Capítulo 13
Al día siguiente, Taehyung, aún somnoliento, salió de su habitación con intenciones de desayunar cuando la sirvienta se le acercó con una noticia.
—Señorito Taehyung, hay alguien esperándolo en la sala.
De inmediato, Taehyung pensó que se trataba de Jinwoo. Con prisa, regresó a su cuarto para ponerse la bata antes de bajar. Sin embargo, al llegar a la sala, se encontró con Minho, quien lo miraba con una mezcla de preocupación y reproche.
—Taehyung, estaba preocupado. No respondes mis mensajes y ya ni siquiera vienes a la universidad. ¿Qué está pasando? —preguntó Minho, con un tono firme pero cargado de preocupación.
El omega no dijo nada. En cambio, se lanzó a los brazos de su amigo, rompiendo en llanto mientras buscaba consuelo en el único lugar que en ese momento sentía seguro.
Luego de calmarlo, ambos se sentaron en el sofá. Minho no apartaba la mirada de Taehyung, visiblemente preocupado.
—Taehyung, sabes que puedes confiar en mí —dijo, con voz firme pero comprensiva.
—Lo sé, pero es complicado. No me siento cómodo hablando de esto —respondió Taehyung, bajando la mirada, sus manos inquietas jugando con el borde de su bata.
—¿Es por ese alfa? ¿Te hizo algo? Porque ya no te he visto en la universidad —preguntó Minho, intentando sonar casual, aunque su preocupación lo traicionaba.
—No, él no tiene nada que ver. Él es increíble... Yo soy el problema —respondió finalmente, su voz casi apagada, como si cada palabra le pesara más que la anterior—. Y, sobre lo que dijiste... dejé la universidad.
—¿Qué dices? ¡Taehyung, por favor! Necesito más respuestas —insistió Minho, claramente alarmado.
—Minho, por favor, no ahora. Tienes que irte. Sabes cómo es mi papá; si te ve aquí, se pondrá furioso.
—Pero él sabe que soy beta. No tiene por qué pasar nada malo —intentó razonar Minho, apoyando una mano en su hombro.
—Recientemente tuve una discusión con él. Por favor, vete. Prometo llamarte pronto —pidió Taehyung, con los ojos llenos de súplica.
Minho suspiró profundamente, una mezcla de frustración y resignación reflejada en su rostro.
—Está bien, pero no tardes, ¿de acuerdo? —murmuró antes de inclinarse para abrazarlo, un gesto breve pero reconfortante, y luego se puso de pie.
—Lo prometo —susurró Taehyung, observándolo marcharse mientras un nudo de culpa se formaba en su estómago.
Cuando la puerta se cerró tras Minho, Taehyung dejó caer el rostro entre sus manos y comenzó a llorar de frustración. Su cuerpo temblaba ligeramente mientras intentaba controlar la oleada de emociones que lo invadía.
Horas más tarde, caminaba por el pasillo del estudio, intentando enfocarse en la preparación de su actuación para El Cascanueces. Sin embargo, aún se sentía inquieto, como si una nube gris lo siguiera a donde fuera.
De repente, unas manos cálidas se posaron en su cintura, alarmándolo por un segundo.
—Buen día, cariño —murmuró Jungkook, besando suavemente su mejilla.
—Jungkook —respondió Taehyung, girando para mirarlo.
—¿Pasa algo? No respondiste a mis mensajes esta mañana—preguntó Jungkook, notando la seriedad en su rostro.
—Necesito hablar algo importante contigo —comenzó Taehyung, tratando de mantener la compostura.
Antes de que pudiera continuar, una voz aguda los interrumpió.
—¡Señor Jeon! Lamento molestarlo, pero necesito urgentemente una copia de un documento que acredite que estoy de intercambio en el estudio —exclamó Caterina, apareciendo de repente.
Jungkook suspiró, mirando a Taehyung con una mezcla de disculpa y preocupación.
—Claro, Caterina. Taehyung, ¿nuestra conversación puede esperar?
—Sí, claro —respondió el omega, aunque su tono mostraba algo de molestia contenida.
—Bien —dijo Jungkook, inclinándose para darle un beso, pero Taehyung apartó el rostro, haciendo que el alfa se detuviera, confundido.
El omega había decidido poner fin a la relación que mantenía con Jungkook. No quería jugar con sus sentimientos, sabiendo que nunca podrían ser correspondidos debido a su inminente y forzado matrimonio.
A pocos pasos, Caterina observaba la escena con atención. Una sonrisa apenas perceptible curvó sus labios, deleitándose con el incómodo momento.
Taehyung llegó al salón de prácticas con el ceño ligeramente fruncido y el cuerpo tenso. La sala estaba llena de bailarines preparándose para el primer ensayo de El Cascanueces. En esta versión adaptada, el papel protagónico de Clara había sido reescrito como Clarence, y Taehyung se había preparado arduamente para encarnar el personaje.
La maestra Sohee estaba revisando las partituras cuando alzó la vista y se dirigió a los bailarines con su característico tono firme.
—Bien, chicos, este es nuestro primer ensayo completo. Es importante que todos estén concentrados. Este montaje requiere precisión y compromiso, así que quiero que den lo mejor de ustedes desde ahora —dijo, asegurándose de captar la atención de cada uno de los presentes.
Taehyung se posicionó en el centro del salón, destacándose como protagonista. Sus movimientos elegantes pero tensos reflejaban tanto su talento como la presión que sentía. Mientras los músicos afinaban sus instrumentos, Sohee continuó con las indicaciones.
—Taehyung, como Clarence, tu papel es el corazón de esta obra. Necesitamos que transmitas esa mezcla de asombro y valentía mientras exploras este mundo mágico. Recuerda, tus movimientos no son solo para lucirte, tienen que contar una historia —le dijo, con una autoridad que motivaba tanto como exigía.
