xvi. escape desesperado


LEALTADES OSCURAS,
capitulo dieciséis: escape desesperado!



          HABÍA ALGO GRACIOSO EN LAS FORMAS DE LAS QUE CHRIS REDFIELD PODÍA ASUSTARSE, como las polillas cuando era un niño, seres tan asquerosos y gigantes que provocaban la locura en la casa de los Redfield; donde su padre o su abuelo se encargaría de atraerlas con una linterna para sacarlas de cualquier espacio donde se encontrasen ellos y la polilla. Cuando él creció y sus abuelos ya estaban muertos, él se dio cuenta de que debía crecer de esos miedos insignificantes y mostrarse como un hombre, mostrando el estándar de un soldado ejemplar en las Fuerzas Aéreas, así logrando cumplir con su deber y seguir hacia adelante con la frente en alto. También, en todo caso, él podía llegar a conocer los miedos de una chica, ya que su experiencia teniendo a una chica como pariente de sangre viviendo a su lado por casi toda su vida era algo que lo ponía en práctica — Claire tenía miedo de muchas cosas cuando era pequeña, pero no de las arañas.

          Él recordó muy tarde la situación que ocurrió con su compañera en la mansión Spencer hacía cuatro meses.

          Joy había soltado un grito de horror al ver una araña gigante gracias a la mutación allí.

          (Y ese mismo grito se abrió paso a sus tímpanos.)

          Chris se estremeció contra la escalera mientras intentaba volver a compensar su equilibrio en ella, mientras que se oían disparos debajo de sus pies. El castaño soltó un gruñido antes de continuar bajando, encontrándose con su compañera disparando en dirección a arañas que eran muchísimo más grandes que el tamaño promedio y observó a la pelinegra disparándoles con un agarre tembloroso. Primero que nada, a Joy le dio asco y horror ver a esas arañas gigantes; segundo, Chris estaba disfrutando el espectáculo como el maldito bastardo que es y se cruzó de brazos mientras que se limitaba a mirar a su compañera perder los estribos por unas arañas.

          —¿Las arañas te divierten, Williams?—preguntó Chris mirándola desde las escaleras.

          —¡Cierra el maldito pico y ayúdame!

          Chris se acomodó contra la escalera de metal—Nah, estoy bien aquí.

          Joy se giró para fulminarlo con la mirada antes de que una araña saltase en modo de ataque hacia ella, quien sintió sus grandes patas sobre ella antes de soltar un chillido desgarrador y moverse erráticamente mientras que Chris le miraba con diversión, al menos hasta que vio como ella caía de espaldas al suelo, mientras que la araña estaba a punto de morderle la cara con su gran mandíbula viscosa. El castaño corrió hacia ella, incrustándole un cuchillo en la zona opistosoma de la araña, logrando que esta soltase un chillido y ahí él se dio cuenta de que aquella no era simplemente una araña mutante, era algo peor. Joy aprovechó la oportunidad para quitársela de encima de una patada y se sentó para dispararle tres veces con su pistola, sintiéndose enojada ante la sustancia viscosa que se encontraba en su rostro. La última araña cayó sin vida a un par de metros de ellos, dejando el pasillo en absoluto y tranquilo silencio.

          La pelinegra se volvió a recostar en el suelo y Chris se agachó a su lado, una sonrisa de lado en su rostro.

          (Ella se encargaría de borrarle esa sonrisa de idiota de la cara.)

          —¿Ya terminaste?—preguntó él.

          Y él se atreve a molestarme, pensó Joy en silencio.

          En un movimiento rápido, Joy tomó la mano de Chris para tironear y así lanzarlo al suelo, cambiando sus posiciones y que la pelinegra se encuentre encima de él para darle de su propia medicina — en otras palabras, pasarse la mano por la cara y lanzarle un poco de esa sustancia viscosa a Chris en el rostro, quien soltó un gruñido en cuanto la sustancia hizo contacto con su rostro. Joy no pudo evitar soltar una gran carcajada al ver la mueca de asco de su compañero, teniendo en cuenta de que no se comportaban como soldados de más de 23 años de edad, si no como niños de jardín de infantes.

          —Estás muerta.

          —Y tú tienes vomito de araña—advirtió la pelinegra poniéndose de pie—. Porque te burlaste de mí, así que tú también pagarás el precio con ello.

