⭓ 002. ▎ capítulo dos.
Editado.
TaeHyung se removió inquieto sobre las sábanas de su cama y vociferó en protesta cuando su madre lo llamó para que se levantara a almorzar. Sus ojos se sentían pesados. Gimió ruidosamente, estirándose sobre el colchón, intentando disipar el sueño que le había consumido horas atrás, y, sin intención de levantarse, haló de la manta; cubriéndose hasta el inicio de su cabeza.
─ Mamá, déjame dormir. ─ pidió, en un murmullo bajo.
─ Aunque me encantaría tener un par de tetas, y te puedo asegurar que no precisamente en mí. Te advierto que si no te levantas en este momento; me encargaré yo mismo de patearte el culo para que salgas de esa mierda de cama.
TaeHyung frunció el ceño al percibir que aquella voz dura y ronca no era de su madre, mucho menos una que pudiese reconocer. Desconcertado, salió de lo que se había convertido en una miserable manta descuidada y vieja. Sus ojos se encontraron con los felinos ojos negros de un hombre pálido y delgado de cabellera renegrida. Su rostro póker le devolvía indiferencia hacia su persona, todo lo contrario, a lo que TaeHyung parecía mostrar por el azabache, pues, luego de mirarle de arriba/abajo, se sacó la prenda de encima; incorporándose y bajando de la litera rápidamente.
El rubio no tardó en reconocer el escenario en el que se encontraba. Rechinó sus dientes ante la pronta realidad de su paradero.
─ ¿Quién eres y qué haces aquí? ¿dónde está Hyun? ─ cuestionó TaeHyung.
─ No te importa, y yo estoy donde me dé la gana. ─ respondió, quedamente el azabache; recargándose sobre el marco de la puerta. Barrió su atención hasta sus pálidas manos, estas se escondían dentro de sus bolsillos delanteros ─. Hyun está en los comedores.
TaeHyung no evitó notar las cicatrices en los brazos descubiertos del contrario, tanto grandes como pequeñas, desde el inicio de la muñeca hasta la fina tela blanca -no tan blanca- de la camiseta que llevaba puesta. Sintió las terribles ganas de preguntar por ellas, pero sabía que hacerlo sería tan sencillo como colocar su rostro contra el piso y pedirle que le reviente la cabeza.
─ Esperas a que te tome de la mano y te lleve como un crío, ¿o por qué sigues ahí parado? Muévete.
El pálido se inclinó hacia adelante y, con un ademán de cabeza, le indicó que lo siguiera. TaeHyung titubeó por un momento, no obstante, lo siguió de todos modos.
─ Escúchame bien porque no te lo repetiré dos veces, ¿entendiste? ─ el azabache se abrió paso entre los pocos presos que había fuera de sus celdas con empujones e insultos, aquellos se limitaban a morderse los labios y fulminarlo con la mirada. TaeHyung se sintió curioso nuevamente, fácilmente podrían derribar al hombre y partirlo en cosa de nada, ¿es que le tenían miedo? No podía negar que el pálido resultaba intimidante con el desinterés y su máscara de cera, pero su pequeño cuerpo atlético y altura, no era para nada amedrentador. Le parecía ridícula la idea de que le tuviesen miedo.
─ Sí. ─ respondió, curvando sus labios en una mueca.
─ En ese pasillo de allá ─ el de menor estatura se detuvo en seco y apuntó hacia un costado sin mirar en esa dirección, o al rubio. TaeHyung siguió su dedo hasta encontrarse con un par de puertas pintadas de azul, desde la distancia podía notar lo desgastada que estaba cada una. La pintura parecía tener años sin ser retocada, pues, enormes huecos rojos sin pintura se alcanzaban a percibir. Advirtió al par de hombres salir de ahí con una toalla y cabellos mojados. Uno de ellos llevaba sobre su mano lo que parecía ser un estuche translúcido, y logró distinguir un pequeño jabón lavanda, un pomo de blanquillo dental y su respectivo cepillo de dientes.
No había demasiada luz en el pasillo, cabía recalcar que la iluminación era en demasía, lo que se podría considerar como miserable y triste. Olía en exceso a humedad y sudor, casi que quiso ahogar una arcada cuando sus fosas nasales distinguieron el nauseabundo hedor de heces humanas. Se cuestionó si el azabache estaba tan acostumbrado a aquel asqueroso aroma como para cruzar el corredor como si nada, más no permitió que su curiosidad traspasara más allá de sus propios pensamientos.
