xxxix. si el mundo se acabara


ORDEN DE MUERTE,
capitulo treinta y nueve: si el mundo se acabara!



Palermo, Sicilia — 9 horas después.

          JOY WILLIAMS HABÍA COMETIDO MUCHOS ERRORES EN SU VIDA, tal vez este era uno de ellos, tal vez era una manera simple de enfrentarse al abismo gigante que tenía a la muerte en el fondo del mismo. Pero ella consideraba que su mayor error fue haberle dicho a Chris que estaba enamorada de él al mismo momento que ella enfrentaría ese mismo abismo, sin saber si él le correspondería de igual forma o simplemente dejarían todo como amigos. Ella no dejó algún espacio para discutir eso y simplemente se soltó, en orden de proteger la integridad de sus compañeros y obligarlos a completar la misión. El sacrificio de uno en orden de preservar la vida de sus compañeros era a lo que ella se refería cuando le había contado a Chris el concepto de quitarse de la ecuación. Los compañeros se regían por diferentes reglas y si uno debía cortar la soga para evitar una muerte dolorosa para el equipo, ella lo haría — y así lo hizo, sintiendo el más profundo dolor rodeando su corazón con tanta fuerza y con mucho amor de por medio.

          Sin embargo, ella lo había dicho.

          Ella estaba enamorada de Chris Redfield.

          Y definitivamente eso no se lo llevó a la tumba.

          (Le dolió tanto como cuando ella perdió a su ejército hacía años y eso la llevaría directo al infierno.)

          Hasta que soltó su mano, ella y Parker cayeron.

          Eventualmente, todos caen.

          Joy llegó a recordar que seguía respirando, que su cuerpo luchaba en los diferentes escenarios de consciencia e inconsciencia, algunas veces estando lucida y por otros profundamente desmayada por el dolor y sus heridas. Recordó que todo se encontraba en llamas, que todo estaba a punto de destruirse y que el Queen Zenobia estaba enfrentándose a su fatídico final: hundirse cual Titanic en el medio del océano Mediterráneo. Alguien arrastraba su cuerpo con gran dificultad y soltaba varias maldiciones en italiano, cosa que ella podía reconocer muy bien.

          —Parker...—farfulló ella con dificultad—. Déjame aquí.

          —Ni lo pienses, farfalla (mariposa)—masculló el italiano con decisión, arrastrándola de sus arneses—. Saldremos de esta juntos.

          —Pero...

          —Ya has librado tu batalla, Joy y la has librado con tu corazón—señaló Luciani avanzando con dificultad—. Ahora te toca volver a esa persona que tanto lo quiere y prefiero morir antes que negarle a una persona la oportunidad de perder a su corazón.

          Esa persona era Chris.

          Joy buscó pararse para poder ahorrarle a Parker más sufrimiento y se tambaleó cuando se irguió, casi perdiendo el equilibrio en el proceso. El castaño rodeó su cintura para mantenerla firme, comenzando a avanzar entre los dos hasta llegar a lo que parecía ser una sección que se encontraba cerca de la proa. Parker se detuvo abruptamente al ver una sombra acercarse por el pasillo y sacó su arma, haciendo que Joy hiciese lo mismo, pero cuando la rubia levantó su mirada, ella bajó la pistola.

          —¿Raymond?—preguntó ella débilmente—. ¿Qué...?

          —¿Qué hago con vida?—contraatacó este—. Esa es una pregunta que no contestaré, pero les seré sincero a ambos: Jessica ha logrado escapar.

          —Mierda, estábamos tan cerca...—se lamentó Parker bajando la mirada.

         Raymond negó con la cabeza y caminó hacia Joy, a quien colgó contra su hombro, mientras que ayudaba a Parker a caminar.

          —Los sacaré de aquí—espetó el muchacho de cabellos pelirrojos.

          —Lo lamento mucho, Raymond—dijo el italiano—. Tuviste razón todo este tiempo. Gracias a Dios a que alguien estuvo siempre un paso más adelante que nosotros.

