⭓ 009. ▎ capítulo nueve.
TaeHyung se aferró al pequeño estuche índigo mientras observaba el pasillo con cautelosa precaución. Agradeció la hora, a pesar de que este se manifestaba desolado y lúgubre, sabía que encontrarse con desagradables presencias sería una incómoda perdida de tiempo; y él definitivamente no contaba con eso. Debía apresurar su caminata hasta las duchas antes de que le diese una fatídica bienvenida el pasar de la media noche, entonces las luces descenderían de poco en poco hasta convertirse en oscuridad y nada más.
Era suficiente con el gruñido constante de su estómago vacío y el lacerante dolor de cabeza que lo sofocaba. Detenerse a discutir y pedir disculpas, de las cuales ciertamente no se arrepentía, no entraba para nada en su definición de darse prisa.
Después de haberse visto interrumpido por NamJoon en el patio, tanto JiMin, como él; habían decidido que era una buena idea esperar en los comedores hasta la hora del almuerzo. Sin embargo, cuando visualizó a la persona que lo había estado evitando desde que abandonó la enfermería, dio marcha atrás.
JungKook estaba sentado en la cabeza de los comedores, y junto a él; YoonGi y Hyun. Retrocedió tan pronto como sus ojos se encontraron con la melena oscura, disculpándose con JiMin a base de excusas que ahora le parecían ridículas, considerando el panorama en el cual se encontraba.
─ Recordé que debo ordenar mis pertenencias, te veo más tarde. ─ le había dicho a Park.
TaeHyung se sintió estúpido, el chico de cabellos dorados seguramente se habría dado cuenta de su cobardía por enfrentar a JungKook. Inclusive estaba la posibilidad de que, después de haber huido, él les habría dicho a la terna de hombres sobre su escabullida por la presencia del pelinegro y todos estarían burlándose a sus espaldas.
Él no se escondía, deliberadamente de lo que aparentaba con sus acciones, definitivamente no estaba esquivando a JungKook.
No podía esconderse de alguien que ni siquiera se inmutaba en devolverle la mirada.
Y, a pesar de que éste no mostraba interés hacia su persona. TaeHyung no estaba listo para verlo a la cara. Se sentía molesto, cabreado por la indiferencia del pelinegro, y cada vez que sus traidores pensamientos lo arrastraban a pensar en ello; sus ánimos eran tal como una montaña rusa, y él realmente empezaba a sentirse como el trenecito que ascendía y descendía sin aviso previo.
No bromeaba cuando decía aquello. JungKook se había mantenido ajeno a su presencia, lo había estado esquivando como si su mera cercanía lo quemara. Y a pesar de que se había acercado una que otra vez, su única intención había sido llamar a Hyun para que le siguiera.
Si iba a ser de aquella manera, ¿Entonces cuál había sido el propósito para que lo marcara?
¿Es que no lo necesitaba? ¿no seleccionaban una mascota para facilitarse las tareas? Si ya lo había obligado a golpear a un hombre... No, un violador, ¿hasta ahí había terminado? ¿se habría arrepentido de su propia decisión al haberlo elegido?
No se entendía a sí mismo. ¿Por qué le daba tanta importancia siquiera? Él debería sentirse satisfecho por no tener a JungKook jodiendo en cada oportunidad que tuviese, no había agresiones y abusos. No había comentarios sarcásticos, tampoco insultos y maldiciones hacia su difunta raíz familiar. No había miradas, no había palabras, no había... nada.
¿Qué es lo que quería entonces? ¿por qué se sentía tan inquieto cuando el pelinegro se mostraba esquivo y desinteresado como si TaeHyung verdaderamente no estuviese ahí? A un lado suyo, a escasos centímetros de distancia y su aire se mezclaba.