─ ; están los baños, y a un lado encontrarás las duchas. Sin embargo, hay un horario para que puedas usarlas que es de... ─ hizo un ademán de revisar su muñeca como si un reloj colgase del mismo, soltó una risa amarga ─, no tengo ni la menor idea, acá nadie sigue los jodidos horarios. Pero te recomiendo que, si vienes, no lo hagas solo. Probablemente ya te hicieron saber que está cerca la sección Z-21, por lo que debemos compartir las duchas con ellos. ─ antes de reanudar el paso, se volvió hasta TaeHyung con los labios entreabiertos ─. Una cosa más. No debes venir después de que se apaguen las luces.
─ ¿Hay algún horario en el que nadie venga? Ya sabes, no me apetece compartir la ducha con asesinos o viola... ajá, ¿y por qué no puedo venir cuando se apaguen las luces? ─ dijo, en un susurro que el contrario distinguió perfectamente gracias a la corta distancia con la que lo seguía el más alto. El azabache soltó una carcajada ─. ¿Es que te he contado algo gracioso? ─ indignado, masculló el rubio. Detuvo su paso.
─ Bueno, has dicho que no quieres compartir la ducha con asesinos ─ TaeHyung lo miró sin entender y el pálido blanqueó sus ojos, echándose a caminar nuevamente ─, pero válgame la redundancia que tú estás aquí por haber asesinado a tu padrastro. Bastante descarado y peculiar de tu parte, Kim.
─ Es diferente.
─ ¿Qué es diferente? ¿que lo has hecho por defender a tu madre y hermana? ─ TaeHyung abrió los ojos en grande con desconcierto ─, le has arrebatado la vida a un hombre, eso no lo hace ni remotamente diferente.
─ Quién jodidos te crees para ir hablando mierdas como si supieras lo que pasó, ¿eh? ─ con rápidas zancadas alcanzó el hombro del más bajo y lo giró bruscamente hasta empujarlo contra la fría pared de concreto y retenerlo con su antebrazo a la altura de su pecho. El azabache no pareció preocupado o intimidado, ni siquiera mostró un indicio de miedo al encontrarse con la mirada feroz que le devolvía el rubio, tampoco se inmutó ante los nudillos duramente apretados que se dirigían amenazantes hacia su rostro. Percibió que debía estar sumamente acostumbrado ─. Tú no sabes nada. ─ escupió con desdén ─. ¿me investigaste acaso?
El azabache le regresó una mirada ausente y oscura. En sus facciones se dibujó una enorme sonrisa y relamió sus labios como si en verdad disfrutara de la actitud violenta del más alto. Las cejas de TaeHyung se contrajeron en una mueca desconcertada.
─ No fue necesario. ─ respondió. TaeHyung se mostró turbado ─. ¿Se molestó el osito? ─ cuestionó el pálido, llevando su mano hasta la muñeca del rubio y la sujetó con fuerza ─. Vamos, muéstrame cuan enojado estás, Kim. ─ murmuró, lascivo.
¿Osito? ¿Qué?
De pronto distinguió el alboroto por parte de los pocos reclusos que los rodeaban en el angosto pasillo. El rubio salió de la pequeña burbuja en la que se vio envuelto ante la voz lujuriosa del azabache; la cual lo descolocó por completo. Reconoció muy apenas entre los gritos, murmullos y chiflidos.
''— Kim se está peleando con Min en los pasillos.''
¿Por qué de pronto todos sabían quién era?
¿Qué demonios estaba pasado?
Observó el rostro sonriente del azabache y luego la mano contraria cerrada en su muñeca. Apretó el agarre, provocando que el hombre, al que reconoció como el tal Min, retrocediera aún más.
─ ¿Ahora qué estupideces dices? ─ cuestionó, desviando su mirada del más bajo hasta la ola espectadores.
Reparó el número de reclusos que en cuestión de segundos subió en considerables cifras. Toda su atención estaba sobre ellos en espera de la supuesta pelea que él mismo había iniciado, y se sintió estúpido por dejarse llevar por el impulso de sus palabras. Lo que menos había querido desde que llegó era llamar la atención. Hwan le pidió incontables veces que mantuviera una reputación baja, y que no se metiera en peleas sino eran para salvarse su propio culo. Incluso si había alguna otra manera de hacerlo, que lo pensara con la cabeza fría para evitar ser notado.
