Capítulo 2
Taehyung entró con prisa, la angustia reflejada en su rostro mientras sostenía las zapatillas de punta destrozadas entre sus manos temblorosas. Cada paso que daba aumentaba la presión en su pecho, el recuerdo de los ensayos y las miradas de las otras chicas pesando sobre él. No podía evitar sentir que todo a su alrededor se desmoronaba.
Sin detenerse a pensar, tocó la puerta de la oficina de la maestra de baile y la abrió de golpe, como si no pudiera esperar más. Lo último que esperaba era encontrarse cara a cara con Jungkook.
Allí estaba él, sentado con una elegancia despreocupada, una pierna cruzada sobre la otra, su postura relajada pero imponente. Los ojos de Taehyung se encontraron con los del alfa de inmediato, y su respiración se detuvo por un segundo. Jungkook le devolvió la mirada con una sonrisa que le resultaba tan familiar como irritante, esa maldita sonrisa que parecía saberlo todo, que lograba desarmarlo con una mezcla de arrogancia y tentación.
—Taehyung, ¿qué te he dicho sobre entrar sin esperar? —la voz firme de la maestra Sohee lo arrancó de su ensimismamiento.
—Pero sí toqué —respondió Taehyung de inmediato, su tono algo defensivo mientras evitaba la mirada de Jungkook, quien no dejaba de observarlo con esa expresión imperturbable y confiada.
—Tienes que esperar a que te den permiso para entrar. Ahora mismo estoy ocupada —Sohee añadió, sus ojos entrecerrados en una reprimenda silenciosa.
—No te preocupes, Sohee, en realidad me interesa saber qué ocurrió con esas bellas zapatillas —intervino Jungkook, su tono arrastrado y seductor.
Taehyung lo miró por un segundo, sorprendido, antes de llevar rápidamente ambas manos detrás de su espalda, intentando ocultar el desastre de zapatillas que llevaba consigo.
El ballet era un mundo lleno de competencia, envidia y ansiedad. La rivalidad a menudo se volvía sucia: zapatillas con puntas cortadas, cintas sueltas, tutús rotos... El sabotaje era común entre las bailarinas, que provocaban incidentes para obtener ventaja.
—¿Otra vez las demás chicas se comportaron de manera infantil? —preguntó Sohee, tomando suavemente los brazos del omega y observando el daño en sus zapatillas.
Taehyung permaneció en silencio, con los labios apretados en una fina línea, mientras la maestra inspeccionaba las zapatillas. El dulce aroma a fresas de sus feromonas flotaba en el aire, delatando su creciente ansiedad.
—Este comportamiento es inaceptable. Voy a hablar con tus compañeras nuevamente —dijo Sohee, indignada por la situación.
Ante la falta de respuesta de Taehyung, la maestra levantó la vista y notó la intensa mirada que compartían el alfa y el omega. Con una ligera sonrisa, decidió romper el tenso silencio.
—Por cierto, Jeon —dijo, su voz llena de orgullo—, él es Kim Taehyung, uno de los mejores... perdón, el mejor bailarín del estudio. Su talento y dedicación son inigualables.
La mirada de Jungkook no se apartó de Taehyung mientras Sohee hablaba, sus ojos reflejando una mezcla de admiración y desafío, como si estuviera evaluando al omega con más interés del que ya había mostrado. Taehyung, por su parte, sintió que su rostro volvía a arder. ¿Por qué tenía que decir eso? Lo último que quería era recibir halagos frente a Jungkook, quien ya parecía verlo como un reto a superar.
La maestra se acercó a un estante cercano y sacó un par de zapatillas nuevas, que entregó a Taehyung sin más demora.
—Y este es Jeon Jungkook, un amigo de mi familia y el nuevo administrador del estudio —continuó Sohee con naturalidad, como si lo que acababa de decir no fuera un golpe inesperado para Taehyung—. Toma estas zapatillas, cuídalas, y luego hablamos del pago.
Taehyung soltó el aire que no sabía que había estado reteniendo. Su mente daba vueltas con la nueva información. ¿Nuevo dueño? Las palabras "nuevo administrador" seguían resonando en su cabeza, haciendo que su preocupación creciera más rápido de lo que podía controlar.