          —No seas tan duro contigo mismo, Parker—sentenció Vester caminando a un ritmo ya más acostumbrado al de Parker—. Ustedes dos me salvaron en Terragrigia aquel día, ahora es mi turno de ayudarlos. Nos iremos de aquí.

          —Ese es el espíritu, cadete—farfulló Joy antes de perder la consciencia.

          Joy flotaba, se sentía más libre, con mucho peso fuera de su cuerpo y se dejó llevar por la voluntad de cualquier cosa que esté moviendo sus hilos en el maldito paraíso donde se encontraban los muertos. Volvió a despertarse mientras que Raymond y Parker estaban bajando una barca para poder escapar del Queen Zenobia, intentó moverse y sintió un fuerte dolor en su abdomen, el cual sangraba un poco debido a su herida y ella descubrió que había una venda en su brazo. La barca aterrizó en el agua y Joy soltó un gemido de dolor, haciendo una mueca y sintiendo que sus ojos picaban considerablemente. Sintió que una brisa chocaba contra su rostro y eso ayudó muchísimo a poder intercambiar su oxigeno luego de consumir tanto humo lleno de monóxido de carbono.

          Sintió que alguien agarraba su mano.

          Y ella abrió los ojos, encontrándose con Parker.

          —Ya estamos, ¿escuchaste?—dijo el italiano con alegría—. Logramos salir del barco, se terminó.

          Joy tenía tantas ganas de llorar.

          —¿Lo hicimos?—preguntó ella en un sollozo.

          Parker asintió—Sí, lo hicimos.

          —¿Ahora qué diablos sigue?

          Parker la ayudó a recostarse mejor, para luego él tumbarse a su lado, dejando que el sol empezase a tocarlos con los primeros rayos que salían del horizonte. Joy ladeó su cabeza para mirar a Parker, quien tenía la mirada fija en el cielo que empezaba a esclarecerse debido al sol. El cielo se decoró con el humo que salía del Zenobia y se mezclaba con el aire, así que Raymond empezó a remar con gran fuerza, dispuesto a llevar a sus dos colegas hacia un lugar seguro en la costa de cualquier país que sea. Luciani dirigió su mirada hacia Joy y le sonrió, realmente agradecido de haber sobrevivido junto a ella.

          —Has hecho bien en soltarte—le espetó él con calidez—. Si no habríamos muerto todos allí.

          Joy soltó una carcajada.

          —Creo que tomé una muy buena decisión, entonces.

          Parker alzó una ceja—Parcialmente. Tomaste una buena y una muy mala decisión al mismo tiempo.

          Ella suspiró al darse cuenta: la buena decisión fue soltarse para que sus dos compañeros continuasen y la mala decisión fue decirle muy tarde a Chris que ella estaba enamorada de él. Joy asintió, dándole la razón a Parker, quien le dio la mano y ella la aceptó — dándole un firme apretón mientras que el sol salía cada vez más. La rubia parpadeó un poco, intentando de mantener su consciencia despierta al menos unos momentos más pero su cuerpo se encontraba tan, pero tan cansado que ella sentía que su cuerpo ya no daba para más.

          —Che bella cosa na jurnata 'e sole—cantó Parker con voz ronca y Joy sonrió al reconocer la canción—. N'aria serena doppo na tempesta.

          La primera vez que la escuchó, no la entendía, pero al buscarla: allí logró comprenderla.

          —Pe' ll'aria fresca pare gia' na festa—se le unió la rubia mirando hacia el cielo—. Che bella cosa na jurnata 'e sole.

          Los dos soltaron una carcajada tan nostálgica que ninguno de los dos sabía si realmente se trataba del dolor o que realmente estaban delirando por el cansancio y la falta de sueño.

          —Ma n'atu sole, cchiu' bello, oi ne', 'o sole mio, sta 'nfronte a te—cantaron los dos al mismo tiempo—. 'O sole, 'o sole mio, sta 'nfronte a te, sta 'nfronte a te.

