Quinto mes del año. Verano.
La noche cayó en la hermosa región de Rouseth; la luna bañaba los edificios y la arena, las palmeras y las calles aún con personas, la brisa era ligera y el clima era bastante agradable por la noche...
Habían tres escenarios diferentes sucediendo al mismo tiempo dentro del palacio real de Rouseth:
Número uno.
Dos hombres que miraban el paisaje nocturno, sentados sobre un cómodo y amplio sofá en el balcón, bebiendo té en silencio. El hombre de cabello rubio estaba recostado en el hombro del otro, tomados de la mano, jugando con los dedos de la otra persona. La escena era bastante armoniosa y pacífica, entre romántica y cotidiana.
Número dos.
Un hombre y una mujer estaban sentados en una amplia cama, descalzos y vestidos de pie a cabeza con ropa de dormir bastante decente. Ambos charlaban con fluidez de diversos temas para conocerse más a fondo. La mujer estaba recostada en la cabecera de la cama mientras el hombre le daba un ligero masaje en los pies.
Se veían muy cómodos hablando y riendo de vez en cuando...
Y número tres.
Una mujer queriendo entrar desesperadamente a una habitación bien cerrada. La persona que está adentro fingía no escuchar las súplicas de la mujer. El hombre estaba sentado en el suelo, cerca de la puerta, con los ojos cerrados.
—No te he visto en muchos días, por favor, créeme cuando te digo que jamás estaré con otro hombre que no seas tú, así que por favor abre la puerta y déjame verte. Hablemos....
Med cerró los ojos más fuerte y se contuvo.
Creía en Lahra, pero ella era la reina. Debía someterse a las costumbres, y sabía que tarde o temprano lo haría. Ya sea por diplomacia, asuntos políticos, acuerdos y tratados de paz... por cualquiera de estas razones podía acabar casándose con otro hombre.
No podía evitarlo, pero Med la quería solo para sí mismo, quería ser su única pareja, pero parecía imposible. Y aún si lograba ser su primer esposo no se creía tan capaz, habían tantos hombres nobles allá afuera que podían ser mejor que él, un simple sirviente.
—...Bien—dijo Lahra después de mucho tiempo—Si no puedo convencerte con palabras entonces lo haré con acciones.
Med escuchó como se fue alejando, y de pronto se sintió ansioso. Su voz se escuchaba bastante seria y molesta cuando habló.
"¿Qué cosa hará esta vez? Espero que no sea una locura."
Pensó temeroso.
Le costó conciliar el sueño debía a la inquietud, pero se convenció a sí mismo que no haría nada extremo para dañarse a sí misma o a alguien.
"Es impulsiva pero no estúpida, todo estará bien..."
[...]
A la mañana siguiente Kierab despertó de muy buen humor, porque en cuanto abrió los ojos observó el hermoso rostro de su amado (sin notar sus ojos ligeramente hinchados y somnolientos, su cabello despeinada y un poco de baba que caía de su boca. Los filtros del amor estaban bastante potentes ese día), también estaba feliz por no tener que ser rey, no tenía que trabajar y podía disfrutar de un breve momento de paz, como si estuviera de vacaciones.
Se levantó de la cama con cuidado para no despertarlo y comenzó a moverse muy enérgico por toda la habitación. Se limpió y le pidió el desayuno a un sirviente.
Espero un momento, mirando el exterior por la ventana. Calculó el tiempo y fue a despertar a Khalid para el desayuno.
—Despierta, pronto traerán el desayuno.
Khalid se movió y abrió los ojos con dificultad; observó a Kierab bastante limpio y fresco, sonriendo mientras lo despertaba con suavidad.
Se dio cuenta de la saliva de su mejilla, se sintió un poco avergonzado y la limpió con disimulo mientras se sentaba en la cama.
—Ve a limpiarte para que podamos comer juntos—dijo Kierab.
—Está bien—respondió todavía un poco adormitado.
Cuando el desayuno llegó ambos estaban listos, se sentaron en la mesa y comenzaron a comer.
—Se ve de muy buen humor—comentó Khalid con una sonrisa.
—Como no estarlo; estoy aquí contigo sin tener que trabajar, como si estuviéramos de viaje.
Khalid sonrió al verlo tan feliz. Él también se sentía de la misma manera, pero justo cuando iba a responder alguien tocó la puerta.
—Lamento molestarlos, pero la reina pide su presencia en una hora.
—¿La reina? —Kierab se levantó y fue a hablar con la sirvienta que tocó la puerta.
—Dará un anuncio importante a todo el reino y solicita la presencia de todas las personas dentro del palacio. Dentro de una hora vendrá un sirviente y dirigirá el camino—explicó la sirvienta.
