⭓ 003. ▎ capítulo tres.
Editado.
Sus ojos se abrieron abruptamente, ahogando un gemido de sorpresa. El rudo atraco de lo que parecía ser una tela rasposa y sucia, se posó sobre su rostro; cerrando con rudeza en su cuello. Se removió intranquilo, percibiendo sobre su piel, el áspero tacto de unas yemas totalmente ajenas a sí mismo. Estas se ciñeron sobre la carne de su brazo, obligándolo a bajar de la litera con dificultad y pasos torpes. Forcejeó inútilmente, intentando liberar el veros agarre sobre su piel.
─ ¿Qué demonio... ¡Ah! ─ un grito ahogado abandonó sus labios, jadeando al recibir un golpe en el abdomen, dejándolo sin aire. Su cuerpo se dobló instintivamente, cubriendo con sus manos la zona y tosió ruidosamente.
─ Cierra la boca, Kim.
TaeHyung enmudeció, quedándose en blanco y, con dificultad, se enderezó al sentir un frío artefacto en su espalda baja; el filo de alguna navaja, pensó. Sus piernas temblaron. El hombre rio con regocijo ante el lamento de dolor por parte del rubio, éste chilló adolorido cuando la cuchilla se incrustó ligeramente en su piel.
El rubio intentó alejarse nuevamente con un fuerte tirón, sin embargo, un golpe en la nuca provocó que cayera de lleno al suelo. Tanteó la herida de su espalda y notó la humedad en el género de su camisa, el ardor comenzaba a volverse insoportable a pesar de no haberse enterrado muy profundo.
─ No lo hagas tan difícil, ¿Quieres?
Percibió el cansancio en la voz del hombre, tal vez desinterés. TaeHyung sentía su cabeza dar vueltas, su visión era total penumbra gracias al trapo que lo cubría y eso no le ayudó en nada cuando con sus manos intentó buscar algún soporte para levantarse del suelo. Advirtió que eran dos hombres, el primero sostenía la navaja y el contrario había golpeado su nuca cuando intentó escapar.
─ Vamos, levántate de ahí. ─ sintió un jalón en el cuello de su camisa, desorientado, se permitió levantar ─. Ya vamos bastante atrasados, nos están esperando.
─ ¿Esperando?
Entre pasos ebrios, e inútiles forcejeos por su parte, se vio arrastrado desde su celda por ambos hombres. Cada uno sostenía uno de sus brazos como un par de oficiales reteniendo a un delincuente. No estaba tan lejos de la realidad, la única diferencia, es que ellos no eran oficiales, sino los mismos delincuentes.
No estaba seguro de cuánto tiempo se habían demorado en llegar al desconocido lugar. No fue hasta que el hombre a su derecha golpeó sus pantorrillas y cayó de rodillas contra el frío piso. Gruñó por lo bajo cuando uno de ellos soltó una risa burlona.
─ Vaya que les ha costado traerlo. ─ TaeHyung alzó su cabeza, prestando atención a la tercera voz que había hecho presencia.
─ Jeon. ─ reconoció enseguida.
Desde el altercado en las duchas con el pálido azabache no lo había vuelto a cruzar por los pasillos o los comedores, simplemente había desaparecido y eso lo había hecho sentir inquieto. El pelirrojo le había comentado que Min era una especie de protegido por el pelinegro, y eso era una enorme desventaja después de lo que había hecho.
Aquel día se vio indirectamente salvado por un hombre más bajo que Jeon. Sus cabellos dorados se asomaron desde el fondo del pasillo y con rápidas zancadas se acercó a ellos, sus facciones contraídas en una máscara nerviosa e intranquila.
" ─ Están aquí."
Le había dicho.
Y, tras haber compartido un par de miradas furtivas con el azabache, y el pelirrojo, los cuatro hombres abandonaron el pasillo sin siquiera mirarlo. Desde entonces, TaeHyung había decidido mantenerse refugiado en las estrechas paredes de su celda. Si contaba los días, estaba seguro de que habían sido tres, donde el único rostro conocido que volvió a ver, fue el Hyun.
Sus únicas excusas para abandonar la celda eran las duchas, que regularmente iba acompañado de su compañero, y para la hora del almuerzo. Aunque de igual manera, se colaba con el más bajo. A él no pareció importarle, hasta ahora se había mantenido neutro y abierto a comentarle ciertas cosas sobre él, nada en demasía intimo; pero lo suficiente para considerarlo una pequeña charla amistosa.
─ Ha salido difícil de roer. ─ respondió el corpulento hombre.
