xxiv. la bienvenida del anfitrión
DEMENCIA,
capitulo veinticuatro: la bienvenida del anfitrión!
UN SILENCIO FRÍO SE ENVOLVIÓ SOBRE EL CUERPO DE JOY LUEGO DE TRASTABILLAR Y PERDER EL EQUILIBRIO SIMPLEMENTE PARA CAER DE CARA AL SUELO. Tal vez eso no estaba completamente planeado en su bajada por el ducto de ventilación, donde Jill y Chris también se habían tirado también. La rubia se puso de pie con rapidez, indicándole a los dos miembros restantes del equipo que la entrada estaba más que segura para bajar y se colgó el rifle de francotirador en su hombro antes de mirar el gran deposito circular donde se encontraban actualmente. Era largo y enorme, como un cohete. Estaba tan frío como en el exterior y eso pudo verse cuando Joy exhaló, soltando aire que parecía humo por su boca y podía encontrar un haz de luz varios metros por debajo de ella. Eso sí que sería un largo trecho hasta la planta baja y que estuviese así de silencioso no prometía tranquilidad para el equipo.
Jill fue la siguiente, aterrizando en su trasero y ella no tardó en soltar una risita al ver que la castaña de cabellos cortos se levantaba de manera pesada.
(Valentine le levantó el dedo medio, una forma amistosa de decir "muy graciosa".)
Chris fue el siguiente que terminó por lanzarse en el ducto, así siendo el último en unirse a ellas, aterrizando de cara al suelo.
—Gran aterrizaje, tonto—dijo Joy mirándolo de reojo.
—Agradezco el maldito apoyo moral, mocosa—señaló el castaño poniéndose de pie—. Supongo que este será el lugar que buscamos.
Los tres observaron el gran lugar donde se encontraban y Jill no tardó en soltar un silbido largo al mirar hacia abajo. Joy decidió no acercarse al borde, comenzando a caminar por el pasillo, mirando hacia abajo, donde había varios infectados merodeando sin rumbo alguno. Valentine soltó un gruñido en voz alta, evocando que aquel lugar sí que olía a personas muertas y que era muy probable que varias armas biorgánicas estuviesen merodeando por allí. Lo que más le incomodó a Joy era el simple silencio que podía sentirse en aquellos pasillos y finalmente ella pudo asomarse por el balcón.
—Esto definitivamente ya no es un rumor.
Chris pasó por su lado—Podemos coincidir en eso.
El logotipo de Umbrella se encontraba plantado en el suelo con sus colores gastados, completamente ubicado en su centro para producir un esplendor horrible para quien se atreviese a pisarlo. Joy bajó las escaleras junto a Chris y Jill, encontrándose con dos infectados que tenían intenciones de atacarlos, pero la rubia abrió fuego eliminándolos con balas en la cabeza. Continuaron por otro pasillo que así podían acceder a otra escalera y los chillidos indiscutibles de los Hunter inundaron sus oídos antes de que pudiesen siquiera voltearse. Abrieron fuego cuando uno de estos se acercó demasiado a ellos. La rubia volvió a encabezar la línea de defensa, dirigiéndose hacia otra escalera más, sintiendo el olor fétido muchísimo más fuerte que en los pisos superiores — ella agradeció enormemente tener más resistencia al olor luego de sus experiencias anteriores (experiencias no deseadas).
—¿Alguna noticia con las brigadas que están afuera?—preguntó Jill por detrás de Joy.
—Probablemente no sepan ni siquiera usar una radio—señaló la rubia.
—Tu fe en los novatos es demasiado pésima—dijo Chris.
—Cállate—dijo Joy abriendo fuego hacia un infectado que salió de un conducto—. Al menos hay gente que tiene experiencia con ejercicios militares, no es un trabajo de voluntarios.
En cuanto bajaron los siguientes pisos restantes, Joy podía sentir que el silencio se volvía a internar en aquel lugar que se encontraba infestado de zombies; sin poder anticipar cual podía llegar a ser el siguiente movimiento del enemigo que era tan inevitable como caminar en un campo completamente minado. Al pisar el piso principal, Joy sabía perfectamente donde se encontraban y cual era la misión: eliminar todo rastro de armas peligrosas para la humanidad, quien, muchas veces, no se encontraba al tanto de las situaciones — donde el gobierno de cada país terminaba tapando o simplemente desautorizaba cualquier desastre producido por el bioterrorismo, y la gente terminaría olvidándose o permaneciendo ignorante por la falta de detalles.
