⭓ 030. ▎ capítulo treinta.

─ Entra.

Exigió el pelinegro, abriendo el portón de su celda con un despido brusco. TaeHyung lo observó desde atrás, una expresión divertida e imprecisa, deslizándose a través de sus rasgos. Sin embargo, no se movió. Permaneció inmóvil en el pasillo; tranquilo, respirando forzosamente y mordiendo ligeramente el interior de su boca, penetrando la espalda ancha de JungKook. Sus dedos jugueteaban distraídamente con las pelusas de sus bolsillos delanteros, tratando de disminuir la picazón de sus palmas y muñecas. Él quería acercarse, por supuesto que lo hacía. Pero percibía la neblina de molestia emanando del cuerpo de JungKook. Estaba demasiado tenso.

No era estúpido. Sabía que, en parte, ese arrebato de furia iba dirigido a él. Lo cual, de una u otra manera, lo irritaba más de lo que le gustaría reconocer.

JungKook giró, advirtiendo la tensión arañándole la piel debajo de los hombros, y sus ojos se encontraron. Decidió ignorar la sonrisa descarada formándose en ese par de labios rúbeos, concentrándose en su falta de movimientos, y flojo comportamiento. Sus cejas curvándose en una sola línea cuando el chico se limitó a encogerse de hombros, retándolo con la mirada.

Él no se movería.

Devolviéndole un gesto de impaciencia; gruñó, tomándolo del brazo y halándolo hacia el interior del húmedo espacio, cerrando detrás. TaeHyung soltó una risa ahogada cuando él liberó su extremidad y dio la espalda una vez más, fregándose el rostro con ambas manos.

Tambaleándose, recogió los cabellos rebeldes que caían de su frente; musitando una queja cuando sintió su cráneo arder. Una gota patinó hasta su mejilla izquierda, la cual, el rubio decidió sacar sin más, restándole importancia. Sus dígitos barriendo sobre su piel nívea, dejando una extensa mancha roja que el menor no fue capaz de ver.

Carraspeando, él se paró recto, tomando la iniciativa para hablar.

─ ¿Por qué estás así? ─ inquirió después de varios segundos, relamiéndose los labios. El cuerpo del más alto se tensó. Las cálidas palmas de TaeHyung, despreocupadamente, se extendieron sobre la espalda baja de JungKook; ofreciéndole un masaje.

Por un momento, el pelinegro se sumió en aquellos recuerdos que tanto tiempo evitó. Memorias de las que huyó y rehusó a pensar más de la cuenta. Aquella protección para sí mismo que, TaeHyung derribó con solo aparecer, mandando todo a la mierda.

Recordó a un castaño sentado a su lado en el pasillo, ambos siendo iluminados por luces blancas y dolorosas. Él encontrándose decaído, sin ánimos, y con lágrimas luchando por no salir de sus rasgados orbes avellana. El pequeño abrazándolo por los hombros, forcejeando por la diferencia de complexiones y sus brazos cortos; pero negándose a rendirse. ‹‹JungKokie, todo saldrá bien››. Susurraba sobre su oído, acariciando las mejillas húmedas con sus pulgares. Un beso aterrizando sobre sus ojos, diciendo que su madre siempre hacía eso con él y quizás lo haría sentir mejor.

JungKook se forzó a no sonreír.

TaeHyung había estado ahí como un refuerzo para enfrentar la enfermedad de su madre. Él le había ayudado, pese a ser un niño. Probablemente, la madurez prematura del menor, era lo que JungKook necesitaba.

A TaeHyung, es a quien había necesitado. Y después de la muerte de su madre, se sintió vacío sin ese niño trastornado. Vacío sin sus abrazos, sonrisas y caricias.

En esta situación, se preguntaba cómo es que había sido tan ingenuo consigo mismo, creyendo que él realmente había superado a ese chico.

Claro que no lo había hecho, y lo comprobó desde el primer día. Lo echó de menos sin siquiera ser consciente, la decepción en su pecho al comprender que TaeHyung ni siquiera logró reconocerlo, fue demasiado angustiante. Poco agradable.