─ Quítale eso de la cabeza. ─ ordenó el pelinegro.
TaeHyung sacudió de un lado a otro su rostro, los alborotados cabellos cayeron sobre su frente en húmedas cascadas, producto a la abrigante temperatura de la tela. Parpadeó pausadamente, esperando que su visión se acostumbrara a las luces y, una vez lo logró, se vio rodeado por más reclusos, aquellos le devolvían una sonrisa y miradas desinteresadas. A sus costados, otra hilera de reos apoyados sobre sus rodillas con la mirada gacha.
Y frente a él, Jeon apoyado sobre una mesa, con los brazos cruzados a la altura de su pecho y una sonrisa senil.
─ Bien, ya que estamos todos... ─ inició el pelinegro —, ya saben cómo va esto. Aquellos que no tienen mascota, pueden postularse y elegir a uno de los nuevos. ─ gritos y murmullos llegaron a los oídos del rubio ─. Sin embargo, antes diré las reglas porque parece que algunos aun las desconocen.
TaeHyung miró al pelinegro y éste le devolvió una mirada oscura. A pesar de ello, la sonrisa de su rostro aun iluminaba sus facciones.
─ Son cuatro reglas, no se preocupen por no poder memorizarlas ─ Jeon se incorporó sobre sus pies y avanzó en lentos pasos hasta estar frente a él. Lo miró desde arriba y dijo ─. No les conviene hacerlo.
Adentró ambas manos en los bolsillos de su pantalón marino e inició un recorrido de izquierda a derecha mientras hablaba. Todos en silencio prestaban atención sin mencionar palabra alguna.
"No deben ir a las duchas al pasar la media noche, no me interesa cuál fue la razón por la cual no se ducharon antes. No tienen excusa." ─ Regla número cuatro ─.
"Cómo mascota, tienes la obligación de hacer lo que tu superior exija, no importa cuál sea la tarea o mandato. Al no cumplir con ello, se te impone un castigo." ─ Regla número tres ─.
"Si inicias una pelea, o se te reta a una, tienes la obligación de terminarla y aceptar el desafío. Así mismo, nadie puede interponerse; la pelea no finaliza hasta que uno de los dos muere. De ser que alguien se meta e intente detenerla, será castigado." ─ Regla número dos ─.
Y, por último.
"Aceptar las reglas y no objetar sobre ellas. Será considerado como un desafío." ─ Regla número uno ─.
─ Y bien, ¿Alguna queja? ─ cuestionó el pelinegro. Silencio fue lo único que recibió como respuesta. Asintió satisfecho ─. Entonces, ¿quién será el primer...
─ No estoy de acuerdo. ─ Jeon divisó una cabellera oscura elevarse con intención de colocarse de pie, rápidamente se aproximaron el par de hombres robustos con intención de retenerlo.
─ ¡Alto! Déjenme escuchar lo que tiene que decir. ─ demandó. El azabache les dirigió una mirada recelosa a ambos antes de hablar.
─ ¿Por qué habría de seguir las órdenes de alguno de ellos? ¿por qué servirte a ti? ¿quién demonios te crees para ir actuando como un dios al que se le debe idolatrar y venerar? No eres más que todos aquí. ─ vociferó, escolarizados ─: Sólo eres maldito homicida con aires superiores, que cree tener el derecho de sancionar.
─ ¿Tan pronto has olvidado la regla número uno, Park? ─ inquirió sardónicamente el pelinegro.
─ ¿Qué? ─ Jeon bufó.
─ Hyun, ¿Podrías recordarle la regla uno? Creí haberlo dejado muy claro. ─ encogiéndose de hombros ─, parece que no fue así.
─ Aceptar las reglas, y no objetar sobre ellas ─ desinteresamente, respondió el pelirrojo ─, será considerado como un desafío.
─ ¿Acaso te estás imponiendo sobre el reglamento? ¿me estás desafiando?
─ Yo no...
─ Tú has permitido que hablara, por lo tanto, has aceptado su objeción. Él no rompió en lo absoluto tu estúpida regla.
TaeHyung mantuvo su mirada hacia el frente, intentando mostrarse firme. Sabía que había atraído la atención de todos en la sala y que, con haber interferido, estaba quebrantado la regla número dos. Pero no le importó. Estaba cansado. Sus piernas temblaban ante la corta circulación, y el ardor en su espalda baja permanecía; acentuándose cada vez más veros en la herida.