          —Eres desagradable, Satán.

          —Difiero de esa opinión, Tubo de Plomo—respondió ella antes de continuar por el pasillo con su arma en alto.

          Chris gruñó en voz baja al verla avanzar sin él, limpiándose el rostro con sus guantes antes de dejarlo contra el suelo, poniéndose de pie rápidamente para poder alcanzar a la ex piloto quien ya se encontraba algo alejada de él para investigar la nueva área descubierta. Ambos caminaron en silencio, encontrándose con otra araña más, que la pelinegra se encargó personalmente de dispararle con su rifle de asalto para eliminarla del camino. Allí lograron hallar una puerta que daba a más escaleras, cerca de un puente de un pequeño río entre instalaciones y Joy decidió tomar la delantera sin problemas. Su compañero estuvo a punto de protestar, pero realizó que la pelinegra estaba de muy mal humor luego de la situación con las arañas, así que selló su boca de manera rápida antes de meter más la pata.

          —¿Alguna idea de hacia dónde nos dirigimos?—preguntó Joy luego de un largo periodo de tenso silencio.

          Chris gruñó.

          Esa no era una respuesta.

          Sin embargo, Joy decidió tragarse el comentario poco condecorado que estaba a punto de salir por su boca y continuó por su camino. Ambos se dirigieron a otra fila de pasillos, cruzándose con un silencio, manteniendo sus armas en alto. Un gruñido gutural se escuchó en el pasillo y los dos saltaron al mismo tiempo que soltaban un respingo, alarmados por el ruido que rompió el tenso silencio de los pasillos. Joy caminó hacia adelante, de manera lenta y pausada, siendo seguida por Chris quien cuidaba su retaguardia, ambos cerca del otro, extrañamente cerca y no tan separados como la primera vez. La pelinegra se dio cuenta de que habían hecho un gran avance. Había cosas de las cuales ellos debían trabajar a fondo en su torcida y quebradiza relación de compañeros, eso era más que claro, y Joy no lo admitiría en voz alta al menos hasta que Chris lo haga — así que ella tendría que esperar pacientemente hasta que el castaño de metro ochenta lo admita, un largo, largo tiempo.

          Otro sonido gutural se escuchó y los dos se detuvieron.

          Chris pisó el pie de Joy.

          Ella tuvo que sofocar un gruñido de molestia y fulminó a su compañero con la mirada, enviándole una advertencia mientras que el castaño se encogió de hombros antes de indicarle en silencio que continuase.

          Maldito idiota, pensó la pelinegra.

          Uno, dos pasos.

          Se formó silencio, un silencio tenebroso a su alrededor.

          (Ella esperó algo, un ataque de un zombie o de alguna mutación de la isla.)

          ¡Boom!

           Una puerta se sacudió a su lado, provocando que los dos se girasen con sus armas en alto. La puerta se sacudió unas tres veces y Chris le indicó a su compañera que lo cubriera para poder abrir la puerta; Joy no tardó en apretar su agarre en la pistola, esperando atentamente a que el castaño tocase el pomo de la puerta. Repentinamente, las sacudidas se detuvieron abruptamente y Chris tocó el pomo de la puerta. Joy contó en silencio hasta tres, murmurando en voz baja hasta que él giró el pomo rápidamente y abrió la puerta.

          Nada.

          Absolutamente nada.

          —Esto debe ser una puta broma—masculló Joy antes de llevarse una mano al rostro.

          Y, como si sus pensamientos fuesen leídos por alguien, uno de los lagartos gigantes que encontraron en el laboratorio salió a toda velocidad, llevándose a Chris con su pie enganchado en la larga cola del lagarto mutado. Ella siguió el camino a paso acelerado, escuchando las protestas de su compañero que estaban mezclados de un grito. La respiración de la pelinegra era más que irregular, corriendo por los pasillos para no perder al idiota de su compañero, sintiendo como su corazón latía más y más rápido con cada paso que ella daba. Su pistola seguía en su mano, lista para saltar de una esquina y disparar al blanco indicado (a pesar de que se encontraba muy tentador disparar al otro blanco). Joy giró en una esquina y se encontró con el lagarto intentando alejarse.

          Ella apuntó.

          El monstruo soló un chillido al ver que las balas lo habían alcanzado.

