Capítulo 11

Asteria estaba sentada en uno de los sillones individuales que estaban en la biblioteca, cuando Oriana entró interrumpiendo su lectura, la castaña levantó su mirada del libro para después sentarse bien en el asiento para poder prestarle mejor atención a su doncella.

—Señorita sus cosas ya llegaron de su anterior casa— Asteria de inmediato se puso de pies dejando el libro en la almohada del sillón para después caminar hasta su habitación la cual estaba llena de cajas de cartón, algunas (O más bien la mayoría) estaban tituladas como "Ropa" otras como "Libro" entre otras cosas, Asteria se acercó a una donde decía "Cosas personales" al abrirla el peluche de perrito se mostró, Asteria lo abrazó con fuerza, llegó a extrañarlo en los últimos días, se sentía tan sola en la cama.

—Me voy a... ¿Qué es este caos?— Coriolanus estaba al pie de la puerta mirando toda la habitación con disgusto, había ido a la alcoba de Asteria para anunciarlo que se iba a ir su oficina, pues no quería tener ningún altercado con ella después de que se haya dado cuenta de que su amiga estuvo en su oficina, él había pensado que tenía suficiente con el drama, necesitaba su espacio, lejos de ella.

Asteria lo miro para después dejar el peluche sobre su cama.

—Me han traído las cosas de mi casa... la de mis padres— Ella se corrigió de inmediato, todavía no se acostumbraba que aquel lugar era ahora su casa, así que con la llegada de sus pertenencias la ayudaría a sentirse en un lugar mucho más cómodo. Coriolanus estudio cada caja con una mirada calculadora hasta detenerse en el peluche de perro que estaba en la cama, su expresión fría se suavizó y se acercó a paso acelerado a la cama para tomar el peluche entre sus manos, confusión y sorpresa estaban en el rostro del candidato, no entendía como aquel peluche estaba de nuevo.

—¿Cómo tienes esto?— preguntó Coriolanus en un tono de brusquedad, Asteria iba a dar un paso atrás ante el tono de voz, sin embargo, se quedó quieta donde estaba y lo miro.

—Es tuyo— Ella declara, Coriolanus la mira incrédulo para después negar.

—No te pregunte de quién es pues es obvio que es mio, te dije que como lo tienes —Dijo Coriolanus con una irritación creciente al no recibir la respuesta a su pregunta, lo último que recordaba de aquel peluche es que estaba en su casa un dia para despues desaparecer, le había preguntado a Tigris por el peluche cuando estaban empacando todas las cosas para mudarse a la mansión, su prima le dijo que no sabía pues según ella nunca lo había movido de lugar.

—Me lo diste, hace mucho tiempo— Ella respondió, pero Coriolanus la miró a los ojos esperando encontrar la mentira en aquel comentario, para él no tenía sentido que se lo diera a ella, pues no el conocido antes como para habérselo dado.

—Ya entiendo... te gustan las mentiras, pues que así sea— Aventó el peluche a la cama, olvidando por completo que este tenía un gran valor emocional, gracias a quien se lo obsequio y quien este le recordaba. No tenía tiempo para discutir con así que caminó a paso firme hasta la puerta; sin embargo, se detuvo en el marco de esta misma. —Me voy a la oficina, al menos así no te tendré metiéndote en asuntos que no son de tu incumbencia.

Asteria sintió el mismo dolor en su pecho ante el comportamiento de Coriolanus, se preguntó, si eso estaba realmente bien, que su esposo la tratara como un trapo sucio que no tenía ni siquiera un valor.

"Sí, tu esposo te dice algo, bajas la mirada y solo asientes siempre sumisa"

Esas habían sido las palabras de su madre cuando ella le cuestionó un día qué hacer en caso de que su esposo la tratara con indiferencia, ella pensó al principio que su madre estaba jugando, sin embargo, se dio cuenta de que no era cierto cuando miro su cara seria, pero algo dentro de Asteria le decía que estaba mal, que ella no merecía ese tipo de trato en su vida.

—Por cierto, Tigris va a venir, dice que quiere hablar contigo, aunque en lo personal no entiendo de que—. Fue todo lo que él dijo para después desaparecer por la puerta, Asteria no pudo evitar sonreír al saber que la prima de su marido iría a verla, tenía muchas preguntas que hacerle.