Sin embargo, siempre había dos lados en una misma moneda.
Y era inevitable que sentimientos encontrados terminen en una encrucijada frenética que podía azotar contra una sociedad demasiado susceptible.
Uno de sus lados era simplemente limitarse a esconderlo todo, para permanecer siendo una nación fuerte y digna de admiración. Otro, era simplemente dejar que el mundo se mantuviese en una constante guerra del terror gracias a las armas biorgánicas que eran utilizadas para generar caos o incluso miedo, solamente por revelar la verdad de los hechos. Joy no se veía en esa guerra y por un segundo, se dio cuenta de que el tapar todos los sucesos se trataba simplemente de un bienestar para la sociedad actual — a pesar de que no sea justo, otro conflicto de doble moralidad que ella tenía. No obstante, siempre, siempre había una pregunta; una simple, una mísera pregunta que vagaba en un barco por sus pensamientos, esperando así encontrar una respuesta que tardaría en aparecer.
¿Cuándo estaban cruzando el limite de la mentira para proteger y la verdad para herir?
¿Cuándo llegaba ese limite para tomar la decisión correcta?
Williams no lo entendía.
Ella no sabía realmente si quería entenderlo, de todos modos.
(Y ella sabía que Chris estaba lidiando con ese problema, también.)
Umbrella podía demostrar toda la verdad del mundo, pero su fachada era simplemente una mentira vestida como una enfermera o un doctor que se encontraba al servicio de la humanidad. Puras patrañas y puras falacias que a Joy no le gustaban, no después de lo que ellos vivieron con mucho horror y con mucho desamparo — simplemente era una empresa que fabricaba armas para una guerra que ni siquiera había dado comienzo, no en cuanto Raccoon City fue la primera ciudad en caer ante las garras afiladas de Umbrella, siendo derribada con un misil que voló todo ser viviente a cenizas para que lo muerto efectivamente permaneciese muerto. El silencio de Raccoon había sido el fin de las cosas, un conflicto afilado en ambas puntas que trajo más conflictos de lo esperado.
Así que, lamentablemente, allí estaban ellos.
Una gran vida que ni siquiera Joy planeaba tener.
Chris chasqueó su lengua—Ver a Umbrella no me reconforta en nada, chicas.
—No es noticia.
Repentinamente, un mecanismo interno se activó, moviendo una grúa hacia donde ellos se encontraban y los tres se pusieron alerta.
—¡¿Quién pisó una maldita trampa?!—exclamó Joy alarmada.
Redfield le miró por el rabillo del ojo—¡Seguramente fuiste tú, idiota!
—¡¿Por qué estamos gritando?!—exclamó Jill frente al ruido.
—¡¿Yo?!—contraatacó la rubia mirándolo fijamente—. ¡TÚ ERES EL PIE GRANDE DE LOS TRES!
—¡No es el momento para pelear como matrimonio, chicos!
—¡NO SOMOS UN MATRIMONIO!—gritaron los dos al mismo tiempo.
Los presentes se detuvieron en seco cuando escucharon algo gigante acercarse a ellos, un gancho gigante avanzaba rápidamente hacia ellos y Joy exclamó algo antes de agarrar a Chris del chaleco para hacerlo a un lado, para luego buscar su lugar en el suelo a un costado para esquivar el gran gancho que provocó un estruendoso ruido al chocar con las escaleras. Jill logró lanzarse hacia el lado contrario donde Joy y Chris habían caído y cuando el eco producido por aquel gran choque terminó, se formó otro silencio demasiado tenso incluso para ellos. Eso traería atención completamente indeseada. Chispas salían de los engranajes, así mostrando que la máquina se encontraba averiada.
—Eso...estuvo muy cerca—dijo Joy levantándose—. Alguien nos está vigilando.
—No me digas, Sherlock—añadió Chris.
—Púdrete.
—Ustedes dos no madurarán más—gruñó Jill levantándose para agarrar su arma otra vez—. Debemos movernos rápido antes de que más infectados lleguen a nuestra posición. Acabamos de ser delatados por una falla técnica.
—Acabamos de ser delatados por la persona que estamos buscando—señaló Joy antes de empezar a caminar hacia un costado, buscando algún camino viable.