          Y ella perdió la consciencia otra vez.

          Se sintió confundida después, pero escuchó sirenas a lo lejos, gente gritando que se moviesen y su cuerpo se movió sin que ella lo pidiera. La figura de Parker se alejó de su lado y ella realmente pensó que Raymond los había dejado a la deriva, pero escuchar al personal médico intentando de hacerle preguntas al ver que recobraba la consciencia terminó abrumándola, hasta que alguien que hablaba su idioma le dijo que todo estaría bien. Joy y Parker fueron hallados en una barca en alta mar cerca de la República de Malta, donde las autoridades del mismo país hicieron una operación de rescate y contactaron con la BSAA — donde O'Brian, en persona, se encargaría de recibirlos en la capital de Sicilia con personal médico para atenderlos.

          El director de la Alianza les indicó a todos los agentes operativos que formaron parte de la investigación de Veltro que se juntasen con él en la isla italiana.

          Chris y Jill se habían encargado de derrotar a Jack Norman, el único miembro restante de Veltro. Quint y Keith habían salido con vida después de que la FBC intentase bombardear el aeropuerto Valkoinen Mökki donde estaban las pruebas del barco.

          Y se preguntaban qué diablos están haciendo allí.

          Los dos hackers se pararon en la pista de aterrizaje, dejando que el helicóptero aterrizase junto con la segunda unidad, donde salieron Chris Redfield y Jill Valentine — allí se encontraron en el medio de todo el asunto y donde había más preguntas que respuestas. Quint alzó una ceja al ver que ni Parker, ni Joy o Jessica estaban con ellos.

          —¿Qué diablos les pasó?—preguntó Keith desconcertado—. ¿Dónde están Joy y Parker?¿Y Jessica?

          Jill no tardó en largarse a llorar.

          Y Chris bajó la cabeza, claramente derrotado.

          —No me jodas—se lamentó Quint pasándose una mano por la cara.

          Clive O'Brian subió las escaleras rápidamente, encontrándose con el equipo de agentes que colaboró con la investigación de Veltro, quienes se giraron a mirarlo con confusión — se encontraba algo nervioso y agitado, pero sabiendo que sus agentes más confiables llevaron a cabo la misión más peligrosa del mundo, él estaba satisfecho.

          —No tienen idea de lo aliviado que estoy al verlos en una pieza—señaló este mirando solemnemente a los agentes—. Ya se ha efectuado una orden de búsqueda y captura para Jessica Sherawat.

          —¿Q-Qué...?—preguntó Cetcham confundido.

          —Jessica estuvo colaborando con Morgan todo este tiempo—sentenció O'Brian siendo objetivo—. La encontraremos.

          —Señor...—dijo Chris completamente deprimido—. Perdimos a Joy y a Parker en el proceso.

          Jill empezó a llorar más fuerte y Keith tuvo que sostenerla para que ella no cayese al suelo por la pena que sentía.

          —No, no lo hicieron—espetó el director haciendo que todos hiciesen silencio, hasta incluso el llanto de Jill se cortó—. Parker está en cirugía ahora mismo por su pierna y Joy estaba recibiendo una transfusión de sangre debido a la pérdida que tuvo en el camino, está en reposo ahora mismo.

          Chris sentía que su cara palidecía como la mismísima cera y Jill tuvo que sentarse en el suelo para evitar una recaída, los dos hackers soltaron un gran suspiro acumulado con un alivio enorme. Clive los invitó a seguirlo hacia los pisos inferiores del hospital donde habían aterrizado y ellos lo siguieron sin rechistar, encontrándose con otros agentes de la BSAA que custodiaban el pasillo donde los dos SOAs se encontraban alojados. Un médico se acercó a O'Brian para indicarle que ya podían pasar a ver a la agente Williams y que la operación de Parker había sido todo un éxito. Al entrar en la habitación, la mirada de Chris se fijó en la rubia, quien se encontraba recostada en la cama y respiraba de manera muy tranquila — su pecho subía y bajaba lentamente, dando respiraciones profundas y calmas.

