⭓ 022. ▎ capítulo veintidós.

─ ¿Qué quieres decir con eso? 

Cuestionó, desconcertado. HoSeok lo observó en silencio, manteniendo aquella distancia prudente entre ambos cuerpos; limitándose a estudiarlo, descifrarlo. Y TaeHyung no se quedó atrás, recorriendo las facciones del contrario, reparando los vanos cambios en el rostro del mayor; adaptando ahora, una similitud extraordinaria con el medio hermano de SeokJin. Relamió sus labios, sintiéndose nervioso. Había algo en aquellas orbes que le parecía extrañamente familiar, y empezaba a preguntarse si era algo habitual. Algo que siempre estuvo allí. 

El azabache chasqueó su lengua, alejándose de él. Y, pese a que le daba la espalda, el menor era consciente de que había una sonrisa cincelada en su rostro. Una sonrisa altanera e impregnada de ironía. 

─ Eres más inteligente que eso. ─ respondió, segundos más tarde ─Sabes lo que intento decirte. De no ser así, yo no estaría aquí. ─ TaeHyung pestañeó, descompuesto ─ Podríamos atribuirle algo bueno a Jun Su, él ha sido el impulso que necesitabas... ─ carraspeó, pensativo. El menor se mantuvo en silencio, entornando sus parpados, luchando miserablemente consigo mismo; intentando comprender ─ necesitábamos. ─ corrigió.

─ ¿Necesitábamos? ─ inquirió. Su rostro descendió ligeramente hacia abajo, ocultando sus facciones. 

─ Sí. ─ ratificó, magnánimo ─ Sin embargo, el que te mantuvieran drogado, fue un estúpido impedimento para que tú te dieras cuenta. Ahora eres libre. No debes preocuparte por las píldoras, ¿sabes lo que eso significa? ─ el rubio abultó su labio, apresándolo con sus dientes delanteros. Percibía desde lejos, aquel entusiasmo en la voz del contrario, la emoción con la que recitaba sus palabras; como si realmente fuese algo que hubiese estado esperando por mucho tiempo. Agitó sus cabellos, moviendo su cabeza de un lado a otro, dispersando su mente confusa. ─ Es una lástima que te tuvieses que conformar con animales y berrinches infantiles. ─ soltó una risa, dejándose caer libremente sobre el colchón ─ Bueno, que yo me tuviese que conformar con eso. 

─ No estoy comprendiendo... ─ HoSeok blanqueó sus ojos, dando un salto sobre el colchón; viéndolo aburrido. 

─ Entonces no puedo hacer más por ti. ─ jubiló ─  Deberás averiguarlo. Has dicho que pensamos igual, ¿no es así? En ese caso, compruébalo tú mismo.   

 ─ ¿Cómo se supone que voy a...

─ ¿Kim? ¿Estás ahí? ─ TaeHyung se impulsó ligeramente hacia adelante, asustado. Y, pese a que había reconocido al dueño de aquella voz, se mantuvo inerte frente al mayor; observándolo. El pálido no se mostró interesado en el peso de atención sobre él, permaneciendo estático y sosegado. Abrió sus labios, dispuesto a cuestionar una vez más qué demonios hacia ahí. Preguntarle por qué esto se sentía tan jodidamente diferente, y sobre todo, por qué se sentía tan aterrado por recibir una respuesta.

Sin embargo, el golpeteo de la lámina, lo devolvió a la realidad; recordándole que había alguien detrás de la puerta, buscándolo. Llamándolo. 

─ Sí, estoy aquí.

Jubiló, dando una energética calada de aire; llenando sus pulmones hasta el tope. Una presión le barrió el pecho, haciéndolo estremecer. JeonGin volvió a tocar, esta vez siendo un roce errático de sus nudillos contra la puerta, como si pidiese permiso para entrar. Y el menor no se negó, dándole la espalda a HoSeok; ofreciéndole un pase libre al castaño para acceder a la húmeda estancia que compartía con su amante. 

