Capítulo 12
Había pasado una semana desde que Taehyung comenzara su periodo de reposo, y ahora, finalmente recuperado, se sentía lleno de energía y listo para retomar su vida con normalidad. Esa mañana se despertó con una sensación de alivio; su tobillo ya no le molestaba en lo absoluto. Se estiró en la cama, disfrutando de esa ligereza, y luego caminó hacia la cocina del departamento, guiado por el aroma del café recién hecho.
—Buenos días, dormilón —saludó Jungkook, con una sonrisa, mientras le extendía una taza de café.
Taehyung se sentó en la mesa del pequeño comedor, recibiendo la taza entre las manos y disfrutando del calor que desprendía.
—No dormí tanto —murmuró con una sonrisa perezosa—. Eres tú quien madruga demasiado.
Jungkook rió, tomando asiento frente a él y, con una mirada cariñosa, observó a Taehyung en su gran polera que le caía ligeramente sobre el hombro.
—Te ves adorable usando mis poleras como pijama —comentó en voz baja, con un brillo de ternura en los ojos—. Deberías quedártelas.
Taehyung parpadeó sorprendido y luego desvió la mirada, sonrojado, ajustando el borde de la camiseta entre sus dedos.
—No... No es necesario —susurró, tratando de restarle importancia, aunque en el fondo le gustaba la idea.
Jungkook sonrió, inclinándose un poco hacia él.
—A mí me gusta verte así. Es como si parte de mí se quedara contigo, aun cuando no esté cerca.
El omega no pudo evitar sonreír ante ese comentario, sintiéndose cálido y un poco abrumado. Ambos continuaron con su desayuno en silencio, disfrutando de la cercanía sin palabras.
Al terminar, recogieron los platos. Mientras lavaban juntos, sus manos se rozaban de vez en cuando, y una sonrisa cómplice surgía de cada pequeño contacto.
Finalmente, cuando terminaron, se acomodaron en el sofá, sumidos en un cómodo silencio, disfrutando de esa paz que solo ellos compartían.
—Quisiera quedarme así para siempre —murmuró Jungkook, su voz suave, mientras se inclinaba hacia Taehyung y le besaba delicadamente la glándula de feromonas, justo entre el cuello y el hombro, donde Taehyung liberaba su aroma.
Taehyung suspiró y se apartó un poco, mirándolo con una mezcla de determinación y tristeza.
—Jungkook... Creo que ya debo volver a casa —dijo, tratando de sonar firme aunque su voz apenas fue un murmullo.
Jungkook frunció el ceño, claramente no muy convencido.
—¿Tan pronto? —preguntó, casi en un susurro, sin poder evitar que algo de preocupación asomara en su rostro—. Has estado bien aquí. No tienes que apresurarte.
Taehyung bajó la mirada, sabiendo que la despedida no sería fácil, pero estaba decidido.
—Ya pasó una semana. Si no vuelvo, las cosas se pondrán peores. Mi padre debe estar como loco.
Jungkook se mordió el labio, luchando por encontrar las palabras adecuadas. No le gustaba la idea de que Taehyung se fuera. Había disfrutado de su compañía más de lo que estaba dispuesto a admitir, y la idea de que esa calma cotidiana se desvaneciera le dejaba un vacío en el pecho.
En ese instante, su teléfono vibró en el bolsillo. Al mirar la pantalla, un mensaje captó su atención y, tras leerlo rápidamente, una idea surgió en su mente.
—Antes de que te vayas... ¿por qué no pasamos primero por el estudio? —sugirió, con un destello de emoción en su voz—. Hoy publican los resultados de la audición, ¿lo recuerdas? Podríamos ir juntos y ver qué pasó. Además, podrías aprovechar para tomar una clase y seguir perfeccionando tu técnica.
Taehyung lo miró, sorprendido. La idea lo tomó por sorpresa, pero no pudo evitar sonreír.