—Entiendo. Estaremos listos en una hora, muchas gracias—y se despidió.
Volvió a sentarse, lleno de curiosidad. No sabía de qué podría tratarse.
—Tal vez tiene algo que ver con su matrimonio—especuló Khalid mientras comía.
—Es muy posible—contestó Kierab—Es el evento más reciente dentro del palacio. Ayer estuvo todo el día mirando pretendientes.
—Sí, no creo que tenga algo que ver con nosotros. Aún no hemos hecho un acuerdo formal con Rouseth—añadió.
—Mm.
Terminaron de desayunar, se bañaron y vistieron, justo a tiempo para el evento; una sirvienta los guio hacia el segundo piso del palacio. Un área abierta hacia el exterior, cerca de la muralla, era una especie de balcón muy abierto, adecuado para que los súbditos escucharan las palabras del monarca.
Habían muchas personas en el balcón, eran todos los nobles y sirvientes que habitaban el palacio, pero eran tantos que tuvieron que ubicarse también en los balcones vecinos, y las personas que aún estaban dentro del edificio asomaban la cabeza como podían.
Dejaron un espacio en el centro del balcón más grande, el lugar donde estaba Lahra.
Ella estaba de pie, muy dignamente, vestida con mucha elegancia. Un hermoso vestido largo de color rojo de mangas anchas, el cabello suelto hasta las caderas, rizado en las puntas, y en su cabeza una delicada y hermosa corona con pequeñas rosas de oro. Joyas doradas y los labios pintados de rojo.
Kierab y Khalid se ubicaron cerca de ella y observaron en silencio su semblante serio.
—Se ve muy seria—comentó Kierab en voz baja.
—Mm, debe ser algo importante.
Cuando todos estuvieron presentes Lahra caminó hacia adelante, posando las manos en el borde el balcón. Todos los súbditos gritaron entusiasmados, aplaudiendo y alabando a la reina. El lugar estaba abarrotado por completo, llenando todos los lugares cercanos posibles.
Lahra levantó una mano y todos guardaron silencio.
—Este día debo comunicarles algo muy importante, una decisión que he tomado; lamento si esta noticia decepcionará a algunos, pero es algo que mi corazón no puede controlar. El tema de mi matrimonio es algo que todos saben, y hoy sabrán mi elección.
Todos se asombraron y murmuraron, asombrados y ansiosos.
Justo cuando el discurso estaba a mitad de camino Med'Sha se acercó al balcón a tropiezos. Todos le abrieron paso y logró ver a Lahra, observándola con miedo y ansiedad.
"¡¿Qué está haciendo?!"
—Sé que todos los reyes y reinas de nuestra nación han tenido más de un cónyuge—continuó—pero he decidido solo tener uno...
De pronto se acercó el juez mayor del ministerio de justicia, con el libro sagrado de las leyes en sus manos.
—Desde hace muchos años he amado a una sola persona, y para respetarla y amarla por completo he decidido renunciar al harem real. Y para que sean testigos de ellos haré un juramento en presencia de todos ustedes.
Lahra puso una mano sobre el libro y la otra sobre su corazón.
—Juro renunciar al harem real; no tendré esposos secundarios ni concubinos, nadie más que mi primer y único esposo principal. Juro casarme solamente con él y serle fiel hasta la muerte, pero si él desea separarse de mí es libre de haberlo y casarse con quién quiera, pero aun así ¡no volveré a casarme por segunda vez! Aún si no tengo descendencia. ¡Si se prueba que rompo este juramento que mi cabeza sea cortada de mis hombros!
Todos los presentes, incluidos los nobles y sirvientes del palacio, quedaron sorprendidos, a excepción del juez mayor, que ya sabía sus intenciones.
Giraron sus cabezas y observaron a Med'Sha, quién se sintió extremadamente nervioso y observado. Sus piernas se debilitaron y su garganta se secó. Sentía la cara tan caliente que casi estalló en llamas.
—El nombre de mi amado es Med'Sha de apellido Diazai, sirviente y médico del palacio. Y anuncio el día de hoy mis deseos de casarme con él, esperando que mi corazón sea correspondido.
Lahra se giró y miró a Med, quien de inmediato le devolvió el gesto. Ella sonrió y le hizo señas para que se acercara, pero él se sentía tan nervioso que estaba paralizado. Así que uno de los nobles le pegó un pequeño empujón.
—Lahra, por el amor a los dioses, ¿por qué haces un juramento así? Acabas de condenarte a muerte si lo rompes—le dijo en voz baja y temblorosa.
—Pero yo estoy segura de mi decisión por completo, así que no hay peligro. Y te he dejado una salida por si en el futuro...
—Lahra Khazal—interrumpió nervioso pero firme—Yo jamás dejaré de quererte, lo he hecho por tantos años que estoy seguro de mis sentimientos, nunca cambiarán.
