◈Cuarto Arco | Capítulo 34: ¿Buenas o malas noticias?

Cuarto Arco: Corona de huesos


En un lugar del castillo, poco transitado, había un pequeño patio rodeado de árboles, con baldosas de piedra en el piso. Muros rodeaban el patio, formando un cuadrado de unos cien metros cada lado. En uno de esos lados había un pequeño edificio de dos plantas, conectado al castillo, por supuesto.

En esa zona no había habitaciones y ninguna familia del palacio vivía ahí, por lo que nadie lo frecuentaba. Era el lugar adecuado para dejar que Khalid entrenara.

Kierab, desde el segundo piso, observó a Khalid. Oculto tras una viga, sin molestarlo.

Balanceaba dos cimitarras, defendiéndose de los ataques de Shira. El aire aún era frío, pero la camisa que llevaba no tenía mangas, dejando al descubierto sus hombros y parte de la clavícula. Sus pantalones negros eran de algodón, cómodos y gruesos, atados con un cinturón rojo junto con unas botas negras. Su cabello, ya bastante largo, estaba atado en una coleta media baja, pero algunos mechones se habían escapado debido al esfuerzo.

Al fijarse bien en su aspecto Kierab pensó en comprarle más ropa. Imaginó lo guapo que se vería con una camisa de cuello alto, sin mangas, blanca y decorada con rubíes.

"Bueno, también le compraría ropa para entrenar"

Que también debería verse bonita.

Al recordar el pasado y ver el actual aspecto de Khalid, se puso a pensar en lo mucho que había cambiado. Lo notaba más guapo y más alto, quizás ahora incluso era más alto que él. Había ganado peso junto con la masa muscular. Sus brazos se veían fuertes y gruesos, sus músculos se marcaban con belleza, su espalda también se miraba fuerte, al igual que su cintura. Su cuerpo rebosaba de masculinidad por dónde lo verías.

Kierab se quedó ido por varios segundos, antes de darse cuenta de sus pensamientos y apartar la mirada.

"¿Qué rayos estoy pensando? Estoy tan cansado que comienzo a pensar en..."

Pero volvió a mirarlo y fijarse en sus brazos. Tragó saliva y suspiró.

"Pero no puedo negarlo. Cuando imagino que me sujeta con esos brazos..."

Recordó algunos momentos y luego meditó.

"Ahora que lo pienso, me gustan las cosas grandes."

Inevitable se fijó en "cierto lugar", pero rápidamente cerró los ojos.

"¿Qué estoy pensando? ¿Acaso soy un maníaco sexual o algo? Definitivamente estoy demasiado cansado"

"Aunque...ya han pasado tres días..."

Se frotó las cejas y se concentró en sólo verlo entrenar.

—Oye—dijo Shira. Los dos hablaban, pero al estar tan lejos Kierab no sabía de su conversación—¿Le has contado a Kierab sobre los años de vida que perdiste?

Khalid bajó sus armas y la miró, sin aliento.

—No.

—¿No planeas decirle?

—No—respondió, bajando la cabeza.

—Creo que es lo mejor.

—Sí, ya tiene mucho con lo que lidiar. Si yo tuviera que oír algo así, me pondría muy triste...y enojado. Ya suficiente tuvo con saber sobre mi tortura, de la cual también omití muchos detalles.

Cambiaron a combate cuerpo a cuerpo, practicando los movimientos de pies.

—Pero veo el lado positivo—dijo, con una sonrisa que no era una sonrisa del todo—Eso fue la gota que derramó el vaso, y Kierab está decidido en dejar de ser el esposo de Fa'ya. Estoy feliz de que me haya escogido, sólo espero que no sea una carga.

—Tal vez sea complicado despojar a Fa'ya del trono y anular los actos matrimoniales, pero aparte de eso estoy segura que el rey se siente feliz.

—Tienes razón—dijo, está vez sonriendo de verdad.

Kierab observó su sonrisa desde lejos y se emocionó, haciendo que su corazón palpitara más de prisa.

El entrenamiento terminó, por lo que Kierab se acercó, llevando en la mano una pequeña jarra de agua y una copa.

—Kierab—exclamó Khalid, feliz de verlo.

—El entrenamiento termina por hoy, me retiro—dijo Shira con una sonrisa.

—Gracias.

—Nos vemos—dijo Kierab.

Le sirvió una copa de agua, se la dio y le sonrió.

—No se hubiera molestado—expresó Khalid, conmovido, y bebió del agua.

