Capítulo 10

El día de las audiciones finalmente había llegado, y el aire en el teatro se sentía denso, cargado de expectativas y nervios. Jungkook caminaba de un lado a otro, revisando su teléfono por milésima vez, con la esperanza de que el nombre de Taehyung apareciera en la pantalla. Lo había llamado una y otra vez, enviándole mensajes preocupados, pero el omega seguía sin responder.

—¿Dónde estás, Tae? —susurró el alfa entre dientes, mirando el reloj. Cada segundo que pasaba se sentía como una eternidad. Taehyung ya debería haber llegado, y la ansiedad comenzaba a morderlo.

El teatro estaba lleno de competidores, maestros y jueces, pero para Jungkook, todo se desvanecía en un segundo plano. Su atención estaba enfocada únicamente en la silla vacía que debería estar ocupada por Taehyung. La conversación que habían tenido la noche anterior pesaba en su mente; Taehyung le había insistido que no pasara por él, que llegaría solo. A pesar de que había aceptado, Jungkook no podía evitar sentir que debió haber hecho lo contrario.

Las presentaciones se sucedían una tras otra, pero para Jungkook no tenían ningún peso. Los movimientos de los otros bailarines eran para él solo una masa borrosa de cuerpos en movimiento, sin gracia, sin vida. Apenas podía concentrarse en las evaluaciones que hacía o en lo que decían los otros jueces. Las expresiones de sus compañeros le resultaban irrelevantes, los puntajes, vacíos de significado. No veía nada más que esa silla vacía frente a él.

Un escalofrío de preocupación le recorrió la espalda. Sabía lo importante que era esta audición para Taehyung, pero también conocía su naturaleza obstinada. El omega prefería enfrentar las cosas por su cuenta, y eso lo llenaba de inquietud. Jungkook deseaba estar a su lado, apoyándolo, pero ahora solo podía esperar y desear que todo estuviera bien.

Finalmente, cuando Taehyung hizo su aparición, el corazón de Jungkook se detuvo por un instante. El omega apenas levantaba la cabeza, caminando como si cada paso le costara más que el anterior. Había algo profundamente perturbador en su apariencia: el rostro demacrado, con sombras bajo los ojos y una ligera hinchazón que hablaba de una noche sin descanso. Los hombros caídos, tensos, lo hacían parecer más pequeño, más vulnerable de lo que Jungkook había visto jamás.

—Mierda... —murmuró para sí mismo, la angustia creciendo al ver a Taehyung.

El omega hablaba concentrado con la maestra Sohee mientras recibía su número, pero para Jungkook, la fragilidad en su postura era alarmante. La ligera inclinación de su cabeza, como si todo el peso del mundo recayera sobre él, le partía el corazón. Quería llevárselo y protegerlo, pero sabía lo importante que era esta audición para Taehyung, por lo que solo podía observarlo con preocupación.

Desde su lugar entre los jueces, Jungkook no podía apartar la vista de Taehyung. La tensión en su mandíbula se intensificaba con cada segundo que pasaba; la impotencia lo invadía al ver lo difícil que le resultaba al omega mantenerse de pie. Jungkook notó que el estado físico de Taehyung no estaba bien, especialmente cuando el omega hizo un leve movimiento de incomodidad con su tobillo, como si le doliera al apoyar el pie.

Cuando escuchó su nombre ser llamado, un escalofrío recorrió su cuerpo, y el silencio opresivo que llenó el teatro lo envolvió. Era un momento crítico, y aunque sabía lo importante que era para Taehyung, el miedo a que no lo hiciera bien lo invadía. Taehyung se movió hacia el escenario con una confianza forzada, pero Jungkook pudo ver más allá de esa fachada.

La música comenzó a sonar, y Jungkook sintió un torbellino de emociones al verlo dar el primer paso. Taehyung se lanzó al escenario, cada movimiento estaba calculado, pero el nerviosismo palpitaba en sus músculos. En un instante, al intentar una pirueta, su pie se deslizó más de lo necesario. La caída fue inevitable; Jungkook contuvo la respiración al ver cómo el omega golpeaba el suelo con un ruido seco.

