⭓ 028. ▎ capítulo veintiocho.
Gélida, triste y silenciosa percibía esa enorme casa que empezaba a detestar y sofocarlo. Cada habitación y pared cubriendo los largos pasillos que sólo eran adornadas por pequeñas mesillas y candeleros viejos ─una importante colección personal de su padre─. Aborrecía el diseño repartido en las paredes revestidas con paneles de madera, porque, incluso la vestimenta de la mansión era superficial y lúgubre.
Los pisos eran cubiertos por alfombra de color marrón, y las puertas pinceladas de un blanco que simulaba un gris poroso, sin embargo, se debía a la miserable iluminación de las velas casi consumidas. No había decoraciones, a excepción de algunos cuadros con bosquejos abstractos y retratos del renacimiento. Pero no había ninguna foto familiar. Ninguna evidencia de una aventura juntos, o sus logros compartidos.
Y no los había, porque tampoco había alguno que enmarcar.
Apretó sus puños, ahorcando las correas de su mochila y la ajustó a sus hombros para evitar que ésta se contoneara al caminar. Era bastante tarde y no quería llamar la atención con su llegada. Ya había sido suficiente con que la señorita Rose lo reprendiera por la hora, y aunque expuso sus razones para hacerlo, y ella pareció conmovida por su situación; sabía que su padre no reaccionaría igual. Él nunca reaccionaría igual. Él era duro e indulgente, casi siempre indiferente. Pero nunca tolerante.
Ni siquiera con él.
Minucioso, atravesó el pasillo con pasos lentos y desconfiados, sintiéndose aliviado cuando la perilla descansó en la calidez de su mano derecha y el silencio de su habitación al otro lado; lo invitó a adentrarse de una vez por todas. No obstante, cuando hizo girar el manojo con un movimiento más brusco de lo necesario, una ola de aire fresco y el seguro de una puerta ─que definitivamente no era la suya─, cedió detrás de él.
No hizo falta que volteara para comprobar de quién se trataba, reconocía perfectamente al dueño de aquel despacho con hedor a tabaco y licor. Su nariz picó, y su cuerpo se sacudió visiblemente, encogiéndose con el corazón palpitando en el pecho como si acabara de correr un maratón.
─ JungKook.
El pelinegro atrapó su labio inferior entre los dientes de su perlada dentadura, asintiendo con la cabeza gacha. Sus grandes esferas avellana se escondieron entre sus largas pestañas oscuras e inconscientemente sus piernas se movieron, enfrentando el rostro intemperante del mayor.
─ ¿Sí, señor? ─ inquirió devuelta, titubeando.
Hubo un espacio de tiempo donde él no dijo nada y solo se limitó a observarlo como si buscara una respuesta en las facciones turbadas del menor, pero el chico no lo confrontó con más preguntas de las necesarias. JiWon sabía que tenía su atención y no quería apresurarlo a exponer lo que cruzaba por su mente. Incluso si aquello le hubiese tomado un cuarto de hora, JungKook no exigiría que hablara.
No era miedo.
Su padre no generaba esa sensación en su cuerpo, y aunque simulara lo contrario; se trataba de desconfianza y amargura. Y probablemente él lo sabía. JungKook nunca había sido bueno para disimular sus emociones y era demasiado transparente cuando se trataba de expresar su disgusto o amenaza hacia algo, o alguien. Sin embargo, eso jamás pareció importante para el hombre.
Y por ello, tampoco se molestaba en ocultarlo.
─ ¿Cómo está tu madre? ─ preguntó luego de varios minutos. Él entrecerró sus ojos, encogiéndose de hombros sin resultar muy agresivo.
─ Intentando mejorar. ─ apagado, musitó. Ese tema era un punto débil para el menor, pues su madre cada día se veía peor que el anterior; aun cuando ella intentaba aparentar delante de él.
Pero lo había notado. Por supuesto que lo había hecho.
La LMA (Leucemia Mieloide Aguda) estaba consumiéndola como un adicto a la heroína, apagándola cada día y arrebatándole el carmín en sus mejillas. El bonito rostro de su madre carecía de vida, y el tratamiento no reflejaba resultados positivos.
Reprimió la necesidad de soltar las lágrimas que escocían en sus almendrados aferes y buscar consuelo en su padre, pues, aunque lo hiciera, él simplemente se marcharía sin decir palabra alguna. O quizás lo reprendería, argumentando que llorar lo convertiría en un hombre débil y ridículo que no sobresaldría. ¿Pero qué más podría esperar? Sería demasiado iluso al considerar siquiera que se preocupaba un poco por él. Nunca había sido un padre realmente. Mucho menos lo sería ahora.