—Bueno... eso suena bien —aceptó, con una sonrisa tímida—. Después de todo, tú también quieres saber, ¿verdad?
Jungkook asintió, sonriendo.
—Claro que sí. Vamos juntos, y ya después hablaremos de lo demás —dijo, decidido a disfrutar al menos un poco más de tiempo con él.
Taehyung se levantó lentamente del sofá, estirando sus músculos con suavidad mientras una sonrisa tranquila aparecía en su rostro.
—Creo que voy a ir a bañarme —dijo, con una sonrisa suave, caminando hacia el pasillo que conducía al baño.
Jungkook lo observó en silencio, disfrutando de la suavidad de sus movimientos y la luz matutina que iluminaba su rostro. Sin pensarlo, se levantó y fue al armario, buscando algo adecuado para Taehyung. Le gustaba ver cómo el omega se vestía con sus prendas, como si dejara una pequeña huella en cada una.
—Voy a buscarte algo —dijo, con una mirada cómplice.
Taehyung asintió con una sonrisa, dejando que Jungkook eligiera una camiseta que pensaba que le quedaría bien.
Mientras Jungkook buscaba la ropa, Taehyung dio un paso hacia él, a punto de entrar al baño. Al bostezar y levantar los brazos, la camiseta se le subió, dejando al descubierto la ropa interior. Jungkook no pudo evitar darle una palmada en el trasero.
—Date prisa —dijo Jungkook en tono suave, dejando escapar una pequeña risa mientras veía a Taehyung girarse, sorprendido, con las mejillas ligeramente rosadas.
Taehyung lo miró desde su lugar, el rubor evidente en su rostro, pero no pudo evitar sonreír.
—¡Jungkook! —protestó, aunque su tono no era de enfado, sino más bien de diversión.
Jungkook se acercó rápidamente, el brillo en sus ojos mostrando lo satisfecho que estaba con el pequeño gesto. Le acarició la mejilla suavemente, como si tratara de suavizar la travesura.
—Solo fue un impulso, no te pongas tan rojo —dijo con una sonrisa cálida, antes de besarlo con ternura.
Taehyung, visiblemente sonrojado, se dio la vuelta, dispuesto a entrar al baño. Sin embargo, una sonrisa tímida iluminaba su rostro mientras murmuraba.
—Voy a ir a bañarme... pero la próxima vez... ¡más despacio! —dijo, deslizándose hacia el baño, dejando a Jungkook con una sonrisa satisfecha.
A pesar de haber pasado una semana juntos en el departamento, nada ocurrió entre ellos. Aunque la tensión era palpable, Taehyung no se sentía aún preparado, y Jungkook, siempre paciente, nunca lo presionó.
Cada noche, se acurrucaban juntos, abrazados, disfrutando de la calidez de la cercanía sin prisa alguna. Las horas pasaban entre susurros suaves y gestos tiernos, sin necesidad de palabras. Lo que compartían era mucho más que un simple deseo, era un vínculo profundo, construido con respeto y una comprensión que no requería explicación.
Al llegar al estudio, entraron de la mano, mostrándose como pareja por primera vez. Ignoraron las miradas curiosas; entre ellos solo había calma y una confianza silenciosa que los unía.
En el pasillo, Jungkook detuvo a Taehyung y lo besó suavemente. Al separarse, le acarició la mejilla con una sonrisa tranquila.
—Voy a mi oficina. Nos vemos en un rato —dijo, su voz llena de cariño antes de dirigirse hacia su despacho.
Taehyung, con el corazón acelerado por el beso y la nueva realidad de su relación expuesta al mundo, se dirigió a los camarines. Allí, se publicaría el anuncio con los resultados de la audición.
Mientras caminaba, percibió algunas miradas despectivas de las bailarinas a su alrededor. Se sintió incómodo, sin entender del todo el motivo. Quizás fuera por la reciente noticia de su relación con Jungkook, ahora pública, pero él simplemente siguió su camino, ignorando los murmullos a su alrededor.
