⭓ 006. ▎ capítulo seis.

SeokJin volvió a la mañana siguiente, hecho un peso muerto que muy apenas podía mantenerse sobre sus pies sin tambalearse. Apático e indiferente a todo lo que lo rodeaba. TaeHyung notó la cortina negra que lo envolvía desde el primer momento en que atravesó la puerta, sus hombros anchos desplomados hacia abajo en una fachada de lamentable agonía y pérdida.

Entonces se cuestionó qué había sucedido con el alegre hombre que lo recibió amigablemente cuando abrió los ojos. Todas esas sonrisas y comentarios sarcásticos habían desaparecido, dejando así a una sombra carente de emociones y expresiones que, muy apenas le había dirigido la palabra en el transcurso de la mañana. Incluso en su voz percibía la falta de tacto.

Ronca y gracial, la habían absorbido sus oídos cuando le preguntó por su estado.

Apagada y rota, cuando se dirigió a él para recordarle que debía ser cuidadoso de ahora en adelante.

Y muy a pesar de que lo carcomía su curiosidad, no se detuvo a preguntar. TaeHyung sabía que para SeokJin era un homicida más, un hombre carente de emoción que no se cuidaba un pelo por asesinar. Después de todo, ¿Quién querría compartir sus problemas personales con alguien como él? Ellos no eran amigos. Seguramente el castaño lo tenía muy por debajo de lo que podría considerar como un conocido.

Sin embargo. Tampoco pudo evitar sacar sus propias conclusiones. No cuando todas las flechas tiraban hacia el mismo personaje, y que, muy a pesar de que intentaba no darle demasiada relevancia; no podía pasar por alto que lo había encontrado muy distante desde el momento en que Jeon cruzó por esa puerta y habían compartido un par de líneas como diálogo.

Había sido testigo de ese cruce de miradas entre ambos, en cómo se recriminaban tantas cosas sin siquiera mencionarlas. Conocía ese lenguaje como nadie. Se había convertido en su mayor recurso cuando su madre le pedía silenciosamente que no abandonara su habitación para intentar detener al hombre mientras la agredía.

Estaba seguro de que había sucedido algo entre ambos. No obstante, se mordió el interior de su mejilla constantemente, evitando que brotaran las preguntas por sí solas. Él era consciente de que su boca no tenía filtro alguno sobre cuán inapropiadas, obscenas e indecorosas, podrían resultar sus dudas para el castaño, por más afable que intentara mostrarse.

TaeHyung arrastró con sus manos la tela hasta cubrir su entrepierna. SeokJin, como cada mañana le había hecho un control de seguimiento a la herida de su abdomen y, a pesar de que llevaba un bóxer puesto; no pudo evitar sentirse cohibido con el mayor.

Y, como ya se había vuelto una rutina desde que apareció, desprendió el par de guantes de sus manos y lo evitó como si se tratara de una plaga; alejándose de él sin siquiera dirigirle la mirada. Por su parte, lo observó encaminarse hasta el pequeño contenedor de basura y tirar el látex.

Cuando éste se giró con los labios entreabiertos hacia él, TaeHyung abrió sus ojos.

─ Me sorprende lo rápido que ha cicatrizado. ─ dijo el castaño, llevando ambas manos hasta su cintura y sujetándola como si se tratara de una tetera ─. Si continúa así, probablemente te sacaré las puntadas pronto. Solo debes tener un poco de precaución para que no se altere la herida y cierre adecuadamente.

El rubio lo escrutó. Notó que en su lampiño rostro se asomaban enormes bolsas violetas debajo de sus ojos marrones que, si no fuera por la distancia entre ambos, podría jurar que se encontraban hinchados. Sus labios estaban dolorosamente resecos, incluso a simple vista; y sus cabellos castaños, tan desaliñados como la camisa azul marino y pantalones negros que vestía.

Se preguntó nuevamente, ¿Cómo era posible que la paleta de tonalidades arcoíris, ahora era una paleta de sombras apagadas y opacas?

─ Supongo que eso es bueno. ─ respondió, lacónico.

─ Intuyo que la cicatriz en el costado derecho de tu abdomen es el resultado de una apendicitis. ─ TaeHyung asintió, reflejando un rostro entre consternado y sorprendido. Solo entonces recibió una gélida sonrisa por parte del castaño ─. ¿recuerdas que soy doctor, Kim? Soy perfectamente capaz de diferenciar entre una cicatriz de apéndice, y un costurón como el que te quedará ahí.