─ ¿No hay avances? ─ inquirió de nuevo. Esta vez, palpando sus bolsillos con indiferencia; atrapando un pequeño estuche del cual extrajo un porro. Encendiéndolo, lo llevó a su boca y caló con energía.
JungKook arrugó su nariz con aversión, cubriéndose disimuladamente el olfato.
─ Ella dice que se siente bi...
─ ¿Y le crees? ─ arrebató, oprimiéndole las palabras sin ápice de arrepentimiento ─. ¿Parece que lo está?
─ No tengo razón para dudar de ella, señor. ─ devolvió con firmeza, pero no muy convencido de sus palabras. Pese a ello, se enderezó para enfrentar ese par de esferas que poco conocía, pero que aborrecía por la manera en que lo escrutaban cuando eran dirigidas a él con aprensión y riña contenida ─. Debería ir a visitarla para que lo compruebe usted mismo. ─ sugirió, secamente ─. Claro, si es que realmente le interesa conocer su estado.
Había sido violento al hablar, y lo sabía por el cólera que transmitían los ojos de su padre. Pero no pudo importarle menos. Le parecía absurdo que tuviera el coraje para preguntarle al respecto, cuando poco se había dignado a aparecerse por la clínica para comprobarlo. Quizá recapacitaba un poco y velaría como cualquier hombre por su esposa.
Pagarle el tratamiento y la internación, no era suficiente. Ella necesitaba sentir su apoyo.
Ambos lo necesitaban.
Pero eso era algo que no diría en voz alta porque era demasiado tarde para exigirle ser un padre. Y YoonGi tenía razón. Él no lo sería jamás.
─ Cuida tu forma de dirigirte a mí, muchacho ─ advirtió ─, podría costarte el transporte a la clínica y si eso sucede, no seré el único indiferente a la recuperación de Haneul.
El pelinegro tragó con malestar, negando con una inclinación de disculpa que ─ sinceramente ─, no sentía.
─ Lo lamento, señor. ─ recitó en un murmullo. Jeon lo observó con los ojos entornados, dándose un momento para dar otra aspiración al habano entre sus dígitos y, posteriormente, lo soltó hacia él. JungKook tosió con fuerza, ahogándose con cada inhalación.
El hombre se mantuvo en silencio nuevamente, recargándose contra la puerta detrás de él. Caló una y otra vez del porro y, luego de varios minutos donde el menor se comenzó a sentir ansioso, y todavía descolocado por el fuerte aroma del tabaco; dijo:
─ Solicitaré un permiso para que la acompañes esta semana ─ el chico alzó su rostro con sus orbes bien abiertos, aun intentando recuperar el aliento ─, así que prepara una maleta adicional con lo necesario. SungWoon dejará tus cosas en la clínica cuando estés en el colegio, y también te recogerá cada mañana. No tienes permiso de faltar o le ordenaré que te traiga de inmediato, ¿entendido?
JungKook boqueó, incrédulo a lo que estaba escuchando. Sin embargo, terminó por asentir frenéticamente y devolverle una sonrisa hermosa en sus regordetes labios, mostrándose agradecido.
Si bien, era extraño. No podía dejar de lado aquel gesto 'condescendiente' de su padre, pero tampoco daría muchas vueltas al asunto. Quizás era poco habitual viniendo de él, pero podría cuidar de su madre al llegar la noche, y también al salir el sol; lo cual era suficiente para enfocarse en ello y no en el trasfondo de su buena acción.
Sus mejillas cosquillearon y no se apresuró en esconder un gesto de alegría. Deseaba tener a TaeHyung junto a él y transmitirle su entusiasmo, estaba seguro de que su diminuto amigo compartiría el sentimiento y anhelaba que la noche trascurriera pronto para verlo; «Seguramente estará muy feliz», pensó con optimismo.
No habría necesidad de chantajes y promesas de rencuentro al siguiente día ─ por órdenes de su padre en que volviera a casa ─, y podrían compartir tiempo juntos y sin prisa alguna.
Probablemente jugarían en las siestas de su madre y cuando despertara, irían juntos a charlar con ella. Después almorzarían y YoonGi aparecería junto a HoSeok para acompañarlos. Disfrutarían el resto de la tarde y JungKook consolaría al menor cuando su madre pasara a recogerlo.
Porque sí. Se habían vuelto dos almas inseparables desde ese día en el pasillo, cosa que no podía negar, y le vino como anillo al dedo. Gracias a TaeHyung, YoonGi y HoSeok, ya no se sentía tan miserable al estar en el hospital.