Cuando llegó al grupo que observaba el papel en la pared, su respiración se detuvo por un momento. Todos estaban mirando en silencio el anuncio de los resultados de la audición, y Taehyung, con el pulso acelerado, se acercó para leer.
Su mirada recorrió rápidamente los nombres y, al ver el suyo, se sorprendió al leer que había sido seleccionado como Clara. Un suspiro de alivio y emoción escapó de sus labios. Había trabajado tanto por ese momento, y finalmente, su esfuerzo había dado frutos.
Junto a su nombre, el de Caterina figuraba como Sugar Plum y, además, como suplente para el papel de Clara.
Al voltear hacia las chicas que lo observaban, Taehyung supo que nada volvería a ser igual.
Conseguir el papel principal había desatado rumores entre sus compañeros. Un bailarín se acercó a Taehyung, su tono cargado de sospecha.
—No creo que te hayas ganado ese papel por tu propio talento. Te vi besándote con el dueño del estudio —dijo, lanzando la acusación con una sonrisa cínica.
Las palabras causaron un revuelo inmediato en el ambiente, pero Taehyung, aunque visiblemente molesto, mantuvo la calma y respondió con firmeza.
—He trabajado tan duro como todos. Siempre he sido el mejor en este estudio.
El bailarín lo miró con desdén, una sonrisa desafiante curvando sus labios.
—Puedes decir lo que quieras, pero fallaste en la audición. Ese papel tenía que ser para Caterina —dijo con tono burlón, buscando desestabilizarlo y demostrar que no creía en su habilidad.
Mingyu, que había estado observando en silencio, intervino con calma y una mirada confiada.
—Taehyung se tropezó, pero todos sabemos que se levantó y dio la mejor audición de la tarde —dijo, con un tono que no dejaba espacio para dudas—. Felicitaciones, Tae.
Taehyung, agradecido por el apoyo, asintió y sonrió.
—Te lo agradezco, Mingyu. Y para todos los que dudan de mis capacidades, les diré esto: por más que hablen, sigo siendo el mejor en este estudio. Caterina puede seguir luchando por su lugar, como todos lo hacemos. Pero este papel es mío porque me lo gané.
Con esas palabras, Taehyung terminó la conversación, dejando atrás los murmullos. Con pasos firmes, se dirigió hacia la oficina de Jungkook, el eco de sus pisadas resonando en el pasillo vacío.
Sin tocar la puerta, Taehyung entró directamente, sorprendiendo a Jungkook.
—Necesito hablar contigo sobre lo que está sucediendo —comenzó, su voz firme pero controlada, llena de determinación—. Están diciendo que tú me conseguiste el papel de Clara.
Jungkook levantó la mirada, sorprendido.
—Cariño, felicidades por el protagónico...
—Necesito saber la verdad —lo interrumpió, su mirada fija en él—. ¿Obtuve el papel protagonista por mi propio mérito y talento, o fue influenciado por lo que está sucediendo entre nosotros?
Jungkook suspiró, levantándose lentamente. Se acercó a Taehyung con paso firme, tomando sus manos con suavidad. Su mirada era seria, pero llena de sinceridad.
—Mi vida, fui uno de los ocho jueces —dijo con calma—. Te amo, y si me lo hubieras pedido, habría hecho lo que fuera por darte el papel... pero esta vez no hice nada. Lo conseguiste por tu talento, Taehyung. Nadie más lo merecía más que tú.
Jungkook cerró la puerta con seguro y, con suavidad, guió a Taehyung hasta su escritorio. Lo sentó sobre él, quedando a la altura perfecta, de pie entre sus piernas. Con un gesto tierno, sus ojos buscaban tranquilizar al omega, dispuesto a enfrentar juntos la tensión del momento.
—¿Te sientes mejor? —preguntó Jungkook, observando a Taehyung con atención.