—¿Eso significa que cambiarán la administración? —preguntó con voz temblorosa, sintiendo cómo la angustia comenzaba a apoderarse de él—. ¿Qué pasará con mi beca? —Sus ojos verdes brillaban con una mezcla de incertidumbre y miedo, una vulnerabilidad que detestaba mostrar, sobre todo frente a Jungkook.
El alfa notó de inmediato el cambio en la atmósfera, como si las feromonas de Taehyung hubieran adquirido un matiz de temor, algo que lo hizo fruncir el ceño por un breve instante. Pero entonces, con esa facilidad que lo caracterizaba, Jungkook esbozó una sonrisa suave y se acercó un poco, intentando calmar al omega.
—No te preocupes, Kim Taehyung —dijo, alargando su nombre con un toque de sarcasmo que no pasó desapercibido—. Tu beca está segura. No tengo intención de hacer cambios que afecten a los talentos del estudio. Solo quiero mejorar las cosas.
El tono de su voz era tranquilizador, pero Taehyung sintió que su corazón latía cada vez más rápido. La proximidad de Jungkook, su aroma a chocolate puro, la familiaridad con la que pronunciaba su nombre... todo eso lo desestabilizaba más de lo que estaba dispuesto a admitir.
—Gracias —murmuró rápidamente, con la voz apenas audible, mientras tomaba las zapatillas y hacía una pequeña inclinación de despedida. No podía quedarse allí un segundo más. Cada fibra de su cuerpo le pedía que saliera antes de que sus emociones lo traicionaran.
Se apresuró a salir de la oficina, el corazón aún acelerado, sin atreverse a mirar atrás. Sabía que si lo hacía, encontraría los ojos de Jungkook fijos en él, y no estaba seguro de cómo manejar lo que eso despertaba en su interior.
Jungkook cerró los ojos por un breve momento, inhalando el dulce aroma a fresas que el omega había dejado tras su partida. Era una fragancia embriagadora que lo envolvía, provocando una extraña sensación de deseo y determinación en él. Cuando volvió a abrirlos, se encontró con la mirada burlona de Sohee, quien lo observaba con una expresión divertida.
—Eres un pervertido —se rió la maestra, claramente entretenida por la situación.
—No es lo que crees. Creo que es mi destinado —dijo Jungkook, esbozando una sonrisa enigmática, sin poder evitarlo. Había algo en Taehyung que lo atraía, algo que iba más allá de la mera fisicalidad.
Sohee lo miró con desconfianza, cruzando los brazos sobre el pecho.
—Te conozco, Jeon Jungkook. Dirías lo que fuera con tal de tener a un omega a tu merced —su tono era de advertencia, una mezcla de preocupación y protectora. Pero había algo en su mirada que dejaba claro que había visto el interés genuino de Jungkook en Taehyung.
—Pero él es diferente. Taehyung es un buen chico, no como los demás —agregó, con un toque de seriedad que hizo que Jungkook frunciera el ceño.
—Lo sé —respondió Jungkook, su voz más grave de lo que había esperado. Taehyung había despertado en él una curiosidad y un interés que lo desafiaban. Era un rompecabezas que quería resolver.
Jungkook suspiró, sintiendo la presión de la conversación. Sabía que Sohee tenía razón; no quería que su interés por Taehyung se confundiera con sus impulsos más básicos. Debía abordarlo con cuidado.
—Mejor sigamos hablando de trabajo. Quiero iniciar audiciones —cambió de tema, sintiendo que la tensión en el aire podía volverse incómoda si seguían hablando de su atracción por Taehyung.
—¿Tienes algo específico en mente?
—Sí. Como estamos a vísperas de Navidad, quiero que la primera presentación bajo mi dirección sea 'El Cascanueces'. Tengo un contacto en el teatro Stigma, así que puedo conseguir ser el estelar.
—¡Me encanta la idea! —dijo Sohee, entusiasmada—. Podemos anunciarlo ahora para que los bailarines tengan tiempo de preparar sus audiciones.
—Sohee, quiero que seas la directora artística. Debo demostrarle a papá que soy capaz de llevar su legado, y no confío en nadie más que en ti. Esto tiene que ser perfecto.
Sohee sonrió, conmovida por la confianza de Jungkook.
—Será un honor, Jungkook.
Al entrar a la sala de prácticas, los bailarines se levantaron rápidamente, adoptando sus mejores posturas.
—¡Atención! Quisiera presentarles a Jeon Jungkook, el nuevo administrador del estudio —anunció Sohee.