          —La actividad cerebral de la paciente es excelente y no ha sufrido daños en absoluto, habrá tenido saltos de la consciencia a la inconsciencia debido al esfuerzo y la adrenalina, además de haber consumido mucho monóxido de carbono, pero eso no generó síndrome de descompresión—anunció el médico—. Perdió una cantidad considerable de sangre, pero ese bolso es el último que le daremos ya que ella no necesita más. Sus heridas fueron superficiales en el abdomen, pero prominentes en su hombro derecho, por eso perdió sangre. Solo necesitará unas tres semanas de reposo y dos de rehabilitación, luego podrá volver a sus misiones habituales.

          —Esas son muy buenas noticias, entonces—dijo Quint—. Gracias, doctor.

          —Si despierta, no duden en avisarme.

          Clive asintió y le dijo al grupo que se pusieran cómodos mientras él iba a ver como estaba Parker. Chris tomó un asiento al lado derecho de Joy mientras que Jill iba a su lado izquierdo, Quint y Keith se apoyaron en la pared, esperando pacientemente a que la rubia despertase. Redfield tomó la mano de la rubia entre las suyas, cubiertas con pólvora y sangre que había juntado en las últimas 9 horas más difíciles de su vida luego de creer que finalmente él la había perdido. Simplemente no lo entendía, en cierto modo sí, pero le costaba procesarlo: Joy le había dicho que estaba enamorada de él y que lo quería.

          ¿Qué tanto había para procesar?

          ¿Qué ella no le había dado la oportunidad de confesarse?

          ¿Qué ella soltó la bomba y se soltó para poder salvarlo?

          Él estaba muerto de amor y enfadado al mismo tiempo, con ella y por ella.

          (Y él ya no podía negar lo que sentía.)

          Chris recostó su cabeza junto a la mano de Joy, esperando con paciencia a que esta despertase y el cansancio terminó venciéndolo, dejándolo dormido a su lado y escuchando su respiración lenta.

          Para cuando Joy abrió los ojos, ella no podía creer que aún seguía en el mundo de los vivos y que Parker estaba a su lado, durmiendo como un maldito tronco. Jill se encontraba durmiendo entre las dos camas, con ambas manos tocando las dos camillas, en cierto modo conectada a ellos dos — Joy ladeó su cabeza, topándose con Quint y Keith dormidos en el sofá de manera descuidada y roncando. La rubia sintió movimiento a su lado y giró la cabeza, enfocándose en la figura de Chris Redfield, quien descansaba su rostro en el edredón donde ella estaba recostada, su mano agarrando la de ella.

          Ella sonrió llena de amor.

          Él estaba allí.

          (Y ella se encargaría de quererlo cada segundo.)

          Joy sacó su mano de las de Chris y acarició su rostro de manera suave, pasándola a través de los cabellos castaños desordenados que tenía él sobre su rostro. Redfield se removió soltando un gruñido y abrió lentamente sus ojos, encontrándose con los hermosos orbes verdes de Williams mirándolo al mismo tiempo que ella esbozaba una sonrisa genuina.

          —¿Me extrañaste, Tubo de Plomo?—le preguntó ella.

          Chris no tardó en sonreírle y besarle el dorso de su mano con ternura.




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2 semanas después.

          Jill podía ver que la tensión que había entre Joy y Chris era más que palpable, además de que Chris seguía enfadado con Joy por lo ocurrido en el mar Mediterráneo hacía dos semanas. La incisión de la rubia había sanado completamente en su abdomen y su brazo se veía mucho mejor que al principio, así que ella ya podía hacer todas las actividades a excepción del entrenamiento, cosa que quedaba completamente prohibido hasta que hiciese rehabilitación para el brazo. Sin embargo, lo que Williams no se esperó era que Chris no apareciese por dos semanas en la casa que compartían los tres, en ningún maldito momento y eso hizo que Joy realmente se lamentase de sus actitudes — Valentine debía ser realista: su mejor amiga había metido la pata hasta el fondo.

