xxxiv. raymond vester
ORDEN DE MUERTE,
capitulo treinta y cuatro: raymond vester!
Queen Zenobia, Mar Mediterráneo — dos horas después.
JOY SENTÍA QUE LE FALTABA EL ALIENTO FRENTE A TEMPERATURAS TAN FRÍAS, a pesar de la confusión que sentía al estar en un entorno completamente diferente a un barco. Reconoció las calles de manera inmediata, llegando a aclarar que se encontraba en aquella aldea alemana de hacía dos años, tan destruida como su propia alma cuando vio a sus camaradas, a su familia caer en aquella guerra en Irak. Llevaba su traje gris con el chaleco negro, sus armas acomodadas de manera perfecta en su lugar, con el peso que tenían las balas en los cargadores dentro de la misma. El frío inundaba sus sentidos, generando un gran pésame en su interior al ver que se trataba de una pesadilla. Los gritos de una niña se escucharon a lo lejos y ella los reconoció al instante. Anke, la niña que ella había rescatado, la niña que lo había perdido todo en aquel lugar solitario. Williams empezó a correr, cargando su rifle de asalto en mano en un firme agarre y sus pies se movieron solos, había cuervos justo encima de ella y volaban alrededor de una tierra que estaba engullida en muerte.
Estaban esperando su momento para atacar.
—¡Anke!—llamó ella con miedo—. ¡Anke!
Y los gritos cesaron.
Ella se acercó a la plaza principal, buscando encontrar a alguien, pero allí no había nadie — solo sangre para poder pintar un maldito lienzo con un pincel. La respiración de la rubia empezó a agitarse al ver que los cuervos comenzaban a hacer ruido, bajando cada vez más rápido hacia el lugar sangriento. Repentinamente, volvió a escuchar aquel mismo grito, pero parecía multiplicarse y aquella voz lograba pertenecer no solo a una persona en particular, si no a muchas más. El grito de dolor de sus compañeros inundó sus oídos y ella sintió nauseas, para luego detenerse para escuchar el grito proveniente de los miembros de STARS. En ese preciso momento, los cuervos se dirigieron en bandada hacia Joy y parecían ser muchos más que antes, empezando a cubrir todo el cielo, oscureciéndolo más y más.
Finalmente, todo quedó oscuro.
Así que Joy abrió los ojos.
Parpadeó un par de veces al ver que una luz cálida se encontraba cerca de su entorno y sus ojos se enfocaron en el techo, donde, presuntamente hablando, estaba todo tapizado de manera clásica. Joy soltó un gruñido e intentó moverse, dándose cuenta de que tenía algo encima de ella. Al acomodar su vista, sus ojos se dirigieron en la cosa que tenía justo encima de ella, la cual le obstruía levantarse. Sin embargo, no era una cosa, era una persona que estaba recostada encima de ella. Jill Valentine se encontraba justo encima de la rubia, dormida y cómoda en el cuerpo de su compañera — eso provocó que la rubia soltase una carcajada entre dientes y algo que definitivamente le sorprendió fue ver el rostro de Valentine colocado justo por encima de sus pechos, donde había una parte del traje abierto y la nariz de la castaña se encontraba dentro.
(Eso no era tan convencional.)
—Jill—la llamó Joy dándole un par de palmadas.
Jill gruñó un momento antes de continuar durmiendo.
—Jill, despierta—sentenció la rubia sacudiéndola un poco más.
—Cinco minutos, por favor...—balbuceó ella a través del material del traje de Joy.
Joy rodó los ojos y procedió a darle una nalgada a Jill, la cual terminó despertándola por completo, soltando un respingo para apoyar dos manos al costado. La rubia sonrió al ver que la vista de Jill viajaba desde ella hasta su cuerpo y de vuelta, repetidas veces, hasta que la propia Valentine se sonrojó como un tomate.
—Huh...lo siento.
—Agradezco que no me hayas babeado las tetas, por que tu cara estaba justo ahí—espetó la rubia, haciendo que su mejor amiga se sonrojase aún más—. No pensaba que te atraían las mujeres.
—No me atraen las mujeres, idiota, a pesar de que tenga a una mujer ardiente debajo de mi—negó la castaña al mismo tiempo que negaba con la cabeza—. Pensé en un principio que sí, pero Carlos me hizo cambiar de opinión una noche.
