xxxi. personas con química


ORDEN DE MUERTE,
capitulo treinta y uno: personas con química!



Washington D.C, Estados Unidos — Año 2005, 2 años después.

          JOY WILLIAMS NO PODÍA CREER LO QUE SUS OJOS VEÍAN, ver una pequeña semilla siendo plantada para luego crecer como un árbol gigante que pronto empezaría a ramificarse creando espacios tan verdes como los que ella veía en ese momento, donde el fuego intentaría quemar sin piedad alguna sus hojas y perturbar su paz. Era algo lindo en cierto sentido, ver que comenzaba un ciclo que parecía no tener fin en cuanto a la protección del mundo, más cuando ella había sido una de las personas que había ayudado a plantar dicha semilla. Williams sentía orgullo ante ello, demasiado para no simplificar aquel sentimiento de gratificación. La BSAA había empezado a florecer luego de ese discurso, recibiendo más soldados de los que ella podía pedir y allí fue donde el verdadero entrenamiento había comenzado. El director Clive R. O'Brian sabía exactamente lo que hacía con tan solo dirigir una organización que resultaba ser tan neutral como las propias Naciones Unidas, decidiendo donde y cuando enfocar sus fuerzas en el peligro.

          Todo se equilibraba de manera armoniosa.

          (Y para Joy eso era suficiente.)

          Para cuando volvieron a Washington, la mujer rubia acudió a una sesión con la doctora Atlas, obviamente llevándole una botella de licor finlandés — la cual Atlas miró de manera recriminatoria a la soldado y ella simplemente se encogió de hombros, fingiendo indiferencia. Ambas compartieron una tarde bebiendo y hablando de lo que pasó en los últimos días, donde Atlas anotó cada cosa que ocurría en la mente de Joy por momentos, ambas compartiendo una tarde donde no solo eran paciente y doctora, si no como amigas que se conociesen de toda la vida. Joy le contó hasta el más mínimo detalle, hasta cuando llegó a la parte donde ellos encontraron el cuerpo de Rhina.

          Atlas se inclinó hacia ella, expectante.

          Joy se quedó quieta y en silencio.

          —Vamos, Joy, tú puedes contármelo—declaró Atlas esbozando una sonrisa que pocos considerarían genuina.

          Ella podía.

          Ella lo haría.

          —Sentí rabia cuando la vi allí—empezó la rubia antes de relamerse los labios—. Desesperación y tanto miedo. Sentí que ya no era dueña de mi propio cuerpo y de mis acciones, que ya no podía controlar aquel dolor y...yo hice lo que me dijiste.

          Atlas no borró su sonrisa—Dejaste que el dolor pasase a través de ti—la rubia asintió y la doctora empezó a escribir en su libreta—. Eso es bueno, Joy, eso es muy bueno. Dime, ¿estuviste sola allí?

          Joy recordó a Chris sosteniéndola mientras ella lloraba incontroladamente y negó con la cabeza, logrando que los ojos de Atlas brillasen más ante el entusiasmo — como si fuesen muy buenas noticias. Inevitablemente, Williams soltó un par de lágrimas y la doctora le tendió un pañuelo, sorbiéndose la nariz y buscando las palabras correctas para decir cómo fue lo que ella sintió en ese terrible momento.

          —Me sentí a salvo—declaró Joy con voz quebrada, llevando sus rodillas a su pecho, los pocos mechones que caían frente a su rostro de su trenza creaban un foco entre la figura de la doctora Atlas y ellos—. Nunca pensé que ese tipo de cercanía me ayudaría, sentí...sentí que debía dejarlo todo, que era tiempo de empezar a dejarlo ir.

          —Y lloraste—señaló la doctora—. Dejaste que alguien te sostuviera y simplemente dejaste salir tantos sentimientos contenidos.

          Ella simplemente asintió.

          —Dime, Joy—espetó la doctora con interés, inclinándose un poco más hacia adelante—. ¿Quién fue la persona que te sostuvo?

          La muchacha de cabellos rubios apretó los labios y recordó aquel aroma a aloe vera como si realmente lo tuviese cerca de ella. Joy se estremeció un poco al pensarlo, para luego fijar su mirada en los orbes de la doctora Atlas.

          —Fue Chris.