Pero, sobre todo, se lo debía al pequeño castaño con sonrisa de conejo y mejillas rellenas de color; pues siempre parecían sonrosadas frente a él.
Sacudió su cabeza, intentando disipar su mente y concentrarse en la noticia que le había dado su padre. Al parecer aún esperaba una respuesta, o eso parecía. Aquella mirada había vuelto a su rostro, buscando una respuesta en él como si realmente la fuese a encontrar allí; pero, de nuevo, JungKook no cuestionó al respecto.
─ Le agradezco mucho que me permita cuidar de ella, padre.
Won no respondió, pero el cigarro entre sus dedos se movió ligeramente en un temblor que pareció involuntario. Recuperándose, asintió antes de incorporarse sobre sus pies y darle la espalda para entrar una vez más en el despacho. El pelinegro todavía se quedó un par de minutos más en el silencioso pasillo, mirando la madera con una mueca en los labios.
Negando, sustituyó la comprimida expresión de su boca, girándose con los ánimos renovados para adentrarse en el dormitorio y comenzar a empacar.
Y, tal como Won lo había dicho, el lunes por la mañana; su maleta ya estaba preparada en la puerta principal. Sung no tardó demasiado en aparecer con el auto, ayudándole a subir el equipaje y, posteriormente, se dirigieron al colegio del menor.
A la hora de la salida, abandonó el instituto con prisa y una sonrisa enorme en sus bonitos duraznos, siendo recibido por el mismo chofer; quién al verlo, le dedicó un gesto que JungKook interpretó lleno de tristeza y pena. No cuestionó la razón, pues el mismo hombre parecía reacio a entablar una relación con él.
Seguramente por órdenes de su padre.
Pero tampoco insistiría al respecto.
Una vez aparcaron en el estacionamiento subterráneo de la clínica, el menor salió del auto y corrió hasta el ascensor, contoneándose mientras esperaba impacientemente. Sung apareció a su lado poco después, sujetando su mochila en el hombro izquierdo y la maleta en su mano diestra. JungKook al darse cuenta, se apresuró a extender sus manos hacia él, pidiendo silenciosamente que le permitiera llevar sus pertenencias ─ reprendiéndose a sí mismo por bajar del coche sin siquiera llevar su mochila de la escuela ─; el hombre negó sin molestarse en dirigirle la mirada. Liberó un resoplido bajo, pero no lo presionó.
El azabache era tan necio como el señor Jeon, nunca ganaría contra él.
─ ¿Cómo te sientes? ─ cuestionó al pequeño cuerpo deshidratado y desnutrido de su madre, curvando sus facciones con preocupación. Ella comprimió ligeramente sus labios resecos, ahogando el impulso de toser ─. Recuerda que la señorita Elizabeth dijo que no deberías hacer eso, podrías dañar tus pulmones. ─ reprendió el pelinegro, negando con un movimiento brusco. Haneul intentó sonreír, sin embargo, la curva de sus belfos se desmoronó con rapidez; ofreciéndole una mueca retraída y amarga.
─ Sí... tienes razón, cariño. Lo siento. ─ sometió, removiéndose con cuidado sobre el colchón para enderezarse. JungKook se apresuró a auxiliarla, observando con cuidado los movimientos torpes de su pálida progenitora. Ésta sacudía distraídamente sus largos cabellos, avizorando en aquel movimiento, dos bultos sobre el sofá individual ─ mismo que el menor solía utilizar para descansar después del colegio ─. ¿Llevas ahí tu uniforme deportivo? ─ el chico giró su rostro hasta el presunto centro de atención que había llamado el foco visual de su madre, avizorando la maleta.
─ Entre otras cosas. ─ aseguró, sonriendo delicadamente ─. El señor Jeon pidió permiso para que me permitieran cuidarte esta semana, ¿no es fabuloso?
─ Tu padre, JungKook... ─ reprendió, sofocadamente ─; es tu padre, no señor Jeon.
Una mueca se curvó en las cejas finas del pelinegro, conmocionado por la corrección de su madre. Ella nunca había mencionado nada al respecto, incluso cuando era algo común que se refiriera a JiWon como si fuese un desconocido.
─ Claro. ─ se limitó a responder, devolviéndole una sutil inclinación de disculpa. Haneul fregó su antebrazo, otorgándose calor.
─ Entonces... ─ retomando lo antes mencionado, continuó ─, ¿te ha dicho por qué?
─ No. ─ reparó el menor ─. Pero, ¿Qué más da? Podré cuidarte y estar más tiempo contigo, ¿no es eso lo importante?