—Tendría sentido—asintió la castaña detrás de ella—. Entonces eso significaría que nuestro querido anfitrión sabe que estamos allanando su propiedad.
Chris gruñó detrás de ellas—¿A dónde diablos vamos?
—Rodearemos esto para poder buscar alguna puerta de acceso, genio—dijo la rubia mirando al castaño de reojo—. No pienso pasar justo por el medio para terminar muerta con alguna trampa que Vladimir tenga para nosotros. ¡Se acabó la función!
Y como si fuese algo repentino, las luces se apagaron.
—De todas las frases que podías decir, Williams—declaró Redfield con fastidio—. ¿Tenías que decir esa?
—Para ser líder, sí que eres demasiado idiota.
Jill suspiró—Aquí vamos otra vez...
Pequeños pasos se escucharon cerca de ellos y Joy se tensó al escuchar el ruido. Activó la linterna de luz blanca que había en su rifle de asalto y dio un par de pasos, los dos agentes siguiéndola de cerca con sus armas listas. Avanzaron un par de pasos, intentando así ubicar aquellos pequeños pasos que se estaban acercando a ellos, pero no sabían dónde se encontraban. Chris se chocó con Joy y ella le golpeó en las costillas, logrando que este la empujara otra vez; los dos empezaron una lucha silenciosa que involucraba insultos y exclamaciones en el famoso código morse y de señas, dos lenguajes que hicieron que Valentine simplemente rodase los ojos.
Ella definitivamente los encerraría en una habitación después de esto.
Eran tiempos desesperados, así que se deberían tomar medidas desesperadas.
(No era que ella no lo había planeado antes, pero quería esperar al momento perfecto para hacerlo.)
Jill volvió a escuchar unas patitas caminando y dirigió su linterna hacia las paredes de metal, las cuales revelaron una araña muchísimo más grande que las cajas de metal que había allí — ella se quedó petrificada, mientras que Chris y Joy continuaban discutiendo. Eso no era lo ideal, pero luego consideró sus opciones: 1. Llamar la indivisible atención de la pareja del momento en una discusión acalorada en lenguaje de señas y avisarles que había una araña gigante justo arriba de ellos o 2. Abrir fuego sin importarle la discusión entre los dos agentes. Valentine realmente se consideraba una persona diplomáticamente correcta, así que decidió optar por el bienestar de sus compañeros.
—Huh, chicos...—comenzó la castaña.
Joy le hizo una seña con la mano—Estoy intentando de poner a este idiota en su lugar, Jill. Espera.
—No, no puede esperar—acotó Jill antes de señalar la pared.
Los dos agentes miraron en dirección donde hacia Jill les señalaba con su linterna, encontrándose con la misma araña que ella veía. Joy abrió la boca para soltar un chillido, sin embargo, Chris fue más rápido en ponerle una mano en su boca.
—Como te atrevas a gritar otra vez, te juro que te pondré cinta en la boca—sentenció él lentamente y la rubia se limitó a mostrarle su dedo medio.
La araña empezó a avanzar rápidamente hacia ellos y Joy sacó la mano de Chris de su boca—¡CORRAN, IDIOTAS!
El trío se echó a correr rápidamente hacia un costado, mientras que la araña empezó a perseguirlos y Joy buscaba alguna salida incluso con las luces apagadas. Su entorno era literalmente un desastre de sentimientos y repentina agitación de continuar sobreviviendo al peligro. Chris disparó contra el arma biológica así ralentizándola para poder acceder a un nuevo escape. Si había alguien que los estaba vigilando, ellos se estaban metiendo en un gran problema irrumpiendo y eso se notaba con las cosas que habían sucedido en los últimos minutos.
Ese lugar sería su propia tumba.
Joy disparó para que su compañero las alcanzase, para luego buscar algo que termine eliminando a la gran araña y se encontró con otro gancho gigante unos varios metros más arriba, acoplado a unas cadenas de metal. Disparó dos veces, provocando que las cadenas se soltasen y que el gancho viniese hacia ella, la araña se detuvo detrás de ella y el gancho chocó contra unas cajas metálicas pesadas; eso la separó a Joy de sus compañeros, aplastando la araña en el camino y produciendo una explosión que lanzó a Joy contra un contenedor.
El plan había salido de maravilla.
