Capítulo 15 - No te enamores

Al transcurrir los días, Ángela comenzó a notar que un chico de su curso comenzaba a mirarle con otros ojos. Aparte de que usaba anteojos como él cuando era Ángel. La seriedad en el semblante de ese chico, de ojos castaños, eran un invitación a hablarle, pero ella no caería en eso. Su masculinidad aún luchaba en su interior. 

Sonó el timbre y las clases de lenguaje habían concluido. Y por el avance lento, alguien con insomnio podía encontrar el sueño reconfortante en su clase, sin necesidad de somníferos. Su compañero Tadeo podía recuperar las horas de sueño por irse de milongas. Pero sin Ángel no era lo mismo ni él mismo.

Ángela se adelantó a su amiga que aún le faltaba copiar media pizarra. La necesidad acuciante de ir al baño apremiaba sus pasos y debía apurarse antes de que mojara su despampanante uniforme. Pero no se había dado cuenta que su pretendiente, el de ojos castaños, lo seguía como un león africano que acecha a su cebra. «¡Mierda, qué quiere este pendejo!», se dijo alistando sus pequeñas manos para ponerlas en acción.

Llegando a la puerta del baño, el chico se puso a solo un metro de Ángela, mirándola cohibido y decidido. Ángela se detuvo en seco y se dio la vuelta con ganas de comérselo con ferocidad. El chico era atractivo sin llegar a ser un adonis. Pero, a leguas, se veía un chico disciplinado, pulcro y de voz gruesa y agradable.

—¿¡Por qué me sigues!? —dijo Ángela con cejas en diagonal y lista para una grosería descomunal.

—No, solo quería decirte que...

—¿¡Qué cosa!? ¿Qué buena estás? ¿Qué buen culo? O tal vez, ¿Hola, mamacita...?

—No, nada de eso... Yo respeto tu cuerpo. Una anatomía perfecta.

—¡Porque yo no soy la que tú crees!

—Yo te conozco, amiga...

—¿¡Cómo!? ¿Ahora me conoces?

—Sí, eres la chica que se adueñó de mi corazón con tan solo una mirada.

Ángela abrió los ojos y por poco se le caen los globos oculares del asombro. Definitivamente, Ángela no lo iba a tomar con calma sabiendo que su masculinidad emergía como ballena.

—¿¡Qué cosa!? —vociferó Ángela y puso seriedad a su rostro.

—Sí, te vi y sentí que la llama del amor renacía en mí y debía sacarlo. Es un sentimiento colosal que me golpeaba por dentro y debía expresarlo con palabras sinceras.

Ángela sintió ganas de reír, pero, al mismo tiempo, empezó a sentir miedo, por la extrema sinceridad del muchacho.

En ese instante, su amiga Priscila llegó y arruinó el momento del chico misterioso.

—¡Priscila! ¡Ahí viene mi amiga! Adiós, adiós como te llames.

—Me llamo Roberto.

—Sí, sí, te veo luego...

—Está bien. Mi padre vendrá a recogerme en su Maserati.

«¡Dios, este muchacho es ricachón! ¡Lástima que soy hombre por dentro!»

Priscila acompañó a Ángela al baño, aunque por poco termina topándose con otro alumno por tratar de ingresar al baño de varones.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top