—Cuando probaste su tronco—le dijo Joy antes de que la castaña le pegase un manotazo en el hombro, logrando que la rubia soltase una carcajada.
—Y debo admitir que era uno bueno—replicó Valentine antes de soltar una carcajada—. Tú estás a tiempo de probar el de Chris, así que no te rendirás hasta encontrarlo.
—¡Cállate, por el amor de Dios!—exclamó Joy tapándose la cara, mientras que Jill sentada encima de ella soltaba una gran carcajada—. Fue mala idea preguntar.
—No la fue—sentenció la castaña cruzándose de brazos—. Te veo bastante nerviosa últimamente y más cuando hablamos de Chris. Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, ¿verdad?
—Ya lo sé.
—Entonces, dime.
—Estás aplastando mi pelvis con tu gran trasero, Jill—gruñó Joy.
—Y continuaré aplastando tu pelvis hasta que me respondas. ¿Qué pasa?
—Huh...
La voz de Parker las interrumpió por los comunicadores—¿Jill?¿Joy?¿Están ahí?
—Escuchar tu voz nunca había sido tan calmante, colega—dijo Joy.
—¿Parker?—preguntó Jill bajándose de encima de la rubia—. ¿Qué ha pasado?¿Dónde estás?
—Estoy en uno de los camarotes, encerrado—respondió el italiano con rabia—. Ese bastardo nos puso una maldita trampa. ¿Dónde están ustedes?
—En una habitación, en alguna parte de este maldito barco—añadió la rubia sentándose en la cama, palpándose los bolsillos para darse cuenta de que no tenía sus armas—. Y estoy más seca que el maldito desierto de Atacama.
—Lo mismo aquí, maldición—gruñó el italiano al otro lado de las comunicaciones—. Ese desgraciado se ha llevado todas mis armas, ni siquiera un cuchillo me dejó.
—¿Puedes contactar con la central?—preguntó Jill.
—No, creo que las comunicaciones están cortadas—sentenció el castaño—. Deberíamos reagruparnos.
—De acuerdo, nos veremos en algún punto medio, Parker—declaró la rubia antes de asentir—. No la palmes, colega o habrá consecuencias.
—Sí, señora.
La comunicación se cortó al instante y Jill soltó un gruñido a espaldas de Joy, la castaña se encontraba tironeando de una puerta que no se abría, pero a su lado había un mecanismo electrónico tapado con una tapa metálica y tornillos. Joy buscó entre sus bolsillos, encontrándose con un destornillador que había colocado en situaciones de extrema urgencia luego del pequeño incidente que tuvo cuando las puertas se bloquearon en Terragrigia. Sacó los tornillos rápidamente y un gemido gutural resurgió a su lado, revelando al mismo infectado que antes, cosa que tensó a las dos agentes.
—Tú sigue con eso, yo lo mataré—le ordenó Jill antes de buscar un arma para deshacerse del infectado.
La rubia asintió, prosiguiendo a conectar los cables: el rojo con el otro rojo, el amarillo con su compañero y el verde con el verde, escuchando como la puerta se destrababa a su lado.
—¡Ya está!
Jill le lanzó una patada al infectado y su cabeza chocó contra la televisión, dejándolo trabado en la misma. Las dos mujeres salieron corriendo de allí, encontrándose con otro par de pasillos que, juzgando por la posición, se encontraban en la zona de camarotes. Todo se encontraba en absoluto silencio, abandonado frente a ojos de muy pocos que podían caminar en el mundo de los vivos. Las dos avanzaron cautelosamente y se toparon con otro infectado, pero lograron esquivarlo para seguir adelante. A pesar de tener habilidades extremas de combate, también por las experiencias que tuvieron muchos años atrás, no podían permitirse cometer un error que podría costarles la vida — era mejor permanecer desarmada, pero con vida, que enfrentarse a un peligro del cual no podrían salir hasta que les quiten la vida.
—Desarmadas estamos muertas, Jill—acotó la rubia antes de abrir la puerta de un empujón—. Odio al maldito desgraciado que se atrevió a quitarme mis armas, le patearé el trasero cuando lo vea.
—No eres la única—gruñó Jill a su lado.
Joy ladeó su cabeza hacia atrás—Es muy probable que también haya cortado las comunicaciones, sabía que veníamos para el buque y aprovechó el momento para capturarnos.
—Así que, los rumores eran ciertos—señaló Valentine caminando justo detrás de ella—. Veltro volvió de los muertos como una puñetera ave Fénix.
