31💕
Mientras tanto, Sesshomaru estaba terminando de firmar los documentos del divorcio. Sus movimientos eran tranquilos, casi automáticos, como si no le importara el peso que esas firmas cargaban. Frente a él, Kagura observaba en silencio, aunque su teléfono comenzó a vibrar justo antes de que Sesshomaru terminara.
-Es mi padre -dijo Kagura, apartándose hacia la puerta para contestar. Después de un breve intercambio, regresó con una expresión que oscilaba entre la impaciencia y la resignación-. Como acordamos tratemos de mantener esta informacion de que nuestro divorcio ya es un hecho por dos semanas
Sesshomaru no reaccionó mucho más allá de un leve asentimiento. No tenía interés en los problemas de Kagura ni en lo que implicaban. Todo su enfoque estaba en algo más. Miró su reloj y notó que el tiempo había pasado más rápido de lo que pensaba. Debía regresar al hospital con Rin.
Sin embargo, antes de hacerlo, recordó que había cosas en su departamento que ella necesitaría. Decidido, se levantó y buscó a Jaken.
-Termina con esto lo más rápido posible -le ordenó Sesshomaru con su habitual tono autoritario, mientras se dirigía a la salida.
-Sí, mi señor, no se preocupe. Todo estará listo -respondió Jaken, inclinando la cabeza antes de apresurarse a cumplir la tarea.
Sesshomaru salió del edificio y subió a su auto. Mientras conducía hacia su departamento, su mente no estaba en los papeles del divorcio ni en Kagura; solo pensaba en Rin. La idea de verla le traía una calma inesperada, pero al mismo tiempo lo apuraba. Quería estar a su lado, contarle que finalmente había cerrado ese capítulo de su vida.
Al llegar a su departamento, recogió algunas cosas que sabía que Rin necesitaría: ropa cómoda, algunas cosas de aseo y un pequeño detalle que pensó que podría animarla. Sin embargo, justo cuando estaba saliendo del edificio, se encontró con algo inesperado.
Un grupo de reporteros lo estaba esperando.
Los flashes de las cámaras iluminaron la entrada, y las preguntas comenzaron a caer una tras otra:
-¡Señor Taisho, ¿es cierto que mantiene una relación clandestina?!
-¿Cómo afecta esto a los hospitales Taisho?
-¿Qué tiene que decir sobre las acusaciones de su esposa?
Sesshomaru no dijo ni una palabra. Con su habitual frialdad, avanzó entre el tumulto, ignorando las cámaras y las preguntas. Pero por dentro, algo lo inquietaba. ¿Cómo sabían los reporteros que estaba allí? Alguien estaba filtrando información, y eso no solo complicaba su situación, sino que podía poner a Rin en peligro.
Se subió al auto rápidamente y cerró la puerta con fuerza, arrancando de inmediato. Su expresión permanecía serena, pero su mente estaba llena de posibilidades. Si alguien estaba detrás de esto, sus intenciones no podían ser buenas, y debía actuar rápido para proteger a Rin.
Mientras el auto avanzaba hacia el hospital, sentía una urgencia de llegar cuanto antes con Rin.
.-.-.-
El hospital estaba tan callado que daba escalofríos. Rin alzó la vista hacia el reloj de la pared y dejó escapar un suspiro al ver que no habían pasado más de diez minutos desde que se había dormido. ¿Cómo era posible que el tiempo se sintiera tan lento? Cada segundo parecía estirarse como un chicle mientras esperaba que alguien llegara. Estaba aburrida, pero más que eso, se sentía inquieta.
Sesshomaru no estaba, y ese silencio extraño la ponía nerviosa. ¿En qué momento la presencia de ese hombre se había vuelto tan reconfortante? Se removió en la cama, tratando de acomodarse, pero un dolor agudo en el vientre le recordó que debía ir despacio. Respiró hondo y trató de calmarse, recordando las palabras del doctor: nada de estrés, nada de movimientos bruscos. Claro, como si fuera fácil quedarse quieta con todo lo que tenía encima.
Justo cuando empezaba a perderse en sus pensamientos, un sonido inesperado la hizo tensarse. La puerta de la habitación se abrió lentamente, rechinando un poco. Rin levantó la cabeza de inmediato, esperando ver a Sesshomaru o a la señora Kaede, quien había salido hace rato a buscarle algo de comer. Pero en cuanto vio quién estaba ahí, sintió un golpe seco en el pecho.
Ahí estaba él, parado en la entrada, mirándola con esos ojos que siempre le habían causado escalofríos.
-Hola, Rini -dijo con una voz grave y calmada, pero había algo en su tono, una frialdad que le heló la sangre.
Mil recuerdos invadieron su mente. Ese hombre... el que había evitado durante tantos años. Su padre. Mirokawa Hirai, o mejor dicho ahora, Mirokawa Susuki.
El hombre que había destrozado su infancia.
