xix. lazos familiares y mutaciones
LEALTADES OSCURAS,
capitulo diecinueve: lazos familiares y mutaciones!
PARECÍA IMPOSIBLE CREERLO, en un principio, pero sentir el peso del cuerpo de la muchacha Redfield en sus brazos simplemente era un alivio inmenso — a pesar de que debían confirmar si realmente se trataba de ella, de la mismísima Claire Redfield. La pelinegra tomó el cuerpo de la castaña rojiza en sus brazos para liberarla de aquella mucosidad que la mantenía prisionera. Joy pudo detectar que su pulso era estable y que respiraba, sin embargo, ella no estaba tan segura si Claire estaba en un estado de inconsciencia o simplemente estaba muriendo, se la veía bastante pálida. Williams cortó lo que quedaba antes de tomar las piernas de Claire para alzarla sin problemas, volviendo por el lugar por donde vino previamente.
(Ella se preguntó qué diablos seguía ahora.)
—¡Chris!—exclamó ella entrando al vestíbulo, dirigiéndose a la planta alfombrada.
Su compañero recién había vuelto de inspeccionar el lado que su compañera le había ordenado investigar antes y se dio vuelta al escuchar la voz de su compañera llamándolo. El corazón se le cayó al suelo al verla cargar con una muchacha de cabellos castaño rojizos, vestida con la chaqueta roja que él le había regalado antes. No pudo evitar sentir un profundo miedo al ver que ella no estaba despierta y se dispuso a correr hacia ellas, donde Joy dejó a la pelirroja en el suelo.
—¿Está...?
Joy le miró—Está respirando, relájate—miró a la pelirroja—. ¿Es ella?
—Sí, esa es mi hermana.
—No se parece nada a ti, creo que sacó lo mejor del gen Redfield.
Chris le pateó su costado, ganándose un quejido de dolor por parte de Joy.
—Aunque hay algo que me preocupa—señaló la pelinegra tocando su piel de manera cautelosa—. No ha respondido a mis llamados o al simple movimiento, es muy probable que esté inconsciente. Pero, juzgando como se encuentra su piel, es muy probable que esté infectada o alguien le dio algo que no debía y eso la está afectando.
—Veneno—dedujo Chris.
—¿Veneno?
—Cuando éramos niños, Claire era una niña muy curiosa por naturaleza—replicó Chris agachándose a su lado, observando como su hermana temblaba—. Una vez mi madre confundió unas vasijas y una de ellas contenía veneno para ratas. Claire tomó la vasija con el veneno, pero ella no lo sabía, al menos hasta que se desmayó mientras jugábamos.
—Entonces, juzgando por cómo está ella...
—Claire no está infectada, la envenenaron con algo—respondió el castaño con seguridad antes de ponerse de pie—. El lado que investigué daba a un par de pasillos con algunas salas químicas. Allí había varios sueros, traeré los necesarios.
Joy se levantó—La pondremos en un lugar seguro e iremos juntos.
—No, tú te quedarás con Claire mientras busco lo que necesitamos—espetó el mayor de los Redfield con una mirada acusatoria—. Y lo digo enserio, Williams, quédate aquí quieta.
—Sí, señor—respondió ella rodando sus ojos, agachándose para poder sentarse junto a la figura inconsciente de la menor de los Redfield.
Chris abandonó el vestíbulo, dejando a las dos muchachas solas en completo y absoluto silencio. Joy mantenía su dedo lejos del gatillo de su Samurai Edge y su mirada vigilante en el entorno donde se encontraba. Claire soltó un respingo antes de encogerse en la alfombra sonde se encontraba recostada y la pelinegra la miró de manera severa antes de acercarse un poco más a ella. Joy debía admitir que Claire Redfield era una muchacha bonita, juzgando por su apariencia de niña universitaria — tal y como su hermano la había descrito. En cierto modo, compadeció a la castaña rojiza, no solo por estar en aquella situación con ellos allí buscándola, si no por haberse metido en Raccoon City en un primer lugar. Diablos, Claire era una muchacha de tan solo 19 años de edad y viajó hasta el infierno desencadenado en Raccoon para buscar a su hermano quien estaba en la otra punta del mundo.