          Ahora o nunca.

          Joy corrió para tomar a Chris de los hombros, dispuesta a alejarlo del monstruo, pero este reforzó su agarre en el pie, tironeando hacia este para que Joy no pudiese liberarlo. Ella tironeó hacia atrás también, soltando un gruñido.

          El mutante no cedía.

          —¡Oye, búscate a tu propio humano para molestar!—exclamó la pelinegra con absoluta hostilidad—. ¡Este es mío!

          Ella tiró más.

          —¡Ya no siento mi pie, Joy!—añadió Chris entre los gruñidos del monstruo.

          —¡Cállate!

          El monstruo continuaba sin ceder, apretando más su agarre y Joy debía hacer algo rápido mientras que Chris reforzaba su agarre en ella para no sumirse al movimiento del monstruo. Joy buscó alguna forma punzante en el uniforme del castaño, hasta que dio con el cuchillo que tenía en el bolsillo izquierdo y lo sacó para lanzarlo en dirección a la cola del lagarto. Un corte simple y limpio logró separar a Chris del monstruo en cuestión de segundos, provocando que los dos trastabillaran hacia atrás y cayesen al suelo, él sobre ella. La pelinegra no tardó en soltar un gruñido de dolor al ver que su espalda estaba siendo aplastada por un bastardo de metro ochenta.

          Lo único que le faltaba.

          (Al menos el monstruo ya no estaba, eso sí que era algo bueno.)

          —Redfield—gruñó la joven de cabellos largos—. Estás aplastándome con tu enorme trasero. Hazme un favor y levántate.

          Chris le miró de reojo—Hace un momento estabas agarrándome para evitar que sea comida para lagarto.

          —Tendría que haberte soltado, entonces—masculló Joy rodando los ojos—. ¡Te dije que te levantaras!

          Chris se puso de pie enseguida, tendiéndole una mano a Joy quien la apartó de un manotazo para ponerse de pie por su cuenta. El castaño hizo un gesto de rendición al ver el humor de su compañera estaba completamente perturbado, así que ambos siguieron por su camino, esperando encontrarse con alguna puerta o ascensor. Con tan solo unos minutos de caminar, Joy y Chris se encontraron con dos puertas que se deslizaron, una que daba a otro pasillo que era más extenso y otra que tenía una puerta al fondo. Chris estuvo a punto de decir que fuesen por la más larga, pero al ver que Joy se dirigió a otra de las puertas no tardó en rodar los ojos antes de seguirla.

          Joy caminó a paso acelerado hacia la puerta y esta no se abrió al ver que había una persona justo delante, estaba completamente bloqueada; un emblema se extendía en su centro, al menos parte de su hueco.

          —Tenemos que buscar un emblema, otra vez—anunció la pelinegra.

          —No me sorprende.

          —¿Podría estar en la siguiente puerta?

          —Es posible, no sé hasta donde llegará ese pasillo—respondió Chris mirando hacia la puerta por donde entraron—. Lo más importante aquí es que ni siquiera sé en que parte de la isla estamos.

          —Y no tenemos un mapa—masculló Joy entre dientes.

          —Ni siquiera tenemos comunicación con el mundo exterior.

          —Es muy probable que Wesker se encuentre merodeando, también.

          Un estruendo gigante se escuchó por encima de ellos, logrando que los dos soltasen un respingo y mirasen hacia arriba. La isla estaba siendo destruida, con ellos allí o no. Chris miró a Joy, silenciosamente diciendo que debían seguir el camino que tenían a su lado y la pelinegra asintió en silencio antes de seguir a su compañero hacia la salida para tomar el camino más largo que los llevaría a un destino de la isla incierto. Joy observó como las puertas se cerraban a sus espaldas, sin más opción que seguir adelante.




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          El gusto de la familia Ashford realmente incomodó a Joy Williams, en el sentido de que todo era lujoso y extravagante, mostrando una clara posición clásica de era medieval. Los retratos que se encontraban colgados en la pared donde estaban las escaleras de mármol eran tan clásicos como los alrededores. Los orbes verdes de Joy miraban con extrema cautela los cuadros que estaban pintados a la perfección, mostrando cada trazado como si fuese pintado en un lienzo de oro puro, enmarcado en diamante al ver el detalle de los rostros de la familia Ashford. Al llegar con el segundo piso, ella se acercó a una pintura gigante que mostraba el retrato de una familia, una mujer que tenía la cara tachada junto a un hombre con barba, quien también tenía parte de su rostro tachado. Sentados, delante de ellos, se encontraban dos muchachos de su edad, vestidos de manera elegante y extravagante — los niños consentidos. Rubios y pálidos como miembros de una realeza perdida.