Taehyung suspiró y, sin decir palabra, abrió los brazos. Jungkook lo abrazó con fuerza, permitiéndole encontrar consuelo en su pecho.
Después de un largo rato, Taehyung se separó suavemente, levantando la mirada hacia Jungkook con una mezcla de gratitud y algo más, como si no quisiera romper la paz que habían creado juntos.
—Creo que debería irme a la práctica—murmuró, su voz suave, como si no quisiera romper el momento. Miró a Jungkook un instante, sabiendo que tenía que seguir adelante.
Jungkook, aún con las manos extendidas, acarició suavemente su mejilla antes de dejarlo ir.
—Vas a hacerlo genial, como siempre —dijo con una sonrisa cálida, aunque sus ojos reflejaban un leve atisbo de preocupación y orgullo.
Sin soltarlo del todo, Jungkook le sonrió, sus ojos brillando con ternura.
—Dame un beso antes de irte —murmuró, con una sonrisa traviesa pero llena de cariño.
Taehyung, sonriendo tímidamente, se acercó y, sin pensarlo demasiado, le dio un suave beso en los labios. Un beso corto pero lleno de significado, como un suspiro compartido entre ellos.
—Nos vemos luego —susurró, sus ojos brillando con complicidad antes de apartarse, listo para enfrentar el ensayo.
La práctica comenzó con una serie de ejercicios técnicos centrados en perfeccionar la postura y la fluidez de los movimientos. Los instructores, con una mirada crítica pero llena de paciencia, guiaron a los bailarines a través de cada paso, corrigiendo pequeños detalles que, aunque parecieran insignificantes, marcaban una gran diferencia en el rendimiento general.
El sudor y la concentración se mezclaban en el aire, mientras los bailarines ajustaban sus movimientos con cada corrección. Taehyung, centrado en su técnica, seguía cada indicación con precisión, su cuerpo respondiendo con fluidez y determinación. A pesar de los murmullos persistentes que lo rodeaban, mantenía la calma y se entregaba completamente a la danza, como si el escenario fuera el único lugar donde pudiera encontrar paz.
Al terminar la sesión, Caterina, con paso firme y el rostro ligeramente tenso, se dirigió al despacho de Jungkook. Respiró hondo, intentando calmar la incertidumbre que sentía, y, con un leve golpe en la puerta, entró en la oficina, decidida a hablar sobre lo que había estado ocurriendo en el estudio.
Jungkook levantó la mirada al escucharla y la recibió con cortesía.
—Buenas tardes, Caterina. ¿En qué puedo ayudarte? —dijo, invitándola a tomar asiento.
Caterina, algo nerviosa pero decidida, comenzó a hablar sobre los rumores que circulaban entre los compañeros.
—He escuchado que muchos creen que debería ser yo quien interprete a Clara —comentó con una mezcla de frustración y pasión—. Siento que puedo llevar este papel a otro nivel, que realmente puedo hacerlo mío.
Jungkook la escuchó en silencio, observando cómo sus palabras reflejaban su determinación. Con un gesto tranquilo, se acomodó en su silla, dispuesto a escucharla con atención.
—Entiendo tu deseo, pero las decisiones sobre los roles las toma el equipo de dirección. Todos somos conscientes de tu talento, pero hay otros factores que se consideran —responde con calma.
Caterina, claramente frustrada, se acercó un paso más, su voz temblando de desesperación.
—¡Pero quiero esa oportunidad! ¿No puedes hablar con el director o hacer algo? —suplicó, su mirada llena de angustia mientras buscaba una salida a la situación que sentía tan injusta.
Jungkook, manteniendo la calma, la miró con comprensión, pero también con la firmeza que la situación requería.
—Caterina, entiendo lo que sientes, pero no puedo intervenir en la decisión del director. El papel se asignó por mérito, y esa es la única forma en la que podemos avanzar aquí —respondió, su tono tranquilo pero directo, sin poder prometerle lo que ella deseaba escuchar.
