Capítulo 12
La jaguar abría los ojos después de recordar un poco de su pasado. Sacudió su cabeza para concentrarse en la realidad y dejar sus recuerdos a un lado. Su mente, aún con las imágenes de los que alguna vez fueron y seguirán siendo en su corazón las personas que amara trataba de olvidar todo por un momento, dejar su mente en blanco y concentrarse únicamente en estos entrenamientos. Le gustaba entrenar a la jaguar, el ejercicio le alejaba de la realidad que odiaba. Mantener escondida para no ser hallada por personas que buscan herirla no es lindo. El dinero que ganaba no le gustaba, ya que todo era para ella. Aveces dudaba si en verdad era lo que ella deseaba. Tal vez no era esa vida la que le gustara, pero su deseo más profundo era calmar su sed de venganza, y era la única opción que tenía para hacerlo. Esta se levantó y estiró sus piernas y brazos un poco, quería evitar alguna lección antes de que lo que se venía. Caminó de nuevo a su auto con tranquilidad y entró a este en el asiento del piloto, encendió el auto y arrancó a un restaurante cercano para comer.
No muy lejos de ahí estaban los dos oficiales de policía junto a la pantera haciendo un poco de vigilancia en un parque. Estaban sentados, la pantera y el lobo en el anden y la zorrita en el capo del auto. Los tres comían helado que la pantera había invitado como agradecimiento por la ayuda que le daban, no podía dar mucho más, él dinero no es que le sobrara, y mucho menos las cosas materiales. Aún tenía su celular que era algo, y al recordar eso lo sacó de su bolsillo para ver que tenía varios mensajes de la familia de conejos que la habían adoptado cuando escabulló de la ciudad. Sin más los leyó viendo que estaban bastante preocupados y la extrañaban. Esta respondió a estos «estoy bien, gracias por preocuparse tanto» fue lo que escribió y envió a sus padres adoptivos, después respondió al conejo que consideraba su hermano diciendo lo mismo. Guardó su teléfono de nuevo y siguió comiendo su helado con tranquilidad.
—Chicos —dice la zorrita acabando su helado—. ¿Tienen alguna idea de donde empezar a buscar?
—Ni idea —dice el lobo tirando la basura a un canasto para luego acercarse y ponerse a pensar junto a las dos chicas.
El tiempo pasaba y no les venían ideas a ninguno. La pantera al notar eso dijo lo primero que se le vino a la mente.
—Si tuviéramos acceso a las cámaras sería mucho más fácil —la zorrita al escuchar levanta las orejas teniendo una idea. No tenían acceso por parte de la policía, pero tal vez un civil que tenga buena tecnología y una mente brillante con la informática les pudiera ayudar con eso. Sabía de alguien que podía ayudarles, pero no creía que lo hiciera gratis. Comprarlo con efectivo sería costoso, seguramente pediría algo más, algo más complicado.
—Sé de alguien que nos pueda ayudar —dijo Jenny con seriedad—. Pero debemos acomodarnos a sus condiciones.
—No importa, vamos con él —dijo el canino levantándose para volver al auto, entrando como copiloto. Las chicas lo miraron un momento y luego también se metieron al auto, la zorrita de conductora y la pantera en la parte trasera.
Después de unos minutos conduciendo llegaron a un edificio al sur de la ciudad de Neofurry. Este era bastante alto, y de un color gris. Tenía algunas ventanas pequeñas que dejaban entrar luz al lugar. La zorrita baja del auto y se dirige a la puerta del edificio, toca uno de los timbres y espera la respuesta de la persona que viviera dentro. El lobo y la pantera bajan con tranquilidad y caminan para estar con ella, se veían algo confundidos por estar en ese lugar, pero ya no habían muchas pistas que seguir. La puerta del edifico se abre, dejando pasar a la zorrita, Jenny mantiene la puerta abierta hasta que los otros dos entran con ella. Suelta la puerta la cual tenía el mecanismo de cerrarse automáticamente. Jenny toma el liderato y camina guiando a los demás hasta el elevador. Después de que llegara y abriera las puertas los tres entran y la zorrita oprime el botón del 9 piso. Los segundos pasan y los tres se mantienen en silencio absoluto, lo que hace que la típica música de elevador retumbe en el lugar. Al llegar a su destino la primera en bajar es la zorrita, guiando así hasta uno de los apartamentos a la pantera y el lobo. Jenny toca la puerta tres veces con uno de sus dedos. Segundos después se oyen pasos acercándose a la puerta.