El teatro quedó en completo silencio, como si el tiempo se hubiera detenido. Luego, las risitas comenzaron, lideradas por Caterina y sus compañeras, un eco cruel que resonaba en la sala. Jungkook sintió cómo el mundo a su alrededor se desvanecía, la ira y la preocupación ardiendo dentro de él.

Taehyung, en el suelo, sintió el calor de la vergüenza inundar su rostro. El dolor físico de la caída no era nada comparado con la herida que las risas habían dejado en su orgullo. Se quedó inmóvil unos segundos, mirando al suelo y tratando de reunir las fuerzas necesarias para levantarse.

Desde su lugar, Jungkook se levantó ligeramente de su asiento. La angustia lo consumía; su instinto le exigía que fuera a ayudarlo, pero la formalidad del momento lo mantenía atrapado. La tensión le oprimía el pecho y la mandíbula, y sus manos se cerraban en puños mientras observaba a Taehyung, sintiendo cómo el dolor de su caída resonaba en su propio ser.

El juez principal, con una mezcla de empatía y profesionalismo, se inclinó hacia adelante.

—Taehyung, ¿te gustaría intentarlo de nuevo? —preguntó, su voz cortante pero ofreciendo la oportunidad de recomponerse.

El omega asintió, sin alzar la mirada. Se puso de pie lentamente, con el orgullo herido pero decidido. Sentía las miradas clavadas en él, algunas de apoyo, otras llenas de burla. Pero Taehyung no podía permitirse fallar de nuevo. No ahora.

Cuando la música comenzó de nuevo, Taehyung cerró los ojos por un momento, respirando profundamente para calmar el tumulto en su interior. Necesitaba bloquear el ruido y las risas maliciosas que aún resonaban en su mente, ese eco hiriente que amenazaba con desmoronarlo. Esta vez, cuando dio el primer paso hacia el escenario, lo hizo con una confianza renovada, como si el espíritu de Clara, el icónico personaje del Cascanueces, lo guiara. En ese momento, Taehyung levantó la vista y sus ojos se encontraron brevemente con los de Jungkook.

La luz del escenario lo envolvió, y cada nota de la música pareció fundirse con su ser. Los primeros compases resonaron en su pecho, infundiéndole una energía nueva. Los movimientos fluyeron de manera más natural, cada gesto y cada giro se sentían como una extensión de su propio cuerpo. Con una gracia delicada y ensayada, Taehyung comenzó a danzar, su mente enfocada solo en la coreografía y el personaje al que tanto anhelaba dar vida.

A medida que avanzaba, la tensión en su pecho se fue disipando, y las burlas que antes lo rodeaban comenzaron a desvanecerse en el aire. Cada pirueta y cada salto lo acercaban más a la esencia de Clara, transformando su ansiedad en pasión. El teatro, antes lleno de murmullos y risitas burlonas, quedó en completo silencio, absorto en su actuación.

Jungkook, desde su lugar, sintió cómo su corazón latía al compás de la música, sus ojos fijos en Taehyung. El omega, ahora en su elemento, parecía brillar con una luz propia. La fragilidad que había visto antes se había desvanecido, reemplazada por una fuerza que lo cautivaba. Con cada movimiento, Taehyung capturaba no solo la atención de los jueces, sino también la admiración de todos los presentes. Jungkook sintió que se le llenaban los ojos de orgullo. En ese instante, sabía que Taehyung era capaz de superar cualquier obstáculo, y la confianza que había recuperado lo hacía aún más deslumbrante.

La magia del Cascanueces se apoderó del escenario, y Taehyung se movía como si estuviera danzando en un sueño, dejando atrás la vergüenza y el dolor. Jungkook no podía apartar la mirada, con la esperanza renovada de que Taehyung no solo estuviera interpretando a Clara, sino que también estuviera reclamando su lugar en el mundo del ballet, demostrando que era un verdadero artista.

Jungkook no podía evitar sentir que, sin importar el resultado de esta audición, Taehyung ya había ganado algo mucho más valioso: la capacidad de levantarse y seguir adelante, incluso cuando todo parecía en su contra.

Al finalizar, Taehyung reverenció y abandonó el escenario tan rápidamente como sus piernas se lo permitieron. Aunque su actuación había sido espectacular en muchos aspectos, su mente se negaba a liberarse del recuerdo de su tropiezo inicial. Era consciente de que había brillado, de que sus movimientos eran fluidos y de que había encarnado a Clara con gracia, pero la imagen de su caída se repetía en su mente como un mantra cruel.