Escuchó pasos dirigiéndose hacia él, no había que ser un genio para adivinar de quién se trataba. Una vez frente suya, tomó su mentón haciendo que lo mirase desde abajo. Jeon sonrió.
─ YoonGi, ¿Éste no es el que te arremetió en las duchas? ─ TaeHyung frunció el ceño, desconcertado.
─ El mismo, JungKook. ─ una cabellera azabache se asomó por encima del hombro del pelinegro, una sonrisa ludibria adornaba sus labios.
Así que era Min al que se refería.
─ Ponte de pie. ─ ordenó JungKook. El rubio se tomó el tiempo de escrutarlo, intentado descifrar sus intenciones ─. ¿No me has escuchado? Ponte de pie, ahora.
TaeHyung apartó su rostro de los dedos aún sujetos en su mentón con brusquedad. Apoyó sus manos en el piso y, tras inhalar un par de veces, se impulsó hacia arriba sin apartar sus ojos de los castaños que, con burla y superioridad lo observaban. Prensó sus labios y su mandíbula se disparó hacia afuera.
─ ¿No te han enseñado que debes mantener la boca cerrada para tu propio beneficio, Kim? ─ inquirió el más alto.
─ Me han enseñado a defender las injusticias, y tú estás cometiendo una al querer castigarlo por decirte la verdad.
─ Qué jodidos estamos entonces, a pesar de la veracidad en sus palabras, eso no los salvará. ─ respondió el mayor, mostrándose mordaz.
— ¿Quién necesita ser salvado si el infierno fue vivido fuera de este miserable lugar? ─ escupió.
JungKook curvó sus labios en una enorme sonrisa, la hilera de perlas blancas se vio envuelta en un par de rellenos belfos húmedos.
TaeHyung estudió sus facciones, en espera de una respuesta, sin embargo, el improviso movimiento lo descolocó por completo.
Los labios del pelinegro se cerraron sobre los suyos en un abrazo desesperado y rudo. Percibió el sabor a menta estallar en su paladar, luchando contra aquel húmedo intruso que exigía introducirse en su boca. Musitó un jadeo, percatándose de ese músculo caliente, hábil y voluptuoso que se abrió paso en su cavidad, explorando y derritiendo el cálido lugar.
Intentó alejarse, pese a ello, su mente revuelta, no le cedió el privilegio de reaccionar. Torpemente, trató de apartarse de aquella boca experta que empezaba a subyugar sus sentidos con fascinante pasión y sensualidad. JungKook sujetó sus muñecas con vehemencia, alejándolas de su pecho, las cuales, insistentes lo empujaban.
TaeHyung abrió los ojos, desorientado, cuando sus labios fueron libres de la boca caliente de JungKook, sus muñecas habían sido liberadas también. Aquel lo observaba con la mandíbula apretada y, tras unos segundos donde se detuvo a recuperar el aire, hizo un ademán con su mano, Hyun apareció detrás y le entregó algo que el rubio no alcanzó a descifrar.
─ Espero que no me vayas a fallar, Kim.
Murmuró el pelinegro acercándose nuevamente. TaeHyung no respondió, aún se encontraba extraviado dentro de su mente confusa.
─ ¿Qué...? ─ lánguidamente, logró formular.
JungKook pareció abrir los labios para responder, no obstante, el filo abriéndose paso dentro de su piel lo hizo doblarse sobre sí mismo. Sus ojos se abrieron en sorpresa, el sabor metálico inundó su boca y advirtió el desagradable líquido viscoso subir por su garganta, escupiéndolo en segundos. Observó al pelinegro y, posteriormente, siguió el camino de su brazo derecho hasta el mango del puñal que, enterrado en su abdomen; era sujetado por la mano cubierta de sangre de JungKook.
TaeHyung intentó apoyarse, sujetándolo de la camisa, sin embargo, cuando el pelinegro lo tomó del hombro y retiró sin pudor la navaja; sus piernas lo obligaron a retroceder hasta caer al suelo. Asió la herida, aquella brotaba sangre sin reparo alguno y se preguntó por qué nadie se acercaba a ayudarlo, estaba perdiendo sangre y sus ojos empezaban a cerrarse con embriagante pesadez.
─ Te veo más tarde, mascota. ─ sonrió JungKook, alejándose de él.
El molesto tinnitus en sus oídos y la cabellera roja de Hyun acercándose a decir algo ininteligible fue lo último que percibió antes de que sus ojos se cerraran, y la oscuridad lo sometiera a un profundo sueño.
Tinnitus:* Silbido o zumbido en uno o ambos oídos que puede ser constante o ir y venir.
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