Capítulo 5
El sol de la mañana se filtraba a través de las amplias ventanas del estudio de ballet, proyectando un cálido resplandor en el suelo de madera pulida, que brillaba como si estuviera recién encerado. Jungkook se encontraba en su oficina, organizando algunos papeles, pero su mente estaba lejos de los documentos. Cada hoja que pasaba lo llevaba a pensar en Taehyung, quien llegaría pronto. La anticipación lo mantenía inquieto, como un niño esperando la llegada de algo que deseaba con todo su ser.
El bullicio de los estudiantes llenaba el aire mientras llegaban, riendo y charlando. Jungkook no podía evitar sonreír al escuchar sus voces, aunque sabía que su trabajo no era disfrutar de la danza, sino estar detrás de la oficina, gestionando horarios, controlando la contabilidad y asegurándose de que todo funcionara a la perfección. Aun así, en el fondo de su mente, lo que más le importaba era ese instante en que Taehyung entraría al estudio.
La melodía suave de un piano se filtraba entre las paredes del pasillo, creando una atmósfera casi hipnótica. Entonces, como siempre, la silueta de Taehyung apareció en la puerta del estudio. Su cabello castaño claro brillaba a la luz del sol, y sus ojos verdes reflejaban una energía vibrante. La forma en que se movía, esa gracia tan natural, era inconfundible. Aunque él era consciente de la atención que su presencia atraía, fue el momento en que sus miradas se cruzaron lo que hizo que el corazón de Jungkook diera un salto. Taehyung lo miró por un breve segundo, una sonrisa fugaz jugando en sus labios, antes de apartar la mirada rápidamente.
— Buenos días, Taehyung —dijo Jungkook, levantando la voz por encima del bullicio.
— Buenos días, Jungkook —respondió Taehyung, su tono cortante, pero con algo en su voz que Jungkook identificaba como un eco de complicidad. Era el mismo juego que ambos jugaban, una especie de barrera que solo ellos dos conocían, un ritual que les permitía mantener un delicado equilibrio entre lo profesional y lo personal.
Jungkook se quedó observando mientras los estudiantes comenzaban a calentar. No podía evitarlo, Taehyung era hipnotizante. Su cuerpo se movía con una fluidez que solo los bailarines logran, y en cada uno de sus gestos había una mezcla de fuerza y delicadeza que lo dejaba sin palabras. Incluso cuando no lo miraba directamente, su presencia era tan abrumadora que parecía llenar el aire con su energía.
"Recuerda mantener la postura" murmuró Jungkook para sí mismo, un pensamiento que surgió sin querer mientras veía los movimientos de Taehyung. Sabía que él no podía oírlo, pero ese instinto protector era algo que le nacía de manera natural. A veces, lo encontraba frustrante, pero en otros momentos, era tan reconfortante saber que su única preocupación era que Taehyung estuviera bien.
Jungkook dejó escapar un suspiro y, aunque estaba consciente de que su trabajo lo requería, se permitió quedarse un poco más en el pasillo, observando con discreción. La mirada de Taehyung le decía más de lo que cualquier palabra pudiera expresar. Había algo en él, una mezcla de vulnerabilidad y fortaleza, que hacía que Jungkook quisiera estar cerca siempre, protegerlo, aunque él nunca lo pidiera.
Una vez más, Taehyung giró hacia él, esta vez en un movimiento casi accidental, y sus miradas se encontraron por un segundo, como si el tiempo se detuviera entre ellos. Fue un instante fugaz, pero en ese breve momento, Jungkook vio algo más en esos ojos verdes: no solo la complicidad, sino un atisbo de deseo compartido, algo que ambos guardaban en secreto.
Para finalizar la clase, se le solicitó a Taehyung realizar una demostración junto a un compañero. La música comenzó a sonar, una melodía clásica que evocaba tanto la elegancia como la pasión del ballet. El ritmo suave invitaba a los bailarines a dejarse llevar, y Taehyung se sintió inmerso en la música, su cuerpo listo para moverse.
