I
A Doflamingo le conocí en tiempos de guerra, tiempos en los que solo había que sobrevivir de alguna forma sin importar el cómo y eso incluía a la violencia desmedida que se veía día tras día. Mi madre solía recoger comida de basureros mientras que yo hacía la retaguardia para que nadie se nos acercase. Eran momentos difíciles, pero aún así fueron los mejores que pude haber vivido.
La vida es incierta y a veces cruel, pero lo que mas recuerdo de aquel entonces es el amor incondicional de mi madre hacia mi. Un amor puro e inocente que jamás olvidaré, porque todo lo que hago y vivo desde aquel día es por ella. Por su libertad. Incluyendo los juegos sucios del presente.
Hice una promesa hace mucho tiempo también, una que quizás en estas condiciones no pueda cumplir. No después de saber que mi propio capitán asesinó a su hermano y compañero de flota, aquel hombre que me prometió libertad a cambio de frenar a Doffy. Es un fallo que le deberé a Corazón por siempre. Hasta el final de mis días.
Frenar a Doffy es algo que ni el mismo Diablo puede hacer, si es que él no es el Diablo.
Eso lo tengo mas que claro.
—Podrías ir y vigilar a Violet por Doffy, algo no me cuadra. —escuché la voz de Diamante desde la puerta, una vez ingresaba a mi habitación e irrumpía mis pensamientos— Con todo el tema del coliseo y los Mugiwaras... ya me entiendes. Sería un peso menos.
—Como digas. —respondí, dando un suspiro— No es como si alguna vez hubiésemos fallado.
—Doffy está muy cabreado con lo de Caesar Clown, es un aviso.
—Ajá... —asentí— Por más que Doffy no lo diga, es obvio cuando se cabrea y ahora que Violet no está para darle placer se pone peor. Se estresa. Es como un animal.
Diamante medio rió en tono de burla ante mi comentario e intentó acariciar mi mejilla, la que quité apenas rozó con mi piel. Asco. Mis labios formaron una línea recta y escuché atrás mío una risa femenina.
¿En qué momento aparecieron todos? ¿Acaso no estábamos en crisis?
—Uh Uh, Kōzu-san está celosa. —Baby 5 siempre fue igual, no pude evitar el aire que salió de mi boca.
Que insoportable.
—No lo estoy.
—Sí, si lo estás. —rió ella, esta vez acercándose a mí con risitas y tono de burla— Doffy... Kōzu-san quiere darte placer...
—Baby 5, te juro que si dices una palabra más seré yo misma quien mate a tu siguiente prometido, ¿vale?
La chica pareció entender mis palabras y tan solo escapó a manos alzadas. Ello provocó una suave risa de Diamante que corté con la mirada casi por inercia. No estaba para bromas de ese calibre, menos con la ineficiencia de aquella mujer.
—Siempre puedes ir y desestresarlo tu misma, sabes que no se queja. —murmuró con gracia— Está en su habitación.
Entonces Diamante palmeó mi hombro y salió por la puerta, no sin antes regañar a Baby 5 —quien aún seguía tras la puerta riendo— por no realizar su parte del trabajo. Era una idiota.
Y todos lo eran en esta tripulación.
—Joder, que caos... —espiré, tocando mi tabique nasal de arriba hacia abajo mientras parpadeaba lentamente— Espero que todo salga de acuerdo al plan. No lo jodas... Violet.
Observé a mi alrededor, varios cuadros eran los que adornaban la habitación que me vio crecer —desde mis quince años, más o menos— y cada uno de ellos representaba cada misión junto con el tiempo que llevaba allí. No podía creer lo mucho que había aguantado hasta ahora.
Corazón siempre lo dijo —en el tiempo que estuvo con nosotros—, nada es imposible en este mundo y le creo, sin embargo, se me hacía complicado seguir con todo lo que me he propuesto desde aquel entonces. Pues como dije antes, conocí a Doflamingo en tiempos de guerra y algo que aprendí fue que jamás había odiado tanto a una persona como lo hice y hago con este hombre.
Si es que aún lo hago...
