xv. respuestas no tan necesarias


LEALTADES OSCURAS,
capitulo quince: respuestas no tan necesarias!



          SENTIR LA FRÍA VIOLENCIA CALARLE LOS HUESOS ERA COMO UN COSQUILLEO QUE RECORRIÓ EL CUERPO DE LA PELINEGRA TAN DULCEMENTE QUE NO DUDÓ EN TEMBLAR UN POCO ANTE EL ENEMIGO. Joy permaneció quieta, observando a la persona a quien una vez le tuvo un respeto incomparable por su inteligencia y tenacidad con el resto del equipo que una vez existió; de una forma tan repugnante y enfurecida que ella no dudó en negar con la cabeza de forma agria frente a su compañero quien estaba detrás de ella, mirando al hombre rubio de anteojos oscuros con atención. Ella esperó que esto fuese una broma y que le dijesen donde se encontraba la cámara escondida, pero no eran las cosas así. También, y eso fue que ambos se dieron cuenta, que Wesker seguía siendo el mismo de antes, vistiendo de forma diferente y trabajando para un bando diferente — pero eso no explicaba que diablos hacía allí, en un acto de presencia muy peligroso frente a ellos.

          Joy tuvo que contenerse para no disparar.

          (Y fue un esfuerzo muy grande.)

          La pelinegra se remontó a las dichosas y desagradables horas que tuvieron lugar en la mansión Spencer luego de que una jauría de perros rabiosos e infectados estuviesen persiguiéndolos en el tenebroso bosque cuando buscaban sobrevivientes ante el accidente con el helicóptero. El capitán Albert Wesker era un hombre de muchos misterios y también muchas reservas, a pesar de haberse acercado a ella de manera "amigable" o hasta incluso "paterna" cuando Joy estaba despidiendo los cajones vacíos donde se encontraban sus compañeros de pelotón — quienes, obviamente, habían muerto bajo el mando de la general Williams, condecorada con dos placas en los SEALS y una de las Fuerzas Aéreas a su tan temprana edad. Ella se dio cuenta de que el hombre no inspiraba tanta confianza la primera vez que entablaron una conversación, oh, pero Joy estaba tan, pero tan apenada por su perdida y aún seguía intentando reincorporarse a su puesto luego de haber pasado 8 meses varada en el desierto africano; tal vez Wesker se acercó por algo que ella hizo, algo que la hizo destacarse en el medio de todo el caos y Joy decidió pensar que en ese momento Wesker no se encontraba trabajando para Umbrella.

          Joy creyó que eso ya era demasiado.

          Sin embargo, ella tenía algo de lo cual agradecerle; algo terriblemente idiota para agradecerle al maldito bastardo: el simple hecho de haberla ligado a una nueva familia, donde casi todos seguían vivos.

          Tal vez eso era la única cosa que podía mantenerla a flote.

          Después, el resto eran simplemente ganas de matar al idiota otra vez.

          Ella recordó verlo siendo empalado por las garras de aquel misterioso y repugnante engendro de probeta congelado, allí en la mansión Spencer, goteando sangre a borbotones para luego ser lanzado contra una terminal eléctrica. Eso realmente era grotesco, el simple hecho de ver sus tripas saliéndose con la sangre poco a poco; Joy tembló un poco ante el recuerdo y también se dio cuenta de que ambos lo habían dejado en ese mismo laboratorio que fue reducido a cenizas por su parte al activar el mecanismo de autodestrucción de la mansión. Entonces, siguiendo la conclusión de la propia Joy Williams: ¿Por qué diablos se encontraba Albert Wesker allí con ellos, de pie, inmaculado y sin ninguna magulladura?

          Joy se cercioró de focalizar bien sus ojos, ya que no creía lo que veía.

          Albert Wesker no era un fantasma.

          (Ni tampoco un demonio proveniente del infierno, por otro lado.)

