-| Capitulo 2: La Puerta. |-
Hola buenos días, tardes o noches mis nakamas eh aquí un nuevo capítulo y espero que les guste.
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— A la mañana siguiente Julieta fue a despertar a sus hijas empezando por la mayor así que golpeó ligeramente la puerta resplandeciente, y entró en la habitación pero al abrir la puerta, la vista hizo que el corazón de Julieta se derritiera, al ver a sus dos hijas la mayor y la menor acurrucadas juntas y no las podía culpar la noche anterior había sido dura para Mirabel e Isabela siempre había tenido la habilidad para cuidar a sus hermanas. —
Julieta: ¡Buenos días Mija! ¿Tu hermana durmió aquí toda la noche?.
— Una somnolienta Isabela le respondió. —
Isabela: Si mamá, estaba bastante triste e intranquila por la ceremonia, así que la traje a dormir aquí en mi habitación pero no te preocupes la ayudaré a vestirse y bajaremos en unos minutos.
Julieta: ¡Muy bien, gracias mija!.
— Isabela dejó escapar un suave suspiro en respuesta, y así Julieta salió de la habitación cerrando la puerta al salir. —
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— Isabela al ver salir a su madre empezó a bajar la cama cual colgaba de enredaderas, además de pensar seriamente en que si Mirabel se va a quedar a dormir con ella, la va amarrar toda la noche junto a ella porque al parecer tiende a moverse mucho y más de una ocasión tuvo que agarrarla para evitar que cayera al suelo. No es que se pudiera hacer daño gracias a las flores que crecen en el suelo pero aún así si se pueden evitar los accidentes mejor ya que sus instintos de hermana sobreprotectora nunca se equivocan. —
— Una vez la cama ya estando en el piso Isabela movió a su hermana para despertarla. —
Isabela: Mira, Mira despierta.
– Cosita linda, despierta.
Mirabel: Cinco minutitos más. — Dijo mientras se enroscaba más en las cobijas. —
Isabela: No ya es hora de despertarse, además si no bajas Camilo se comerá tu ración de arepas con queso.
— Ella empezó a contar mentalmente hasta que noto que Mirabel reaccionó y se empezó a mover las cobijas para tratar de levantarse. —
Mirabel: Camí no se va a comer mis arepas.
— Mirabel quería poner una cara enojada pero todavía dormitaba por lo que se veía muy chistosa lo que provocó que Isabela se riera. —
Isabela: Jajajaja jajajaja, si p-puedes evitar que se las coma pero primero lávate la cara y te voy a peinar. — Dijo tratando de calmar sus risas. —
— Así Isabela se levantó de la cama y ayudo a levantar a Mirabel mientras le pasaba sus anteojos. —
Isabela: Ven primero vamos a arreglarte.
— Isabela llevo a su hermana al baño de su cuarto donde le lavo la cara y la peino. —
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— Cuando Julieta salió de la habitación, a pesar de la interacción positiva, la sonrisa de Julieta desapareció. La conversación de la noche anterior había sido… preocupante, por decir lo menos, su madre parecía decidida a exiliar a Mirabel y, aunque esa no era una idea que estuviera dispuesta a considerar, su madre tenía maneras de hacer que sucediera lo que quería. ¿Pero tal vez estoy preocupado por nada? Mamá ama a Mirabel. Seguramente fue sólo el estrés de la ceremonia y luego la mala visión de Bruno... no puede haber sido eso en serio. Mamá estará mejor hoy, estoy segura. —
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— Casita movió sus azulejos a modo de saludo cuando Julieta entró al comedor. Agustín apenas terminaba de colocar los platos sobre la mesa y le sonrió, a pesar de las pequeñas líneas de preocupación alrededor de sus ojos. —
Julieta: Isabela está ayudando a Mirabel a prepararse para el día, así que bajé para terminar los preparativos del desayuno.
Agustín: Isabela ya es una chica grande y está tomando todo esto con mucha calma, ¿Estás lista para el día mi amor?.
— Ella sonrió con tristeza, dejando su pregunta sin respuesta. Ambos sabían que el día no sería nada fácil y solo podían esperar que su familia se uniera detrás de Mirabel y no se separara. —
— Alma entró al comedor y se sentó a la cabecera de la mesa, observando entrar al resto de la familia. Julieta y Agustín se sentaron primero, seguidos por Luisa y Dolores, atrás de ella Pepa entró cargando a Camilo con pequeñas nubes sobre su cabeza y Félix detrás de ella.