Eso sí que era impresionante.
Pensar que solo ella pudo sobrevivir ese terror junto a esos dos cadetes de policía, definitivamente la hacía quedar como una muchacha excepcional. Y pensar que ella había logrado escapar de los horrores de la isla Rockfort sin problemas para terminar en la Antártida con Alexia Ashford, eso sí que era ser una super humana — los hombres de la ex unidad de Joy en las Fuerzas Aéreas sí que le tendrían envidia por sus habilidades adquiridas. Sin embargo, ninguno de ellos podría enfrentar las pesadillas que vendrían después, realmente dudó que Claire también estuviese en un estado eficiente en cuanto a sueño pesado después de todo lo que le ocurrió. Ella, concluyó Joy, estaba en el mismo bote que ellos y podía decirse que los problemas no pararían si Umbrella seguía con sus experimentos.
—Dios santo, Redfield—murmuró ella mirando a Claire—. No sé quien tiene más pelotas aquí, tú o tu hermano. O tal vez quien de los dos es más estúpido.
Chris llegó repentinamente con una jeringa y un par de pequeños frascos con dosis medidas para una simple inyección. Joy se hizo a un lado, levantándose para darle espacio a su compañero y el castaño se puso en marcha preparando la dosis indicada para contrarrestar los efectos del veneno. La muchacha pelinegra se puso a vigilar el perímetro, escuchando en silencio a cualquier movimiento que ocurriese en el gran vestíbulo. Las columnas de mármol sostenían el segundo piso de madera alfombrado de un color bermellón con gracia, este alojando varias pinturas colgadas y enmarcadas con el mismo color dorado que tenían en la mansión que estaba en Rockfort. Joy decidió inspeccionarlas poco a poco, buscando algún punto ciego donde pudiese estar atención no deseada de algún enemigo — pero simplemente se encontró con la copia de la misma pintura de los Ashford, pero los rostros de sus padres estaban rayados hasta el punto de no tener cara.
—Creo que lo logré—exclamó Chris y Joy bajó las escaleras para poder corroborarlo.
Claire Redfield claramente había recuperado el color de su piel, la cual era similar a la tonalidad que tenía su hermano y se removía incómodamente en el suelo. Joy apretó los labios al ver que su compañero estaba analizando sus opciones para poder despertar a Claire.
—Solo sacúdela, Redfield—gruñó ella pateando su costado.
Chris rodó los ojos.
(Iba a hacer exactamente eso.)
El castaño tomó los hombros de su hermana y empezó a sacudirla levemente, mostrando ningún signo de violencia o brusquedad en su intento de despertarla. Al ver que ella empezaba a reaccionar poco a poco, Joy empezó a sentir alivio cuando vio que la misión era un éxito.
—Claire—la llamó él sacudiéndola con un poco más de fuerza—. ¡Claire!
La susodicha hizo una mueca antes de abrir los ojos, parpadeando para acostumbrarse a la luz cálida de la habitación. Sus ojos mostraban orbes de un color azul, que, realmente daban la diferencia de los marrón-verdosos que tenía su hermano. Ella soltó un gruñido, antes de enfocar su mirada en el mayor que le miraba atentamente.
—¿Chris...?—preguntó ella con confusión antes de frotarse los ojos, verificando si lo que veía era real—. ¡Chris!
Claire se lanzó a sus brazos, abrazándolo con fuerza mientras que Chris se quedó quieto por un momento antes de devolverle el abrazo con fuerza. Joy sonrió en silencio, observando el reencuentro familiar entre los dos hermanos. El castaño palmeó la espalda de Claire dos veces antes de soltar una carcajada. Claire se alejó de él, colocando sus manos en los hombros de su hermano.
—¡Estaba muy preocupada!—declaró Claire.
—¿Estás de broma, Claire?—bromeó Chris antes de ponerle su mano en el cabello rojizo de su hermana—. Creía que las chicas rudas no se preocupaban...
Joy rodó los ojos.