Caterina, aún con el rostro marcado por la frustración, no dejó de mirarlo, esperando algún cambio en su postura.
—¡Por favor, alfa! ¿No puedes hacer algo? —imploró, su voz temblando ligeramente.
El uso de "alfa" en ese contexto molestó a Jungkook. Con firmeza, su mirada se endureció y su tono se volvió serio.
—Mi nombre es Jeon Jungkook. Te agradecería que me trataras con respeto. Las decisiones son finales. Concéntrate en tu papel y demuestra tu talento —respondió, sin permitir espacio para más discusiones, dejando claro que no cedería a su presión.
En ese momento, Taehyung entra, escuchando todo y sintiéndose orgulloso de cómo Jungkook mantiene sus límites.
—¿Todo bien por aquí? —pregunta Taehyung, mirando a ambos.
Caterina, notando su presencia, se queda en silencio, claramente molesta por la interacción, pero Jungkook se mantiene firme, sin dar cabida a más discusiones.
—Sí, todo bien —responde Jungkook, sin apartar la mirada de Caterina—. Ahora, si no tienes nada más que agregar, creo que podemos concluir esta conversación.
Caterina, con una última mirada despectiva hacia Taehyung, se da la vuelta y sale del despacho, dejando un ambiente tenso, aunque aliviado por la decisión firme de Jungkook.
Una vez a solas, Jungkook suspira y se acerca a Taehyung con una sonrisa suave.
—Bueno, hora de volver a la realidad —murmura Taehyung, soltando una ligera sonrisa que aligera la tensión del momento.
Jungkook asiente, su mirada comprensiva. Toma algunos papeles del escritorio.
—Déjame guardar esto y te llevo a casa —dice con tono relajado, como si dejara atrás todo lo ocurrido.
Taehyung observa en silencio, sintiendo la calma que Jungkook siempre logra transmitir. Cuando Jungkook termina de organizar los papeles, se acerca y le ofrece la mano, invitándolo a salir del despacho.
—Vamos, te llevo —dice con suavidad.
Al llegar a la casa de Taehyung, Jungkook estaciona el auto frente a la entrada. Los dos permanecen en silencio unos momentos, mirando la casa, como si las palabras sobraran en ese instante.
—Gracias por todo —murmura Taehyung, su voz suave, con un toque de gratitud.
Jungkook sonríe y se voltea hacia él.
—Por favor, cuídate. Si pasa algo con tu padre, llámame, ¿de acuerdo? —dice, su expresión seria pero llena de preocupación.
Jungkook observa en silencio mientras Taehyung sale del auto y entra a su casa. No dice nada, solo se asegura de que esté bien antes de irse.
Al arrancar el motor y alejarse, un nudo se forma en su estómago. Aunque todo parece estar bien ahora, sabe que la situación de Taehyung es complicada. Por ahora, solo puede ofrecer su apoyo, como siempre lo ha hecho.
Taehyung entra en la casa con una ligera sensación de alivio al no encontrar a su padre a la vista. La sirvienta, al verlo, se acerca rápidamente.
—Señorito Taehyung, su padre ha estado como loco por su ausencia —le comenta, su voz llena de preocupación.
Taehyung frunce el ceño, preocupado por la reacción de su padre.
—¿Está en casa ahora? —pregunta, con una nota de incertidumbre en la voz.
–Su padre esta en el trabajo —informa con una voz calmada.
Taehyung suspira aliviado, pero la tensión en su cuerpo persiste.
—Gracias, voy a descansar un poco —responde con una leve sonrisa antes de subir las escaleras hacia su habitación.
Al entrar en su habitación, Taehyung toma su celular entre las manos, notando las numerosas llamadas perdidas y mensajes de Minho, pero no puede evitar centrarse en el deseo de enviarle algo a Jungkook.
