⭓ 005. ▎ capítulo cinco.
Editado.
SeokJin pegó un brinco sobre la silla, asustado. Las hojas que antes estuvo leyendo, se desprendieron de sus manos, esparciéndose por toda la gélida cerámica. Su cuerpo se llenó de tensión cuando la puerta fue abierta y cerrada en un feroz impulso y, poniéndose de pie para buscar al responsable, rodeó la cortina poliéster que cubría la camilla donde TaeHyung se encontraba recostado. Sus ojos se gravitaron desde el rubio, hasta detenerse en la mirada plana y sombreada de JungKook.
─ Jeon, ¿Puedo ayudarte? ─ cuestionó el castaño.
JungKook lo ignoró, aproximándose a TaeHyung. Éste tenía el rostro pálido y bañado de sorpresa. En su frente, pequeñas líneas finas curvándose en forma de doble u; su labio inferior apresado por sus dientes incisivos, en una mueca clara de nerviosismo.
─ Levántate de ahí. ─ demandó el pelinegro. Sus bronceadas y marcadas manos se ciñeron a la fina tela que lo cubría, comenzando a destaparlo.
El rubio rápidamente sustituyó los nervios por cólera.
─ Vete a la mierda. ─ respondió, furioso.
JungKook detuvo sus acciones cuando la mano sobre su hombro se cerró con vehemencia haciéndolo girar, encontrándose con SeokJin.
─ ¿Qué crees que haces?
─ ¿No es bastante obvio? ─ regresó, irónico. El castaño se cruzó de brazos y negó lánguidamente.
─ Él no puede salir de aquí todavía, aún no se ha recuperado. ─ dijo ─. Creí haberle dicho a Park que te diera el recado.
─ Oh, créeme que se ha encargado de que me llegara. ─ musitó.
─ ¿Entonces qué haces aquí?
─ Llevarme a mi mascota conmigo.
─ Yo no soy una mierda tuyo. ─ soltó el rubio, sin ápice de simpatía. JungKook gruñó.
─ Pero claro que lo eres, Kim.
─ Su herida podría abrirse, y él...
─ Cierra la boca, Kim. ─ el castaño lo fulminó, reprimiendo un insulto.
─ Eres un jodido terco, Jeon. ─ TaeHyung haló de la tela hacia él ─. Deja las tonterías y sal de aquí. ─ el pelinegro surcó una ceja.
─ ¿En qué momento nos dimos ese tipo de libertades?
─ Desde el momento en que me besaste y me perforaste el estómago con una estúpida navaja.
─ No te equivoques conmigo.
─ ¿Lo hago? ─ respondió, altivo.
─ Mira...
─ Será mejor que te vayas. TaeHyung debe descansar si quieres que salga de aquí. ─ interrumpió el castaño. JungKook sonrió, altanero.
─ ¿Desde cuándo te has vuelto tan condescendiente? ¿ahora te sientes en la obligación de defender al pobre de Kim? No olvides cómo podría volver a terminar tu grata beneficencia.
SeokJin apretó los labios, e inhaló profundo.
─ No olvides con quién estás hablando, Jeon. ─ advirtió en un gruñido.
─ No. Tú no olvides con quién te estás metiendo, Kim. ─ amenazó el pelinegro.
TaeHyung soltó un lamento de dolor cuando intentó sentarse sobre la cama. Ambos pares de ojos que, antes se escudriñaban desafiantes, llevaron su atención hacia él con rapidez. SeokJin se acercó al rubio, abriéndose paso sin importar lo molesto que resultó para JungKook.
─ ¿Aún te duele mucho? ─ inquirió.
El rubio negó. Había dolor, era algo claro y que no se negaría en aceptar si es que se lo cuestionaban. Sin embargo, era más incomodidad la que se acentuaba con parsimonia sobre la herida, quizás la anestesia o los medicamentos empezaban a mostrar resultados positivos. O tal vez, el descanso de dos ─ casi tres ─ días, más los cuidados del castaño, habían sido un punto clave para su recuperación.