Sintió un tirón desde atrás y, asustado, se removió liberando a Min de su brazo, el contrario también soltó su muñeca; sintiéndose tambalear.
─ Kim, ¿Qué carajo haces?
─ ¿Hyun? ─ inquirió, parpadeando pesadamente el rubio.
─ El mismo, ¿qué es este espectáculo que estás dando? ¿Sabes a quién estuviste a punto de golpear? ─ TaeHyung negó ─. Pero claro que no lo sabes. Si Jeon se entera de esto, estás jodido. Y para el alboroto que se creó, no dudo que ya haya llegado a sus oídos.
─ No me interesa quién sea el idiota de Min, está hablando mierdas y no se lo voy a consentir. Y a ese tal Jeon también lo invito a irse a la...
─ A la, ¿qué?
TaeHyung sintió un escalofrío recorrerle la columna y el terror se apoderó en su cuerpo sintiéndose débil y descubierto. La voz amarga y ronca que chocó contra su nuca, y el cuerpo caliente que se instaló en su espalda, le robó las palabras de la boca, e hizo que se las tragara con un pesado pasar de saliva que arañó su garganta.
Inhaló fuertes bocanadas de aire antes de darse el valor suficiente de girar sobre sus pies y encontrarse con el dueño de la voz. Todos habían dejado de hablar y gritar, incluso el agua de las duchas y el chirrido de las puertas había cesado en lo absoluto, dando así la bienvenida a un silencio sepulcral. Si no fuese porque su visión no le fallaba en ese instante, y pudiese ver que el mencionado Jeon y él, no eran los únicos en el corredor, se habría creído que todos en la prisión dejaron de funcionar en el momento que el hombre apareció.
Al encontrarse con los fríos ojos castaños del contrario se sintió resbalar. Había algo en esos ojos opacos que de pronto le hizo sentir la boca seca y unas inmensas ganas de llorar le penetraron los sentidos, sin entender el porqué de su reacción. Retrocedió, sintiéndose mareado. La piel de su espalda que antes tuvo un ligero contacto con el pecho del pelinegro, a pesar de las ligeras telas, sentía que le quemaba.
─ Yo...
TaeHyung observó el rostro del pelinegro. Notó el bronceado de sus mejillas y las diminutas pecas que muy apenas se distinguían, los labios que, orgullosos se lucían, como cerezos. El arco de cupido levemente marcado y la nariz pequeña que encajaba perfectamente con sus otras facciones. Quijada perfilada y cejas oscuras que ocultaban esos felinos ojos castaños que le subyugaban por completo. Ese hombre era hermoso por donde lo vieras. Su cabello negro plomo y largo que caía como cascada sobre su frente donde se abría como un libro, mostrando un pequeño lunar; sin duda le daba un toque rebelde, sin embargo, no dejaba de verse menos atractivo por esa pinta juvenil que le regalaba.
Advirtió la comisura del belfo contrario curvarse en una sonrisa que derrochaba completa chulería y no pudo evitar que sus mejillas se tiñeran de un intenso carmesí al percibir que había estado por un largo tiempo observándolo. Jeon se había percatado de ello. Incluso había titubeado en responderle y se sintió patético por eso.
─ Veo que no le has dicho las reglas a esta mascota, ¿no es así, Hyun? ─TaeHyung enarcó una ceja sintiéndose insultado por tercera vez en el día, y cuando estuvo a punto de decir algo, la voz del pelirrojo le interrumpió haciéndole callar.
─ Debido a que me has mandado a llamar minutos antes de que asignaran a mi compañero de celda, pues no me ha dado tiempo de comentarlo con él.
Respondió, tranquilamente el pelirrojo, encogiéndose de hombros y apoyando su cuerpo contra el concreto con un porte elegante.
─ En ese caso... ─ el pelinegro se cruzó de brazos dejando a la vista los músculos firmes de su dorada piel bronceada. La fina tela de su camiseta blanca se elevó ligeramente y una mancha negra que intuyó era un tatuaje, se dejó ver. TaeHyung quiso enfocar su mirada en ella y encontrarle una forma, sin embargo, no lo logró ─. Yo mismo te las haré saber.
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