Unico
¿Creer en el amor a primera vista?
Prefería no opinar nada al respecto, porque no tendría palabras con las cuales poder responder a esa difícil pregunta.
Esas solo eran historias que en algún momento de su infancia escucho como aquel típico cuento de hadas donde la princesa se enamora a primera vista de su príncipe o caballero que se encargo de derrotar al temible dragón, que la rescato de la torre más alta y ambos son felices para siempre o hasta que la muerte los separe, algunas de las dos cosas que puede llegar a suceder primero. Algo muy bonito y mágico que en su momento no podía negarlo pero al ser un pequeño infante, es probable que se crea todas aquellas historias que los padres siempre contaban y nunca dudaba de la palabra de los mismos o de ese adulto responsable que estará en las buenas y en las malas al lado de todos aquellos pequeños seres que están aprendiendo a comprender la vida.
Aunque siendo sinceros, esta no era una historia de esas porque en realidad, aquellos monstruos existían, encerrados en cartas que eran utilizados para jugar contra varios duelistas más pero creo que por el momento, no tomaremos este tema por el momento.
No es que Yugi Mutou tenga problemas con esos cuentos de su infancia, le encantaron en su momento como toda niña de su edad que suspiraba cada noche y miraba por su ventana, en busca de alguna pequeña estrella fugaz que fuera capaz de hacerle realidad su más grande deseo, mientras lo deseaba con ese puro corazón que tenía en ese entonces y se iba a dormir para al día siguiente, despertar con demasiadas energías y tratar de hacer amigos como todos los días. ¿Qué niña nunca soñó con un encantador príncipe? ¿Qué niña no quería enamorarse a primera vista de aquel caballero que se gane su corazón y derroto al temible dragón que le provocaba pesadillas? Todo niño buscaba en ese momento lo mismo: amor y que sus sueños se hagan realidad. No tenía problemas con aquellas historias, al contrario, siempre le gustaron, nunca paraba de sonreír y suspirar al escuchar o leer. Soltar pequeñas risitas e irse a dormir con un buen sabor de boca. Imaginando como sería una vida así, imaginando como seria él. Imaginando toda una vida y al final, solo terminaba por cansarse y mejor dormía para poder esperar al día siguiente.
--¿Yugi-san? ¿Me estas escuchando?
--¿Eh?
--¿Qué si me estas escuchando?
Aunque también provocaba que se quedara soñando despierta cuando se supone, estaba haciendo algo más importante que hacer eso, tal pareciera que no había aprendido aún cuando pasaban los años y seguía haciendo lo mismo, solo se regañaba mentalmente que tenía que dejar de ser un tanto despistada o en algún momento alguien se iba a enojar. Abrió y cerró varias veces sus ojos al escuchar la voz de Mokuba hablarle mientras movía su mano arriba y abajo frente a sus ojos para que volviera a tocar tierra. Sonrió un tanto nerviosa mientras se disculpaba y rascaba un tanto nerviosa su cabeza, realmente, no había escuchado nada de lo que le había estado diciendo. Al final, solo soltó un pesado suspiro en el que Mokuba, solo pudo negar mientras rodaba los ojos un tanto divertido y le volvía a explicar de una manera más suave a lo que había ido con ella, no tenía que ser un genio cuando era demasiado obvio, tanto porque todos lo sabían y hasta no dudaba que su hermano era consciente de lo que provocaba con su simple presencia y solo le gustaba jugarle al valiente como siempre. Era tan obvio lo que estaba sucediendo y no podía culparla a ella por dormir despierta, cuando la culpa era de alguien más. Podía sentir un poco de pena en ese momento. Hasta sentía ganas de disculparse.