“¡Pepa! Tienes una-"
— Antes de terminar fue interrumpida por los gritos de alegría de Mirabel. —
Mirabel: ¡MAMÁ! ¡Mira, mira! ¡¡Isabela me peino y además me puso una linda rosa!!.
— Mirabel entró corriendo en la habitación y se dio la vuelta, mostrando la rosa fijada en su cabello, Isabela la siguió con una pequeña sonrisa de satisfacción en su rostro, Julieta sonrió alegremente y abrió la boca para responder, cuando Alma intervino. —
Alma: Mirabel, no debes interrumpir cuando otros están hablando.
— Alma miró a la pequeña niña con una mirada severa, Mirabel se marchitó bajo su mirada y pateó ligeramente el suelo. —
Mirabel: Lo siento, abuela.
Alma: Hmph siéntense las dos.
— Las dos chicas tomaron asiento obedientemente y Bruno, el último miembro de la familia, se deslizó detrás de ellas y se sentó. —
Alma: Ahora. Tenemos un gran día por delante, seguiré adelante y hablaré con los aldeanos sobre el desastre de anoche, Julieta, tu trabajo es el de siempre, Pepa, los campos del oeste necesitan riego.
– Isa, flor mía, puedes venir a ayudarme. — Isabela solo puso los ojos en blanco al darse cuenta de lo que estaba haciendo su abuela. —
Alma: Luisa, ve al pueblo y ayuda en lo que sea necesario, Dolores, mantente atenta como de costumbre y ayuda a Camilo a practicar con su don, y Bruno sigue con tus visiones en caso de que algo malo llegará a suceder informa rápidamente, espero que todos ustedes hagan lo mejor que puedan hoy ¡Es importante mostrarle al pueblo que la magia es más fuerte que nunca!.
— Su familia asintió al final de su discurso y se dirigieron a desayunar. Satisfecha, Alma sonrió y volvió hacia su propia comida. —
Mirabel: ¿Qué hay de mí, abuela?.
— Todos hicieron una pausa ante la pequeña voz, los ojos de Alma se dirigieron al final de la mesa donde Mirabel estaba sentada, jugueteando con sus dedos. —
Alma: (Qué molestia. ¿No puede simplemente quedarse callada? ¿A dónde puedo enviarla para mantenerla alejada del camino? Incluso en Casita podría causar un desastre, pero no hay opción).
— El silencio se prolongó mientras Alma "reflexionaba", se intercambiaron miradas nerviosas (sobre todo Isabela) alrededor de la mesa y luego...—
Alma: Mirabel, ¿Por qué no te quedas hoy aquí en Casita?.
— Mirabel se recostó en su asiento, con la culpa y tristeza escrita en su rostro. —
Mirabel: E-está bien abuela.
— Todos en la mesa parecían dar un suspiro de alivio y continuaron comiendo, nadie se dió cuenta de la mirada molesta que Isabela le lanzó a la abuela y no pudo evitar sentir odio y repulsión por lo que su abuela le está haciendo a su hermana, puede que los demás no lo vean todavía o estén ciegos para no verlo, pero Isabela se asegurará de que todos e incluída la abuela respeten Mirabel, nadie le hará daño a esta a Mirabel y de eso se asegurara. —
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— Al terminar el desayuno todos salieron a cumplir con sus tareas, aunque la tensión era evidente por parte de los adultos ya que nadie parecía saber qué decirle a Mirabel después de lo de anoche. —
— Todos iban saliendo, siendo los últimos la abuela e Isabela en irse al pueblo, pero Mirabel detuvo a su hermana. —
Mirabel: Pero yo quería ayudar en el pueblo. — Ella dijo con tristeza en sus palabras. —
Isabela: No te preocupes por ahora, ayudarás a su debido tiempo.
Isabela: ¡Además casita jugará contigo!.