Insistió el chico, forzando una sonrisa. Ella no respondió con prisa, y por la expresión turbada de su rostro, sabía que no compartía el mismo entusiasmo. La tristeza rápidamente se extendió en sus bonitos rasgos y Haneul intentó atrapar su mano cuando se percató de ello, entornando sus ojos ante el esfuerzo.
─ Estoy muy feliz de que me hagas compañía y cuides de mí, Kookie. ─ afirmó la castaña, atrayéndolo con un halón demasiado débil. Sin embargo, JungKook comprendió al instante y se aferró a ella con un abrazo ─. Sólo he recordado algo que perturba a mamá, ¿está bien? ─ susurró, ofreciéndole caricias a las manos tibias del más joven. Él asintió, aun cuando estaba seguro de que no era la verdadera razón del terror que abanicaba el rostro de su madre ─. Perdóname si te di a entender otra cosa, cariño.
Y JungKook volvió a asentir después de sus palabras, adormeciéndose con los murmullos bajos de Haneul. Ella le concedió un espacio en la camilla para que se recostara a su lado y durmiera juntos, tal y como solían hacer meses atrás; abrigándose entre las temperaturas de sus cuerpos y entregándose al amor que ambos se tenían como madre e hijo.
En ese momento, el menor cayó rendido sobre su pecho y murmuró un «te amo, mamá», que le oprimió el corazón a la castaña, demorándose un segundo en corresponder con un «te amo más, cielo». Y deseó que el hipido que abandonó sus labios, fuese lo más bajo posible para que su bebé no la escuchara lamentarse en sus brazos.
Y, como se estaba volviendo una costumbre para el pelinegro:
No interrumpió su llanto. Aun cuando nadó en cada gota de dolencia, absorbiéndolas dentro de sus sueños y resguardándolas en un frasco de cristal; porque nadie tenía el derecho de arrebatarle esas lágrimas. Ni siquiera él.
Horas más tarde, Elizabeth irrumpió en la habitación y los sorprendió con un par de amenazas, pues estaba totalmente prohibido que las visitas ocuparan las camillas de los enfermos. Y, tras un asentimiento y una disculpa por parte del pelinegro, prometiéndole que no volvería a suceder; ella le devolvió un ademán vago con su cabeza y pidió amargamente que esperara fuera de la habitación. Lo cual, para JungKook era una señal de que debían iniciar con la quimioterapia.
Y él no objetó, abandonando el lugar rápidamente y otorgándole una última mirada a su madre antes de cerrar a sus espaldas, dejándolas solas. Dio una fuerte bocanada de aire y se animó a forzar una sonrisa cuando un chico de mediana estatura, se acercó desde el fondo del pasillo y se inclinó hacia la puerta, abriéndola con precaución.
─ Señora Elizabeth, el señor Jeon está al teléfono. ─ formuló, sus labios curvándose fríamente en un bulto sin forma. Ella inclinó sus cejas, observando sigilosamente el rostro demacrado de la castaña y, posteriormente, a él.
─ Voy enseguida. ─ respondió sin comprometerse. No obstante, los ojos almendrados de Haneul permanecieron fijos en su rostro, percibiendo el sutil gesto de alegría en las facciones joviales de la enfermera ─. Estaré pronto con usted, señora Jeon.
Aseguró con firmeza, pero no se detuvo a esperar una afirmación por parte de la mujer, pues rápidamente soltó el suero que abrigaban sus delgadas manos y caminó hasta la puerta; empujando al pasante para retirarlo de la puerta.
─ Elizabeth. ─ interrumpió la castaña, llamándola en un tono tan alto que se sorprendió de sí misma, pero no se detuvo a reponer el volumen firme de su voz. La contraria miró a JungKook con los ojos entornados y forzó una sonrisa avergonzada antes de girarse ─. Asegúrate de decirle a mi marido que JungKook necesitará un futón para dormir, ese sofá no será cómodo para que resista toda la semana. ─ la enfermera comprendió enseguida, notando el énfasis al referirse al pelinegro. Ella asintió con los dientes apretados, más no dijo nada al respecto y salió rápidamente. El pasante y el menor se observaron entre sí, entre confundidos e incómodos, pero decidieron mantenerse en silencio hasta que la castaña encontrara una postura más cómoda sobre el colchón y los mirara ─. ¿tienes experiencia con las quimioterapias, John? ─ inquirió al chico, él parpadeó un par de veces antes de asentir con timidez ─. Entonces, ¿Podrías ayudarme?