Y cuando YoonGi no dejó de hablar sobre él, tomándolo como una oportunidad para jugar al gato y el ratón. Se sintió más que enfadado con su primo. No era sorprendente. El hombre tenía una obsesión insana con el rubio. Nunca dejó de perseguirlo, aun cuando estaba encerrado en una jaula.

JungKook se sintió enfermo.

Enfermo con la idea de verlos juntos.

Él jamás necesitó una mascota. No la quería. Sin embargo, cuando TaeHyung estuvo frente a él, mirándolo como si fuese el ser más despreciable; no fue capaz de resistirse. Sabía que YoonGi lo quería. Él habría matado a JiMin sólo para liberarlo como su mascota, y tomarlo. No pudo permitirlo.

Pese a que no quería admitirlo, JungKook seguía sintiéndose posesivo y receloso entorno al chico. Pero ya no era sólo eso. Ahora había algo más incluido a la baraja. Él ya no podía verlo como el pequeño Tae. Se había convertido en un hombre.

Un hombre hermoso y difícil de pasar por alto.

Un hombre que pulsaba todos, y cada uno de los botones correctos en él.

Y un hombre que lo estaba volviendo completamente loco y codicioso por tocar, tomar y probar.

Zarandeó la cabeza con fuerza, despejando su cabeza.

Sentía su piel arder bajo el toque de sus manos, a pesar de la delgada tela de cubría su carne. Se alejó sin sutileza, y el contrario profundizó una sonora inhalación ante el rechazo, dejándose caer sobre el colchón detrás de él.

─ ¿Sabes? Soy yo quien debería estar enojado, no tú. ─ señaló el menor, encogiéndose con un ademán.

El pelinegro se volvió hacia él, mirándolo como si de pronto fuera estúpido. La rabia difuminándose en sus pupilas, armonizando el cólera que empezaba a calentar su sangre. TaeHyung tragó, negándose a huir de su mirada. Por fin, JungKook rió sin ganas y con tantas emociones mezcladas que, por un momento, el chico se sintió incómodo con su presencia.

─ ¿Estás jodiéndome? ─ graznó, su rostro sonrojado por la risa forzada. Su cuello tiñéndose de un carmín muy bajo, con las venas sobresaltándose. El rubio enarcó una ceja, enfrentándolo ─; ¿por qué siquiera deberías estar molesto? ─ insistió, amargamente ─. Déjame adivinar. ¿Es porque no dejé que asesinaras a YoonGi? ─ aproximándose, golpeó la frente de TaeHyung con su dedo. Él se quejó, pero no retrocedió en el colchón, mirándolo desde abajo ─. Ustedes sólo son un par de niños imbéciles.

Murmuró esta vez, sujetando firmemente el rostro del menor para limpiar la mancha de sangre que cubría su mejilla. No fue cuidadoso, y el chico tampoco trató de alejarse a pesar de eso. Con dificultad, logró no olvidarse de cómo respirar, tomando más de lo necesario cuando JungKook se alejó y nuevamente le mostró la espalda.

─ Recuperas la memoria, ¿y qué es lo primero que haces? ─ sonrió sin emoción ─. Enfrentarlo como si él no pudiera hacerte daño, o peor aún, matarte allí mismo. Si no hubiéramos llegado a tiempo, él podría-

JungKook enmudeció, reprochándose a sí mismo al comprender el significado que el menor podría determinar a sus palabras. Gimió con ímpetu, consintiendo que sus parpados descansaran por un minuto, arropando sus orbes avellana. TaeHyung permaneció en silencio, y el pelinegro se concentró en el contoneo de sus respiraciones hasta que se convirtió en una eternidad. Apretando sus puños, se volvió en dirección del rubio. Sus ojos llamándose.

