Parte 2
Se monta presuroso sobre su bicicleta, no quiere llegar tarde al trabajo.
—¡Jungkook espera! — El grito lo hizo frenar en seco, se baja del asiento de la bicicleta para voltearse y mirarlo. Jimin corre hacia él y se detiene en frente agitado por su corta carrera. Aunque el ejercicio matutino lo energizó en alguna medida, la parranda alcoholizada de la noche anterior lo dejaron en mala condición física. Jungkook lo mira con inquietud.
—Olvidé pedirte tu número, no sé... ¿te gustaría que nos volvamos a ver? — le dice todavía cansado y extrañamente nervioso. Pero al ver la sonrisa de Jungkook su nerviosismo desaparece.
—Claro, me gustaría mucho —. Contesta mientras sonríe y baja la mirada hacia el suelo. De repente su timidez reaparece. Lo que a Jimin le encanta.
—Ok. Hum... lo anotaré —. Le dice sacando su celular del bolsillo del pantalón, Jungkook le quita el celular de la mano y él mismo guarda su número en los contactos.
—Marca mi número y guardaré el tuyo —. Se encorva un poco, lo toma de la barbilla para acercarlo a su cara y le da otro beso de despedida, pero esta vez en la mejilla. Se aleja tan rápidamente como puede, Jimin no alcanza a decir nada.
Se demora exactamente ocho minutos en llegar. Pronto está sumido en la rutina del trabajo diario: limpiando el piso y las mesas del salón. Ordenando los platos y cubiertos en cada una de las mesas que le corresponderá atender más tarde.
—Hola a todos ¿Cómo están? — pregunta el dueño y jefe de Jungkook quien acaba de llegar.
—Hola... todo bien. — Contesta Jungkook algo distraído, con las mejillas rosadas y una sonrisa que delatan los pensamientos que le recuerdan las escenas vividas esa mañana.
—Estaré en la oficina encargándome de temas administrativos toda la tarde. —Les avisa a quienes alcancen a escuchar.
— ¿Tratando de cuadrar los números para poder pagarnos? ¿eso fue lo que quisiste decir? — Jungkook se burla de él mirándolo por el rabillo del ojo sin siquiera girar la cabeza con una media sonrisa en la cara y sin dejar de colocar uno a uno los platos sobre la mesa.
Minho frunce el ceño simulando estar ofendido, pero en realidad le divierten los comentarios de Jungkook. Aunque extrañamente no reaccionó muy animado. Se dispone a subir al altillo en donde se encuentra la pequeña y desordenada oficina cuando de repente recuerda algo y ladea la cabeza.
—Necesito hablar contigo, Jungkook. Ven por favor cuando termines lo que estás haciendo —. Un mal presentimiento llega a su mente, piensa que recibirá una de esas noticias que te joden el día, una reprimenda quizás o algo peor: el despido. Es tal la ansiedad de Jungkook por saber qué le dirá su jefe que abandona lo que está haciendo y sube a la oficina.
—¡Dime! —Minho lo mira y se ríe. Nota que Jungkook está afanoso por escucharlo.
—Siéntate por favor. Eh... bueno quiero preguntarte si crees poder hacerte cargo de algunas de mis funciones aquí en la cafetería por un tiempo, unos días. Debo viajar a Seúl a solucionar un problema.
—¿Tus funciones? Eh... claro, por supuesto —. Le contesta con un tono inseguro, aun procesando la información en su cerebro. Tratando de dilucidar los pormenores que significa aceptar esa responsabilidad. No porque no se sienta capaz hacerlo, más bien, por qué lo elije a él por sobre sus compañeros que llevan trabajando allí más tiempo. Además, quiere preguntarle qué le ocurre. Ahora Minho está más desanimado que antes. Tal vez sólo esté cansado, reflexionó.
—¡Excelente! me quitas un gran peso de encima.
—¿Cuándo debes viajar?
—Mañana.
—¿Mañana? —pregunta con terror.