          Atlas esbozó una sonrisa ladina y Joy se sonrojó indudablemente.

          —Vamos, cuéntame—le dijo ella incitándola.

          Mary Atlas había decidido saber todo sobre Joy en sus primeras sesiones y la rubia decidió mantener algunos aspectos a un mínimo, donde simplemente era acotar aspectos primordiales de su vida y como enfrentar el verdadero problema. Sin embargo, Joy se dio cuenta de que la doctora Atlas era igual de inteligente que ella y eso la llevó a admitir que tenía su rivalidad con Chris, que tenía una amistad muy sana con Jill Valentine y Rebecca Chambers, todo ese tipo de mierdas que a nadie parecía importarle más que a ella. Definitivamente, Atlas era malditamente inteligente.

          Así que, ella podía comprender muy bien lo que podía ocurrir entre Joy y Chris.

          —En un principio, tú y Chris no se llevaban tan bien—comenzó la mujer manteniendo su pluma en la hoja, su mirada expectante ante las reacciones de la rubia—. Pero tú me dijiste que él estaba a tu lado cuando ocurrió eso. Veamos, ¿qué fue lo que cambió?

          ¿Que "qué fue lo que cambió"?

          Definitivamente, ella empezó a sentirse nerviosa.

          ¿Qué había cambiado entre ellos?

          Habían pasado las primeras etapas casi matándose entre ellos, pasaron las siguientes ayudándose entre ellos para un simple bien común, pasaron otras etapas donde trabajaron juntos para poder llegar a confiar en el otro y luego llegó el momento donde empezó a cuestionarse la simple lealtad del uno al otro. Joy, de manera inconsciente, recordó las palabras de Wesker al pedirle que se uniese a él para poder entrar en manos de Umbrella.

          —Pasó algo cuando salimos de aquella base en Rusia—dijo ella luego de un largo silencio—. Huh...Chris se mostró más cálido conmigo luego de que mi episodio de pánico pasase. Pero algo lo hizo enojar, uh, en realidad fue mi culpa, pero...—permaneció callada por un segundo—. Pero alguien más se presentó allí, doctora.

          —Ya te dije que aquí las formalidades no sirven, Joy—declaró Atlas rodando los ojos—. No estás en el ejército y definitivamente no soy una superiora, simplemente soy Mary.

          Joy sonrió de lado.

          —Acabas de decir que alguien más se presentó. ¿Alguien que los dos conocían?

          Joy asintió.

          —Albert Wesker, nuestro ex jefe de la unidad STARS—señaló la rubia jugueteando con sus manos—. Apareció por entre las sombras y...necesitaba saber qué diablos sabía. Necesitaba saber cómo lo sabía y si él lo supo antes de conocerme. Llegué a dudar si se trataba de una maldita coincidencia y llegué a tener razón.

          —Ajá, ¿entonces que fue lo que hiciste?

          —Decidí enfrentarlo.

          Mary Atlas alzó una ceja—¿Con Chris...?

          Joy negó con la cabeza, recordando la tensión que había en el aire cuando él llegó a salvarla—Decidí ir sola, fingí que se me había caído uno de mis cuchillos y fui tras Wesker, sin decirles realmente qué iba a hacer.

          —Chris fue quién te siguió—añadió la doctora.

          —Chris Redfield no se tragó la mentira, Mary, él sabía que estaba mintiendo desde el principio—respondió recargando su peso contra el sofá estampado de rosas—. Él no sabía a qué me dirigía, pero fue lo suficientemente inteligente para intuir que algo andaba mal conmigo. Eso fue lo que lo llevó a seguirme y llegó en el momento más oportuno.

          —Llegó para salvarte—canturreó la doctora con diversión—. Típico de un caballero.

          Joy se sonrojó un poco más.

          —No te muestres tan nerviosa—espetó Mary haciendo un gesto descuidado con su mano—. Puedes proseguir.

          —Él se enojó conmigo, eso estaba claro—declaró Joy rodando los ojos—. Pero yo...yo estaba completamente furiosa, así que tomé mi cuchillo y me fui, volé en uno de los tres helicópteros que estaban preparados para partir. No fui con él, por que realmente temía que terminaría tirándolo del helicóptero—soltó una carcajada ante la expresión exagerada que utilizó—. Ignoré a todo y a todos, simplemente me encerré en mi misma. Tenía tanto que pensar.