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Asteria recibió con un gran abrazo a Tigris, tenían tantas cosas por hablar, ella no pudo evitar sentirse como una niña pequeña cuando se refugiaba en los brazos y los vestidos complicados que Tigris bestia, el olor a canela la volvió a envolver como aquellos años cuando todavía no se separaban.

—¿Cómo estás? Pareces menos tensa que el día de tu boda— Comentó Tigris mirándola a la cara con alegría, Asteria la invitó a sentarse en el sofá y así lo hicieron Oriana, les sirvió a ambas té.

—Sí te soy honesta mi madre me estaba matando— Dijo Asteria con un tono de broma para tomar la taza de porcelana y darle un trago a su té. Tigris no pudo evitar soltar una pequeña risita ante el recuerdo de la madre de la joven.

—Me lo puedo imaginar, Leto siempre decía que era una serpiente—. Le sigo Tigris y Asteria la miró con un los ojos abiertos pues ella nunca pensó que su hermano se podría expresar de esa forma de su madre, él, Leto, "el favorito de mamá" lo llamó Vulkan un dia despues de que el menor de los hombres Kennedy haya roto un plato y su madre lo reprendiera cuando el mayor hizo una fiesta sin el permiso de su padre en la mansión y Venus solamente le había dicho que no lo volviera hacer, luego ella se atrevía a decir que no era el favorito

—Y lo es todavía— Dijo Asteria tomando un poco de su té, aunque esa bebida no era de su gusto, ella prefería el café a otra como el té. Tigris sintió que, por una parte, la pobre chica estaba tratando de desviar su atención de sus días matrimoniales y de cómo Coriolanus podría tratarla.

—¿Y con respecto a Coriolanus? ¿Cómo es él contigo?— la voz que Tigris había salido con un deje de preocupación, pues dentro de ella esperaba que su primo no fuera él mostró que ella pensaba que podría ser en el matrimonio, los últimos días Tigris no pudo dormir bien esperando que Coriolanus nunca le levantara la mano a Asteria, ella no sabría qué decirle a Leto, pues habría fallado a su promesa. Fue entonces cuando Tigris pudo notar como los ojos de Asteria se volvieron menos brillantes y con tristeza.

—Bueno... él...— Ella jugó con los dedos de su mano nerviosa, Tigris sintió como su corazón se estrujaba de tristeza al verla, por un segundo odio a Leto por haberle hecho esto a su hermana, por prácticamente hacerse su vida infeliz cuando después de tanto sufrimiento la pequeña Asteria necesitaba un momento de felicidad. Tigris tomó la mano de la castaña para después darle una pequeña sonrisa que le dio algo de fuerza a ella para poder hablar. —Me ignora, toda la luna de miel estuvo encerrado en su oficina, dormimos en habitaciones diferentes, él no come conmigo en el comedor y...

Su voz se rompió, decir cada una de esas palabras le dolía, era como si cada vez que describiera una situación por la que estaba pasando en aquella mansión alguien le lanzara flechas a su corazón herido para intentar rematarla. Se sentía sola en aquel lugar, ignorada, como si fuera una decoración más para aquella enorme y carísima mansión, un objeto que Coriolanus podría utilizar cuando más le sea conveniente.

—Está bien, estoy aquí— Dijo Tigris acomodando un mechón detrás de la oreja de Asteria, sí de algo estaba segura la castaña es que sí o sí hablaría con Coriolanus ese mismo día para que cambie con su esposa, lo haría entrar en razón, porque ninguna mujer merece ser tratada de la forma en la que Asteria lo es.

—Siento que apenas y me tolera, la otra vez vi a mi amiga saliendo de su oficina y no sé lo que hicieron, cuando le pedí una explicación me sacó de su oficina—. Explicó Asteria con rapidez y la sangre de la mayor de los Snow estuvo a punto de ebullición. —No le digas a nadie, pero...—. Asteria se detuvo por un segundo para poder tener sus sentimientos en orden, trago saliva para después mirarla. —A veces siento que esto fue una equivocación, yo... Preferiría estar en casa de mis padres donde al menos se preocupaban un poco por mí y hay ruido en casa, aquí no hay ruido... extraño a Leto llegan de imprevisto a Vulkan diciendo que está cansado de sus hijos y necesita un poco de silencio a Apolo que solo nos visitaba cuando podía... Extraño a mi familia Tigris, prefiero las críticas de mi madre que ser ignorada por mi propio esposo—. La voz de Asteria se volvió a romper un poco más mientras hablaba y Tigris noto el dolor en su voz y sus ojos que brillaban con la probabilidad de soltarse a llorar y pensó que de verdad la pobre chica debería de estar viviendo en las peores condiciones con Coriolanus para que piense que es mejor volver con la víbora de su madre.