—Si, mañana, pero no te preocupes, todo irá bien. A partir de mañana serás el jefe aquí y por supuesto que recibirás un aumento por los días en que yo esté fuera de la ciudad. Tú ya manejas todo lo relacionado con la cafetería, no será difícil para ti. Además, Minki y Yoon te colaborarán con todo lo que necesites. Hablaré con ellos también.
—Ok —. Jungkook quiere preguntarle por qué debe viajar tan repentinamente, pero no quiere ser inoportuno a pesar de que entre ellos existe la confianza suficiente para poder hacerlo, entonces vuelve al salón y continúa con su quehacer mientras Minho llama por el citófono a Minki y a Yoon quienes se encuentran en la cocina.
Jungkook está algo nervioso por la reacción que pudiesen tener los demás por la noticia. Él es el más joven de todos: ¿Y si no les agrada la noticia? Pueden pensar que no tengo la experiencia y es verdad, piensa mientras la ansiedad quiere adueñarse de su mente.
Al abrirse la puerta de la oficina todos salen. Minho apaga la luz, cierra con llave y baja la escalera con la chaqueta en la mano. Los reúne a todos en la cocina.
— A partir de mañana y por un tiempo que no he definido aún, estaré ausente del negocio. Jungkook se hará cargo de mis funciones. Será el nuevo encargado. — Jungkook sonríe tímido y se encoje de hombros mientras todos asienten sonrientes y sin mayor preocupación. Minho le entrega las llaves de la cafetería y se despide.
Al finalizar la jornada Jungkook se preocupa por dejar todo bien cerrado. Agarra su bicicleta y se va raudo hacia su casa. Está cansado, además su hermano lo llamó hace un rato avisándole que llegó y lo espera en su casa. Hace un tiempo que no se ven.
Hasta hace dos años Jungkook vivía con su hermano Taeyang pero éste debió partir a Seúl a trabajar, dejando a su hermano menor solo en Incheon. Un año antes de aquello, sus padres regresaron a Busan por motivos laborales del padre. Jungkook les pidió que no se lo llevaran con ellos, quería terminar de estudiar en el mismo colegio.
En pocos minutos ya está en casa.
—¡Llegué! — le grita a su hermano mientras abre la puerta.
—Hola, por fin llegaste, está casi lista la cena...
—¿Verdad? — le pregunta sorprendido. Taeyang lo observa empequeñeciendo la mirada.
—Te dije que prepararía la cena.
—¿Y desde cuándo sabes cocinar? —se burla de él mientras revisa el horno.
—He estado practicando desde que... bueno, desde que tengo novia.
—¡Ah! Te felicito hermano —, le dice mientras asiente con la cabeza y empuja sus labios hacia adelante con una expresión de orgullo.
—¿Y tú cuándo me presentarás a una novia?
— ...Pronto. — Casi sin aliento le contesta. Luego lo mira sin hablar por unos segundos.
Jungkook tuvo una novia en sus primeros años de secundaria, pero fue una relación muy breve, a ratos la olvidaba. Luego de eso sólo sintió atracción por hombres, pero nadie de su familia lo sabe. De hecho, nadie lo sabe. Sólo su conciencia y bueno, el único hombre con quien ha tenido intimidad.
Durante la cena, Taeyang le cuenta sobre cómo conoció a su novia, acerca de su trabajo y cómo es vivir en Seúl. La conversación es amena.
—Esto está muy bueno. — lo interrumpe, refiriéndose a la cena que preparó su hermano. Está complacido de no haber tenido que cocinar.
Al terminar, Jungkook lava los platos y se recuestan a ver la televisión en la cama. Ven una película de esas que se olvidan rápidamente.
—¡Mierda! —grita Jungkook de repente.
—¿Qué te ocurre? ¿Acaso estás loco? Casi me matas del susto.
—Olvidé contarte que a partir de mañana reemplazaré a mi jefe en la cafetería. Seré el jefe por unos días —. Cuenta a su hermano.
—¡Felicidades! Eso es genial —. le dice mientras palmotea su espalda.