          —Y crees que encerrarte te hará centrar en tus cabales—añadió la psicóloga asintiendo al mismo tiempo—. ¿Acaso eso continúa sirviéndote?

          La rubia permaneció con su mirada fija en la psicóloga, intentando de reflejar por un momento sus palabras en su propia mente. ¿Acaso eso le servía?¿Recluirse en sí misma? Llegó a un punto de darse cuenta de que sus emociones no podían esconderse para siempre y Atlas le había dicho varias veces que no acumulase emociones que simplemente no le servirían para ayudarla sino para hundirla. Lo que había ocurrido con Chris era demasiado cierto como para ser verdad y eso terminaba dándole la razón a la doctora Atlas con todas las letras: Joy Williams se recluía mucho a sí misma, pero ella misma se preguntó como no recluirse en sus propios pensamientos luego de situaciones tan estresantes como aquella.

          Además de juntar toda su mierda, claro.

          Joy negó con la cabeza.

          —¿Volviste a hablar con él?—le preguntó la doctora.

          Williams asintió—Jill me dijo que intentase hablar con él, aclarar las cosas y...lo hice.

          —¿Cómo fue eso?

          —Esto debe divertirte, ¿verdad?—dijo Joy sonriendo de lado mientras negaba con la cabeza.

          Atlas, de manera cómplice, se encogió de hombros—Me gustaría saber qué piensa él al respecto con tus acciones.

          —Él estaba enfadado. Él ignora a las personas cuando está enfadado.

          —Llegaste a saber cómo piensa.

          —¿Y el punto es...?

          Mary soltó una carcajada entre dientes—¿Pudiste hacer las paces con él?

          —Sí, pude hacer las paces con él—admitió Joy con exasperación y mantuvo su mirada al suelo—. Fue un momento...un momento muy lento, sentir que la misma persona que solía detestar estaba convirtiéndose en un amigo tanto como Jill lo era. Tal vez me tomó mucho tiempo verlo.

          —Y admitirlo, también.

          —¿Puedes culparme por ello, Mary?—le preguntó Joy con gesto apacible.

          —Las personas son efímeras, Joy, muchas van y muchas vienen constantemente—replicó Mary con aire completamente concentrado, queriendo encontrar un punto medio en su afirmación—. Viene de uno saber qué personas son las que quedan y quienes son las que van, viene de ti decidir si él puede quedarse en tu vida o si simplemente dejas que él se aparte de allí. Huh, juzgando por lo que me has contado, él es una de las personas que quiere permanecer en tu vida, pero tú eres demasiado obstinada como para darte cuenta.

          Eso, era medianamente cierto, a oídos de Joy.

          Creo que todos se pusieron en mi contra hoy, pensó la rubia antes de suspirar.

          —Supongo que tienes razón—añadió la ex piloto.

          La doctora Atlas soltó una carcajada de manera abierta, como si Joy estuviese jugando con ella a un simple acertijo que parecía ser para niños de cinco años, y dejó su pluma junto con su libreta a un lado, cerrada—Pues claro que la tengo, solamente estoy diciendo algo que es bastante obvio. ¿Y cómo piensas proseguir con este nuevo ciclo que empezaste con él, hmmm?

          Joy abrió la boca y luego la cerró.

          ¿Cómo seguirían las cosas con Chris Redfield?

          Ella no tenía ni una idea de cómo podrían seguir las cosas desde ese momento.

          —No lo sé—respondió ella con honestidad, sin mostrar otra emoción más.

          —Nadie tiene respuestas claras, Joy, ese será el único consejo que te daré por ahora—dictaminó la psicóloga con positividad y posible ambigüedad en sus palabras—. Enfoca en decir lo que piensas y no mantener tantos sentimientos juntos, por que eso sería una combinación explosiva. Continúa transitando las etapas de tu duelo, pero concéntrate en buscar qué es lo verdaderamente quieres en la vida.

