Capítulo 9
El resto de la semana fue una verdadera prueba para Taehyung. Cada mañana, su padre lo detenía antes de que pudiera salir por la puerta, inspeccionando su mochila con una minuciosidad que le hacía sentir como un prisionero. Las manos firmes y frías del hombre revolvían entre los libros, asegurándose de que no llevara nada que no tuviera que ver estrictamente con sus estudios. Ni rastro de sus zapatillas de ballet, ni las mallas que solían darle la sensación de libertad que tanto anhelaba.
Taehyung se mordía el labio mientras su padre terminaba la revisión con un gesto satisfecho. —Todo en orden —decía con frialdad, devolviéndole la mochila. Y aunque no lo decía en voz alta, el mensaje era claro: no hay lugar para el ballet en esta casa.
Pero lo que su padre no sabía era que Taehyung contaba con el apoyo incondicional de Jungkook. En silencio y sin que nadie lo advirtiera, Jungkook se había convertido en su cómplice y refugio. Cada mañana, después de la rigurosa inspección de su padre, Taehyung se dirigía a la escuela con el corazón un poco más ligero, consciente de que, al final del día, Jungkook lo estaría esperando a la salida para llevarlo a sus prácticas, con su ropa de cambio lista en el maletero del auto.
Su vida se desarrollaba con una calma relativa, pero una tarde en particular interrumpió esa serenidad. El ambiente del estudio, siempre familiar y reconfortante, estaba impregnado de una energía extraña. Las luces suaves iluminaban los espejos impecables, y el suelo, preparado para recibir cada uno de sus movimientos, le recordaba que ese era su espacio, donde podía ser él mismo sin restricciones. Sin embargo, todo cambió en el momento en que una voz desconocida resonó en el pasillo.
—¿Ya llegó Caterina? —preguntó una de las maestras al pasar junto a él, como si la llegada de esa persona fuera un evento muy esperado.
Taehyung levantó la vista, curioso, justo cuando una joven alta, de cabello rubio y ojos brillantes, entraba al estudio con paso firme. Llevaba consigo una presencia imponente, pero serena, como si el espacio le perteneciera sin necesidad de reclamarlo. Al ver las zapatillas colgando de su bolso, supo de inmediato quién era: Caterina, la nueva bailarina omega francesa de la que tanto se había hablado.
Caterina saludó al grupo con una sonrisa suave, pero había un destello de confianza en su mirada que no pasó desapercibido. Al notar a Taehyung, asintió levemente, como si ya lo conociera, a pesar de que nunca se habían visto antes. A lo largo de la tarde, su presencia fue imposible de ignorar; su técnica era impecable, y cada movimiento que hacía irradiaba una elegancia y perfección que atraía la atención de todos, incluyendo a Taehyung.
A medida que la clase avanzaba, Taehyung sintió un ligero roce de inseguridad ante la llegada de la nueva bailarina, pero su propia pasión y deseo por mejorar se mantenían intactos. Jungkook confiaba plenamente en él, y eso le proporcionaba el impulso necesario para enfocarse. Al finalizar la práctica, Caterina se acercó con una sonrisa, extendiendo la mano.
—Soy Caterina Dupont. Como sabrás, acabo de unirme al estudio. Tu estilo es impresionante —dijo, con un tono amigable que ocultaba la competencia implícita en sus palabras.
—Gracias, soy Kim Taehyung —respondió, sorprendido por la amabilidad de la bailarina, aunque en el fondo sabía que un nuevo desafío había llegado.
En las siguientes prácticas, todo parecía transcurrir con normalidad. Taehyung se concentraba en su técnica, mientras la presencia de Caterina se hacía cada vez más notoria en el estudio. A pesar de que había una palpable competitividad en el aire, todo se mantenía dentro de los límites profesionales... hasta que un día, Caterina decidió romper esa barrera.
Después de una sesión intensa de práctica, ambos se encontraron solos en el vestuario, guardando sus pertenencias. Fue entonces cuando Caterina, con su típico aire de confianza, se acercó a Taehyung con una sonrisa que, a sus ojos, parecía calculada.
—¿Sabes? —comenzó, su voz suave pero con un toque de presunción—. He estado pensando en hablar con el administrador del estudio, Jeon Jungkook. He notado que es muy atento y... bastante atractivo. —Hizo una pausa, buscando la reacción de Taehyung.
El corazón de Taehyung dio un vuelco, pero mantuvo la calma. No podía quedarse callado frente a esa confesión.
—En realidad... Jungkook y yo estamos viendo qué pasa entre nosotros —confesó, sintiendo un nudo de nervios en la garganta mientras observaba la reacción de Caterina.