—Hablaré con él, hoy— Dijo Tigris apretándole ligeramente su mano a Asteria, quien asintió mientras parpadeaba unas cuantas veces para quitar los llorosos de sus ojos, la inseguridad de la rubia creció al pensar que su primo puede que la haya forzado hacer algo que Asteria no quería. —Escúchame, Coriolanus ¿Te ha forzado hacer algo?— Pregunto Tigris mirándola atenta, Asteria por un momento se quedó confundida al no entender a lo que ella le preguntaba, pero entonces el recuerdo de los rumores de Lysander Beck sobre como abusaba de sus esposas hasta que las pobres gritaban de agonía la hizo negar rápido.

—No, no, para nada, nuestra noche de bodas me mando a mi habitación, supongo que está bien... esa hubiera sido mi primera vez y... me da miedo— Confesó, el corazón de Tigris se volvió hacer pequeño ante la confesión de Asteria, así que sonrió con dulzura.

—Podría darte consejos, pero... estás casada con mi primo y... no quiero tener que echarme en los ojos ácido muriático— Dijo Tigris sacándole una risita a Asteria quien asintió rápido con su cabeza, podía entender el porqué no quería tomar ese tema con ella, reaccionaria de la misma forma sí Jessica le intentara dar consejos sobre ese tema, así que pensó en Clemensia.

—Recuerdo cuando íbamos al parque los cuatro juntos... ¿Te gustaba mi hermano y él a ti, qué sucedió?— Pregunto Asteria tratando de encontrar una respuesta a su pregunta, pues aún podía recordar las razones por las que ella y Leto habían terminado, sin embargo, nunca pensó decirlas a alguien más.

—La gente crece, Asteria y...— Los ojos y voz de Tigris se rompieron ante el recuerdo, Asteria le dio un ligero apretón de mano para reconfortarla como ella lo hizo con anterioridad, la rubia sonrió de lado para después llenar sus pulmones con aire. El día que ella tanto había pensado que llegaría estaba sucediendo. —La gente cambia y eso hace que las personas se alejen, un ejemplo es como tú con Coryo, uno de ustedes cambió y simplemente se alejaron e incluso aun así el universo se encarga de unirlos de vuelta.

Tigris nunca pensó que decir entre líneas lo que sucedió entre ella y el mayor de los Kennedy podría llegar a romperla tanto.

—Pero no todas las veces es misericordioso— Contesta Asteria y Tigris asiente dejando salir un suspiro. —Estoy segura de que él todavía te quiere, tal vez no como una novia o pareja... Pero aún le preocupas, tal vez deberían volver a hablar, ya sabes amistosamente—. Le sugirió Asteria mientras acariciaba el dorso de la mano de Tigris, quien se quedó pensando por un rato, sí, esa llegaría a ser una buena idea y la palabra «Amistosamente» se expandía en su cabeza, cuál eco en una cueva.

—Lo reconsideraré, de todos modos ahora tú y yo somos familia así tal vez él y yo nos veamos más seguido que antes—. Declaró y Asteria la miro en un momento de realización, casi olvidaba que ella era ahora también Prima de Tigris con su ahora nuevo matrimonio, no pudo evitar sentirse emocionada, pues al menos algo de lo que ella tanto había soñado se convirtió en una realidad, tener a Tigris cercas como una hermana.

—Por cierto, ¿Crees que... Coriolanus sea capaz de... engañarme?— Tigris la miró con penar, y pensó en que tan poca inseguridad debería de tener Asteria como para llegar a pensar que Coriolanus podría enseñarla aunque lo cierto es que tenía todas las razones de pensarlo, frío, la mantiene lejos, nunca la mira, se mantiene encerrado en su oficina y la más obvia de todas, vio a su amiga salir de la oficina de su marido, así que la inseguridad de la pequeña Asteria estaba total y por completo justificada.