—¿Cómo...?¿Qué ha pasado...?—preguntó ella alternando la mirada entre su hermano y la pelinegra—. ¿Cómo has llegado hasta aquí?
—Leon se puso en contacto conmigo—respondió Chris antes de asentir—. Así pudimos encontrarte.
—¿Leon...?—añadió la pelirroja—. Espera, ¿tú lo conoces?
—En realidad, ella lo conoce—señaló el castaño a su compañera—. Logró localizarme después de que desaparecieras y...henos aquí.
Claire miró a Joy—¿Y tú eres...?
La pelinegra le tendió su mano—Joy, Joy Williams.
—Oh, así que tú eres ella.
Oh.
Eso sí que era nuevo.
Joy alzó una ceja ante la afirmación de la menor de los Redfield y Chris se llevó una mano al rostro, queriendo volver a envenenar a su hermana otra vez para evitar que ella siga metiendo la pata más de lo que realmente la había metido — o simplemente para evitar que cualquiera de las dos notase el ligero rubor que tomaron sus mejillas. Claire tomó la mano que la pelinegra le tendió para darle un firme apretón, cosa que realmente impresionó a la ex piloto.
—¿Me conoces...?—preguntó Joy alzando una ceja.
—Es increíble tener a la infalible Joy Williams frente a mi en este momento—respondió Claire con diversión al sacudir su mano—. Para mi es un placer conocer a la persona que logró poner de mal humor a mi hermano en estos últimos dos años. Él me habló mucho de ti.
—Claire...—gruñó Chris.
Joy no pudo evitar soltar una gran carcajada al ver a Chris tan humillado.
—Esto no tiene precio—dijo ella levantando a Claire mientras que su hermano aún seguía agachado—. ¿Le hablaste a tu hermana sobre mí? Creo que este nivel de rivalidad ha logrado escalar niveles estratosféricos, Tubo de Plomo.
—Solo debías escucharlo—se burló Claire mirando con diversión a su hermano.
—Creo que mi peor pesadilla se está cumpliendo—murmuró Chris antes de ponerse de pie.
De hecho, él definitivamente no esperaba que Claire la reconociese de todas las conversaciones que tuvieron donde Chris meramente la mencionaba cuando los dos estaban en STARS. Y, de repente, cuando ella realmente la reconoció, sintió que debía empezar a cavar su propia tumba en cuanto ella decidió exponerlo frente a su compañera de equipo. Él pensó luego de que se reirían de esta situación luego, cuando pasasen un par de años. Las dos muchachas dejaron caer sus manos a sus costados, mirando al castaño quien ya no tenía rastros de sonrojo en sus mejillas.
—Entonces, ¿tú conoces a Leon?—le preguntó Claire.
—Ajá—respondió Joy asintiendo—. Los conocí antes de que disolvieran la unidad STARS, nos tropezamos en el vestíbulo y su amiga Charlotte Harmon vino a rescatarlo. Los dos sobrevivieron al incidente de Raccoon City junto a ti.
—Sí, luego nos separamos—añadió Claire mirándole seriamente—. Por que yo debía buscar a este idiota.
—¿Y quién fue el que terminó buscándote a ti?—declaró el mayor de los Redfield cruzándose de brazos.
Claire rodó los ojos.
—Hablaremos de esto luego—señaló el castaño—. Pero primero debemos salir de aquí.
Joy no podía coincidir más con esa declaración.
—Esperen...Steve—mencionó Claire mirando a todos lados de la habitación—. Está aquí, en algún lugar. Él fue uno de los sobrevivientes de la isla que vino aquí conmigo.
—Tenemos a una loca suelta en estos pasillos, Claire—dijo Joy mirando seriamente a la muchacha—. Deberíamos ser cuidadosos con nuestros siguientes movimientos.
—¡No podemos irnos sin él...!
Ella se detuvo y miró en dirección hacia las escaleras, Joy y Chris también se giraron para mirar, encontrándose con la figura de Alexia Ashford quien los miraba desde la baranda del segundo piso — no logró evitar soltar una carcajada dulce e inocente. Joy apuntó su arma hacia ella, dispuesta a asesinarla; pero si Alexia tenía un monologo, ella lo escucharía antes de meterle una bala en la cabeza.
