Capítulo 8: Satisfecho
—¿Qué tal del pasado? Recuerdo que la primera vez que tuvimos una conversación casual fue mirando el cielo. Justo como ahora.
—¿Usted...lo recuerda? —preguntó admirado, secretamente encantado e ilusionado.
"El rey... ¿recuerda las mismas cosas que yo? ¿las veces en que compartimos algo juntos?"
—Claro que sí. Recuerdo las cosas que hago contigo y nuestras conversaciones. Cualquier detalle importante que menciones, como las cosas que te gustan o disfrutas.
Khalid no dijo nada, su mirada se volvió inquieta, su rostro se tornó caliente y sintió que su corazón latía tan fuerte que Kierab seguramente podía escucharlo.
Estaba tan emocionado y sorprendido que no podía pensar con claridad.
"¡El rey dice que recuerda las cosas que digo! ¿en verdad él me aprecia tanto, como para importarle algo tan trivial como mis palabras? ¿cómo puede ser? ¿en serio disfruta estar... conmigo?"
—Recuerdo una vez que hablamos sobre el jardín real. Se notaba lo mucho cuando te gustan las plantas, por eso me gusta trabajar afuera para llevarte conmigo. Siempre miras las plantas y las flores.
"¿Incluso se fija en mis reacciones? ¿por qué se preocupa tanto por mí y me presta tanta atención? ...No lo merezco, ¿qué hice para recibir esto? ¿acaso... podré devolverle toda su bondad? ¿seré lo suficiente para él? Un esclavo nunca podrá igualarse a un rey tan magnífico como él..."
—No entiendo—musitó Khalid.
Kierab logró escucharlo. Sonrió y dijo con una voz seria:
—Me agradas Khalid, y me siento cómodo contigo, más que con muchas otras personas. Siempre estarás a mi lado, así que espero agradarte tanto como tú a mí. Me alegra tener que pasar toda mi vida con alguien como tú...
—Majestad—dijo ansioso. No podía seguir escuchándolo, más aún con un tono tan seguro y serio como el suyo. Además, no sabía que responder.
—No tienes que responder a eso—dijo Kierab al escuchar su voz—Lamento si mis palabras fueron demasiado, pero sabes que soy una persona muy honesta y directa.
—...Está bien—dijo cerrando los ojos—Usted también me agrada. Nunca me ha humillado ni hecho daño alguno, siempre se preocupa por mí, habla con palabras sinceras y educadas a pesar de quién soy, y por eso lo aprecio y admiro aún más. Estoy tan feliz que no puedo expresarlo con palabras. No sé si merezco su amabilidad.
—Claro que lo mereces—dijo con firmeza.
Los esclavos no eran considerados personas, por lo que tampoco tenían el trato de uno como tal. Toda su vida piensan que no son nadie y que no valen nada, más que cinco monedas de oro.
Kierab quería cambiar ese pensamiento que lo ha perseguido toda su vida. Hacerle saber que es una persona. Que él lo ve como una persona.
Pero no se atrevía a decir: "Eres una persona y siempre lo has sido, todos merecemos ese trato"
Porque no era del todo real.
Sólo él lo veía como una persona.
Para poder decir esas palabras debía hacer un mundo donde él ya no fuera visto como un esclavo. Era difícil pero no imposible.
Sabía que algún día ese mundo existiría.
—Créeme Khalid—dijo en voz baja.
—Creeré en cualquier cosa que usted diga—contestó con firmeza—Desde hace mucho le entregué toda mi confianza.
Kierab sonrió satisfecho y cerró los ojos, fingiendo estar dormido.
Tanta emoción lo hizo sentirse cansado al final, bostezó y sintió el cuerpo pesado. No quería dejar sólo a Kierab, tenía que esperar a que él se durmiera primero, pero el sueño lo venció sin darse cuenta.
Kierab abrió los ojos y corroboró de que estuviera completamente dormido. Lo observó sólo con la luz del cielo nocturno, mirando con tristeza el grillete que había en su cuello.
Desde hace mucho tiempo quería quitárselos y jamás volver a verlos en él, pero esa acción era demasiado. Podía enseñarle a leer o darle un nombre, pero quitarle los grilletes era lo máximo que podía hacer por él. Aún no había llegado el momento adecuado para hacer eso. No si quería asustarlo por esa decisión tan extrema y atrevida. La mente de Khalid aún no estaba preparada.