El ensayo comenzó con la escena de la fiesta navideña, donde Clarence recibe el Cascanueces. Taehyung debía transmitir la emoción contenida de su personaje mientras los demás bailarines, que interpretaban a niños y adultos, llenaban el salón con una energía festiva.
—¡Más fluidez en esos brazos, Taehyung! Clarence es delicado, pero no rígido. Relaja tus hombros —corrigió Sohee.
Asintiendo rápidamente, Taehyung ajustó su postura, decidido a cumplir con las expectativas. Aunque las correcciones constantes lo ponían nervioso, sabía que este era su momento para brillar.
En un descanso breve, Mingyu se acercó con una sonrisa cálida, extendiéndole una botella de agua.
—Estás haciendo un trabajo increíble, Tae. Esa última secuencia fue impecable —comentó, intentando aliviar un poco la tensión que veía en su amigo.
—Gracias, Mingyu, pero todavía siento que puedo mejorar. Sohee no perdona ni un error —respondió Taehyung, tomando un sorbo de agua mientras lanzaba una mirada al resto del elenco.
—Es porque sabe lo que puedes dar. Relájate un poco, estás cargando con demasiada presión —dijo Mingyu, dándole un leve apretón en el hombro antes de volver a su posición para el siguiente acto.
Unos minutos después, las puertas del salón se abrieron, y la figura imponente de Caterina entró con una elegancia que llamaba la atención de inmediato.
—Disculpen la interrupción, maestra Sohee. Estaba en la oficina del señor Jeon; necesitaba aclarar algunos detalles con él antes de mi escena —dijo con una voz dulce, pero impregnada de intención.
Su breve conversación fue suficiente para que Taehyung desviara la mirada.
—Taehyung, no pierdas el enfoque —advirtió Sohee, notando la distracción.
Caterina, mientras tanto, observó a Taehyung con una expresión calculadora, una sonrisa apenas perceptible en sus labios.
El ensayo continuó con el resto del elenco, quienes trabajaron en la transición hacia la batalla entre los juguetes y los ratones. En todo momento, Sohee estuvo atenta a los detalles, ajustando posiciones y señalando errores.
Al final de la práctica, los bailarines estaban visiblemente agotados, pero Sohee no mostró señales de aflojar su rigor.
—Buen trabajo, equipo. Taehyung, tienes un excelente punto de partida. Recuerda, tu conexión emocional con Clarence es lo que hará que esta versión sea única. Mantén ese enfoque en los próximos ensayos —dijo, mirándolo con una leve sonrisa de aprobación.
Taehyung, sudoroso y jadeante, se inclinó ligeramente en señal de respeto. Aunque estaba agotado, también sentía una chispa de orgullo por haber superado el primer ensayo. Mientras recogía sus cosas, no pudo evitar pensar en lo lejos que había llegado y en la presión que aún pesaba sobre sus hombros.
Taehyung respiró hondo antes de llegar a la oficina de Jungkook, tratando de calmar el nerviosismo que lo invadía. Abrió la puerta con cautela, encontrándose con la mirada cálida del alfa, que parecía estar esperando ansioso.
—Jungkook...
—Cariño —lo interrumpió Jungkook, levantándose de su silla—, sé que necesitas hablar conmigo, pero antes de eso, hay algo importante que quiero decirte.
Taehyung lo miró, algo desconcertado, mientras Jungkook se acercaba con una sonrisa suave.
—Mis padres vendrán este fin de semana a la ciudad, y... les he hablado de ti. Están ansiosos por conocerte.
—Jungkook... —intentó interrumpir Taehyung, pero el alfa continuó, sosteniéndole las manos con cariño.
—Por favor, me harías muy feliz. No los veo desde hace meses y sería increíble tenerte conmigo.
Taehyung lo observó, sintiendo un torbellino de emociones. Sabía que tenía cosas importantes que discutir con Jungkook, pero al ver el brillo en sus ojos y su entusiasmo, decidió posponer la conversación. Después de todo, acompañarlo era lo mínimo que podía hacer.
—Está bien —aceptó, asintiendo con una leve sonrisa.
Jungkook no pudo contener su alegría y, con una sonrisa amplia, se acercó, rodeando la cintura de Taehyung y pegando sus cuerpos.
—Jungkook, estoy sudado —protestó Taehyung, con un tono juguetón, intentando alejarse un poco.
—Eso te hace ver aún más sexy —murmuró Jungkook, rozando su nariz contra la de Taehyung, lo que provocó una pequeña risa en el omega.
Sin darse cuenta, el humor de Taehyung mejoró, al menos por un momento, gracias a la calidez del alfa.
—Por cierto, ¿qué querías decirme? —preguntó Jungkook, mirándolo con suavidad.
—Yo... solo quería contarte lo nervioso que estaba por el primer ensayo, pero todo salió bien —respondió Taehyung, con una sonrisa tímida.
—Cariño, eres magnífico. Nunca dudes de tus capacidades —dijo Jungkook, acariciando su rostro con ternura—. Aunque, debo admitir que me preocupaste cuando no quisiste besarme, sobre todo frente a Caterina.
—Evita mencionarla, ¿sí? —dijo Taehyung, un tanto serio.
—Está bien, gruñoncito —respondió Jungkook, esta vez besando sus labios con suavidad, apagando cualquier malestar que pudiera quedar en el aire.
La semana había sido una tormenta emocional para Taehyung. Cada vez que salía con Jinwoo, su "prometido", sentía cómo el peso de las mentiras lo asfixiaba. Jungkook, confiado y cariñoso, no sospechaba nada, lo que solo aumentaba la culpa que Taehyung cargaba. Cada excusa, cada mensaje evasivo, le desgarraba un poco más el alma.