─ Me has tomado con la guardia baja, eso es todo. ─ dijo, apenado. El castaño se encogió de hombros, comprensivo ─. No pongo en duda tus capacidades. Por favor, no me malinterpretes.

SeokJin dejó caer sus brazos hacia sus costados, restándole importancia.

─ Solo haz lo que te recomendaron después de la cirugía. Evita hacer mucho esfuerzo, nada de movimientos bruscos, y, no te metas en ninguna pelea.

─ No recuerdo que el doctor me diera esa última indicación antes.

─ Entonces debería empezar a cuestionarse si es un buen cirujano. ─ TaeHyung soltó una risa. Definitivamente prefería verlo de esa manera, antes que a la sombra andante de hace algunos minutos atrás.

─ Como quiera, eso es como esperar que broten peras a un manzano. ─ arrugó su nariz, y un pequeño mohín se asentó en sus labios. El contrario lo observó con una ligera sonrisa, dándole un empujón silencioso para que continuara. TaeHyung relamió sus labios ─. Ya sabes, por Jeon.

Recordó al castaño.

Y tan pronto como el ambiente pareció mejorar entre ellos, se derrumbó en cuestión de segundos. TaeHyung se golpeó internamente cuando percibió los ojos del mayor oscurecerse y, la media sonrisa que antes se había delineado en sus labios, desapareció enseguida; siendo sustituida por una mueca de desagrado.

Entonces se vio sorprendido cuando todas sus dudas habían obtenido una respuesta, pese a que no se había equivocado, no le agradaba la forma en que tuvo una respuesta indirecta por parte del castaño.

Notó la oscuridad asentarse en toda la extensión de su cuerpo. Sus palmas siendo duramente agraviadas por sus uñas que, encarnándose sin ápice de cuidado, se vieron sometidas y marcadas con medias lunas. Así como sus cejas oscuras, las cuales se encorvaron hacia abajo.

─ Jin, ¿Estás bie...

Pero antes de que lograra concluir, la puerta siendo abierta de improviso, lo hizo saltar sobre la cama. El estrepitoso golpe de la madera estrellándose contra la pared blanca, provocó que el vidrio templado danzara en fuertes vibraciones. Y tras ella, una larga cabellera roja hizo presencia en la habitación.

─ ¡Pero si sigues vivo! Temía quedarme sin compañero tan pronto.

Vociferó con una enorme sonrisa. A su vez, extendió sus brazos dirigiéndose hacia el rubio y, una vez estuvo cerca del menor, lo atrajo hacia él en un abrazo. TaeHyung gimió con dolor ante la incómoda presión.

─ Hyun, ¿Podrías...?

El pelirrojo se alejó sin soltarlo completamente, mirándolo con un mohín.

─ ¿Y esa cara de funeral? ¿No te alegras de verme?

─ Claro que sí, pero me estás lastimando. ─ sofocado lo empujó con cuidado, no queriendo ser demasiado brusco ─. ¿A qué has venido? ─ inquirió, una vez se liberó del peso contrario.

─ ¿Debo tener una razón para pasar a saludar? ─ cuestionó, indignado. TaeHyung levantó una ceja ─, está bien. JungKook me mandó por ti.

El rubio bufó.

─ ¿Crees que podría venir de vez en cuando? ─ preguntó, llevando su atención hacia el castaño. Éste se mantuvo en completo silencio desde que Hyun había aparecido en el lugar, recargado sobre su escritorio y cruzado de pies y brazos, mientras miraba hacia ellos. O eso parecía, pues, a pesar de que su atención estaba sobre ellos, no se veía completamente enfocado en su conversación ─. ¿Jin?

─ ¿Mh...? ─ murmuró el castaño ─. Perdón, ¿Qué decías?

─ Te preguntaba si puedo volver después.

─ Claro. ─ encogiéndose de hombros, respondió ─. Después de todo, me agradaría saber que sigues vivo. Y, recuerda que aún debo retirar los puntos.

TaeHyung asintió agradecido, volviendo su atención a Hyun.

─ Vamos.

Tan solo le tomó quince minutos abandonar la enfermería que, pese al trabajo que le costó colocarse el nuevo uniforme que el castaño le había facilitado. Intentó retrasar lo más que pudo su partida. Hyun no se había marchado, se mostraba insistente a esperarlo con la excusa de que le ayudaría para llevarlo a su celda compartida.

No obstante, TaeHyung no era idiota. Había aprendido a leer las expresiones del pelirrojo desde las conversaciones que constantemente habían iniciado desde el día en que llegó, y en sus ojos había una sombra de diversión que no era común.