Por un instante, el rostro de Caterina se mantuvo impasible, pero pronto su mirada cambió. Los ojos que antes brillaban con una sonrisa ahora lo miraban de forma fría y despectiva. Era como si una barrera invisible hubiera caído entre ellos, separándolos.
—¿Tú? —preguntó Caterina, soltando una risa corta que apenas sonaba sincera—. No me lo esperaba. Así que los rumores son ciertos. Pensé que Jungkook tendría mejores estándares.
Las palabras de Caterina golpearon a Taehyung como una bofetada silenciosa. Podía sentir la rivalidad en cada palabra. La tensión entre ambos creció desde ese instante, y aunque intentaban mantener la compostura durante las prácticas, había algo indiscutible: Caterina ya no lo veía como un compañero. Ahora lo veía como una amenaza.
Cada movimiento en la sala de baile se sentía cargado de competencia. Caterina, con su impecable técnica y su presencia imponente, parecía querer demostrarle a Taehyung que estaba por encima de él, no solo en el ballet, sino también en la atención de Jungkook. Y aunque Taehyung intentaba concentrarse en su propio crecimiento, no podía ignorar esa mirada de desafío que Caterina le lanzaba de vez en cuando, como si estuviera esperando que cometiera un error.
Taehyung, sin embargo, no estaba dispuesto a ceder. Sabía que Jungkook lo apoyaba, y aunque el desprecio de Caterina lo afectaba, decidió usar esa rivalidad para impulsarse más en su pasión por el ballet, sabiendo que cada movimiento era una forma de demostrar que no solo estaba ahí por casualidad, sino porque se lo merecía.
El ambiente en el estudio ya se había vuelto tenso desde la confesión de Caterina, pero todo se tornó peor cuando llegó el momento de inscribirse para las audiciones.
Cuando abrió la puerta, el sonido de la voz de Caterina resonó en el pequeño espacio. Estaba parada junto al escritorio de Jungkook, inclinada ligeramente hacia él con una sonrisa seductora. Jungkook, sentado detrás de su escritorio, hojeaba unos papeles, pero la atención de Caterina claramente no estaba en los formularios.
—Entonces, señor Jeon —dijo ella, en un tono suave y juguetón—, ¿cree que podría tener un poco de su tiempo después de las audiciones? Podríamos hablar sobre mi futuro en el estudio, ya sabe... —Dejó la frase en el aire, esperando provocar una reacción.
—Señorita Caterina, no soy tan mayor —respondió Jungkook, levantando la vista con una ligera sonrisa amistosa—. No me gusta que me traten de 'señor'. Si gustas, puedes decirme Jungkook —mencionó mientras escribía algo en su libreta.
Taehyung se detuvo en seco al notar la escena. Su corazón se aceleró, y el nudo de incomodidad volvió a formarse en su pecho. Cuando Caterina lo vio entrar, un brillo malicioso cruzó por sus ojos, como si hubiera estado esperando ese momento. Sin perder la compostura, intensificó su coqueteo con Jungkook, acercándose más a él, con una mano sutilmente apoyada en el borde del escritorio.
—Oh, Taehyung, no te había visto entrar —dijo con falsa sorpresa, mirándolo de reojo mientras mantenía su sonrisa altiva—. Estaba aquí hablando con Jungkook sobre las audiciones. Pero, por supuesto, tú ya lo sabes todo sobre él, ¿no es así? —La ironía en su voz era inconfundible.
Jungkook levantó la vista de los papeles, y sus ojos se encontraron con los de Taehyung. Su expresión cambió al instante.
—Tae, justo estaba por ir a buscarte para que te inscribieras —dijo Jungkook, levantándose de su silla con una sonrisa—. ¿Todo bien?
Antes de que Taehyung pudiera responder, Jungkook se acercó y le dio un beso suave en la mejilla, un gesto que, aunque lleno de cariño, también desprendía una palpable sensación de posesividad. Taehyung sintió una oleada de calidez recorrerlo, pero también un desafío latente mientras dirigía su mirada hacia Caterina.
—Todo bien —respondió Taehyung, tratando de sonar tranquilo, aunque su voz traicionaba sus emociones. Se aseguró de mantener la mirada fija en Caterina, un claro intento de marcar territorio.
Caterina dejó escapar una pequeña risa antes de dirigirse a la puerta, pero no sin antes lanzar una última mirada hacia Taehyung, sus ojos brillando con un desafío implícito.