—Has trabajado duro, es lo menos que puedo hacer por ti, cariño.

Khalid casi se atraganta al escuchar el "cariño" dicho tan melosamente. Sus orejas se pusieron caliente y su pecho se volvió algo pesado.

—¿Estás cansado? —preguntó Kierab, tocando su nuca y parte de su cabello húmedo, pegado a la piel.

—Espere—y tomó su mano para detenerlo—He sudado bastante, estoy sucio ahora...

—El sudor—interrumpió, mirándolo fijamente—No me resulta desagradable. No es la primera vez que toco tu cuerpo lleno de sudor.

—...

"¿Acaso...? No, definitivamente se me está insinuando"

—Yo también estoy bastante cansado, ¿qué tal si nos relajamos un poco?

—Si insiste—dijo Khalid, tragando saliva con anticipación.

Después se ducharse juntos se fueron a la cama. Los movimientos fueron bastantes tranquilas y suaves, no querían apresurarse, querían vivir el momento. Y luego de dos rondas se fueron a dormir, sintiéndose bastante relajados.

A la mañana siguiente la rutina fue muy similar; Kierab y Khalid trabajaban cada quien por su lado. Por la noche, cuando terminaban, se encontraban en diversos lugares; a veces paseaban por lugares solitarios cuando no estaban muy cansados, se sentaban y bebían un poco de té o vino, se quedaban mirando el cielo nocturno desde las almenas, y cuando llegaba la hora de ir a la cama se ponían un poco cariñosos, o simplemente se iban a dormir.

Esto continuó por varias semanas. En este periodo de tiempo Kierab organizó varios lugares secretos donde empezar a entrenar a los esclavos. Estimó que todo estaría listo dentro de un mes, pero por ahora sólo les había dado la noticia. Los esclavos se mostraron muy interesante, era como participar en una rebelión en contra del trono, pero organizada por el mismo rey. Muchos estaban motivados por el odio y la desesperación, tenían todos los motivos para luchar por su libertad.

[...]

Kierab también comenzó a organizar las tierras conquistadas, y lo único que le quedaba era controlar el ejército y hablar con las personas en las que podía confiar: Naurif, Hirbaz y Yu-say. Pero hubo una noticia que perturbó el buen trayecto de sus planes.

—Mi rey—llamó Rodius a la puerta.

Kierab estaba en su estudio, se reclinó hacia atrás y lo incitó a pasar desde su asiento, dejando los papeles de forma perezosa.

—Traigo buenas noticias—dijo, con una sonrisa un tanto tímida—Felicidades majestad, la reina está embarazada.

Kierab, quién miraba impasible a Rodius, se quedó sin reaccionar, cómo si su cerebro hubiera dejado de funcionar.

"Ella... ¿en serio está embarazada?"

Si era verdad con más razón podía anular su matrimonio con ella, ya que podía comprobar que ese hijo no era suyo. Aunque también tenía muchas preguntas: ¿Ya estaba embarazada cuando quiso acostarse con él y por eso lo hizo? ¿para encubrir el embarazo? Si se había quedado embarazada antes o después de que ellos "se acostaran" podía ser importante, pero ahora no investigaría ese asunto.

Rodius vio las expresiones de Kierab: primero pensativo para luego sonreír. No sabía lo que estaba pensando, pero supuso que debía estar feliz. Esto era un momento muy importante; el nacimiento de un príncipe o princesa no era cualquier asunto. Luego de tres años ¡El rey por fin tendría un hijo!

"La pregunta en estos momentos es ¿cómo debo tratar a Fa'ya desde ahora?"

Kierab se tocó el mentón, pensando qué hacer.

—¿Quiere ir a verla justo ahora? —preguntó Rodius, tentativo.

Rodius sabía que los reyes estaban peleados y que debido a un error de la reina ahora ella estaba cumpliendo un castigo, pero si ella estaba embarazada era porque hubo un momento romántico y de reconciliación.

"Es difícil tener que imponer un castigo a alguien que quieres."

Pensó Rodius.

—No, estoy ocupado. No la dejes salir todavía, aún debe cumplir su castigo, pero no la trataré mal. Deja que un médico la revise.

No quería verla justo ahora, pero aun así tenía que demostrar que preocupación por ella y su "hijo". No estaba seguro de sus propias emociones, por lo que podría decir o hacer algo que delate su desamor por ella, así que lo correcto era no verla por el momento.