Él se tensó, mordiéndose la lengua y obligándose a no vulnerar la avara distancia que había entre sus cuerpos. Sin embargo, sus piernas lo traicionaron al percibir aquella sonrisa burlona e infantil que se deslizaba en los labios dulces del contrario; confrontándolo en unos cuantos pasos inconscientes. No fue hasta que sus rodillas chocaron contra el borde de la cama, y un par de aferes negros lo miraron debajo de largas pestañas rizas; que logró salir de la abrupta ensoñación, parpadeando con la intención de alejarse y salir de las piernas abiertas del menor.

TaeHyung lo detuvo al notar sus intenciones, apresando los muslos del pelinegro con sus manos; enredando sus largos dedos en la tela de su pantalón. JungKook oprimió su boca, dispuesto a decirle que lo soltara, pero el rubio se adelantó. Su sonrisa ensanchándose.

─ Estabas preocupado por mí. ─ JungKook sabía que no era una pregunta, por lo que no trató de buscar una respuesta. Responder a la defensiva, o con rapidez, probablemente le daría la razón a TaeHyung. Él no quería eso ─. Todavía te importo.

El mayor enarcó sus cejas, mostrándose poco receptivo a sus palabras. Se removió con un movimiento perezoso, y sonrió sin que llegara hasta sus ojos, buscando las manos del chico. Las entrelazó con las suyas, sorprendiendo a TaeHyung.

JungKook se inclinó sobre él, acercando sus rostros, y TaeHyung contuvo la respiración, sonriendo con nerviosismo. Pero no se alejó.

Sus manos descendieron hasta los muslos del más bajo, apoyándose. Estudió su cara, relamiéndose los labios y JungKook siguió con su mirada aquel gesto, obstruyendo su habilidad para pasar saliva.

─ Me quieres. ─ murmuró, apenas audible. El pelinegro miró su boca una vez más, negando con la misma ligereza.

─ Tú ya no eres el niño que conocí en la clínica ─ respondió con estoicismo, liberando los muslos del menor ─, y yo dejé de serlo hace tiempo.─ incorporándose, acomodó sus cabellos y lo miró desde arriba ─. El nosotros que antes existió, ahora ya no importa. ─ sentenció sin compromiso.

‹‹Convéncete a ti mismo››. Pensó, amargamente.

─ Pero me querías. ─ jubiló, después de largos minutos. Una arruga surcando su frente, reflejando su molestia ─. Me quieres. ─ corrigió.

JungKook presionó sus labios, pero no lo negó.

─ Eras como un hermano para mí. ─ dijo, felicitándose por lo serena que salió su voz.

─ Un hermano. ─ arrastró sin aflicción. 

─ Sí, un hermano. ─ aseguró con el ceño fruncido. TaeHyung asintió.

─ Es gracioso. ─ bramó en un tono bajo, encogiéndose de hombros sin apartar su mirada del moreno. Éste se mantuvo cerca, devolviéndole la mirada como si deseara descifrar algo en su rostro. Y TaeHyung no preguntó al respecto, tomando la iniciativa para continuar ─. Yo nunca pude verte como uno. ─ zarandeó su cabeza antes de continuar ─. No lo sabía en ese momento, por supuesto; pero después me di cuenta de que no era normal verte como yo lo hacía.

Sostuvo el aire en sus pulmones, abultando los labios en un débil mohín. JungKook entrecerró los ojos, cruzándose de brazos. El comportamiento tímido del menor, a comparación de cuando era un niño; no había cambiado en lo absoluto. Lo había dejado más que claro minutos atrás, cuando todavía discutían en el patio. TaeHyung se comportaba firme, descarado y hostil frente a los demás, pero con él parecía derribar aquel muro, mostrándose suave y quebradizo.

Y esa había sido una de las razones por las cuales se encariñó tanto con el chico cuando eran niños. Se había sentido como si TaeHyung le perteneciera. Entorno a él, siempre estuvo aquella necesidad de protegerlo y cuidarlo. Ser su escudo. Y el hecho de que actuara tan maleable con JungKook, comportándose como el cristal más frágil, solo lo había empeorado para ambos.

Para él.