—Espero que Chris esté realmente en este barco, por que intento armar el rompecabezas—dijo Joy bajando un par de escaleras—. Y faltan piezas, él estaba más metido en la investigación que nosotras.
—Una cosa es cierta, tal vez él tenga respuestas y si debemos poner este barco patas arriba para encontrarlo, lo haremos.
Las dos mujeres bajaron otro par de escaleras, las cuales llevaban a un comedor muy elegante, tapizado con alfombra y sus paredes parecían de aspecto victoriano. Una bruma se encontraba en el suelo tapizado, como si fuese humo, agregando a aquel espacio un ambiente más sombrío que antes. Había dos puertas, una con un timón, completamente bloqueada y una puerta normal. Una de las puertas se abrió y las dos mujeres se toparon con Parker Luciani, quien se encontraba algo agitado.
—Llegó el hombre del momento—exclamó la rubia, atrayendo la atención del italiano.
—¡Chicas!—bramó Parker aliviado—. Madonna mía, ¿están bien?
—Estamos bien, vivitas y coleando—respondió Jill sonriendo de lado—. Diablos, este barco está plagado de BOWs.
—De acuerdo, vamos a necesitar nuestras armas—dijo Parker y señaló la puerta por donde entró—. Creo que las vi en la sección de armería cuando venía hacia ustedes, pero no pude recuperarlas.
—¿Por qué habría una armería aquí?—inquirió la rubia alzando una ceja—. Esto es un crucero, no un puto buque militar.
—Ni idea, hay muchas cosas que no concuerdan en este barco.
Jill asintió—Si encontramos a Chris y a Jessica, tal vez podamos encontrar respuestas.
—Estoy de acuerdo, vamos.
El trío avanzó hacia la hilera de pasillos que daban a las habitaciones y repentinamente se encontraron con una puerta que pertenecía a un almacén de armas, el cual claramente se veía como una maldita armería, la cual tenía los armarios sellados y las armas de Jill se encontraban allí. Joy recuperó su pistola y disparó hacia los candados para poder acceder a más armas. Al recobrarlas, Joy se ajustó la correa del rifle de asalto que adquirió junto con un par de cartuchos que pudo acoplar a sus arneses, mientras que Jill se armaba con un rifle de francotirador y Parker con una escopeta que parte del cañón tenía una parte afilada, como si fuese un hacha.
Jill cargó su pistola—Bien, ya tenemos las armas.
—Ahora que lo dices, Joy—declaró el italiano inspeccionando el lugar—. Realmente tenías razón, ¿qué diablos será este barco?
—Podría ser un buque militar disfrazado de crucero o un simple señuelo—señaló la rubia recargando su rifle—. No lo sabremos hasta encontrar respuesta por nuestra parte o por las dos personas que estamos buscando aquí, en nuestra sección no había nadie más, solo infectados.
—Chris y Jessica tampoco están en esta sección—asintió Luciani con decepción—. Deberíamos buscar más a fondo en este barco.
—Primero lo primero—añadió Jill quitándole el seguro a su Samurai Edge—. Debemos volver a restablecer comunicación con la central, han pasado dos horas desde que nos contactamos y les contaremos lo que ocurre aquí.
—Entonces, iremos directo al puente—anunció Joy mirando a sus compañeros—. Recemos para que el sistema de transmisión y comunicaciones esté bien.
—Si nos cruzamos con nuestro amigo con la máscara antigás, ¿le podemos patear el trasero?—preguntó el italiano—. ¿O hacemos las preguntas primero?
—Yo diría que le rompamos esa máscara antigás primero y luego le haremos las preguntas, esta vez me saltaré el protocolo.
El trío asintió, saliendo de la armería para encontrarse con dos infectados, los cuales intentaron llegar a ellos con paso lento pero el trío se abrió paso para avanzar rápidamente por la cocina, buscando un mapa que los condujo a un ascensor y ascendieron a lo que parecía ser el puente que los conduciría al mando central del Queen Zenobia.
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Para cuando llegaron al puente, se encontraron con los mismos pasillos de antes, justo como lo especificaba el mapa que se extendía en el vestíbulo del comedor sombrío. El trío avanzó lentamente para verificar si había alguna amenaza, pero todo parecía eternamente tranquilo. Al girar, una puerta se encontraba entreabierta y un juego de cadenas con candado se hallaba tirado descuidadamente en el suelo. Joy alzó su puño, pidiéndoles a sus compañeros que se detuvieran y se agachó frente al lugar que ya fue atravesado por otra persona — la rubia se preguntó si realmente se trataba de su amigo enmascarado de Veltro.