Se detuvo delante de las deterioradas puertas de las duchas minutos más tarde, desde afuera percibía las gotas desprenderse de las viejas llaves hasta caer sobre las baldosas en un sonido hueco. Inhaló tanto como sus pulmones se lo permitieron, su pecho inflándose debajo de la fina tela de su camisa, haciéndolo resaltar. Lanzó un fugaz vistazo por el corredor aún iluminado, y cuando su campo de visión captó la nada, empujó ambas láminas; creando un feroz estruendo.
TaeHyung sabía que estaba haciendo algo incorrecto. Tentar a su suerte no era algo de lo cual se sentía orgulloso, no cuando en distintas ocasiones se vio acorralado por sus propias decisiones impulsivas y descabelladas. Sin embargo, no se echó para atrás cuando sintió el frío golpear en la parte posterior de su nuca cuando ambas puertas se cerraron a sus espaldas.
Sólo tomaría una ducha rápida, no tenía por qué demorarse.
Entrar y salir, sería sencillo, ¿No es así?
Los casilleros lo recibieron a sus costados, las filas de dos divisiones con cada una de las puertas cerradas y oxidadas, la pintura gris tan consumida por la temperatura y humedad de las duchas. Había una pequeña banca delante de cada una, el material de acero igual de desgastado y con pequeñas ondas que reflejaban cuán miserables eran. Desde lejos podrías notar que estas no contaban con mantenimiento, el peso de los reos que una y otra vez lo usaron como asiento, había quedado reflejado en aquellas hendiduras.
Caminó por el corto pasillo de los vestidores hasta los azulejos, adentrándose a la zona de las regaderas. La iluminación vaga e incierta lo recibió, dejando relucir el moho que había entre las particiones de las losetas en diversas direcciones. JungKook las miró receloso. Era un peligro enorme que estas no tuviesen divisiones entre una y otra, mucho menos cuando eran compartidas con hombres tan desequilibrados y depravados; no había manera de sentirse seguro en un lugar como ese, en especial si venías solo... de noche, tan expuesto.
Como él había hecho por su maldita terquedad por no dormir hediondo.
─ Pero tenías que quedarte dormido, estúpido TaeHyung. ─ se reprochó, iracundo.
Descansó el pequeño botiquín de aseo personal sobre uno de las banquillos, comenzando a desvestirse cuando se aseguró de que la estancia se encontraba completamente desierta. Sus piernas temblaron cuando percibió el frío de las baldosas en las plantas de sus pies, tomó su toalla y la ciñó a su cadera, amarrándola ahí a pesar de aún llevar los calzoncillos. Dobló su uniforme, dejándolo a un lado del estuche; posteriormente, tomó el pomo de blanquillo dental, su cepillo y la pastilla de jabón.
Una vez estuvo listo, se apresuró a abrir una de las tantas llaves. Cuando el agua brotó de la regadera, su cuerpo se encogió y soltó un pesado jadeo, el agua estaba exageradamente congelada. No le sorprendería coger un resfriado, inclusive una hipotermia si es que se le permitía exagerar.
Aunque no le parecía tan desagradable la idea de regresar a la enfermería. Después de todo, SeokJin le parecía una agradable compañía.
Enjabonó sus cabellos tan rápido como pudo, sus dígitos se fregaban con feroz brutalidad sobre sus hebras en desiguales movimientos circulares. Tenía la pastilla entre sus manos, creando montones de espuma que, mezclándose con el agua, inició un recorrido indefinido que descendía por todo su cuerpo en diferentes direcciones.
TaeHyung se sorprendió cuando la característica estridencia de la puerta llegó a sus oídos. Sus ojos enjabonados reprocharon el ardor cuando intentó abrirlos ante la impresión, gimió adolorido. Midió los segundos, tallando con velocidad su rostro para sacar el jabón y cerrar la llave lo más silencioso que pudo.
─ Maldición... ─ gruñó en voz baja, dando un último vistazo a la ducha antes de trotar hasta el fondo, escondiéndose en los vestuarios. La luz de ese lugar era tan escasa, facilitando su improvisada guarida.
─ ¿Por qué aquí? ¿Tienes una especie de fetiche por los espacios públicos?