—Yo tampoco—contestó en un susurró, sonriendo de oreja a oreja.
Med suspiró, secándose las manos sudorosas en la ropa.
—Ah, ¿enserio tenías que hacerlo así? Podías haber jurado solo con la gente del palacio y luego dar un anuncio formal.
Lahra se rio y lo tomó de las manos.
—Quería dejar todo en claro y que todos lo supieran. Tus sentimientos son lo más importante para mí, no quería dejar ningún malentendido.
Med bajó la mirada y movió los pies, nervioso, con las mejillas sonrojadas.
—Resolvió el problema de una vez por todas—comentó Khalid, completamente asombrado.
—Sí, e hizo semejante juramento. Ahora Med ya no se sentirá incómodo con la situación de los pretendientes.
Khalid asintió.
—Me ganó la idea—añadió Kierab—Espero poder hacer algo similar pronto.
Khalid se giró y lo miró asombrado, a lo que Kierab solo sonrió.
Lahra se giró hacia sus súbditos y alzó las manos, presentando a Med.
—Por favor saluden a Med'Sha, espero que lo reciban con cariño y respeto—exclamó llena de felicidad.
Todos aplaudieron, felices de verla tan sonriente. Miraron a Med, evaluando su presencia, esperaban que fuera alguien digno de ella.
Med sintió que lo juzgaban con la mirada, pero no quería dejarse intimidar, así que ahora era el momento de actuar y demostrar sus intenciones.
Tomó la mano de Lahra, la alzó y le dio un beso, quedándose en esa postura por varios segundos.
Todos aplaudieron y gritaron. ¡La reina era correspondida!
Lahra se sintió tan emocionada que lo tomó por los hombros, tomándolo por sorpresa. Lo acercó hacia ella y le dio un beso.
Todos aplaudieron y gritaron entusiasmados, algunos incluso silbaron.
Med se quedó paralizado, escuchando el escándalo de fondo, sintiendo que iba a morir en el acto. Lahra sintió su rigidez y lo soltó rápidamente.
—Lo siento—dijo en voz baja, con una sonrisa tímida—Me emocioné demasiado.
—Tú...—Med, completamente avergonzado le dio pequeños golpes en secreto con el puño.
"¡¿Por qué le hace esto a un introvertido?!"
Lahra dio las gracias a todos y se despidió rápidamente, dejando atrás el bullicio de los habitantes. Los nobles y sirvientes se acercaron a ambos, dando sus felicitaciones, hasta que fue el turno de Khalid y Kierab.
—Felicidades reina Khazal—dijeron ambos.
—Gracias, gracias—sonrió mostrando los dientes, completamente feliz—Ya había pensado en hacer esto, pero tomé la decisión definitiva ayer luego del almuerzo con ustedes.
—Me alegra que haya resuelto sus inquietudes, aunque le ha roto el corazón a la mitad de sus súbditos masculinos.
—No me lo recuerdes. Tendré que hacer un comunicado de disculpas y todo eso, tantas cosas que hacer...—los miró con una sonrisa un poco más suave, entrecerró los ojos y añadió en voz baja—Vuelvan a su habitación y esperen.
Se despidió y siguió hablando con los demás mientras avanzaban por el palacio. Riendo sin preocupaciones y sin soltar la mano de Med, quién lo seguía un poco avergonzado pero satisfecho.
Kierab y Khalid regresaron a su habitación, y no pasaron ni dos minutos cuando alguien entró.
—Shira—exclamó Khalid, contento de verla.
—Hola Khalid, majestad—saludó con cortesía.
—¿La reina te envío? —preguntó Kierab mientras los tres se sentaban en la mesa.
—Así es. En estos momentos está un poco ocupada, pero dentro de poco se reunirá con ustedes para hablar. También dice que no se preocupen por sus identidades, todos piensan que son nuevos comerciantes muy importantes.
—Gracias por las molestias—contestó Kierab—Esperaremos el tiempo que haga falta.
—Agradezco su comprensión—suspiró y apoyó un codo sobre la mesa—Ella aún está calmando a la gente por el juramento que hizo.
—Me aprendió bastante—comentó Khalid—Es admirable la solución que tomó, ahora sé cómo certeza que es una persona muy fiel y sincera.
—Sí, así ha sido siempre—y sonrió con melancolía—Cuando toma una decisión luego me pensarlo mucho no hay nadie quien la convenza. Me alegro mucho por ella, espero que sea feliz.
Shira los miró a ambos, sonrió con sinceridad y añadió:
—También espero que ustedes sean felices, muy felices.
—Gracias—contestó Khalid, mirándola con mucho cariño. Que su maestra y amiga más cercana dijera esas palabras lo conmovió enormemente.