—Asteria, Coriolanus puede ser un pendejo y estúpido mal parido, pero él nunca, NUNCA te será infiel, no porque te tenga respeto sí no porque le conviene mantener una buena reputación, eso es lo que más le importa a él Asteri, debes entenderlo ahora además cuando digo que Coriolanus ya no es el mismo de antes es porque no lo es, el poder y la ambición lo han consumido, no le importará sacrificarte por la presidencia— Asteria comprendió que Tigris no le decía todas esas cosas para hacerla sentir mal, al contrario, la estaba advirtiendo sobre cuál podria llegar a ser su futuro junto a Coriolanus, no uno lleno de dulzura y rosas sí no uno repleto de espinas y veneno.

Esas palabras habían sido suficientes para Asteria, quien comprendió de inmediato que tenía que hacer algo antes de que Coriolanus terminará con ella, tenía que dejar a la pequeña Asteria Kennedy y abrazar su nuevo apellido.


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La puerta se abrió de golpe sin intentar golpear antes y Clemensia estaba detrás de Tigris en un intento fallido, no pudo detenerla, pero si de algo estaba segura la chica es que Tigris Snow estaba que ardía llena de furia.

—¿Qué mierda es ese comportamiento que tienes con Asteria?— Preguntó Tigris de brazos cruzados mientras entraba a la oficina de su primo quien no llegó a inmutarse un poco a darle frente a la pregunta de su prima, pues tenía la mirada puesta en unos papeles que dentro de él eran más interesantes que el tema de su esposa, además Snow ya no era un niño, era un hombre que estaba en la campaña presidencial «Te pareces a tu padre, Coriolanus» esas palabras que le dijo hace tantos años le dolieron hasta el más fondo de su corazón pero tenía razón.

—¿De qué hablas?— Pregunto Coriolanus con indiferencia, cosa que molestó mucho más a su prima.

—Te prometo Snow que sí engañaste a la pobre de Asteria...

—Ugh ya te dijo esa mierda— Dijo Coriolanus mientras se hacía un masaje en el puente de su nariz como si estuviera cansado. —No la estoy engañando, ¿sí? Ella con su maldito delirio— Se quejó, Tigris se acercó al escritorio de Coriolanus para ponerse de brazos cruzados esperando una explicación.

—¿Y? ¿Entonces porque había una chica en tu oficina durante la luna de miel?

—No tengo que darte explicaciones ni a ti ni a ella—. Contestó él de manera borde ante la pregunta mientras tomaba una hoja, Tigris molesta con la sangre hirviéndole por dentro, con una vena en la frente a punto de explotar, decide tirar las cosas de él al piso.

—! Ella es tu esposa Coriolanus y le debes explicaciones¡— Alzo la voz Tigris tomando por sorpresa al rubio, él por primera vez la miro con los ojos llenos de molestia y suspiro de manera pesada, lo menos que él quería en esos momentos es que Tigris viniera a darle explicaciones o a regaño como sí fuera ese niño pequeño!

—No le debo explicaciones a nadie Tigris, además tanto tú y yo sabemos por qué me casé— Comento Coriolanus poniendo sus manos en su escritorio con sus manos entrelazadas sobre la madera oscura. —¿De verdad te crees el cuento de los medios donde dicen que me case por amor a ella? Pensé que eras mucho más inteligente Tigris.

—¿Ni siquiera la reconoces, cierto?— Pregunto Tigris cruzándose de brazos mientras lo miraba con una ceja levantada, Coriolanus la miro confundido, eso había resonado bastante con él recordando como en la mañana ambos discutieron sobre el peluche de perro que tenía Asteria en su posesión.

—¿Por qué?— Pregunto sin importarle quién es ella, Tigris no pudo evitar soltarse riendo.

—Asteria Kennedy era tu amiga en la infancia, ella conoció a tus padres, no puedo creer que no la recuerdes, puedo decir que incluso hasta ella te gustaba, se la pasaban todo el tiempo juntos— Confeso Tigris y fue entonces que por primera vez se sintió sorprendido por aquello, ahora entendía porque desde el día 1 en aquel club cuando choco con ella sintió una corriente eléctrica, porque cuando la miraba sentía que ya había visto esos ojos antes, la sonrisa tan dulce y sincera, el cómo las palabras salían de su boca cuando la amiga de Asteria le hacía preguntas sobre qué conexión tenía con ella y él lo sentía tan real.