TaeHyung intentó agudizar sus oídos ante la voz desconocida, asomándose con precaución por una de las rendijas. Logró ver una espalda ancha y piel bronceada, cabellos negros y piernas largas. Si es que lo conocía, definitivamente no podía distinguir de quién se trataba con esa imagen trasera que le regalaba.
─ ¿Tienes algún inconveniente con venir aquí? Me apetecía follarte contra los azulejos mientras tomamos una ducha, ¿no te agrada la idea?
El rubio abrió los ojos en grande cuando distinguió aquella voz, cubriendo su boca con una de sus manos. Advirtió un par de pasos y, posteriormente, una risa lasciva que se perdió en un sigiloso gemido por parte del pelinegro. El contrario interpretando eso como una aprobación, continuó.
─ Pegar tu cuerpo contra las baldosas y follarte duro, preciso y rápido. ─ TaeHyung expuso un poco más su rostro, en un intento miserable por ver al hombre. Éste rodeó al pelinegro, escrutándolo de arriba hacia abajo con una enorme sonrisa ─ Que mis manos acaricien tu cuerpo, desde tus pezones, hasta tu abdomen... Cerrar mi puño en tu falo mientras que tú te deshaces en gemidos.
─ Mierda, sí. ─ el hombre tomó una fuerte respiración ante la propuesta sicalíptica y asintió raudamente, accediendo ─ Cierra la boca y hazlo de una jodida vez.
Él asintió dócil, llevando ambas manos hasta su camisa de mangas largas, abriendo de botón en botón mientras lo rodeaba hasta colocarse detrás de él. TaeHyung tenía acceso directo hacia las facciones enigmáticas del azabache, hacia esa sonrisa tétrica e impregnada de desconocidas intenciones.
Y de nuevo su boca se secó ante esos ojos que tan familiares le resultaban.
YoonGi dio un rápido vistazo hacia su alrededor, como si buscara algo o a alguien. Sus labios se prensaron, y por una fracción de segundos, la mirada del azabache fue en su dirección. TaeHyung se removió haciéndose para atrás, escabulléndose entre la penumbra cuando se sintió descubierto.
─ ¿Esperas a alguien? ─ preguntó crispado el pelinegro segundos más tarde, atrayendo la atención del más bajo. Él negó lentamente, aún gravitando disimuladamente su alrededor.
Por consiguiente, sus músculos parecieron relajarse cuando examinó la figura del contrario. El azabache tomó su cintura, atrayendo al moreno hasta su cuerpo; éste aceptando la firmeza gustoso, ofreciendo sus labios a YoonGi con exquisita disposición. El pálido apartó su rostro, rechazando el beso con una sonrisa coqueta.
─ Los besos son tan íntimos... tan necesarios y deliciosos a la hora de intimar. ─ siseó, lamiendo el cuello ajeno. El pelinegro se removió inquieto ─ No obstante, jamás lograrías entender las fibras que un simple roce de labios podría lograr alterar tus sentimientos y emociones en un futuro. Nosotros no queremos que eso suceda, no nos conviene que sea de esa manera, ¿Cierto, osito?
TaeHyung se tensó cuando los ojos de YoonGi volvieron en su dirección, oscuros y brillosos.
Era imposible que el azabache estuviera al tanto de su presencia, probablemente sólo estaba alucinando y únicamente había coincidido peligrosamente al haber dirigido sus ojos exactamente a donde se encontraba escondido. ¿Verdad?
¿O es que era cierto cuando decían que podías percibir la mirada de alguien cuando esta te observa por mucho tiempo?
Por supuesto que era verdad, él había sentido incontables veces la atención sobre su persona.
Cuando estaba en la enfermería...
Cada vez que se duchaba...
Cuando dormía.
Retrocedió un par de pasos, encogiéndose tanto como pudo.
─ ¡Cuidado, que me pisas! ─ el rubio saltó asustado, volviendo su rostro hacia el pelinaranja con horror y sorpresa.