Jungkook, sentado entre los jueces, lo vio desaparecer tras las puertas y la preocupación se instaló en su estómago. Sabía lo importante que era esta audición para Taehyung, y ver cómo había tropezado lo había llenado de impotencia. La risa cruel de sus compañeras aún resonaba en sus oídos, especialmente la de Caterina, cuya burla se había hecho más evidente. Sin pensarlo, se levantó de su asiento y salió tras él, ignorando las miradas de los demás.

Lo encontró en el pasillo, caminando con la cabeza baja, arrastrando el pie ligeramente, visiblemente afectado. Taehyung no lo vio acercarse hasta que la voz de Jungkook lo detuvo en seco.

—¡Tae! —llamó Jungkook, acelerando el paso para alcanzarlo. Cuando Taehyung se giró hacia él, el alfa notó de inmediato las lágrimas contenidas en sus ojos, esos ojos enrojecidos que intentaban, sin éxito, mantener la compostura.

Sin decir nada más, Jungkook lo rodeó con sus brazos, estrechándolo contra su pecho con fuerza. Taehyung temblaba en sus brazos, y no tardó en derrumbarse. Las lágrimas que había estado reteniendo cayeron libremente mientras se aferraba a Jungkook como si fuera su único ancla en un mar de emociones desbordadas. Sus sollozos eran suaves pero dolorosos, resonando en el pecho de Jungkook mientras él acariciaba con cuidado su cabello.

—Lo arruiné todo... —murmuró Taehyung, con la voz entrecortada por la angustia—. Todo lo que trabajé, todo por lo que me esforcé, se fue al diablo.

Jungkook apretó los labios, sintiendo su propio corazón romperse al escuchar las palabras llenas de desesperación de Taehyung. Lo sostuvo más fuerte, bajando la cabeza para susurrar en su oído.

—No arruinaste nada —Su voz era firme pero suave, como si cada palabra llevara el peso de su convicción—. Todos tropezamos en algún momento, pero lo que importa es que te levantaste y seguiste. Yo estuve allí, te vi hacerlo. No dejaste que esa caída te definiera.

Taehyung dejó escapar un suspiro tembloroso, aún aferrándose a Jungkook, como si sus brazos fueran el único lugar seguro en ese momento. Pero la vergüenza seguía presente, envolviéndolo como una nube oscura.

—Ellas se rieron de mí... —admitió con una voz rota—. Me vieron caer y no duraron en burlarse.

Jungkook sintió una oleada de rabia recorrer su cuerpo al recordar las risas crueles de Caterina y sus compañeras. Se esforzó por mantener la calma por el bien de Taehyung, pero el enojo burbujeaba bajo la superficie.

—Que se rían todo lo que quieran —dijo con un tono protector, pero con una dureza latente—. No les prestes atención. Ellas no importan. Lo que importa es lo que tú hiciste hoy, Tae. Tú deslumbraste a todos ahí. Lo vi en sus rostros. Tu talento y tu pasión brillaron, y no permitas que un tropiezo empañe eso. Te levantaste y seguiste bailando como si nada hubiera pasado, y eso es lo que recordarán. Eso es lo que cuenta

Taehyung lo miró, con los ojos aún llenos de lágrimas, pero algo en las palabras de Jungkook comenzó a disipar la desesperación que lo envolvía. Había sido un día horrible, sí, pero en ese momento, sostenido por Jungkook, empezó a sentir que tal vez no todo estaba perdido.

El alfa le dedicó una pequeña sonrisa, esa que siempre tenía el poder de calmar a Taehyung, como si en ese breve instante todo lo malo se desvaneciera. Con ternura, Jungkook se acercó y, con el pulgar, limpió suavemente las lágrimas que resbalaban por las mejillas de Taehyung.

—Vamos, te llevaré a casa —dijo Jungkook, su voz apenas un susurro, más suave mientras hablaba.

Pero cuando Taehyung intentó dar un paso, su cuerpo cedió. Apenas podía apoyar su peso sobre el tobillo herido. Jungkook lo observaba atentamente, y su expresión de preocupación se intensificó al ver cómo el omega se tambaleaba, mordiéndose el labio para no dejar escapar el dolor.

