xxii. diferencias de liderazgos
DEMENCIA,
capitulo veintidós: diferencias de liderazgos!
Meersburg, Baden-Wurtemberg, Alemania — 10 horas después.
ALGO QUE JOY DEFINITIVAMENTE LLEGÓ A EXTRAÑAR DESDE LO OCURRIDO EN LA ANTÁRTIDA ERA EL FRÍO, hasta incluso podía decirse que el invierno era una de sus estaciones favoritas. Sin embargo, en el contexto donde ella iba a presentarse, no era nada bonito y simplemente nada placentero — claramente indicando que no estaba allí haciendo una visita turística. Ella comenzó a sentir el frío cuando cruzaron la frontera de Francia a Alemania, donde allí Joy se despertó de un respingo al sentir el húmedo frío calar sus huesos hasta el punto de hacerle apretar los dientes. Un soldado escolta que vino con ella junto con los pilotos le indicó que estaban cerca de la zona de salto y que debía prepararse con el paracaídas, ella asintió antes de levantar el pulgar de forma afirmativa. Respiró hondo antes de ponerse de pie, buscando asegurar sus armas en las fundas que se encontraban en sus arneses de muslo ajustados bien a sus caderas. Abrió un maletín que se encontraba debajo del asiento, el cual reveló partes de un rifle semiautomático negro desarmado y cinco cargadores con 12 balas.
(Ella estaba cargando con un gran arsenal.)
Armó la gran arma de manera experta, como si se tratara de un simple instrumento de cuerdas el cual ella iba tocar para empezar con la apertura de su ópera sinfónica; acomodó el cañón donde conectó con la recámara y la mira ya puesta, colocó el cartucho en el cargador del arma, fijándose de encontrar la bala en el casquillo — la cual estaba en su respectivo lugar. Se colgó el arma al hombro y buscó en otro maletín un rifle de asalto ya armado. Al cargarlo, se lo enganchó al hombro junto con el rifle semiautomático y se puso el paracaídas ajustado a su espalda. Las luces del avión de carga se volvieron rojas, anunciando que estaban en la zona de salto y la rubia se ajustó su cola de caballo al ver que las compuertas se abrían.
—¡Ya estamos en zona de salto, agente Williams!—anunció el piloto por los parlantes—. ¡Tiene luz verde para saltar!¡Buena suerte!
Joy tragó saliva al sentir la ráfaga de frío más intensa contra su cara.
Ella preparó carrera y no pensó dos veces antes de saltar.
Y cayó.
El avión de carga militar se alejaba rápidamente de ella mientras que la rubia caía por los cielos, su respiración agitada por todo su entorno y se colocó en forma de palo para poder bajar más rápido. Hacer un salto HALO¹ no podía ser posible en aquellos momentos, ya que ella no tenía un traje con oxígeno para poder controlar su nivel en sangre, así que prefirió abrir su paracaídas antes del primer límite para tener más control en su aterrizaje en el punto de partida. El único problema que necesitaba era sufrir del síndrome de descompresión por intentar hacer una operación furtiva, lo mejor era jugar de manera segura. Al abrir el paracaídas, ella se agarró bien a las manijas y se condujo hacia un monte lleno de nieve que le daba una gran vista al pueblo alemán. Cayó suavemente hasta tocar el suelo y se quitó el paracaídas de un tirón fuerte, soltando un gruñido de por medio.
—Espero que esto sea rápido—murmuró la rubia quitándose la mochila del paracaídas, caminando en dirección hacia la ciudad, sacó sus binoculares y observó antes de tocarse el oído izquierdo—. Cuarteles, aquí Lobo Alfa, he llegado a la locación.
—Lobo Alfa, aquí Cuarteles, posición confirmada—señaló una voz al otro lado en los comunicadores—. Su misión es identificar y neutralizar cualquier arma biológica, enviaremos nuestra flota de limpieza en 24 horas.
—¿Mi punto de extracción?