—¿Sucede algo?—preguntó Parker.
Joy resopló—Alguien ha estado aquí antes, colega.
—Es una advertencia que no estamos solos con los infectados—añadió Jill detrás de ella—. Joy y yo iremos al frente, Parker, cuida la retaguardia.
—Sí, señora.
Las dos mujeres se adentraron a la habitación, la cual estaba cubierta de lockers que estaban abollados o cerrados. Al investigar, ropa mugrienta y rastros de sangre se hallaban decorando las paredes metálicas y el olor fétido continuaba apareciendo, siempre durmiente. Parker soltó un respingo cuando abrió uno de los armarios cerrados y un cuerpo sin vida cayó en seco al piso, el hombre de cabellos castaños apuntando su arma a la cabeza todo el tiempo. Jill se acercó para mirarlo con atención y ladeó su cabeza hacia la rubia.
—Esto debió haber pasado hace poco, la sangre sigue fresca.
Joy rodó los ojos—Nuestro amigo Veltro está ganándose un boleto para el infierno, andando.
Al cruzar la siguiente puerta, se toparon con el mando central, el cual estaba completamente a oscuras y solo la luz que provenía de la luna y el cielo tormentoso parecía ser la única fuente de luz que podría guiarlos hacia allí. Había varias pantallas en rojo, por lo que el sistema de navegación seguía funcionando, así que se acercaron hacia el panel de comunicaciones. Este largaba humo y chispas, completamente descompuesto y eso provocó que Joy soltase un suspiro.
—Creo que proyecté con mucha fuerza—sentenció la rubia con mal humor—. Esto debe ser una puta broma.
—¿Tuvimos suerte?—preguntó Jill y la rubia le señaló el panel—. Oh, mierda. No podemos modificar el rumbo, vamos literalmente a la deriva. ¿Alguna idea?
—Huh, a mí no me mires—Joy levantó ambas manos—. Soy piloto de aviones, no barcos. Debe ser reciente, así que nuestro querido Veltro no puede estar lejos.
—¿Es en serio?—añadió Parker frustrado—. ¿Qué más puede pasar?
Repentinamente, una explosión se escuchó fuera, iluminando el costado de Valentine de color naranja. Las dos mujeres corrieron hacia la ventana más cercana, topándose con el carguero que los llevó hasta el Zenobia completamente en llamas, desprendiéndose de los cables que utilizaron para subir y hundiéndose lentamente en el océano mediterráneo.
—¡UGH, NO ME JODAS!—exclamó Joy apoyando la frente por la ventana.
—Joy, dime por favor que ese no era nuestro carguero.
—¡Mierda!—gritó Parker—. ¡Estamos atrapados!
Las dos chicas salieron corriendo hacia el italiano, para luego detenerse ante el chillido que soltó Valentine cuando fue retenida por un desconocido. Parker y Joy alzaron sus armas, observando fijamente al objetivo que se había dignado en aparecer. Jill, en un movimiento rápido, lanzó una patada y un derechazo al estómago de su captor y se alejó rápidamente de allí para juntarse con sus compañeros. Iluminándolo con sus linternas, este tenía un cabello pelirrojo y vestía de una manera bastante familiar para Joy, recordándole al novato que tenía la FBC en el momento del Pánico de Terragrigia.
¿Acaso sería...?
—¡Suelta el arma!—exclamó Parker.
—Suéltala tú...Parker.
—¿Quién diablos eres tú?
El aludido levantó su rostro y estaba dispuesto a disparar, de no ser al disparo de advertencia que dio Joy justo frente a él. El hombre de cabellos pelirrojos se puso de pie y Williams lo reconoció enseguida.
Raymond Vester, el novato de la FBC.
—¿Raymond?—preguntó Parker confundido.
—No me jodas, Vester—gruñó la rubia—. ¿Qué haces aquí?
Vester soltó una carcajada entre dientes—La BSAA, aunque un poco tarde.
—Yo diría que llegamos justo a tiempo—murmuró Valentine.
Parker mantuvo su arma firme—¿Qué hace la FBC aquí?
Raymond empezó a reírse.
