capítulo treinta y dos

— Gracias— tu mano tomó una botella de agua, que una joven de cabellos morados te había ofrecido.

  Fuyuka había tomado asiento a tu lado con una sonrisa, aunque ambas no habían convivido durante su infancia, ella te tenía un enorme aprecio por ser la primera hija de su madre Kazumi. Ella sabía que la relación de ambas no era muy buena por una sola razón, el abandono, aquello que te habías separado de tu madre por completo.

  La joven no defendía a su madre porque incluso ella entendía que eso estaba mal, Fuyuka creía que estabas en todo tu derecho de molestarte pero también llegó a pensar que ya era momento de cambiar y que quizás lo mejor para ambas era que arreglaran las diferencias que tenían, ya que nada tarde podrías arrepentirse de ello.

— ¿Ya terminaste tus entrenamientos?— preguntó la fémina con una ligera sonrisa.

— Si— tu actitud reservada provocaba que ella se sintiera algo frustrada.

— ¿Comiste?— una media sonrisa apareció en tu rostro, tras escuchar su pregunta.

— En la mañana— respondiste sencillamente.

  Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de la joven de cabellos morados, había recordado una plática que tuvieron dos de los jugadores del equipo, en donde explicaron que habías tenido muchos problemas con Fubuki y por las diferentes maneras de pensar, fue como ambos le habían puesto fin a su relación.

  Fuyuka no quería agobiarte con preguntar innecesarias pero, ella era capaz de ver cómo es tú estado de ánimo cayó un poco más de lo normal y sabía que no era la única en darse cuenta de ello. Le preocupabas mucho como a su hermana Hanan, pero ambas aún no hervido la confianza para hablar acerca de los problemas que tenían.

— ¿Estás bien (T/N)?— cuestionó, lo que provocó que detuvieras le botella de agua a centímetros de tus labios.

  Últimamente para tu mala suerte esa era la pregunta que algunos de tus compañeros te hacían, terminar una relación por una infidelidad de tu parte no te hacia sentir nada bien. Lo único que te seguía motivando es conseguir que todo tú reloj logrará ganar las mundiales, porque después de todo ese fue el sueño que hacia tenido junto a tu padre.

— Estoy bien— diste un suspiro.

— ¿Estás segura?— preguntó observandote de reojo—. No te ves bien.

— Eso ya no es tu asunto— querías que dejarán de preguntar por tu bienestar, no te gustaba seguir recordando lo que sucedió con Fubuki.

— No te preocupes (T/N)— bajaste la mirada—. Sino me quieres decir, lo respeto.

  Ahora te sentías mal por lo que habías pronunciado, no estabas tan acostumbrada a que tantas personas preguntarán por tu estado. Era triste para ti recordar lo que había sucedido entre tú y Fubuki, lo único que quieras hacer ahora era concéntrate en los entrenamientos del equipo.

— Solo necesito espacio— susurraste bebiendo nuevamente la botella de agua.

— Cualquier cosa que necesites, aquí estaré hermana— pronunció la fémina con una ligera sonrisa.

   Escuchar aquel apodo simplemente provocó que una ligera sonrisa apareciera en tu rostro, no estabas tan sola en el mundo como tú lo creías. Aunque Fuyuka no es tu hermana biológica ella te trataba como si fueras de la familia, últimamente solo te estabas guardando tus sentimientos para ti misma y aunque sabías que eso estaba mal, no querías agobiar a nadie con tus problemas.

— ¿Tu sabes por qué Kazumi nunca me buscó cuando era niña?— Fuyuka presionó dos labios, su semblante había cambiado.

— Eso es algo que ella te tiene que decir— tú pequeña sonrisa había desaparecido—. No es nada malo, pero ella es la que tiene que darte una explicación.

— Está bien, entiendo— observaste la botella de agua.

— Creo que es momento para que hables con ella— murmuró observandote de reojo.

  Si querías saber más acerca de ello sabías más que nadie que tendrías que preguntarle a Kazumi en persona. Pero, por alguna razón tenías miedo de que las respuestas que querías no fueran las que tú esperabas.

— Voy a pensarlo.

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— ¿Dónde está el entrenador y la señorita Kazumi?— cuestionó Haruna en la mesa donde se encontraban.

  Tomaste un poco de jugo, era el desayuno por lo que ahora mismo estarían más concentrada en el entrenamiento. Los partidos nuevamente ya estaban a la vuelta de la esquina, cómo es de costumbre el entrenador Kudou siempre quiere que estén preparados con anticipación.

— ¿No lo sabes?— preguntó Aki hacia la fémina.

— ¿Saber qué?— cuestionó nuevamente Haruna sin entender, la de cabellos negros te observó de reojo pensando si estaba bien decirlo frente a ti.

— Fuyuka está en el hospital— dejaste de probar el bocado tras escuchar aquello.

  Saber que tenías otra familiar simplemente fue como un golpe inesperado, enteraste que estabas sola en el mundo cuando ya tenías padres nuevamente e incluso hermanas. Kazumi siempre les había hablado de ti a sus hijas, lo que provocó en ellas mucha felicidad enterarse que tenían a una hermana más, pero aquella felicidad se había desvanecido cuando se enteraron de lo que había sucedido con tu padre.

  Fuyuka comenzaba a preguntarse cómo te sentirías tras conocer a tu madre, debido que ella siempre les explico que nunca estuvo a tu lado desde que naciste. Quizás se sentía algo egoísta por haber tenido a tu madre con ella mientras tú estabas en otro lugar con tu abuela, pero esa ya es una situación que estaba fuera de sus manos.

  Sabías a la perfección que Fuyuka y Hanan no tenían la culpa de lo que sentías acerca de tu madre, las cosas simplemente son contra ella por no haberse presentado cuando más lo necesitabas. Saber que una de ellas estaba en el hospital te preocupo, no sabías si ella tenía algún tipo de enfermedad o le sucedió algún tipo de accidente.

  Te levantaste del lugar con rapidez dejando tu desayuno, aquello había llamado la atención de las dos jóvenes que se encontraban desayunando contigo. Ellas habían pensado que tú sabías lo que estaba sucediendo con Fuyuka.

  Llegaste al hospital más cercano, tu mirada se había centrado sobre una mujer de cabellos castaños, quién estaba llamando por teléfono. Cuando ella giró su cuerpo hacia tu dirección, te habías percatado de que ella parecía haber llorado por un largo rato.

— ¿Cómo está Fuyuka?— le preguntaste.

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