          Ella sabía que los dos debían tener una larga charla.

          —Ya se le pasará, Hattie—le dijo Jill una noche—. Es solo que tú le lanzaste literalmente un misil cuando él pensaba que eran tus últimos momentos de vida y el pobre no sabía ni siquiera como prepararse.

          —Debería ser sencillo—espetó ella terminando su sopa.

          —Debería serlo, pero para él no lo es—añadió la castaña mirándole de manera acusatoria—. ¿Acaso tú tienes una idea de lo mal que él se sintió cuando le soltaste la mano? Chris...Chris pensó que realmente te había perdido, Joy.

          —Tú dijiste que lo dijera en el momento oportuno—se defendió Joy señalándola con la cuchara.

          —¡Ese definitivamente NO era el momento oportuno, idiota!—exclamó Valentine palmeándose la cara—. ¡Hubiese preferido el tirarte por la borda y que él te rescate como en la Sirenita!

          —No puedo creer lo que estoy escuchando—dijo Joy rodando los ojos.

          —Chris no está aquí por que aún sigue procesando lo que tú le dijiste, que, debo decir, fue una maldita carta de amor que duró cinco putos minutos—señaló la castaña levantando un dedo, demostrando su solemnidad en palabras—. Pero fue hermoso escucharlo y ahora tu hombre está teniendo una crisis existencial en este momento en vez de estar en una habitación contigo teniendo sexo.

          Joy le miró boquiabierta, tragando duro el caldo de la sopa que había preparado esa noche.

          —Lo siento, fui demasiado intensa—se disculpó Valentine levantando ambas manos—. Tu sopa es excelente.

          Williams bajó la mirada y Jill suspiró.

          —Solo dale tiempo, cielo—declaró la castaña con suavidad, tomando la mano de la muchacha de cabellos rubios para darle un firme apretón—. Él está pasando por su propia mierda y él te quiere, solo necesita llegar a esa conclusión por su cuenta. El viernes tienes tu vuelo que te llevará a Portland y tienes la dirección de aquellas cabañas que tienen una vista preciosa de los picos del Monte Katahdin.

          —¿Estarás bien sin mi por un fin de semana?—le preguntó Joy ladeando su cabeza.

          —Pfff, claro que sí—respondió Jill como si fuese algo obvio.

          Cuando el viernes llegó, Joy todavía no había escuchado nada más de Chris y por un momento pensó que ella fue quien verdaderamente lo estaba perdiendo — Jill le insistió que tuviese paciencia y que disfrutase de su fin de semana aislada de la sociedad y el bioterrorismo en Maine; entonces ella asintió y se despidió de su mejor amiga quien simplemente le saludó antes de guiñarle el ojo. La rubia se subió al avión que tenía como destino Portland, el cual la llevaría un poco alejada de Washington y de lo que ella solía conocer en esos tiempos; el estado de Maine la recibió con aire gélido, algo que despertó los sentidos de la rubia y finalmente se decidió por relajarse — disfrutar de su fin de semana libre y desconectarse de todo.

          Una cabaña alojada en un pequeño cerro era lo mejor.

          Llegar al complejo de cabañas no había sido complicado.

          Lo que fue complicado fue verlo a Chris Redfield cargar con leña para llevarla dentro de la cabaña donde ella se quedaría.

          —No me jodas—masculló ella.

          En cuanto pagó al conductor y bajó sus cosas, se acercó a la casa para posarse en la primera escalera, justo cuando él salía por la puerta. Chris vestía unos vaqueros azules y unos borcegos de color negro que estaban algo embarrados, también luciendo una sudadera blanca y llevando su cabello como siempre — su expresión, en cambio, estaba siendo combinada por muchas emociones juntas: sorpresa, confusión y frialdad.

