaje proveniente de una amiga «hey, Jenny» escribió «¿estás libre esta noche?»
«lo siento, pero tengo un caso muy importante» respondió ella suspirando un poco resignada. Todo lo que hacía por su sueño de proteger la ciudad y a sus personas la tenía muy agobiada, desde hace mucho no salía, no hablaba con amigos, no conocía a un chico o algo parecido. De verdad, estaba tan metida en el trabajo que no se divertía. Debía volver a encontrar diversión en lo que hace, y para ello debe tomarse un pequeño descanso, tal vez un fin de semana. Y más aún desde que terminó con Máx, ese lobo de verdad sabía que le gustaba, y sentía que era a la única persona que de verdad le sentía aprecio. Relajó su cuerpo contra la pared mientras su mano suavemente sube a su cuello y lo acaricia levemente. Ese oso le había logrado herir y con mucha facilidad, necesitaba encontrar una manera de ser más fuerte, o más ágil. Su mano seguía con la suave caricia hasta que se detiene en un punto en específico, la yema de sus dedos tocaba levemente una marca en su cuello, una mordida. Sentía como algunos recuerdos se adueñaban de su mente.
La zorrita se encontraba en la cama de su casa, donde vivía con su hermano mayor. A su lado solo se veía algunos pelos de color negro, un pelaje completamente oscuro. Lo reconoció de inmetiado, Máx. Levantó suavemente la mirada para darse cuenta que estaba junto a él, el lobo respiraba tranquilamente mirándola a los ojos. Sentía como la mano del chico subía suavemente por su cuerpo, sintiendo su tacto en su cuerpo desnudo. Ella lo estaba, igual que él. Sus labios se unieron en un beso repentido para ella, pero delicadamente fue cediendo ante él, siguiendo el beso hasta que sus pulmones les dejaran. Al separarse de este sintió como su mano bajó hasta tomar su cuello y acercarlo para darle una mordida, nada doloroso, pero si dejaría una marca que podría durar mucho tiempo. La zorrita solo pudo dejar salir un gemido muy timida. Había algo extraño en ella, y lo sabía. Había estado con bastantes chicos antes de Máx, pero nunca se había sentido tan sumisa en su vida, ni siquiera ante sus mayores. Al separarse de él colocó su mano sobre el pecho del chico
—Odio no poder estar juntos —susurra sin ánimo, acercó su cabeza al pecho de este y se acurrucó buscando su calor—. Te odio, Máx —mantenía el volumen de su voz, pero ahora no podía aguantar más su llanto, y las lágrimas empezaron a salir dejando el pelaje del lobo húmedo.
—Yo te amo, Jenny— se le escuchó a Máx decir en voz baja mientras sus manos abrazaban a la zorrita acariciando su espalda y orejas.—. Perdón por esta decisión, pero me temo que es lo mejor para ambos.
—¡Eso lo sé!— gritó escondida aun en el pecho del chico, lo que hizo que su voz se ahogara y no sonara muy fuerte—. Eres un idiota, ¿por qué aún no puedo sacarte de mi corazón? —las lágrimas de ella no paraban, pero ahora, era Samanta quien las veía, sentada en la cama veía como Jenny dejaba escapar varias lágrimas que recorrían sus mejillas y terminaban en el suelo. Se acercó a ella y le tomó el hombro suavemente
—¿Jenny, estás bien? —preguntó y la zorrita la vio un poco sorprendida.
—Sí, tranquila —le dijo fingiendo una sonrisa para luego mirar a otro lado.
Pasaron algunos segundos de silencio y la pantera habló.
—Oye, he querido saber como ustedes se conocieron —dice mirándola de nuevo con comprensión y algo de ternura para que le pusiera atención—. ¿Me cuentas? —le preguntó. La chica lo piensa unos segundos y asiente.
—Estudiaba junto a Máx cuando estábamos en preparatoria. Usualmente no hablábamos mucho, el tenía sus cosas y yo no me metía en ellas. En ese tiempo había un chico de un grado superior que intentaba coquetearme, pero era muy idiota, se le notaba por encima. Me dejaba muy incomoda, y Máx pudo notarlo. Un día, mientras comía en la cafetería él chico se acercó con las mismas intensiones de siempre, pero Máx se acercó también a mí. Deje en paz a la señorita, dijo con firmeza colocándose frente a mí y mirando fijamente al chico, el cual era más grande que él. ¿Y si no qué?, le preguntó el chico. Pues se las verá conmigo, respondió Máx. Después de 10 minutos estaba en la enfermería junto a él. Tenía un ojo morado y un par de heridas. Allí nos conocimos mejor y nos hicimos muy buenos amigos. Los días pasaron y él me protegía, era muy caballeroso y todo eso… un chico de otro mundo —ríe leve recordando sus momentos de adolescente—. Me contó de ti mientras charlábamos en un receso, y me dijo que quería hacerse policía para cuidar de las personas buenas como tú. La primera vez que me contó, pensé que mentía, digo, esa historia tuya es de película. Jeje, también me hizo prometer no decir nada sobre ti ni nada parecido. Se preocupaba mucho —la pantera se sentía halagada por lo que decía el lobo de ella, parecía que contara la historia de una buena chica con mala suerte, y tal vez era verdad.
—¿Y por qué eres policía? —pregunta la felina.
—Bueno, mi hermano tenía un sueño parecido al de Máx, proteger a los débiles. Pero para él era mejor usar las leyes. Ahora estudia derecho. Yo, al ver que los hombres que más quería querían hacer justicia, yo también quería hacerlo. Me presente a la universidad para ser abogada, pero no pase con mis notas. Así que decidí entrar a la academia de policía, y ahí junto a Máx fuimos los mejores —hablaba con un poco de nostalgia—. Cuando entré… supe que estaba enamorada de Máx, y se lo dije… pero las cosas no pasaron como queríamos. No fuimos la mejor pareja policial, tuvimos peleas y malos momentos en la academia, tanto así que casi nos echan por eso. La solución fue separarnos, tanto sentimental como profesionalmente, y así al menos seguir siendo amigos —estaba algo apenada por lo que decía, y las lágrimas volvían a salir de los ojos de la zorrita por los recuerdos que rodeaba su mente. Suspiró limpiándose las lágrimas. La pantera al verla así le dio un abrazo.
—Tranquila —dice la felina dedicándole una amable y comprensiva sonrisa—. El destino está escrito, y si ambos no deben estar juntos, es porque hay algo mejor para ti —dice manteniendo la sonrisa, lo que provoca que la zorrita también sonría aunque aún un poco triste.
—gracias —suspira—. Lo mejor será seguir trabajando en tu caso —le dice y se levanta—. vamos —le propone mirándola con una sonrisa la cual la pantera corresponde.
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