—Bueno, Jungkook. Hablamos después, cuando tengas tiempo, en privado —dijo ella con una voz suave, lanzándole una sonrisa coqueta mientras salía, rozando levemente el brazo de Taehyung al pasar junto a él. Su toque fue sutil, pero cargado de insinuación, dejando una estela de tensión en el aire.
Taehyung permaneció en silencio por un momento, observando la puerta cerrarse tras ella. Un torbellino de emociones lo invadió: celos, frustración, y sobre todo, la sensación de que Caterina estaba disfrutando demasiado con esa competencia no solo en el estudio, sino también por la atención de Jungkook.
Jungkook, percibiendo el malestar en Taehyung, dio un paso hacia él.
—No le hagas caso —murmuró, acariciando suavemente el rostro de Taehyung—. Sabes que soy solo tuyo, ¿verdad?
Taehyung asintió, pero las palabras de Jungkook no lograban disipar del todo la creciente sensación de rivalidad con Caterina. Comprendía que, a partir de ese momento, no solo competiría en el escenario, sino también fuera de él.
—¿Qué fue eso de dejar que te tuteara? —cuestionó Taehyung, alzando una ceja, su desconfianza palpable.
—Solo quise ser amistoso —respondió Jungkook, intentando restarle importancia al asunto.
—¿Amistoso? Claro... —replicó Taehyung, su tono escéptico revelando la frustración que sentía.
Intentó ignorar el incómodo momento que acababa de presenciar, pero el malestar persistía en su pecho mientras se acercaba al escritorio. Estaba decidido a concentrarse en su objetivo: inscribirse para el papel de Clara, el personaje principal de la audición.
Pero justo cuando iba a tomar el formulario, sus ojos se desviaron hacia la lista de inscritos. Allí, con una caligrafía impecable, estaba el nombre que no quería ver: Caterina Dupont. Y, para su sorpresa —y frustración—, ella también había puesto su nombre junto al papel de Clara.
Taehyung sintió como si una piedra cayera en su estómago. Sabía lo que eso significaba. No era casualidad que Caterina hubiera elegido el mismo papel que él. Todo en ella, desde sus miradas provocativas hasta sus palabras envenenadas, lo había llevado a este punto. Era una clara provocación, y no había duda de que Caterina estaba decidida a querer demostrarle, una vez más, que intentaría superarlo no solo en su vida personal, sino también en el escenario.
Trató de mantener la calma mientras sus dedos se aferraban al bolígrafo. "No le des el gusto", se repitió en su mente, pero el nudo en su garganta lo traicionaba. Firmó su nombre junto al papel de Clara, su respiración ligeramente acelerada.
Jungkook, que lo observaba desde atrás, pareció notar el cambio en su semblante.
—¿Todo bien, Tae? —preguntó con voz suave, preocupado por la evidente tensión en su expresión y el sutil cambio en sus feromonas.
Taehyung esbozó una pequeña sonrisa, pero sus palabras salieron con un tono algo forzado.
—Sí, todo bien. Solo... algo sorprendido.
Jungkook frunció el ceño y siguió la mirada de Taehyung hacia la lista. Al ver el nombre de Caterina junto al papel de Clara, su expresión cambió levemente. Sabía lo que aquello significaba. Puso una mano firme en la cintura de Taehyung, como si quisiera brindarle apoyo silencioso.
—Sabes que puedes con esto —le dijo, sus palabras llenas de confianza—. No dejes que nada te distraiga. Lo harás increíble.
Aunque las palabras de Jungkook le dieron algo de consuelo, Taehyung no pudo evitar sentirse atrapado en el juego que Caterina había orquestado. Ahora no solo tenía que dar lo mejor de sí para la audición, sino que también tendría que demostrar que no se dejaría intimidar por las provocaciones de su rival. Y aunque sabía que Jungkook estaba de su lado, la batalla en la audición sería solo entre él y Caterina.
Jungkook notó el nerviosismo y la tensión en Taehyung, y decidió que necesitaban un momento de tranquilidad. Con pasos firmes, se dirigió a la puerta y la cerró lentamente con seguro, asegurándose de que tuvieran la privacidad que necesitaban.
Con una mirada comprensiva, Jungkook se acercó a Taehyung, como si su única intención fuera calmarlo. Pero justo cuando estaba por inclinarse para besarlo, en un gesto que había compartido tantas veces antes, Taehyung se apartó de golpe. El espacio que dejó entre ambos era tan tangible como su frustración.
—Tae... —susurró Jungkook, sorprendido por la reacción, pero respetando el espacio que el omega le había impuesto.