—¿Tú eres Alexia Ashford...?—preguntó Claire.
—Oh, sabes como me llamo—señaló esta esbozando una sonrisa dulce.
—¿No estabas muerta?
Joy miró a Claire por el rabillo del ojo—Es audaz de tu parte asumir que ella estaba muerta.
—No, sólo estaba hibernando durante quince años—señaló la rubia mirando a los tres como si fuesen simples hormigas—. Para ser uno con el virus Verónica.
—¿El virus Verónica?
—Aún tengo algunos experimentos que hacer—añadió Alexia con emoción—. ¿Quieren formar parte de ellos?
Joy le quitó el seguro a su pistola—Declinaremos amablemente tu propuesta, perra psicópata.
Alexia miró a la pelinegra con un gesto desagradable y luego miró a Claire—Tu amigo te espera en el coliseo. ¡No te retrases!
Joy disparó, pero la rubia logró esquivarla antes de escapar corriendo. Los tres se miraron entre ellos, antes de asentir para seguirla por las escaleras.
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Había algo que realmente sacaba un sentimiento nauseabundo en Joy Williams y era ver que la nueva mansión de los Ashford tenía tantas cosas idénticas a la mansión Spencer en las montañas Arklay. Eso le trajo recuerdos no tan bonitos durante su corta e interminable estadía allí en la noche de verano con el juego de la rata y el gato entre los equipos Alfa y Bravo de STARS. Los tres se abrieron paso por los mismos pasillos infestados de zombies que querían asesinarlos. Claire demostró ser una gran ayuda para ellos, ya que su puntería era casi parecida a la de su hermano y su arma era muchísimo más simple que un revolver que ella podía recargar con rapidez.
—Claire—dijo Chris al ver que ella cargaba por tercera vez el arma.
—¿Qué?
El castaño le miró a forma de advertencia—Creo que eres lo suficiente madura para que te diga que no malgastes la munición.
—Aguafiestas.
Joy soltó una carcajada.
Repentinamente, algo cayó sobre su cabeza y soltó un respingo al suponer que se trataba de una araña, tocándose el cabello. Claire soltó un chillido al sentir como una hormiga aterrizaba en su rostro, Chris tomó los brazos de las dos antes de echarse a correr al ver que más infectados se acercaban a ellos.
Claire soltó un gruñido—¡¿Qué diablos hacen hormigas en la Antártida?!
—¡Será otro de sus demenciales proyectos de investigación!—respondió Joy quitándose las hormigas de sus hombros—. ¡Definitivamente tienen algo con los insectos!
—Estoy harta de todo esto—se quejó la muchacha ganándose dos miradas inexpresivas de Joy y Chris—. ¿Ahora que dije?
Chris siguió disparando, dejando que los zombies muertos formasen una barricada para evitar que los otros entren. Joy lanzó una granada incendiaria que no tardó en ralentizar más al enemigo, dejándolos seguir a un pasillo donde había dos puertas y más zombies en camino para ellos. Lograron correr hacia una de las puertas al final del pasillo para ingresar a otro completamente recubierto de ladrillos, como si fuese un castillo medieval.
—Creo que no eres consciente del problema en que te has metido—señaló su hermano bloqueando la puerta para poder alejarlos de allí—. Y conmigo, cielo, estás en demasiados problemas.
—¿Estás bromeando, Chris? Por que tú eres la razón por la que estoy aquí.
—Yo no pedí que fueses a buscarme, Claire.
—No, pero lo hice por que no sabía nada de ti. Esto se podría haber evitado con una simple llamada: "Hey, Claire. Estoy bien, simplemente estoy escapando de los malos que tiene Umbrella. Nos veremos pronto."
—Sabes que no podía hacer eso, Claire.
Joy sentía que debía ponerle un freno a esto, a pesar de que lo estaba disfrutando.
(Pero, hablando en serio, ella debería ponerle un freno.)
—Y sabes muy bien que lo que hiciste fue irresponsable—añadió él acercándose a su hermana de manera firme.