          Albert Wesker estaba parado allí, con una sonrisa socarrona llena de arrogancia, llena de malicia y con intenciones realmente peligrosas — pero Joy no podía encontrar su arma o la voluntad de ponerla en alto. Chris, por otro lado, se encontraba igual de confundido que ella, intentando sacar sus propias conclusiones en voz baja o al menos en silencio. Williams era consciente que la relación entre Chris y Wesker había cambiado drásticamente tanto como la que ella tenía con el propio capitán. Una cosa era cierta: ambos estaban tan decepcionados como el resto al saber las verdaderas intenciones del capitán y Joy se dio cuenta de que Chris realmente apreciaba al capitán lo suficiente como para verlo de forma casi paterna o simplemente un superior a respetar — la decepción era casi palpable e irremediablemente dolorosa y eso alimentó algo en los dos que era un sentimiento imposible de quitar: venganza.

          Tal vez ella no lo vio en un principio o tal vez ella estaba tan metida en el proceso de sanación como para no verlo.

          Venganza.

          No solo venganza propia.

          Venganza por los caídos.

          Venganza por los que estarían a punto de caer.

          Venganza por las piezas que ellos tuvieron que juntar para no volver a cometer la misma equivocación otra vez.

          —¿Qué fue lo que sentiste?—preguntó Jill una noche.

          Joy se encontraba a su lado la noche donde ambas habían vuelto del hospital de Raccoon City luego de haber sido dadas de alta por estar en condiciones para volver a sus respectivos hogares — las dos se encontraban en la cama de la habitación de Jill, mirando el techo e intentando encontrar el confort con la cercanía de la otra. Sus sentimientos realmente se habían encontrado durante aquellos dos días de confinamiento en una cama de hospital y más ahora que ya estaban finalmente a salvo, fuera de cualquier peligro o rompecabezas elaborado por Spencer o por Umbrella. En cuanto escuchó la pregunta, Joy miró a la castaña de reojo, intentando de averiguar sus intenciones: Jill estaba nerviosa, eso podía verlo con tal claridad, pero no comprendió la pregunta.

          La pelinegra alzó una ceja—¿Qué?

          —Wesker—replicó ella con la mirada aún en el techo—. Tú dijiste que Enrico fue el que acusó de que había un traidor. ¿Qué fue lo que sentiste cuando te enteraste de que él era el traidor?

          Joy volvió su mirada al techo.

          ¿Qué era lo que ella sentía, además de la decepción?

          Enojo, rabia, violencia.

          Había tantos nombres, pero ella decidió negar con la cabeza.

          —Me sentí decepcionada y enojada—respondió Joy de manera simple, escondiendo una pequeña mentirita piadosa que no le haría daño a nadie, ni siquiera a ella misma—. Pero llegué tarde a esa conclusión, si no, sentiría otra cosa.

          —¿Quién iba a pensar que nuestro capitán podría ser un traidor?—bufó la castaña de ojos claros—. Esto es de locos.

          (Joy simplemente la dejó hablar, comiéndose su propio odio.)

          Tal vez, era mejor no concentrarse en sentimientos tan tribales y negativos. A pesar de eso, la pregunta aún seguía en el aire denso que se encontraba en el laboratorio en el mismo momento, en la Isla Rockfort.

          ¿Qué hacía él allí?

          Una carcajada entre dientes terminó sacándola de sus pensamientos, donde ellos dos se estaban enfrentando una vez más al enemigo común que tenían entre ellos y Joy se veía tan tiesa que por un momento pensó que sus neuronas ya se habían atrofiado con la tintura de cabello negra. Wesker miró a los dos ex policías de la unidad STARS con tanta diversión que a Joy le dieron ganas de arrancarle un ojo con el cuchillo que se encontraba en su funda de la pierna izquierda — pero ella se encontraba tan paralizada como lo estaba su compañero, ambos esperando la gran entrada del villano a la ópera lirica de tragedia.

          —Ha pasado mucho tiempo desde que nos vimos, chicos—bramó este con voz profunda.

          —¿Wesker?—farfulló la pelinegra intentando de que su voz no fallase—. ¿Pero qué...?

          Albert sonrió—¿Sorprendida, querida?

          Sorprendida, , pero eso no era algo que Joy diría en voz alta.

          (Chris definitivamente estaba enojado a su lado.)

          —Definitivamente estoy asqueada de ver tu monstruosa cara de traidor—declaró ella intentando de mostrar la misma tóxica diversión que él tenía hacia ellos, a pesar de que le faltaba práctica—. Pero lo que más me preocupa es verte aquí.

          Chris estaba tan desconcertado como ella, pero un poco más enojado que su compañera—¿Qué diablos estás haciendo aquí?