─ Claro, pero la señora Elizabeth se molestar...
─ Yo me encargaré de que no sea así. ─ ratificó con suavidad. JungKook le devolvió la mirada cuando ésta cayó sobre él y asintió tenuemente, confirmando las palabras de su madre.
─ Se lo agradezco, señora Jeon. ─ haciéndole un ademán, sonrió.
─ Solo dime Haneul, cariño. Olvida las formalidades. ─ él asintió, caminando hasta ella para tomar el suero una vez más, e iniciar apropiadamente con el tratamiento ─. JungKookie, ¿no crees que Tae estará esperando por ti?
Dejando de lado el hecho de que su madre intentaba deshacerse de él ─ de una manera poco sutil ─, respingó con una enorme sonrisa en los labios.
«Es verdad, Tae ya debería estar aquí».
─ Seguro ─ correspondió, ofreciéndoles una inclinación y un gesto delicado con su mano ─, iré a buscarlo.
Como había previsto, una vez abandonó la clasificación C-1, encontró al castaño sentado sobre el suelo ─ como la primera vez que se acercó a él ─, y una sonrisa dulce se deslizó en sus labios, notado el pequeño reproductor preso de sus manos. TaeHyung jugaba distraídamente con los auriculares mientras observaba hacia el otro extremo del pasillo, llamando la atención de JungKook en aquella dirección.
A lo lejos, visualizó a YoonGi en una máquina expendedora, luchando con ella para sacar un paquete de frituras que se había atorado en el resorte. HoSeok estaba a la par suya, reprochándole incoherencias y largando un codazo al azabache, amonestando que había gastado su único billete y ni siquiera había conseguido el alimento.
─ Deja de quejarte, tenía muchas calorías de todos modos. ─ rebatió el pálido, gruñendo cuando el chico le propinó un fuerte empujón.
─ Claro, vamos a suponer que no has malgastado mi dinero. ─ YoonGi le devolvió una mirada fulminante.
─ ¿Acaso yo te dije que era bueno en esto? ─ formuló con indignación ─. Tú has sido el idiota que me lanzó a sacar el paquete, cuando perfectamente podrías haberlo hecho por tu cuenta.
─ Como el mayor de todos nosotros, es tu obligación.
─ Tú y tus estúpidas obligaciones te las puedes ir metiendo por el cu...
─ ¿TaeHyung? ─ intervino en un susurro, disminuyendo la distancia que los separaba. Cuando su voz llegó hasta la audición sensible del menor, sus grandes aferes se desplazaron hasta él con una velocidad impresionante, y ambos sonrieron cuando sus ojos se encontraron. El castaño se puso de pie con rapidez y se lanzó a abrazarlo, rodeándole las piernas con sus cortos brazos.
JungKook se acuclilló sin detenerse a pensarlo, atrapándolo como si su vida dependiera de ello.
Liberó un suspiro lleno de satisfacción cuando el aroma a frutos rojos le hizo cosquillas en la nariz, y removió su cabeza para buscar la fuente de ese agradable olor; sintiéndose acogido cuando lo encontró en los cabellos cobrizos del más joven.
─ ¡Kookie! ─ llamó en un susurro lo suficientemente bajo para que sólo JungKook pudiese escucharlo ─. Te extrañé.
El pelinegro liberó una risa nasal y TaeHyung se removió cuando la cálida respiración le produjo cosquillas detrás de la oreja.
─ Sólo han pasado algunas horas desde que nos vimos, pequeño. ─ respondió el mayor, tragándose el impulso de hacerle saber que también lo había extrañado demasiado.
─ Eso no me importa ─ aseguró, abultando sus labios en un mohín ─, mamá dice que extrañar es gratis.
─ La señora Park es muy lista.
«Y una mala madre». Pensó para sí mismo, mordiéndose el interior de la boca con amargura. El castaño lo empujó con gentileza, observándolo con una sonrisa.
─ Es mi madre. ─ alardeó con un asentimiento y JungKook correspondió el ademán, abanicándole los cabellos antes de incorporarse.
─ Eso explica por qué eres tan inteligente. ─ el pequeño se inclinó sobre el toque como un felino y cerró sus ojos por un momento, abrigándose en el aura afectuosa y cálida que siempre sentía con el mayor. Por su parte, el chico tragó saliva con dificultad y jadeó con ternura.
─ Tú eres más inteligente, Ju...
