capítulo ocho

- ¿Cómo estas abuela?

Después de pronunciar aquellas palabras una pequeña sonrisa apareció en tu rostro, tenías mucho tiempo de sobra para realizar una llamada a tu familiar. Ella estaría viendo en la televisión tus partidos junto con tu equipo, cada vez que terminaba uno siempre llamaría sin falta para decirte muchos halagos, solo que ahora sabias que ella estaría un poco ocupada debido a lo de su pastelería.

- Muy bien cariño, apenas estaba terminando algunos detalles de un pastel- explicó con alegría-. ¿Qué hay de ti? ¿Todo bien por allá?

- Totalmente, ya terminamos el entrenamiento de hoy- agregaste, para después observar los alrededores de tu habitación.

- Eso es genial ¿Ya comiste algo?- preguntó.

- Aún no, solo voy a cambiarme de ropa- le respondiste.

- Bueno, espero que lo hagas pronto y no vayas a mal pasarte esta vez- pidió con suavidad-. Necesitas comer tres veces al día.

- Eso haré.

- (T/N)- la mayor guardo silencio, para después suspirar.

- ¿Si abuela?

- Tenemos que hablar acerca de tu madre- tus labios se fruncieron ante aquellas palabras-. Se que por teléfono no es la mejor forma, pero tienes que escuchar lo que tengo que decir.

- Abuela ya hablamos de esto- tus palabras sonaron en forma de súplica.

- (T/N) entiendo tu situación, se que no quieres verla pero hay algo de lo que deberías de enterarte- expusó-. Y yo no soy la indicada para hacérselo saber, solo quiero que al menos le dediques unos minutos para escuchar lo que tiene que decir.

- No se si pueda hacerlo- respondiste- abuela, se que tus intenciones son buenas pero, no puedo empatizar con alguien que no conozco.

- Lo sé, te conozco- formuló-. Sin embargo tendrás que hacer excepciones para tu madre.

- Trataré de tomarlo en cuenta- una falsa sonrisa salió de tus labios-. Te quiero abuela.

- Yo aún más (T/N), cuídate mucho.

- Igualmente, adiós.

Tomaste tu teléfono con un poco de frustración, si querías que las cosas estuvieran bien entre ambas tenias que dejar que pasara tiempo. Simplemente de la noche a la mañana sus problemas no se resolverían, así que observaste las prendas que estaban en tu cama para tomarlas.

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-

¿Me esperaste mucho?- tus orbes se acercaron hacia la persona que estaba a tu lado, quien negó la cabeza.

Tras las palabras de tu abuela comenzaste a pensar ciertas cosas acerca de tu madre, quizás si ella tendría la respuesta a todas tus preguntas, quizás ella te ayudaría a ponerle un final a aquel sentimiento negativo que comenzó a apoderarse de ti cada vez que pronunciaba "mamá". Por esa razón comenzaste a meditar un poco la situación, tanto que no te habías percatado cuando se te había hecho un poco tarde para bajar a la cafetería.

- No te preocupes- los ojos del albino se dirigieron hacia un asiento a su lado, en el cual tomaste asiento- la comida estará pronto.

Habían días en lo que simplemente querías ayudarle a las mánager a realizar una de sus tareas, pero ellas no te lo permitían, te decían que esa era su tarea.

- Eso es bueno- trataste de mantener una conversación, aunque sabías que nunca se te daba bien.

- ¿Cómo te fue en los entrenamientos?- Fubuki te observó con interés.

Desde que le habías explicado tu situación con aquella pequeña reserva de poder, le había interesado cada una de tus prácticas y siempre trataba de preguntar si estabas bien, debido a que también entendía que si podrías utilizarlo de más podría pasarte algo, como lo que sucedió cuando estaban tratando de derrotar al instituto Alien.

- Bien, estoy segura de que si sigo así podré llegar a utilizar el último recurso por más tiempo- explicaste con ánimo, lo que provocó una sonrisa en Fubuki.

- Que linda te ves sonriendo- agregó cuando colocó una mano en tu mejilla, lo que provocó que tus mejillas se sonrojaran.

- N-no digas esas cosas- te mordiste el interior de tus mejillas con nerviosismo.

- ¿Qué tal si mañana entrenamos juntos?- preguntó después de apartar su mano.

- Me parece bien- le diste una pequeña sonrisa.

- Aquí está su comida chicos.

Cuando escuchaste aquella voz un escalofrío atacó tu espina dorsal, debido a que ella se encontraba tras de ti, cosa que había llamado la atención de Fubuki.

- Muchas gracias- formuló Fubuki, una vez que tomó ambas bandejas de comida para colocarlas en la mesa en donde ambos se encontraban.

- Si gustan más, pueden decírmelo- agregó la mayor con amabilidad.

- Claro, lo haremos- tus orbes observaron los ojos azules de ella.

Durante toda la estancia de Kazumi en el lugar, nunca le habías dirigido la palabra, a pesar de que ella intentó conversar contigo durante mucho tiempo. Ella entendía la situación desde tu perspectiva, sabía que había hecho un mal con tan solo no hablarle durante estos años, pero ahora que estaba aquí quería arreglar las cosas contigo y por lo que escucho, al parecer tu también querías arreglar esta situación.

La sonrisa que ella mantuvo, provocó una sensación de bienestar en ti.

Fubuki tomó tu mano con cierta alegría, le agradaba que enfrentaras la situación y por supuesto que tendrías su apoyo si algo malo llevaba a suceder, o si no sabías que hacer.

- ¿Vas a intentarlo?- cuestionó el albino, lo que contestaste con un asentimiento.

- Necesito saber que fue lo que en verdad sucedió, pero se que va a ser difícil para mí- sentiste un ligero apretón de mano de parte de él albino.

- Si necesitas ayuda en algo, sabes que puedes confiar en mí- pronunció Fubuki, cosa que generó otra sonrisa en ti.

- Gracias.

Kazumi observó desde el primer día los acercamientos de ambos, al principio llegó a pensar que eras demasiado joven para una relación pero, cuando conoció más a Fubuki se había percatado de sus grandes cualidades y cada vez que entrenabas, él trataba de observarte para que nada malo te sucediera. Entonces fue allí cuando se dio cuenta de lo atento que él era contigo, sabía que él no te haría daño ni viceversa, eso esperaba.

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