—A 5 kilómetros de su posición, parte oeste. Buena suerte, agente Williams.
—Huh, gracias.
Joy dejó sus binoculares antes de trotar despacio para bajar de la colina, con su rifle de asalto en mano. Saltó una valla de madera antes de encontrarse con casas abandonadas, había humo, había fuego, había destrucción y un silencio muy poco misericordioso que le daba la bienvenida de manera fría. La rubia caminó por un par de cuadras, encontrándose con más casas, recordando mentalmente el plano que mostraban los satélites cuando investigaban la aldea junto a Chris. Ella se mordió el labio al recordar de que Redfield no sabía definitivamente nada sobre aquella misión, lo cual (si es que el castaño lo hacía) terminaría en problemas donde ella se sentía con pocas ganas en enfrentar. Trotó hasta girar la esquina, apuntando con su arma, esperando entre la tensión que había en ese silencio sepulcral.
Ella negó con la cabeza—¿Dónde diablos están todos?
Nadie.
Absolutamente nadie.
Ella estaba sola.
(Y se encontraba tan, tan tensa.)
Respiró hondo para poder mantener su compostura y avanzó hacia el centro, donde escuchó ruidos que captaron su atención, ya que esos ruidos no eran para nada humanos. Corrió rápidamente, quitándole el seguro a su arma para poder atacar a cualquier hostil que se le cruzara por su camino. Cuando vio una fuente en el centro del pueblo, ella se encontró con Hunters gigantes, recordándole a los pejelagartos que habían encontrado en la mansión Spencer: ella se dio cuenta de que ese eran sus nombres, unas bestias gigantes con uñas largas. Joy alzó su rifle y disparó hacia los hunters antes de esconderse para recargar. Cayeron cinco de ellos, ella recargó el cartucho antes de soltar una granada explosiva, el estruendo pudo haber resonado en varias calles — Joy corrió a un lado, abriendo fuego con los otros dos restantes y ella permaneció quieta.
Apretó los labios.
Aparezcan si se atreven, cobardes, pensó ella.
Se tensó.
Y se giró.
—¡No dispares!
Joy miró a una niña, de al menos unos doce años, quien levantaba las manos lentamente — rindiéndose ante la rubia. Su cabello castaño enmarcaba una cara casi angelical, la cual estaba sucia con tierra y humo. Llevaba un abrigo bastante descuidado y había sangre en su hombro. Williams bajó su rifle al ver que los ojos avellana de la niña, la cual no mostraba una amenaza alguna y se agachó para estar a su nivel, sonriendo de manera genuina al ver un ser viviente consciente como ella.
—Tranquila, no vine a hacerte daño—dijo ella mirándole atentamente y miró a sus alrededores—. ¿Qué haces aquí sola? Es peligroso.
—Los muertos viven...—señaló la niña.
Joy frunció el ceño—¿Muertos...?
La niña asintió y Joy alzó su mano para inspeccionar su herida—¿Te lastimaste?—la niña negó con la cabeza, dando un paso más hacia ella—. Me llamo Joy, ¿tú eres...?
—Anke—respondió ella de manera tímida.
—Bueno, pues es un placer conocerte Anke—dijo la rubia estrechando su mano—. ¿Has visto a más personas?¿Hay alguien con vida?
Ella negó antes de soltar un sollozo ahogado y Joy no dudó en soltar su arma para tomar el cuerpo de la niña en sus brazos, dejando que la castaña hundiese su rostro en el pecho de la muchacha. Anke tembló en sus brazos mientras sollozaba y la rubia apretó su agarre, un sonido gutural se escuchó a sus espaldas, las dos se tensaron. Lentamente, Joy tomó su arma antes de agarrar el cuerpo de Anke para cargarla y girarse, fijando sus ojos verdes en una horda de muertos vivientes dirigiéndose hacia ellas. Se colgó el arma al hombro para sacar su pistola, disparando en la cabeza a algunos, se hizo a un lado para lanzar otra granada y corrió hacia un lugar seguro.