          —He venido por ella—respondió el rubio de manera simple.

          —¿Quién?—preguntó Joy.

          Por favor, no digas Claire, pensó Williams en voz baja.

          —Por Alexia.

          Joy alzó una ceja, mientras que Chris observaba el intercambio con un semblante tenso. Ella se permitió respirar con un poco de normalidad, ya que las intenciones de Wesker no eran para lastimar o capturar a la hermana de Chris, si no para encontrar a una de las personas que reinaba en aquella isla: Alexia Ashford. Aun así, ella no se calmó en absoluto, ya que no sabía qué relación tenían los Ashford con Wesker, o incluso con la Corporación Umbrella.

          —¿Estás aquí por Alexia Ashford?—preguntó Williams con cautela—. ¿Por qué?

          Ella sintió que Chris lanzaba una patada a su pierna, en forma de advertencia. Podía sentir el gruñido de su nombre hecho entre dientes para no dar más información de la que ya tenían hacia el engendro que volvió de las garras de la muerte.

          —Una organización me contrató para capturarla—declaró Wesker de manera simple.

          Joy permaneció quieta, intentando conectar los puntos, mientras que Chris ya había sacado sus propias conclusiones: la isla estaba siendo atacada y probablemente él era el responsable.

          —Entonces...—murmuró Chris antes de plantar su mirada en Wesker—. ¡Tú has atacado la isla!—Joy sintió más enojo que tensión en su voz—. ¡Y a mi hermana!

          Chris intentó sacar su arma para dispararle y Joy sintió que su cuerpo respondía a sus órdenes para sacar la suya, pero algo la abrumó demasiado y fue ver a Wesker lanzarle una patada a Chris, lanzándolo hacia la terminal que se encontraba a sus espaldas. Ella sacó su cuchillo para terminar poco clavárselo en la clavícula, recibiendo un agarre de hierro contra su garganta y su espalda siendo estrellada contra el tubo de vidrio congelado. Ella intentó lanzar patadas y golpes, pero él la lanzó al lado opuesto, dejando que esta se estrellase contra la pared, soltando un tosido por la falta de aire. Ella sintió alivio al encontrarse con aire respirable, sintiendo que su cuerpo dolía de una manera tan violenta, que terminó por extrañar aquella adrenalina.

          Wesker sonrió de lado antes de dirigirse a Chris a gran velocidad, agarrándolo por su cuello y levantándolo con una fuerza sobrehumana.

          Joy no lo entendía.

          ¿Acaso él sería otro experimento de Umbrella?

          Chris, mientras tanto, luchaba por obtener oxígeno.

          (Ella tenía que pensar en algo, rápido.)

          —Ustedes no tienen ni idea de lo mucho que los odio—farfulló Wesker con veneno en su boca—. Destruyeron mis planes, así que ahora he vendido mi alma a una nueva organización. ¿Qué harás ahora, Chris?

          Joy se levantó despacio, caminando lentamente para tomar su cuchillo.

          Chris, no te muevas, pensó ella.

          —¿Ahora?—insistió el ex capitán de los STARS—. Ahora te mataré y luego seguirá ella.

          Chris lanzó un puñetazo, quitándole los lentes a Wesker y Joy tuvo que contenerse para no clavarle el cuchillo al castaño por su movimiento estúpido. Sin embargo, ella pudo ver un poco de los iris que tenía el ex capitán, los cuales eran una variación de rojo y un poco de amarillo. Ella permaneció paralizada, teniendo en cuenta de que su compañero estaba siendo ahorcado hasta la muerte, observando y llegando a la conclusión de que Wesker no sería totalmente un humano.

          Redfield soltó un gruñido antes de forcejear, intentando de inhalar el oxígeno que necesitaba.

          El agarre de Wesker no fallaba.

          Joy debía pensar rápido.

          —Te voy a contar un pequeño secreto, Chris...—declaró el rubio mirándolo con atención—. He averiguado que uno de los Ashford está en la Antártida, junto con tu querida hermana. Es una pena que no vayas a volver a verla...

          —B-Bastardo...—gruñó Chris.

          —¡Pues es una pena que no puedas vivir para detenernos!—exclamó Joy antes de treparse a la espalda de Wesker para clavarle un cuchillo en su cuerpo.