Pero por fin, el fin de semana había llegado, y con él, un respiro inesperado: su padre estaba fuera en un viaje de negocios. Esa ausencia le dio un poco de espacio para centrarse en lo que realmente importaba, aunque sabía que los problemas seguían acechando en las sombras.
Taehyung se miró al espejo, sus manos temblorosas ajustando los puños de su camisa de seda blanca. La tela suave contrastaba con la tensión en sus hombros. Su piel, ligeramente iluminada por el maquillaje que había aplicado con cuidado, parecía más tersa y radiante. Un toque de rubor realzaba sus pómulos, mientras que un brillo sutil en sus labios le daba un aire etéreo.
Había elegido unas joyas discretas pero elegantes: pequeños pendientes de oro y una fina cadena alrededor de su cuello que resaltaban la delicadeza de su figura. Sus dedos, largos y estilizados, acariciaban el colgante de la cadena, buscando consuelo en el movimiento repetitivo.
Respiró hondo, intentando calmar el torbellino en su pecho. Su cabello, cuidadosamente peinado, caía con naturalidad sobre su frente, enmarcando su rostro como si estuviera hecho para llamar la atención de cualquiera que lo viera.
El sonido de su teléfono lo sacó de sus pensamientos. Al revisar la pantalla, vio el mensaje de Jungkook:
"Estoy abajo, cariño. Tómate tu tiempo, pero ya quiero verte."
Taehyung dejó escapar un suspiro tembloroso. Se dio una última mirada en el espejo, ajustó la cadena de nuevo y se dirigió hacia la puerta.
Con cada paso que daba, sentía el latido de su corazón acelerarse. Justo cuando estaba a punto de escabullirse, se topó con una de las sirvientas.
—Señorito Taehyung, ¿a dónde cree que va? —preguntó ella con una sonrisa curiosa.
—Haeun —dijo él rápidamente, su voz tensa—. Por favor, necesito un respiro de todo esto. Mi padre no tiene por qué enterarse.
La sirvienta lo observó por un momento antes de asentir.
—Bien, pero procure regresar antes de que su padre vuelva. No quiero meterme en problemas.
—Gracias, en serio —respondió Taehyung, abrazándola con gratitud antes de salir rápidamente por la puerta.
Una vez afuera, Taehyung divisó a Jungkook, apoyado con una actitud relajada sobre su auto, absorto en su teléfono. Pero en el preciso instante en que el alfa levantó la vista y lo vio, se quedó inmóvil, sus ojos recorriéndolo de arriba a abajo con una mezcla de asombro y admiración.
El omega sintió el calor subir a sus mejillas, pero no apartó la mirada. Sabía que se veía bien, había puesto todo su empeño en ello. Pero ver esa expresión de fascinación en el rostro de Jungkook era un premio inesperado, una chispa que encendió su confianza.
—¿Cómo lograste ser aún más perfecto? —preguntó Jungkook, su voz baja y cargada de emoción, como si apenas pudiera creer lo que veía.
Taehyung, intentando mantener la compostura, dejó escapar una leve sonrisa.
—Quizás solo quería impresionarte —respondió, con un toque de coquetería que lo hizo sentir más seguro.
Jungkook no esperó más; se acercó, tomando su mano con delicadeza mientras lo miraba como si fuera lo único importante en el mundo.
—Misión cumplida, cariño.
Jungkook, con una sonrisa tranquila, abrió la puerta del auto para Taehyung, ayudándolo a subir con un gesto atento. Una vez dentro, el alfa rodeó el auto para ocupar su lugar al volante, y pronto emprendieron el viaje al restaurante.
El silencio en el auto no duró mucho antes de que Taehyung, con un suspiro tembloroso, admitiera:
—Estoy nervioso.
Jungkook, sin apartar la vista del camino, llevó una mano hasta la de Taehyung, entrelazando sus dedos con suavidad.
—No lo estés —respondió, su voz cálida y segura, como un refugio—. Eres perfecto, y te amarán.
Para reforzar sus palabras, levantó la mano de Taehyung y depositó un beso suave en sus nudillos, un gesto lleno de ternura que logró calmar un poco el torbellino en el pecho del omega.
El auto se detuvo frente a un restaurante elegante, iluminado por cálidos tonos dorados que reflejaban su exclusividad. Jungkook apagó el motor y se giró hacia Taehyung, dedicándole una última mirada alentadora antes de salir del auto.
—¿Listo? —preguntó, rodeando el auto para abrir la puerta de Taehyung.
El omega asintió, ajustando ligeramente su abrigo y dejando escapar un último suspiro. Al bajar, Jungkook colocó una mano en la parte baja de su espalda, guiándolo hacia la entrada del restaurante con un gesto protector.
Dentro, el ambiente era acogedor pero sofisticado. Una suave música de piano llenaba el lugar, mientras los camareros se deslizaban entre las mesas con impecable profesionalismo. Taehyung sintió que todos los ojos estaban sobre ellos, aunque sabía que era solo su imaginación jugando con sus nervios.
En una mesa cerca de las ventanas, los padres de Jungkook ya los esperaban. Su madre, una mujer elegante con un sencillo pero refinado vestido negro, fue la primera en notar su llegada. Su rostro se iluminó con una cálida sonrisa, y Taehyung sintió un alivio momentáneo ante su recepción amistosa.
—¡Ah, ahí están! —exclamó, levantándose rápidamente para darle un abrazo afectuoso a su hijo—. Jungkook, ¡hace tanto que no te veíamos!
El padre de Jungkook, de semblante sereno pero imponente, también se levantó, colocando una mano en el hombro de su hijo y mirándolo con orgullo.