Su compañero, un bailarín alto y atlético llamado Mingyu, se posicionó frente a él.
—¿Listo para impresionar a nuestro público? —preguntó Mingyu con una sonrisa pícara.
—Siempre —respondió Taehyung, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a fluir por sus venas. Con una mirada de complicidad, ambos asintieron, y la actuación comenzó.
Iniciaron con un plié en primera posición, sus piernas en perfecta alineación mientras se sumergían en el movimiento. Taehyung sintió la energía fluir a través de su cuerpo, una mezcla de nervios y emoción. Con un movimiento fluido, realizó un relevé, elevándose sobre las puntas de sus pies, mostrando una gracia que parecía desafiar la gravedad.
El siguiente paso fue un giro rápido, una serie de piruetas que se sucedían con precisión. Taehyung giró en la sala, sintiendo cómo su falda de ballet se alzaba y caía en un movimiento armonioso, su cabello danzando en la corriente de aire. Cada giro fue un despliegue de control y fuerza, y se sintió liberado mientras ejecutaba la secuencia. Mingyu lo siguió de cerca, su cuerpo en perfecta sincronía con el de Taehyung.
La música se intensificó, y con un fuerte golpe de tambor, Taehyung y Mingyu se lanzaron a un grand jeté, un salto en el que Taehyung se deslizó a través del aire, como si estuviera volando. La sala se llenó de admiración, y él podía sentir las miradas de sus compañeros sobre él. Con un aterrizaje suave, sus pies encontraron el suelo con gracia, como si nunca hubieran abandonado la tierra.
A medida que continuaban la secuencia, la energía se tornó más dinámica. Se acercaron el uno al otro, entrelazando sus brazos en una serie de movimientos entrelazados. Taehyung se dejó llevar por el impulso, sintiendo cómo la fuerza de Mingyu lo sostenía y guiaba. "Es un buen bailarín, pero... no es Jungkook", pensó, con un ligero suspiro.
La última parte de la demostración fue un giro en pareja, donde ambos bailarines se miraron a los ojos. Taehyung sintió el latido de su corazón resonar en su pecho mientras se movían juntos, como si estuvieran bailando en un mundo aparte. La intensidad de la mirada de Mingyu le transmitió confianza, y se lanzó a un último movimiento: un fouetté, donde giró rápidamente mientras mantenía una pierna extendida en el aire.
Fue en ese preciso momento que la atmósfera cambió de forma abrupta. La sala se inundó con un aroma a chocolate puro, algo dulce y al mismo tiempo cargado de una energía peligrosa. Todas las miradas se posaron en el portador de las feromonas que comenzaban a hacer sentir su inquietud. Jungkook, con la mirada fija en Taehyung, sintió cómo su estómago se encogía, su pecho apretado por una mezcla de celos y deseo. Cada vez que sus miradas se cruzaban, una chispa de tensión eléctrica llenaba el aire, volviéndose más difícil de ignorar.
Taehyung, sintiendo el cambio, giró levemente la cabeza hacia Jungkook, y fue como si el mundo alrededor de él se desvaneciera. La música, los aplausos, los movimientos de Mingyu... todo se volvió secundario. En ese instante, lo único que importaba era la fuerza de la mirada de Jungkook
Todos rápidamente reverenciaron ante la llegada de Jungkook y la maestra Sohee, mientras murmullos inquietos llenaban la sala. La tensión en el aire era palpable, cada mirada dirigida a ellos llevaba consigo una mezcla de respeto y curiosidad.
—Espero que estén teniendo un buen día —dijo Sohee, con un tono firme pero accesible—. Traigo conmigo el anuncio de las fechas de audiciones. Les pido que se preparen, ya que la pronto se llevarán a cabo las audiciones para los papeles protagónicos de la producción. Espero realmente que todos tengan éxito en sus esfuerzos.
Las palabras de la maestra Sohee resonaron en el aire, pero Jungkook no podía concentrarse en el anuncio. Estaba completamente enfocado en Taehyung, que se encontraba un poco más allá, su figura delicada y elegante como siempre, pero había algo diferente hoy, una chispa en su mirada que no pasaba desapercibida para él.