—Ve a verla por mí y trasmite mis pensamientos. Dile que se cuide o algo así. Te dejo a cargo de esa clase de palabras.

—Como ordene, majestad. Cualquier novedad que surja se la haré saber.

—Mm.

Luego de eso Kierab mando a llamar a Khalid y Shira para discutir el asunto.

—¡Esto es inaudito! —exclamó Shira—¿La esposa del rey estando embarazada de alguien más? Debería ser colgada.

—En parte es mi culpa—dijo Kierab, tocando la arruga de sus cejas—La dejé tirada por tres años, es lógico que se sienta sola.

En Krastos los reyes podían tener más de un esposo, pero debía ser legalmente su pareja, ya sea un esposo secundario o una concubina. Fa'ya no estaba empareja con ningún esposo secundario o concubino, por lo que estaba rompiendo la ley. Sin embargo, la condena era ser torturado por diez días, no colgado. En Rouseth era dónde si existía esa ley.

Khalid, al escuchar la noticia, no sabía cómo sentirse. Estaba feliz porque Fa'ya podía ser despojada de su título como esposa en el futuro cuando se revele su crimen, pero ahora todo el mundo pensaría que ese niño era el hijo de Kierab, el hijo de su amado Kierab.

Suspiró y miró a Khalid.

—¿Estás molesto? —preguntó Kierab con cuidado.

Shira dejó de maldecir en voz baja y se quedó callada, también esperando la reacción de Khalid. Él no dijo nada, pensó un momento y habló:

—Estoy más celoso que molesto—respondió con sinceridad—Pero eso no quiere decir que le deseo el mal a Fa'ya; no quiero que le des un trato especial, sino un trato humano, a pesar de todo lo que me hizo. No pienso mucho en ella en realidad, más bien pienso en el niño inocente que está en su vientre.

Kierab sonrío dulcemente y bajó la mirada.

—Tienes un corazón tan dulce, por eso te adoro—respondió, conmovido en su corazón—Pienso exactamente lo mismo. Entonces eso haré, seguiré tu consejo.

—Oh—se sintió más tranquilo y sonrió, un poco tímido al escuchar el caluroso "te adoro" de Kierab.

—Fa'ya tiene casi dos meses de embarazo según los médicos. Encaja muy bien con las fechas en las que supuestamente tuvimos sexo. Por ahora no ha hecho un escándalo o algo así, eso es bueno, ya que la fecha de nuestro viaje se acerca. Dentro de diez días iremos a Rouseth.

—Espero que nada relacionado con ella retrase nuestro viaje—dijo Shira.

—No te preocupes, si algo surge lo solucionaré.

—¿Ya escogió a la cuarta persona que irá con nosotros? —preguntó Khalid.

—Pienso que Hirbaz podría ser el indicado.

—¿Por qué? —preguntó Shira.

—Él será alguien muy importante en la guerra, tendrá un papel principal. Es necesario que se involucre desde ya en todos los asuntos. Aún no le he contado nada, pero lo haré antes del viaje. También debo hablar con Naurif y arquitecto Yu-say, iré mañana a verlos. Además...—sonrió y dijo—Te llevas bien con él ¿verdad? Eso es importante en un viaje tan largo e importante.

—Bueno, no me desagrada—respondió a secas—Fue muy amable, y mi reina me habló cosas buenas de él.

—Entonces está decidido. Comenzaré a preparar todo para nuestra partida.

Al día siguiente, en compañía de Khalid, Kierab fue a ver a Naurif y a Yu-say al cuartel de la muralla. Les había pedido reunirse allí para aprovechar y ver las condiciones de las murallas luego de plantearles la situación.

Eran las nueve de la mañana, había pocos soldados circulando cerca ya que muchos estaban entrenando o cuidando de la muralla. Además, el lugar de reunión era una zona exclusiva para altos rangos. Entre más apartado sea el lugar de reunión, mejor. Debían ser discretos y cuidados de que alguien no deseado escuchara la conversación.

Kierab iba en compañía de Khalid, ambos vestidos de negro junto con una capa ligera del mismo color. Kierab no llevaba muchos adornos y traía el cabello suelto, caso contrario de Khalid, quién lo traía amarrado.

Iban caminando por un pasillo solitario, en silencio, cuando escucharon algo:

—D-Detente un momento...

—Pero quiero seguir ¿acaso no me quieres?

—Sí, pero el rey vendrá pronto.