—Suenas como papá—dijo Claire con un rostro bastante inexpresivo—. Y definitivamente eso no te queda bien.
—Claire, no me-
Joy se interpuso entre los dos—No creo que sea un momento para tener una pelea familiar.
Los hermanos Redfield se quedaron callados ante la intrusión de la muchacha pelinegra y Joy esperó que alguno de los dos le dijese que no se metiera o que la empujasen a un lado para poder continuar con su discusión. Ninguno de los dos dijo nada y ella los separó a un más para probar su punto.
—Podrán hablar de esto cuando estemos a salvo, porque, para ser sincera con ustedes—Joy señaló su entorno—. Este no es el lugar seguro y más teniendo a Alexia rondando en estos pasillos con intenciones de jugar con nosotros. Debemos limitarnos a encontrar a ese tal Steve del que tú hablas—miró a Claire para luego mirar a Chris—. Y después hacer que este lugar muera consumido por su propio fuego. ¿De acuerdo?
Los dos Redfield soltaron un gruñido al mismo tiempo, cruzándose de brazos.
Joy no podía creer que los había domado.
Detuviste la Tercera Guerra Mundial, pensó la pelinegra.
Los tres se giraron y continuaron por los pasillos, buscando el camino que podía llevarlos a donde Alexia quería que ellos estuviesen presentes. Joy se dio cuenta de que en cierta forma ella tenía razón con su teoría desde un principio cuando observó el casco del avión de carga incrustado cerca del hangar: Claire había podido aterrizar de la mejor manera posible y, después de todo, ella no se encontraba sola. Eso simplemente la hizo sentir más tranquila y realizó que Chris también lo estaba.
—Entonces—comenzó la pelinegra—. Tú no llegaste aquí sola.
Claire negó—Vine junto a uno de los prisioneros de la isla.
—¿Prisionero?—preguntó Chris con cautela.
—Relájate, tonto—lo interrumpió su hermana con un movimiento descuidado de su mano—. Él no me hizo daño ni nada. Casi le pateo el trasero cuando lo vi por primera vez. Su nombre es Steve Burnside.
Joy se mordió el labio para evitar soltar una carcajada.
—¿Qué ocurrió con él?—preguntó ella al reponerse, fijando sus orbes verdes en los azules de Claire.
—Fuimos atacados cuando intentamos salir de las instalaciones aquí y...bueno—señaló su entorno—. Terminé aquí y ustedes me encontraron. Agradezco que los dos hayan podido sobrevivir la isla.
—Cuando llegamos había un guardia que nos dijo que habías abandonado la isla—mencionó el castaño mirando al frente—. Wesker fue quien la atacó.
Claire soltó un gruñido—No es noticia. Tuve mi pequeño encuentro con él allí.
Joy y Chris se detuvieron al mismo tiempo, mirando a la muchacha que sostenía su revolver con gran habilidad.
—Solo me dio un par de raspones, logré escapar antes de que empeoren las cosas—respondió finalmente la castaña.
Joy soltó una carcajada—Casi le rompe el cuello a tu hermano.
—Agradezco que hayas estado allí para salvarlo.
—Podrías haberle cortado el cuello—murmuró Chris pasando a su lado.
Williams no tardó en rodar los ojos, antes de seguirlo en silencio. Giraron en el pasillo para encontrarse con una puerta enrejada al final del mismo. Claire se detuvo de repente, entrecerrando su mirada al ver una figura detrás de los barrotes, siendo prisionera por algo gigante. Luego, sus ojos se abrieron con horror al ver de quien se trataba.
Steve.
—¡Steve!—exclamó ella corriendo hacia la puerta.
El muchacho gritó—¡NO!¡NO SE ACERQUEN!
Las puertas se abrieron ante su presencia, permitiéndoles el acceso al llamado Coliseo, donde había una gran torre que tenía algunos peldaños irregulares, escaleras de piedra rotas y antorchas encendidas como si ese fuera el verdadero campo de batalla. Había celdas también, pero todas ellas se encontraban vacías y un muchacho de cabello rojizo claro se encontraba atrapado con un hacha gigante de vikingos, dejando su cabeza justo en el medio de las dos cuchillas. El muchacho en si ya estaba alterado y los tres lo observaron con atención.