Al finalizar el anuncio, los bailarines comenzaron a dispersarse por el estudio, el eco de sus risas resonando en el aire, pero el bullicio no hacía más que aumentar la tensión dentro de Jungkook. Su corazón latía con fuerza, más rápido de lo habitual, como si anticipara lo que estaba a punto de suceder.
Decidió que era el momento de acercarse a Taehyung. Caminó hacia él, los pasos firmes pero nerviosos, la mirada fija en ese omega que siempre lograba que todo a su alrededor se desvaneciera. No necesitaba palabras, solo un gesto, pero aún así, se obligó a hablar, su voz sonando más temblorosa de lo que quería.
—Taehyung, ¿puedes venir un momento a mi oficina? —preguntó, intentando mantener un tono casual, aunque la incertidumbre se colaba entre sus palabras.
Taehyung lo miró, sus ojos verdes brillando con una mezcla de sorpresa y curiosidad. Había algo en su expresión, una chispa de algo más que lo que mostraba, algo que Jungkook reconocía: la misma tensión que él sentía.
—No estoy seguro, Jungkook... tengo que ir a casa a cambiarme, prometí verme con un amigo —respondió Taehyung, pero el ligero titubeo en su voz y la sonrisa tímida que apareció en sus labios delataban su incertidumbre.
—Solo por unos minutos —insistió Jungkook, un poco más fuerte, más decidido, casi como si estuviera tentando al destino.
Taehyung lo miró, la mezcla de incertidumbre y emoción reflejada en su rostro. Jungkook podía ver que el omega no estaba completamente seguro de lo que quería hacer, pero había algo en su mirada que decía que también lo deseaba. Algo que los unía de forma inexplicable.
—Está bien —respondió Taehyung, su voz suave, como una promesa apenas susurrada. Su mirada, aunque llena de incertidumbre, también revelaba algo más, algo que Jungkook había estado esperando: una apertura, un deseo de estar cerca, de dejarse llevar.
Sin decir nada más, Taehyung siguió a Jungkook, y el ambiente a su alrededor parecía desvanecerse, como si solo existieran ellos dos en ese momento.
Al entrar en la oficina, Jungkook cerró la puerta con un suave clic, un sonido que resonó en el espacio y pareció intensificar la atmósfera entre ellos. El lugar se volvió más íntimo, casi como un refugio privado donde podían ser ellos mismos, lejos de las miradas curiosas que los rodeaban.
—Quería hablar contigo sobre la clase de hoy —comenzó Jungkook, buscando las palabras correctas mientras su mirada se centraba en Taehyung, quien se había acercado un poco más, con su figura esbelta y su cabello ondulado brillando bajo la luz tenue.
—¿Algo malo? —preguntó Taehyung, su rostro reflejando una ligera preocupación. Sus ojos lo miraban con intensidad, buscando respuestas.
—No es eso —respondió Jungkook, pero sus palabras no sonaban del todo convincentes—. Es solo que... no entiendo cómo ese tal Mingyu puede acercarse tanto a ti —dijo, la frustración comenzando a aflorar, mezclándose con el deseo de proteger lo que sentía por Taehyung—. ¿No crees que es un poco... demasiado?
—¿Demasiado? Jungkook, somos compañeros. Solo estamos bailando juntos —respondió Taehyung, con una sonrisa ligera, pero su mirada reflejaba confusión, una sensación de inocencia que le resultaba desconcertante—. No hay nada de qué preocuparse.
—Pero... —Jungkook sintió cómo sus palabras se entrelazaban con una creciente molestia—. Parece que él te ve de una manera diferente. No puedo evitarlo. Siento que él...
—¿Que él qué? —interrumpió Taehyung, con una sonrisa juguetona, pero su mirada desafiaba, como si no pudiera evitar provocarlo—. ¿Estás celoso?
