Capítulo IV
Después de ese día no volví a verte; eras como un fantasma que solo existía en mi cabeza y que de vez en cuando hacía su aparición. Estaba decidida a olvidarte, por lo que había comenzando a salir con un chico cuando tenía dieciséis y entendí que los encuentros oportunos entre nosotros dos se habían terminado.
Mi madre y mi padre habían vuelto a estar juntos desde la última vez que te ví, ella por fin había superado su enfermedad, estaba dispuesta a comenzar todo desde cero. Jamás había visto a mi padre tan feliz. Renunció a su trabajo como piloto y buscó otro trabajo como asesor de viajes para estar más cerca de nosotras. Eran momentos felices en mi familia.
Mis relaciones amorosas no estaban funcionando tan bien como esperaba, le había dado la bienvenida al sexo para tratar de mantener a mi último novio, justo después de hacerlo me había arrepentido; no podía creer que me había comportado de una manera tan estúpida, así que terminé con él y decidí no volver a involucrarme con nadie hasta dentro de varios años.
Era el verano antes de que comenzara la universidad. Había ido a pasar algunos días a la casa de playa de los padres de mi amiga Jess. Ambas estamos tomando el sol y comiendo frutas de merienda cuando vimos a un grupo de universitarios corriendo por la arena.
Eran alrededor de media docena, iban corriendo como en esas películas de rescatistas, donde parecen caminar en cámara lenta mientras se ven jodidamente sensuales. Jess y yo miramos embobadas sus atléticos cuerpos cuando pasaron bromeando a nuestro lado, tú eras uno de esos chicos.
Te veías más fuerte que hacía algunos años, sin duda habías maduro convirtiéndote en todo un hombre apuesto, pero como siempre me fijaba cada vez que te veía, aún tenías ese rostro amable y servicial que te caracterizaba; no te habías convertido en un patán arrogante como los chicos de mi escuela. Eso solo hizo que mi corazón diera un salto en mi pecho mientras mi estómago se retorcía con las tan populares mariposas.
Pensé en llamarte, pero todavía continuaba intentando tragar el pedazo de manzana que había estado comiendo hacía minutos.
Te giraste para golpear a uno de tus amigos cuando tu vista recayó en mí. Esos grandes ojos marrones que tanto había llegado a apreciar me miraron directamente. Y me reconocieron.
Tus labios formaron mi nombre, como si me llamarán silenciosamente.
Me puse de pie para caminar hacia tí, iba a ir a donde estabas, a hablarte, a preguntarte como estabas, a besarte, a cualquier cosa... Solo quería estar cerca de tí.
El cielo se abrió en una fuerte tormenta que para mí pareció haber llegado de la nada o simplemente no me había fijado en cómo cambió el clima; tus amigos te tomaron por los brazos y te arrastraron lejos de mí mientras tu rostro aún seguía con esa expresión de desconcierto instalada, como si hubieses visto un fantasma. Jess también me arrastró de regreso a su casa.
Otra vez te había perdido.
Durante todo el tiempo que estuve allá, todos los días fui a aquella playa, con la esperanza de verte algún día, aún cuando mi piel se quemó y sufrí quemaduras de segundo grado.
Pero jamás volviste.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top