Estiró el cuello y vio su grillete de cerca, pensando lo incómodo que debe ser, y sintiendo el aroma de su cuerpo, que también era su mismo aroma. Se quedó cerca de él, pero no lo tocó y sólo lo observó con melancolía mientras se quedaba dormido.
Desde muy joven Khalid tuve que aprender el hábito de levantarse temprano. Todos los esclavos debían levantarse antes que sus amos. Por lo que despertó primero, pero cuando se movió sintió que algo estaba pegado a él.
Abrió los ojos asustado, y justo lo que temía, Kierab se había quedado en su cama.
Su cabeza estaba apoyada en su pecho, con el dorso de la mano en su abdomen. Su cabello rubio y ondulado caía por todas partes cubriendo su rostro, y su bata hacía tiempo se había resbalado de sus hombros, dejando ver toda esa piel desnuda.
Khalid sabía que el sueño de Kierab no era tan ligero, a menos que estuviera desvelado. Temía moverse siquiera un poco, pero tenía que alejarlo de su cuerpo.
Levantó la mano y con cuidado apartó su cabello para no jalarlo accidentalmente. Dejó su cara al descubierto; sus ojos ligeramente hinchados, su recta nariz y sus mejillas brillaban, tenía una expresión relajada y encantadora mientras respiraba lentamente.
El calor de su mejilla quemaba la piel de su pecho, sintiéndose más nervioso. Pero de alguna manera era una sensación que disfrutaba, algo que nunca había sentido.
Apartó el último mechón de cabello, deslizando sus dedos por su mejilla, luego bajó por su cuello y tocó su hombro.
Justo como lo imaginaba, su piel era lisa y agradable al tacto, su clavícula y el comienzo de los músculos del pecho eran aún más fascinantes de tocar. Pero la posición en qué estaba Kierab no dejaba bajar más. Movió la mirada hacia su brazo y también quiso tocarlo, cuando la culpa por fin golpeó fuerte en su cabeza.
"¡¿Qué estoy haciendo?!"
Lo apartó con cuidado y se levantó de inmediato, corriendo al baño para lavarse la cara.
Cuando escuchó la puerta del baño cerrarse, Kierab sonrió y abrió los ojos adormitado.
"¿En serio pensó que no iba a sentir eso?"
Desde que tocó su cabello se había despertado, pero no dijo nada para ver qué haría.
Rio satisfecho, se quitó la bata y se estiró, para luego acostarse de nuevo y seguir dormitando.
Khalid le pidió (desesperado en su interior) que durmiera en su propia cama, pero Kierab aun así se escabulló a su cama de vez en cuando, hasta que la habitación estuvo terminada.
A pesar de que tendría que volver a dormir solo Kierab estaba entusiasmo por ver la reacción de Khalid.
No había mucho por mover y ordenar, por lo que ambos se apresuraron a ver la nueva habitación cuando todo estuvo listo.
Había más plantas que antes, pero nada más.
Khalid miró todo sintiéndose confundido.
—¿Qué tal si vemos un poco más? —dijo Kierab caminando hacia la izquierda.
Khalid se sorprendió al verlo abrir la puerta de su habitación. Lo siguió por detrás y notó que esta había cambiado mucho.
Había una ventana del lado derecho, con plantas colgando desde arriba. La cama era más cómoda y amplia, habían más muebles con cosas de uso personal, una alfombra, un pequeño escritorio junto a una librera. Y en el fondo una puerta que conducía al baño.
Los ojos de Kierab eran serios, pero una sonrisa adornaba su rostro mientras miraba la expresión de Khalid de reojo.
—Majestad—exclamó en voz baja, sin atreverse a mirarlo a los ojos. Pero era evidente la felicidad y asombro en su rostro.
—Me alegra que sea de tu agrado—dijo con un tono feliz.
—Yo...
Tenía tantas cosas que quería decir, tantos pretextos para no merecerlo, quererlo y no quererlo...
—Gracias—dijo al final. Sin inclinarse, sin palabras de adorno ni extrema cortesía.
Kierab sintió que su corazón se movió al ver su expresión tan genuina y alegre. Sonrió y no dijo nada más.