(Pero Joy sintió como su cuerpo se estrellaba contra el suelo, sumiéndola en un estado de inconsciencia absoluto.)
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Joy Williams se consideraba una buena líder.
Incluso a su temprana edad en las Fuerzas Aéreas, ella no sabía que podía llegar a ser una líder. Ocupar un rol de liderazgo era algo que no todos estaban se encontraban cómodos haciendo, y muy pocos llegaban a disfrutarlo — a sentirlo y a hacer lo mejor para el equipo y para el bien común de todos. Para Joy, en cuanto había empezado su entrenamiento en los Navy SEALS, le enseñaron que el elemento del liderazgo era una de las bases que mantenía al equipo unido y con vida — algo tan primordial que no debía faltar para evitar que este se derrumbase hacia la muerte o hacia los brazos del enemigo; era un punto esencial en toda estrategia militar y por eso no todos estaban hechos para ocupar tal cargo.
Ese cargo era muy, muy pesado.
(Pesado en cuanto órdenes y moralidades, pero también pesado en cuanto a lo emocional.)
Y al ser tan pesante, había consecuencias.
Para poder batallar en una guerra y salir victorioso, uno siempre debía templarse, debía contener las emociones que amenazaban con aflorar en un campo de trivialidades manchado con sangre y plomo por doquier, donde simplemente la vida era lo que se interponía con el posible objetivo. Cualquier hostil u obstáculo debía ser eliminado para poder garantizar la victoria y la supervivencia, dejando que los horrores de ver tanta destrucción y melancolía terminasen incrustándose en la cabeza de uno para poder atormentarlo en sus pesadillas. Joy intentaba de mantener su mente en blanco cuando ella iba a dormir en su catre.
Fue difícil mantener su mente en blanco los primeros diez meses.
Todo era muy intenso.
Todo era tan crudo.
Ellos vivían en un mundo muy, muy cruel.
Cuando la enviaron a evitar el asedio de un grupo rebelde iraquí, Joy no se esperaba ver cómo su líder se encaminaba a un campo completamente plagado de balas y una promesa directa de una muerte segura. Ella soltó un jadeo cuando vio como el cuerpo de su capitán de brigada caía sin vida por dos balas incrustadas en su cabeza y cuello. El teniente ordenó a todos que se pusiesen a cubierto y Joy sentía el silbido de las balas dirigiéndose hacia ellos, queriendo causar estragos en las líneas enemigas. Su respiración era errática, ella lo recordaba bien. También podía sentir la respiración acelerada de Rhina Jansen, la primera amiga que conoció a través del entrenamiento, siendo mayor que ella por unos 3 años. Joy recordó que la pelirroja le miraba con rastros de miedo y desesperación, disparando con su rifle de asalto por las hendijas que habían hecho los guerrilleros. Ella también disparó, siendo dominada por el miedo, pero recordaba las palabras que sus instructores, capitanes y generales de pelotón le decían.
—El mundo es cruel, no les mentiré—espetó el general Arnolds, un hombre de cincuenta años con más medallas condecoradas que cualquiera de los otros oficiales en la habitación—. Pero hay algo que podemos controlar y es esto—señaló su cabeza—. Nuestra mente, nuestros sentimientos, evitar que nublen nuestro juicio. Buscamos hacer un mundo más libre, más brillante y menos opaco. El miedo es tan profundo como lo permite la mente, eso es algo que deben dominar.
El tío Sam podría estar orgulloso de aquel general.
También el Tío Sam se podía pudrir en el infierno, justo como Joy lo pensaba.
—Cadetes, solo déjenme decirles esto—continuó el general—. El que teme que sufrirá, ya sufre lo que teme. No dejen que eso los detenga. Nuestro miedo viene de la incertidumbre. Cuando estamos absolutamente seguros, ya sea de nuestro valor o inutilidad, somos casi inmunes al miedo.
Joy se sintió inspirada por aquellas palabras.
Cuando observó que su teniente moría gracias al descuidarse recargando, ella se preguntó si ellos eran realmente competentes como para ocupar un cargo de liderazgo. Las palabras del general tan marcadas en su cabeza como si fuese un tatuaje mental. Uno de los soldados chilló al preguntar qué era lo que iban a hacer y nadie tenía idea de quien iba a ser la persona que iba a tomar el liderazgo. Joy miró atentamente los puntos ciegos que podían evitar los guerrilleros y allí podían tomar la oportunidad para poder eliminarlo.