—No estoy celoso —replicó Jungkook, aunque su voz sonó más fuerte de lo que había planeado, revelando más de lo que quería admitir—. Solo digo que... no quiero que nadie más te mire como yo lo hago. Porque eres especial para mí.
Las palabras salieron de su boca como un torrente, y Jungkook sintió que había cruzado una línea que no sabía si debía haber cruzado. El silencio que siguió fue denso, cargado de una tensión palpable, como si el aire mismo estuviera esperando la respuesta.
Taehyung lo miraba, los ojos entrecerrados, como si estuviera procesando lo que acababa de escuchar. La sorpresa, la curiosidad, y una pizca de algo más, brillaban en sus ojos. Su respiración parecía ser la única señal de que ambos aún compartían el mismo espacio.
—¿Así que... eres celoso? —preguntó Taehyung, acercándose un poco más, su tono suave pero desafiante. Había algo en su mirada que hacía la situación aún más intensa, más íntima.
—Tal vez —admitió Jungkook, su voz un susurro bajo, como si estuviera revelando su vulnerabilidad más profunda. Cruzó los brazos sobre su pecho, como si eso pudiera protegerlo de lo que acababa de confesar—. No quiero que nadie más te vea como yo lo hago.
Taehyung lo observó en silencio durante un momento que pareció eterno. La tensión entre ellos era palpable, y Jungkook sintió cómo el espacio entre ellos se llenaba de algo mucho más fuerte que palabras.
Finalmente, Taehyung dio un paso más cerca, sus dedos rozando levemente el brazo de Jungkook. El contacto fue eléctrico, y Jungkook sintió cómo una oleada de calor recorrió su piel. Taehyung levantó la mano, acariciando suavemente la mejilla de Jungkook, como si intentara asegurarse de que lo que acababa de decir era real.
—No tienes que sentirte así —dijo Taehyung, con una dulzura que hizo que el corazón de Jungkook se acelerara. Sus palabras no sonaban a reproche, sino a algo más cálido, más cercano—. Pero me alegra que lo hayas dicho.
Jungkook no pudo responder de inmediato. Estaba perdido en la sensación de Taehyung tan cerca de él, en el leve roce de su piel. Y antes de que pudiera procesarlo, Taehyung se acercó aún más, hasta que sus labios quedaron apenas a unos milímetros de los de Jungkook.
—¿Puedo...? —murmuró Jungkook, su voz temblando ligeramente con la anticipación.
Cuando Taehyung asintió, un gesto sutil pero significativo que iluminó su rostro con una chispa de emoción, Jungkook sintió una oleada de determinación recorrerlo. Se inclinó hacia adelante, notando la diferencia de altura entre ellos. Jungkook, siendo más alto, se permitió mirar a Taehyung desde una perspectiva protectora, como si estuviera acercándose a un tesoro que había anhelado durante tanto tiempo.
Sus respiraciones se encontraron primero, una mezcla de aire tibio que anticipaba lo que venía. Jungkook mantuvo su mirada fija en Taehyung, buscando en su rostro cualquier señal de duda, pero lo único que vio fue aceptación, curiosidad, y algo más profundo, algo que resonaba en su propio pecho. La mano de Jungkook, con delicadeza, rozó la mejilla de Taehyung, trazando una línea suave desde su mandíbula hasta sus labios. Sintió el leve temblor que recorrió a Taehyung ante el toque.
Finalmente, Jungkook cerró la distancia, inclinándose un poco más, y sus labios se encontraron en un suave roce, casi como una pregunta. El primer contacto fue tenue, una caricia que exploraba, probando la suavidad de los labios de Taehyung. Pero en cuanto se unieron, una descarga eléctrica recorrió a ambos, como si cada célula en sus cuerpos despertara al mismo tiempo. Los labios de Taehyung, ligeramente entreabiertos, respondieron con un temblor inicial, pero en cuestión de segundos, se relajaron bajo la presión de Jungkook, cediendo a la conexión que ambos habían estado evitando durante tanto tiempo.
