10
A la mañana siguiente él no apareció. Mi padre, sin embargo, volvió a visitarme por segunda vez en dos semanas a pesar de estar desbordado por su exigente trabajo. No obstante, no podía apartar mis pensamientos de la extraña actitud de Rubén en nuestros últimos encuentros. Por lo general siempre me había gustado conversar con personas que guardaban un ápice de misterio, me excitaba, algo así como las bebidas con gas cuyas burbujas acarician tu garganta a medida que desciende por ésta. Pero él, él tenía más caras de las que un genio podría contar y todas ellas desprendían cierto grado de siniestridad enfermiza.
Hablas del tiempo pero estás ausente, tu inquieta mirada carece de vitalidad y tu cálido tacto desprende frescura, ¿quién eres?
–Lena, cariño, ¿te encuentras bien? –Sus verdáceos ojos ligeramente envejecidos denotaban una radiante preocupación. Su agarre sobre mi antebrazo se suavizó poco a poco cuando asentí despacio, esforzándome por esbozar una sonrisa sincera.
–Sí, papá, es solo que –Un intenso escalofrío recorrió mi estómago al plantear mi verdadera angustia– la doctora García lleva un par de días ausente y la echo de menos.
¿Cómo podría habérseme escapado un detalle así?
–Oye, gracias por venir papá pero me encuentro algo cansada. ¿Podríamos dejarlo por hoy? –pregunté distraída. Su gesto contrariado en un principio me correspondió con una amable sonrisa irradiando comprensión.
–Claro que sí, cariño –Se aproximó para abrazarme y plantó un suave beso en mi cálida frente. Poco después cerró la puerta con sigilo, dejándome a solas.
A continuación dejé caer mi pesada cabeza sobre la dura y fría almohada y cerré los ojos para reorganizar mis ideas.
Mi mente viajó sin problemas a la primera consulta con Celia, la doctora sustituta. Acaricié el excitante sentimiento de cambio y asimilación tras la noticia de su presencia. De nuevo, quise patearme mentalmente por haber sido tan ingenua y haberme conformado con la escueta historia de Ruiz. Entonces, ante mi sorpresa, el rubio acudió de nuevo a mi mente como un relámpago en la noche. ¿Tendría algo que ver el hecho de que mencionara que sus padres ya no volverían a preocuparse por él? La terrorífica imagen impactó en mi cerebro como un repentino detonador en marcha. De un salto me puse en pie pero después fuí incapaz de dar un solo paso. ¿Y si Mónica...? Mis rodillas se fundieron como gelatina. Mi respiración se volvió entrecortada. Solo el intenso impacto que recorrió mi columna vertebral tras el impacto contra el suelo logró catapultarme fuera del shock inicial, aunque por poco tiempo. Sudorosa y dolorida, mis manos viajaron inconscientes al borde de la inamovible camilla. Sin embargo, mis temblorosos brazos fueron incapaces de levantar mi peso.
Aterrada, abrí la boca y, tras un agudo gemido atropellado, mis tensas cuerdas vocales volvieron a vibrar con desesperada fuerza, lo cuál sólo logró asustarme más.
No puede ser. Me repetía. Ella estaba bien, no, no puede haber... ella está bien y ahora...
En pocos segundos la pesada puerta de madera se abrió de golpe. Dana, la enfermera más joven de la planta avanzó a zancadas hacia mí a cámara lenta justo antes de desvanecerse por completo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top