Todo era culpa de Seto, todo era su culpa desde el momento que había entrado en el rango de visión de la chica. Había entrado a decir algunas órdenes, unas más duras que otras mientras mostraba aquella sonrisa orgullosa a las que muchos le tenían miedo como otros más, solo crecía aquel respeto que tenían por el líder de la corporación Kaiba y les daba más ganas de seguir trabajando duramente. Al final, solo se marcho, no sin antes, dirigir una pequeña mirada a ambos en el momento que se encontró con sus miradas y solo asintiendo con la cabeza, como si hiciera una pequeña reverencia y sonreía con sinceridad, eran de esas pocas veces en las que se podía apreciar ese lado amable de él.
Alejándose por el camino donde había entrado. Tal vez provocando o no, que ella solo dirigiera su mirada a él. Buscando sus ojos y buscando que ella se perdiera entre el mar de pensamientos que la abrumaban con su sola presencia. Seto siempre iba un paso adelante. Aunque también, le otorgaba algo más.
--Me encargare de agregar esas últimas correcciones en el juego, gracias por hacérmelo notar Mokuba-kun
Y ahí iba una vez más. Aquella Yugi que sonríe con amabilidad y ternura, algo que de alguna manera le agradaba a Mokuba, era lo que provocaba Seto en ella y tal vez, lo que ella provocaba en su hermano mayor. Era aquella fuerza, carácter o algo más que le ayudaba a que se esfuerza para trabajar con sus energías renovadas y que gracias a que Seto había aparecido, ella era capaz de hacer todo para seguir haciéndose notar. Tal vez era su imaginación pero tal pareciera que ella no se daba cuenta que únicamente, la miraba a ella porque para Seto, ya era lo bastante notoria que era imposible que sus ojos no buscaran inmediatamente los de Yugi. Al final, solo negaba divertido. Aunque también lo comprendía ¿Quién quisiera separar su vista de la duelista más fuerte?
--Después de que termines, no olvides pasarte por la oficina de Seto para confirmarle
--Claro, yo me encargo
--Buena suerte Yugi-san
--Hasta luego, Mokuba-kun
Así Mokuba se despedía de Yugi. Revisaba algunas cosas y se iba hacer algunas cosas más en la empresa, le tocaba supervisar como todo buen hermano menor que siempre apoyara a su hermano menor. Al final, ella suspiro al momento de dejar de ser el centro de atención y recargo su mentón en sus manos. Recordando aquel porte elegante de Seto que siempre tiene cuando llega a un lugar, la persona tan importante que era para todos en aquel lugar, aquella mirada orgullosa y tranquila como aquellas palabras que siempre le dirigía a todo su personal, era capaz de subir los ánimos y provocar que todos trabajaran, justo como ella lo hace. Como también, aquella mirada que le dirigía, tal vez a ella o a Mokuba. Aquellos ojos tan amables, aquella sonrisa que cada día descubre más, no siempre sonríe con orgullo, también existen las amables y las que, como en ese momento, solo provocaba que quisiera soltar suspiros, trataba de ocultar aquella pequeña sonrisa de su rostro para que nadie se diera cuenta de ello. Solo le hacía suspirar más mientras sentía como sus mejillas volvían a calentarse, prefería mover su cabeza de un lado a otro para olvidar todo eso y poder enfocarse en el monitor frente a ella aunque su cabeza, realmente no se encontraba en ese momento en tierra.
Si alguien le preguntara a Yugi sobre la creencia del amor a primera vista. Ella no sería capaz de responder porque al mismo tiempo que conoció mejor a Seto Kaiba como compañero y hasta como rival, Yugi Mutou no pudo evitar pensar que él es el tanto el príncipe como el caballero que se atrevió a domar al dragón para enfrentarla y robarle el corazón para que se atreviera a salir de su torre y enfrentarse a cada duelo por ello, aunque tal vez, de todo ese tiempo, consiguió algo más que un corazón robado. Menos mal que Jounouchi no ha hecho nada por querer hacer una de sus locuras, desde el momento que se entero de aquellos sentimientos que ella tiene por Seto, y solo dejarse más en ridículo de lo que la mayoría ya están acostumbrados a ver en él.