          Joy asintió antes de ponerse de pie, junto con la doctora Mary Atlas y le tendió una mano. Sin embargo, ella chasqueó su lengua y la atrajo para abrazarla en un marco cálido, honesto y sin prejuicios. La rubia no tardó en sonreír de lado, correspondiéndole el abrazo con igual intensidad — sabiendo que ella realmente contaba con alguien que se dignaría a escucharla con tan poco y con tantas cosas al mismo tiempo, dictaminando que su rumbo no estaba marcado en una pared de piedra como en los tiempos pasados: que ella era dueña de su propio destino y de su propia vida.

          Joy Williams se encargaría de ello.




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          Algo que resultaba imposible de creerse a estas alturas fueron la cantidad de tragedias que ocurrieron en el primer año de servicio en la BSAA. Sinceramente, Joy no podía imaginarse un mejor comienzo para las operaciones de la Alianza que con un gran espectáculo como lo fue en el llamado Pánico de Terragrigia. Ese día fue indudablemente catastrófico, sabiendo perfectamente que había terroristas detrás de aquel ataque. Veltro había sido muy especifico con su verdadero objetivo y ella no podía sentir más pena al ver que atacaban a lo siguiente en la evolución humana en arquitectura. Ella recordaba incoherentemente que Quint Cetcham estaba más que emocionado por poder ir, pero su mejor amigo (hasta incluso podría decirse hermano, a juicio de Joy) Keith Lumley le había dicho que O'Brian había dado órdenes específicas que un agente calificado iría junto al director de la BSAA.

          —¡Eso es injusto!—se quejó Cetcham acomodándose sus anteojos, con rostro desanimado—. El jefe tiene favoritos aquí.

          Joy le tiró una bola de papel—Si te sigues quejando, nadie te llevará a misiones.

          —Tú eres la única que me quiere en sus misiones—señaló el mencionado—. Por eso eres mi preferida, Hattie.

          Williams rodó los ojos al escuchar el sobrenombre que Quint y Keith le habían puesto. Hattie en honor a su segundo nombre "Harriet", cosa que ella detestaba y los dos agentes simplemente lo descubrieron gracias a sus habilidosas manos en el teclado durante una búsqueda en la base de datos de la BSAA. Joy conoció a los dos muchachos cuando entraron en la sección de reclutas de informática, donde también tomaron aptitudes para ser agentes SOA¹ y la rubia debía reconocer que los dos podrían ser buenos soldados para ser agentes de campo y formar parte de una unidad SOU². Además, la personalidad de ambos le hacía recordar un poco a la actitud que llevaban los hermanos Lewis durante las misiones de rutina con su unidad en los Navy SEAL.

          —Nunca debiste buscar mi nombre, Cetcham—le dijo Joy antes de fulminarlo con la mirada.

          Keith le tendió una taza de café, la cual ella aceptó—Oye, relájate, no todos tenemos una amiga rubia que tiene "Harriet" como segundo nombre. Es un privilegio.

          —Muy gracioso—chistó la rubia rodando los ojos—. ¿Le pusiste azúcar?

          —Chris me dijo que te pusiese dos—respondió el muchacho con gorra y tatuajes—. Como te gusta.

          Oh.

          ¿Desde cuando Chris se fijaba en ese tipo de detalles?

          Joy no tardó en mostrarse sonrojada al respecto y los dos amigos empezaron a reír al ver su reacción, sabiendo que ese tópico empezó a ponerla nerviosa. Redfield no llegó tanto después, pasando por al lado de la rubia mientras que Keith cerraba la boca para evitar no soltar una carcajada y Quint fingía atarse los cordones para sofocar una risita. Joy los miró a modo de advertencia y ellos conteniendo su horrible diversión ante la rubia.

          —¿Llevo algo puesto en la cara o qué?—preguntó Chris al trío.

          —Te ves igual de guapo, Chris—dijo Quint colocando los pies en la mesa—. Solo molestábamos un poco a Joy con un ex novio que ella tuvo y que logramos encontrarlo por internet.

          —Y que resultaba ser gay.

          Chris miró Joy de reojo—Valiosa información para retomar búsqueda de pareja, ¿eh?

          —Por favor, no les sigas el juego—le suplicó Joy.

          —¿Comprarás las cervezas esta noche?—preguntó él.

          —¡Oye!¡Hicimos una apuesta!—le recriminó la rubia señalándolo con su mano libre—. Si O'Brian te elegía a ti para ir a Terragrigia, yo compraría las cervezas. Si voy yo, tú las comprarás.

