100- De presentes, pasados y futuros 1° parte

-Los extraño tanto abuelitos... me hacen mucha falta... deseaba contarles que Luka y yo nos casaremos en dos meses, cuando cumpla los veintiún años...

Fue muy romántico, vino en un carruaje antiguo, junto a sus padres, y me dio una serenata... me recibió con un ramo de rosas blancas, símbolo de mi pureza y arrodillado, me pidió casamiento...

Estoy muy emocionado, abuelitos, quisiera que estuvieran conmigo...

Sentado en el perenne césped del camposanto, frente a las tumbas de Francisco y Krest, Alain liberaba su tristeza ante la pérdida de sus amados abuelos...

Acaecida un año antes, el joven príncipe aún no se resignaba y venía seguido a hablarles y contarles lo que sentía...

Ellos habían sido sus cómplices en sus escapadas a visitar a su amado Luka, cuando en plena adolescencia su gran amigo se transformó en su novio.

El andorrano de diecisiete años lo fue enamorando con detalles, pequeñas acciones que el menor amaba y su corazón le ganó al cariño y amistad que se tenían...

Luka nunca se resignó a ser sólo un amigo... el joven ibérico era una belleza para los ojos, pero tenía una sensibilidad y pureza que enamoraba aún más.

Los abuelos le habían aconsejado sabiamente que no se apresurara, que disfrutara de su adolescencia y el menor les había hecho caso... aún era vírgen llegando puro al casamiento...

-Mamá ya me encargó el traje blanco y estamos organizando la recepción... bueno, me voy pero volveré pronto... los amo y extraño tanto...

Dejó ambos ramos de rojos pimpollos y se incorporó, besando las frías piedras...

El último invierno había sido muy crudo y Francisco cayó enfermo con una neumonía que lo consumió en semanas, para desesperación de Shura y todos los miembros de la familia...

Krest se vio embargado por una profunda tristeza que se ahondó aún más hasta enfermar y se dejó morir... ya no deseaba perder a otro compañero de vida y seguir solo...

Ahora, uno junto al otro, rodeados de vegetación silvestre y toda la naturaleza que tanto amaban, descansaban unidos en su sueño eterno.

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Shura y Camus volvían de visitar a su familia en Francia... la muerte de sus padres había calado hondo en el corazón de ambos y necesitaban distraerse... era parte de la vida pero no quitaba que fuese doloroso...

Kanon y Saga habían sido pilares fundamentales para que no cayeran, sobretodo Camus que no podía superar la partida de Krest.

Kanon había estado a su lado, estoico como siempre, dándole el apoyo y contención que Shura no podía, por estar tan devastado como él...

Los preparativos para la boda estaban casi listos, siendo supervisados por los reyes mismos.

Con el paso de los años, la unión de Alain con Emmanuel y Ángel se había profundizado y ellos no podían evitar sentir que se casaba un hijo propio.

Hagen y Alberich ya estaban instalados en España y ayudaban en los últimos detalles...

La familia real francesa y la portuguesa ya habían llegado y todo era algarabía en el reino.

Luka se dejaba acomodar el esmoquin negro por Hagen, quién derramaba lágrimas de emoción...

Su único hijo, su tesoro, se casaba con el amor de su vida, con el príncipe ibérico que le robó el corazón a los nueve años...

En su habitación, Camus y Emmanuel ayudaban a Alain con su esmoquin blanco y le ponían los accesorios de costumbre...

Una fina cadena de brillantes regalo de Ángel, una cinta azul en la muñeca para la buena suerte y algo prestado...

Camus peinó su largo cabello aguamarina, tan igual al suyo pero más oscuro, y colocó su tan amada tiara en la cabeza de su hijo menor...

Alain la recibió con emoción pues sabía lo que esa joya significaba para su madre...

-Que tu vida junto a Luka sea bendecida con amor, comprensión, amistad y muchos hijos... te amo mucho, mi cielo...

Las palabras de su madre lograron que las lágrimas fluyeran.

-Vamos, venga una sonrisa que el novio debe ser el más hermoso de la fiesta!

Esta vez era Emmy quién le daba ánimos y le secaba las lágrimas.

Ya en la iglesia, el joven andorrano esperaba por su amado, de pie junto a sus padres y cuando las puertas se abrieron, no pudo evitar perderse en la belleza natural de su adoración, que caminaba hacia él con sus dos padrinos: Shura y Ángel.