─ JungKook ─ tan pronto como los pasos del azabache se hicieron presentes, TaeHyung retrocedió, colocándose en la misma postura seria y retraída de siempre. JungKook tomó una bocanada de aire, tratando de devolverle una sonrisa a su primo, sin embargo, ésta se descompuso y simuló una mueca incómoda que tampoco se molestó en disimular ─, llegaste.
«Joder, Min».
─ YoonGi ─ saludó sin ánimo ─, Hobbie, ¿Qué tal todo?
─ El viejo Min es una mierda con las maquinas de dulces. ─ rezongó el moreno, entregándole una mirada recelosa al pálido. Él negó en respuesta, acortando un par de pasos entre ellos.
─ HoSeok ─ reprendió el pelinegro, conteniéndose las ganas de reír. El chico tenía una habilidad impresionante para hacer enojar a YoonGi, lo cual le resultaba divertido, ya que, habitualmente, el mayor era tan poco hablador como lo era TaeHyung ─ si no es que más ─. No obstante, en presencia de HoSeok, era completamente lo contrario. Y, sino fuese porque el padre del azabache se disculpó por la extraña personalidad tan alegre e hiperactiva de su hijo, deduciría que lo hacía simplemente por joderlo un poco ─ aunque tampoco descartaba aquella idea ─, Tae está aquí.
El azabache lo observó de reojo, asintiendo sin comprender.
─ Sí, ya lo había saludado. ─ aseguró, sonriéndole devuelta. TaeHyung le regresó un movimiento de cabeza, observando a JungKook con una mueca de incredulidad ─. Hola, Taeie.
─ Hola.
─ Lo que quise decir es que, cuida tu vocabulario. ─ꗃ explicó.
─ ¡Oh! ─ boqueando, rechinó los dientes antes de reír ─. Pero si TaeHyung es muy malhablado, ¿cuál es el problema?
─ El conejo sólo repite lo que escucha, no sabe lo que dice. ─ esta vez, increpó el pálido.
─ Sí lo sé. ─ corrigió con firmeza.
─ Por supuesto que lo sabes. ─ aseguró el pelinegro, acariciando la mejilla carmín del menor con sus nudillos. Ambos se observaron, y JungKoon sonrió enormemente cuando las orejas del castaño se tiñeron rudamente de un rubí granizo y vivo; exhibiendo cuán cohibido se sintió ante la dulce caricia.
YoonGi, entre molesto e intolerante, carraspeó luego de varios segundos; exigiendo la atención de ambos chicos ─ inclusive la de HoSeok, pues una sonrisa se deslizaba en sus labios mientras observaba con cautela ─.
─ Como sea, debemos irnos.
─ ¿Tan pronto? ─ inquirió JungKook , entreabriendo sus ojos. El menor hizo un mohín hacia él, asintiendo con amargura.
─ Sólo quería verte antes de marcharnos.
─ ¿No verás al doctor Jung? ¿dónde está tu madre? ─ insistió, incapaz de ocultar su nerviosismo y tristeza.
─ Hoy no. Solo estoy acompañando a la señora Min ─ expresó ─, dijo que hablaría con él sobre YoonGi, luego recogeremos sus medicamentos y me llevarán a casa.
─ ¿Y se van ya? ─ volvió a preguntar, esta vez hacia el mayor. Él se encogió de hombros, restándole importancia.
─ Hace más de tres horas estamos aquí. ─ estoicamente, señaló. JungKook prensó sus labios, molesto.
─ ¿Y por qué carajo no me lo dijiste? ─ reclamó, acercándose al azabache con el gesto contraído ─. Siempre lo haces, ¿qué te detuvo esta vez?
─ Yo quise buscarte, pero sabes que no me permiten salir del pasillo y YoonGi no quiso acomp...
─ No quisiste. ─ cortó al menor, desafiándolo. YoonGi podía ser mayor por cuatro años, pero el chico no gozaba de una altura sobresaliente a la suya, por lo que, fácilmente, él podía verlo sin necesidad de alzar el rostro. La expresión imperturbable de sus facciones no varió, pero el brillo en sus ojos, sí. Y sabía que el pálido se sentía amenazado, pero no retrocedió ─. ¿Puedo saber por qué?
─ No tuve tiempo para subir al piso. ─ argumentó con indiferencia.
─ ¿Por más de tres horas? ─ devolvió.
─ Tenía cosas que hacer. ─ respondió de la misma forma, enderezándose y abultando el pecho hacia afuera; intentando verse más grande e intimidante. Sin embargo, JungKook permaneció en la misma postura.
─ Tenías cosas que hacer... ─ repitió, sonriendo irónicamente ─, ¿como pelear con la maquina expendedora? ¿Ese tipo de cosas?