El más bajo sonrió al verlo, asomando sutilmente su rostro por la puerta; gravitando sus orbes por el lugar como si buscara a alguien. Deseó que aquella curiosidad se debiera a que esperaba encontrar a Hyun en la estrecha habitación, y no porque lo hubiese escuchado hablar con su palpable locura trastornada. 

─ Jeon te está buscando. ─  manifestó, naturalmente. Y, aunque agradeció que no cuestionara nada; no pudo evitar que una mueca le bañara el rostro ante la mención del pelinegro. Gruñó inconscientemente, llamando la atención del castaño, y absorbiendo una risa por parte del azabache. 

─ ¿Qué quiere? ─ cuestionó, reprimiendo la tentación de observar hacia atrás. JeonGin se encogió de hombros, negando. 

─ No tengo idea. YoonGi me interceptó en el pasillo y me ha dicho que Jeon quiere hablar contigo, dijo que estaría en su celda. ─ TaeHyung frunció sus cejas, disgustado.

─ Está bien, gracias por avisarme.

El castaño asintió levemente, regalándole una sonrisa antes de salir. 

─ ¿Por qué de pronto estás tan pálido? ─ Jung suspiró, musitando una maldición.

─ ¿Sigues aquí? ─ preguntó, sarcástico. 

─ Puedo estar aquí, incluso sin que tú me veas. ─  destacó. 

El menor no respondió, se limitó a observar la puerta por donde antes había desaparecido la masa del contrario; dejando esta sutilmente entreabierta. Carraspeó, lanzando una mirada inexpresiva hacia atrás. 

El menor no respondió, se limitó a observar la puerta por donde antes había desaparecido la masa del contrario; dejando esta sutilmente entreabierta. Carraspeó, lanzando una mirada inexpresiva hacia atrás. 

─ Entonces desaparece.

─ No puedo suministrarle una dosis más alta, señora Kim. Estaría exponiendo a su hijo a la muerte, creí haberle explicado cómo funcionaba este medicamento.

─ Él no está mejorando. ─ jubiló ─ Le estoy pagando para que cure a mi hijo, pero no ha hecho nada de eso. Quizás mi marido se equivocó con usted. 

─ Le aseguro que no es así. ─ afirmó el azabache. MinHa enarcó una ceja, mordaz ─ Pero estamos hablando de un niño. Su hijo.

─ ¿Y cuál es el problema? ─ inquirió a la defensiva. 

─ La escopolamina se maneja como si fuese un veneno, afecta a quien lo recibe. ─ advirtió ─ Está pidiéndome que le aumente la dosis como si se fuese cualquier cosa, ¿no comprende el riesgo?

─ Lo que no comprendo, es por qué no está haciendo su trabajo, doctor Jung. ─ exasperada, respondió ─ Le ha estado inyectando ese estúpido somnífero por años, y él sigue delirando más de dos veces por semana. Las píldoras tampoco están funcionando, ¿cree que es sencillo para mí el ver como mi hijo es tachado de loco? ─ vociferó, antipática ─ Y es que lo está, pero, ¡Carajo! ─ suspiró, poniéndose de pie. Barrió la mirada por todo el lugar, reprimiendo las ganas de llorar ─ Sólo una dosis, se lo suplico.

─ Señora, podría mori...

─ Por favor, por favor. ─ interrumpió, tomando entre sus manos la del mayor; aferrándose a ella como si dependiera de ello ─ Una dosis, es todo lo que le pido.

El azabache ladeó su rostro, observando al pequeño bulto en el fondo. Éste permanecía en silencio, viéndolos sereno desde el sofá que yacía en el enorme despacho. Prensó su mandíbula con energía, encontrándose con los penetrantes ojos del menor; sintiéndose inquieto ante la intensidad que estos le devolvían. 