Por otro lado, Khalid estaba tan emocionado que sintió la necesidad de darle un abrazo. Pero bajó la mirada y sólo sonrió.
Khalid pelaba y cortaba varios tipos de fruta. Las partió en trozos y las puso en platos de plata, dejando un tenedor de dos dientes a un lado. Preparó jugo de granada y tiró los desperdicios.
Kierab levantó la mirada del libro al verlo sentarse en la mesa y llevar las cosas. Miró con delicia la comida y tiró el libro.
—¿Está bien así o desea algo más?
—Así está bien—picó un pedazo de mango y dio un sorbo a su copa.
Levantó la mirada y vio a su lado a Khalid, quién estaba leyendo muy concentrado un pergamino de madera. Y en ese momento tuvo una idea.
—Me duelen mucho las manos y los brazos. No debí practicar tanto tiempo con la espada...—dijo suspirando.
Khalid levantó la mirada y apartó el pergamino lentamente. Lo miró pensativo y dudó.
"¿En serio quiere que haga eso?"
La expresión de Kierab permaneció seria y tranquila, luego cerró los ojos y abrió la boca como si nada.
Khalid se sintió un poco avergonzado, pero no quería hacerlo esperar demasiado en esa posición. Así que pinchó un pedazo y lo metió en su boca.
Kierab abrió los ojos y mordió el tenedor, comiendo mientras lo miraba a los ojos.
—Que amable—dijo con una sonrisa agradable a los ojos de Khalid.
Kierab quitó el tenedor de sus manos y también tomó un trozo. Lo levantó y lo acercó a su rostro.
—Permíteme servirte también, como muestra de agradecimiento.
Ver que el rey extendía su mano hacia él para alimentarlo lo tomó por sorpresa. Se sintió honrado y temeroso. Por más que quería abrir la boca creía que no era correcto.
—Tómate tu tiempo, esperaré las horas que hagan falta hasta que lo tomes—dijo sonriendo de nuevo.
Su corazón se aceleró al escuchar su tono suave y paciente. Evitó su mirada y se inclinó ligeramente, abrió la boca y lo comió rápido, sintiendo el rostro caliente.
Kierab se sintió divertido cuando lo vio morder como un rayo mientras evitaba su mirada. Sonrió y siguió comiendo por su propia cuenta. Usando el mismo tenedor.
—Gracias por tu ayuda.
Khalid se sintió engañado, pero justo cuando estaba por decir algo escuchó que alguien tocaba la puerta.
En el segundo siguiente Khalid se levantó de la silla, enrolló el pergamino y lo puso cerca de Kierab. Colocó la silla en su lugar y se paró detrás de Kierab, mirando el suelo.
Kierab suspiró y dijo:
—Adelante.
Nadie debía saber que Khalid estaba aprendiendo a leer y escribir, y menos que su actitud no era como la de un esclavo frente a Kierab cuando estaban a solas. Tenían que fingir que no pasaba nada.
Kierab odiaba eso, pero por el bien de Khalid no podía hacer nada aún.
Por otro lado, Khalid comenzó a sentirse un poco deprimido cada vez más. Se había acostumbrado a la actitud del rey y de la manera en que interactuaban. Era un poco triste tener que ocultar eso.
Pero ahora que lo pensaba, esto de esconderse era como cuando la esposa llega a casa y la amante tiene que esconderse de ella.
Mientras el cerebro de Khalid explotó ante esa idea, su tío Rodius y mano derecha entró en la habitación, caminando hacia Kierab con paso firme.
—Saludos majestad.
—¿Qué necesitas? —dijo seriamente, irritado al ser interrumpido.
—Como mano derecha mi deber es aconsejar, asesorar y servir al rey en todo momento...
—Sé directo.
—Quisiera hablar sobre la reina.
—¿Qué pasa con ella? —preguntó frunciendo las cejas.
—Usted ha reinado por más de un año y las cosas por fin están en orden. Pero he notado que no se ha acercado a la reina. Estoy muy preocupado por ello.
Kierab levantó una ceja y lo miró en silencio.
—Entiendo.
Rodius se sintió menos tenso al recibir su respuesta y continuó:
—Tengo entendido que pasa el tiempo con ella en las tardes al menos una vez cada quince días. Pero mi recomendación es que lo haga una o dos veces por semana. Tal vez no la ve como una esposa, pero es la reina, quién será la futura madre de sus descendientes. Debe ser cercano a ella. Sabe a qué me refiero.