—Qué alegría verte, hijo —dijo, su voz profunda y llena de cariño, mientras lo abrazaba. Luego, su mirada se desvió hacia Taehyung—. Así que tú eres Taehyung. Hemos oído mucho sobre ti.
Con un poco de nervios, Taehyung sonrió y aceptó el saludo, estrechando la mano del padre de Jungkook con firmeza y respeto.
—Es un placer conocerlos —respondió Taehyung, inclinándose ligeramente en una muestra de cortesía.
La madre de Jungkook, que se había acercado con una sonrisa cálida, también le extendió la mano.
—Finalmente te conocemos en persona, Taehyung. Jungkook siempre habla de ti —comentó con una mirada amable, llena de afecto hacia el joven omega.
Jungkook sonrió, sintiéndose orgulloso de la calma con la que Taehyung manejaba la situación.
—Vengan, siéntense. La mesa ya está lista. Nos tomamos la libertad de ordenar un aperitivo mientras esperábamos. Taehyung, espero que te guste —dijo la madre de Jungkook, señalando los lugares disponibles con una cálida sonrisa.
Taehyung se sentó junto a Jungkook, sintiendo la calidez de su presencia como un escudo contra cualquier incomodidad. Durante los primeros minutos, las conversaciones fueron ligeras y casuales, y poco a poco Taehyung empezó a relajarse, especialmente gracias a la amabilidad genuina de la madre de Jungkook.
Sin embargo, en un momento, el padre de Jungkook dirigió su atención hacia Taehyung, su mirada cargada de curiosidad.
—Jungkook nos ha hablado mucho de tus talentos artísticos. ¿Es cierto que protagonizarás "El Cascanueces"?
La pregunta lo tomó por sorpresa, pero logró sonreír antes de responder.
—Sí, tuve la suerte de obtener el papel. Es un gran desafío, pero estoy muy emocionado por ello.
—Eso es admirable —comentó el padre de Jungkook, asintiendo con aprobación—. Un papel como ese no se consigue fácilmente.
Las palabras del hombre, cargadas de orgullo, disiparon un poco más los nervios de Taehyung.
Mientras tanto, Jungkook, sentado a su lado, no pudo evitar sonreír al ver cómo Taehyung comenzaba a ganarse el cariño de sus padres. Sin pensarlo, entrelazó sus dedos bajo la mesa con los de Taehyung, ofreciéndole un apoyo silencioso que valía más que mil palabras.
La velada continuó con más charlas y risas. El padre de Jungkook comenzó a contar historias de sus viajes, y la madre compartió anécdotas de la infancia de su hijo. A medida que avanzaba la noche, Taehyung comenzó a sentirse más relajado. Ya no percibía cada palabra que decía como una evaluación, sino más bien como una conversación genuina.
Cuando sirvieron el plato principal, el ambiente se suavizó aún más con la comida. Durante toda la cena, Taehyung notó cómo Jungkook lo observaba con una mezcla de orgullo y cariño.
Después del postre, Jungkook le sonrió con ternura y, acercándose un poco, casi en un susurro, le preguntó:
—¿Te sientes mejor?
Taehyung esbozó una ligera sonrisa y asintió.
Al ver la tranquilidad reflejada en los ojos de Taehyung, Jungkook se inclinó hacia él y, con un gesto lleno de cariño, le besó suavemente la mejilla. Taehyung, sorprendido, sonrió de inmediato, sintiendo una cálida ola de afecto invadirlo.
—¿Y bien? ¿Ya tienen planes de formalizar? —preguntó la madre de Jungkook con una sonrisa expectante.
—Mamá, todo a su debido tiempo —respondió Jungkook, sonriendo ante la insistencia de su madre.
—Lo sé, pero me encantaría tener nietos pronto —dijo ella con una risita.
Taehyung bajó la cabeza, incómodo, como si fuera el mismo tema de siempre: solo lo veían como una incubadora de cachorros.
—Seoyeon, ¿qué cosas dices? —interrumpió el padre de Jungkook, mirando con reproche a su esposa. —Tae está en su mejor momento profesional. Cuando él lo estime conveniente, pensará en tener cachorros.
Taehyung levantó la vista, sorprendido por las palabras del padre de Jungkook.
—Tienes razón —rió la madre de Jungkook, alzando las manos con una expresión juguetona. —A veces tiendo a ser un poco... ¿cómo decirlo?
—¿Imprudente? —sugirió Jungkook, soltando una risa.
—¡Hijo! ¿Qué cosas dices? —dijo Belma, levantando una ceja. —Solo que mis amigas ya tienen a sus nietos, y bueno... Pero olviden todo eso. Cuando ustedes decidan que es el momento oportuno, estará bien.
La cena terminó con una atmósfera cálida. La madre de Jungkook se acercó a Taehyung, su tono sincero y suave.
—Fue un placer conocerte, Taehyung. Lamento lo que mencioné antes. Espero que nos invites al estreno de "El Cascanueces", me encantaría verte bailar —dijo, dándole un suave abrazo que hizo que Taehyung se sintiera un poco más relajado.
Taehyung, tocado por su amabilidad, sonrió y asintió.
—Claro, estaré encantado de invitarlos —respondió, sintiendo que el peso sobre sus hombros se aligeraba.
El padre de Jungkook, más reservado, también se acercó y lo estrechó en un apretón de manos firme pero cordial.
—Nos alegra que hayas pasado la noche con nosotros. Eres bienvenido siempre —añadió con una sonrisa sincera.
Taehyung sonrió nerviosamente y asintió.
—Gracias, fue una noche muy especial. Espero verlos de nuevo pronto.
Jungkook, observando la despedida con orgullo, se acercó a Taehyung y tomó su mano suavemente.
—Vamos, cariño. Te llevo a casa —dijo con una sonrisa cálida, guiándolo hacia el auto.