Anke lloriqueó un poco.
La rubia corrió por unas tres cuadras, girando en otra esquina donde se encontró a otros zombies y ella se movió lentamente hacia un lado para entrar a una casa abandonada. Las nubes empezaron a acumularse, mostrando el principio de una tormenta de nieve agitada y Joy cerró la puerta. Las dos chicas subieron al segundo piso, atrincherándose en la habitación menos destruida — donde Joy bajó a Anke al suelo. Ella se recostó en la pared mientras que la rubia abrió una ventana lentamente.
—Creo que tenías razón, Anke—dijo Joy en voz baja—. Están todos muertos aquí.
Anke bajó la mirada.
Joy preparó el rifle semiautomático antes de llevarse la mano al oído—Cuarteles, aquí Lobo Alfa.
—Cuarteles a Lobo Alfa, necesitamos una actualización de situación.
—La aldea está completamente infectada, los rumores eran ciertos—dijo Joy antes de apuntarle a la cabeza a un muerto viviente, disparándole limpiamente, eliminando uno a uno—. Han utilizado una cepa del Virus T-Verónica. He identificado a Hunters y locales hostiles, necesitaremos que venga esa flota de limpieza lo antes posible.
—Debe estar conectado a los rumores de la base en Rusia—respondió el cuartel al otro lado—. ¿Sobrevivientes?
—Encontré a una niña, de al menos unos doce años de edad, su nombre es Anke—añadió la rubia disparando otra vez, se relamió los labios para evitar que estos se volviesen púrpuras—. Le pregunté si había más sobrevivientes, pero ella me dijo que no había nadie más que ella. Necesitaré un plan de extracción para menos de 24 horas.
Un aullido se escuchó a lo lejos y ella se quedó en silencio.
A lo lejos, ella observó a un lobo gigante marrón siendo acompañado por dos más de color negro. Su imponente figura le quitó un escalofrío a la rubia y lanzó un tiro hacia un costado, cerca de una iglesia donde había una campana — los lobos salieron corriendo en dirección a esta y la rubia suspiró de alivio, mirando a la niña castaña de reojo. Ella se encontraba encogida contra el rincón, intentando de controlar sus sollozos.
—Señor, intentaré de encontrar la base, si es que hay alguna en el pueblo—dijo la ex piloto—. La destruiré y así le daré a la flota las coordenadas para poder volar este pueblo a pedazos. No hay nada más que salvar.
La voz de Chris apareció repentinamente en su mente.
A pesar de nuestros esfuerzos, no podemos salvar a todos.
(Joy no tardó en apretar los dientes.)
—Tienes 10 horas para reportarte en el punto de extracción, Williams—respondió el cuartel y Joy podía detectar la tensión en sus pensamientos—. Identifica y neutraliza a la amenaza. Luego enviaremos una flota para terminar el trabajo.
—Entendido, Lobo Alfa fuera.
Ella tenía que moverse y rápido.
Tick.
Tock.
¿Por qué sentía que aquella había sido una pésima idea?
No.
Definitivamente, no.
Joy podía con ello, ella podía lograrlo.
Disparó para poder eliminar al último muerto viviente en su cabeza, haciéndola explotar hacia varios lados, la sangre contaminando las calles como si fuese pintura o tinta de una pluma escribiendo sobre papel — dejando aquella marca del pecado en el mundo de los vivos en ese frío, frío pueblo desgraciado. La rubia cerró la ventana en silencio, antes de dejar su rifle negro contra la misma y caminó directamente hacia la castaña, sentándose despacio frente a ella. Tocó sus rodillas en un agarre casi suave, como si la niña fuese una muñeca de porcelana, inocente y frágil al tacto; Joy teniendo miedo de simplemente romperla por accidente (sin saber que ella probablemente ya estaba rota).
—Anke—llamó Joy de manera amigable.