—Buen día a todos. Recientemente he adquirido el estudio de baile como parte de una inversión familiar —dijo Jungkook, mientras su mirada recorría la sala hasta encontrar esos ojos verdes que lo hipnotizaban—. No teman, no haré cambios drásticos. Mi objetivo es llevar este estudio al éxito. Como primer anuncio, les informo que se abrirán audiciones para 'El Cascanueces' la próxima semana.
Sonrisas se esbozaron en los rostros de los bailarines, pero una en especial derritió el corazón de Jungkook.
—Espero que todos se preparen bien para obtener el papel que desean. ¡Buena suerte!
Los murmullos emocionados llenaron el ambiente, y Taehyung, aunque aún dudoso, sintió una chispa de esperanza.
Más tarde, Taehyung seguía ensayando en una de las salas, sumergido en la música y sus movimientos, cuando el inconfundible aroma a chocolate puro volvió a invadir el espacio. Al alzar la vista, encontró a Jungkook apoyado en la puerta, observándolo con una sonrisa que le hizo sentir un cosquilleo en el estómago.
—No sabía que te gustaba practicar hasta tarde —dijo Jungkook, su voz suave y relajada.
—Es mi única forma de mantenerme al día con las demás —respondió Taehyung, sin detener sus movimientos, tratando de parecer despreocupado mientras su corazón latía más rápido.
Jungkook se acercó un poco más, sin poder apartar la mirada de la figura esbelta del omega, que se movía con gracia y precisión.
—Eso no es necesario. Ya eres el mejor aquí —comentó, su tono lleno de sinceridad.
—Aún tengo mucho que mejorar —dijo Taehyung, tratando de mantener su distancia emocional. A pesar de sus esfuerzos, no pudo evitar sentir un ligero rubor en sus mejillas ante el halago, aunque fuera solo un poco.
Jungkook dio un paso más hacia él, su mirada fija en Taehyung, como si intentara descifrar cada detalle de su expresión.
—¿Sabes? Siempre me gustó el ballet. Cuando era pequeño, mi madre me llevaba a ver obras. Era nuestra tradición —confesó Jungkook, dejando entrever una vulnerabilidad que no había mostrado antes.
—¿De verdad? —Taehyung lo miró con interés, sintiendo que esa conversación se tornaba más personal—. ¿Nunca te interesó intentar bailar?
Jungkook soltó una carcajada suave, su risa era contagiosa.
—¡Mírame! —respondió, señalando su propio cuerpo robusto—. No tengo la figura de un bailarín.
—Si quieres, puedo enseñarte algo básico. Todos pueden intentarlo —dijo Taehyung, con una sonrisa tímida, disfrutando de la idea de poder compartir su pasión con Jungkook, a pesar de su instinto de mantenerse distante.
Antes de que Jungkook pudiera responder, Taehyung le tomó ambas manos. El contacto entre ellos fue como una descarga eléctrica. Ambos se quedaron quietos por un segundo, sintiendo cómo sus feromonas chocaban entre sí, creando una mezcla embriagadora de fresas y chocolate. Los ojos de Taehyung se encontraron con los de Jungkook, quien de inmediato sintió su corazón latir con fuerza.
—Vamos, déjame mostrarte algo sencillo —dijo Taehyung, tratando de calmar los nervios que sentía en su estómago.
El omega comenzó a guiar al alfa, mostrándole los movimientos básicos. Con paciencia, le explicó cómo doblar las rodillas para hacer un plié y mantener el equilibrio. Aunque Jungkook era torpe al principio, Taehyung se mostró comprensivo, corrigiendo su postura y ayudándole a fluir mejor con los pasos. Con el tiempo, los movimientos de ambos se volvieron más coordinados.
—Primero, el plié —murmuró Taehyung—. Siente cómo tus músculos se estiran y se preparan.
Jungkook intentó imitarlo, pero no pudo evitar reírse al ver lo rígido que se veía comparado con la gracia natural de Taehyung.
—Es más difícil de lo que parece —admitió Jungkook, con una sonrisa que mostraba su frustración y diversión a la vez.
—Con práctica, mejora —respondió Taehyung, sonriendo también, y sintió un cosquilleo en su pecho al ver cómo los ojos oscuros de Jungkook brillaban con determinación.
Después de algunos minutos, Jungkook, con un brillo de desafío en los ojos, sugirió algo más arriesgado.