Mientras caminaban hacia el vehículo, los padres de Jungkook se despidieron, subiendo al suyo para regresar a su hotel.
—Cuídate, Taehyung —dijo la madre, su tono lleno de cariño.
—Nos veremos pronto, hijo —agregó el padre, igualmente afectuoso—. Un placer conocerte, Taehyung.
Con una última sonrisa y una mirada llena de aprecio, los padres de Jungkook subieron al auto y arrancaron, alejándose lentamente mientras el silencio envolvía a los dos jóvenes.
Una vez dentro del auto, Jungkook comenzó a conducir mientras Taehyung lo miraba con una suave sonrisa. El ambiente familiar aún flotaba entre ellos, dejando una sensación cálida.
—Estoy feliz, tus padres fueron muy agradables —comentó Taehyung, acomodándose en el asiento y sonriendo ligeramente.
—Sabía que te agradarían. Mi madre tiene una forma única de hacer sentir a todos bienvenidos, aunque... lamento ese último comentario —respondió Jungkook, sonriendo mientras mantenía los ojos en la carretera.
—No pasa nada. Por cierto... ¿Podemos ir a tu departamento? No quiero regresar a casa aún —dijo Taehyung, mirándolo de reojo, nervioso pero decidido.
Jungkook levantó una ceja, intrigado por la solicitud.
—¿Y tu padre? Se molestará si no estás en casa.
—Está de viaje de negocios —Taehyung contestó con tranquilidad, como si eso bastara para resolverlo.
Jungkook lo miró por un momento, pensativo, pero finalmente sonrió.
—Está bien, entonces. Vamos a mi departamento.
El ambiente se relajó al instante, y Jungkook sintió una leve satisfacción al saber que esa noche, al menos, podrían disfrutar de su tiempo juntos sin preocupaciones. Mientras el coche avanzaba hacia el departamento, Taehyung recostó la cabeza en el respaldo del asiento, sonriendo en silencio, disfrutando de la compañía de Jungkook y de lo que la noche aún les deparaba.
Cuando llegaron al departamento, el coche se detuvo frente al edificio. Jungkook estacionó con calma, pero la ligera tensión que flotaba en el aire era palpable. Ninguno de los dos dijo nada mientras salían del coche y se dirigían al elevador.
El silencio era denso, como si ambos supieran que algo estaba a punto de suceder, pero ninguno se atrevía a dar el primer paso. Al entrar al elevador, Taehyung miró a Jungkook con una intensidad inesperada. La cercanía, el deseo contenido, lo hicieron actuar de forma impulsiva.
Sin previo aviso, Taehyung se abalanzó sobre él, besándolo con urgencia. Fue un beso profundo, cargado de emociones acumuladas, de palabras no dichas y de una tensión finalmente liberada. Jungkook, sorprendido al principio, respondió al instante, tomando a Taehyung por la cintura y atrayéndolo más cerca, como si no quisiera dejarlo ir. Sus cuerpos comenzaron a rozarse, provocando gemidos suaves y liberando las feromonas que se entrelazaban en el aire.
El sonido de las puertas del elevador abriéndose interrumpió el momento. Una señora mayor, con un sombrero grande y un bolso lleno de compras, entró sin darse cuenta de inmediato de lo que estaba sucediendo.
Ambos se separaron rápidamente, como si nada hubiera pasado, adoptando posturas casuales y mirando al frente, intentando disimular el sonrojo que comenzaba a invadir sus rostros. La señora les sonrió amablemente.
—¡Qué día tan agradable! —comentó con una sonrisa simpática mientras ajustaba su bolso.
Taehyung y Jungkook se miraron brevemente, forzando sonrisas mientras intentaban mantener la calma.
—Sí, el clima está perfecto —respondió Jungkook, mirando fijamente al techo del elevador para evitar hacer contacto visual con Taehyung.
La señora siguió hablando, ajena a la tensión palpable en el aire, comentando sobre el buen clima y las flores del parque. Mientras tanto, Taehyung y Jungkook trataban de mantener la compostura, sus sonrisas tensas y el rojo en sus mejillas traicionándolos. Cuando las puertas del elevador se abrieron nuevamente, la señora les dio una última sonrisa antes de bajar.
—¡Que tengan una excelente noche, jóvenes! —dijo mientras ambos se apresuraban a salir del elevador.
Una vez fuera, Jungkook miró a Taehyung con una sonrisa traviesa.
—¿Crees que lo notó? —preguntó en voz baja, mirando hacia atrás, como si aún estuviera preocupado por la señora.
Taehyung soltó una risa suave y sacudió la cabeza.
Fue entonces cuando Jungkook, con una sonrisa cómplice, aprovechó el momento para tomar el brazo de Taehyung con firmeza, atrayéndolo hacia él y besándolo de nuevo. Esta vez, no hubo interrupciones. Solo una risa compartida entre ambos mientras caminaban hacia el departamento.
Al entrar, la puerta se cerró suavemente detrás de ellos con un clic. Jungkook, sonriendo, se acercó a Taehyung y le dio un beso rápido en los labios, un toque fugaz que dejaba claro que, por fin, estaban solos.
—Necesito darme un baño. Ponte cómodo, ya sabes dónde está todo —dijo Jungkook con voz suave y relajada.
Taehyung lo observó mientras el cuerpo de Jungkook se movía hacia el baño. Sin querer, sus ojos se fijaron en la entrepierna del alfa, donde notó un leve abultamiento. El simple gesto hizo que su corazón latiera más rápido, y un suspiro involuntario escapó de sus labios. La luz tenue del departamento creaba una atmósfera acogedora, pero su mente seguía agitada.
Con pasos lentos y pensativos, se dirigió a la barra de la cocina. Abrió el mueble donde guardaba las botellas y extrajo una de vino tinto. El sonido del corcho al abrirse le pareció reconfortante. Vertió el vino lentamente en una copa, observando cómo el líquido rojo llenaba el cristal con un ritmo casi hipnótico.