—No me vengas con estupideces, cadete—amenazó la rubia dando un paso al frente—. ¡Responde!
—No tengo que responderte a nada, Williams—el pelirrojo bajó el arma—. No tienen autoridad en esto.
—De acuerdo, ya basta—bramó Valentine tocando las dos armas en alto—. No hay tiempo para peleas, tenemos que...
—Oye, ni te molestes—la interrumpió Raymond—. Si ni siquiera saben lo que hacen aquí, ni contra quien luchan.
El pelirrojo estuvo a punto de irse y Parker dio otro paso hacia adelante—¡Raymond, no des un paso más!
—Nada va a cambiar...a menos que se ensucien las manos.
Y el cadete se retiró tan rápido como vino, dejando al trío solo.
—Con que la FBC también está aquí—dijo Jill antes de chasquear su lengua—. ¿Qué está pasando?
—No lo sabremos sin disponer información—anunció Parker deteniéndose hacia la salida por donde Raymond pasó—. Sé que es una idea muy poco seductora, pero debemos registrar este barco y encontrar respuestas, tal vez nos topemos con Chris y Jessica, de todas formas, debemos investigar.
—Debería de haber alguna sala de comunicaciones de emergencia por el hall principal—anunció Joy mirando el mapa colgado a un lado del pasillo—. Vamos.
—Tendríamos que empezar por Raymond—dijo el italiano.
Jill miró al castaño y a la rubia—¿Ustedes dos de qué lo conocen?
—Es una larga historia—dijeron los dos al mismo tiempo.
Investigaron el puente y se encontraron dos llaves, las cuales servirían para llevarlos hacia el hall principal, así que se movieron hacia los camarotes superiores para encontrarse con el comedor sombrío, dirigiéndose directamente a la puerta bloqueada. El timón se movió, abriéndoles una puerta para entrar a un pequeño pasillo que los conducía a otra, cuando las puertas se abrieron, un majestuoso hall se presentó ante ellos, con vigas y columnas de mármol bien pulidas e iluminados por luces cálidas. El suelo se encontraba tapizado de color rojo y Joy podría jurar que aquel lugar no se trataba de el Queen Zenobia, parecía una recreación al Titanic.
—Estoy teniendo muchas vibras del puto Titanic—dijo Joy en voz alta.
—Uh, oh, no vuelvas a Vietnam—le advirtió Valentine a su lado con diversión—. Pero, si esto es una copia exacta. Encontraremos a tu Jack, Rose.
—Ja.
—Esto es un crucero y lo demás son tonterías—señaló Parker admirando el entorno—. Es como la ópera.
—Pues hay muchísimos cantantes de opera conocidos en tu país—dijo Joy guiñándole un ojo.
—Mi país es el mejor—sonrió el italiano y carraspeó un poco, poniéndose en pose—. Che bella cosa na jurnata 'e sole, n'aria serena doppo na tempesta—cantó fingiendo tener la voz de un tenor lírico ligero.
Jill se acercó a Joy mientras que Parker cantaba—No sabía que a Parker le gustaba Pavarotti.
—Yo tampoco—le susurró ella—. Pero lo lleva con orgullo.
—¿Qué tal me fue?—les preguntó Parker.
Jill y Joy levantaron sus dedos pulgares.
Investigar el resto del barco definitivamente no fue como un paseo al parque, había demasiadas puertas cerradas que no les permitieron el paso y demasiada infección para un bote de tal magnitud. Joy tenía en claro una sola cosa: esto definitivamente no olía a ningún accidente biológico, esto fue completamente intencionado por alguien más, alguien que tuvo acceso a este barco y decidió propagar la cepa de un virus que ellos hasta el momento desconocían. Las mutaciones variaban según el equipo avanzaba, hasta que dieron un par de llaves que los volvió a conducir hacia el hall principal. Parker sintió nauseas al ver tantos cadáveres mutados en formas muy extrañas, pero mantuvo todo lo que había comido como aperitivo en el avión antes dentro de su cuerpo.
Joy no lo culpaba.
(Todo era extremadamente asqueroso.)