Kierab hizo girar el jugo de su copa y lo miró con una expresión pensativa.
Khalid lo observó de reojo, y de inmediato supo que estaba irritado.
Cada vez que se trataba de Fa'ya él ponía la misma expresión de mal humor.
—Tío, ¿qué harías si te obligaran a casarte con un mono?
Rodius palideció ante su respuesta y se quedó sin palabras.
—Sé que mi ejemplo es demasiado exagerado. Fa'ya es una mujer hermosa y agradable, pero necesito que entiendas mi punto lo más rápido posible. Me casé con ella porque mi padre así lo quiso, era la más adecuada y necesitaba una reina. Pero no la veo como alguien con quién pueda intimar, además me resulta aburrido estar con ella. No es para nada el tipo de persona que amaría.
—...Majestad—exhaló con pesar y lo miró a los ojos—¿Entonces qué planea hacer? ¿tomar una esposa que le guste y tener hijos con ella?
Pero Kierab no respondió.
—Usted sabe que, para que el heredero sea legitimo debe ser hijo de la primera esposa, la reina, y no de las esposas secundarias—se inclinó y dijo con una voz solemne—Por favor, inténtelo majestad. No debe olvidar que es su deber como rey.
—...Bien.
Rodius se inclinó y se despidió, sintiéndose menos preocupado, dejándolos solos en un pesado silencio.
—Puedes tomar asiento, si quieres—musitó Kierab luego de unos segundos.
Khalid obedeció y se sentó, mirando la vista del cielo que había frente a ellos, y de reojo al callado Kierab.
Quién no volvió a tocar la fruta ni volvió a hablar, y tampoco retomó el libro que estaba leyendo. Pensativo, con una expresión sombría y seria.
En ese momento Khalid pensó:
"¿Qué diferencia hay entre un rey y un esclavo?"
Los esclavos debían obedecer órdenes y complacer a sus amos. Sólo existían para servir. Los reyes debían cuidar de sus reinos, mantener el orden y la paz, dando la mejor vida que se pueda a sus habitantes.
Kierab pasaba días sin descansar bien trabajando hasta tarde, dando órdenes y complaciendo las necesidades de miles de personas... Cumpliendo las obligaciones un rey.
Ambos estaban esclavizados, pero era algo que no habían decidido. Que fue impuesto desde su nacimiento.
Khalid se entristeció por su rey, quien parecía no ser feliz en ese momento. Posiblemente no era tan malo si comparabas el sufrimiento de los esclavos, pero aun así Kierab terminaba cansado y fatigado mentalmente por su arduo trabajo, y sumando a eso, él no tenía a alguien a quien amar.
Tener a alguien así hace que todo sea un poco más fácil, pero Kierab no tenía a nadie.
Estaba solo.
Khalid de verdad deseaba que su rey encontrara a alguien con quién le guste pasar el tiempo y se sienta cómodo...
«Me siento cómodo contigo, más que con muchas otras personas. Siempre estarás a mi lado, así que espero agradarte tanto como tú a mí, y me alegra tener que pasar toda mi vida con alguien como tú...»
Recordó las palabras que una vez le dijo Kierab. La noche en qué él estaba acostado a su lado mientras miraban el cielo nocturno.
Tal vez era una idea demasiado egocéntrica y engreída de su parte, pero Khalid deseaba que al menos su compañía fuera de su agrado, y que su presencia lo ayudara a no sentirse tan solo.
Por otro lado, Kierab odiaba tener este tipo de charlas frente a Khalid, sintiendo que retrocedía en el poco avance que había logrado. Avanzaba un paso y retrocedía cinco.
Pero no importaba que, Kierab le sería fiel a Khalid en todo momento. No sabía cómo arreglar el problema de los hijos, pero definitivamente no haría nada con Fa'ya.
Cerró los ojos y se frotó el entrecejo con frustración.
Mini teatro:
Rey: Khalid, ¿podrías darme un masaje? Creo que dormí con el cuello torcido *se aparta el cabello*
Esclavo: ... *Mira su nuca desnuda. Se siente culpable y sale huyendo* (Q∆Q)
Rey: ??? (๑•́ •̀๑) ¿Qué pasó?
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