—Ayuda.
La rubia asintió de manera condescendiente—Sí, la ayuda viene en camino. ¿Sabes jugar a las escondidas?
Anke asintió y Joy sabía que la niña podía llegar a ser muy inteligente.
La rubia sacó un pequeño mapa de los archivos que había en el expediente y se lo enseñó, colocándolo en el suelo para iluminarlo con una linterna de luz blanca, mostrándoselo a la castaña. Ella se inclinó un poco hacia adelante, mirando con curiosidad el gran plano del pueblo que Anke conocía. La rubia se relamió los labios antes de preguntarle dónde se encontraban ellas, la niña le señaló una casa justo en la esquina y allí era su punto de partida.
—Si tuvieses que esconder algo que sea super secreto y que nadie debe saber—dijo la rubia alzando una ceja—. ¿Dónde lo esconderías?
Anke se llevó una mano a la barbilla, pensativa.
Joy le miró con atención.
Tímidamente, como sus movimientos anteriores, la niña acercó su mano al mapa y tocó la zona que pertenecía a la iglesia, era un cuadrado gigante — algo por donde podrían llamar la atención. Ella señaló con un redondel a la gran iglesia donde ella disparó hacia la campana para atraer la atención de los lobos.
—¿Conoces esta iglesia, cielo?
Anke negó—Siempre estaba cerrada, por eso dije que es un buen lugar para esconder algo.
La niña era muy inteligente.
—De acuerdo, Anke—dijo Joy apagando la linterna—. Lo que haremos es lo siguiente, te llevaré a la parte oeste del pueblo. Quiero que te quedes escondida allí hasta que regrese y luego iremos al punto de extracción que no está muy lejos de allí.
—¿Entrarás a la iglesia?
—No tengo otra opción.
—Salva al pueblo, por favor.
—No puedo salvarlo—dijo Joy sintiendo melancolía—. Pero puedo hacer que los bastardos que hicieron esto paguen. ¿Confías en mí?
Anke le miró, primero de manera insegura, sabiendo que allá afuera se estaba desatando un infierno que recordaría hasta en sus pesadillas. Luego recordó que aquella mujer rubia la puso a salvo de esas cosas que la perseguían incansablemente. Ella miró a Joy, quien mantenía su vista en los orbes avellana de la niña — Anke podía confiar en ella y asintió luego de un largo rato de silencio.
Joy podía contar con eso.
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7 horas después.
Williams recordó haber enviado una señal de emergencia al ver que su comunicador estaba perdiendo batería, debía habérselo temido antes de partir. La rubia estuvo al menos unas cinco horas recopilando datos e identificando al enemigo que sin duda se trataba de la Corporación Umbrella realizando experimentos con un terrorista de cabecera ruso llamado Sergei Vladimir, el cual también habían visto rondar en distintas partes de Rusia. Ella, al extraer la información, activó la secuencia de autodestrucción para poder eliminar el pequeño laboratorio subterráneo que había debajo de la iglesia y no tardó en echarse a correr en dirección a la parte oeste, donde Anke se encontraba esperándola. Ella tenía una herida en su hombro y una en su pierna, pero hacerse un vendaje estando tan cerca del radio de explosión iba a ser peligroso: las heridas eran superficiales, pero sangraban bastante y su traje blanco ya mostraba indicios de suciedad y heridas.
Sin duda, la peor misión que se le había ocurrido ir por su cuenta.
(A pesar de extrañar las misiones en solitario.)
Chris tendría la alegría de decirle: "Te lo dije, mocosa."
—Ya podrás decírmelo, maldito arrogante—gruñó ella mientras corría.