Si. Algo así se trataría su historia de cuento de hadas si es que algún día, alguien quisiera escuchar sobre ello.
.o.
En el momento que Seto Kaiba escucho la puerta de su oficina abrirse, no pudo evitar sonreír al saber de quién se trataba. Solo le basto por ver la hora de aquella pantalla para solo hacerla desaparecer, no era importante lo que mostraban aquellas pantallas, no tanto como la persona que en ese momento, iba asomarse por la puerta y observar a ese pequeño cuerpo que entraba a su oficina con aquella gran sonrisa como con aquellos grandes y expresivos ojos de los que ella es poseedora. Aquella falda blanca lisa que le llegaba un poco arriba de sus rodillas y las medias negras que cubrían sus piernas como los zapatos de tacón con los que ella se había acostumbrado a caminar que ahora, realmente se hacía retumbar por su oficina que fuera casi hipnótico para todo el personal masculino que la viera caminar. Aquella camisa morada que estaba bajo un chaleco del mismo color que la falda y la curiosa corbata negra que le hacía ver aun más elegante. Aquel cabello tan extravagante que solo le hacía lucir en ella, como los mechones sueltos de su cabello que le hacían lucir más femenina en ella.
Recargo su mentón en su mano mientras solo la observaba caminar con aquella seguridad de la que es poseedora. Siempre era curioso verla con ropa formal al menos en el trabajo, como la ropa informal que ella suele vestir en sus días de descanso. Incluso cuando solo eran unos jóvenes, donde ella estudiaba y él, solo se encargaba de lo mismo con la corporación Kaiba, tratando de hacer simulación tras simulación y tratar de derrotarla.
Siempre buscaba aquella mirada, siempre buscaba que esos ojos se posaran en él como la primera vez. ¿Desde hace cuando es que empezó a buscar todo eso? Desde el momento que la vio por primera vez por culpa de aquellas estúpidas imprudencias de la juventud que ahora, solo quiere dejar en el olvido pero era imposible cuando había muchas personas que le hacían recordar todo lo que hizo, aunque siendo sincero, no prestaba atención a nada de eso. La miraba como la rival que fue en su tiempo y que genuinamente se llevo el título de gran duelista y reina de los duelos, aquella gran rival que siempre se le fue imposible de derrotar en su tiempo por las grandes habilidades y confianza que ella poseía desde esa primera vez y más con la ayuda de su otra yo en el rompecabezas del milenio. La admiración que tuvo como también, aquella determinación de derrotarlas algún día. Tal vez tendría que seguir esperando pero no importaba cuando a ella la podía ver una y otra vez. Aunque había estado un poco obsesionado con aquella otra yo, ahora que regreso al presente tal vez podía hacer algo, lo que siempre quiso.
--He terminado con las correcciones marcadas por Mokuba-kun --Hizo una pequeña reverencia como formalidad. Al momento que ella volvió alzar su rostro, ella volvió a sonreír y rascar su mejilla.-- Así que ahora puedes revisarlas y confirmar tú opinión después
--Gran trabajo Yugi --Fueron las primeras palabras que salieron de él. Provocando, que ella sonriera, se sonrojara un poco y rascara su cabello nerviosa. Estaba acostumbrado a ver esa reacción en ella, que en otras mujeres solo le desagradaba pero con ella, tiene otro tipo de reacción que era difícil el ponerlo sobre la mesa.-- Pero ya es un poco tarde para revisar las correcciones, confió en ti
--Supongo que es hora de irnos a casa
Ante aquellas palabras de la mujer frente a él. No pudo evitar sonreír y darle la razón, no pudo estirarse y mover su cuello casi de una manera violenta hasta escuchar como tronaban aquellos pequeños huesitos que le provocaba una gran satisfacción. Era momento de regresar a casa, ya era demasiado tarde y eso significaba que no había ningún empleado cerca.