Porque, de nuevo, ya no estaba seguro de poder contenerse con él.

Sobre todo, cuando ya había probado un poco ese chico y su cuerpo se había sentido más que codicioso desde entonces.

─ No podía extrañar tanto a alguien.  ─ continúo ─. Me convertí en alguien dependiente de ti, y cuando desapareciste, no podía borrar esa sensación de vacío. Estaba incompleto, como un juguete sin baterías. ─ suspiró, removiéndose sobre el colchón ─. Olvidé cómo se sentía la seguridad que tenía cuando estabas a mi lado, ni siquiera mi madre podía brindarme eso. Y fue tan jodido porque yo realmente quería verte, te necesitaba y se lo dije a ella, pero jamás me permitió saber de ti. Me dijo que debía superarte, y al final lo logró; terminé olvidando quién eras. ─ soltó una risa sin gracia ─. Y a pesar de eso, todavía me sentía incompleto. Pero no sabía el por qué-

JungKook asintió sin escucharlo, tardando un par de minutos en recuperar el sentido. Lejanamente percibía el diálogo recitado por el rubio, pero no se encontraba lo suficientemente cuerdo para atender lo que decía; su cerebro no parecía dispuesto a confrontarlo y exigirle que prestara atención a las palabras del menor. Sin embargo, notaba el movimiento hermético de esos labios danzando en un movimiento tembloroso y lento. Apretó los propios, relamiéndose la comisura con su lengua.

El calor subiendo hasta su cuello.

Se sobresaltó al notar el tirón de su pelvis, recordando la sensación de esos belfos haciendo presión sobre los suyos, moviéndose entre espasmos y torpeza; concediéndole la oportunidad de manejarlos y explorar dentro de ellos. Por un momento, el chico negó sin dejar de hablar, abultándolos en su dirección. JungKook casi pudo jurar que éstos lo incitaban a acercarse y atraparlos.

Jugar con ellos y profanarlos como a ambos les gustaba. Se veían tan rojizos y magullados por las mordidas constantes del menor, y sintió una punzada en el pecho, el recelo le invadió la sangre.

Él había jodido muy bien esa boca.

Quería hacerlo de nuevo.

Aún podía escuchar los jadeos y gemidos de TaeHyung rozándole el oído, convirtiéndose en un recital por el eco de las duchas. Ese rostro ridículamente bonito, había alcanzado hermosas tonalidades de sonrojo que jamás había visto en alguien más. Y si lo hizo, no fue lo suficiente atractivo y enloquecedor para su gusto.

Tragó saliva cuando el rubio dejó de mover sus labios por un momento, y pareció estudiarlo. No lo sabía con certeza. Sus ojos se negaron a apartarse de esa boca fina y brillosa que, luego de varios minutos, volvió a decir algo que JiMin no fue capaz de comprender. Parpadeó, abrumado.

─ ¿Qué? ─ preguntó más alto de lo que había esperado, pero no pasó desapercibido el timbre confuso y agitado de su voz. Se golpeó mentalmente por eso, buscando la mirada del menor. Él lo observaba con burla una vez más, dejándose caer sobre sus palmas.

─ Dije que, para verme como un hermano, estás mirándome la boca como si pensaras en follarla. ─ dijo suavemente, pero sin perder el ritmo socarrón y descarado. JungKook se incorporó con brusquedad, metiéndose nuevamente entre las piernas abiertas del chico. TaeHyung se removió con sorpresa, dispuesto a sentarse recto para enfrentarlo; sin embargo, la mano del pelinegro se interpuso entre ellos y se aferró como un collar sobre su garganta, acariciando su pulso con el pulgar.

JungKook no estaba siendo delicado, en lo absoluto. Pero tampoco era doloroso, o lo suficientemente fuerte como hacerlo reaccionar y tratar de alejarlo.

No quería hacerlo y punto.