          Joy Williams se sintió demasiado pequeña y confundida.

          —Hola—dijo ella levantando la mano.

          Él le miró seriamente—Hey.

          (Diablos, Joy podía oler la tensión que había entre ellos desde kilómetros a la redonda.)

          —Jill me envió aquí—espetó ella con voz suave.

          —Pues es una gran coincidencia, Williams—respondió este caminando hacia otras escaleras—. Jill me envió aquí también. Ponte cómoda, ya vuelvo.

          Y así como así, él no le dejó espacio para decir algo.

          —Maldita seas, Valentine—masculló Joy enfadada.

          Joy subió el resto de las escaleras y entró a la cabaña, encontrándose con un gran ventanal, la cabaña era de madera bien pulida, pintada con colores cálidos y cortinas que hacían juego. Había un gran sofá que daba en dirección al ventanal, el cual mostraba el Monte Katahdin en todo su resplandor junto con sus árboles que creían alrededor. Ella procedió a dejar sus cosas en la única habitación que había en toda la maldita cabaña, lo cual la hizo maldecir en voz baja a Valentine una vez más en el día y salió de la habitación para poder sentarse en el sillón, abriendo un libro que había traído en su mochila. "Los Hombres que no amaban a las Mujeres"¹ le hizo pasar una tarde bastante apacible, al menos hasta que empezó una tormenta que hizo que el cielo llorase a cántaros.

          La rubia acomodó su cabello largo en una cola de caballo simple, dejando que su cabello apenas tocase sus hombros y empezó a cortar verduras.

          Chris no le había dirigido la palabra en toda la tarde.

          A pesar de que él estuviese justo ahí, ella aún podía discernir un silencio tenso de un silencio cómodo.

          Puso las verduras cortadas en una sartén para empezar a cocinar mientras que Chris se encontraba sentado en el sillón, admirando el Monte Katahdin de noche, el cual estaba bastante oscuro — pero con la iluminación cálida que tenía la casa podía ver lo suficiente. Joy mezcló crema con las verduras cuando estas se mostraron más cocidas y en ese momento puso el agua para calentar la pasta (ya que parecía una cabaña muy bien abastecida). El castaño tomó ese sonido para levantar la mirada, topándose con la mirada de Williams, quien ya lo estaba mirando y desvió inmediatamente la mirada luego de darse cuenta de que la mantuvo durante mucho tiempo. Chris se levantó de su asiento, mientras que la rubia intentaba pensar palabras afables para intentar entablar una conversación, pero llegó a una conclusión: ¿Qué podrías decirle a la persona con quien tienes sentimientos más allá de la amistad después de no saber de ella por dos semanas?

          Joy se sentía una adolescente.

          Redfield puso la mesa, solo para los dos, en las dos puntas que tenía la mesa solo para marcar una brecha — la cual torturó a ambos agentes con fuerza.

          Al terminar de sacar la pasta del agua con el colador, Joy la mezcló con su salsa preparada y sirvió la fuente en la mesa, decidida a acercarse en silencio a la mesa donde Chris se le unió en una de las puntas. Ella le sirvió a él primero y luego se sirvió a sí misma antes de sentarse de manera paralela a Redfield. El silencio que se originó en los dos al empezar con la cena fue demasiado angosto, capaz de cortarse en rebanadas por un maldito cuchillo y por un momento Joy debatía si realmente quería estar allí o si debería irse debajo de la gran nube con lluvia.

          Ella dejó el tenedor en el plato, relamiéndose los labios antes de mirar a Chris—Jill me dijo que estuviste cuidando a Parker.

          —Ajá.

          —¿Él está bien?

          —Se recuperará pronto—espetó el castaño sin levantar la mirada de su plato—. Es un agente con gran habilidad y se lució en la misión, podrá volver al ruedo muy pronto.

          Joy asintió.