Se levanto de su asiento, guardando y apagando todo a su paso hasta que llego frente a Yugi, quien le ofreció su saco y después de ponérselo, le permitió que le acomodara el mismo. Se tuvo que agachar un poco para que aquellas pequeñas manos acomodara todo en su lugar. No importaba si fuera un gran gigante, no importaba si ella era un poco más baja, siendo sincero, aquello le gustaba, la forma tan delicada en la que acomodaba todo en su lugar, la forma en la que rozaba un poco esas pequeñas y suaves manos con su cuello. Una vez que todo estuvo en su lugar, ambos salieron de su oficina para dirigirse a los ascensores en aquel silencio tan tranquilo que siempre se ha formado entre ellos dos. Ya estando adentro, no pudo evitar mirarla con atención. La manera tan tranquila en la que siempre se encuentra, la manera en la que siempre sonríe o se pone seria cuando hay algo mal y siempre encuentra la forma de salirse con las suyas, ideando siempre un plan, nunca dejando de pensar en cada una de las posibilidades que se puedan encontrar frente a ella. La manera en la que trabaja y siempre encuentra la manera para demostrarle otras formas. Todo eso, es lo que le llama la atención.
Siempre lo ha sido. De alguna manera, siempre se ha sentido así, siempre ha sido guiado de esa manera, de una manera que ha roto todo tipo de planes que ha tenido y solo siendo guiado a diestra y siniestra, sin saber qué rumbo tomara pero que de alguna manera, era el correcto. Prefirió mirar a otro lado, mientras ambos esperaban llegar a la parte del estacionamiento.
Sus manos, en ese momento, se tocaron y se enlazaron con seguridad, sin querer separarse, sin realmente, desear hacerlo. Agradecían que ese ascensor, solo fuera ocupado por Seto y por nadie más, a excepción de ella y Mokuba pero ahora, él no se encontraba ahí con ellos por más que al hermano menor de Seto siempre le gustaba estar a su lado, momentos como ese y solo con ella, prefería mantener su distancia con aquella sonrisa en su rostro orgulloso de su hermano mayor, había entendido en mantener su distancia aunque aparecer de vez en cuando, no era malo para todos.
Aquella pequeña y simple acción, provoco que Yugi soltara una risita que cubrió con sus manos y que Seto solo sonriera un tanto complacido por aquel pequeño y sincero tacto. Aquella sonrisa sincera que ha descubierto con el tiempo, que realmente existía.
--Es hora de regresar a casa --Fue lo que murmuro mientras tomaba sus manos con un poco más de fuerza aquella pequeña mano.
--Si, después de días que no duermes, lo que al menos te mereces, es un descanso --Soltó una pequeña risita.-- Supongo que fue por esto que Mokuba-kun me dijo que viniera a tu oficina, no has descansado bien que te ves horrible
--¿Tanto así?
Fue en el momento que ella decidió mirarlo. Aquellos ojos que se notaban cansados, no pudo evitar levantarse en puntitas para poder alcanzar su rostro y acariciarlo con suavidad, noto como este cerró los ojos complacido. Abrió los ojos despacio para mirarla con atención, aquellos ojos que solo miraban con atención los suyos. Como siempre ha sido desde el momento en que se conocieron, desde el momento de que pudo calmar todo tipo de locuras para enfrentar a su mayor rival, el se dio cuenta que solo puede tener a esa chica frente a sus ojos, frente a ella. Quien realmente, ha estado a su lado.
--Las bolsas de sueño no van con el orgullo de Seto Kaiba
--Esto irá bien para la prensa, solo lo hare si
--¿Si?
--Solo si tú estarás ahí
Ella abrió los ojos sorprendida a esas palabras pero inmediatamente sonrió con tranquilidad, con aquella ternura que no conocía hasta momentos como esos. Momentos que empezó a conocer desde el momento que se entero de aquellos sentimientos que eran tan obvios en ella y que solo sentía por él. Sentimientos que empezó a descubrir por su culpa.
--¿Es una orden como mi jefe o como...?
