capítulo dieciocho
Observaste la fotografía de tu padre sonriendo inconscientemente, hace varios minutos habías mantenido una conversación con tu abuela y a decir verdad aquello te lleno de calma, simplemente querías que tú padre fuera testigo de todos los esfuerzos que hacías.
Guardaste la fotografía en tu bolsillo, tu padre Akihiro Koizumi tendría al menos unos veintitrés años en aquella fotografía. Ahora mismo las palabras de tu abuelo resonaban en tu mente, siempre alegó que Akihiro nunca parecía de su edad algo que envidio.
— (T/N)— giraste tu mirada tras escuchar tu nombre, habías perdido todo sentido con la realidad perdiendote en tus pensamientos.
Se trataba de Fuyuka, la fémina se mantenía frente a ti con una ligera sonrisa. A veces te sentías demasiado mal contigo misma debido a los problemas familiares que estabas llevando, igual Fuyuka no te presionaba en ningún momento debido a que entendía la situación desde tu perspectiva.
— ¿Que sucede?— cuestionate sin entender, Fuyuka simplemente sonrió de nueva cuenta.
— Te pregunté si ya habías desayunado— expusó.
De nuevo las inseguridades venían hacia ti, nunca llegaste a formular más de dos palabras con Kazumi, tu madre, esto debido a que nuevamente pensabas en las situaciones que estuviste cuando eras menor. Nunca llegó a contarte nada más, simplemente llegó a ti y aunque se ve que está esforzándose en ser una mejor persona, no sigue siendo suficiente para ti.
Sin embargo está aquí y no puedes hacer nada al respecto.
Trataste decenas de veces preguntarte el porque de su abandono, pero las palabras nunca salieron de tu boca y tampoco la valentía. Cada vez que intentabas hacerlo simplemente no podías, era y seguirá siendo una desconocida, aunque tu abuela trate de ayudarla debería de darte una razón para que también la comprendas.
Pero no había nada.
— Madre ha preparado algo delicioso— formuló tomando sus manos con felicidad.
Un escalofrío atacó tu espalda cuando escuchaste aquellas palabras, fue allí cuando simplemente deduciste algo que te dolió aún más.
Kazumi nunca estuvo presente para ti, ni para tu niñez ni en los momentos más difíciles. Pero, Fuyuka y Hanan estuvieron ocupando tu lugar y así fue cuando finalmente después de tantos años se habría dado cuenta de que tenía otra hija biológica. Tu corazón se estrujó cuando la realidad te atacó de forma brutal, el cariño que necesitabas lo repartió entre dos dejándote sin nada.
La ausencia que sentiste por parte de tu madre te afecto demasiado que simplemente seguías sin aceptarla.
— Ahora no tengo hambre— presionarte tus labios con impaciencia.
Los sentimiento fuertes regresaban a ti una vez que observaste a la fémina de cabellos morados, aunque estabas en desacuerdo con respecto a la envidia pero eso era lo que sentías en esos momentos.
— Espera ¿A dónde vas?— Fuyuka te observó con con sorpresa cuando observo que tu silueta se había levantado del asiento donde estabas.
— Voy a salir.
Tenías que entender que Fuyuka y Hanan no tenían la culpa de nada de lo que estaba sucediendo, los problemas que tenías eran con tu madre nada más. Ellas solo estaban allí para tratar de llevarse bien con una nueva hermana que no sabían que tenían.
— Pero...
— Te veo más al rato— la interrumpiste.
No querías que esto volviera a suceder y quizás el entrenador Kudou se enfadaría mucho debido a que saldrías sin su permiso, pero estos días has estado pensando demasiado y no querías seguir dándole vueltas al asunto. Estos pensamientos simplemente no te dejaban dormir en paz.
— Hubiera deseado nacer en Estados Unidos— murmuraste una vez que llegaste a tu destino, una parte de dicho país.
Cada vez que llegabas a aquel lugar simplemente tus ojos brillaban con gran devoción, olvidabas todo por al menos unos minutos. Ahora entendías cómo es que tú padre quedó fascinado con el país, Japón también tenía demasiados lugares hermosos pero, estar en un país desconocido te picaba la curiosidad.
— ¿(T/N)?
Giraste la mirada de nueva cuenta, a decir verdad la mayoría de las personas te encontraba cuando estabas tan sumida en tus pensamientos.
— Mark— saludaste al rubio que se encontraba frente a ti
— Es un placer verte por aquí— admitió con una sonrisa que fue contagiosa pero al instante su sonrisa cambio a una más seria—. ¿Que estás haciendo?
— Solo es un paseo matutino— respondiste sin más, bajando la mirada.
— ¿Segura?— casi sin pensarlo el rubio levanto tu mentón de un solo movimiento, acercando su dedo hacia uno de tus ojos retirando una lágrima.
En ningún momento te habías percatado de que estabas llorando, por lo que aquello te tomó por sorpresa. Las cosas estaban delicadas en esos momentos, lo que menos querías era involucrar a más personas.
— ¿Sabes? no nos conocemos mucho, pero se que es mejor hablar de un tema que callarlo— suspiraste ante sus palabras.
— Es complicado— aseguraste observando sus ojos, los cuales podrías asegurar que estaban brillando con sinceridad.
— No tengo prisa— aseguró sin más.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top