          Redfield se cruzó de brazos, mirándola con diversión—Se te nota demasiado segura con el hecho de que él te elegirá, mocosa.

          —Alguien tiene que ser el seguro de los dos. Tú eres demasiado gallina para intentarlo—respondió Williams recostándose en su asiento.

          —¿En serio?—Chris ladeó la cabeza a su lado.

          Joy le sonrió de manera ladina—Ajá, sí.

          Quint y Keith permanecieron callados mirando el intercambio que tenían los dos agentes, quienes, juzgándolos por una primera vista al principio — parecían muy buenos amigos. Sin embargo, con el correr de los meses, el dúo dinámico de hackers logró ver que Joy y Chris empezaron a mostrarse bastante cercanos el uno al otro; hasta el punto en que tuvieron que retener a Jill Valentine en una habitación para que explicase qué diablos pasaba entre ambos.

          —Gracias al cielo, no soy la única que percibe ese tipo de química—dijo Jill abrazándolos a ambos muchachos.

          —¿Son pareja o...?—le preguntó Keith.

          —No, no lo son.

          Quint se inclinó un poco hacia ella—Dime que al menos los dos tuvieron sexo.

          Jill negó y los dos hackers soltaron un respingo, horrorizados. Valentine agradeció a todos los dioses habidos y por haber, simplemente por darles a dos almas que coincidían en sus pensamientos acerca de sus dos mejores amigos. Quint y Keith también lograron percibir aquella química que vibraba de los dos ex pilotos. Para cuando O'Brian había decidido llevarse a Joy para Terragrigia, el resto soltó gruñidos de exasperación y la rubia se limitó a desordenarle el cabello castaño a Chris, quien le miró fingiendo molestia, pero no tardó en soltar una carcajada cuando ella se acercó para molestarlo un poco. Y luego, el Pánico de Terragrigia surgió de entre las sombras, donde Joy tuvo que notificar inmediatamente a la BSAA que se preparen líneas para poder intervenir en el asunto. Redfield estuvo a punto de subirse a los helicópteros donde estaban los refuerzos, de no ser por el claro mensaje que le envió su compañera: "Volveré antes de lo que ustedes piensen, estaré bien".

          Así fue como conoció a Parker Luciani y a Jessica Sherawat.

          El primero era un hombre muy amable, con ligero acento británico mezclado con un poco de italiano, debido a sus raíces. Cuando Joy lo conoció, él se mostraba algo alterado, sin creer lo que sus ojos veían al ver semejante desastre desenvolviéndose entre las calles de Terragrigia. Joy logró guiarlo por los pasillos, así ganándose su confianza al ver que se trataba de una persona que ya tenía experiencia batallando contra armas bio-orgánicas. Jessica, en cambio, se notaba que tenía un ápice arrogante que se encontraba alojado en su cabeza y Joy debía admitir que era una muchacha que era muy segura de si misma. Además, se notaba que sabía lo que hacía al batallar contra esos monstruos mientras ellos transportaban al cadete nuevo, Raymond Vester, a un lugar seguro.

          Joy observó cómo la FBC, donde trabajaban Parker y Jessica, utilizaba la única cosa que la sostenía en energía.

          El Regia SOLIS.

          Repentinamente, la ciudad de Terragrigia estaba destruyéndose gracias a la única cosa que podría mantenerla a flote por años. Y finalmente, Terragrigia había sido eliminada del mapa, causando pánico en el publico con el surgimiento de aquella pequeña unidad rebelde llamada Veltro.

          Parker y Jessica se unieron a la BSAA, así pudiendo mostrar interés en detener el bioterrorismo.

          (Le sorprendió verlos tan animados al unirse a la causa.)