Lo recibió con un beso en la mejilla, tomados de la mano recibieron las bendiciones, dijeron sus votos matrimoniales emocionando a varios presentes y escucharon las palabras del sacerdote uniéndolos ante Dios.

Se besaron tiernamente, se miraban con adoración y al voltear, fueron aplaudidos por todos los presentes.

La fiesta no era fastuosa, sí lo era familiar y en un contexto de mucha alegría, emoción y nostalgia...

A altas horas de la madrugada, Luka y Alain se despidieron de todos y fueron a la suite que había sido preparada para la noche de bodas.

El mayor levantó al príncipe en brazos y lo cargó hasta dentro de la habitación, la cual estaba acondicionada con luces tenues, velas aromáticas y un camino de pétalos de rosas hacia la cama.

Luka bajó a su amado y lo tomó por la cintura, besándolo dulcemente y subiendo de a poco el ritmo y la intensidad...

La ropa fue desapareciendo de sus cuerpos y por primera vez desde que lo conocía, Luka podía beber de la belleza de esa piel nivea, de ese cuerpo perfecto de doncel que tenía su amado...

Era inmaculado, él sería su primera y última vez, su único hombre...

Entre caricias y besos lo fue enloqueciendo, haciendo que Alain se deshiciera en gemidos de placer y necesidad...

Lo preparó con el cuidado que se le da a algo invaluable, a un cristal fino, a un diamante...

Y conquistó ese paraíso vírgen, deseoso de plantar bandera y clamarlo como suyo por siempre...

El príncipe era todo fuego, pedía por más, lo encendía una y otra vez y su primera vez, la primera de miles que tendrían a lo largo de toda su vida, fue increíble, perfecta...

Alain era suyo en cuerpo y alma...

La mañana los encontró dormidos y abrazados, dos piezas perfectas... sus corazones latiendo en sintonía, sus pulsos haciéndose uno...

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-Pronto nuestro heredero será rey de España... después de casi treinta años en el trono, he decidido abdicar en su nombre y dejar todo en sus manos...

Si pudieran escucharme, si me pudiesen dar una señal que estoy haciendo lo correcto...

Emmanuel sentado en una banca frente a la tumba de sus padres, ese rostro aún hermoso y con ligeras canas que sólo lo hacían ver más atractivo, suspiraba cansado...

Habían pasado poco más de veintiocho años desde que subió al trono de España...

Toda su gestión había sido propicia, con una economía pujante, tecnología de avanzada y grandes adelantos científicos propulsados por su consorte, que jamás dejó la medicina y siguió con los avances a niveles increíbles...

El hospital ahora había pasado a manos de Alain, quien se había graduado con los máximos honores en medicina biológica y nuclear, y de los gemelos menores, también médicos especializados en neurología y obstetricia... Elena, era la directora general del nosocomio.

Toda su familia había realizado su sueño, desde siempre Ángel estudió y se perfeccionó por ambos, lo incluyó en todos los proyectos posibles...

Luego, su hermano y sus hijos, a excepción de Felipe, todos estudiaron medicina y siguieron el camino de su padre.

Ahora, con casi sesenta y cuatro años, sentía que era el momento de delegar el mando pero tenía miedo...

Miedo al futuro... él fue criado para el día indicado llegar a ser rey... qué venía luego para él?

Sintió una brisa suave, una caricia en su rostro, que le recordó a su madre de inmediato... volteó pero no había nadie.

Otro suspiro salió de su boca y se dispuso a partir, besando ambas lápidas con amor.

-Extraño tanto sus palabras sabias y consejos justos... los gemelos también los extrañan, pero dicen que cuando llegue su hora, los buscarán...

Sonrió ante estas palabras, eran las que siempre repetía Kanon, desde que los reyes habían partido tres años atrás.

Simplemente se quedaron dormidos, en su lecho matrimonial, Shura cobijando a Camus entre sus brazos y sin una señal de dolor en sus rostros... se fueron juntos como siempre habían dicho que lo harían...

Volvió al palacio y Ángel lo esperaba con toda la familia, sus hijos, los nietos y los gemelos mayores...

Felipe había contraído nupcias con una princesa danesa y eran padres de un niño de trece años y una niña de diez.

Elena se casó con un médico griego y tras un breve tratamiento, pudo concebir a sus mayores tesoros, dos hermosas gemelas.

Benicio y Pólux no se sentían preparados para el matrimonio aún y se dedicaban a estudiar y viajar a cuanto congreso se hiciera...

Allí estaban todos, reunidos en la sala cuando llegó...

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