          Joy se encargó de clavárselo un par de veces, sintiendo que la sangre manchaba su rostro, escuchando un gruñido alto por parte del capitán, quien lanzó a Chris hacia una de las probetas congeladas, rompiéndola y dejando que el castaño tomase una gran bocanada de aire antes de observar cómo su compañera recibía un gran golpe que la hizo estrellarse a su lado. Joy sintió sangre emanar de su nariz y un poco de su labio, el cual estaba realmente roto. Una pequeña risa resonó en la habitación: una risita femenina y muy tenebrosa.

          Era Alexia.

          —¿Estabas buscándome, Wesker?—preguntó ella en un tono divertido—. Lamento no poder estar allí para jugar.

          —¿Alexia?—llamó el rubio.

          Joy disparó con su arma, al ver que este salió a toda velocidad de la habitación. Chris continuó tosiendo, mientras que ella se puso de pie, tomando el brazo de su compañero. Un rugido surgió de las probetas y Joy miró alarmada a Chris.

          —Creo que tú no podrás caminar así—murmuró ella y se inclinó para cargarlo contra sus hombros, justo como le enseñaron en el entrenamiento SEAL, dejando la habitación antes de que lo que sea que esté dentro de esas probetas logre salir.




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          Williams dejó a su compañero contra unas cajas en el depósito, luego de haberse cerciorado de que los lagartos mutados que vieron horas antes estaban muertos. Chris se encontraba en una mejor condición y estuvo protestando al ver que su compañera no lo bajaba de su actual posición, lo cual era vergonzoso. Ella simplemente se mantuvo realizando su tarea con tanto placer que eso terminó poniendo a Chris de muy mal humor, así que ambos tomaron un ascensor para dirigirse a la superficie. Allí, ella lo ayudó a sentarse otra vez, antes de buscar un cigarrillo en sus bolsillos y encenderlo frente a él, alejada de un par de metros. Chris permaneció atónito al ver que su compañera fumaba, ya que él, particularmente él, no sabía que Joy fumaba.

          ¿Acaso él tendría que concentrarse en conocerla más?

          Posiblemente.

          ¿Lo haría?

          Aún sentía un poco de rencor con ella, así que esa respuesta era negativa por ahora.

          Joy, por su parte, mantuvo la mirada en el horizonte que se extendía a sus anchas en el exterior, con el cigarrillo Malboro entre sus dedos, ella le dio una calada antes de contener el humo — sus pensamientos aun llegando hasta el punto en donde estaban ahora: se encontraban en la Isla Rockfort en busca de Claire Redfield, donde se encontraron a su ex jefe quien resultaba estar presuntamente muerto en la mansión Spencer hacía cuatro meses pero oh, gran detalle, no estaba tan muerto como para aparecerse frente a ellos y dar sus intenciones concretas de por qué estaba atacando la isla, además de confirmar una de las sospechas más grandes de toda la noche, y eso era algo que se debía discutir para elaborar lo que Joy llamaba "¿Cuál sería el próximo puñetero movimiento?".

          La cantidad de información que obtuvieron en menos de cinco minutos era demasiado para sus neuronas aturdidas gracias a los golpes de un ser sobrenatural como lo era Wesker.

          Ella se preguntó si Wesker de alguna forma estaba infectado con el virus.

          Joy se giró, encontrándose con Chris ya mirándola de forma detenida y ella se encogió de hombros—¿Qué?

          —No sabía que fumabas.

          Joy soltó el humo antes de tocarse la sien, donde había rastros de sangre—Me cuesta tragarme esa mentira, ¿sabes?

          —Sabes que soy muy sincero.

          (Esa también era otra mentira.)

          —Sí, claaro—añadió la pelinegra con diversión antes de darle otra calada al cigarrillo—. Jill debió habértelo mencionado antes, si no fingirías mejor tu sorpresa.

          —Hay muchas cosas que Jill no me cuenta sobre la relación de amigas que tienen—declaró el castaño antes de ponerse de pie, extendiendo una mano silenciosamente hacia su compañera—. ¿Puedo?