Joy escuchó una explosión a sus espaldas, sumado con el chillido de los Hunters que se acercaban para ver que sucedía y eso fue suficiente incentivo para poder correr más rápido hacia su destino y otra explosión se produjo frente a sus narices. Recordó caer al suelo, atajándose con sus dos manos, ambas ardiendo bajo los guantes negros que protegían sus dedos — allí se dio cuenta de que había sido una gran idea traer protección hacia el frío. Un sonido tintineante sacudió sus oídos y las náuseas entraron a su sistema, la rubia soltó un gemido de dolor antes de ponerse en pie rápidamente, escuchando otra explosión a sus espaldas y decidió tomar un desvío por otra parte.
Ella gruñó—Espero que mi equipo de extracción esté cerca.
Corrió más rápido cuando otra explosión se encontraba cerca de su posición y un aullido la hizo detenerse en sus pasos, se quedó quieta y buscó algún espejo o algo que pudiese reflejar la posición sobre donde se encontraba el lobo infectado que estaba a punto de matarla de todas formas. Ella ladeó su cabeza en un movimiento lento, el fuego que empezaba a esparcirse entre las casas se hacía más que vivo en aquel infierno que ella dio comienzo. Podía sentir las agujas del reloj tan fuertes que su cabeza dolió por el impacto de antes.
Enfocó su mirada en el espejo de un automóvil volteado, encontrándose con uno de los lobos arriba de un techo, unas casas más alejado de Joy.
Ella tenía que ser extremadamente cuidadosa.
Un paso.
Dos pasos.
Buscó su pistola con bengalas antes de disparar a un costado, así pudiendo distraer a los lobos y echó a correr con una fuerza renovada, su corazón latiendo de manera desbocada y sus pensamientos buscando la única manera de salir de aquel pueblo perdido. Ella lo había logrado, destruyó el laboratorio de los terroristas y la única sobreviviente estaba a salvo: solamente quedaba escapar y dejar que la agencia terminase el trabajo. Su respiración estaba más que agitada y era increíble lo fatigada que se encontraba, además de que estaba perdiendo sangre por heridas que resultaban ser superficiales.
—Vamos, Joy—masculló ella y otro aullido estuvo a sus espaldas, ella dejó su rifle al hombro antes de agarrar el semiautomático, disparando a quemarropa a los lobos que se acercaban.
Corrió hacia otra calle, la cual era la misma donde Anke y ella estuvieron antes, Joy no tardó en llamar su nombre.
—¡Anke!—gritó ella con todas sus cuerdas vocales, el frío entrando a su garganta—. ¡Anke!
¿Dónde estaba la niña?
No, por favor no, pensó la rubia.
—¡Joy!—llamó la niña.
Ella corrió hasta la niña y las dos se alejaron con prisa por una de las salidas. Otras explosiones se abrieron paso a sus anchas, revelando el principio del fin, Joy disparó contra otros Hunters que se acercaron para dejarlos tiesos con varias balas, así obligándole a descartar el cargador para colocar otro. Joy sabía que quedaban al menos unas tres horas más hasta que el equipo de extracción llegue para sacarlas de allí. La rubia agarró a la castaña, quien se había largado a llorar otra vez al ver que el único lugar donde creció estaba en llamas, siguieron en dirección hacia el oeste, abandonando aquel lugar. Caminaron a paso lento, al menos los primeros tres kilómetros, encontrándose con un simple infectado que Joy tardó poco y nada en neutralizar.
Sin embargo, empezó a sentirse más mareada que antes.
—Mierda—maldijo ella en voz baja—. Tenemos que buscar algún refugio.
Las dos continuaron por otro kilómetro más hasta que encontraron una casa escondida por unos árboles, claramente abandonada. Allí podrían descansar sin tener problemas hasta reponerse y continuar el camino. Joy suspiró con alivio al ver que se encontraba fuera de peligro al no haber nadie y estuvo a punto de encender un fuego para calentarse — lo que menos esperó fue desmayarse del cansancio y sus heridas. Anke soltó un jadeo y la dio vuelta, colocando su oreja en el pecho de la rubia.
El corazón de Joy latía.
Ella respiraba.