La acción podía curar el miedo y la inacción podía empeorarlo.
Aquella había sido la primera misión que ella había comandado y salieron victoriosos, liberando a un pequeño pueblo de la presencia enemiga.
Joy nunca se había sentido tan bien en años.
Y todo remitió a esa madrugada de octubre.
General, dos aviones de combate se están acercando, cambio.
Eso no era miedo, era una maldita pesadilla.
¿Son nuestros?
Y ella volvía a sentirla tan...cerca.
No, no lo son.
Joy se tapó los oídos, escuchando los disparos, sintiendo sangre salpicando su cuerpo y pedazos de carne humana esparcidos por el campo de batalla desolado, tal como ella lo estaba. Cerró los ojos con fuerza, para no tener que forzarse a presenciar los cadáveres despedazados de la gente que ella había jurado proteger y mantener viva — era horrible volver a abrirlos, orbes verdes sintiendo lágrimas picar en sus ojos, tiñéndolos de sangre derramada que resbalaba de sus mejillas.
Era terrible.
Era sumamente asqueroso.
Y ella tenía mucho, mucho miedo.
El que teme que sufrirá, ya sufre lo que teme.
Ella sufría, ella agonizaba.
Joy tenía que despertar.
La rubia soltó un respingo cuando abrió los ojos, sintiéndose adornada por las luces que lograron volver para poder acomodar su vista. Ella parpadeó un poco antes de enfocar su mirada en un infectado que se estaba acercando, Williams sacó su pistola y disparó una vez al rostro, dejando que ese cayese en seco. Se levantó de manera pesada y realizó que se encontraba sola, la forma aplastada de la gran araña que ella mató era un recordatorio de su estúpida valentía y pensamiento ágil, sintiéndose orgullosa con su trabajo bien hecho. Pero, ¿dónde diablos estaban sus compañeros?
—¿Hola?—exclamó ella hacia el vacío—. ¿Jill?
Ninguna respuesta.
—¿Chris?¿Alguien puede escucharme?—insistió la rubia.
La voz de Chris Redfield se hizo presente—¡Joy!¿Estás...?
—Estoy bien—respondió Joy sin problemas—. ¿Qué ocurrió con Jill?
—Está inconsciente. ¿Puedes cruzar estos contenedores?
Ella se alejó de los contenedores apilados desastrosamente, buscando algún tipo espacio para poder pasar, pero se encontraba todo bloqueado por la gran barricada que ella había producido. Intentar escalarlo sería complicado y más que peligroso, así que intentaría buscar otro tipo de salida — ladeó su cabeza a un costado, encontrando una puerta metálica a unos pocos metros de su posición; podría ser una buena idea.
—No puedo cruzar esto sin que se me venga un contenedor encima—respondió la rubia en voz alta—. Aquí hay una puerta, intentaré llegar hacia ustedes. ¡Debes poner a Jill a salvo!
—Pero...
—¡Maldita sea, Chris!¡Ve!—insistió Joy antes de disparar a otros dos infectados—. ¡Iré justo detrás de ti!
—Bien, tú ganas—respondió el castaño al otro lado mientras cargaba a Jill en su espalda—. ¡No te tardes!
Ella rodó los ojos antes de dirigirse a la puerta, deteniéndose para abrir la boca y decirle una última cosa a Chris, sin embargo, decidió cerrar la boca para luego negar y continuar hacia la puerta — abandonando el gran almacén con infectados merodeando. Entró a una sala de máquinas, donde todo se encontraba encendido y en funcionamiento, Levantó su rifle de asalto recuperado y se encontraba apuntando hacia todos lados, esperando el momento preciso de que algún alma perturbadora decida empeorar su noche luego de semejante espectáculo producido por su mente. Había varios cuerpos esparcidos sin vida, algunos con su sangre ya coagulada y otros con sangre fresca, vio cabezas por allí y otras extremidades como piernas o brazos — provocando un olor fétido realmente asqueroso. Continuó avanzando por la sala, al ver que se encontraba con un callejón sin salida; se acercó a tocar la pared rápidamente, intentando de encontrar alguna especie de puerta secreta como en los lugares anteriores en donde ella estuvo alguna vez, pero no había nada, a plena excepción de un ducto de ventilación pequeño. Joy se acercó, sacándolo con una patada para abollarlo y metió sus armas primero antes de meterse ella soltando un gruñido.