Rin sintió un frío recorrerle el cuerpo. El dolor en su vientre volvió a hacerse presente, pero no dejó que se notara. No podía permitirse mostrar miedo, no frente a él.
-¿Qué haces aquí? -preguntó con voz tensa, aunque las palabras salieron algo entrecortadas.
-Vine a verte, por supuesto. ¿Qué clase de padre sería si no me preocupara por mi hija, después de tanto tiempo? -respondió mientras entraba y cerraba la puerta tras de sí. Su tono era suave, casi amistoso, pero sus ojos contaban una historia muy distinta.
Rin intentó enderezarse en la cama, aunque sus manos temblaban.
-No necesito que te preocupes por mí... no después de todos estos años -dijo Rin con voz firme, aunque por dentro temblaba.
-Ay, pequeña, ¿cómo no iba a hacerlo? -respondió Mirokawa, esbozando una sonrisa torcida mientras la observaba con esos ojos que tanto la aterraban-. La última vez que te vi, creí que estabas muerta.
-Nunca te has preocupado por mí -respondió Rin, apretando los labios, intentando contener la rabia que comenzaba a hervir en su interior.
Mirokawa soltó una risa ligera, esa que siempre la había hecho sentir insignificante, y se acercó a la cama con pasos lentos, cargados de intención.
-Siempre tan desafiante, igualita a tu madre. Ella también pensaba que podía enfrentarse a mí, hacer lo que quería. Mira cómo terminó.
Las palabras golpearon el pecho de Rin como si fueran cuchillos. Apretó las sábanas con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos. Respiró hondo, luchando por mantener la calma.
-No tienes derecho a hablar de ella.
-Oh, Rini, claro que sí -respondió Mirokawa, con una tranquilidad que helaba la sangre-. Todo lo que soy ahora, todo lo que tengo, se lo debo a ella. Y a ti, por supuesto. Tu existencia fue... útil, durante un tiempo. Pero ahora... ahora te estás convirtiendo en un problema.
El corazón de Rin comenzó a latir tan rápido que temía que él lo escuchara. Esto no era una visita casual. Había algo más detrás de esa aparición. Algo mucho más oscuro.
-No sé de qué estás hablando -dijo, intentando que su voz sonara firme, aunque sentía el miedo escalando por su garganta.
Mirokawa se inclinó hacia ella, invadiendo su espacio personal, sus ojos crueles a pocos centímetros de los suyos.
-Estoy hablando de tus jueguitos, de tu manía de meterte donde no te llaman yde investigar cosas que no debes. ¿De verdad crees que puedes escapar de mí? -Su tono se volvió frío, casi mortal-. Te lo advertí hace años: si volvías a aparecer en mi vida, haría que lo lamentaras.
-Yo no se de lo que hablas-respondió Rin con un hilo de voz.
-¿Ah, no? ¿Entonces esa enferemera ,lo esta haciendo sola? -dijo él con una sonrisa burlona mientras alzaba una ceja-. Te lo dejé muy claro cuando murió tu madre. Si te atrevías a desafiarme otra vez, no tendría compasión contigo. Antes, te perdoné porque eras mi hija... y porque te parecías tanto a ella. Pero no vuelvas a jugar conmigo, Rin.
Rin sintió que las lágrimas querían salir, pero se tragó el nudo en la garganta. No iba a darle el gusto de verla derrumbarse.
-No puedes controlarme -respondió, sacando fuerzas de un lugar que ni ella conocía-. No soy como mi madre. No voy a dejar que destruyas mi vida.
Mirokawa arqueó una ceja, sorprendido por un instante. Luego, su expresión cambió a una sonrisa vacía, carente de cualquier humanidad.
-Eso ya lo veremos -dijo, sentándose a su lado mientras tomaba un mechón de su cabello entre los dedos, como si jugara con él. Su cercanía era sofocante-. Eres igual de bonita que tu madre, y supongo que eso es lo que tiene embobado al idiota del heredero de los Taisho... igual que en su momento con el imbécil de mi hijastro.
Rin lo miró con frialdad, sus ojos desafiantes a pesar del miedo que sentía.
-¿Crees que no lo sé? -continuó él, con una mueca de desdén-. No hay nada que se me escape. También sé que llevas a un par de bastardos en tu vientre,no pense que fueras una zorra frecida para meterte en un matrimonio.-menciono con ironia-Quizas algo aprendiste de mi-se rio .
-Se que el maldito de Toga ,tampoco te acepta en su famili y entre otras cosas más ,como el hecho de que entraste a trabajar por esa anciana que tanto te cuida ,que ahora descaradamente esta tratando de investigando cosas que no le convienen. Lo que me sorprende es que tú no lo sepas.
Las palabras de Mirokawa eran como veneno goteando lentamente. Rin apretó las sábanas con más fuerza, tratando de no perder el control y escuchado lo que succedia.