          Cuando llegó Noviembre del año 2004, luego de haber pasado por una experiencia tan infernal en tan poco tiempo, el mundo se encontraba hablando del fenómeno mundial ocurrido en Estados Unidos: la hija del presidente Graham, una estudiante en la universidad de Massachusetts, había sido secuestrada por el presuntamente muerto Jack Krauser. Al ser un motivo de Seguridad Nacional, la BSAA no presentó ayuda en aquello, pero Joy recordó recibir una llamada de Charlotte Harmon diciéndole que ella y su compañero Leon Kennedy se irían a la ubicación de un informante para buscarla. Días después, Joy se encontró con el Reporte Kennedy, el cual tomaba iniciativa de todo lo ocurrido en aquellas 72 horas. Se descubrió un nuevo virus, perteneciente al culto de Los Iluminados y este se hacía denominar "La Plaga". Aquel reporte resultaba específico en todos los aspectos, hasta incluso cuando se relató el hecho de una simple muerte que heló la sangre de Joy cuando lo leía — encontrando un acta de defunción de uno de los miembros del equipo adjunta. La rubia no tardó en sentir nauseas mientras el reporte mencionaba todo tipo de transmutaciones que provocaba el virus y cómo el huésped que lo contenía terminaba siendo controlado como él lo llamaba: "Ganados".

          —No sabía que las unidades USSTRATCOM hacían ese tipo de misiones—le dijo Chris.

          —Se supone que deben contener ataques que se involucren en suelo americano—respondió Joy mirándole de reojo.

          Cuando las aguas parecieron calmarse, la BSAA empezó a aliarse con TerraSave, así conformando una alianza que podría combatir desde dos frentes diferentes: los soldados y los socorristas. La Alianza se encarga de eliminar las líneas enemigas mientras que TerraSave se encarga de ayudar a la gente detrás del desastre con investigaciones y desarrollo de vacunas. Rebecca Chambers había logrado convertirse en asesora de ambas organizaciones, brindando su conocimiento en genética y biomedicina. ¿Y qué pasó luego? Las malditas conferencias de prensa donde la BSAA debía vestirse de gala.

          Y entre todo eso, surgía una pista importante.

          Veltro.

          (Joy no estaba del todo segura de que Veltro había muerto en el aclamado Pánico de Terragrigia.)

          Un golpeteo en la puerta de su camioneta la sacó de sus pensamientos y ella miró en dirección a la ventana, encontrándose con Quint y Keith mirándole con diversión; ambos llevaban traje negro con camisa y corbatas (Quint llevaba un moño, queriendo así conquistar la atención de Sherawat). Joy rodó los ojos antes de abrir la puerta, dejando que los dos hombres se la abriesen para permitirle el paso. Keith silbó por lo bajo al ver a la rubia completamente arreglada, vistiendo un largo vestido rojo apretado — el cual marcaba sus curvas femeninas como si fuese una simple estatua. El color rojo que llevaba decoraba su piel que estaba un poco bronceada, produciendo una apertura desde su hombro derecho hacia un poco debajo de su axila, cerrando el vestido con otra manga que lo mantenía en una pieza. Joy dejó que las pequeñas hondas que habían creado sus trenzas cayesen libremente por sus hombros y se movió un poco para poder tomar la mano que Lumley le había tendido.

          —Vous êtes magnifique, mademoiselle (Usted se ve magnifica, señorita).

          Joy alzó una ceja al muchacho de ojos miel—No me jodas, Keith. ¿Puedes hablar francés?

          Keith le guiñó un ojo—En la preparatoria era un gran don Juan con las señoritas, más en las clases de francés.

          —Me pregunto qué diablos pasó con eso, colega—murmuró Quint antes de ayudar a Jill a bajar.

           —Vamos, Chris y los demás deben estar dentro ya—sentenció Valentine mientras luchaba para poder caminar de manera normal con tacones altos—. Odio estos eventos.

          Al entrar al gran salón, la ceremonia ya había empezado y había gente bailando en la pista de a parejas. Joy bajó cuidadosamente las escaleras junto a Keith, siendo seguidos por Jill y Quint. La cantidad de gente que había allí era extremadamente impresionante, ¿acaso todos ellos estaban en contra del bioterrorismo? La respuesta no sorprendería a Joy si ella la supiese, pero al ver que no encontraba Chris con la mirada, ella se dejó guiar por Keith hasta el bar — algo tan clásico de él en esos momentos.

           —¿Has visto a tu príncipe azul, Hattie?—le preguntó él y ella le codeó las costillas.

          —Ya deja de decir eso.

          —¿Decir qué?—le preguntó Lumley haciéndose el desentendido.

          —Mi "príncipe azul".