          Williams no se atrevió a sacar conclusiones.

          Joy vio que se trataba de una chica y un chico, tomados de la mano frente al retrato. Ella tenía el cabello largo y rubio, con un poco de flequillo a sus costados, mientras que él tenía un peinado de cabello corto tirado hacia atrás, con un uniforme militar en este. Ambos lucían bastante jóvenes a comparación de sus respectivos padres ubicados detrás de ellos. Joy se acercó para alzar una mano, dispuesta a tocar la pintura de manera muy lenta, para sentir su textura y rugosidad. Al notar que los dos eran casi idénticos, llegó a una conclusión demasiado rápida para su propio bien y se apartó de la pintura rápidamente, mirándola de manera entera.

          Manos juntas.

          Rostros casi idénticos.

          Alexia y Alfred.

          Eran los hermanos Ashford.

          —Creo que me gané la lotería—murmuró Joy en voz baja.

          —¿Descubriste algo interesante?—preguntó Chris acercándose a ella y la pelinegra le señaló la pintura—. ¿Ellos son...?

          —Alfred y Alexia Ashford. Los bastardos que controlan esta isla.

          —Wesker mencionó que uno de ellos sigue aquí—mencionó el castaño mirando a la pelinegra—. Tendríamos que ir a buscar si él o ella están aquí.

          Joy le detuvo, interponiéndose frente a él—¿Y revelarnos frente a un posible enemigo más? No, gracias.

          —Somos dos contra uno—añadió Chris mirándola fijamente.

          —Te recuerdo que uno de ellos está en la Antártida—recalcó la muchacha de ojos verdes, manteniendo su posición frente al castaño—. Y tu hermana está allí también, no sabemos cuales son sus intenciones con ella—tocó su pecho con el dedo índice—. Algo me dice que no son nada buenas y debemos poner prioridad en Claire.

          La prioridad siempre había sido Claire.

          Chris apretó los labios, dando un pequeño paso hacia atrás al ver que su compañera se había acercado más a él. De alguna forma, Joy Williams tenía razón sobre las intenciones de los Ashford: no eran nada buenas y arriesgar la seguridad de Claire no era algo divertido para Chris, ya que él no tenía comunicación alguna con ella. Él definitivamente no la subestimaba, en cambio, confiaba plenamente en su hermana menor y en sus habilidades que él tardó tanto en enseñarle. Claire estaba bien y más que logró salir de aquella endemoniada isla, así que él sabía que ella estaba cuidándose bien. Redfield soltó un suspiro, antes de asentir de manera lenta y Joy terminó asintiendo antes de hacerle una seña para que continuasen con el camino.

          —Entonces, ¿cómo fue que Claire terminó en Raccoon City?

          —Probablemente será por que no logré contactarme con ella luego de dos meses mientras estaba en Europa—declaró el castaño caminando hacia adelante—. Decidió ir a buscarme por su cuenta y se metió en todo este lío.

          —Si llegas a decir "es mi culpa"—advirtió Joy mirándole de reojo—. Juro que te patearé en los huevos y creo que tu hermana coincidiría conmigo.

          Chris rodó los ojos.

          (Sin embargo, él sabía que su hermana haría exactamente lo mismo que Joy.)

          El mayor de los Redfield era más que consciente de que él no tenía la culpa, al menos en parte, de que Claire estuviese en la otra punta del mundo en aquellos momentos. Todo había sido una cadena de hechos que ocurrió de manera muy rápida, demasiado rápida en palabras de Joy y encontrar las respuestas era algo que siempre tardaba mucho tiempo, al parecer, y juzgando por las actitudes del hermano mayor, ella no estaba lista para sentarse y esperar esas respuestas hasta que el destino sea justo y las brinde. No, Claire Redfield decidió tomar la situación en sus propias manos y buscar las respuestas por su cuenta — tal y como su hermano mayor lo había hecho ni bien el RPD no se dignaría a investigar a Umbrella. Joy sonrió de lado ante eso: capaz los Redfield siempre fueron así de activos como ella lo fue alguna vez.