Se quedó mirando la copa un momento, absorbiendo la calma que el vino parecía ofrecerle. El reflejo del líquido brillaba débilmente bajo la suave luz del departamento. Después, decidió servirse una segunda copa. Antes de probarla, se perdió en sus pensamientos.
¿Realmente iba a enlazarse con un alfa al que no amaba? La idea le parecía extraña, dolorosa. ¿Sería posible entregarse por completo a alguien sin amor?
La respuesta fue clara para él. No. La única persona con la que realmente quería estar era Jungkook. Era él quien merecía su amor, su entrega. Nadie más.
Con un movimiento decidido, Taehyung vació la copa de vino de un solo trago, sintiendo el calor del alcohol recorrer su cuerpo. Sin perder tiempo, dejó la copa sobre la mesa y se dirigió al baño.
Dentro, Jungkook se sumergía en la tranquilidad de la tina, dejando que el agua caliente lo relajara mientras el vapor llenaba el aire. Cerró los ojos, disfrutando del momento, hasta que el sonido de la puerta al abrirse lo sobresaltó.
Taehyung apareció en el umbral, su mirada intensa y sugerente, como si cada paso que daba fuera una invitación. Jungkook se irguió, desconcertado por la presencia que irradiaba, pero rápidamente una sonrisa suave se curvó en sus labios, atrapado por la belleza de Taehyung.
—¿Taehyung? —preguntó con suavidad, su voz cargada de un susurro curioso—. ¿Qué haces aquí?
El omega no respondió. El suave deslizamiento de la tela sobre su piel se mezclaba con el tenue goteo del agua. Taehyung, con la cabeza ligeramente inclinada, se quitó la camisa con una gracia deliberada, sabiendo que cada movimiento suyo no pasaba desapercibido. Evitó la mirada de Jungkook, pero no por inseguridad, sino porque disfrutaba del poder que su cuerpo ejercía sin palabras. Cada prenda que caía al suelo desvelaba más de su figura, una vulnerabilidad que no hacía más que resaltar su belleza cautivadora.
—Taehyung... —murmuró Jungkook, su voz casi inaudible mientras su mirada recorría la figura desnuda del omega.
El omega levantó la mirada, sus ojos brillando con una mezcla de deseo y determinación. Respiró hondo, controlando el titubeo que aún quedaba en su voz.
—Quiero... —murmuró, su voz cargada de un suave poder—. Quiero estar contigo, Jungkook.
Jungkook, con una sonrisa suave, intentó aligerar la tensión sin hacer que Taehyung se sintiera aún más vulnerable.
—No tienes que hacerlo si no quieres —dijo, su voz llena de ternura, dejando claro que no había presión alguna—. Si no te sientes preparado, está bien.
Taehyung vaciló por un momento, la timidez envolviéndolo como una capa invisible, pero su mirada permaneció firme. Sin dudar, avanzó hacia la tina, cada paso cargado de una determinación silenciosa, como si su deseo hablara más fuerte que cualquier inseguridad.
Miró hacia el agua, luego hacia Jungkook, y con una respiración profunda, comenzó a caminar hacia él, consciente de cada paso que daba. El vapor que se alzaba de la tina y la suavidad del agua los envolvían en una burbuja de intimidad, como si nada más existiera más allá de ese momento compartido. Con un toque de gracia y elegancia, Taehyung levantó una pierna, buscando el punto perfecto para entrar, balanceándose ligeramente mientras sus ojos se mantenían fijos en Jungkook.
Cuando su otro pie tocó el agua, Taehyung se movió con suavidad, acercándose lentamente a Jungkook hasta acomodarse sobre su regazo. Un suspiro se escapó de sus labios al sentir la cercanía, sus ojos fijos en los de él. La tensión crecía, y el espacio entre ellos desaparecía. Jungkook sonrió suavemente, y Taehyung respondió con una sonrisa igualmente cautivadora. Al rozarse sus pieles, un estremecimiento recorrió sus cuerpos, el deseo latiendo más fuerte con cada respiración entrecortada.
El corazón de Taehyung latía con fuerza, pero su mirada seguía firme y confiada, respondiendo a la ternura y expectación en los ojos de Jungkook. Sintió una urgencia irresistible de acercarse más, y sin dudarlo, su rostro se inclinó hacia el de él, confiado en el deseo que compartían.
Con un suave movimiento, Taehyung dejó que sus labios se posaran sobre los de Jungkook. El beso se intensificó, y Jungkook sintió el sabor a vino tinto en sus labios, embriagante y dulce. Taehyung se separó brevemente, respirando entrecortado, y con voz suave pero cargada de deseo, susurró:
—Alfa, quiero que me hagas el amor... quiero que mi primera vez sea contigo.
Jungkook sintió que el mundo se detenía al escuchar las palabras de Taehyung. A pesar de su confianza, la vulnerabilidad en sus ojos era inconfundible. El deseo lo consumía, pero algo más profundo lo envolvía: la necesidad de cuidar ese momento.
Con un gesto suave, acarició su rostro, temeroso de romper la conexión. "Eres lo más importante", pensó, pero las palabras quedaron atrapadas. No hacía falta decirlo; lo transmitía con cada mirada, con cada roce.
—No tienes que apresurarte... —murmuró, su voz baja y rasposa, cargada de una sinceridad que vibraba en el aire entre ambos—. Yo quiero lo mismo, Tae. Pero si esto va a ser tan importante para los dos, lo haremos a tu ritmo. Quiero que te sientas seguro.
Los ojos de Taehyung brillaron con una intensidad desafiante, eliminando cualquier atisbo de duda. Su sonrisa, audaz y segura, se curvó en sus labios mientras lo miraba directamente, sin titubear.
