⭓ 031. ▎ capítulo treinta y uno.

TaeHyung no volvió a cruzarse con Jeon en toda mañana.

La asamblea que NamJoon había mencionado; todavía no se establecía. El moreno tampoco había hecho presencia hasta el momento. Otro hombre lo sustituía, ordenando despectivamente que los guardias se mantuvieran en sus posiciones, o serían reñidos por los superiores. El rubio se encontró observándolo más de una vez, advirtiendo el aire de grandeza que rodeaba al tipo. Ni siquiera se inmutó cuando sacó la porra y golpeó al velador del patio, castigándolo ─ como él decía─, por encontrarlo mendigando. El chico no se conmovió, aceptando el azote.

Se repitió la cadena, después de esa primera vez. Él haciendo un recorrido totalmente insolente, apestando a disgusto y crueldad. Guardias moviéndose en diferentes direcciones, procurando no usar siquiera el baño.

Estaban accediendo sumisamente a ser humillados delante de los reos, y ni siquiera se mostraban afectados. 

TaeHyung se sentía enfermo y divertido al mismo tiempo. No estaba seguro de si debía aplaudir al jefe sustituto, por ser un pedazo de mierda temperamental y autoritario, o a los guardias por consentir ser rebajados.

Habría que ser muy estúpido para hacer algo así. Uno demostrando que tenía el mando; y ellos exponiéndose como débiles corderos, siendo dócilmente reprendidos.

Los reclusos les perderían el respeto, si es que lo tenían.

Después de un rato, Kim se aburrió de observar el mismo panorama lamentable.

Regresó a su celda, encerrándose en ella con la intención de relajarse y estar solo. Sin embargo, se sentía inquieto. Su cerebro parecía inconforme con su decisión, empujándolo a salir y buscar a JungKook. Cualquier cosa que fuese relevante.

Preguntó por él, pero no obtuvo respuestas.

Tampoco lo encontró en su celda.

Sentía picazón en las palmas de sus manos, pero no logró aliviarlo. Por más que rascó y frotó contra la tela de su pantalón, ésta seguía aumentando. Ni siquiera al lavarlas pudo deshacerse de la comezón. TaeHyung se acarició la carne cálida, sintiendo sus nudillos temblar.

El primer pensamiento que cruzó por su mente, fue la ansiedad. Después la descartó. Se conocía a sí mismo. Reconocía las protestas y señales de su cuerpo, pasó demasiado tiempo encerrado en él, como para no prestarles atención.

Debería ignorarla, en todo caso. El escozor estaba ahí, por supuesto.

Pero no era real.

El picor había comenzado al percatarse de Jeon y su falta de presencia. Lo único que necesitaba para quitársela de encima, era una miserable noticia. Nada más que eso. La impaciencia ascendía a su cuerpo con cada minuto que pasaba, su garganta estaba seca.

Se dejó caer sobre la cama de HyunJin, sentándose con las manos apoyadas en sus rodillas. Sus piernas abiertas y firmes contra el piso; la respiración acompasada y tierna.

Hubo un cuchicheo desde el exterior de la celda, y después, una cabellera rojiza asomándose detrás. Cerró el portón cuando se cercioró de encontrar al menor.

Cruzándose de brazos, lanzó una mirada alrededor de la estancia y se apoyó contra la puerta, deshaciéndose sobre ella.

─ ¿Qué pasa contigo? ─ soltó abruptamente. TaeHyung alzó ambas cejas, su mirada escondida por debajo de sus cabellos rubios.

─ ¿Disculpa? ─ devolvió sin esfuerzo o interés. Media sonrisa curvándose en sus labios resecos.

─ Te ves horrible. ─ el menor asintió, tropezando antes de responder.

─ Gracias, supongo.

Hyun movió sus piernas, tratando de encontrar una posición serena. Después de varios titubeos, decidió resignarse.

─ Tú sabes perfectamente lo que trato de decir. ─ gruñó, observándolo con tutela ─. No eres estúpido, chico. ─ Kim se encogió de hombros.

─ No he dormido bien. ─ respondió, ecuánime. El pelirrojo se burló sin intenciones de disimular su incredulidad.

─ Por supuesto que sería eso ─ sarcástico, permitió que su cuerpo descansara y sus manos cayeran al ras de sus caderas ─, no has dormido bien.

Por fin, TaeHyung se enfrentó a él. Un escalofrío recorriendo la espalda de HyunJin cuando sus ojos se encontraron, y una sonrisa llena de amargura se extendió en las facciones del contrario. 