Se sentía bien tenerlo cerca. TaeHyung se estaba volviendo loco por tocarlo y aferrarse a él, desde que habían atravesado la puerta; pero se contuvo para no hacerlo. Tenerlo así de cerca, y con esa mirada desesperada y áspera, era algo que había estado ansiado y deseando desde que se habían encontrado nuevamente.

Le habría gustado no haber sido tan débil e inconsciente. Haber perdido la memoria por ese estúpido estupefaciente lo había jodido en más de un sentido, quizás las cosas habrían sido diferentes si él no hubiese estado tan atrapado en su locura, como para olvidar a su JungKookie.

─ Y tú, para ser heterosexual, parece que lo quieres. ─ respondió con convicción, ascendiendo distraídamente hasta el mentón del rubio. TaeHyung tragó saliva, apretando las sábanas entre sus puños.

Las caricias de JungKook continuaron, y el menor notó que el pelinegro estaba prácticamente ausente en el intercambio de palabras, respondiendo con monosílabos sin importancia. Su cuerpo tembló, advirtiendo los largos dedos sujetando sus mejillas, y enterrándose sobre su piel, provocando que sus labios saltaran en un mohín de dulces algodones entreabiertos. Una sonrisa curvó sombríamente en las facciones del mayor, contemplando con admiración los dientes delanteros del chico.

TaeHyung no tuvo problema con leerlo. Él era consciente de que a JungKook le gustaba su sonrisa. Se lo había dicho innumerable cantidad de veces en el pasado; y sabía que esta vez no podía ser la diferencia. Sonrió internamente. Casi podía escucharlo susurrar ‹‹osito››, con una delicadeza tan dolorosa; como agradable para su sensible audición. Sus ojos marrones lo delataban. Esa expresión contenida y el castigador enganche en la piel nívea de sus mejillas, lo evidenciaba.

El pelinegro trataba de contenerse. Estaba molesto, quizás más que eso; pero aún luchaba por no reflejarlo más de lo necesario. Incluso cuando el menor se había dado cuenta y, probablemente, JungKook lo había notado.

TaeHyung gimió abrumado, concibiendo la presión asentándose entre sus labios, debido al descarado falange exigiéndole abrir la boca para introducirse en su cavidad. El chico no tuvo la cordura suficiente para intentar molestarse con él, en cambio, permitió que lo hiciera. Él lo chupó con la inexperiencia reluciendo en cada movimiento, pero el pelinegro no pudo sentirse más satisfecho ante eso, premiándolo con dulces caricias enredándose en sus cabellos.

JungKook inhaló bruscamente cuando el menor se recargó contra la mano en su cabeza, liberando un ruidito inconsciente que, el moreno, rápidamente asimiló como si de un ronroneo se tratase. No estaba seguro de haber escuchado algo similar antes; sin embargo, éste logró aflojar su cuerpo ante la abrupta impresión, y un rubor subió hasta su cuello. Él se tensó.

Estaba dolorosamente erecto. Y el hecho de saber que TaeHyung lo estaba disfrutando, lo hacía aún más difícil para su poco auto-control.

‹‹Esto no está bien, ¡maldición! Detente ahora››. Pensó.

Pero no había sido suficiente.

No, cuando él lo miró por debajo de sus oscuras pestañas y notó las lágrimas en sus ojos negros; ahora más brillantes y expresivos, aturdiéndolo.

TaeHyung notó su dureza, por supuesto que lo había hecho, pero no sería quien dijera algo al respecto. No aún. Incluso si debía ignorar su propia erección por un par de minutos más, quería que JungKook hiciera algo más. Quería ayudarlo a aliviar ese dolor.

Quería...

Cerró sus ojos, tratando de huir de él y la forma en que sus orbes estimulaban cada espacio de su rostro colorado; admirándolo de forma extraña y desconcertante.

Sabía que podría verse ridículo, pero intentó no pensar en ello.

Sabía que JungKook penetraba sus labios con un ritmo lento y enloquecedor, pero decidió que le encantaba cuán frenética y sofocada, podía percibir la respiración agitada y poderosa del pelinegro.