─ Oigan, chicos. ─ intervino HoSeok, empujando con cuidado al menor para ponerse en medio de ambos. No obstante, YoonGi lo apartó de un movimiento brusco.
─ No estorbes. ─ amenazó el mayor, lanzándole una mirada desafiante. El moreno se disculpó al aire, incorporándose después del pequeño tambaleo de sus pies, pues había golpeado su cabeza al retroceder ─. ¿Por qué jodidos te importa tanto? Apenas lo conoces como para ponerte así. ─ escupió, alzando sus brazos.
─ TaeHyung no volvió porque echaba de menos el ambiente del hospital. ─ rebatió ─. Sabías que quería verme, y aún así te lo has pasado por donde mejor te vino. ─ un par de enfermeras les pasaron por un lado, mirándolos con desconfianza. En consecuencia, se alejó y sonrió hacia ellas, ofreciéndoles una inclinación, HoSeok siguió su acción. Éstas devolvieron el gesto amablemente, continuando con su recorrido ─. Si no fuese porque bajé, no sabría siquiera que estuvieron aquí. Habría estado como idiota esperándolos.
─ Un día no hará la diferencia.
─ Y que nos jodamos nosotros porque a ti te sale d...
─ ¿Qué son esos gritos? ─ una mujer de baja estatura y cabello oscuro, se acercó a espaldas de JungKook, barriendo sus risadas pestañas por el rostro de los menores. Parándose firmemente, con los brazos sobre su pecho; se detuvo en el integrante más joven del círculo—. Taegie, ¿todo bien?
TaeHyung la observó sin responder, alzando un par de veces su mirada hasta el pelinegro.
─ Estamos bien, señorita Soram. ─ con fingida amabilidad, se interpuso el pálido. Él sonrió, moldeando sus rasgos a unos más afables y serenos.
─ ¿Ahora se llama TaeHyung usted también? ─ correspondió de la misma forma ─. La pregunta era para él.
─ Sí, señora. ─ inclinándose, se disculpó. Un gruñido vibró en su pecho, prensando sus puños.
─ Todo está bien. ─ indiferente, culminó el menor con una seña hacia la puerta detrás de YoonGi ─. Estábamos esperando a la señora Min.
Y, como si el castaño la hubiese invocado, el manojo se abrió de golpe y una cabellera rubia sobresalió al otro lado de la madera; exponiéndose con la mirada gacha. Su rostro crispado observó a todos los presentes, apretando sus labios cuando se detuvo sobre la enfermera.
─ ¿Qué sucede? ─ inquirió a la mujer, confundida ─. ¿Qué hicieron, niños?
─ No hicimos nada. ─ dijo el azabache, removiéndose para que pudiera salir completamente. Jung Hye la siguió desde atrás, mirando a su hijo.
─ ¿Estás bien? ─ le preguntó, alzando su entrecejo con preocupación. HoSeok asintió, devolviéndole una sonrisa ─. Enfermera.
─ Doctor Jung. ─ saludó, amablemente ─. Les hacía compañía en lo que terminaban, pero todo está bien, ¿cierto, chicos? ─ todos asintieron, a excepción del menor; éste se limitó a observarlos.
─ En ese caso, muchas gracias. ─ extendiendo su mano en dirección a la pelinegra, JungKook se inclinó hacia un costado para que pudiese estrecharla con ella ─. Ya estábamos partiendo, de todos modos.
─ Sí, eso me dijo el pequeño Taegie. ─ correspondió.
─ Tae, ¿Puedo hablar contigo? ─ preguntó JungKook, extendiendo su manito hasta el menor. Él asintió rápidamente, estrechándola con la contraria. Notando la pesada mirada de Yuna, la observó antes de apartarse ─. Sólo será un momento, tía.
─ Está bien, cielo.
Comprendía por qué eran amigos los Jeon y sus tíos, ambas familias eran asquerosamente hipócritas frente a ojos ajenos, tratándolo de idiota, como si disimulara la aversión palpable que sentía hacia él. Independientemente del conflicto entre sus familias, su madre jamás trató mal a YoonGi.
Y quizás si fuese indiferente al trastorno de su primo, comprendería su arrogancia y ese carácter tan mierda que tenía de vez en cuando. Porque, muy a pesar del intercambio de palabras hace unos minutos, ellos se consideraban hermanos.
Para YoonGi, JungKook era su única familia.
Y para JungKook, él también lo era ─ además de su madre ─.
Pero ambos se tenían el uno al otro, y así sería siempre. Pasara lo que pasara, ellos estarían para apoyarse y sostenerse, sin importar las circunstancias y consecuencias.