─ Hyun.

El mayor giró levemente su rostro hacia el rubio. Notó sus pasos torpes y la mano sobre su abdomen, así como su cuerpo encorvado ligeramente, haciendo presión sobre la zona.

─ ¿Qué sucede? ─ inquirió.

─ ¿A dónde vamos?

─ Ya te había dicho que vamos a la celd...

─ Sé que me lo dijiste, pero también sé que me estás mintiendo. No estaré demasiado familiarizado con la prisión, pero eso no significa que no soy consciente sobre dónde se encuentran las celdas. ─ cortó, al contrario. Éste se detuvo en medio del corredor, volviéndose hasta TaeHyung con una ceja alzada. El menor le devolvió la mirada, deteniéndose también ─. Estamos en el ala norte, ¿Qué tendríamos que hacer nosotros aquí si no es para hacer las tareas?

─ Pequeño listo. ─ Hyun sonrió, llevando una mano hasta los cabellos rubios del menor y los revolvió. Sus facciones tan pulcras y tranquilas como siempre ─. Pero tienes razón. Estamos yendo donde JungKook.

─ ¿Qué hace él acá? ─ inquirió, desconcertado.

─ Preguntas demasiado, Kim. Sígueme en silencio.

El pelirrojo giró, reanudando el paso sin dejar espacio alguno para que el menor respondiera en protesta. Percibió que, minutos más tarde, ya habían atravesado el grupo de talleres y aún no parecía tener indicios de detenerse.

TaeHyung se tuvo que parar cuando sintió un cólico que lo dejó sin aire.

─ Espera un segundo, por favor. ─ pidió el menor, débilmente. Hyun lo observó, acercándose a él para sujetarlo del brazo cuando notó el rostro pálido del más alto.

─ Por ahora serán constantes esas punzadas, puede que algunas sean más dolorosas que otras. Pero son completamente normales, no pasa de algunos segundos.

─ Agradezco los buenos deseos. ─ irónico, respondió.

─ No hay que agradecer, ¿Te sientes mejor? ─ TaeHyung asintió segundos después ─. Bien, casi llegamos.

Y tal como dijo el más bajo, tras haber avanzado unos cuantos pasos más; éste se detuvo frente a una enorme puerta de color amarillo. Tan desgastada como las puertas de las duchas, la única diferencia es era que esta tenía un ápice de tétricidad a primera ojeada.

Cuando Hyun se impulsó hacia enfrente para abrirla, las feroces luces lo cegaron por cuestión de segundos.

─ Adelante. ─ invitó el pelirrojo, abriéndole paso al menor para que entrara.

TaeHyung titubeó un par de segundos antes de entrar. Notó la enorme extensión de la sala, tan grande como una cancha de básquetbol. A excepción de que, en lugar de porterías, lo único que había en el lugar; eran un par de sillas en el centro. Y, a todo su alrededor, gradas y mesas apiladas.

El piso era de madera, posiblemente no estaba tan equivocado y aquella había sido la idea principal para crear una cancha de juego. Sin embargo, algo debió hacerlos cambiar de opinión, pues, el patio terminó teniendo ese uso, y este no había teniendo otro fin más que como un miserable almacén.

TaeHyung escuchó un gemido de dolor y, posteriormente, un fuerte golpe contra el piso. Fue entonces que el rubio se permitió observar lo que estuvo ignorando desde el momento en que había ingresado a la sala.

JungKook estaba sentado sobre una de las sillas en el centro. Sus piernas se encontraban abiertas y su torso hacia adelante, con las manos entrelazadas. Sus cabellos negros caían sobre su frente en cascadas y, sus ojos escrutaban al hombre desplomado sobre el piso con un rostro serio. Frente a él, los mismos hombres que antes lo sacaron de la celda, en sus manos sostenían lo que parecía ser una varilla.

YoonGi también se encontraba en el almacén. Sin embargo, él estaba recargado contra la pared, a espaldas de JungKook. Sus brazos cruzados a la altura de su pecho, observándolo sin disimulo.

¿Por qué de pronto esa mirada le parecía tan familiar?

─ Creí que tendría que ir a buscarte personalmente. ─ dijo el pelinegro, sin observarlo.

TaeHyung escuchó la puerta siendo cerrada detrás suyo y, tras un par de segundos, Hyun le pasó por un lado yendo hasta JungKook.

─ Ven aquí, anda. ─ demandó con voz perezosa.