Aquel intruso entró y salió, una y otra vez; a veces demasiado suave, y otras reflejando la frustración de JungKook con cada embestida. El rubio sintiéndose cohibido cuando el contrario sacó su dígito casi por completo, ofreciéndole una caricia a su relleno belfo inferior; provocándole sacudidas en todo el cuerpo.

─ Mírame, osito. ─ murmuró despacio. Su voz demasiado grave, en contraste con el tono dócil y cariñoso que había utilizado.

Él lo hizo. Buscó sus ojos, obedeciéndolo sin inmutarse.

Entreabrió más sus labios y ahuecó torpemente sus mejillas, encerrando aquel dedo en la cálida intimidad; ensalivándolo y concibiéndole una danza contra la tierna lengua. JungKook aprovechó ese momento para joder su garganta un par de veces más, y permitió que descansara cuando el chico soltó una arcada. Sacó su falange por completo, apretando el labio rojizo e hinchado, murmurándole algo que TaeHyung no logró comprender.

El pelinegro dio un paso atrás y el menor rápidamente lo observó con decepción, notando cómo limpiaba sus dedos con el borde de su camisa. Relamió su belfo inferior con nerviosismo, todo bajo la atenta mirada del contrario.

Los colores subieron por sus mejillas, cuestionándose si realmente sería el primero en avanzar hacia JungKook y ofrecer su ayuda. ¿Qué es lo peor que podría pasar? Ellos ya habían cruzado esa línea. Quizás no tan consciente como le habría gustado, pero lo habían hecho.

Él no se burlaría, ¿cierto? JungKook estaba tan duro como él, por lo que, ayudarse mutuamente no sería extraño.

Carraspeó, tratando de sonar lo más natural posible.

─. JungKook , ¿quieres que yo-

Tres golpes severos en la puerta y ambos se miraron entre sí, recordando días atrás, en la misma situación y con un pelirrojo gritando desde afuera. No obstante, esta vez se trataba de NamJoon. Él observó a TaeHyung y después a JungKook, notando sus condiciones desaliñadas y jadeantes.

Ninguno se molestó en disimular sus erecciones, pero el guardia trató de no mostrar su sorpresa ante el menor. No era algo a lo que no estuviese acostumbrado por parte de Jeon; sin embargo, TaeHyung se había mostrado gran parte del tiempo nervioso y avergonzado, pese a meterse en problemas constantemente. Esta vez ni siquiera se inmutó a su presencia.

Haberlo visto tan sereno y confiado alrededor del pelinegro, así como de YoonGi, enfrentándolos sin morderse la lengua; por supuesto que lo había descolocado. Y el hecho de que JungKook no dijera absolutamente nada, consintiendo el comportamiento del chico, lo extrañaba. Pero decidió no decir nada al respecto en esta situación, una vez más. No era su asunto.

Y aunque lo fuese, probablemente le patearía el trasero antes de manifestar sus dudas.

JungKook lo observó, no tan impaciente como debería. NamJoon desviaba sus ojos hasta el chico de vez en cuando, y él comprendía por qué lo hacía.

TaeHyung era un camaleón debido a sus trastornos.

¿La diferencia? El mayor no lo sabía. Ninguno de los guardias y reos, en realidad. Claro que sería evidente su comportamiento extraño y, de una u otra manera, terminarían por darse cuenta si TaeHyung no trataba de disimularlo.

JungKook lo miró de reojo, no tan sorprendido con el cambio drástico de actitud. Ese era el TaeHyung que había conocido en la clínica, después de todo. Ese niño con temperamento hostil, desinteresado y apático que ahora miraba a NamJoon con indiferencia y frialdad, dejándose caer sobre el colchón con las manos funcionándole de almohada. No dijo nada. Dejó que sus ojos se cerraran, ignorándolos como si ellos no estuvieran en la misma celda que, conscientemente, no era la suya.

Tampoco le interesaba, era de JungKook. Eso la convertía en suya también, ¿no?

─ ¿Qué sucede, Kim? ─ finalmente, preguntó el pelinegro.

