⭓ 007. ▎ capítulo siete.
Observó al castaño abrir la enorme celda, haciéndose a un lado para darle paso al pelinegro. Éste no tardó más de un segundo en aparecer por el marco de la puerta con las manos esposadas y un par de guardias a sus espaldas. Alzó la mirada, encontrándose con sus ojos pardos.
Se puso de pie enseguida. Su cuerpo cuerpo firme y recto sobre sus piernas largas y fornidas, vestidas por un elegante traje marino de rayas finas color blanco. Ajustó su abrigo y sacudió a la nada, queriendo deshacerse de las ausentes pelusas. Su cabello pulcro y cuidadosamente peinado hacia atrás, dejando a la vista sus maduras facciones.
Permaneció inmóvil, con ambas manos entrelazadas. Estas descansando como una roca por encima de su entrepierna sin llegar a rozarla.
─ Oliver.
Aludió JungKook.
─ Señor Jeon. ─ respondió, sereno.
Percibió cómo el pelinegro se acercaba hasta detenerse delante suya y, sin dejar de mirarlo con eminente curiosidad, extendió sus manos hacia el castaño. NamJoon enseguida se dirigió a ellos para quitarle las esposas, intercambiaron miradas, y segundos más tarde, la terna de hombres abandonó la sala; dejándolos completamente solos.
JungKook fue el primero en tomar asiento, con sus piernas abiertas y el torso inclinado hacia atrás. Cepillo con sus dedos el desaliñado cabello plomo y, posteriormente, le hizo un ademán con sus ojos para que se sentara.
─ ¿Por qué la insistencia en verme?
Cuestionó el moreno, llevando ambas manos hasta la mesa, y dejándolas reposar sobre la misma.
Oliver titubeó un par de segundos antes de arrastrar en dirección contraria un sobre por encima de la mesa. El pelinegro curvó sus cejas, ojeando al hombre y después al folder, tomándolo entre sus manos y abriéndolo apaciblemente.
JungKook no tardó en sentir las delgadas láminas abrazadas a sus yemas con fotografías impresas y, sacándolas por completo, observó de una por una en completo silencio. El contrario se mantenía impasible, estudiando las expresiones del rostro ajeno.
─ Así que salió de su escondite esa pequeña mierda. ─ se dibujó un rictus amargo en su rostro. Oliver asintiendo paulatinamente.
─ Aterrizó hace tres días en un vuelo directo desde Marruecos. ─ afianzó el rubio. JungKook lo observó brevemente.
Las fotografías se arrugaron contra sus manos. Hacía tiempo que había olvidado el rostro de ese hombre, sin embargo, esos ojos marchitos y negros serían algo que jamás podría borrar de su memoria. Se había tatuado esa mirada oscura y muerta que, sin ápice de empatía, alguna vez lo miraron de otra manera que no fuese indiferente o bañada de ira.
Le parecía tan familiar, tan vivida, tan jodidamente repugnante y miserable.
─ Ha estado haciendo algunos movimientos a través de una cuenta que estuvo por años inactiva. Claro que no fue nada idiota y utiliza a alguien como peón. Él es quien se encarga de todos los trámites para que Won pase desapercibido.
─ ¿Sabes quién es? ─ El rubio asintió, pasando otro sobre por encima de la mesa. JungKook dejó a un lado las fotografías y revisó el contenido.
Un gruñido abandonó sus labios.
─ ¿Puedes reconocerlo? ─ cuestionó.
El pelinegro se mantuvo en silencio por un par de minutos, limitándose a examinar la fotografía del hombre azabache que, sosteniendo la mano de otro sujeto, parecía cerrar un trato en las instalaciones bancarias.
─ Ese maldito infeliz. ─ vociferó. En sus ojos se percibió una chispa de ira y desagrado que no pasó por alto ante el rubio ─ Kang Dae, su mano derecha.
─ Correcto. ─ afirmó ─ Sin embargo...
─ ¿Qué sucede?
─ Parece que busca algo, o alguien.
─ ¿Por qué lo dices? ─ cuestionó JungKook. Sus labios crispándose en una mueca.
─ No tendría por qué regresar a Londres para hacer un movimiento así. Mucho menos si usa a alguien cómo máscara.
─ Podría recibir el dinero sin siquiera salir. ─
Oliver asintió, nuevamente. ─ TaeMin lo ha estado siguiendo junto a MinHo, ante cualquier movimiento sospechoso que haga, vendré contigo de inmediato.
─ Que no lo pierdan de vista, si Won intenta esconderse, que lo detengan cuanto antes.
─Así será.
JungKook dejó sobre el metal frío la mediana fotografía, mirando con un gesto amargo y neutro al rubio. Sus labios entreabriéndose, buscando sus próximas palabras.
─ ¿Qué hay de la fuga?
Oliver entornó sus ojos, mordiendo su labio, nervioso.