─ Qué mierd... ¡HoSeok! ─ TaeHyung abrió los ojos, consternado ─ ¿Cómo demonios entraste aquí? ─ susurró, escolarizado.
─ Bueno, verás... ─ el pelinaranja sonrió, llevando su mano diestra a su nuca y masajenando sobre esta con la mirada gacha y avergonzada ─ en realidad llevo un buen rato aquí. Cuando escuché la puerta siendo abierta me alarmé y escondí aquí atrás, sin embargo, estuve a punto de salir cuando noté que eras tú. ─ argumentó silente ─ Pero después empezaste a desvestirte y quise darte privacidad, para cuando menos lo esperé, tú ya estabas corriendo hacia acá.
─ Pero tú... ¿Cuánto tiempo llevas aquí? ─ inquietó, preguntó al más bajo.
─ Cuarenta minutos, quizás.─ encogiéndose de hombros, respondió. TaeHyung miró fugazmente hacia ambos hombres, estos habían empezado a perder las pocas prendas que cubrían sus cuerpos. O más bien, el pelinegro era el único que se había deshecho de ellas.
─ No noté tu presencia.
─ ¿No se supone que se trata de eso? ─ el rubio enarcó una ceja.
─ ¿Espiar a alguien mientras se ducha? ─ HoSeok abrió sus labios, negando repetidas veces con la cabeza y manos.
─ No, no, lo siento, no quise decir eso.
─ Espera... ─ TaeHyung se volvió hacia el par con las cejas enmarcadas ─ No hables muy alto, YoonGi está por allá. Puede escucharnos.
─ Él no puede escucha... ─ el rubio siseó sin verlo, pidiendo que se mantuviera callado.
─ Ponte de rodillas, ahora. ─ demandó YoonGi. El pelinegro obedeciéndolo sin rechistar se dejó caer sobre las baldosas, justo enfrente de la entrepierna del azabache ─ Ahora tómalo en tu boca, hazme saber cuánto deseas que este tan profundamente enterrado en tu culo.
El moreno gimió, asintiendo lujurioso. Alzó ambas manos hasta la bragueta de los pantalones ajenos y, posteriormente los bajó junto al bóxer; tomando el miembro semi-erecto en su boca como si fuese su paleta favorita.
TaeHyung cerró los ojos, sintiéndose cohibido. Él no debería estar viendo algo tan íntimo como lo era eso, no importaba cuán acostumbrado debería estar a los toques continuos y miradas lascivas que ya había presenciado antes, tanto hacia él, como entre los demás reclusos. Se volvió hacia el pelinaranja, evitando con todas sus fuerzas no presenciar más de lo que ya había visto por parte de los amantes que disfrutaban de su erótico encuentro carnal.
─ Debes salir de aquí, podría ser peligroso si te encuentran. Ellos te castigarán, HoSeok. ─ advirtió, mirándolo. Éste se encontraba recargado contra la pared de brazos cruzados mostrándose despreocupado y ajeno a lo que sucedía a una distancia considerablemente corta, sus labios se ciñeron en una mueca, ¿por qué demonios estaba tan tranquilo?
─ Ya, ¿Y qué hay de ti? ─ respondió, lacónico.
─ Min no sabe que estoy aquí, él...
Un estrepitoso impacto llegó a sus oídos, seguido de un grito que se evaporó en el aire, perdiéndose tiempo después en un gemido. TaeHyung rotó su rostro tan rápido como percibió el ruido, cubriendo su boca con el puño de su mano para amortiguar la impresión que estuvo apunto de abandonar su garganta con verdadero terror.
El cuerpo del pelinegro cayó de bruces contra los azulejos. El espeso fluido color vino saliendo en grandes cantidades desde su cabeza, cobijando las losetas como pintura sobre su lienzo, creando una hermosa obra de arte. TaeHyung miró al azabache entre alarmado e impresionado por la repentina acción, en su mano empuñaba el mango de una llave, el rubio se preguntó en qué momento se había dado el tiempo de desprenderla sin que el hombre sobre el suelo, o incluso él se diesen cuenta.