—Eso no es cierto, nunca tuve amigos hasta La Academia— Dijo Snow negando mientras se levantaba y recogía las cosas que se encontraban en el piso. Tigris soltó un quejido para después poner sus brazos en forma de jarra a cada lado.

—Asteria lo era, puede que no lo recuerdes porque a veces la mente bloquea momentos que te hicieron sufrir para que ya no te duela, ella estuvo aquella noche que tu madre murió, ella estuvo ese día cuando fuimos a la estación de tren esperando a tu padre y nos dieron la noticia— Snow siguió negando mientras ponía las cosas en su escritorio, por una parte, no quería creerle a Tigris, para él no tenía nada de sentido lo que ella estaba diciendo, sí fuera cierto entonces Asteria ya le hubiera dicho, sin embargo, con su peluche de felpa junto a la constante sensación de conexión hacía ella lo hacía dudar y pensar que tal vez eso fuera cierto, pero de nuevo esa podría ser una técnica por parte de Asteria que planeo con Tigris para que su esposa intentará tenerlo en la palma de su mano y más sí es que es cierto que Asteria estuvo para él en sus momentos más vulnerables.

—Vete de mi oficina— Dijo Snow pasándose una mano por su cabello, el cual tenía unos rizos un poco definidos.

—Tienes que cambiar con ella o hablaré con Leto y no es una advertencia, Coriolanus es una amenaza— Dijo Tigris tomando su bolso camino hasta la puerta, pero la voz de Coriolanus la detuvo.

—Todo esto es por él... no me sorprende, vi como lo mirabas en la boda— Tigris se congeló en la puerta y miró a su primo de reojo. —Es una pena que este casado y con hijos, tal vez estés intentando remediar tu error mediante Asteria, pero eso no lo llevará a tus brazos, prima.

Tigris lo miro con desprecio y enojo.

—De hecho... olvidé decírtelo, pero ya no soy una Snow— Reveló ella mirándolo, esperando la reacción de Snow. —Soy Collins, como mi madre.

Y con eso Tigris salió de la oficina dejando solo a Coriolanus en ese frío espació, irónicamente él era el único en esa habitación, al igual que era el único Snow de sangre que quedaba.


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Asteria miró la habitación, se sentía mucho más en paz, ahora de verdad pensaba que estaba en casa, los cuadros colgando en la pared de fotografía que había tomado, algunas plantas, incluso cambió las sábanas de un rojo cereza a un rosado pastel que antes utilizaba, su cojín en forma de estrella y otro de luna menguante, era un lugar mucho más cómodo que antes y el sillón aterciopelado junto a la ventana la dejaría leer durante todo el día.

—Es muy lindo, usted redecorar la mansión, se nota que usted sabe del diseño— La halago Oriana, Asteria, un poco avergonzada, estaba acostumbrada a que su madre la criticara tanto que se sentía extraña o incómoda sí alguien la halagaba.

—No, claro que no, solo pongo lo que me gusta y además, mi esposo podría molestarse— Dice Asteria y alguien toca la puerta, ambas se giran para darse cuenta de que Coriolanus está recargado en el marco de la puerta, Oriana miro a sus dos señores para después mirar a Asteria. —Puedes irte a descansar Oriana, muchas gracias— Dijo Asteria en un tono serio pero sin dejar de mirar a Coriolanus.

Lo que le había dicho Tigris no dejaba de rondar por su mente, él le había dejado ver que era capaz de hacer todo con tal de llegar a la presidencia y eso la incluye a ella, así que empezaría a poner límites entre ambos. Sí, Coriolanus quería una esposa que tuviera voz, la tendría, pero se arrepentiría.

—¿Qué quieres?— Pregunto Asteria a secas mientras doblaba una manta y la dejaba sobre el sillón junto a la ventana. El tono tomó por sorpresa a Coriolanus, pues no creía que ella podría hablarle de esa forma, pensaba que se mantendría sumisa ante él como en la mañana.

Coriolanus se aclaró la garganta para después comenzar a hablar.