—Espera, no te muevas —dijo rápidamente, arrodillándose frente a él.

Con el máximo cuidado, levantó el pie de Taehyung para examinarlo, y su ceño se frunció al ver la inflamación evidente. Al mínimo contacto, Taehyung hizo una mueca de dolor.

—No está bien, no deberías caminar —dijo Jungkook con seriedad, sus ojos reflejando preocupación.

Taehyung intentó poner buena cara, negando débilmente con la cabeza. —No es tan grave, puedo hacerlo... de verdad.

Jungkook lo interrumpió con firmeza, pero con una gentileza que dejaba clara su determinación. —No, no puedes. No voy a dejar que te hagas más daño.

Sin darle tiempo a replicar, Jungkook se puso de pie y, con un movimiento decidido, pasó un brazo por debajo de las piernas de Taehyung y lo levantó con facilidad.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Taehyung, sorprendido, aunque su cuerpo estaba demasiado agotado para resistirse.

—Te llevo al hospital —respondió Jungkook, su voz tranquila pero cargada de preocupación—. No voy a tomar ningún riesgo con esto.

Taehyung intentó protestar de nuevo, pero no tenía energía suficiente para seguir discutiendo. —Jungkook, las audiciones aún no han terminado. Tienes que quedarte, es importante...

Jungkook siguió caminando sin detenerse, firme en su propósito. —Lo único importante ahora es que estés bien. Las audiciones pueden esperar, pero tú no.

—No tiene sentido, tienes una responsabilidad con ellos. No puedes simplemente dejarlo todo por mí —insistió Taehyung, con la voz quebrada tanto por el dolor como por la culpa de haber sido una distracción.

Jungkook lo miró con una mezcla de determinación y cariño, su tono grave pero lleno de afecto. —Siempre cumplo con mis responsabilidades, pero esta vez tú eres más importante. No me importa lo que piensen los demás.

Taehyung dejó escapar un suspiro, la frustración y el alivio mezclándose en su interior. Aunque la situación lo superaba, no podía negar que estar con Jungkook en ese momento le brindaba una sensación de tranquilidad que no quería admitir. Se dejó caer en el asiento del auto, inclinándose ligeramente hacia la ventana, mientras sentía el latido constante en su tobillo.

Jungkook, con el ceño fruncido y los ojos fijos en la carretera, sujetaba el volante con la misma determinación con la que había hablado. El silencio entre ambos era denso, pero no incómodo. Era como si, sin necesidad de palabras, todo lo que querían decirse estuviera ahí, flotando entre ellos.

—Gracias... pero no tienes que hacerlo todo por mí —murmuró Taehyung, su voz apenas audible, mientras miraba las luces de la ciudad pasar rápidamente por la ventana.

Jungkook desvió la mirada hacia él por un segundo antes de responder, su tono calmado pero lleno de sinceridad.

—Lo hago porque quiero, porque me importas. Y no voy a dejar que pases por esto solo —dijo, sin apartar la vista del camino—

Taehyung apretó los labios, sintiendo un nudo en la garganta. Era difícil procesar cómo Jungkook, que tenía tanto en sus manos con las audiciones y su propio futuro, estaba dispuesto a priorizarlo de esa manera.

—Sé que no fue como querías —añadió Jungkook, su voz suave mientras cambiaba de marcha—. Pero la audición no es el fin del mundo. Lo que importa es que estés bien, ¿entiendes?

Taehyung asintió, aunque no estaba completamente convencido. No era solo la audición lo que lo agobiaba; era la presión constante de demostrar su valía, de cumplir con las expectativas... tanto las suyas como las de los demás.

—Lo que importa es lo que piensas de ti mismo —continuó Jungkook—. Y para mí, ya eres increíble.

Mientras decía esto, Jungkook tomó la mano de Taehyung, entrelazando sus dedos con suavidad. El contacto cálido lo reconfortó, disipando un poco la ansiedad que lo envolvía. El omega sonrió, y en ese momento, el mundo a su alrededor pareció desvanecerse. Taehyung se dio cuenta de que, sin importar lo que ocurriera, contaba con alguien que creía en él, y eso era suficiente para seguir adelante.

...

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