—Esto no es nada divertido.
Gateó hasta una esquina donde tuvo que desarmar el cañón del rifle de francotirador y volvió a moverse cuando escuchó el gruñido de un infectado de la sala da máquinas. Avanzó hasta encontrarse con el final del ducto, donde empujó con fuerza hasta que ella lo quitó de su camino para salir. Al recobrar sus armas, encendió una linterna para iluminar el entorno oscuro y volvió a avanzar hasta encontrar alguna puerta. Un infectado se arrastró hacia ella y la rubia disparó antes de pisar su cabeza, continuando con su camino. Dio con una puerta, la cual estaba entreabierta y un haz de luz salía de esta. Ella sonrió antes de abrir la puerta rápidamente, hallándose en el mismo almacén otra vez y con un camino libre para poder llegar a sus compañeros.
Escuchó disparos a lo lejos y ella volvió a colocarle el cañón largo a su rifle rápidamente previamente de colgárselo en el hombro, dispuesta a salir corriendo para ayudar.
Chris se estaba enfrentando a Hunters.
Y Jill aún no había despertado.
Joy abrió fuego, eliminando a uno de los Hunters de manera limpia.
La zona donde se habían encontrado estaba iluminada por luces blancas, con un poco más de brillo así pudiendo diferenciar la maquinaria del resto. Chris disparó una última vez antes de ver al Hunter caer mientras que Joy se acercó a Jill para verificar si aún respiraba. La castaña de cabellos cortos soltó un quejido de dolor antes de hacer una mueca en su rostro.
—Hey, no es hora de dormir siestas, Valentine—bufó Joy con diversión.
Jill gruñó mientras se sentaba lentamente en el suelo—Ugh, eso sí que fue intenso...
—Aún seguimos vivos—dijo Chris pasando por detrás de ellas, dirigiéndose a un panel.
Joy se puso de pie, tendiéndole una mano a su compañera quien la tomó con gusto para ponerse de pie junto a ella. Las dos caminando hacia el centro del símbolo de Umbrella en su esplendor. Chris miraba los mismos planos que tenía en mano cuando ellos se dirigían a la base, leyéndolos lentamente. La mirada de Joy permaneció en el entorno, esperando que alguna otra arma biorgánica decidiese aparecer frente a sus narices para poder atacarlos sin misericordia alguna — pero el lugar volvió a estar en silencio. Valentine se agachó a su lado, tocando el suelo con una frigidez silenciosa, identificando algún patrón o pista.
—Hay algo raro aquí—murmuró ella antes de mirar a Joy—. ¿Una puerta?
—Podría ser, pero todo esto podría caerse enseguida y nosotros también—respondió la rubia señalando.
Jill miró en dirección al castaño—Chris, el suelo, a este suelo le pasa algo.
—Ajá, ya me di cuenta—dijo Chris mirándolas por el rabillo del ojo.
—Presumido—murmuró Joy.
En un momento, se escuchó ruido de maquinaria por debajo de ellas y el epicentro donde se encontraba el símbolo de Umbrella empezó a descender rápidamente como si fuese un simple ascensor. Chris se unió a ellas dando un salto para poder continuar en equipo, alejándose de la superficie rápidamente. Joy se imaginaba que aquella fábrica no era más que una simple fachada para esconder un laboratorio que podía ser gigante justo debajo de sus cimientos — la rubia recargó su pistola para luego guardarla en su funda y terminar de recargar sus otras armas.
—Ya decía yo que esto simplemente era la punta de un iceberg—se burló Williams mientras buscaba el casquillo de la bala dentro del cañón—. Esto va a ser muy largo.
—Si lo pensamos de una forma, estaríamos bajando hacia el infierno—dijo Jill sonriendo de lado—. Abandonad toda esperanza...
Joy hizo una pose dramática—Aquel que entre aquí.
Chris negó con la cabeza antes de recargar su arma—La pesadilla termina aquí y ahora, señoritas.
(Joy podía confiar en ello.)
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sin editar
después de lo que pareció mucho tiempo, finalmente pude lograr hacer un apretura de créditos para consolidar esta serie de libros, habrá spoilers en el sentido de los personajes que aparecerán en los libros y espero que les guste tanto como a mi!
https://youtu.be/64H0MjXnZBY
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