          Vamos, tonta, continua la conversación, se obligó a decirse a sí misma.

          —¿Cómo has estado ?—preguntó ella.

          Chris se detuvo y finalmente levantó la mirada.

          —Eternamente cansado, pero tranquila, sobreviviré—respondió él antes de volver a bajar la mirada—. Es lo que siempre hago, siempre junto las piezas que se rompen y las llevo conmigo.

          —Lo que quise decir...

          —¿Cómo está tu brazo?—le preguntó él interrumpiéndola y ella respiró hondo.

          (Chris Redfield podía llegar a ser muy tajante cuando lo deseaba.)

          Ella chasqueó su lengua—Mi brazo está mejor que hace dos semanas, no podré entrenar hasta que me quiten los puntos y comience rehabilitación.

          —Tal vez sea lo mejor.

          Joy enarcó una ceja—¿Disculpa?

          —Tal vez sea lo mejor, Joy—respondió Chris dejando su tenedor en el plato vacío—. Alejarte del campo de batalla te hará ver lo que realmente puedes apreciar de tu vida y así podrías ser menos imprudente.

          —¿Es por esa razón que me das este trato silencioso?—contraatacó Joy levantándose de su asiento—. ¿Por qué decidiste desaparecer de mi vista por dos putas semanas sin decir una palabra?

          Chris también se levantó del suyo—Tú no me dejaste mucha opción.

          —Hice lo que hice para que tú y Jill saliesen con vida, lograron completar la misión—sentenció la rubia mirándolo fijamente—. ¡Salvaron el maldito mundo!

          —¡¿Y qué diablos significaba eso si te perdía a ti en el proceso?!

          Joy se quedó muda ante esa declaración.

          —¡simplemente decidiste soltar mi mano y sacrificarte por el resto solo por el bien de la misión!—exclamó este, enfadadísimo con la rubia—. ¡No pensaste en las consecuencias que podían ocasionar tus decisiones en el resto!—se pasó una mano por el rostro, frustrado—. No pensaste en lo que yo podía sentir cuando decidiste soltar mi mano, más cuando dijiste lo que dijiste. ¿Cómo...?¿Cómo te atreves?¿Cómo se te ocurre hacer eso y pensar que no puedes herir a nadie en el camino?

          La rubia bajó la mirada.

          —Lo lamento, Chris.

          —No, no lo lamentas—respondió el castaño enfadado y bufó—. Me largo de aquí.

          Redfield pasó por al lado de Joy y ella soltó un par de lágrimas, quedándose quieta en su lugar hasta que escuchó la puerta de entrada abriéndose para luego cerrarse con violencia. La rubia soltó un respingo y debatió sus opciones: ella podría quedarse en la cabaña y dejarlo ir para siempre o podía perseguirlo y empaparse en el proceso, pero se aseguraría de intentar todo lo que tuviese a mano para poder traerlo de vuelta. ¿Qué dudas tenía ella? Ninguna, aquel hombre le había arrebatado el aliento y lo había odiado hasta el punto de caer enamorada por él.

          ¿Acaso ella lo dejaría ir?

          Definitivamente, no.

          Joy salió corriendo en dirección a la entrada, abriendo la puerta de par en par antes de divisar al castaño bajando las escaleras y ella gritó su nombre, sintiendo que la fuerte lluvia la empapaba de pies a cabeza. Chris se giró, igual de empapado que ella, observando que la rubia se acercaba rápidamente a él y súbitamente se sintió nervioso — pero de alguna manera él debía escuchar lo que ella tenía para decirle.