Me puse de pie, casi arrastrándolos al pensar en la idea de tener que vigilar a Violet por su propia culpa. Por ella estoy así de complicada. Si ella no hubiese armado caos con los Mugiwaras tal vez yo ya habría dejado este lugar. Habría cumplido mi meta.
Ella solo piensa en su bienestar y el del pueblo, ¿qué te hace creer que ayudaría a alguien como tú, la mano derecha de Doffy?
—Doffy, ¿necesitas algo? —fueron mis primeras palabras, una vez me acercaba a la puerta frente a mi habitación y tocaba sin miedo.
No hubo respuesta, solo un suspiro de mi parte. Este hombre era un idiota, un abusivo y... mierda. Es complicado.
Abrí la puerta despacio —por mera curiosidad— y le vi recostado en su sillón habitual. No sabía exactamente si dormía o no, pero al ver el desastre de su escritorio supe que algo no andaba bien. Y claro, con toda la crisis es él quien toma el cargo. No permitirá que nadie más dañe a los suyos.
Pero se lo busca. Y eso es lo que complica las cosas entre nosotros... tal vez. Nunca sé si realmente es un ser humano.
Observé sus facciones firmes bajo el pequeño libro que solía leer en tiempos de estrés, junto a sus labios levemente entreabiertos mientras su pecho desnudo subía y bajaba con lentitud. Su cabeza se reposaba sobre su mano y su seño tenía una leve arruga, como si odiase a todos.
Como siempre.
Le odio.
Sus gafas aún estaban sobre sus ojos y eso me dejó un poco más tranquila, sin embargo, no pude evitar el comenzar a limpiar el mesón que estaba tras aquel sillón. Odiando al mundo, como él.
Quien lo diría.
Sentí un breve movimiento de su parte, en cuanto dejaba el libro sobre su estantería —donde debía estar— y no dije palabra alguna. Quizás era porque ya sabía lo que había ocurrido. Él ya no dormía.
Su percepción era impresionante.
—¿Quien te ha dejado entrar? —su voz ronca y tranquila inundó la habitación.
—¿Pesadilla? —respondí, esta vez llevando los pedazos de vidrio hacia el traste de basura que había en la habitación.
Le sentí moverse y también bostezar, al igual que acomodarse en aquel sillón mientras observaba mis actos. Después de todo, sus tres metros de estatura no ayudaba al pequeño sofá en el que se encontraba.
—Yo pregunté primero. —su voz ronca inundó nuevamente la habitación, mientras intentaba evitar esa inquietante mirada que él tenía sobre mí.
¿Por qué siquiera estoy aquí? ¿Él me importa?
—Diamante dijo que estabas estresado, solo vine a limpiar. —respondí, aún recogiendo cosas que probablemente él mismo había botado al suelo— Así tienes un peso menos y te preocupas de los asuntos con Violet y los Mugiwaras.
Doffy comenzó a reír, y fue una risa suave, sin embargo, eso no quitó lo inquietante que se volvía el ambiente.
—Violet es una traidora. Ya no me concierne.
—¿Estás seguro?
—No me hagas enfadar, Kōzu. —esta vez sí, le observé— Yo sé lo que hago, no necesito niñera.
—Ya lo sé.
Me puse de pie y boté lo último al basurero, antes de ir a por la puerta. Realmente este hombre no estaba de humor el día de hoy.
Le odio.
—Kōzu, ¿te has enfadado? —aquí vamos de nuevo.
—No.
Le observé de re-ojo y pude ver como aún mantenía esa sonrisa maniática que acobardaba a muchos. Y, entonces supe que era mejor opción no salir de esa habitación.
Donquixote Doflamingo solía comportarse como un niño a veces, aunque fuese difícil de creer. Es un manipulador innato, de naturaleza. Una persona completamente tóxica.
Hasta podría asegurar que tiene muchos rasgos psicópatas, sin embargo, el tiempo que llevo aquí he aprendido a complacer sus órdenes de acuerdo a su sonrisa y miradas para estar a salvo. Al igual que trataba de entender las razones de porqué no era un completo psicópata como muchos aseguran.
—Ven aquí. —dijo— Cierra la puerta.
