¿Escuchaste el rumor?
—Tal vez no me hubiera tardado taaanto si alguien no se apoderara del baño como si no se hubiera bañado en años. —Refunfuña Sayu, inflando los cachetes y atravesando con el tenedor su hot cake.
—Podrías levantarte más temprano, engendro. —Responde Light con parsimonia mientras se encoge de hombros.
Soichiro está terminando de masticar pero siente una vena pulsando justo en medio de su frente. Extraña los años en los que esos dos jugaban con todo el amor y paciencia que se le puede tener a un hermano. Sabe que en el fondo se adoran aunque se nieguen a demostrarlo, es solo que Sayu a sus catorces está lidiando con todos los cambios hormonales y Light a sus diecisiete está en una etapa en la que ya se siente adulto. Sin embargo, él es un hombre ocupado, adora a su familia pero debido a su trabajo en ocasiones es un padre ausente, así que lo único que pide es que en los momentos que puede estar con ellos, reine la paz, ¿es mucho pedir?
—Una palabra más de ustedes dos y estarán castigados. —Dictamina Soichiro tras haber dado un sorbo a su café.
—Quítale el espejo del cuarto a Light y con eso lo matas. —La chica suelta una risilla traviesa.
—Sayu, te quedas una semana sin postre después de la cena.
—Pe-Pero papá... —Su sonrisa desaparece y buscando clemencia estira los brazos sobre la mesa, buscando sujetar las manos de su padre.
—Sin peros, y una palabra más y lo aumentamos a un mes.
Light no es idiota, él no va a ser impulsivo como su hermana, espera a que sus padres dirijan la vista a sus respectivos platos antes de voltear hacia su hermana y sacarle la lengua.
—¡Vean a Light! —Grita, señalándolo con el índice. Sin embargo lo que ambos progenitores ven al levantar la cabeza es a un muchacho partiendo unos hot cakes con demasiada elegancia para tener solo diecisiete años— ¡Me sacó la lengua! ¡Castíguenlo también!
—Light, sayu... —esta vez es Sachiko quien interviene tras dar un suspiro y apretar más los cubiertos que tiene en las manos— ¿qué les he dicho sobre estas peleas cuando todavía no me termino ni mi primer taza de café? No quiero una palabra más de ustedes y terminen de desayunar.
—Sí, mamá... —Responden al unísono, bajando la cabeza.
—Bueno, se me hizo tarde —Soichiro se limpia con una servilleta la comisura de los labios y se empuja hacia atrás con todo y silla—. Estuvo delicioso, querida. Light, no voy a poder llevar a Sayu, llévala tú.
—¿Quééé? —La reacción del adolescente no se hace esperar. A pesar de que ambos estudian en el instituto Daikoku, las instalaciones para secundaria y bachillerato están en zonas diferentes, y es su padre quien siempre lleva a la "princesa de la casa".
—No puedo llevar a Sayu hoy, llévala tú. Si tanto quieres que te reconozcamos como un adulto, compórtate como tal. —Sin dar mayor explicación, Soichiro se despide de cada uno con un beso en la frente y promete que intentará estar de vuelta temprano para la cena.
Sayu por su parte sonríe victoriosa mientras termina de desayunar.
oOo
Todos los días justo a una cuadra antes de llegar, Light se detiene para cerciorarse que su corbata roja está centrada, que el saco color café claro que usa sobre una camisa blanca sigue sin arrugas y que su cabello se encuentra perfectamente peinado. Ser el chico más popular es una gran carga, todos los ojos estarán puestos en él una vez que cruce la entrada principal, algunas chicas hasta correrán para saludarlo mientras intentan ocultar sus nervios. Así es a diario, sin embargo este día es diferente.
Light cruza la entrada con la frente en alto, no obstante frunce el ceño cuando nota que todos están con sus grupos de amigos hablando entre ellos muy entretenidos.
—¿Qué le pasa a todo el mundo? —El castaño chasquea la lengua al detenerse frente a sus dos mejores amigos, quienes están sentados en una banca situada bajo un árbol.
—¿No escuchaste los rumores? —Teru lo mira por sobre los anteojos tras haber apartado la mirada de su lectura por unos instantes.
—¿Qué rumores? —Frunce el ceño confundido mientras agitando una mano les pide que le abran espacio para sentarse.
—Habrá un nuevo alumno —responde Misa efusiva con su voz chillona, cerrando los polvos compactos luego de haber usado el espejo para colocarse brillo labial. Los rumores dicen que es un chico muy apuesto, así que ella debe lucir mejor que nunca—. Ya manifesté que toque en nuestro mismo salón. —Agrega, sacando de su chaqueta un cuarzo que siempre carga con ella.
Light pone en blanco los ojos, a veces se pregunta cómo pudieron terminar siendo amigos de Misa. No obstante, el nacimiento de dicha amistad es lo de menos, ahora entiende el alboroto y a decir verdad la noticia no le agrada para nada.
El año escolar inició hace tan solo un mes pero ha estudiado ahí toda su vida y jamás habían aceptado a nadie una vez que el curso ya había iniciado. El instituto Daikoku se caracteriza por ser muy exigente con las calificaciones y muchos se pasan las vacaciones estudiando para ser aceptados. Significa que el nuevo alumno debe ser muy inteligente y debe haber completado las pruebas sin problemas.