—No quiero esperar más... —susurró, su voz cargada de deseo y certeza—. Confío en ti, Jungkook. Siempre lo he hecho. Quiero que seas tú. Quiero que sea contigo.
La valentía de sus palabras encendió algo en Jungkook, una llama que comenzó a arder en lo más profundo de su pecho. Antes de que pudiera responder, Taehyung, sin dudar, tomó la iniciativa. Se acercó con determinación y lo besó con lentitud, cada movimiento cargado de una ternura que lo dejó sin aliento.
Las manos de Taehyung recorrieron su pecho, explorando con una mezcla de curiosidad y deseo hasta que llegaron a la entrepierna de Jungkook. Con un apretón ligero pero firme, hizo que Jungkook exhalara un suspiro, su control comenzando a ceder ante la confianza imparable de Taehyung.
—Sé que también deseas estar dentro de mí... —susurró Taehyung, su mano moviéndose con una suavidad que contrastaba con el ardor de sus palabras.
Jungkook, sin previo aviso, tomó el control. Con un gesto firme, apartó su mano y, con sus grandes manos, envolvió la figura de Taehyung, atrayéndolo hacia él.
—No tienes idea de cuánto te deseo, Taehyung —murmuró, su voz cargada de deseo y ternura, mientras comenzaba a acariciarlo con delicadeza, trazando caminos lentos pero seguros sobre su piel.
Taehyung cerró los ojos, un suspiro escapando de sus labios al sentir la suavidad de sus caricias.
Jungkook besó su frente, luego sus labios con más intensidad, bajando por su mandíbula hasta alcanzar el cuello, donde dejó una serie de marcas que, como un sello, proclamaban su devoción.
—Jungkook... —susurró Taehyung, su voz quebrada, sintiendo cada caricia como si fuera la primera vez.
—Estoy aquí, Taehyung. Solo tú —respondió Jungkook, su respiración entrecortada mientras continuaba marcando su piel con besos y caricias.
Cuando su boca descendió hasta los suaves pezones de Taehyung, sus labios atraparon uno, arrancándole un jadeo que resonó como música en los oídos del alfa.
—Eres tan perfecto... —susurró Jungkook, dejando que sus palabras se mezclaran con cada beso, cada caricia, asegurándose de que Taehyung sintiera la adoración detrás de cada gesto.
El agua cálida de la tina los envolvía, amortiguando los movimientos de ambos y creando un espacio donde el tiempo parecía detenerse. Taehyung, con las mejillas enrojecidas y los labios entreabiertos, se aferraba a los hombros de Jungkook, su cuerpo temblando por la mezcla de expectativa y deseo que lo consumía.
—No quiero que te detengas... pero, por favor, sé gentil... —murmuró Taehyung, su voz apenas un susurro que se perdió en el vapor que los rodeaba.
Jungkook asintió con ternura, acariciando las mejillas de Taehyung con sus pulgares antes de capturar sus labios en un beso lento y tranquilizador.
—Siempre seré cuidadoso contigo, Tae... —respondió, su voz baja, cargada de promesas.
El alfa deslizó sus manos bajo el agua, recorriendo la cintura de Taehyung con movimientos lentos y pacientes. Sus dedos trazaron líneas invisibles por la piel sensible del omega, buscando relajarlo con cada caricia.
—Déjame prepararte... quiero que esto sea perfecto para ti —murmuró, inclinándose para dejar un beso en la mandíbula de Taehyung antes de moverse hacia su cuello, dejando un rastro de calor con cada contacto de sus labios.
Taehyung asintió suavemente, entregándose por completo a la confianza que sentía en Jungkook. Dejó caer su cabeza hacia atrás, dejando que el agua los rodeara, mientras Jungkook deslizaba una mano más abajo, bajo la superficie, acercándose a su cuerpo.
El primer contacto fue delicado, casi como una exploración. Jungkook trazó círculos lentos con sus dedos en su entrada, esperando pacientemente, sintiendo cómo Taehyung se relajaba poco a poco ante la nueva sensación.
—Dime si te duele, si necesitas que me detenga... —murmuró el alfa, sus ojos oscuros fijos en el rostro de Taehyung, buscando cualquier señal de incomodidad.
Taehyung respondió con un suave asentimiento, sus labios temblando mientras el calor en su interior crecía con cada toque.
Cuando Jungkook deslizó un dedo lentamente dentro de él, el omega dejó escapar un gemido entrecortado, aferrándose a los hombros del alfa para mantenerse estable.
—Relájate... estás haciéndolo muy bien, mi Tae —susurró Jungkook, inclinándose para besar su frente y luego sus labios, distrayéndolo del leve malestar inicial mientras su dedo se movía con cuidado.
El agua tibia facilitaba cada movimiento, envolviendo a ambos en una sensación de calma y seguridad. Jungkook continuó, añadiendo un segundo dedo con la misma paciencia, asegurándose de masajear con cuidado, ayudando a que Taehyung se adaptara.
—¿Así está bien? —preguntó Jungkook, sus ojos llenos de preocupación y ternura.
Taehyung respiró profundamente antes de asentir, un gemido suave escapando de sus labios.
—Se siente extraño... pero no es malo... —confesó, su voz temblando ligeramente mientras empezaba a moverse instintivamente, buscando más de esa sensación desconocida que despertaba algo en su interior.
Jungkook sonrió ante su honestidad, su pecho hinchándose con una mezcla de orgullo y ternura.
—Tómate tu tiempo... quiero que disfrutes esto tanto como yo... —dijo, sus palabras envueltas en deseo mientras sus dedos continuaban preparándolo con movimientos precisos y cuidadosos.