—Tigris vino a mí esta tarde...— unos pasos dentro de la habitación mientras la inspeccionaba de techo a suelo, cada mueble, cada cuadro, cada tela. —Y aprecia bastante interesada en el tema de tu amiga en mi oficina, me pidió... no mejor dicho, exigió que te diera una explicación de lo sucedido ese día —. Coriolanus tomó una fotografía dónde estaba ella con su hermano Leto.

—Soy tu esposa... y me debes una explicación— Declaró ella firme mientras lo miraba a la cara con cierto rencor.

—¿No, yo a ti no te debo nada, porque debería darte explicaciones de cosas que no soy tuyas? ¿Acaso yo me ando metiendo en tu vida? No.

—Soy tu esposa y exijo la verdad de June en tu oficina— Proclamó Asteria molesta mientras se acerca a Coriolanus con paso lento. —¿Te la cogiste? ¿Te cogiste a mi amiga? ¿Preferiste cogerte a otra que a tu propia esposa?

—No es tu asunto.

—¡A LA MIERDA CON ESO!— Grito Asteria, para dar unos pasos hacia Coriolanus, levantó su cabeza para mirarlo fijamente —Me debes respeto y fidelidad, te casaste conmigo, conmigo.

Las lágrimas de Asteria amenazaban con salir y ella puso sus manos en el pecho de Coriolanus, su agarre arrugaban, la camisa de él debió a la fuerza que hacía, él no pudo negar que verla en ese estado, hizo que un lugar muy muy en el fondo lo hizo sentirse culpable, culpable porque se negaba a decirle lo que de verdad había sucedido, culpable por hacerla hacerse telarañas en su mente sobre algo que no había. Coriolanus suspiró de manera pesada reacio a querer darle la razón a Asteria porque la tenía, era su esposa, él era su marido y tenía que darle explicaciones, si se lo debía.

Tomo las muñecas de la castaña con suavidad haciendo que ella soltará su camisa.

—Tu amiga vino a intentar sacarme información mediante una entrevista, me di cuenta y la dejé irse, te prometo por la memoria de mi madre que nada sucedió y sí es cierto lo que dices ser entonces entenderás cuán importante era mi madre— Le explicó, ella lo miró a los ojos encontrando sinceridad en ellos, Asteria retrocedió unos pasos atrás para después limpiarse las lágrimas con su mano, entendía a la perfección lo que él le estaba jurando. El peso que sentía en sus hombros y su corazón desapareció de inmediato, el haber estado decorando todo el día la mantuvo lejos de estar pensando en sí, Coriolanus había sido de verdad capaz de ponerle los cuernos a días de estar casados; sin embargo, Tigris tenía razón en eso.

Coriolanus asintió con la cabeza para después caminar de vuelta a la puerta con intenciones de cerrarla; sin embargo, se quedó quieto con el pomo en su mano.

—¿Es cierto, entonces que éramos amigos?— Preguntó él sin ser capaz de mirarla, pues aún se negaba a saber que en algún momento de su vida llego a tener alguien que se llegó a preocupar y quererlo por quién era (Por su puesto después de su propia prima) Sin embargo, Coriolanus necesitaba escucharlo de la propia Asteria para no dejarse influir por su prima, como lo hizo tantos años atrás. La castaña suspiró.

—Sí, es verdad, éramos muy unidos como dos pequeños cachorros que se tenían el uno al otro y nunca se separaban— Comentó ella mientras recordaba aquellos momentos en los que eran felices, cuándo el estrés, las responsabilidades y las expectativas no eran sus principales preocupaciones, ella no pudo evitar sonar nostálgica y a su vez triste.

—¿Y qué paso?— Pregunto él, Asteria, dudo en sí decirle lo que en verdad sucedió ese día que todo se rompió en aquella relación que tenían, pero lo descarto por completo, así que solo contestó:

—La gente crece y eso las hace cambiar...

Coriolanus asintió convencido de aquella respuesta, así que sin más salió de la habitación cerrando la puerta detrás de sí.

SAAAAAAAAZZZZZ Ya salio el peine, ya salio el chisme, me encanta porque cada vez más descubriendo muchas cositas de Coryo de Tigris y muchas más, la neta los capitulos que vienen se ven mmmmh llenos de drama asi que nos vemos la proxima semana con el capitulo 12.

(Si me dejan un comentario puede que salgan en un video de Youtube🌹💜)

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