Taehyung respiró hondo, cruzando los brazos como si intentara contener todas las emociones que lo envolvían. Su mirada, que generalmente era cálida y dulce para Jungkook, ahora reflejaba confusión y una pizca de irritación.
—No puedo... no ahora —murmuró, sus palabras apenas audibles—. Tengo que irme a casa antes de que sea más tarde. Mi padre... ya sabes cómo es.
Jungkook lo miró, entendiendo de inmediato. Sin embargo, había algo más detrás de la resistencia de Taehyung, algo que iba más allá de la presión de su padre.
—¿Es por lo que pasó con Caterina? —preguntó Jungkook, su voz cargada de preocupación—. Porque sabes que no...
—No es solo eso —lo interrumpió Taehyung, bajando la mirada mientras apretaba sus manos con nerviosismo—. No es solo ella, ni las audiciones... es todo. Siento que estoy... atrapado. Entre lo que quiero hacer, lo que se espera de mí... y todo lo que pasa a mi alrededor.
Jungkook dio un paso hacia él, pero no intentó tocarlo esta vez. Sabía que forzarlo no era la respuesta.
—Lo entiendo, y sé que no es fácil. Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti, para lo que necesites.
Taehyung suspiró, agradecido pero aún con la sensación de agobio latiendo en su pecho.
—Gracias, de verdad. Pero ahora tengo que irme. No puedo permitirme otro conflicto con mi padre.
Jungkook asintió en silencio. Sabía que insistir no haría más que empeorar la situación.
—Está bien —dijo suavemente—. Te llevo a casa.
El trayecto transcurrió en un silencio cómodo, aunque ambos sabían que las palabras que necesitaban decir aún flotaban entre ellos. Taehyung, inquieto, miraba por la ventana mientras Jungkook conducía con la mandíbula apretada, deseando darle espacio pero también anhelando ofrecerle algún tipo de alivio.
Al llegar frente a la casa de Taehyung, este echó un vistazo rápido al reloj en su teléfono. Se le estaba haciendo tarde, y su padre probablemente llegaría en cualquier momento.
—Tengo que entrar ya —dijo Taehyung, su voz apurada y casi ansiosa.
Jungkook estacionó frente a la entrada y apagó el motor. Antes de que pudiera decir algo, Taehyung se inclinó hacia él y, en un gesto apresurado pero lleno de cariño, le dio un beso rápido en los labios. Fue un roce fugaz, pero en ese instante, todo el conflicto y la confusión entre ellos pareció desvanecerse.
—Nos vemos —susurró Taehyung, con los ojos brillando en una mezcla de afecto y urgencia.
—Te cuidas, Tae —respondió Jungkook, observando cómo el omega salía rápidamente del auto y se dirigía a la puerta de su casa. No podía hacer más que mirar cómo se desvanecía en la oscuridad, deseando poder acompañarlo más allá de esa entrada.
Taehyung apenas cerró la puerta tras de sí cuando la realidad volvió a golpearlo. Su padre estaría en casa en cuestión de minutos, y las feromonas de Jungkook aún lo envolvían. Sabía que debía actuar rápido. Corrió hacia el baño, sintiendo la adrenalina y el temor mezclarse en su pecho.
Abrió el agua de la ducha y dejó que el vapor comenzara a llenar la habitación mientras se despojaba de su ropa con rapidez. El aroma de chocolate puro que aún emanaba de su piel lo hizo sonreír por un breve segundo, pero el sonido del reloj marcando los minutos lo devolvió a la urgencia de la situación.
El agua caliente lo envolvió, borrando lentamente cualquier rastro del alfa en su piel. Taehyung frotó su cuerpo con fuerza, asegurándose de eliminar cualquier indicio de las feromonas que pudieran delatarlo. Su padre era extremadamente sensible a esos detalles, y no podía arriesgarse, al menos no hasta la audición.
Con cada gota de agua que caía, Taehyung sentía que una parte de la intimidad compartida con Jungkook se deslizaba por el desagüe, pero sabía que era necesario. El miedo de ser descubierto siempre estaba presente, y aunque deseaba que las cosas fueran diferentes, por ahora tenía que esconder esa parte de su vida.
Justo cuando salió de la ducha y comenzó a secarse, escuchó el sonido del auto de su padre entrando en el garaje. El tiempo había corrido en su contra, pero por suerte, había logrado borrar todo rastro.
Se vistió rápidamente, con el corazón aún acelerado, y salió del baño justo a tiempo para escuchar la puerta principal abrirse. Se preparó mentalmente para la inevitable inspección que vendría, sabiendo que una vez más, había pasado la prueba... por ahora.
...
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