El omega comenzó a relajarse más con cada segundo que pasaba, su cuerpo ajustándose a las sensaciones mientras el agua seguía salpicando ligeramente con sus movimientos. Mientras acariciaba suavemente el cabello de Jungkook, sintiendo la suavidad de cada hebra entre sus dedos. Jungkook aprovechó para inclinarse y besar los pezones de Taehyung, alternando entre caricias suaves y ligeros mordiscos, arrancándole suspiros que resonaban en el aire húmedo.
—Jungkook... creo que estoy listo... —susurró, su voz cargada de deseo y confianza.
Jungkook retiró sus dedos lentamente, sintiendo cómo el cuerpo de Taehyung temblaba bajo sus manos, no por temor, sino por la anticipación que se construía entre ellos. Con una mirada llena de deseo, se inclinó hacia adelante, besando suavemente el cuello del omega, disfrutando de la suavidad de su piel. Cada beso parecía aumentar la cercanía, y sus palabras, casi un susurro, llenaron el aire cálido entre ellos.
—Eres perfecto, Taehyung... cada parte de ti me pertenece —murmuró contra su piel, dejando que el roce de sus labios hablara por él.
Jungkook sostuvo las caderas de Taehyung con una ternura que contrastaba con la intensidad de su mirada. Lo levantó suavemente, cada movimiento lento y reverente. Taehyung, aún temblando pero confiando en él, apoyó las manos sobre sus hombros, dejándose guiar.
La conexión entre ellos creció cuando Jungkook comenzó a entrar en él, despacio, obligando a Taehyung a adaptarse a la presión constante, como si el tiempo se detuviera. El alfa controlaba sus caderas, guiándolo hacia abajo, cada centímetro haciendo que el dolor punzante lo tensara, como si lo estuvieran invadiendo por completo. El agua los rodeaba, deslizándose entre ellos, pero no podía aliviar el ardor que lo quemaba por dentro.
Taehyung jadeó, sintiendo cómo se expandía poco a poco, el dolor agudo transformándose en una sensación envolvente, casi abrumadora, cuando finalmente se acomodó por completo, sentado sobre Jungkook. Su respiración era entrecortada, y su frente se apoyó en la de él, buscando consuelo en la cercanía, mientras la incomodidad se mezclaba con una necesidad creciente.
—Mírame, Taehyung —pidió Jungkook con ternura, sus manos firmemente asentadas en las caderas del omega para estabilizarlo—. Quiero verte.
Taehyung levantó la mirada, sus ojos brillando con lágrimas que reflejaban vulnerabilidad, deseo y confianza. Una suave sonrisa apareció en sus labios, como un susurro de amor.
—Por fin soy tuyo, Jungkook —dijo Taehyung, su voz cargada de emoción—. Cuerpo y alma, solo para ti.
Se besaron con una intensidad ardiente, sus respiraciones entrelazándose mientras sus cuerpos se acostumbraban al contacto, el de Taehyung temblando brevemente antes de relajarse completamente. El omega comenzó a moverse lentamente, sus caderas encontrando un ritmo natural, guiado por las manos de Jungkook. Cada movimiento los acercaba más, cada gemido de Taehyung reafirmaba la conexión entre ellos, como si todo lo demás se desvaneciera en ese instante.
—Lo estás haciendo perfecto, Taehyung —murmuró Jungkook, su voz quebrada por el placer y la adoración.
A medida que el ritmo aumentaba, el agua salpicaba a su alrededor, pero ninguno de los dos parecía notarlo. Todo lo que importaba era la forma en que sus cuerpos encajaban, cómo el alfa y el omega se complementaban en una unión que parecía hecha para ellos.
Taehyung, con las mejillas encendidas y los labios entreabiertos, comenzó a moverse con más confianza, sus caderas marcando un ritmo más profundo. Cada vez que bajaba, un gemido suave escapaba de su garganta, y Jungkook no podía evitar apretarlo con más fuerza, sus manos firmes pero cuidadosas, asegurándose de que el omega se sintiera seguro.
—Estas tan apretado... —jadeó Jungkook, su respiración entrecortada, mientras ajustaba su agarre en las caderas de Taehyung—. No quiero dejarte ir.
Taehyung mordió su labio inferior, sus movimientos volviéndose más frenéticos a medida que el deseo lo invadía por completo.
—Hazlo... más fuerte —suspiró Taehyung, su cuerpo arqueándose hacia él—. Quiero sentirte más profundo, Jungkook.
Sus miradas permanecieron conectadas, sus ojos brillando con una mezcla de deseo crudo y la creciente necesidad de estar más cerca. El agua los rodeaba, pero todo lo que importaba era el ardor que los quemaba por dentro.
Jungkook respiró profundo, sintiendo el control desvanecerse mientras el placer se apoderaba de él. Con la voz cargada de deseo y necesidad, susurró:
—Te quiero, Taehyung. Más de lo que puedes imaginar.
El cuerpo de Taehyung se estremeció cuando sintió el clímax acercándose, el ardor y la necesidad desbordándose, hasta que finalmente, los dos se fundieron en un único éxtasis, un estallido de placer que los derritió el uno en el otro.
El aire se llenó de un suspiro compartido, el silencio posterior a la tormenta de emociones cálido y reconfortante. Taehyung descansó su frente contra la de Jungkook, ambos exhaustos, pero completamente conectados. Su respiración era agitada, pero la sonrisa en su rostro y el latido de su corazón seguían un ritmo tranquilo, como si el mundo entero hubiera dejado de moverse, detenido en ese instante solo para ellos.
En sus ojos brillaba algo más allá del deseo, una promesa, una conexión silenciosa que no requería palabras, pero que decía todo. Lo que acababan de compartir no era solo un deseo fugaz, sino el comienzo de algo mucho más grande, algo que los uniría para siempre.
...
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