El uniforme de YoonGi estaba completamente salpicado de sangre, tanto en su camisa ahora roja, como las extremidades de su cuerpo que aún se encontraban desnudas. Observó el artefacto por un momento, sacudiéndolo con una mueca de asco y fastidio.
─ Imbécil, ¿Olvidaste la regla número cuatro? ─ vociferó, hastiado.
El pálido dejó caer la llave contra el suelo, provocando un espantoso ruido que provocó desagrado ante los oídos del rubio; éste cubrió sus orejas, aminorando el malestar. YoonGi empujó el cuerpo con su pie, haciendo que su espalda chocara contra el suelo y la viscosidad abandonara su cráneo con mayor facilidad, soltó una risa con regocijo mientras subía sus prendas y fregaba las manos contra la tela de su ropa teñida del plasma.
Subió a horcadas de la extensión, sentándose muy apenas sobre el estómago del moreno, quien soltó un pesado jadeo de dolor cuando abofeteó su rostro una y otra vez.
─ Despierta, aún no acabamos.
Instó. El furibundo hombre susurró algo que muy apenas logró distinguir, sus labios se movieron escasamente.
─ ¡Oh, vamos! ¿Tan rápido te vas a rendir? Ni siquiera lo intentas, no seas aburrido. ─ YoonGi tomó la mano del contrario y la llevó hasta su cabeza ─ Venga, sujeta aquí o te desangrarás en un par de minutos, sólo es un raspón.
─ Hijo de put...
TaeHyung cerró sus puños contra la piel de sus palmas, apretándolas con fuerza. Su cuerpo se tensó considerablemente y su rostro se tiñó de un carmín intenso debido al terror y enojo que invadió su cuerpo. Estuvo a punto de salir cuando la mano de HoSeok se cerró en su hombro como una pinza, imposibilitando su paso.
─ Debes irte, Kim. ─ demandó el pelinaranja. TaeHyung se giró a verlo, cabreado.
─ ¿Acaso no ves lo que está haciendo? ¡Lo va a matar! ─ HoSeok asintió, sereno. De pronto unas enormes ganas de estrellar su puño contra el rostro del hombre lo invadieron con intenso malestar y desconcierto ─ A ti no te importa una mierda si lo mata, ¿cierto?
─ No es que no me importe, pero no puedo hacer nada. ─ respondió ─ Y tú tampoco. ─ aseguró con extrema confianza que logró desconcertar al rubio ─ Así que por tu bien, sal de aquí.
─ Morirá.
─ Y si interfieres, también lo harás. ─ añadió ─ Él tiene ventaja sobre ti, eres un peso muerto. Aún están cerrando tus heridas, no lograrás absolutamente nada.
─ Nosotros somos dos, podríam...
─ No somos nada, yo no voy a exponerme por alguien que me resta la cuenta.
TaeHyung mordió sus labios con furia, gravitando su mirada desde HoSeok hasta YoonGi. Éste aún intentaba que el pelinegro cubriera la herida de su cabeza mientras se reía, el moreno muy a penas lo intentó.
─ TaeHyung.
El rubio sujeto la toalla en su cintura, escrutándolos por última vez. Posteriormente, miró al pelinaranja.
─ ¿Qué hay de ti? ─ cuestionó en un murmullo grácil.
─ Iré detrás.
Asintió levemente, escabulléndose detrás de los casilleros con precaución de no hacer el más mínimo ruido y, una vez estuvo cerca de la puerta, echó un último vistazo hacia YoonGi; abriendo la puerta muy apenas para salir.
TaeHyung no contó con que el azabache lo estaría viendo desde las regaderas con las prendas que olvidó sobre la banca. Una sonrisa enorme se dibujó en sus labios cuando llevo el conjunto de ropa hasta su nariz e inhaló con energía el aroma del rubio.
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