El rubio no supo por qué de pronto sus piernas cobraron vida propia y ahora se dirigía torpemente hacia ellos. Culpaba a su repentina curiosidad por querer observar al tipo tendido sobre el piso, desde la distancia parecía haber caído inconsciente, sin embargo, cuando estuvo lo suficientemente cerca; pudo notar como éste sufría espasmo tras espasmo.

De su boca brotaba sangre y su rostro estaba totalmente desfigurado e irreconocible. En el piso montones de sangre seca y fresca.

Entonces TaeHyung cayó en cuenta.

''Aquel que se niegue a cumplir con las reglas, será castigado''.

Frunció el entrecejo disgustado e irritado, ¿Quién demonios se creía?

─ ¿Qué crees que haces? ¡Puedes matarlo! Mira cómo lo han dejado. ─ TaeHyung hizo un ademán de ponerse en cuclillas con dificultad para socorrer al hombre. No obstante, la voz dura del pelinegro lo abstuvo de terminar su cometido.

─ No pedí que te trajeran aquí para que actuarás como un jodido héroe. Aléjate de ese miserable.

Ordenó JungKook, y nuevamente se vio haciendo exactamente lo mismo que le había dicho. Se reprochó internamente, ¿Qué mierda le pasaba?

El chirrido de la silla siendo liberada del peso de JungKook, inundó el silencio del lugar. Éste camino hasta TaeHyung y se detuvo delante suya, el rubio viéndose en la necesidad de levantar un poco su rostro para mirar al más alto. El pelinegro lo escrutó desde arriba, su respiración levemente agitada que chocaba contra su nariz como un cálido vapor.

Percibió que extendía su mano hacia la derecha, justo donde uno de los hombres se encontraba y, teniendo un rápido flashback de cuatro días atrás, se hizo hacia atrás con miedo. Su herida reprochando el descuidado movimiento.

Jadeó adolorido cuando JungKook lo tomó del brazo con fuerza, impidiendo que retrocediera. TaeHyung lo miró, este le mostró la varilla impregnada de sangre, e instintivamente se delineó una mueca de horror en su rostro.

─ ¿Qué es...

─ Golpéalo. ─ demandó el pelinegro. El rubio lo observó como si de pronto le hubieran crecido un par de cabezas, negó rápidamente.

─ ¿Qué carajo? Estás completamente loco si crees que yo...

TaeHyung gritó cuando JungKook soltó su brazo y estampó su puño contra su abdomen. Justo en el lado contrario de la herida. Su cuerpo se dobló sobre sí mismo cuando el aire abandonó sus pulmones.

─ Golpéalo, o yo te golpearé a ti. ─ volvió a ordenar en un tono amenazante. TaeHyung lo miró con odio, sus ojos acuosos producto a las lágrimas, gravitaron entre todos los presentes hasta detenerse nuevamente en el mayor.

JungKook volvió a extender la vara hacia él, indicándole con la mirada que la tomara.

─ Eres una mierda. ─ vociferó hacia el pelinegro. Éste le devolvió una sonrisa librida y oscura ─. Yo no lo golpearé, jodido enferm...

Sintió su cuerpo tambalearse y su cabeza dar vueltas cuando el próximo golpe fue directo hacia su rostro, fracturando su nariz. Se vio caer al suelo y el techo sobre él no paraba de dar vueltas, alterando todos sus sentidos que, tan pronto como se sintieron desestabilizados, su cerebro se desconectó por un par de segundos; protegiendo a su fracturado cuerpo para aminorar el dolor que no sabía dónde debía acentuarse exactamente.

El espeso líquido descendió de su nariz en grandes cantidades y, se sintió ahogar cuando esta bajó hacia su garganta al no encontrar una salida debido a la posición en la que se encontraba. Intentó moverse aún sin recuperar el aire, sin embargo, la presión en su abdomen debido al movimiento, lo hizo caer nuevamente contra la madera.

─ Hyun, ayúdale. ─ escuchó decir al pelinegro.
El contrario se acercó al rubio, poniéndose en cuclillas para sujetarlo del brazo y ayudarlo a impulsarse hacia arriba con dificultad. TaeHyung gritó, maldijo y lloró cuanto pudo. Sentía como la cicatriz empezaba a abrirse y el género de la camisa machándose de sangre.

─ Que se ponga de pie.

─ JungKook, él está...

─ ¿No me escuchaste, Hwang? Dije que se ponga de pie. ─ repitió. El pelirrojo miró al menor con lástima, muy apenas podía mantener los ojos abiertos.