El beso se profundizó lentamente, como si ambos estuvieran descubriendo algo completamente nuevo. Jungkook podía saborear la dulzura de Taehyung, un sabor ligero y afrutado, como fresas maduras recién recogidas. La suavidad de sus labios era una tentación a la que no podía resistirse, y el calor que emanaba de Taehyung lo envolvía, atrapándolo en ese momento perfecto.
Jungkook, sintiendo la necesidad de más, deslizó su mano por la nuca de Taehyung, enredando sus dedos en los rizos suaves y desordenados. Tiró suavemente de él, inclinando su cabeza un poco más hacia arriba para profundizar el beso. Taehyung respondió acercándose más, su cuerpo ahora casi pegado al de Jungkook, como si buscara más de ese calor que los envolvía. El pecho de Taehyung se apretó contra el de Jungkook, y ambos sintieron la fuerza de sus corazones latiendo desbocados, uno contra el otro.
El beso se volvió más intenso, aunque seguía siendo tierno, una danza en la que ninguno de los dos quería apresurarse. Jungkook podía sentir cómo la respiración de Taehyung se volvía más rápida, entrecortada entre cada roce, mientras sus labios se movían juntos en una armonía perfecta. El tiempo parecía haberse detenido, el mundo a su alrededor se desvanecía, dejándolos solos en ese momento, como si nada más importara.
El aroma a fresas y chocolate de sus feromonas se mezclaban en el aire, creando una combinación única, un reflejo perfecto de lo que ambos eran cuando estaban juntos. La lengua de Jungkook rozó apenas los labios de Taehyung, pidiendo permiso, y cuando Taehyung entreabrió sus labios un poco más, el beso se convirtió en algo más profundo. Sus lenguas se encontraron tímidamente al principio, pero luego se movieron con más confianza, como si estuvieran aprendiendo a conocerse de una manera completamente nueva.
El cuerpo de Taehyung tembló bajo el toque de Jungkook, pero no se apartó. Al contrario, se aferró más fuerte, sus manos sujetándose a los hombros de Jungkook, como si temiera que si lo soltaba, ese momento desapareciera. Jungkook respondió acercándose aún más, envolviendo a Taehyung con sus brazos, protegiéndolo y asegurándose de que supiera que estaba allí, que ese momento era tan real como ellos.
Finalmente, después de lo que parecieron horas pero solo fueron segundos, Jungkook se separó ligeramente, sus labios rozando aún los de Taehyung en una despedida suave. Ambos respiraron profundamente, con sus frentes apoyadas la una contra la otra, y Jungkook abrió los ojos solo para encontrar los de Taehyung mirándolo con asombro. Los labios de Taehyung estaban hinchados y rojos, su respiración entrecortada, pero había una pequeña sonrisa en sus labios, un gesto apenas perceptible pero que decía más de lo que cualquier palabra podría expresar.
—Taehyung... —susurró Jungkook, su voz llena de emoción, su pulso aún latiendo salvajemente en sus venas.
El rostro de Taehyung estaba ligeramente enrojecido, sus ojos brillaban con una mezcla de sorpresa y alegría, como si acabara de despertar de un sueño tan hermoso que no se atrevía a creer que era real.
—No puedo creer que esto haya pasado —dijo, su voz apenas un susurro, temblando con la emoción—. Esto es... real.
—Es real —aseguró Jungkook, sonriendo, mientras sus dedos seguían entrelazados con los de Taehyung, como si quisieran asegurarse de que esa conexión no se desvaneciera. —Y quiero que sea solo el comienzo.
La chispa en los ojos de Taehyung brillaba con una mezcla de esperanza y vulnerabilidad, una promesa silenciosa que se compartía entre ambos.
Con el corazón aún latiendo con fuerza, Jungkook se inclinó hacia Taehyung una vez más, esta vez para susurrar suavemente:
—Eres más de lo que jamás imaginé. Y quiero descubrir cada parte de ti.
La promesa quedó suspendida en el aire, como un susurro de futuro, lista para ser cumplida en cada paso que dieran juntos.
...
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