Con una sonrisa tímida, sus dedos recorren la pantalla, tecleando con cariño: "Tengo mi celular, así que no dudes en escribirme. Ya te extraño."
Cuando presiona enviar, una cálida sensación de tranquilidad lo envuelve, imaginando la sonrisa que seguro aparecería en los labios de Jungkook al leerlo.
Taehyung entra al baño con pasos lentos, sintiendo la tensión de su cuerpo delicado. Se quita la ropa con cuidado, dejando que las telas rocen suavemente su piel. Frente al espejo, observa su figura, notando lo bonito y delicado de su torso. Un pensamiento fugaz sobre si Jungkook encontraría atractivo su cuerpo lo atraviesa, y, casi sin darse cuenta, sus dedos exploran su pecho, recorriendo sus suaves contornos con un toque suave. El roce lo hace sentir vulnerable, y rápidamente aparta la mirada, incómodo por esos pensamientos. Se dirige a la ducha, donde el agua caliente lo rodea, buscando calmar la agitación interna.
Por un momento se queda mirando el agua caer, la sensación de deshacerse de las feromonas de Jungkook lo llena de frustración. Aunque sabe que lo hace por precaución, no puede evitar sentirse resentido por tener que eliminar algo que, en el fondo, le resulta tan natural y reconfortante.
Con un suspiro, se termina de enjuagar, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza al ver cómo el agua se lleva todo.
Después de un rato, se viste con rapidez y camina hacia el armario. Ahí, guarda las prendas del alfa con cuidado, como si fuera un secreto, algo que no debía ver la luz.
El suave golpeteo en la puerta interrumpe los pensamientos de Taehyung. Se seca las manos con la toalla, ligeramente inquieto, y responde con voz suave.
—¿Sí?
La sirvienta, con su tono habitual de cortesía, le transmite el mensaje.
—Señor Taehyung, su padre llamó. Dice que lo espere con un atuendo elegante. Mencionó que llegará a las 8.
Cuando la hora se acercó, Taehyung, nervioso, descendió las escaleras con pasos ligeros pero inseguros. El sonido firme de los zapatos de su padre resonando en el vestíbulo hizo que su respiración se acelerara. Sabía que esa noche sería otra vez una batalla de silenciosas expectativas y reglas invisibles que debía cumplir.
Al abrir la puerta, se encontró con una sorpresa: su padre no estaba solo. Un hombre alto, de porte elegante y actitud segura, lo acompañaba. Taehyung, intentando no mostrar su sorpresa, adoptó una expresión neutral mientras su padre lo saludaba con un gesto firme.
–Buenas noches, hijo.
El desconocido se presentó de manera cordial como "Park Jinwoo" antes de ir al baño, y el silencio en la casa quedó momentáneamente roto. Taehyung aprovechó la oportunidad para acercarse a su padre, intentando aliviar la tensión en el aire.
–Padre, ¿quién es él? –preguntó con curiosidad, aunque su voz temblaba ligeramente.
La respuesta de su padre fue rápida y cortante, como siempre.
–Desapareciste una semana y te atreves a hacer preguntas. Solo compórtate y no me lleves la contraria, o en serio estarás en problemas.
Taehyung sintió cómo la tensión aumentaba, su cuerpo se tensaba en medio del silencio. Antes de que pudiera decir algo más, el hombre regresó del baño, interrumpiendo la conversación con un tono despreocupado.
—Todo bien, ¿verdad? —preguntó Jinwoo, esbozando una ligera sonrisa mientras volvía a sentarse.
—Sí, vamos a la mesa, la cena está lista —anunció el padre de Taehyung, tomando la iniciativa y guiando a todos hacia el comedor.
Taehyung no pudo evitar sentir una creciente incomodidad, como si estuviera a punto de ser juzgado por algo que ni siquiera comprendía del todo. Pero, como siempre, no tuvo más opción que seguir la corriente.