Por supuesto que Hyun era consciente de que JungKook lo había mandado por el rubio con la intención de castigarlo. Sin embargo, toda la semana en que el pelinegro se había abstenido a esperar que el rubio despertara, la había pasado con un humor de mierda. Si su personalidad era un completo dolor de culo, sumarle el enojo era una completa calamidad.

No esperaba que lo golpeara. Si que TaeHyung estuviera aislado en enfermería le molestaba, entonces vería congruente el hecho de que, lo menos que haría el pelinegro es darle una razón para que volviera ahí una vez más. Preveía que lo obligaría a observar cómo castigaban a Chan. Si algo habían rescatado del rubio, era esa actitud heroica que se le atribuía.

Hyun ayudó al menor y, una vez logró que éste se mantuviera sobre sus propios pies, se alejó un poco cuando JungKook se acercó.

─ Ahora sí harás lo que te dije,  ¿o prefieres desangrarte junto a él, pequeño justiciero? ─ inquirió, mordaz.

TaeHyung escupió al rostro del pelinegro un coagulo de sangre, recibiendo otro golpe en la boca del estómago. Desorientado, se impulsó hacia atrás, sin embargo, las manos de JungKook lo halaron manteniéndolo firme.

─ Toma la jodida varilla de una buena vez, Kim.

─ Vete a la mierda. ─ respondió débilmente. Y, a pesar de sus palabras, tomó entre sus manos el artefacto.

─ Buen chico... ─ halagó con una sonrisa fraudulenta ─, ahora golpéalo antes de que el próximo en ser violado por esa mierda, seas tú.

El rubio abrió sus ojos en grande. Sus oídos se agudizaron y sintió sus piernas temblar ante las palabras del mayor. El dolor abandonó su cuerpo cuando el significado de esa frase había cobrado sentido en su cabeza, sintiendo la rabia y el asco dispararse por toda su extensión.

Miró al hombre sobre el suelo. Éste intentaba ponerse de pie con dificultad, sus brazos temblaban contra la madera cuando intentaba usarlos como un soporte y, cuando su mirada se encontró con la oscura de YoonGi, se vio envuelto en el cólera.

Olvidando todo lo que le rodeaba y su propio dolor, se dirigió hasta el hombre y sin medir sus acciones, se vio elevando sobre su cabeza la varilla y estrellándola sin pudor contra la espalda del castaño.

Absorbió con satisfacción el lamento que soltó.

─ Te duele eso, ¿ah? ─ cuestionó el rubio ─, vamos, dime cuánto te dolió. ─ repitió, cegado. Golpeó nuevamente su espalda y, posteriormente atinó a estrellar la vara contra sus hombros, escuchando cómo estos producían un exquisito crujido como si de un buñuelo se tratara. Propinó una y otra vez, sintiéndose poco satisfecho.

TaeHyung ya no se sentía dentro de sí, la neblina de impotencia y rabia se había encargado de tomar su lado racional y encerrarlo bajo candado en una jaula. Se encontraba bañado en ira, los recuerdos nublaron por completo sus sentidos y emociones, una lluvia de imágenes y sensaciones esparciéndose dentro de su cabeza como un torbellino ─. Habla, hijo de puta.

No recibió respuesta. El hombre ya ni siquiera se movía o quejaba. Se había convertido en una masa plana contra el suelo, bañado de sangre hasta el último cabello.

Fue en entonces que el rubio lo observó con detenimiento, sus ojos brincando de extremidad a extremidad, hasta encontrarse con sus manos sujetando la varilla. La sangre cayendo a la madera, dejando enormes charcos sobre la misma.

Y, cuando sus sentidos volvieron a acentuarse correctamente, soltó el arma, viendo sus manos manchadas.

─ ¿Qué acabo de hacer? Dios...

─ Hiciste lo que debías hacer. ─ respondió el pelinegro. TaeHyung lo observó con los ojos vidriosos, negando─. Se lo merecía.

─ No, yo no soy como ustedes. ─ soltó el rubio, asustado.

YoonGi por fin se removió. Caminó hacia ellos y, chasqueando su lengua con una sonrisa irónica, dijo.

Eres incluso peor, osito.

Murmuró, guiñándole un ojo cuando pasó por su lado, hasta la puerta del almacén. JungKook asintió, o eso fue lo único que alcanzó a percibir antes de caer contra el suelo y que la oscuridad se apoderara de él, perdiendo la consciencia en segundos.

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