Lograron barrer el barco en las partes superiores y lo poco que pudieron ver de inferior. Sin embargo, no había rastro alguno de Chris Redfield o de Jessica Sherawat. Parecía que la mismísima tierra se los hubiera tragado frente a sus narices y eso podría llegar a ser un aprieto que Joy no quería pasar. Los nervios, la tensión y la frustración eran sentimientos que Joy sabía poner una buena máscara; pero para la preocupación, estaba claro que ella carecía de ese talento de tener una máscara para esconderlo y Jill Valentine lo sabía muy bien. A pesar de que su mejor amiga no le dio respuestas a lo que ocurrió en su charla con Atlas antes, sabía que la doctora le había dicho algo importante sobre ella y Chris.
Pero, ella esperaría a que la rubia le dijese cuando el tiempo fuese correcto.
Cuando subieron las escaleras del hall principal, dirigiéndose a la puerta que estaba bloqueada, utilizando la llave de la Boya se adentraron hacia lo que parecía el cuarto de comunicaciones de emergencia, donde un par de chispas salían desde el sistema.
Raymond Vester entró a la habitación repentinamente, encontrándose con el trío.
—Así que, nos estás siguiendo—declaró Joy.
—Muy graciosa—dijo el pelirrojo entrecerrando su mirada—. He perdido a mi compañera.
—Y parece que llegamos tarde—añadió Parker al lado de Joy.
Los tres restantes se giraron en dirección a Parker, localizando el sistema de comunicaciones de emergencia, claramente destruido. Joy no tardó en soltar un gruñido de exasperación al saber que las comunicaciones de emergencia estaban inviables de todas sus posibilidades. Como si fuese orquestado, una imagen apareció en una de las pantallas y eso atrajo la atención del grupo.
—¡Eh, presten atención!—exclamó Jill.
—Criaturas ignorantes que aún no saben de nosotros—dijo la voz camuflada por una máscara y las dos mujeres se acercaron.
Parker se colocó a su lado—Nuestro amiguito enmascarado.
—Mas si mis palabras han de ser la simiente...—declaró el misterioso hombre de Veltro por la pantalla—. Que de frutos de infamia a este traidor que muerdo, a la par podrás comprobar que lloro y hablo.
Joy alzó una ceja—¿Qué, ahora es poeta?
—Shh—sisearon Jill y Parker.
—Ignoro quién eres...y en qué forma has llegado aquí—prosiguió el desconocido—. El mundo está en nuestras manos—caminó hacia un estanque lleno de agua y dos peces, con una jeringuilla, el mismo tubo rojo que el equipo había encontrado horas antes estaba en sus manos—. Este es el virus T-Abyss y podemos infectar una quinta parte del agua del planeta.
Cuando inyectó el virus en el estanque, este se volvió rojo y los peces empezaron a moverse violentamente, hasta que uno infectado se chocó contra el vidrio, logrando que los tres agentes soltasen un respingo.
Eso era malo, muy, muy malo.
Si el virus se utilizaba en el agua, la contaminaría hasta el punto de exponer a todo el mundo a un virus del cual se tardaría mucho en manufacturar una cura y eso puso los pelos de Joy en punta.
—No me jodas—murmuró Jill.
—Incluso un niño sabría que va a suceder ahora—dijo el desconocido antes de quitarse la máscara, revelando a un hombre calvo, con barba canosa y arrugas—. Somos Veltro, los vengadores de las profundidades del infierno. Abandone toda esperanza, aquel que entre aquí.
Así que, ese es nuestro hombre, pensó la rubia.
—Y le gusta la Divina Comedia—farfulló Joy rodando los ojos—. Lo que nos faltaba.
Parker chasqueó la lengua—¡Malditos terroristas!
—Si ya hemos derrotado a esos malnacidos—dijo Raymond.
—Lamentablemente te faltaron algunos—añadió Jill mirando a Vester—. Y están en el barco.
—Veltro está muerto.
—Pues, estás muy equivocado, cadete. Vamos a buscarlo y a patearle el maldito culo entre todos—señaló la rubia antes de que Jill le enviase una mirada de reproche—. Pero primero...las comunicaciones—se giró hacia Raymond—. Dijiste que perdiste a tu compañera. ¿Algún nombre para identificarla?
—Rachel, Rachel Foley.
—De acuerdo, Vester, te has comportado medianamente bien—recalcó Valentine pasando por su lado—. La buscaremos. ¿Algo más para agregar?
—Veltro está buscando la verdad sobre Terragrigia...y venganza—sentenció el pelirrojo antes de abandonar la cabina, dejándolos solos.
(Joy no creía que las cosas llegarían a complicarse tanto.)
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