El castaño aclaró su garganta, desviando la mirada del menor para observarlo.

─ Te quieren ver arriba, se han enterado de lo que pasó. ─ dijo con un ligero temblor sacudiéndole las cuerdas al hablar. TaeHyung medio abrió uno de sus ojos para mirar el rostro de JungKook, y, pese a que éste parecía tan imperturbable y entornado como de costumbre, no pasó por alto el movimiento sutil de sus cejas.

Algo no estaba bien.

─ ¿Quién fue? ─ inquirió, nuevamente. Su timbre de voz subiendo un par de líneas, pero sin alterarse por completo. Enderezándose, se plantó sobre sus pies antes de caminar hasta él; el contrario no se movió, entreabriendo sus labios para responder.

─ El chico del M-16 ─ respondió sin inmutarse ─ , al parecer no estuvo presente, pero le habrá llegado la noticia por algún lenguaraz de los que estuvieron allí. El tema ya se esparció a todos los módulos y están muy habladores desde entonces, tuvimos que encerrarlos en sus celdas esta noche. ─ resopló, echándole un vistazo al menor por encima del hombro de JungKook. El pelinegro gruñó al darse cuenta, prensando sus puños cuando NamJoon lo observó con el ceño fruncido.

Había sido una reacción involuntaria, sí. No obstante, ¿por qué demonios lo había hecho? Su estupidez despertaría más de una señal en el guardia por su posesividad sobre el chico. Una cosa era follar con él; y otra completamente diferente, interesarse en TaeHyung.

No podía hacerlo.

No debía.

La expresión contraída desapareció en una inhalación. El castaño no preguntaría nada, pero eso no significaba que él no sospecharía al respecto, lo cual le molestaba.

─ Mañana haremos una asamblea para que hables con ellos. ─ culminó como una sugerencia. JungKook asintió, alejándose.

─ Asegúrate de llevarlo al almacén cuando termine.

Esa había sido la señal para que se fuera, pero éste se quedó en silencio por un momento, titubeando.

─ ¿Algo más, Kim? ─ impaciente, lo volvió a mirar. Él se apresuró a la puerta.

─ Tienes que ir ahora. ─ respondió.

─  ¿Ahora?

─ Sí, ahora. ─ el pelinegro resopló, pero terminó asistiendo una vez más. Hizo un ademán a NamJoon con su mano para que saliera y él lo hizo enseguida, cerrando detrás.

TaeHyung hasta entonces abrió sus ojos, mirándolo desde abajo. La expresión tranquila no varió en el rostro de JungKook, pero ambos se miraron por un largo momento. La tensión haciendo una danza a su alrededor.

─ ¿Quién quiere ver-

─ Tienes que ir a tu celda. ─ lo interrumpió rápidamente, deslizándose fuera de la camisa que llevaba puesta. Aún había rastros de sangre seca en ella y se sentía más que asqueado, pero no tenía tiempo para ducharse ahora.

El menor no apartó la mirada de él, recorriéndolo con fascinación. Misma que JungKook ignoró. O al menos, intentó hacerlo.

─ ¿Por qué? ¿qué pasa? ─ el rubio se incorporó, sentándose.

─ A tu celda. ─ ordenó, nuevamente. TaeHyung frunció los labios, viéndolo ponerse una polera nueva.

─ JungKookie...

Ante el mote, el pelinegro lo miró con fastidio, acercándose a él lo suficiente para susurrar sobre su oído.

─ No vuelvas a llamarme por ese apodo ridículo de nuevo, ¿entendiste? ─ amenazó, tomándolo del brazo y presionando su enganche en esa zona. El menor lo miró sin comprender, empujándolo ligeramente.

─ Antes no te molestó. ─ graznó de igual forma, poniéndose de pie.

─ Antes estuve lo suficiente descolocado como para ser capaz de ignorarlo. ─ devolvió, mirándolo de pies a cabeza ─. Ya no lo estoy.