Steve Burnside decidió hacerlos cambiar de parecer—Me ha inyectado algo. Creo que es el virus Verónica.
Diablos.
Ellos habían llegado muy tarde.
—Quiere ponerme a prueba—continuó el muchacho—. Ver si obedezco sus órdenes. Claire...quiere que yo te mate.
Claire dio un paso hacia él y Burnside soltó un grito de agonía.
Joy y Chris no dudaron en sacar sus armas, apuntando en dirección a Steve. Claire se interpuso, claramente asustada.
—¡No!—exclamó ella mirando a los dos ex pilotos—. ¡No lo hagan!
—Es demasiado tarde, Claire—espetó Joy de manera amenazadora—. Lamento tener que hacer esto, pero necesito que te hagas a un lado.
Steve soltó un gruñido—¡No...te mataré...!
Su rostro empezó a mutar, dejando su cabello como estaba, cambiando su pie a un color verde con unos ojos rojos que eran cercanos a los de un reptil. Una de sus manos se agrandó en forma, haciendo que sus dedos fuesen más gruesos hasta tener garras. Todo su cuerpo empezó a agrandarse más y más, creando un cuello y una joroba, mostrando espinas y puntas afiladas que salían de su cuerpo. Joy soltó un respingo al ver que el monstruo tomaba la gran hacha para librarse de su prisión y ella no tardó en recargar para empezar a disparar.
—¡Claire!—la llamó Chris—. ¡Dispárale!
Los tres empezaron a dispararle, esquivando los golpes que daba con su hacha. Chris empujó a Claire hacia Joy, quien no dudó en tomarla de un brazo para apartarla del peligro, buscando una salida para poder poner a Claire a salvo. Ella miró en dirección a los peldaños y observó el fragmento de escalera de piedra, tomó la mano de Claire para lanzarla hacia allí, dejando que ella se subiese a sus hombros para encontrar un punto estable antes de saltar y Joy la dejó allí antes de lanzarle una granada al monstruo que casi termina decapitando a Chris.
—¡Oye!—gritó Joy disparándole la espalda, el monstruo se giró—. ¡Métete con alguien de tu tamaño!
El monstruo soltó un gruñido al mirarla, acomodando su hacha en sus manos.
—Oh, mierda.
Claire debía admitirlo: Joy Williams era valiente.
(Pero también estúpida, como su hermano mayor.)
Los dos eran valientes y estúpidos al mismo tiempo.
Joy corrió hacia un costado, esquivando el hacha que el monstruo le lanzó, disparando desde el suelo antes de levantarse de un salto. Chris se colocó a su lado, esquivando la cola larga que tenía el monstruo. Los dos corrieron en dirección a dónde estaba Claire y la castaña rojiza no tardó en disparar en la parte descubierta del enemigo, haciendo que se pausara en sus movimientos. Chris aprovechó el momento para alzar a Joy y dejar que escale el peldaño para que después el tomase impulso, recibiendo ayuda de las dos muchachas para subirse sin problemas. La pelinegra lanzó otra granada que explotó en su cara, dejándolo aturdido por unos segundos.
—Claire, debemos retirarnos—señaló el castaño—. Debemos irnos.
—¡No!
—Se nos están acabando las opciones, chicos—exclamó Joy disparando dos veces más—. ¿Qué es lo que vamos a hacer?
Chris miró a las chicas—Vamos arriba antes de que nos alcance.
Joy saltó a otro peldaño, tomando la delantera, mientras que Claire la seguía después y Chris era quien tomaba la retaguardia. Los tres saltaron de un lado al otro, encontrando una salida en una de las rendijas que había arriba. Se apresuraron a salir de allí, pero la mutación de Steve parecía no querer dejarlos en paz, dispararon par de veces al ver que el monstruo tenía la habilidad de saltar a grandes alturas. Joy mantuvo a Claire a salvo mientras saltaban al último peldaño y le indicó a Claire que subiese por las escaleras primero.