—¿Preocupado? —Pregunta Teru viéndolo de reojo, sacándolo de sus cavilaciones.
—¿Por qué lo estaría? —Responde con una sonrisita de suficiencia muy característica suya, no obstante sí está un poco preocupado. Ser el chico más popular, admirado, talentoso y elogiado es una carga, pero una carga que no le molesta llevar.
Cuando el timbre suena todo el alumnado comienza a caminar hacia el interior de las instalaciones. Los tres amigos esperan un poco, detestan el alboroto que se arma en los pasillos. Pese a que Misa parece ser la más elocuente y menos seria del trío, comparte con esos dos lo quisquilloso y la gracia con la que caminan, siempre manteniendo el mentón levemente alzado. Se despiden en la entrada del salón tan solo levantando una mano por pocos segundos. Por su miopía y astigmatismo, Teru tiene un asiento asignado hasta adelante, Misa prefiere los del fondo para chismear con sus amigas del equipo de porristas y Light siempre se sienta al lado de la ventana porque hay clases que le parecen sumamente aburridas.
—Buenos días, chicos. —Una mujer joven de mediana estatura y cabello negro hasta los hombros cruza la puerta, abrazando contra su pecho algunos libros.
Todos le dan los buenos días al unísono. La mayoría de alumnos odia los lunes, es difícil arrancar la semana, pero dar inicio al día con la maestra que todos adoran hace más llevadera la transición de "los fines de semana deberían ser eternos" a "de vuelta a la realidad". Y aunque Light también considera que es la mejor maestra de matemáticas que puede existir, él quiere que se salte de una vez esas preguntas que ella suele hacer cada lunes: «¿cómo están? ¿Qué tal el finde? ¿Descansaron? ¿Hicieron algo divertido?»
—Bueno chicos, como ya habrán escuchado los rumores, el instituto Daikoku aceptó a un nuevo alumno a pesar de que el año escolar ya dio inicio —se empuja los anteojos con un par de dedos y se acomoda un lacio mechón detrás de la oreja mientras camina despacio de un lado al otro al frente del salón—. Él será parte de esta clase y la razón por la que fue aceptado es porque tuvo resultados excelentes en todas las pruebas, aún así les pido que sean amables y lo ayuden a ponerse al día.
Light no puede evitar sonreír al escucharla, ¿de todos los salones que hay, tenía que ser justo en el suyo?; su sonrisa no es de emoción ni mucho menos, quizá es más bien una combinación entre molestía y a la vez curiosidad porque nadie puede tener mejores calificaciones que él. El castaño ve los labios de la docente moverse pero todo parece estar en silencio, el tiempo solo continúa con su curso normal hasta que la ve extender un brazo en dirección a la puerta seguido de un nombre que se queda retumbando por su cabeza.
—Elle Lawliet, pasa por favor.
Y lo que ven sus ojos lo dejan mudo. Esperaba que su competencia fuera alguien... ¿cómo decirlo? Más a su nivel, no un muchachito tan pálido y delgado que parece enfermo, con el cabello despeinado y el uniforme fuera de lugar, levemente encorvado y esas ojeras que lo hacen lucir como si no duermiera por pasársela jalando. ¿En serio le van a decir que él obtuvo excelentes resultados con ese aspecto?
—... Y espero que nos podamos llevar bien. —El pelinegro termina su presentación un poco cabizbajo, notablemente nervioso, lo cual es normal cuando se es nuevo.
—Así será, Elle —asegura la maestra con una sonrisa—. Por favor, toma asiento donde gustes, como verás hay varios pupitres vacíos. —Extiende los brazos, como invitándolo a hacer lo que le indicó, acto seguido da media vuelta para tomar del escritorio un libro y una tiza.
El chico avanza despacio, aún inseguro porque siente todas las miradas puestas en él. De reojo capta un puesto vacío al lado de la ventana y le parece la elección perfecta. No obstante antes de colocar su mochila, un muchacho castaño que está sentado atrás deja caer su maletín en el asiento.
—Lo siento, está ocupado. —Dice con una sonrisita ladina.
A Elle siempre le ha costado un poco socializar, más bien considera que necesita entrar en confianza para mostrarse más extrovertido así como la mayoría del mundo, pero su timidez no le impide hacerle frente a cualquiera que se quiera pasar de listo.
—Estaba vacío. Pusiste tu bolsón para que no me siente. —Frunce el ceño, viéndolo a los ojos.
—Vaya, excelente capacidad deductiva. Deberías ser detective cuando crezcas. —Susurra solo para no alertar a la maestra, quien de espaldas a todos escribe algo en el pizarrón mientras explica— ¿Por qué no te sientas allá? —señala con el pulgar hacia atrás— Creo que quedarías mucho mejor con los rechazados.
—¿Ocurre algo? —Pregunta la docente tras voltear y ver que el chico nuevo sigue sin ocupar un lugar.
—No, todo bien. —Responde Elle, sin apartar la mirada de esos horribles iris color miel, acto seguido continúa su andar para tomar asiento en otro pupitre vacío. Es su primer día, lo menos que desea es meterse en problemas pero desde este instante tendrá a ese castaño entre ceja y ceja.
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