─ Bien. Ya que te sientes mejor... ─ el pelinegro vitoreó, sátiro. TaeHyung lo fulminó ─, apresúrate porque tenemos cosas que hacer.
─ Déjate de mierdas, no iré a ningún lado contigo. Cualquier cosa que tengas que hacer, hazlo tú mismo.
─ Parece que no estás entendiendo cómo va esto. ─ objetó JungKook, molesto. Cerrándose contra los pies de la camilla y, sujetando sus tobillos ─. Es una orden.
TaeHyung soltó una risa amarga y sin gracia, no queriendo digerir lo que escuchaba.
─ No. El que no está entendiendo eres tú. ¿con qué jodido derecho vienes aquí y me das órdenes después de lo que me hiciste? Si estoy aquí, es por ti. Ahora no vengas a exigirme ponerme de pie y llevar tus compras como tu estúpido asistente.
─ Kim. ─ SeokJin interrumpió, notando las facciones del pelinegro oscurecerse. TaeHyung lo ignoró.
JungKook percibió la altivez y seguridad con la que lo enfrentaba.
Y esa voz en su cabeza que áspera, insistente y obstinada le exigía poner un alto a la altanería del rubio, y que lo reprendiera por permitirse ese tipo de libertades como si fueran uno mismo. Aquella voz que le demandaba tomarlo por el cuello de esa enorme bata azul que vestía y arrojarlo cómo una insignificante basura contra las baldosas. Patear cada extremidad de su cuerpo hasta joderlo por completo, que termine tendido, desangrado y sin aire sobre el frío suelo.
Porque JungKook empezaba a perder la paciencia.
Quería escucharlo sollozar, verlo de rodillas e implorar.
Quería demostrarle quién ponía las reglas, y quién debía aceptarlas sin rechistar.
Quería hacerlo entender quién mierda era el jodido jefe de ese lugar.
Quería...
Quería destrozar ese estúpido rostro de facciones asquerosamente hermosas.
Quería sacar de su cabeza el adictivo sabor a menta de esa boca que, insegura y torpe se había permitido penetrar, explorar y devorar.
Y quería volver a tener esos labios temblorosos haciendo presión sobre los suyos. Atravesarle los sentidos y transmitirle su enojo hasta perforar en lo más profundo de su cabeza.
JungKook apretó los labios, disgustado con sus propios pensamientos. Posteriormente, chasqueó la lengua y negó contrariado de sí mismo.
─ Si para mañana, aún no te has levantado de esta jodida camilla. Yo mismo vendré aquí, y te puedo asegurar que me importará una mierda si se vuelve a abrir esa herida, te patearé el culo. ─ amenazó, dejando en libertad los tobillos del rubio. Retrocedió un par de pasos y, girando sobre sus tobillos, se dirigió hacia la puerta sin esperar respuesta. Sin embargo, una vez tomó con su derecha la manilla de la puerta; giró levemente su rostro hasta TaeHyung. Éste lo miró, sosegado, una sonrisa enorme y fría se delineó en sus labios ─. Aunque puede que termine por gustarte.
TaeHyung viró los ojos cuando se cerró la puerta tras el pelinegro.
─ Debes tener cuidado, Kim. ─ dijo el castaño. TaeHyung lo miró desentendido.
─ ¿Qué quieres decir? ─ cuestionó, confundido.
─ JungKook no es el cabecilla por nada, él realmente es peligroso. Más para alguien como tú. ─ respondió, lacónico. Separándose del rubio se dirigió hasta el pequeño escritorio y, poniéndose en cuclillas, empezó a recoger hoja por hoja.
─ ¿Alguien como yo?
TaeHyung no perdió de vista ninguno de sus movimientos. Surcó sus labios ante el silencio repentino de SeokJin. Éste se puso de pie minutos más tarde y, apilándolos sobre la madera, volvió su rostro hacia él.