          —Fue en el pasadizo de la sentina cuando me di cuenta—espetó Joy con desesperación—. Cuando el agua empezó a entrar por todos lados, cuando creí que moriría ahogada en el fondo del mar, allí me di cuenta de lo que me faltaba para decir. De lo que me faltaba sentir en mi vida. Yo te odiaba, ¿sabes?—se pasó una mano por el rostro, sintiéndose más sensible que antes—. Te detestaba con toda mi alma, creía que eras mejor que yo y te odié profundamente por ello. Vivimos muchísimas cosas juntos, Chris, y nunca pensé que llegaría a caer por alguien como , un idiota arrogante y presumido al que me concentré en odiar tanto, pero terminé uniéndome a él con un par de esposas—negó con la cabeza—. Nunca quise herir tus sentimientos, nunca fue mi intención, fueron mis instintos los que actuaron, fue mi razonamiento y por eso hice lo que hice—soltó un sollozo—. Si no lo hacía, no sé como podría vivir en un mundo en el cual perdí demasiada gente que me importa y que quiero. Lo que te dije fue cierto, completa y honestamente cierto, estoy enamorada de ti y negué ese pensamiento hasta que finalmente me di cuenta de que quería tenerte a mi lado. Quiero tenerte a mi lado, Chris y si te pierdo ahora, al menos sé que lo intenté.

          Y Chris se sentía como un adolescente enamorado otra vez.

          Él necesitaba escuchar eso.

          Necesitaba que Joy finalmente lo dijese con sinceridad y no con desesperación.

           Ella se tapó el rostro, rompiendo en llanto y el corazón del castaño se rompió en mil pedazos al verla así. Él quería abrazarla, sostenerla y protegerla de todo mal que podría haber en el mundo — ¿Qué se sentía ver a un alma tan rota como la que tenía ella?¿Como la que tenían ambos?

          —Yo también te odiaba, diablos, realmente te detestaba—dijo él mirando la figura empapada de Joy—. Eras todo lo que yo quería ser, incluso eras mejor que yo, siempre sonriente, siempre honesta y con un nivel de iniciativa que yo envidiaba. Cuando nos separamos luego del incidente en la mansión Spencer pensé que nunca más tendría que volver a verte, lo deseé con mucha fuerza, pero terminé en la puerta de tu apartamento donde me cerraste la puerta en la cara—bufó en voz baja mientras que Joy levantaba la mirada—. Me ayudaste cuando lo necesité, siempre lo hiciste sin pedir nada a cambio. Caíste en agua helada para salvarme y casi mueres en el proceso y yo...yo llegué a concluir en que podía perderte en cualquier momento, pero aquí estás, como una maldita diosa griega, sobreviviendo a lo que pocos podrían. Sé que hice muros gigantes para evitar que entres a mi vida, pero derrumbaste cada uno de ellos y me rindo, me rindo ante ti, me rindo ante lo inevitable. Estuve enamorado de ti desde hacía mucho tiempo, pero era demasiado ciego y arrogante como para darme cuenta.

          Joy sollozó, mordiéndose el labio.

          —Perdóname, por favor—sollozó ella.

          La única respuesta que ella obtuvo fueron un par de labios besando los suyos.

          Era intenso, era cálido, era íntimo.

          Allí se dio cuenta de que él la estaba besando, finalmente.

          Joy rodeó su cuello con ambos brazos, presionándose contra él mientras que Chris pasó una mano por su cintura, pegándola a su cuerpo empapado mientras acunaba su cabeza con la otra mano. La rubia enterró sus dedos en el cabello mojado del castaño mientras que lo besaba con la misma intensidad que ella misma recibía por parte de él, tiró de su cabello para separarse un poco y así recobrar el aliento, sacándole un gruñido a Chris, quien decidió juntar su frente con la de ella.

          —No tienes idea de cuanto estuve esperando esto—susurró él.

          —¿Te quedarás?—le preguntó Joy esperanzada.

          —Si el mundo se acabara...claro—espetó suavemente—. Además, como si tuviese algún otro lugar a donde ir.

          Redfield tomó a la rubia por los muslos y le hizo enroscar sus piernas alrededor de su cintura, llevándola de vuelta a la cabaña — empapando la entrada en el proceso.




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sin editar

¹ se trata del primer libro de la trilogía Millenium.

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