Y, pese a que seguía resultándole extraño, el pelinegro era el único capaz de tranquilizar al pálido y sus retorcidos impulsos.
No era ciego, y YoonGi tampoco lo había ocultado. Tenía una obsesión por TaeHyung, sólo había ahorrado ciertas partes al contar de quién se trataba ese flechazo enfermizo que tantas veces le expuso a través de llamadas y conversaciones.
JungKook había visto a ese pequeño desde meses atrás, pero jamás imaginó que se trataría de él. Sin embargo, la postura posesiva de YoonGi se lo había dejado más que claro esa vez.
Y, a pesar de que no había tenido la intención de acercarse a él para formalizar una amistad, el menor lo acogió rápidamente ─ para su sorpresa, y la de todos ─. Y JungKook no se quedó atrás.
TaeHyung tiró sutilmente de su brazo y lo observó con ese par de aferes brillosos, esperándolo con un mohín tierno en sus bonitos labios. Él sonrió, entrecerrando sus ojos y formando un par de medias lunas que contagiaron al menor; correspondiéndole.
Haló sin fuerza al castaño y dio unos cuantos pasos, alejándose de la conversación que mantenían los adultos y el intento de HoSeok por distraer al mayor, pues, éste permanecía con los ojos fijos en su dirección.
─ ¿Sabes si vendrás esta semana? ─ cuestionó, acuclillándose frente al pequeño de mechones cobrizos. Él abultó sus cerezos, pensando un momento.
─ Supongo que sí. ─ respondió devuelta, inclinando su cabecita hacia un lado ─. ¿Por qué, Jungie?
─ Mi padre pidió un plazo para que pudiera quedarme con mamá esta semana. ─ sonrió ligeramente, notando el brillo inocente en los orbes negros del menor.
─ ¿¡De verdad!? ─ medio gritó, genuinamente emocionado. JungKook asintió, contagiándose con su alegría ─. Estoy muy feliz por ti, podrás cuidar de tu mamá, JungKookie.
─ Y también te veré por más tiempo... ─ añadió.
─ ¡Mucho mejor aún!
─ ¡TaeHyung! ─ llamó la rubia, girándose lentamente para descender junto a YoonGi hacia el fondo del pasillo. El azabache simuló seguirle el paso, pero aún continuaba observándolos y JungKook se inquietó, cuestionándose si era adecuado que lo dejara ir con ellos. Sobre todo, con su primo.
HoSeok entró al despacho con su padre y Soram iba unos cuantos pasos delante de su tía, dándoles la espalda. Dio una fuerte inhalación, mirando al menor.
─ Nos veremos mañana, ¿sí? ─ aseguró, acariciándole con gentileza el abultado moflete. TaeHyung negó velozmente, tomándole la mano.
─ No me quiero ir. ─ firme, se aferró a la manga de su uniforme.
─ Y yo no quiero que te vayas ─ formuló con tristeza ─, pero no podemos hacer nada, Tae.
─ Puedo quedarme aquí, Jungie. Dormiré contigo. ─ postuló, girándose con el rostro aterrado cuando un gancho fuerte se cerró sobre su hombro ─. No me toques.
─ Vámonos. ─ amenazó el azabache y JungKook se puso de pie, interponiéndose para que lo soltara ─. ¿Otra vez, JungKook?
─ Te ha dicho que lo sueltes, ¿o no? ─ estoico, se encogió.
─ Yuna se molestará, lo sabes.
─ Lo sé. ─ reconoció, mirando al más joven—. Debes ir ahora, pequeño. Te prometo que mañana hablaremos con la señora Park y veremos si podemos llegar a un acuerdo para que te quedes, ¿está bien?
Rápidamente observó a YoonGi y le hizo un gesto para que no dijera nada. Estaba mintiendo al menor, pero conocía a su tía y no quería que se desquitara con su primo por culpa suya. Para su suerte, el castaño asintió sin mostrarse convencido.
─ Tendrás que darme tu leche de plátano mañana. ─ amenazó en voz baja y JungKook sonrió, asintiendo.
─ Así será, Taegie.
[Aclaraciones]
La leucemia mielógena aguda (LMA)
es un cáncer que comienza dentro
de la médula ósea. Esta es el tejido
blando en el interior de los huesos
que ayuda a formar las células sanguíneas.
El cáncer crece a partir de las células que
normalmente se convertirían en glóbulos blancos.
Aguda significa que la enfermedad avanza
rápidamente y usualmente tiene un curso agresivo.
Más tarde otro capítulo :)
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