Cuando el mayor de los Redfield saltó hacia ella, el monstruo no dudó en romperles el soporte que los mantenía de pie.
Y simplemente cayeron.
—¡No!
Joy se abrazó a Chris y disparó su gancho a uno de los puntos más altos de la torreta, encastrándolo contra la piedra, lo cual aminoró su caída y los estrelló contra la pared, cerca del suelo. Los dos se soltaron, cayendo al suelo — básicamente, él encima de ella, otra vez.
—¿Qué diablos fue eso?—preguntó Chris sin aliento.
—Ya te lo dije—gruñó ella soltando un quejido de dolor—. Satán tiene sus trucos de magia negra. Ahora levántate, que me aplastas.
Claire podría haber dicho algo en forma de broma juzgando en la forma en la que estaban, pero con Steve mutado y básicamente herido gracias a su hacha, ella bajó instantáneamente para ayudarlos a ellos. Steve agonizaba con la herida que le propinó su propia arma y Claire intentó de acercarse a él.
—¡Claire, no des un paso más!—exclamó Joy.
—¡Steve!
El monstruo cayó debilitado al suelo y se formó el silencio entre ellos.
Claire empezó a acercarse y la pelinegra estuvo a punto de detenerla, pero Chris posó una mano sobre su hombro, obligándola a ceder en lo que la menor de los Redfield quería. Se acercaron lentamente, hasta que los mismos tentáculos que estaban a la entrada surgieron del suelo, dispuestos a hostigar a los invitados inadvertidos. Una de estas tomó el pie de Claire y la alzó para poder inmovilizarla con otras.
—¡Claire!—bramó Chris sacando su cuchillo.
Joy disparó en todas direcciones, ahuyentándolos. Por el rabillo del ojo, observó que Steve se levantaba, blandiendo su hacha otra vez y corrió en dirección a Claire. Joy buscó librarse de su propia trampa para evitarlo, pero se detuvo cuando Steve soltó un rugido.
Él no cortó el brazo de Claire.
Cortó una de esas cosas que la retenía.
Las otras chillaron y una se incrustó contra el monstruo, atravesándolo para dejar claro un mensaje: que no había un punto de regreso. Y luego, solo luego de haber causado la catástrofe, se retrajeron, abandonando el lugar. El cuerpo mutado de Steve Burnside se encontraba volviendo a su estado original, herido gravemente por los juegos de Alexia Ashford.
—¡Steve!
Claire corrió hacia él y Joy podía imaginarse como podía terminar la situación. Los dos ex pilotos se acercaron lentamente, observando como Claire se manchaba las manos con sangre para intentar frenar el sangrado, pero Chris y Joy sabían que no lo lograría. Steve estaba muriendo.
Tal vez era mejor así.
—Vamos a sacarte de aquí—dijo Claire tratando de mantener su compostura.
—No...—bramó Steve con debilidad—. No voy a conseguirlo. Lo sabes...Tengo el virus, no hay vuelta atrás.
—Te vienes con nosotros, Steve, podemos ayudarte—insistió la muchacha castaña.
Su mano se dirigió a la mejilla de ella—Claire...
Tal vez, ellos eran algo.
Y Joy se sintió mal por ello.
Steve dejó de respirar y la pelinegra no tardó en apretar los labios al escuchar el llanto de Claire Redfield. Eran agonizantes, como si ella hubiese perdido a la persona que se convertiría en su amante de ahora en más y los dos se quedaron en silencio, mirándose de reojo. La única cosa que debían hacer era hacer pedazos toda la instalación y largarse de allí. Chris se acercó a Claire, quien seguía llorando y colocó una mano en su hombro.
—Quédate aquí—dijo él de forma suave—. Joy y yo iremos a plantar las bombas en la sala de alimentación.
Ella soltó un sollozo, sintiéndose enojada de manera repentina—Voy con ustedes.
Joy asintió antes de acercarse—Acabemos con esto de una vez por todas. Debemos detener a Alexia.
Chris y Claire contaban con ello.
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sin editar
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