Sabía que el chico no los escuchaba, MinHa se había encargado de colocarle aquellos auriculares que en cada consulta le exigía poner en sus oídos para asegurarse de no que escuchase lo que ambos discutían. Sin embargo, no podía evitar sentirse intranquilo bajo la atención que el castaño le regalaba; como si intentase descifrarlo con tan solo mirarlo.

Y empezaba a creer que lo hacía. 

─ Está bien. ─ inhalando, accedió poco después. La castaña sonrió ligeramente, asintiendo ─ Pero antes deberá firmar unos papeles, no puedo hacerme responsable; ni responsabilizar a la clínica por su decisión. Lo que suceda con TaeHyung después de esto, será totalmente su responsabilidad.   

─ Correré el riesgo. 

─ Tranquilo, muchacho. Estarás bien, ¿Sí? ─ TaeHyung abrió sus ojos, reconociendo vagamente al dueño de aquella voz. Buscó rápidamente a su madre, poniéndose intranquilo. Unos brazos lo sostuvieron, apresándolo sobre la incomoda camilla en la que se encontraba recostado; el destello de luz bañó su rostro, desorientándolo ante la intensidad de esta. Se removió de un lado a otro, intentando liberarse de las manos que cubrían vigorosamente sus hombros y piernas; el dolor se instaló sobre aquellas zonas, haciéndolo sisear con dolor ─ Queremos ayudarte, te liberaremos de esas voces. Sólo tienes que cooperar, TaeHyung. 

─ ¡No! ¿Dónde está mi mamá? ─ una lagrima descendió por su mejilla izquierda, humedeciéndola ─ Suéltenme, me lastiman, ¡Mamá, ayúdame, por favor! 

─ Hágalo. ─ demandó la mujer, mostrándose segura. El menor pestañeó, localizándola en la entrada de lo que parecía ser un estrecho laboratorio. Ésta permaneció inerte, observándolo con los brazos cruzados. El pequeño peluche que su padre le había obsequiado, yacía sobre su mano, colgado de un brazo. Apretó su nariz, luchando por liberar su mano para alcanzar aquel objeto preciado para él; fallando en el intento. MinHa ni siquiera pareció perturbada, o mínimamente afectada ante el deplorable panorama que le regalaba el castaño.   

─ Mamá, por favor...

─ No sabes cuánto lo lamento, chico. 

TaeHyung se quedó en silencio, discerniendo de luchar en contra de los hombres que lo retenían contra la incomoda colchoneta. Sus ojos se conectaron con los oscuros del mayor, asintiendo a sus palabras como si éste lo hubiese anestesiado por completo; pese a que la enorme aguja aún no perforaba su piel. 

Abrió sus labios, dispuesto a liberar un lamento. Sin embargo, cuando el líquido se infiltró en su cuerpo, en cuestión de segundos se sintió extremadamente cansado. Sus ojos se abrieron y cerraron, mareándolo. 

─ Espero que no se arrepienta de esto, MinHa. ─ logró escuchar ─  Esto sólo puede resultar de dos maneras ─ advirtió ─ él empeorará, o morirá.

─ ¿Cómo podría empeorar? ─ cuestionó ella.

─ TaeHyung ha tenido alteraciones desde que nació, y ha ido en aumento hasta la fecha.— respondió, observando al menor; dándole la espalda a la castaña ─ El trastorno de desrealización que tiene Kim, no es el que debería preocuparle. ─  manifestó, volviéndose sutilmente hacia un costado. MinHa entrecerró sus ojos, desconcertada.

─ ¿A qué se refiere?

El azabache extendió su brazo, depositando el tubo sobre el pequeño taburete de aluminio; permaneciendo en silencio por un par de minutos, tomándose el tiempo de retirar los guantes de látex de sus manos. 

─ Lo que quiero decir es que... ─ inició, acercándose a la menor ─ TaeHyung presenta psicopatía.

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