—Medicina—murmuró la niña antes de rebuscar en el pequeño estuche que la ex piloto llevaba—. Vamos...
Anke encontró lo que buscaba y se puso manos a la obra.
Mientras tanto, Chris Redfield estaba intentando de mantenerse sentado en el avión militar que recogería a Joy en el punto de extracción estipulado por la agencia. Decir que se encontraba molesto era quedarse cortísimo de palabras, él estaba furioso con su compañera, sabiendo que ella era capaz de hacer ese tipo de cosas sin pedir permiso — Redfield se enteró que ella, de hecho, había pedido permiso y se lo concedieron, pero decidió ir por su cuenta y no junto a un compañero; eso era lo que enfurecía a Chris.
Joy podía cargar con cosas muy pesadas, pero no podía cargar con todo.
Extrañamente, él no dudó en subirse al avión que iría a buscarla cuando se enteró.
—¿Que ella hizo qué?
Roose podía sentirse un poco nervioso con la actitud de Redfield, Joy se lo advirtió, pero el teniente se limitó a poner las manos a sus espaldas—Les concedieron la misión a Alemania, Joy vio la oportunidad y la tomó.
Chris le miró de manera inexpresiva y hasta sombría—¿Dejaste que ella fuese sola?
—Chris, es probable que ella esté bien por su cuenta—dijo Jill de manera suave intentando de calmarlo—. Ella es una de las mejores agentes aquí.
—Y también una de las mejores personas en meterse en problemas—respondió el castaño con molestia antes de mirar al teniente—. ¿Dónde es el punto de extracción?
—A cinco kilómetros del pueblo, zona oeste.
—¿Aún siguen en contacto con ella?
—Nuestra última comunicación con ella fue hace cuatro horas, envió una llamada de auxilio—señaló el teniente y negó con la cabeza—. Es muy probable que su equipo ya se le haya acabado la batería. Lo que sabemos hasta ahora es que los rumores son ciertos, hay un virus allí, el T-Verónica y que encontró a una niña.
—¿Algún otro sobreviviente?—preguntó Jill colocando una mano en su cadera.
—No, están todos infectados.
—Iré en el avión de carga que irá a buscarla—concluyó Chris antes de señalar a Roose—. Y no estoy pidiendo permiso, iré a buscarla les guste o no.
—Nadie está en desacuerdo—murmuró la castaña intentando de sofocar una carcajada—. ¿La llevarás a Rusia con nosotros?
—Me tiraría del avión si le dijese que no—dijo Chris antes de subirse al avión.
Y allí estaba él, cruzando el océano con intenciones de encontrarla.
Cuando aterrizaron, él decidió subirse el cierre de su campera a través del chaleco antibalas al notar el frío infernal que hacía afuera. Un par de soldados bajaron junto a él y se quedaron como escoltas, buscando a la rubia entre los árboles. Chris les dijo que se quedasen allí y él se adentraría en el bosque, ellos no tardaron en aceptar antes de buscar en el poco radio que les permitieron. El castaño sacó su arma y caminó en dirección al bosque, apuntando hacia toda cosa que se moviese frente a él. Vio humo cerca y él soltó un respingo al escuchar una rama romperse. Se giró, encontrándose con una niña de cabellos castaños, apuntándole con una pistola de manera muy inexperta.
Él levantó sus manos, muy lentamente.
—Hola—saludó él con su mano y guardó su arma en la funda—. No voy a hacerte daño. ¿Ves?
La niña no habló, su mirada fija en el castaño.
—Mi nombre es Chris—dijo él acercándose lentamente—. ¿Cómo te llamas?
—Anke.
Él miró el arma de cerca e intentó reconocerla: Anke podría estar llevando el arma de su compañera.
—Bien, es un gusto conocerte, Anke—respondió Chris dando otro paso—. Estoy buscando a mi amiga, su nombre es Joy, ¿la has visto?
—¡Joy!—lloriqueó la niña antes de bajar el arma.