          —Tú simplemente niegas los hechos, yo simplemente refuto tu negación—espetó el informático con satisfacción, entregándole lo que sería el trago más fuerte de la noche para poder comenzar una velada aburrida y llena de discursos—. Y juzgando por cómo buscas a Chris con la mirada, él está justo allí con Parker y Jessica.

          La mirada de Joy se fijó en la otra punta del salón, junto con las escaleras, allí estaba el castaño que ella había conocido hacía tantos años. Joy debía admitir que el propio Chris Redfield vistiendo con traje parecía un hombre absolutamente atractivo y cualquiera podría convencerse de que era un ricachón sin necesidad de estar entre las líneas enemigas como ella. Keith miró con atención cómo su amiga miraba en dirección al castaño y le dio un pequeño empujón incitándola a ir hacia él.

          —Si quieres salvarlo de la exasperación de tener Jessica pegada a su lado toda la noche, hazlo, a ver si Quint tiene huevos de bailar con ella.

          —Te odio.

          —Me lo agradecerás después, cielo.

          Joy rodó los ojos para luego tomar todo su vaso con licor de sopetón y respiró hondo antes de mover involuntariamente sus pies en dirección a Redfield. Chris, por su lado, charlaba animadamente con Parker, teniendo a Jessica literalmente amarrada contra su brazo. Se oyeron silbidos bajos a su lado, logrando que este desviase la mirada del italiano en dirección hacia donde todos silbaban, encontrándose con la figura de Joy Williams caminando en dirección hacia él. Diablos, hasta incluso él se quedó boquiabierto al ver cómo iba vestida y como sus caderas se movían con decisión con cada paso que ella daba.

          Se veía irrevocablemente hermosa.

          Y Chris se puso tan, pero tan nervioso.

          —Jessica, vamos por un trago—le dijo Parker tomando a la castaña por un brazo.

          —P-Pero...

          Chris bajó el último tramo de escaleras, encontrándose a la rubia esperándolo y esbozó una sonrisa en su dirección.

          —¿Llegué a tiempo para quitarle a una garrapata de encima, agente Redfield?

          —Es posible...—respondió él de manera divertida antes de señalarle la pista de baile—. ¿Me concedería esta pieza, agente Williams?

          —Será un gusto para mí.

          Chris tomó su mano para poder guiarla hacia la pista, donde se unieron a las otras parejas y pasó su brazo por debajo del brazo de la rubia para poder posarla contra su espalda baja; acercándose más a ella. Esta vez, el aroma a jazmín que emanaba de ella era más fuerte que antes, pero nada desconocido a ojos de él. Chris sabía percibir aquel aroma como lo hizo la primera vez que la tuvo tan cerca. Los dos empezaron a bailar lentamente justo como las otras parejas, perdiéndose en nada y en tantas cosas a la vez. Se formó un silencio muy cómodo entre ellos, sintiendo como se los dos caían directamente en el lugar del otro.

          —Estos últimos meses han sido raros—dijo Chris cuando acomodaba su mano en la espalda de Joy.

          —Pasaron muchas cosas al mismo tiempo—reparó Joy bajando un poco la mirada, intentando de procesar tanta catástrofe en tan poco tiempo—. Primero Terragrigia, después la unión de la FBC y la BSAA, diablos, hasta lo que le pasó a Harmon...fue demasiado.

           —Te entiendo, puede llegar a hacer abrumador—respondió Chris mirándola de manera suave—. ¿Pensaste en tomar tus vacaciones?

          Joy le miró con una ceja alzada, divertida—¿Acaso tenemos vacaciones?

          —Se le llaman días libres, donde no haces nada relacionado al bioterrorismo—replicó el castaño ladeando la cabeza a su costado—. No sé si tú lo sabías. Deberías intentar eso.

          La rubia soltó una carcajada ante el chiste y Chris se unió a ella, haciendo el aire más cálido entre ambos.

          —Podría...Podría intentarlo, ¿sabes?

          Chris alzó una ceja—¿Serías capaz?

          —¿Tú no?—le preguntó ella.

          Él se encogió de hombros—Probablemente, pero creo que el momento indicado no llegó todavía.

          —Dudo que quieras dejarte consumir por algo que no tiene descanso, Chris.

          —¿Y tú te dejarías consumir por ello?—inquirió él mirándole de manera seria.