          Los dos ex pilotos giraron en un pasillo.

          —Tu hermana estaba buscando respuestas—dijo Joy después de romper el silencio.

          —Respuestas que no podía darle.

          —¿Por qué?

          Chris apretó los labios antes de responder—Huh, no quería preocuparla.

          —Hiciste exactamente lo contrario, idiota—recriminó la pelinegra manteniendo su mirada hacia el frente.

          —Ya sé, ya sé—añadió el castaño dándole la razón en voz alta—. Metí la pata y hasta el fondo.

          —De todas formas, ella hubiera salido a tu búsqueda—Joy se encogió de hombros.

          —Es tan terca como yo—replicó Chris mirando a Joy de reojo y la pelinegra alzó ambas cejas—. Pero ella es la más terca de los dos, ustedes dos están en el mismo nivel de terquedad.

          Chris recibió un puñetazo en su costado, lo cual sacó un gruñido por su parte.

          (También su hermana pegaba bastante fuerte, justo como Joy lo hacía.)

          —Espero que sea amigable y no tan malhumorada como tú—añadió ella antes de sofocar una carcajada—. Ya es suficiente soportar tu ego gigante.

          El castaño empujó levemente a la pelinegra, logrando que esta soltase la carcajada que tenía contenida. Al encontrarse con una de madera tallada con pequeños trazos de metal, los dos la cruzaron, encontrándose con un pequeño laboratorio lleno de probetas vacías y una piscina muy baja de agua un poco oscura. Allí había cuatro luces que terminaban de encuadrar algo en el fondo, Joy buscó su linterna en sus bolsillos, encendiéndola para alumbrar aquel espacio. Chris se colocó a su lado, entrecerrando la mirada al poder vislumbrar un emblema que estaba encastrado en el fondo.

          —Creo que encontramos lo que buscábamos.

          —¿Ese es el emblema?

          Chris le miró de manera inexpresiva—Que pregunta tan estúpida, claro que lo es.

          Joy le pisó el pie—Si piensas que esa pregunta es estúpida, entonces tú serás el caballero que se mojará los pantalones e irá a buscar el emblema.

          —Eres de lo peor.

          —¡Por eso Satán es mi nombre!

          Chris le tendió su rifle de francotirador y ella lo aceptó con alegría antes de mirar en dirección al techo, donde un monstro blanco con patas estaba mirándolos con atención. Joy no dudó en tensarse y agarrar a su compañero para evitar que vaya al agua. Redfield estuvo a punto de quejarse en voz alta, pero Joy le tapó la boca antes de que emitiese sonido alguno. Los orbes verdes de su compañera le miraron atención y señalaron hacia arriba, dejando que el castaño saltase a su propia conclusión. Tragó saliva en cuanto vio al monstruo y Joy le entregó su rifle para acomodar su arma. No tardó en lanzarle el cuchillo al monstruo blanco, el cual soltó un chillido y cayó al agua, soltando una corriente eléctrica que generó chispas.

          —¿Alguna idea?—preguntó Chris a su lado—. Estoy abierto a sugerencias.

          Joy se estremeció cuando el monstruo soltó otra carga—Si nos metemos y lo hacemos enfurecer, estaremos muertos en segundos.

          —Gracias por decir lo obvio, Satán.

          —¡Cierra la puta boca!

          Chris y Joy miraron su entorno, buscando alguna pista para poder enfrentar al monstruo. El castaño encontró, justo encima del emblema, una ranura que podía servirles para poder bajar con una soga. Si podía encastrar un gancho a su compañera, Joy podría ser capaz de obtener el emblema y los dos podrían salir de allí lo más rápido que pudieran. Chris tomó el brazo de su compañera y tironeó para llevarla hacia un costado, dispuesto a ponerle una correa para que pudiesen obtener el emblema. Tal como la película que vio con Forest a finales del año 1996. Joy le miró con confusión y él señaló la ranura por donde pasaría la soga que la sostendría.

          —¿Ves eso?—preguntó Chris y Joy observó la ranura—. Pasaré la soga con mi cuchillo al otro lado y tú te balancearás para colgarte de eso y te bajaré para que tomes el emblema.