—Él nos ayudará, se los aseguro —dijo la zorrita con una sonrisa. Al ser abierta la puerta se ve a un perro, un labrador blanco con las orejas y las almohadillas de sus patas verdes, tenía cabello morado igual que sus ojos. Era algo bajo para su especie, y delgado, al parecer no hacía mucho ejercicio. La zorrita abraza al labrador con una sonrisa—. Robbin, que bueno verte de nuevo —dije la zorrita alegre.
—Pienso lo mismo, Jenny —dijo el perro con una sonrisa, su voz es masculina y un poco ronca, al parecer su garganta no había sido muy bien cuidada últimamente.
Este les dejó pasar con amabilidad, la zorrita hace lo mismo y se sienta en la sala. En lugar no era muy grande, sala comedor, ahí mismo la cocina y un pequeño espacio donde tenía la lavadora, también tenía un pequeño pasillo para llegar a la habitación principal, en ese pasillo también estaba la entrada al baño y a lo que parecía otra pequeña habitación, que por tener la puerta cerrada no se veía que era. La zorrita de había sentado en un pequeño sofá individual, e invita a la pantera y el lobo a sentarse en el sofá más grande. El perro cerró la puerta y caminó a la sala con los demás. Se presentó formalmente con una sonrisa y se acercó a la zorrita para darle un dulce beso en la mejilla. En eso, el lobo sintió una punzada en su pecho, como si le hubieran apuñalado. Se mantuvo callado y volteo la mirada para no ver. La pantera notó eso, y ella ahora era quien se sentía mal. Sabía que era tonto pensar que Máx y ella pudieran tener algo cuando lo único que ha hecho por él es meterlo en problemas con sujetos poderosos. Aunque Samanta no fue la única en notar la reacción del lobo, ya que el labrador soltó una suave risita.
—Lo siento, no puedo aguantar más —dijo este, su voz había tenido un cambio drástico, ahora sonaba afeminada. Tanto el lobo como la pantera se miraron confundidos por el cambio de voz tan extremo. La zorrita también suelta una leve risita.
—Tranquilos, verán, él es gay —explica Jenny riendo un poco—. Intenta aparentar no serlo frente a personas nuevas. No pasa nada, Robbin, puedes expresarte libremente aquí —el labrador agradece y se sienta en otro mueble, este sin espaldar y empiezan a hablar.
—Entonces... —dice el labrador tratando de entender el problema en que ahora su amiga intentaba arreglar—. A la pantera —señala a Samanta—, la buscan una banda de criminales, que hace tiempo le tienen algo contra.
—Bad cribes —le recuerda la pantera con una mirada baja, no le gustaba mucho que tanta gente supiera de sus problemas. Al menos tenía la satisfacción que él podía ayudarles.
—No me importa el nombre —le recuerda el perro recibiendo un golpe en la cabeza de parte de Jenny por su mala educación. Este se soba un par de segundos y vuelve a la charla—. Bien, los ayudaré, pero no será gratis —dice el labrador mirando a la zorrita.
—¿Qué quieres? —preguntó ella.
—Siempre he querido que mi teléfono fuera de mayor potencia —dice, y la pantera responde casi de inmediato.
—Bien, te daremos un buen teléfono como pago, de última gama.
—acepto.
—Fue más fácil de lo que pensé —dice la zorrita.