─ Debes considerar que esta no es una prisión cualquiera, es la más segura de Londres.
─ No fue eso lo que te pregunté.
─ No hay manera de que salgas de aquí sin que antes se den cuenta, la seguridad es desmesuradamente excesi...
─ Oliver, ¿Hay algo que quieras decirme? ─ cortó el pelinegro, amenazante.
─ Tu única oportunidad es que sean ellos quienes te saquen de aquí.
JungKook cerró la puerta detrás suya. A pesar de que escuchó los pasos apresurados de Hyun viniendo hacia él y, la maldición que lanzó contra toda su raíz familiar cuando el metal azotó contra su rostro, lastimando su nariz, se recostó sobre el colchón sin cuidado. Sus manos entrelazadas detrás de su cabeza, usando estas como un soporte.
Cerró sus ojos, pensando en todo y nada. La idea de escapar a base de la propia prisión, sería algo extremadamente complicado.
Había estado por casi dos décadas preparándose junto a YoonGi, estudiando de rincón en rincón la estúpida prisión. Que Oliver de pronto le dijese aquello, le había caído de la peor manera, sin contar con la repentina noticia de cierto sujeto haciendo una sorpresiva aparición después de tanto tiempo.
El pelinegro apretó su agarre, sus labios y ojos imitando la acción. La sarna invadiendo su cuerpo ante el cólera.
─ ¿Qué te ha dicho?
JungKook resopló cuando la voz del pelirrojo inundó su audición.
¿Qué no le había dicho?
─ Nada importante. ─ respondió, lacónicamente.
─ Claro, y por eso volviste hecho un humo desde que terminaste tu para nada importante reunión.
─ Era mi abogado, tengo razones para estar así.
─ Te compraría la excusa, de no ser porque ambos sabemos que no tienes posibilidades de reducir tu condena. Así que no se trata sobre eso, ¿Qué te ha dicho?
JungKook abrió sus ojos, mirando a Hyun con curiosidad. El hombre había adaptado una estúpida costumbre por tratarlo como idiota, se sentía con tanta confianza junto al pelinegro que, ni siquiera le importaba contradecirlo o escupirle las palabras, tan directas y sin filtro. Quiso cuestionarse por qué lo permitía, pero su cabeza era un bucle sin respuesta que se limitaba a frenar su temperamento por no hacerle daño al pelirrojo.
Todo lo contrario a lo que antes había sido. Hyun por supuesto había cambiado.
Ese chico de veinte años trastornado por su propio delito que, por cualquier movimiento se convertía en un ovillo. Tan pequeño e indefenso. Un cordero acorralado por bestias peligrosas que, tras cualquier oportunidad que se les presentaba, intentaron aprovecharse de él. Consiguiéndolo más de una vez.
No obstante, cuando pareció crear su propio escudo contra el riesgo que lo gravitaba, por su propio bienestar. Su boca había cobrado vida propia, se había vuelto tan jodidamente descarado como lo era TaeHyung. Con la única diferencia de que, Hyun sabía que su cabeza no valía una mierda por querer actuar de justiciero con los demás reclusos. Él no le debía nada a nadie. Sabía que si estaba con vida en ese momento, había sido por su propia voluntad, por querer obtener su libertad.
El hombre gozaba de su emancipación. Disfrutaba de no verse en la obligación de seguir las órdenes que se le decretaban, no tenía por qué preocuparse por quién se encargaría de reprenderlo si no se sometía y agachaba la cabeza cuando se le alzaba una mano.
Como todos, él había sido una mascota en su momento. Pero tan pronto como lo seleccionaron, su paciencia y permisividad, había tenido un límite. Hyun había sido el primero, y el único, en acabar al mismo que se atrevió a condenar su libertad y reclamarlo suyo cómo mascota.
Si en algo se les asimilaba en demasía a ambos hombres. Era esa desvergonzada manera de desafiar a JungKook en cada situación que se les permitiera.
Y JungKook era consciente de que, por esa razón, el pelirrojo había estado tan pesado en las últimos semanas. Pidiendo por el rubio para que se tranquilizara con él, que le diera una oportunidad de acostumbrarse al ambiente y reglas de la prisión.
Hyun se veía reflejado en Kim.
─ Won volvió. ─ dijo, sentándose recto sobre la orilla de la cama.
─ ¿Qué? ─ preguntó, sorprendido ─ Eso significa que tú...
─ Por supuesto, pero hay otro inconveniente.
Interrumpió el pelinegro. Llevó ambas manos hacia su rostro y las arrastró por sus facciones, intentando disipar la creciente irritación que comenzaba a invadirlo por cada fibra de su cuerpo.
─ ¿Cuál?
─ Debo empezar desde cero, Oliver no cree que será posible escapar de aquí sin que antes se den cuenta.
─ ¿No estaba todo listo? Llevas meses desapareciendo, supuse que tu plan estaba resultando.