Redfield se tensó.
¿Acaso esa niña la conocía?
Acercándose rápidamente a Chris, Anke le tomó la mano y empezó a arrastrarlo.
Chris la siguió rápidamente por entre los árboles, hasta llegar a una casa donde una chimenea se encontraba humeante y los dos entraron, encontrándose con el cuerpo de Joy en el suelo y vendado. Él soltó un respingo antes de correr hacia ella, percatándose de que estaba respirando normalmente; había vendas ajustadas en sus dos heridas superficiales y otras gasas manchadas de sangre. Su rostro se encontraba relajado, reflejando cortes y raspaduras mezcladas con suciedad. Ella estaba hecha un desastre, pero 100% funcional.
Él se inclinó hacia ella—¿Curaste todas sus heridas, Anke?
—Se desmayó, estaba muy cansada—dijo la niña antes de asentir—. Ella decía tu nombre y que iba a estar en problemas.
Chris miró a la rubia, la cual continuaba respirando lentamente. Le sorprendió escuchar que la castaña le dijo que su amiga lo había nombrado estando en ese estado.
Chris bufó en voz baja—No me sorprende.
Anke tocó el hombro sano de Joy y empezó a moverlo, la rubia soltó un gruñido antes de darse vuelta, quejándose en voz baja antes de continuar durmiendo. Chris rodó los ojos antes de zarandear a su compañera junto con Anke.
—Anke, solo cinco minutos más...
—Despierta, Satán.
Joy se tensó al escuchar la voz de Chris y se levantó soltando un respingo, Chris la agarró por sus brazos, manteniéndola quieta para pasar una linterna, observando a ver si ella tenía alguna contusión: agradeció a Dios al ver que ella estaba completamente sana. Joy parpadeó un par de veces, acostumbrando su vista con su compañero frente a ella, sintió alivio por haber encontrado al equipo de extracción y profunda confusión por la razón de que Redfield estaba frente a ella.
—¿Me perdí de algo?—preguntó ella.
—Primero, y esto no suelo admitirlo, más contigo—respondió el castaño apretando los dientes—. Me alegra saber que estás bien. Segundo, no tienes idea en el problema que estás metida conmigo, Satán. Creí que había sido claro.
—Ese es nuestro problema, Redfield—la rubia sonrió—. Ambos tenemos diferencias de liderazgos, acostúmbrate.
—Eso no quita que no siga enojado contigo.
Joy rodó sus ojos—¿Vas a seguir reprendiéndome como lo haces con Claire o vas a sacarme de aquí?
Chris suspiró—Tu futura pareja tendrá demasiada paciencia soportándote. Dios le libre.
—Cállate, idiota—dijo ella pateándole la pierna antes de tomar la mano que él le tendió—. Tú no eres todo un Romeo que digamos.
—Ja, Romeo...
El trío salió de la cabaña, dirigiéndose al punto de extracción donde les esperaba el avión de carga. A cinco kilómetros de ellos, el cielo se volvía color naranja por el fuego que ardía a sus espaldas.
—El equipo de limpieza está aquí—anunció Chris mirando a Joy—. ¿No había nadie más?
Joy negó—Lo intenté, Chris, realmente lo hice.
Él la entendía.
—¿Volveremos a Washington?
Chris negó—Anke irá con la policía alemana y nosotros nos iremos a Rusia, Jill se unirá a nosotros en Finlandia.
—¿Y eso es por qué...?
—Encontramos a Sergei Vladimir.
Joy no pudo evitar sonreír de lado, asintiendo antes de dejar el pueblo ardiendo.
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sin editar
¹ un salto HALO es un acrónimo que se describe como high altitude-low opening (gran altitud-baja apertura), es una táctica militar que es empleada para desplegar personal a alta altitud cuando la nave no puede volar sobre el cielo enemigo sin que signifique una amenaza para los saltadores, es para evitar ser identificados en una incursión de un país a otro, por ejemplo.
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