—Doffy, no quiero ser un reemplazo de Vio...
—No eres como ella, Kōzu. —insistió, con ese tono divertido y manipulador que tanto aborrecía— Ven, divirtámonos un momento.
—Doffy...
—Es una orden de tu capitán, ¿vas a desobedecerla?
Maldigo el día en que me subí a este barco.
Al igual que maldigo a mi poco poder frente a él.
Si tan solo fuera más fuerte o tuviese ayuda, yo...
—A esto has venido, solo no lo quieres admitir.—espetó él, mientras cerraba él mismo la puerta con esos hilos que tanto aborrecía— Ven aquí.
Por fuera, seguramente mi rostro sería muy parecido al de poker porque por mucho que quisiera tragar saliva u observarle con rabia, no pude hacerlo. Mis pies tan solo se movieron al compás y terminé en frente de Doffy.
¿Yo quería esto?
—No me pongas esa cara, Kōzu. —dijo él, tomando sorpresivamente mi mano derecha— No me hagas sentir como el malo de la película.
—¿Acaso somos los buenos?
—¿Acaso los buenos se preocupan por nosotros?
No respondí.
—Es el mismo círculo desde siempre, ya te lo he dicho antes. —esta vez acercó mi mano derecha hacia su propio rostro— No sirve que nos preocupemos por esa gente.
—¿Eso que tiene que ver?
Él no respondió, sin embargo, su semblante cambió un poco a uno medio molesto. Lo supe por las venas de su frente y el pequeño gesto de disgusto.
—Realmente me quieres enfadar, Kōzu. —dijo, esta vez bajando mi mano por su cuello y torso con un poco más de fuerza— Eres mi mano derecha, no lo olvido. Pero eres bastante odiosa.
—¿Así seduces a Violet?
Él volvió a sonreír.
—¿Estás celosa?
No.
—Solo era una pregunta. —respondí, esta vez sentándome en su regazo a la vez que él me quitaba algunos pelos del rostro— No asumas cosas que...
—Conozco las mentiras, sobre todo las tuyas. —dijo, a voz suave y ronca— Si no fuera así, no habrías venido a la primera oportunidad.
¿Entonces este sentimiento de incertidumbre son celos?
—Hoy estás de suerte, porque puedes hacer lo que quieras conmigo. —murmuró, bastante cerca de mi oído y entonces, cogió mi mano para acercarla a su pantalón, en su entrepiernas— Tócame, anda.
Esta vez sí, tragué saliva y no sabía si era por los nervios o el miedo de revivir recuerdos. Aún así, esta no sería primera vez que ocurriría algo así con Doffy, lo sorprendente es que quizás sí... eran celos.
Pero, ¿por qué?
¿Acaso él me importa?
—¿Aún con vergüenza? Me sorprendes.
Al estar sumida en mis pensamientos, no me di cuenta del momento exacto en que Doffy había metido mi mano dentro de su pantalón, en donde me instó a realizar movimientos sugerentes en esa zona. Cada uno de ellos sacó más de algún suspiro del pirata rubio que tenía bajo mis toqueteos.
Aquel sonido solo hacía que mis ganas de disfrutar el momento aumentasen, y eso no estaba bien.
—Calma, no tan fácil.
Su mano restante se posó sobre mi rostro apenas intenté besarlo y aquello cayó como un balde de agua fría en todo mi cuerpo. Puesto que, esa maldita sonrisa que tanto odiaba había vuelto a aparecer en su rostro, incluso con su respiración agitada por mis movimientos sobre su entrepiernas.
—Antes prométeme una cosa. —medio murmuró a voz ronca, bastante cerca de mi.
—¿Qué quieres?
—Quiero que asesines a Violet.
// Espero hayan disfrutado la lectura, esto es un mundo alterno que por lo tanto puede tener spoilers.
—o—
¡Hola! ¿Qué tal les ha parecido el capítulo? La verdad es algo corto para lo que suelo escribir, pero siento que me acomoda más en esta historia así que... que sea lo que deba ser!
Sin más que decir les agradezco por leerme (son lo best) y me despido!
Nos vemos en el próximo!
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