          Joy alzó una ceja, sorprendiéndose a sí misma al ver que Chris también fumaba, ella le dio una última calada antes de entregárselo a él, quien le dio una larga calada para poder retener el humo y ella no paró de mirarlo con atención al ver que soltaba el humo. No tardó en sentir arder sus mejillas al ver que él giró sus ojos para verla, ella desvió la mirada, antes de estirarse, sintiendo que la sangre ya se encontraba seca contra su rostro y eso le produjo asco, así que se limitó a gruñir antes de que Chris tire el cigarrillo terminado para aplastarlo con su bota.

          —No me va a sorprender que Wesker siga en una pieza después de lo que le hiciste—dijo Chris antes de recostarse contra la pared de un contenedor—. Yo habría ido por la garganta.

          Williams soltó una carcajada amarga antes de agacharse para agarrar una piedrita y lanzársela al castaño, mirándolo con mal humor al erguirse—Podría haberlo hecho, de no ser por tu estúpido movimiento de golpearlo y quitarle sus anteojos de viejo mafioso.

          —¡Estaba a punto de perder la vida!

          —¿Acaso pensabas que iba a dejarte morir, maldito idiota?

          —Ahora que lo pienso, sí.

          Joy rodó los ojos—Hombres.

          Otra explosión resonó a lo lejos, mientras que otro avión militar pasaba por encima de ellos. Joy observó a Chris, sus brazos se encontraban cruzados, de manera muy escueta y esperó encontrar alguna respuesta por parte de su compañero, quien también intentaba procesar el hecho de que Albert Wesker seguía con vida, después de que millones de escombros le cayesen encima. La conclusión de todo el dilema en la isla era que todo el circo era dirigido por los hermanos Ashford, Alexia y Alfred, quienes produjeron un brote con alguna especie de virus que parecía similar al de la mansión y que la misma isla estaba siendo atacada por Albert Wesker quien estaba en búsqueda de Alexia.

          Claire solamente llegó allí por pura casualidad.

          Y, lamentablemente, se vio envuelta en todo el desastre, en conjunto con el dilema familiar, claro.

          Pero, la otra conclusión al dilema era: Claire ya no estaba en la isla, ella estaba en la otra punta del mundo.

          —Entonces, el capitán volvió de la tierra de los muertos—comenzó Joy.

          —Sí.

          —Está atacando la isla para poder capturar a Alexia Ashford.

          —Ajá.

          —Y nos acaba de decir que Claire está en la Antártida con uno de los hermanos Ashford, lo cual queda en el culo del mundo.

          —Positivo.

          Joy le miró de forma inexpresiva—Tubo de Plomo, no me ayudas con eso.

          —Lo siento, Satán, tal vez deberías hacer uno de tus rituales de magia negra para teletransportarnos—recalcó Chris agarrando su rifle.

          —Podría patearte el trasero y sacarte de esta isla por las malas. ¿Algún plan?

          —No es que tenga uno en mente por ahora, pero deberíamos investigar más si queremos saber el paradero exacto de dónde podría estar Claire.

          —Ya me temía que ibas a decir eso.

          —¿Algo más que te preocupe?

          —¿Cómo diablos iremos a la Antártida?—preguntó Joy intentando de sonar un poco más obvia—. Por qué dudo que Marlo nos preste su bote para ir básicamente al fin del mundo.

          —Y es muy probable que, con el derrumbe que hubo al entrar, ya no tengamos un barco.

          —Estar varada en una isla con un idiota no estaba en mis planes—declaró la pelinegra antes de sonrió de manera socarrona—. Así que estoy más que abierta a sugerencias.

          Ambos se dirigieron al ascensor, volviendo hacia la zona de almacenes donde encontraron una puerta que les hizo llegar a un puente, juzgando por la gran estructura que se encontraba frente a ellos, Joy podía pensar de que se trataba de un depósito de aviones y eso era más que sensato al ver que los hermanos Ashford al parecer poseían bienes económicos para poder pagar eso. Cruzaron un puente mecánico que los condujo a una puerta, que poseía una palanca que Joy se atrevió a bajar, logrando así que este descendiese hacia un nivel inferior con acceso a otras dos puertas.

          —Aquí debe haber algo interesante—murmuró Joy en cuanto la alarma comenzó a sonar.

          Chris ladeó su cabeza hacia ella—Y puede que varios de esos lagartos estén aquí para estorbar.