—Aún falta bastante tiempo. Sólo hagamos algo rápido, puedo chu...—al parecer la otra persona le había tapado la boca, impidiendo que siguiera.

—No—respondió—Cuando el rey se vaya podemos hacer lo que queramos.

—¿Cómo puedes seguir rechazándome? Me asombras, viendo cómo estás en este lugar...

Kierab y Khalid se habían detenido un poco lejos, pero podían escuchar la conversación claramente.

—...

—...

Kierab fue el primer en volver a avanzar, haciendo resonar aún más sus pasos para ser escuchado. Las dos personas no volvieron a hablar y parecía que se habían ido.

—¿Esos...?

En la discusión, la persona que quería seguir parecía ser Yu-say, mientras que el otro debía ser Naurif.

—Si lo que tengo que decir no fuera importante no los habría interrumpido—dijo Kierab, afirmando los pensamientos de Khalid.

—¿Qué haces ahora? —preguntó un poco avergonzado.

—Esperemos un momento. Vamos a pasear un rato.

"No fue buena idea venir demasiado temprano."

Luego de caminar un rato fueron a la oficina de Naurif. Tocaron la puerta, al entrar notaron que Yu-say se veía un poco de mal humor, mientras Naurif tenía una expresión complicada.

—Saludos, majestad—saludaron ambos, junto con una inclinación rápida.

—Buenos días, lamento la demora.

Kierab y Khalid entraron y se sentaron en un sofá largo, ubicado en el centro de la habitación.

—Para nada, estás a tiempo—contestó Naurif, sirviendo cuatro tazas de té en la mesa pequeña frente a Kierab.

—Por cierto, felicidades—dijo Yu-say con una sonrisa—Escuché que la reina está embarazada.

—Sí, felicidades Kierab.

—Gracias, de hecho, ese es uno de los puntos que quería tratar el día de hoy.

Yu-say y Naurif se sentaron en el otro sofá, justo uno frente al de Kierab, separados por la pequeña mesa antes mencionada. Kierab le pasó el té a Khalid y el suyo propio, se puso cómodo, recostándose un poco en el hombro de Khalid, y continuó hablando:

—Poco tiempo después de casarme con Fa'ya me enamoré de otra persona, y a decir verdad nunca me gustó ni la vi cómo una esposa.

—Lo supuse—dijo Naurif suspirando—No quería meterme en tus asuntos personales, pero ya había notado tu poca disposición. Incluso Rodius una vez me dijo indirectamente que hablara el tema contigo para que fueras más cercano con ella.

—¿Entonces qué pasó, majestad? —preguntó Yu-say, curioso.

—El niño en su vientre no es mi hijo.

—¿Qué? —exclamaron al unísono.

—Jamás la he tocado en mi vida—respondió Kierab tranquilamente, dando un sorbo—Ella piensa que me acosté con ella hace unos días. No sé si se embarazó antes o después de eso, pero el tiempo coincide con el incidente.

—¿Qué planeas hacer? —preguntó Naurif, muy serio. El tema de los príncipes herederos era muy importante.

—Nada, por ahora. Cuándo el niño nazca comprobaré que no es mío, pero no pienso dañar al niño. Aún no sé qué haré después de eso.

—¿Vas a romper tus lazos matrimoniales con Fa'ya? —interrogó Naurif.

—Sí, así puedo estar libremente con la persona que quiero—contestó feliz.

—¿Por qué no te has casado con la persona que amas? Podría ser tu segunda esposa o concubina... ¿Y qué pasa con Ra'Shira, la quiere también? —habló Yu-say.

—Yu...—llamó Naurif, sus preguntas podrían molestar a Kierab.

—No te preocupes, quiero ser sincero con este tema—dijo Kierab riendo—La concubina Ra'Shira en realidad no es mi concubina, está aquí para fingir serlo y así encubrir mi relación con la otra persona. Y contestando a lo otro, no puedo casarme con esa persona aún, ya que es un hombre.

Naurif y Yu-say se quedaron boquiabiertos al escuchar su respuesta. No era imposible que un rey estuviera con un hombre, el problema era que sólo podía llegar a ser un concubino, y el rey tenía que tener hijos previamente con la esposa principal, la reina.

—¿Quién es? —preguntó Yu-say muy curioso.

A Kierab le resultó divertido ver su reacción al igual que la de Naurif, quién lo miraba muy sorprendido. Yu-say siempre había sido así de directo, pero era bueno, así Kierab no se andaba por las ramas.

—Es...


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