El labrador se levanta del sofá y camina por el pasillo hasta la puerta que estaba cerrada. Abre esta dejando ver una pequeña oficina con un escritorio y un gran ordenador que parecía de mucha potencia. Los tres que no vivían en el lugar lo siguieron y también entraron a la pequeña habitación, haciendo que quedarán algo estrechos. El perro se sentó frente a la computadora y la encendió.
—Buscaré el auto de la jaguar —dice recargado en el espaldar de la silla moviendo su pata sobre el ratón buscando algunos archivos—. Pueden ir a relajarse un poco si quieren, puede que tarde —les avisa abriendo varios programas. Los dos oficiales salieron de la habitación, pero la pantera se quedó parada viendo la pantalla. Esperaría hasta que le encontrará.
En la sala estaba el lobo sentado viendo su teléfono. La zorrita estaba en la cocina haciendo algo de comer para los cuatro. Mientras cocinaba algunas papas miró al lobo
—Oye —dijo llamando la atención del lobo, haciendo que su mirada dejara el teléfono para centrarse en ella—. ¿Como va tu vida? —preguntó con una amable sonrisa y se fue a sentar a su lado. Había llevado un tiempo sin hablar, y al tener ese trabajo con la pantera apenas y han tenido un poco de espacio ellos dos solos. La zorrita aprovecharía este corto tiempo que tenían para conversar con él, quería hacerlo desde hace mucho pero nunca encontraba el momento correcto.
La charla siguió por algunos minutos, mientras la zorrita terminaba de preparar la comida. Chuleta de pollo con papas cocinadas al vapor, una pequeña porción de ensalada y jugo de moras en agua. Terminó de servir en platos y los puso sobre la mesa del comedor de cuatro puestos que tenía Robbin en su departamento.
—Para terminar —habló el lobo—. ¿Nada de pareja? —pregunta este algo avergonzado por ello. Bajó las orejas y sus mejillas tuvieron un leve sonrojo.
—No, no aún —respondió con tranquilidad Jenny y al notar la vergüenza del lobo soltó una leve risa. Le parecía muy tierno ver al lobo así, parecía un cachorro cuando habla con la chica que le gusta... Espera, ¿qué? No, no nos salgamos del tema. La zorrita llamó a los dos que estaban en la pequeña habitación donde trabajaba el labrador para que fueran a comer. Los dos salieron de ahí y se sentaron en las sillas del comedor para comer con tranquilidad.
Aun no había información sobre la jaguar, cosa que tenía algo preocupada a la pantera. Conociendo un poco de ella, sabía que se prepararía para cualquier cosa que pasara, y una de ellas era la posible pelea que tendrían si las cosas no salen bien. El lobo estaba algo más tranquilo, pensaba que todo iría a la perfección, y no tendrían ninguna complicación a la hora de capturar a la jaguar.
La comida fue callada, casi nadie habló. Cuando terminaron el labrador suspiró y agradeció la comida con una amable sonrisa y se fue de nuevo a la habitación a seguir con el trabajo. La pantera terminó e iba a hacer lo mismo, pero el lobo la detuvo tomando de su brazo suavemente.
—Debes relajarte —le dijo algo serio, sabía que si no tomaba un semblante firme no lo tomaría en serio—. Yo veré que pasa con Ámbar, tú ve y acuéstate un rato en el sofá. Libera tu mente y pensamientos —miró de reojo a la zorrita dándole a entender que le ayudara a que lo hiciera.
Ella le afirmó que lo haría y tomó el brazo de la pantera haciendo que el lobo la soltara y la llevó a la habitación principal. No era muy grande, pero si cabían varias cosas, la cama doble en una esquina de esta, una mesita de noche al lado de la cama, un armario al otro lado, un televisor colgado en la pared y varios cuatros de lo que parecían los familiares del labrador. Jenny le dijo que durmiera un poco a la pantera, la cual obedeciendo se acostó en la cama cerrando los ojos. Tardó un rato, pero al final cayó dormida en la cómoda cama.
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