--Como tu jefe --Se acerco al rostro de ella y sonrió. Aquella sonrisa orgullosa que no podía evitar sentirse un tanto nerviosa por esa violación de su espacio personal que se ha dedicado a romper cada que se acerca así.-- ¿Acaso quieres que sea como algo más?
Desvió la mirada en el momento que escucho aquel usual sonido de que habían llegado a su destino y volvió a mirar a Seto.
--Esta bien, vamos a descansar
Eran aquellas palabras que escuchaba de ella antes de sacarla como un saco de papas y caminar con ese porte elegante. Sin importarle que ella se sonrojo, tratando de cubrir un poco su trasero, aunque era de más decir, que ya estaba acostumbrada a ser sacada de esa manera que solo se tranquilizo y esperaba a su destino.
.o.
Aquel calor que era desprendido. Aquellas suaves caricias como los suaves movimientos por debajo de las sabanas, que no tenía nada de segundas intenciones, solo eran momentos cálidos, momentos en los que se podían olvidar lo que había afuera, de la existencia de todas esas personas y solo ser ellos dos, como desde hace tiempo ya eran. Aquellos largos y fuertes brazos que rodeaban su pequeña cintura. Aquellas pequeñas piernas que se enlazaban a sus piernas. Los cabellos un tanto desordenados y el aroma al mismo shampoo como del jabón que ambos ocuparon cuando tuvieron su tiempo de darse una merecida ducha. Aquella larga camisa de Seto que cubría su pequeño cuerpo como ver al mismo que utilizaba aquellos pantalones junto con una camiseta. Aquella tranquila oscuridad que invadía aquel gran cuarto, aquellas grandes ventanas que dejaban ver el exterior, aquella noche estrellada y la gran luna que en ese momento, decidió salir a iluminar un poco todo a su camino.
Aquellos morados que Yugi tenía por ojos, aquellos azules con los que Seto, no podía dejar de mirarla, de apreciarla. Sintiendo sus respiraciones, sincronizando sus corazones. Incluso sus movimientos. Sin embargo, ante el cansancio que Seto sentía en ese momento, solo vio como ella sonreía y acariciaba su cabello, suaves caricias que solo provoco que cerrara sus ojos y en su momento, empezara a soltar pequeños suspiros de que estaba totalmente dormido.
Si alguien le preguntara a Seto porque busca que aquellos ojos morados solo lo miren a él. El respondería con total orgullo. Porque en ella, como su rival y como ahora aquella nueva creadora de juegos que estará bajo su cargo, diría que al mismo tiempo que la había odiado, la había respetado y ahora que es capaz de ver otro lado de ella, fue capaz de encontrar todas las respuestas solo con su mirada. No se estaba aprovechando para nada en los sentimientos que ella tenía por él. Solo, no quería dejarla ir. No permitiría que esa perfecta mente, se alejara de él. Que aquel rival que empezaba a querer, fuera con alguien más. Era Seto Kaiba y no iba a permitir que le quitaran algo que por derecho, era suyo.
Yugi no entendió lo que Seto debe estar soñando pero si sintió la manera en la que entre esos sueños, fue que la llevo a su pecho, la abrazo más a sí. Sintiendo su pecho, aquel calor que él desprendía. Escuchando su corazón. Cerró los ojos. Si, era aquel caballero que domo el temible dragón y que ahora que recupero el corazón que le robo, era imposible alejarse de él. En el momento que aquellos ojos azules se posaban en ella, era imposible el querer escapar de sus garras.
--Te quiero Seto
Murmuro antes de quedarse dormida junto con él. Provoco que el mismo sonriera y la cobijara más.
Este no era un cuento de nunca acabar. Este solo era una realidad que les gustaba vivir y cada día esperaban por más momentos como ese, junto con un futuro que esperaban ver juntos. Al lado del otro, tomados de la mano y nunca perdiendo de vista aquellos ojos que eran capaces de decir todo. Si, así era su vida.
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