          Ella le pegó un codazo antes de cruzar el umbral que los llevó más adentro del depósito donde se encontraban, allí dieron con un pequeño ascensor que los llevó al piso inferior y lograron encontrarse con uno de esos lagartos que intentaron atacarlos en cuanto los vieron. Joy recordó que la escopeta era una gran arma para poder derribarlos con pocas balas e intentar de mantenerlos dóciles, a pesar de que las granadas hacían algo más efectivo — sin embargo, no se podían dar el lujo de desperdiciarlas en momentos no tan tensos como este, ya que eso podría costarles la vida a ambos. Registraron todo el pequeño almacén y Chris levantó una reja metálica que les impedía el paso, así que entraron al puente que habían logrado bajar.

          —No sé si lo que extraño es la mansión con tantos pasillos o prefiero esto—murmuró Joy antes de seguir a Chris por el camino.

          Al volver a levantar la reja del otro lado, el sonido gutural de los muertos vivientes volvió a darles la bienvenida y ella fue la primera en disparar con su pistola, intentando de no malgastar su munición, ambos abriéndose paso hacia una puerta que se encontraba al otro lado. Al llegar, había otro lagarto que estaba completamente despedazado y había corriente eléctrica rondando por el lugar — alguien había provocado un cortocircuito y todo se encontraba desproporcionado, lo cual era peligroso. También había una plataforma donde se encontraban placas de tres colores incrustadas, pero eso tenía incidencia con la corriente que seguía activa.

          —Chris, apaga la corriente.

          —¿Tienes miedo de electrocutarte?

          —¿Tienes miedo de que te mate?—replicó ella con una sonrisa y él rodó los ojos—. Eso pensé. Ahora mueve tu trasero y corta la corriente eléctrica.

          El castaño no tardó en cortarla y Joy agarró las placas que poseían tres colores: rojo, azul y verde. Chris se acercó a ella, mirando atentamente las tres placas, mientras que Joy se encontraba demasiado desconcertada al no recordar donde podían utilizarlas. Los rompecabezas nunca se le dieron bien, mientras que Chris se le dio por tomar las piezas en su posesión para poder avanzar. Algo que siempre sorprendió a la pelinegra: Chris era muy bueno para recordar donde se encontraba cada cosa, al menos eso era en un principio y ella notó que estaba muy fuera de práctica.

          —Supongo que sabes donde usarlos, ¿verdad?

          Él le sonrió—Tú solo sígueme.

          —Todavía no comprendo como tu hermana puede soportarte.

          —La insoportable de los dos es ella, créeme.

          —Lo dudo.

          Joy siguió a Chris por los pasillos hasta llegar a una de las zonas centrales de la isla, un lugar donde no habían investigado en ningún momento. Los ascensores los llevaron al exterior, ya que la parte del puente no podía volver a levantarse. La muchacha de orbes verdes intentó buscar algún tipo de información que sea relevante con el paradero de la hermana de su compañero, hasta que entraron en una habitación donde el castaño dejó sola a la muchacha para continuar investigando y ella se encontró con una nota.

          "Latitud: -75, Longitud: -71.5 75° 0′ 0″ Sur, 71° 30′ 0″ Oeste. — W."

          W, esa era la firma de Wesker.

          ¿Acaso...les estaba ayudando?

          La pelinegra observó en absoluto silencio la nota que se encontraba en la habitación y una explosión cerca la sacudió. Ella mantuvo su peso en ambos pies, mientras que algunos pequeños escombros empezaban a romperse. Chris la llamó al final del pasillo y ella decidió salir de allí antes que el gran edificio se le viniese encima. Chris la estaba esperando en la misma habitación donde dieron con una de las llaves, donde se encontraba la maqueta de una mansión que se apodaba "El Castillo Ashford". Repentinamente, esta se corrió hacia atrás gracias a un mecanismo que Chris logró activar gracias al colocar las placas, revelando escaleras que conducían a un piso más abajo. Joy miró hacia abajo, algo insegura por la falta de luz que había allí.

          Chris se puso a su lado, indicándole silenciosamente que ella bajase—Primero las damas.

          —Oh, vaya, que gran caballero eres—farfulló la pelinegra de forma inexpresiva.

          Joy fue primero, siendo seguida por Chris, quien, entre tanto miró hacia abajo—¿Encontraste algo de utilidad?

          Lo que menos esperó fue escuchar un grito de horror a todo pulmón por parte de su compañera.

          (Eso que daba miedo.)




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