— Añadió Isabela con una sonrisa en su rostro antes de irse con la abuela en dirección al pueblo. —
Mirabel: ¡Hurra!. — Ella aplaude, antes de volver corriendo al interior de la casa mágica. —
— Alma, sin embargo, no aprobaba de que Isabela hablara o se juntara con Mirabel. —
Alma: Ella no debería estar molestándote. — Ella dice, alto y claro. —
Isabela: Abuela… Ella no tiene nada de culpa, por lo que sucedió anoche. — Ella mira a la mujer con un poco de furia en su mirada. —
— Alma mira a su nieta mayor por un momento, antes de volverse hacia enfrente y caminar hacia el pueblo. —
— Aunque Isabela que va acompañado a la abuela va en un dilema internó, ya que siempre había adorado a su abuela y por mucho tiempo era la consentida pero desde el nacimiento de Mirabel su atención cambio a ella aunque no mucho le importó, pero ahora con lo de anoche, Mirabel había caída en desgracia, y la abuela parecía centrarse en ella como la primera nieta y (discutiblemente) la nieta con el mejor regalo. —
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— Sin embargo también noto la mirada que la abuela le envió a Mirabel y sabía que tendría que vigilarla y escucharla para asegurarse de que la abuela no lastimara a Mirabel, así que en un momento que su abuela se descuido por estar hablando con la gente de Encanto, fue a ver a Dolores que no estaba muy lejos de ahí. —
Isabela: Psss Lola. — Dolores volteo al oír la voz de Isabela, y noto como le hacía señas con la mano para que se acercará hasta donde estaba ella. —
Dolores: ¿Qué sucede Isabela?. — Pregunto ya estando cerca de ella. —
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— Dolores sabía muy bien la plática que los adultos tuvieron anoche, pero no sé preocupaba ya que sabía que Isabela haría lo que fuera por su hermana. —
— Después de pasar tiempo con Mirabel en su cumpleaños me fuí a la cama, pero con los pensamientos hecho bolas como la abuela se le ocurrió tan siquiera pensar en expulsar a Mirabel de la familia, daba vuelta en la cama tratando de dormir pero no podía hasta que oyó a su prima Isabela cantando una canción para Mirabel algo que también calmó sus nervios y haciendo que por fin pudiera conciliar el sueño. —
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— La mañana se levantó de muy buen humor, ya que momentáneamente se le había olvidado el hecho de que ayer la abuela pensará en expulsar a su prima, pero cuando llegó al comedor la tensión se sentía en el ambiente, aunque la abuela aparentemente tiene una sonrisa tranquila es solamente una fachada y en realidad ella esta algo enojada e intranquila y todo esto aumentó al entrar Mirabel, después de un regaño y un desayuno con tensión todos se retiraron y una vez más Dolores oyó otro regaño para su prima. —
— Al llegar al pueblo ella se puso en la plaza principal para poder oír si hay un herido o si alguien necesitaba ayuda, ella buscaría al indicado de su familia para ir ayudar. Todo estaba tranquilo hasta que oyó paso en su dirección y oyó la voz de Isabela, al voltear en su dirección vió que le hacía señas así que se acercó para ver qué ocupaba, aunque ya se hacía la idea de que era lo que ocupaba. —
Dolores: ¿Qué ocupas Isabela?. — Pregunto ya estando cerca de ella. —
Isabela: ¿Como está Mirabel?. — Su pregunta tenía algo de nervios e inquietud. —
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— Dentro de la casa mágica, Mirabel está pasando el mejor momento de su vida, corriendo por el patio, los pensamientos de su familia se desvanecen lentamente de su cabeza mientras lo hace, parece que a Casita también le gusta jugar, ya que la casa levanta baldosas para que ella salte. —
— Mirabel se ríe, tratando de no tocar el suelo mientras salta sobre las tejas que se elevan, ¡Le encanta este juego! Y ahora la abuela no se enojará con ella. —
— Finalmente, Casita decide detener el juego y decide otra cosa, la casa crea una escalera que termina frente a la pared vacía en dónde debería estar su puerta mágica, al lado de la habitación de Dolores, sin embargo ella no noto esto y regreso hasta la escalera emocionada esperando que las escaleras se conviertan en un tobogán. Pero eso no es lo que Casita ha planeado ya que las baldosas se mueven como diciéndole que mire hacia atrás. —
— Así que por curiosidad voltea hacia atrás pero al hacerlo los ojos de Mirabel se abren al ver una puerta brillante y una amplia sonrisa aparece en su rostro. —
Mirabel: ¡Mi puerta mágica!.
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— Dolores oía como jugaba con casita hasta que oyó como Mirabel dijo tres palabras que se las repitió a Isabela. —
Dolores: ¿Su puerta mágica?. — Comentó casi en un susurro —
Isabela: ¿Qué?.
— Sin embargo Isabela no fue la única que oyó lo que dijo. —
Alma: ¿Qué fué lo dijiste Dolores?.
— Aquella palabra de Alma sorprendieron a las dos chicas, las cuales se pusieron rectas ante la presencia de su abuela. —
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