─ ¿Sabes qué, Hwang? ─ siseó, su voz brotando sin emoción alguna ─. No tengo por qué dar explicaciones ─ el chico se puso de pie, percibiéndose inexplicablemente más alto que de costumbre. El mayor entreabrió sus labios, advirtiendo la mediocre cercanía ─; ni a ti, ni a ninguno de los imbéciles que han estado murmurando alrededor de mí, durante toda la jodida mañana. He tenido suficiente.

Hyun asintió, tratando de procesar el tono mordaz y venenoso saliendo de su boca. TaeHyung sujetó la cerradura, haciéndole entender que se hiciera a un lado.

Él no se movió. 

─ No. ─ aseguró, ignorando la demanda del menor. Sus orbes buscando las oscuras del más alto ─. No tienes que dar explicaciones-... ─ Kim le devolvió una inclinación positiva, sonriendo superficialmente.

─ Bien, me alegra que lo hayas entendido.

Interrumpió, recogiéndose algunos mechones de la frente. Casi gimió cuando sus largos dígitos rozaron el cuero cabelludo, y una incomodidad lo recorrió hasta la punta de sus pies; asentándose en la zona parietal del cráneo.

Una punzada de dolor que se forzó a resguardar para sí mismo, obligándose a no demostrar su malestar frente al pelirrojo.

─ A ellos. ─ continuó diciendo. Ambos ahogándose en un insoportable silencio, donde el rubio se limitó a observarlo con curiosidad, asimilando sus palabras. Después de un rato, TaeHyung se echó a reír ruidosamente, tomándolo desprevenido.

Empujó su hombro y lo hizo a un lado, abriendo la puerta. HyunJin ni siquiera tuvo la oportunidad de resistirse.

─ ¿Y a quién sí? ─ inquirió, clavando sus ojos en la mejilla que el mayor le ofrecía. El pelirrojo todavía se encontraba abrumado por el comportamiento del chico, ausente en un punto lazo de la habitación. Cuando él volvió a hablar, por fin logró mirarlo; sus labios ligeramente torcidos ─. ¿A ti?

Una vez más, sonrió. La burla en sus ojos marrones.

No esperó una respuesta por su parte, abandonando la celda con los hombros en alto.

La puerta se cerró detrás de él.

TaeHyung no mintió.

Desde que abandonó la celda ese día, por la mañana. Los reos no se habían detenido con los cuchicheos silenciosos, lanzándole miradas indiscretas. En más de una ocasión, deteniéndolo en medio de su caminata para cuestionarlo como si fueran buenos amigos. Algo totalmente normal y aceptable.

El rubio era el principal foco de atención, cargando con docenas de ojos recayendo sobre él. Algunos mirándolo con complicidad, otros juguetones. Las más constantes, llenas de resentimiento e ira.

Éstas últimas, no pudo entenderlas. Sin embargo, tampoco dio muchos giros entorno al asunto. Ciertamente, no le interesaban sus motivos.

Decidió ignorarlos en ese momento, y esta vez no fue la diferencia.

Cuando la puerta se cerró a sus espaldas, tardó un par de segundos en soltar la cerradura; percatándose de las miradas curiosas. JeonGin era uno de ellos, quien no se molestó en disimular. Él esperaba a Hwang, por supuesto.

Antes de que el pelirrojo decidiera interrogarlo, sin éxito alguno, logró escuchar lejanamente una conversación. Ahora estaba seguro de que lo había hecho.

Kim hizo un ademán en su dirección, después soltó la palanca y apuntó la celda con su pulgar, indicándole que podía entrar ahora. El castaño asintió. Su rostro no tenía expresión alguna, pero su postura delataba desconfianza.

Era la primera vez que había una tensión desagradable entre ellos.

Se encogió en sí mismo, restándole importancia. Despabiladamente, se dirigió a los comedores.

El almuerzo transcurrió, ¿extraño?

JiMin de pronto apareció, sentándose a su lado. Una charola colgaba de su mano, vacía y sucia; mayormente oxidada. Miró a TaeHyung, escaneando su rostro por varios minutos sin decir palabra, y el rubio tampoco se molestó en romper aquel silencio, ignorándolo por completo.

Mientras él comía tranquilamente, el contrario sujetó sus mejillas con ambas manos y atrajo su mirada, entrecerrando sus ojos. Una mueca indagadora se moldeaba a sus facciones bronceadas.

El menor frunció el ceño, tratando de liberarse. La comida llenándole la boca todavía, sin darle oportunidad de masticarla y casi de ahogó, escupiendo el trozo de pan sobre la toalla de papel. La miró después de eso, apretando la mandíbula. Era la única servilleta proporcionada por el cocinero, una vez les entregaba las charolas.

El tipo siempre discutía que debían cuidar lo poco que les daba, porque no eran ricos en recursos. Por supuesto; una excusa estúpida, para un hombre estúpido. Él trataba de disfrazar su desagrado por los reos, a raíz de su trabajo. Tan simple como eso.