—¿Te gustaría intentar un lift? —preguntó, sintiendo la adrenalina recorrerle el cuerpo.
Taehyung lo miró con escepticismo, pero la idea le resultaba divertida. —Está bien, pero más te vale no dejarme caer.
Jungkook sonrió con confianza, —Jamás dejaría que eso ocurriera.
Taehyung asintió, confiando en las habilidades del alfa. Jungkook colocó una mano en la cintura del omega, la otra en su brazo, y con un movimiento controlado, comenzó a levantarlo del suelo. Taehyung extendió sus brazos y piernas, su figura luciendo esbelta y elegante bajo las luces tenues del estudio. La sensación de estar en el aire, con la firmeza de Jungkook sosteniéndolo, le dio una confianza renovada.
Los dos giraron en sincronía, moviéndose como si fueran uno solo. El contacto entre ellos se sentía cada vez más natural, más íntimo. Jungkook bajó a Taehyung suavemente, sus cuerpos aún próximos, ambos respirando con fuerza por el esfuerzo y la conexión que compartían.
—Eres increíble —dijo Jungkook, con admiración genuina en sus ojos, sintiendo cómo el aroma a fresas de Taehyung envolvía el aire, intensificando el magnetismo entre ellos.
—Y tú eres más fuerte de lo que imaginaba —respondió Taehyung, sonriendo tímidamente, su corazón palpitando al estar tan cerca del alfa, la cercanía provocándole una mezcla de emoción y vulnerabilidad.
En ese momento, la puerta se abrió de golpe, y ambos dieron un paso atrás rápidamente, como si el mundo real hubiera interrumpido su burbuja de intimidad.
—Señor Jeon, lamento la interrupción —dijo el guardia, algo sorprendido—. Solo estaba haciendo mi ronda y me extrañó ver las luces encendidas.
Jungkook miró rápidamente su reloj, la realidad golpeando con fuerza.
—Oh, sí, perdí la noción del tiempo —respondió, un poco incómodo mientras trataba de recomponer su postura, sintiendo que la atmósfera se disipaba.
—Sí, lo lamento —dijo Taehyung, agachando la cabeza y recogiendo sus pertenencias, sintiendo una mezcla de frustración y desilusión al tener que interrumpir ese momento que había comenzado a ser tan significativo.
—Taehyung, deberías irte a casa —sugirió Jungkook, su tono suave pero con un ligero matiz de preocupación. No quería que el omega se sintiera inseguro o vulnerable, especialmente después de lo que habían compartido.
Mientras se dirigían hacia la puerta, Jungkook sintió una punzada de descontento al pensar en la distancia que inevitablemente se interpondría entre ellos. "No puede acabar así", pensó, deseando encontrar una manera de seguir adelante con lo que había comenzado.
Cuando Jungkook subió a su auto y divisó a Taehyung esperando en la parada de autobús, detuvo el vehículo y bajó la ventanilla.
—¿Te llevo a casa? —le preguntó, deteniendo el auto.
Taehyung dudó. —Puedo tomar el autobús.
—Vamos, sube. Te llevo a casa.
—No creo que sea apropiado —dijo el omega, dudando—. Si alguien nos ve, podrían malinterpretarlo.
Jungkook sonrió, la confianza brillando en sus ojos oscuros.
—Las calles están vacías. Nadie nos verá. Vamos.
Taehyung vaciló un momento, sintiendo la presión de la decisión, pero finalmente aceptó. Abrió la puerta del auto y se subió, sintiendo una mezcla de alivio y nerviosismo al estar tan cerca del alfa.
—Gracias, señor Jeon.
—Por favor, dime Jungkook —respondió el alfa, sonriendo mientras arrancaba el auto y se adentraban en la tranquila noche.
El trayecto fue en silencio, pero la tensión entre ellos era palpable. Taehyung no podía evitar sentir que cada vez que Jungkook respiraba, el aroma a chocolate puro se intensificaba en el aire, envolviéndolo en una especie de trance embriagador. La cercanía del alfa lo hacía sentir como si se estuvieran acercando a un abismo del que no podría regresar.
La carretera iluminada pasaba rápidamente, pero Taehyung se dio cuenta de que cada curva del camino lo acercaba más a Jungkook. Las manos del alfa descansaban sobre el volante, y Taehyung sentía una urgencia inexplicable por acercarse, por romper esa distancia.
...
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