Durante la cena, la conversación fluyó entre temas triviales y frases calculadas. El padre de Taehyung hablaba de futuras alianzas empresariales, como si eso fuera su única prioridad. Taehyung, por su parte, se esforzaba en mantener una actitud neutral, ocultando cualquier incomodidad.
El hombre que lo acompañaba asentía o añadía algún breve comentario, lanzándole de vez en cuando miradas que parecían de interés. Para Taehyung, la conversación sobre inversiones y acuerdos sonaba fría y distante; sentía que la cena era solo una formalidad para su padre.
Lo que realmente dejó a Taehyung sin palabras fue el momento en que el desconocido, con una sonrisa amable, soltó:
—Por cierto, señor Kim, ya tengo la fecha para la boda.
—¿La boda? ¿Te casarás?
—Sí, contigo, Taehyung —intervino su padre, como si fuera tan trivial como elegir el menú de la cena.
El omega alzó la mirada, atónito, y por un instante el tiempo pareció detenerse. El hombre a su lado lo observó con curiosidad, pero Taehyung, aún en shock, solo pudo mirar a su padre, buscando algún indicio de que era una broma.
—¿Qué? —preguntó al fin, con la voz temblorosa.
El padre de Taehyung, sin perder su calma, continuó con su tono de siempre, como si estuviera dando una simple orden.
–La boda se celebrará en tres meses. Es hora de que cumplas con tus responsabilidades. No pongas excusas. –Las palabras fueron frías y directas, como siempre.
Taehyung sintió un nudo en el estómago. El futuro que su padre le había impuesto ya estaba decidido. Se levantó bruscamente de la mesa y se dirigió a las escaleras, buscando escapar. Pero antes de subir, escuchó los pasos de su padre acercándose rápidamente detrás de él.
–¿Qué crees que haces? –la voz resonó con autoridad, haciendo que Taehyung se detuviera en seco.
El omega se giró lentamente, sintiendo cómo la ira y la frustración comenzaban a hervir dentro de él.
–¿Cómo puedes comprometerme sin siquiera preguntarme? –su voz temblaba, pero estaba llena de reproche. El peso de la situación le caía encima como una tonelada de piedras.
El padre de Taehyung, con una expresión de desaprobación, dio un paso hacia él.
–Te lo advertí –dijo con frialdad, sin un atisbo de empatía en su rostro–. Si no querías continuar con la universidad, un matrimonio era lo que te esperaría. Así que mejor regresa a la mesa y deja de hacer una escena.
Taehyung respiró profundamente, buscando mantener la compostura, pero la presión de todo lo que estaba sucediendo lo ahogaba.
–No lo haré –respondió, su voz firme y desafiante. La rabia dentro de él había superado la necesidad de complacer a su padre.
Fue entonces cuando el padre de Taehyung, sin mostrar ninguna sorpresa por su rechazo, lanzó la última carta en su mano.
–Taehyung, ¿qué pasa si te digo que tu madre está viva? Y más cerca de lo que crees. Si realmente deseas verla, obedéceme.
Las palabras de su padre lo paralizaron: podría volver a ver a su madre. La sorpresa y el miedo lo invadieron, y aunque intentó mantenerse firme, la mención de ella hizo que su resistencia vacilara.
–¿Qué significa eso? –susurró, su voz quebrada, mientras miraba a su padre, tratando de comprender si estaba diciendo la verdad o solo jugando con su mente.
Su padre no respondió de inmediato, solo lo miró fijamente, dejando que sus palabras flotaran en el aire, como una amenaza disfrazada de promesa.
Taehyung regresó a la mesa, aún temblando, sabiendo que nada sería igual. Su mirada se cruzó con la del desconocido alfa, que lo observaba con interés y control. No había escapatoria, al menos no en ese momento.
–Lo siento por mi salida de antes –dijo Taehyung, intentando suavizar la tensión, aunque su voz traicionaba la incomodidad.