Sin embargo, el que fuera consciente de su desprecio hacia ellos; no restaba el hecho de que había desperdiciado el modesto trozo de papel para limpiar sus manos. Porque sí, incluso las cucharas parecían la última gota del desierto, y no podían costearlas.

Ahora se sentiría pegajoso.

─ ¡Joder! ¿Qué pasa? ─ renegó, moviéndose en su asiento para alejarse más del chico. JiMin le devolvió un mohín, batiendo sus pestañas.

─ ¿Somos amigos? ─ preguntó de repente, desconcertando al rubio. Él parpadeó en respuesta, limpiándose los labios con el dorso de su mano.

Carraspeó antes de canturrear un monosílabo curioso.

─ ¿Qué? ─ devolvió, mirándolo con extrañeza. El chico de rizos dorados negó, bufando.

─ Que si somos amigos. ─ repitió una vez más, agitando la cabeza mientras hablaba. TaeHyung lo miró con el rostro contraído, casi deformándose como si tratara de elegir entre salir corriendo del comedor o quedarse allí. JiMin soltó una carcajada, golpeándolo en el hombro ─. Ya veo, tomaré eso como un sí.

Dejando la charola vieja en la mesa, relamió sus labios. Sus orbes moviéndose en dirección a la entrada, sonriendo. Kim acechó su mirada por el rabillo del ojo, y volvió a su plato cuando se encontró con el responsable, concentrándose en terminarlo. Entre más rápido, mejor.

─ Hwang. ─ saludó JiMin, serenamente. El mayor de los tres no respondió, por lo que supuso que se limitó a devolverle un gesto.  

Cuando el hombre se sentó delante de él, apoyando sus codos sobre la tabla, ninguno dijo absolutamente nada. Se sumieron en un largo silencio; tan lleno de tensión, como de mierda de por medio.

JiMin no trató de disimular su incomodidad, removiéndose y turnándose para mirarlos. Soltando una ruidosa exhalación, golpeó la rodilla de TaeHyung para llamar su atención. El rubio lo miró con una ceja alzada, pero continuó masticando como si el chico de rizos dorados solo fuera un mosquito merodeando.

─ Todos están hablando de ti. ─ dijo, rompiendo el ambiente reservado.

El chico se encogió de hombros.

─ Ah, ¿sí? ─ murmuró con fingida sorpresa, siendo consciente de que HyunJin estaba al corriente de su familiaridad con el tema. JiMin asintió.

─ Dicen que YoonGi te retó ─ sostuvo el aire en su pecho, titubeando. Su voz dudando cuando decidió continuar ─, y que JungKook detuvo la pelea.

TaeHyung atrapó su labio inferior ante la mención del pelinegro, pero rápidamente lo liberó. Sus ojos cayendo sobre el contrario.

─ ¿Es esa la razón por la que preguntaste si somos amigos? ─ inquirió, fastidiado. El mayor se removió, jugando con sus manos ─. Crees que por ser ‹‹amigos››, ¿te contaría algo?

JiMin empezó a mirar hacia todos lados, claramente nervioso por la actitud severa del menor. Kim resopló, dejando de hostigarlo para que se tranquilizara. Sus grandes ojos desviándose en dirección del pelirrojo.

Había sido una mirada intencional y dolorosamente pasajera. La cual, no cumplió siquiera con el récord de un segundo, pero HyunJin no fue indiferente a ella.

Sabía que el chico trataba de hacerle entender que él no hablaría sobre la noche anterior. Ni siquiera con él.

Hwang suspiró, pero no dijo nada al respecto.

─ ¿Y por qué no? ─ después de unos minutos, y con un moreno más calmado; respondió. Sus cejas alzándose con curiosidad ─. Los amigos se cuentan cosas.

─ No todos los amigos, al parecer. ─ se adelantó TaeHyung, arrastrando la silla hacia atrás. Apretando sus labios, los miró por última vez y salió del comedor, dejando a ambos con las palabras atascadas e inconclusas.

JiMin soltó un suspiro demasiado alto, llamando la atención del pelirrojo. Éste aún miraba los portones, velando la ausencia aburrida del menor. Su rostro denotando preocupación, ansia e irritación.  

─ Se ha frecuentado tanto con JungKook, que ahora parece una copia rubia de él. ─ dijo, mirando la charola vacía del chico. Hyun lo observó, y después ojeó la cazuela con el ceño fruncido. El más alto alzó sus manos al aire, tomando su propia charola antes de incorporarse ─. Tú la entregas. ¡Suerte!

Blanqueó sus ojos, siguiendo la carrera de JiMin hasta las puertas.

─ Niño. 

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