          Joy le miró de manera suave, sintiendo que eso no era verdaderamente lo que la consumía. La culpa y el dolor lo hacían de vez en cuando, junto con su fuerza y su dedicación hacia la erradicación al bioterrorismo y también su espíritu que creó a su nueva familia. Inconscientemente, ella se movió un poco más cerca de Chris, perdiéndose otra vez en la melodiosa música que los envolvía a ambos, creando una especie de capullo que los protegía de todo lo que sucedía a su alrededor. Ella empezó a darse cuenta, durante aquellos últimos dos años, que las cosas realmente habían cambiado entre ambos, que había una especie de chispa que se encendía y se apagaba, para volver a encenderse.

          Viene de uno saber qué personas son las que quedan y quienes son las que van, viene de ti decidir si él puede quedarse en tu vida o si simplemente dejas que él se aparte de allí.

          —Me dejo consumir por otras cosas, Chris.

          Él le miró silenciosamente, incitándola a continuar.

          —Me dejo consumir por lo que sucede a mi alrededor, por las personas que me rodean, por los errores que cometí y simplemente por las pesadillas donde pierdo a quienes más quiero—dijo ella de manera tan frágil—. A veces es inevitable no dejarse consumir por ello.

          —Entonces deja de hacerlo.

          —¿Qué?

          —Deja de consumirte por eso, no lo hagas—respondió él sosteniendo su delicado cuerpo—. Muchas personas no vuelven de ese agujero negro, Joy.

          Ella sonrió con tristeza.

          Él es una de las personas que quiere permanecer en tu vida, pero tú eres demasiado obstinada como para darte cuenta.

          Y lo abrazó, rodeando su cuello con ambos brazos, chocando su cuerpo contra el de él. Chris no tardó en rodearla con sus brazos, estrechándola de manera delicada contra su cuerpo, sintiendo el aroma a jazmín inundar sus sentidos, embriagándolo en cuestión de segundos. Jill, Quint y Keith miraban a la pareja compartir ese magnifico momento, esperando con ansias lo inesperado. Joy se separó un poco de Chris, los dos manteniéndose a una distancia cerca e inevitable, el castaño percibió una lágrima que estaba en la mejilla de la rubia. Él la limpió delicadamente, observando el bello rostro de Williams.

          Joy alternó su mirada desde sus ojos a sus labios, sintiendo que había algo que la atraía a algo más.

          Los dos se acercaron más, rozando sus narices en un momento tan íntimo entre ellos.

          Sus labios se rozaron.

          —Chris.

          Los dos se separaron al escuchar la voz de Jessica Sherawat dirigiéndose al castaño, la muchacha de curvas pronunciadas, luciendo un vestido negro, miraba seriamente a la pareja. Quint y Keith estaban haciendo un trabajo muy meticuloso reteniendo a Jill para evitar que esta hiciese una escena de lo furiosa que estaba con la castaña, la pobre tenía tantas ganas de gritarle a Sherawat: "¡PERRA!". Redfield frunció el ceño ante la muchacha de cabellos largos castaños, quien les miraba con los brazos cruzados.

          —Descubrieron una pista de nuestro enigmático amigo—dijo ella de manera escéptica—. Tenemos órdenes de partir ahora en dirección al aeropuerto en Finlandia.

          Chris soltó un suspiro—Maldita sea. Yo...

          —Ahora, Chris—insistió Jessica.

          —Ve—le dijo Joy separándose de él, esbozándole una sonrisa—. El deber llama.

          —Volveré pronto—señaló Chris apartándose de ella—. No te metas en problemas.

          Joy lo vio perderse entre la multitud, hasta que ella se quedó sola en la pista de baile.




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sin editar

¹ Ser un agente SOA es abreviado como Agente de Operaciones Especiales, estos agentes operan en grupos de uno/dos agentes, son más capaces de infiltrarse en las zonas objetivo con fines de recopilación de información.

² Ser un agente/soldado SOU es abreviado como Unidad de Operaciones Especiales, estos desempeñan un papel activo como operadores en su ala militar, los SOU trabajan por separado de los denominados SOA. Los operadores de SOU sirven en escuadrones de hasta seis personas y están dirigidos por un Capitán.

y por último:

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