El hombre asintió lentamente, sin dejar de observarlo, como si todo lo que hacía y decía estuviera siendo analizado minuciosamente.
–No te preocupes, Taehyung –respondió el alfa con una sonrisa suave, pero cargada de intenciones–. Lo entiendo. Debes estar procesando muchas cosas. Pero lo importante es que entiendas cuál es tu verdadero valor aquí.
Taehyung apretó los puños bajo la mesa, pero se obligó a mantenerse tranquilo, sabiendo que no tenía margen para reaccionar como quisiera.
–Como omega, eres... una inversión valiosa. Tus feromonas, tu capacidad para dar hijos. Eso es lo que realmente importa en esta sociedad. Y, por supuesto, tu padre menciono que eres virgen, lo que es un bien muy preciado. Es un privilegio, no todos los omegas tienen el valor que tú ofreces –continuó el alfa, con voz suave pero firme, como si estuviera describiendo un objeto valioso, no a una persona.
Taehyung sintió la rabia subir por su garganta, pero la mirada severa de su padre lo detuvo, como advirtiéndole que no protestara. Tragó saliva y bajó la cabeza.
—¿Cuántos años tiene? —preguntó, con la voz entrecortada.
—35 años. Y deseo formar una familia lo antes posible —sonrió el alfa—. Espero que tu útero esté bien para que me des una familia numerosa.
Taehyung se quedó en silencio, pero la humillación lo recorría por completo. Su mente gritaba, pero su cuerpo permanecía rígido. Su padre solo lo observaba, como si todo esto fuera una lección de vida que él debía aprender a aceptar.
–Así que, Taehyung –dijo el alfa, con una sonrisa–, debes entender que el matrimonio no es una opción. Es una obligación. Te estás casando con un hombre que puede ofrecerte seguridad, estatus. Lo que nos beneficia a todos, incluidos nuestros futuros hijos.
El omega sintió cómo la presión de esas palabras lo aplastaba, pero solo pudo asentir.
—Jinwoo, si te digo que quiero participar en una obra de ballet, ¿qué pensarías?
—¡Taehyung! —le lanzó una advertencia su padre.
—No se preocupe, señor. Para ser sincero, no me desagrada la idea, siempre y cuando, una vez quedes en cinta, te olvides de tu hobby y te concentres en nuestro hogar.
—Conseguí el protagónico del Cascanueces.
—Está bien, soy un alfa comprensivo, pero te advierto: si descuidas los preparativos de la boda, olvídate de la presentación.
La velada continuó entre palabras vacías, pero Taehyung no podía dejar de pensar en cómo su futuro ya estaba decidido. Todo se reducía a lo que podía darles, no a quién era él. Cuando la cena terminó, tuvo que acompañar a la puerta a su ahora prometido.
—¿Todo bien? —preguntó Jinwoo, sonriendo ligeramente.
Taehyung no respondió de inmediato, su expresión impasible.
—Sí —respondió finalmente, sin interés—. Buenas noches.
Jinwoo lo observó por un momento, como evaluando su actitud, pero no dijo nada más. Se dio la vuelta y salió sin prisa.
Taehyung cerró la puerta tras él, sintiendo el peso de lo que acababa de suceder.
Caminó rápidamente hacia las escaleras, pero antes de que pudiera irse, su padre lo detuvo con una mirada fría.
—¿Dónde está mi madre? —preguntó Taehyung, su voz llena de desesperación.
Su padre lo miró fijamente, sin mostrar ningún signo de emoción.
—No te olvides de lo que está en juego, Taehyung —dijo, acercándose con tono amenazante—. Si no obedeces, perderás todo lo que tienes, incluida tu madre. Esto no es un juego. Si te atreves a cuestionar lo que está por venir, ya sabes las consecuencias.
El miedo recorrió el cuerpo de Taehyung, pero no dijo nada. Sin otra opción, bajó la mirada y subió las escaleras, sintiendo el peso de la amenaza de su padre a cada paso.
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