Kierab también agradeció y sonrió.
Hablaron un rato más y luego se dirigieron a un salón bastante retirado del palacio, una ubicación un tanto escondida y de difícil acceso. El salón era un poco pequeño y oscuro, iluminado con varias linternas y con una mesa redonda en el medio.
En la habitación solo estaba Hirbaz, sentado en la mesa tranquilamente.
—Coronel, ahora que lo pienso no lo vi ayer en todo el día, ¿dónde estabas metido? —exclamó Kierab mientras se sentaba.
"Se olvidó de él y luego le pregunta eso..."
Pensaron Shira y Khalid, pero no lo expusieron.
—Lamento no haberme presentado ante usted, majestad—respondió Hirbaz sin pensar mucho en el asunto—Llegué al palacio temprano en la mañana, pero me entretuve y lo olvidé... Shira me enseñó un poco el lugar.
—Así es, lamento haberlo retenido—añadió Shira, un poco culpable.
—No hay problema—respondió Kierab, mirándolos a ambos con una mirada sospechosa.
Durante el viaje había notado sus ligeras interacciones y sabía que había algo sucediendo entre ellos, una pequeña extracción por lo menos.
—Me alegra que la hayan pasado muy bien juntos—agregó Kierab.
—Majestad—dijo Hirbaz, muy serio—De hecho, hay algo que quiero decirle.
—Dilo entonces.
Hirbaz miró a Shira, y como la notó tranquila, continuó:
—Shira y yo tenemos sentimientos mutuos y hemos decidido intentar una relación.
—Felicidades a los dos—exclamó Kierab sin sorprenderse—Hacen muy bonita pareja.
—Muchas felicidades—dijo también Khalid. Miró a Shira y sonrió con mucho gusto—Espero que tú también seas feliz Shira.
Ella levantó la mirada y sonrió con suavidad, sus ojos se volvieron menos fríos y habló con dulzura:
—Gracias por tus palabras.
—Gracias por sus buenos deseos, a los dos—dijo Hirbaz. No sabía que más decir, nunca había estado en una situación similar, y menos frente al rey.
—Si quieres un consejo romántico yo puedo dártelo—le dijo Kierab a Hirbaz.
Khalid se rio al escucharlo y le pareció muy lindo. Shira sonrió al verlo tan seguro de sí mismo.
—...U-Un consejo suyo...—no pudo evitar ponerse un poco nervioso—No podría majestad...
—Vamos, confía en mí, mi relación es muy estable y estoy seguro que durará para siempre...
Siguieron bromeando un poco con Hirbaz, quién parecía tomar demasiado enserio el asunto del consejo, hasta que alguien tocó la puerta. Todos guardaron silencio.
La puerta se abrió y de ella se asomó Lahra, quién traía una camisa negra ajustada al cuerpo y unos pantalones negros holgados. Med la seguía desde atrás, usando una túnica de un azul marino oscuro y pantalones blancos.
—Lamento la espera, debía ocuparme de unos asuntos primero—dijo Lahra con una sonrisa, sentándose en la mesa.
—Está bien, no hay problema—contestó Kierab.
Med también se sentó, con la mirada baja. Después de lo sucedido no sabía cómo mirarlos a los ojos.
"Ah, que vergonzoso..."
—Bien, ya que todos estamos aquí ¿deberíamos empezar la reunión?
—Me parece correcto.
—Antes de empezar quiero aclarar que Rouseth dará todo su apoyo, ya sea en los conflictos de Krastos como en las guerras y disputas futuras. Nuestros reinos están fuertemente unidos por el matrimonio, además nuestros territorios se han expandido más allá de nuestras murallas, ambos hemos hecho diversas conquistas, apoderándonos de reinos pequeños, y prácticamente somos dueños de la mitad del continente, así que es inevitable no estar unidos en esto.
—En nombre de Krastos quiero agradecer a Rouseth por su apoyo, es un alivio saber que somos aliados en esta situación tan delicada. Una guerra entre ambas naciones sería devastadora para los dos.
—Estoy consciente de ello. Es una pena que los reyes anteriores a mí no hayan visto tal panorama, dejándose cegar por la avaricia... Entonces—sonrió Lahra—Shira, puedes comenzar.
Mini teatro:
*Lahra le pide matrimonio a Med frente a todo el reino*
Kierab: ¡Que envidia! Ella me ganó en pedir matrimonio (っ˘ n ˘ς)
Khalid: (ρ//-//)
Lahra: Así es como se conquista el corazón de un hombre (๑•̀᎑<๑)و✧
Kierab: (」0ロ0)」Yo también quiero intentarlo (>w<)/
Hirbaz: ( →///→) Shira: (←/// ←)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top