          —Estás demente.

          —¿Más que Wesker?

          —Definitivamente más que Wesker.

          —En las películas funciona.

          —¿De qué película estás hablando?—inquirió Joy y luego se detuvo, volviendo a repasar el plan de Chris.

          Estaban a punto de hacer una de las escenas de acción de la película "Misión Imposible".

          (Definitivamente, Joy no estaba lista para ese tipo de mierdas.)

          —No pienso hacer eso.

          —De los dos tú eres la única con peso liviano—añadió el castaño con impaciencia—. Eres ágil y puedes moverte en silencio, yo distraeré al monstruo mientras tú bajas.

          —No soy Ethan Hunt.

          —¡Eso ya lo sé!

          Joy le miró de manera seria—Aun así, puedo patearte el trasero como él lo hace.

          (Chris sabía eso, también.)

          Ella se enganchó al cinturón un gancho mientras que Chris ataba el otro lado de la soga con su cuchillo, Joy guardó sus armas y dejó sus manos libres para poder llevar a cabo el plan. El castaño lanzó el cuchillo con gran habilidad, provocando que este pasase entre la ranura con puntería perfecta. Él corrió hacia el otro lado para poder atajarlo y le indicó en silencio a Joy que se lance hacia el agua para poder levantarla. Ella respiró hondo antes de correr en dirección al peligro, hasta incluso le pareció normal escuchar la música de espías de la película en su cabeza. Chris lanzó una granada en dirección al monstro para aturdirlo y bajó a Joy rápidamente, sosteniéndola con un agarre inquebrantable. El monstruo chilló y soltó una carga eléctrica, provocando que Chris se detuviese de manera seca, Joy cerró los ojos.

          Eso fue demasiado cerca.

          El monstruo se movió y Chris bajó a su compañera.

          Tranquila, tranquila, pensó Joy.

          La pelinegra puso ambas manos dentro del agua y tironeó del emblema con fuerza, al menos hasta que este se aflojó y pudo sacarlo por completo. En ese preciso instante, el monstruo volvió a chillar. Chris movió sus músculos para subir a Joy y la pelinegra chilló al ver que su muerte podría estar llegando en cinco segundos. Sin embargo, ella no sintió nada.

          —Ethan Hunt estaría orgulloso de mi plan.

          —Te odio.

          —No es noticia.

          Joy terminó por balancearse hacia un lado y Chris soltó su agarre para que ella pudiese aterrizar sana al otro lado. Ella guardó el emblema en su mochila y juntó la soga antes de seguir a Chris quien ya se encaminaba a su lado para dirigirse a la salida, corriendo para evitar al monstruo que tenía intenciones de asesinarlos. Salieron rápidamente de la mansión de los Ashford, para encaminarse hacia la puerta que debían investigar. El pasillo estaba completamente desierto, tal como lo dejaron y los dos fueron hacia la puerta para colocar el emblema. Estas se abrieron rápidamente, dejando que una alarma sonase y los dos se vieron dentro de un deposito grande donde una plataforma ascendió con un avión militar.

          —No me jodas—murmuró ella.

          —Creo que encontramos nuestro billete de salida—declaró Chris cuando las compuertas se abrieron—. Pero aún no hemos visto ninguna pista del paradero de Claire.

          Joy recordó las coordenadas.

          —Sí que lo tenemos.

          —¿Huh?

          Ella rebuscó en sus bolsillos y encontró la nota que Wesker les dejó—Nuestro querido enemigo nos dio una mano.

          Chris le quitó la nota para leer las coordenadas y miró a su compañera con el ceño fruncido—¿Y por qué no dijiste nada antes?

          —Huh, por que las arañas estuvieron atacándome.

          Oh, eso.

          —Tenemos un camino libre, tenemos coordenadas—añadió ella señalando la salida—. Tenemos una oportunidad, yo digo que la tomemos.

          Chris miró el avión y asintió.

          Los dos no tardaron demasiado en subirse y encender la gran aeronave. Chris colocó las coordenadas mientras que Joy preparaba los motores justo detrás de él, los dos se colocaron sus cinturones y el rugido del motor llenó a Joy de mucha alegría. La pista de aterrizaje fue abandonada poco después, mientras que los dos ex miembros de STARS se dirigían a su siguiente destino: la Antártida.




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sin editar

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