— Gracias. Bueno, creo que ahora deberé trabajar los domingos—, le contesta haciendo una mueca hacia un costado con su boca.
—Entonces el lunes quizás me puedas acompañar a saludar a unos amigos.
—Claro —, dice sin mucha convicción.
Entonces ambos decidieron dormir. Jungkook en su cama y Taeyang en el colchón inflable que llevó consigo.
Al día siguiente Jungkook se levanta temprano, más temprano de lo habitual, pues está emocionado y nervioso a la vez. Deja a su hermano durmiendo profundamente en el colchón que yace en el suelo de la sala. Emprende el rumbo en su bicicleta como cada día. Es un día muy concurrido, pero todo acontece con normalidad y sin mayores novedades. Tal como lo solicitó Minho, sus compañeros Yoon y Minki lo asistieron con agrado en todo lo necesario.
Fue un día satisfactorio para Jungkook, aunque está agotado por su nuevo cargo, pero cree que con el transcurso de los días se irá adaptando. Antes de cerrar, nuevamente se ocupa de todos los detalles que su cargo le exige, por tanto, es el último en irse. Casi a las cuatro de la tarde está listo para irse. Al pedalear de regreso a casa un pensamiento invade su mente: ¿Acaso Jimin me llamará? ¿Y si lo llamo yo, será muy pronto?
Al llegar, como es habitual, entra con su bicicleta sobre su hombro. Su ropa está sudada, más que otros días, así que empieza a desvestirse en cuanto deja su bicicleta en el suelo de la entrada de la casa. Lanza lejos los zapatos y la chaqueta. Se dispone a sacarse el cinturón porque el pantalón también está casi pegado a su piel cuando su hermano lo distrae.
—¡Jungkook! Tienes una visita.
—¿Qué?... ¿Quién? — Repentinamente Jungkook se queda parado mirando al visitante y luego a su hermano. Traga saliva y se queda con la boca entreabierta sin poder pronunciar palabra alguna.
—¿Jungkook? ¿Qué te pasa? —le pregunta preocupado su hermano, pensando que se siente enfermo. Al rato se escucha una voz familiar.
—¡Hola Jungkookie! —seguido de un silencio ensordecedor que dura unos segundos que parecen eternos para Jungkook.
La voz de Jimin lo sorprende tanto como lo estremece también. Al lado de su hermano mayor se encuentra el chico con quien Jungkook tuvo su primera experiencia íntima con un hombre. Aunque le complace verlo no se lo demuestra porque Taeyang lo observa y teme que Jimin, que es un descarado, deje en evidencia lo que pasó ayer en su cama.
—¡Jimin! Eh... no sabía que vendrías... hoy —. Jungkook se tropieza con sus palabras. Su hermano lo mira extrañado y Jimin suelta una carcajada.
—¡Ven aquí! —le dice mientras aún sonríe y se acerca con los brazos estirados hacia delante, buscando su abrazo. Un escalofrío recorre la columna de Jungkook. Paralizado por el temor de quedar al descubierto, recibe el abrazo de Jimin quien rodea por cintura de Jungkook. Es un abrazo apretado y cálido. Los cinco centímetros de estatura que los separa permiten que Taeyang aún pueda ver la cara de Jungkook regocijada por el calor del cuerpo de su amigo, quien apoya la mejilla en el hombro de Jungkookie, como lo acaba de apodar con cariño. Jimin se separa un poco y le sonríe.
—Sólo pasé a saludarte.
Jungkook lo mira y luego mira a su hermano.
—Jimin... quédate yo saldré. Hum... debo salir a hacer un trámite y volveré para la cena. Traeré comida.
—¿Está bien si me quedo? ¿Jungkook?
—Sí, claro. —Por fin le dice Jungkook, quien se ha dado cuenta de que Jimin no tiene ninguna intención de delatarlo con su hermano.
Jimin entiende que Taeyang no sabe que a su hermano le gustan los hombres. Y eso lo sobrecoge porque él se encuentra en la misma situación con sus padres.
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