One Shot.
El trio celestial del universo 7 se encontraba viajando hacia el universo 10. Bills y Shin necesitaban hablar asuntos importantes con los dioses del universo vecino, y como es costumbre iban acompañados por Wiss. Llegaron al palacio sagrado de Gowasu, algo cansados empezaron a preguntarse dónde estaba el kaio anciano pero solo su aprendiz estaba esperándolos.
-Gowasu salió junto a Ramushi a un planeta lejano, pero no tardan en regresar. –dijo Zamasu serio.
-¿¡Esos idiotas creen que tenemos todo su tiempo!? –Respondió molesto Bills.
-Tendrán que esperar. –Se cruzó de brazos- pero pueden por mientras disfrutar la estadía aquí, les serviré algo de té.
-¡No venimos a tomar té! Incompetente aprendiz.
-Si eso no les parece, también pueden ir al sauna a descansar y a deshacerse del estrés... sobre todo tu Bills. –Lo miro de reojo mientras se dirigía a uno de los tantos cuartos de sauna que estaban dentro del palacio-
-Suena bien, Bills, hemos recorrido mucho camino hasta acá. –le comenta Shin.
-Ya que no me queda otra opción... -gruñe estirando los brazos- Vamos. -mira de reojo a Wiss- ¿Tú no piensas venir?
-Prefiero esperar aquí afuera.
-Como quieras. –Respondió el felino dándole la espalda, caminando hacia el templo.
En uno de los espaciosos y calientes cuartos de sauna estaba sentado el joven Kaioshin de piel llamativamente verde, con solo una diminuta toalla alrededor de su cadera dejando al descubierto su atlético y bien marcado cuerpo, el cual no tenía musculatura exagerada. Pensó que estaría sin compañía por un buen par de horas hasta que alguien entro a la habitación tomándolo por sorpresa.
-¿Quién es? –Pregunto un tanto molesto, lo último que quería era ver a Bills desnudo gritándole incoherencias-
-Oh, lo siento. –Respondió Wiss algo apenado- no sabía que estabas aquí ¿te importa si me quedo aquí contigo?
-No, puedes dejar tu ropa por aquel estante.
-Eres un chico muy amable, Zamasu. –le sonríe mientras se desviste.
Por una extraña razón el Kaioshin no podía apartar la vista de aquel ángel con delicados rasgos faciales pero con un cuerpo demasiado masculino, el cual se colocó una de esas pequeñas toallas, sus ojos seguían danzando atentos a los movimientos del su alto acompañante.
-Estas telas no cubren nada realmente. –Le comento Wiss con un tono de voz alegre mientras se acercaba a el- me sentare aquí a tu lado.
-Claro no hay problema. –Le devolvió la sonrisa- pensé que estarías con los otros dos.
-Los busque en un principio y no di con ninguno pero ¿sabes? prefiero tu compañía.
Los ojos de Zamasu se abrieron en señal de asombro por las palabras de aquel bello ser sentado junto a él, o más bien por el movimiento de sus finos labios. Se estaba sintiendo más cómodo de lo normal. Hubiera seguido la conversación pero el deseo de posar sus labios en los de él lo consumían por dentro. Sin pensarlo más lo miro a los ojos por un momento y se inclinó lentamente hacia su boca, cerro sus ojos y lo beso suavemente, para su sorpresa su acto impulsivo fue correspondió, se había arriesgado a ser rechazado y despreciado, pero sus sentimientos eran mutuos, sentían como si fueran amigos de toda la vida, amigos que en secreto estaban enamorados uno del otro.
-Esto... no está bien, Wiss. –lo aparto y se levantó-
-¿Eso crees? –Se levanta y se coloca atrás de él, sus grandes manos se posaron sobre su pecho- ¿crees que esto es malo? –le susurra a la oreja-
-No soy esa clase de persona.
-¿Así? ¿Entonces por qué me besaste de esa forma? –Le sigue hablando al oído, su voz era tranquila y seductora- Yo sé que tú me deseas tanto como yo a ti. –le besa el cuello hasta bajar a su hombro, sus manos ahora masajeaban su pecho.
Su cuerpo se estremecía con cada toque del atrevido ángel que lo tenía entre sus brazos. Se giró quedando cara a cara con él, coloco sus brazos sobre el cuello de este y volvió a besarlo, el acomodo sus manos sobre su delgada cintura. Siguieron besándose con la pasión y deseo de dos adolescentes, se acariciaban con desenfreno.
Sin saber cómo, los dos quedaron tumbados en el húmedo pero cálido piso, Wiss encima de él, enredado entre sus piernas, volvió a besar su cuello pero ahora dejando pequeñas mordidas, sus labios bajaron recorriendo todo su pecho, pasaba su lengua por los sensibles pezones. La inquieta mano del ángel bajo hasta la entrada de su compañero, introdujo dos de sus dedos con suavidad, lentamente los movía de adentro hacia afuera, ligeros gemidos se hicieron presente en la habitación.
-Wiss... -le susurro entre jadeos- quiero sentirte dentro de mí. –su cara estaba empañada por el vapor y sus mejillas teñidas de un rojo brillante.
Ya listo, introdujo con aun más cuidado su erecto pene, soltó un pequeño jadeo al sentir como esa apretada entrada succionaba su miembro cada vez más. Empezó a moverse con suavidad, aumentando el ritmo cada vez más hasta estarlo embistiendo con una fuerza digna de un ser divino como él. Los gemidos fueron convertidos en gritos de placer y éxtasis.
-Me estoy viniendo... –susurro mientras eyaculaba encima de su abdomen, salpicando también a su compañero.
-¿En serio? –pregunto asombrado- entonces yo también lo hare.
Lo sujeto de las piernas abriéndolas totalmente, siguió penetrándolo con mayor fuerza y rapidez ahora su pene entraba más profundo. De un momento a otro su eyaculación se hizo presente llenándole todo el vientre de espeso semen el cual empezaba a salirse de su entrada una vez que el retiro su miembro ya flácido.
-Eso fue maravilloso, Zamasu. –dijo sonriendo, sonrojado y agitado.
-Tú eres maravilloso. –su corazón palpitaba a mil por hora.
Salieron del cuarto de sauna, y del palacio, ya vestidos sin decir palabra alguna, para su sorpresa todo el lugar se encontraba completamente solo, habían estado varias horas halla dentro y, para su suerte, nadie se dignó en buscarlos.
-Quieres tomar algo de té. –le pregunto sonriendo.
-Claro. –Wiss le devolvió la sonrisa
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