-Si sigues por ese camino, Rin, me encargaré de arruinar a matar a tu amante y arruinar a su familia o de hacer que desaparezca si se me da la gana... igual que lo haré con esa anciana y su sobrina. ¿Sabes qué? Ahora tengo el poder, y nada me detendrá.
-No te atrevas -dijo Rin con los dientes apretados, su voz cargada de una furia contenida.
Mirokawa soltó una carcajada seca y se levantó, arreglando el ramo de flores que acababa de dejar sobre la mesa junto a la cama.
-Por eso lo mejor que puedes hacer es desaparecer una vez más y no meterte en mi camino.
Se giró hacia la puerta, pero antes de salir, agregó sin mirar atrás:
-Cuida bien de esos niños que llevas dentro. Sería una lástima que algo les pasara.
Cuando la puerta se cerró, el silencio en la habitación fue abrumador. Rin sintió que su pecho estaba a punto de explotar. Finalmente, las lágrimas comenzaron a correr por su rostro. Llevó las manos a su vientre, abrazándolo como si pudiera proteger a sus hijos de todo el mal que la rodeaba.
-Voy a protegerlos -susurró entre sollozos-. No importa lo que haga, no voy a dejar que los lastime ,ni a ustedes ,ni a sesshomaru ,ni a nadie...
.-.-
Kaede tenía los documentos extendidos sobre la mesa frente a ella. Sus ojos recorrían cada línea con atención, buscando asegurarse de no pasar por alto ningún detalle. En sus manos sostenía algo poderoso, algo que podría cambiar todo: pruebas suficientes para abrir una demanda contra Taisho y mantenerlo lejos de Rin de una vez por todas.
Sin embargo, la duda la asaltaba. ¿Cómo reaccionaría Rin al enterarse? Sabía que la verdad siempre era dolorosa, pero en su estado actual, cualquier estrés podía ser peligroso. Esto le pesaba más que cualquier otra cosa. La joven ya había enfrentado demasiados golpes en su vida, y descubrir que el accidente de su madre no había sido una tragedia fortuita, sino una negligencia médica, podría romperla.
Kaede suspiró profundamente, dejando caer los hombros. Tal vez debía hablar de esto con Sesshomaru. Él era la única persona con la fortaleza y el interés genuino de proteger a Rin. Quizás, juntos, podrían encontrar la mejor manera de manejar la situación sin ponerla en riesgo. Pero también sabía que este tipo de secretos no podían mantenerse ocultos para siempre.
-Tantos años, y al fin la verdad está saliendo a la luz -murmuró para sí misma, con una mezcla de alivio y amargura.
Miró los papeles una vez más antes de guardarlos cuidadosamente en una carpeta. Había llegado el momento de actuar con inteligencia. Protegería a Rin, pero también debía asegurarse de que los responsables de tanto sufrimiento enfrentaran las consecuencias.
Mientras caminaba hacia la puerta, su mente seguía debatiendo. No había vuelta atrás, y aunque las decisiones que tomaría podrían traer conflictos, sabía que era lo correcto. La verdad, por más dura que fuera, siempre debía prevalecer.
-.-.-
-¿Qué puede ser tan terrible, Toga? -preguntó Irasue, con un tono de molestia que delataba su creciente preocupación.
Toga, visiblemente nervioso, dejó la copa de vino a un lado y se pasó una mano por el rostro, como si estuviera luchando con su propio tormento interior.
-Querida, esto es mucho peor de lo que imaginas... -respondió él, con un tono grave y lleno de ansiedad-. Mirokawa y Ana Susuki... Si se enteran de que esa mujer está viva, y que el estúpido de Sesshomaru está dispuesto a sacar su crimen a la luz... me destruirán.
Irasue lo miró, sorprendida, pero también con una creciente sensación de terror.
-¿A qué te refieres? -preguntó, ahora más inquieta.
Toga respiró hondo antes de hablar, sus palabras salieron cargadas de culpa y miedo.
-Hace muchos años, cometí una negligencia médica, con una mujer... esa mujer era la ex-esposa de Mirokawa. La maté, bajo sus órdenes. Pero también tenía que matar a su hija. Sin embargo, no pude hacerlo.
Irasue frunció el ceño, claramente confundida y alarmada.
-¿Qué... demonios hiciste incesato? -preguntó, su voz temblando por la gravedad de la situación.
Toga, con la mirada vacía y un peso en su pecho, continuó.
-No pude matarla. Así que, en lugar de eso, entregué el cuerpo de otra niña y otra mujer.
Fueron ellos quienes me ayudaron a pagar la enorme deuda, quienes lo cubrieron todo ,antes de que le hospital se hunidera. Y ahora... ahora esa niña es...
-Esa niña es la mujer con la que Sesshmaru esta invlucrado . Además, está esperando un hijo suyo. Es la madre de su futuro hijo.
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