─ ¿Qué carajos te sucede? ─ preguntó, empujándolo con ambas manos; poniendo toda su fuerza. JungKook apenas y retrocedió.

─ Haz lo que te dije. ─ finalizó, rodeándolo. Lo movió con suavidad, a diferencia de él, indicándole que se fuera. TaeHyung no supo si sentirse mejor o más colérico al respecto.

JungKook no dijo nada más. Se dejó caer sobre su espalda en el colchón y cerró los ojos, cruzando sus talones y apoyando el brazo izquierdo sobre sus ojos; cubriéndose de la vaga iluminación.

─ ¿Así nada más? ─ insistió. El reproche en su voz.

─ ¿Querías que te acompañara hasta la puerta, princesa? ─ murmuró el pelinegro, burlonamente.

TaeHyung miró en otra dirección, mordiéndose el labio para resistir la sonrisa que quería deslizarse en sus facciones. No por el apelativo ridículo, sino porque él estaba bromeando a pesar de estar molesto. Su Kookie seguía ahí.

JungKook lo quería. Él lo sabía.

─ Tal vez quiero que lo hagas. ─ respondió con frialdad. El mayor lo miró por un par de minutos, enarcando una ceja.

─ Bien. ─ dijo, por fin. Sentándose rápidamente, se abalanzó fuera del colchón y se encaminó hasta él, sonriendo sátiro ─. Después de ti.

TaeHyung decidió fulminarlo, pero no funcionó. El contrario apoyó su mano en la espalda baja del rubio y lo alentó a que caminara, lo cual, no costó demasiado esfuerzo.

Algunos pasos después; JungKook estaba apoyado contra el marco de la puerta, mirándolo sin borrar la sonrisa socarrona de sus labios. TaeHyung se mordió el interior de la mejilla.

No dijo nada, permaneciendo inmóvil en el pasillo. Ambos se mirándose por un largo tiempo.

El pelinegro fue el primero en romper el silencio, bajando el volumen de su voz.

─ ¿Quieres algo, TaeHyung? ─ cuestionó suavemente, el chico bajó la mirada a sus zapatos.

─ ¿Qué te hace pensar que quiero algo de ti? Me has tratado como la mierda hasta hace nada. ─ devolvió a la defensiva, pero JungKook advirtió la desconfianza en su voz.

─ Tienes razón ─ inclinándose un poco, buscó los ojos del menor; sonriéndole con sinceridad ─. Lo siento.

TaeHyung entreabrió sus labios con recelo, mirándolo con escepticismo.

─ ¿Por qué te estás disculpando, exactamente? ─ preguntó ─, ¿por ser un jodido presuntuoso, o por hablarme como lo has hecho?

JungKook se encogió de hombros.

─ Definitivamente no me estoy disculpando por creer que quieres algo. ─ sentenció, relajándose contra el marco de la celda ─. Aquí estás, a pesar de mi comportamiento.

─ ¿No llegaste a pensar que solo esperaba una disculpa de tu parte? ─ contratacó.

─ ¿Y no te la he dado ya?

─ Correcto. ─ molesto, dio un paso atrás; mirando hacia el pasillo ─. Me voy.

El pelinegro sonrió, asintiendo.

─ Bien. Adiós, entonces. ─ despidió con burla, imitando la acción del rubio.

─ Bien. ─ bramó, dándole la espalda.

Frustrado, dio un par de pasos más, esperando que sus movimientos no parecieran tan inestables e inseguros.

─ Descansa, Taegie. ─ sopló el pelinegro, dulcemente.

TaeHyung se tensó por un momento, maldiciendo a JungKook en murmullos casi imperceptibles, para la distancia exigua en la que se encontraban. Él era muy idiota, o realmente decidió hacerse el desentendido para molestarlo.

No lo dudaba.

─ Te odio. ─ murmuró, escuchando el sonido de la puerta cerrándose a sus espaldas. Apretó los puños. Sus labios temblando por la picazón y decepción ─. Maldito seas, Jeon JungKook.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top