─ La presa fácil para un homicida.
TaeHyung se removió sobre el incómodo colchón una y otra vez. No lograba conciliar el sueño por más que lo intentaba, su cabeza no lo dejaba tranquilo.
Se sentía terriblemente intranquilo, desprotegido e inseguro. Como un pequeño cordero a la deriva, servido y preparado, en espera de los hambrientos lobos.
No sabía de qué se trataba.
Esa penetrante sensación de ser observado, acechando y vigilado, por un desconocido intruso que, desde las sombras se limitaba a estudiarlo. Era consciente de que se había convertido en un foco de atención en esos días, sin embargo, no estaba seguro de que le agradara sentirte de esa manera.
Percibía la intensa mirada sobre su persona. La perspicacia con la que se le observaba desde oscuro pasillo de la enfermería; aquel que se dividía con un enorme ventanal, permitiendo a cualquiera ver lo que sucedía dentro de ese reducido espacio en el que se encontraba.
Y eso es lo que más lograba inquietar su lado racional.
TaeHyung era una flor en medio de un enorme campo, la más hermosa y llamativa. Una flor atrayente de abejas en busca de su polen. Tan dispuesto y listo para entregarse a sus feroces avispones.
La única iluminación dentro de la habitación era aquella tenue y pobre lámpara sobre el escritorio del castaño. No obstante, la cortina frente a ella, no hacía más que reducir su única fuente de energía a deliberadamente nada.
SeokJin había desaparecido.
Quizás su turno había finalizado, no lo sabía. Él no dijo nada después de advertirle sobre el pelinegro. Únicamente se limitó a leer ese puñado de hojas y, posteriormente, salió de allí horas después, sin decir palabra alguna.
Jung apretó sus ojos con fuerza.
Recordaba haber sido encerrado por el castaño. A pesar de no verlo cerrar con llave, escuchó claramente cómo el pestillo fue colocado desde fuera. Entonces, él no tendría por qué preocuparse. Nadie podría entrar, ¿verdad? Él estaba a salvo dentro de la enfermería.
¿Será que sólo estaba imaginándolo? ¿y si era el temor de estar solo en un lugar como esos? Indefenso ante cualquiera, gracias a su deteriorada condición.
Y de ser así, ¿también eran parte de su imaginación esos ojos negros y brillantes que lo escudriñaban desde afuera?
Su cuerpo se tensó considerablemente cuando un par de golpes contra el vidrio, perforaron sus oídos. Intentó con todas sus fuerzas enfocar sus ojos, sin embargo, su miserable intento se restó a eso. Un intento lamentable y pobre.
─ ¿Quién está ahí? ¿SeokJin? ─ atinó a formular con voz temblorosa.
Silencio, fue su única respuesta. TaeHyung rió forzosamente.
No podía estar volviendo a lo mismo, eso había quedado en pasado. No había vuelto a tener ese tipo de acontecimientos desde aquella vez, entonces no debía preocuparse. Probablemente sólo eran ideas locas que empezaban a cobrar vida de una u otra manera, y aún si no le agradaba aquello, prefería subsistir con su propia mentira. Estaba cansado, eso era todo.
¿Cierto?
Cierto.
Sí.
Debía ser eso.
El rubio sonrió animado, abrazándose a sí mismo. Podía estar un poco más tranquilo si se enfocaba en esa idea, su cabeza dejaría de ser un chiquero de incógnitas y dudas. Sólo era parte de su imaginación.
Si centraba su atención en otras cosas, él ni siquiera notaría a la sombra creada por sus pecados y temores.
─ No hay nadie ahí, sólo es parte de mi imaginación.
Murmuró, encogiéndose cuidadosamente. Echando una ojeada hacia afuera con duda, se obligó a sonreír levemente.
Se recostó contra la almohada y, cerrando sus ojos, intentó dormir.
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