─ Eso parecía. ─ afianzó, encogiéndose de hombros.
Ambos se mantuvieron en silencio por largos minutos. El pelinegro perdido en sus pensamientos, mientras que Hyun se recargaba sobre la puerta con los brazos cruzados, sin apartar su mirada de JungKook.
─ ¿Qué harás entonces? ¿Te rendirá? ─ cuestionó, inquisitivo.
JungKook forzó una risa.
─ Después de lo que hice, ¿De verdad crees que me rendiré ahora? ─ soltó, sardónico. No esperando una respuesta por parte del menor, continuó ─ La única manera de que pueda salir de aquí es... ─ meditando sus palabras, llevó ambas manos hacia sus muslos, dejándolas sobre los mismos ─, que ellos mismos decidan sacarme. Una vez fuera de la prisión, huir será más sencillo. Sólo sería cuestión de acorralar la seguridad y escapar.
─ El problema es, ¿Cómo harás que te saquen? ─ finalizó el pelirrojo. JungKook asintió, sin mirarlo ─ ¿Qué hay de YoonGi?
─ Él vendrá conmigo. ─ aseguró ─ Y si quieres, tú también podrías hacerlo. ─ esta vez, mirándolo le dijo.
Hyun negó. Una pequeña sonrisa se ciñó a sus voluminosos labios carmín.
─ No puedo, yo...
─ JeonGin.
─ Sí, ya sabes. ─ el pelinegro rió por lo abochornado que se mostró el más bajo ─ No puedo dejarlo aquí, él es importante para mí.
─ Para ti, y para tu culo. ─ añadió burlón, éste devolviéndole una mirada asesina.
─ Vete a la mierda.
─ De ella vivo.
─ Eres un...
─ ¿Y Kim? ─ interrumpió, borrando la sonrisa de su rostro ─ ¿Ya ha salido de la enfermería?
─ Hace un par de horas, sí. ─respondió.
─ Bien.
─ ¿Fuiste a verlo alguna vez? ─ inquirió el pelirrojo. JungKook lo observó desentendido.
─ ¿Por qué debería?
─ Ya ha pasado una semana desde que volvió con SeokJin.
Un gruñido brotó de los labios del pelinegro ante la mención del castaño.
─ Has estado con un humor de mierda desde la primera vez que tocó la enfermería, intuyo que no es por la falta que te hace tu mascota. Antes ni siquiera te viste en la necesidad de tener una, incluso ahora lo veo innecesario.
─ ¿Adónde quieres llegar, Hwang? ─ el pelirrojo se encogió de hombros, llevando ambas manos hacia los bolsillo de su pantalón marino.
─ A ningún lado en realidad, sólo me parece extraño que de pronto te naciera el interés por tener una mascota.
─ No percibo que me estés diciendo todo, ¿Te volviste de pocas palabras ahora? Suéltalo de una vez, deja de hacerte el interesante. ─ demandó el pelinegro.
Hyun se mostró indignado.
─ ¿Estás insinuando que no me para la boca?
─ Sí.
─ Touché.
─ ¿Y bien? ─ insistió, volviendo al tema anterior.
─ Jeon es lindo...
─ Qué observador te has vuelto. ─ burló JungKook.
─ Bueno, ¿Me dejarás hablar o me voy a la mierda y te quedas con la duda? ─ amenazó Hyun.
─ Por favor, no te detengas por mí. ─ persuadió, irónico ─ Sigue hablando.
─ ¿Por qué lo convertiste en tu mascota? ─ cuestionó. JungKook ciñó sus labios en una mueca, sin responder.
¿Por qué lo volvió su mascota?
No lo sabía. Ni siquiera él lograba entender por qué lo había hecho, Hyun tenía razón cuando dijo que nunca se había mostrado interesado con ello.
Incluso YoonGi tenía una mascota y, a pesar de que el pálido lo tenía prácticamente en libertad, eso no cambiaba en nada que tenía una.
Pero él...
Él simplemente lo veía innecesario.
Tenía el poder de exigir a cualquiera que hicieran lo que les pidiese, ¿Por qué tener una mascota cuando tenía en su poder a toda la prisión? Incluida gran parte de la seguridad. Y, aunque no era toda, gozaba del dominio gracias a eso.
─ No lo sé. ─ respondió, minutos después. Hyun no insistió.
Conocía en demasía a JungKook, sabía que él no le estaba mintiendo. Su rostro y voz no podían engañarlo, esa seguridad y honestidad eran reales.
Pero estaba seguro de que no tardarían en encontrar una respuesta.
O por lo menos, lo haría él.
¡Woww! En serio no puedo creer que la historia tenga más de 1k de leídas, Dios, literalmente ayer cuando actualice tenía 94 leídas, ¿como pasó esto?. Sinceramente muchas gracias por leer y votar, no saben lo feliz que me hace esto. De verdad muchas gracias por leer, votar y seguirme.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top