Capítulo 35: Heredero
—Es él—dijo, señalando a Khalid con la mano extendida.
—¿Él? —exclamó Yu con los ojos bien abiertos.
Khalid miró la esquina de la habitación, demasiado avergonzado de ser visto con tanta intensidad. Sólo lo soportó porque Kierab quería lucirse de su relación, se veía bastante feliz al decirlo. Ah~ Se le hacía lindo.
—Es... Bueno, ahora tiene sentido—dijo Naurif para sí mismo.
—Entonces, ¿le gustan sólo los hombres? —dijo Yu—Ahora entiendo porque no le agrada la reina. Que mal por ella.
—Esto es inesperado, pero al mismo tiempo no me sorprende mucho. Hacer algo tan atrevido y fuera de la regla... definitivamente es algo que tú harías—dijo Naurif suspirando.
—Es verdad que me gustan los retos y lograr lo imposible, pero esto es diferente—contestó con una sonrisa y se encogió de hombros—Las cosas solo pasaron y ya.
—En todo caso, te deseo lo mejor—y se inclinó estando ahí sentado.
—Le deseo feliz, majestad—y Yu también se inclinó.
—Gracias—dijo encantado, con una sonrisa complaciente—Y espero que lo traten igual de bien como en el pasado, aunque un poco diferente en algunas cosas; no me gustaría que lo vieran como un esclavo, hace tiempo que ya no lo es. Incluso tiene un nombre, pueden referir a él como Khalid en el futuro.
Naurif se sorprendió de escuchar su nombre. Y que sus dos nombres lleven la letra K...
—Un placer, Khalid—saludó Naurif, ahuecando las manos.
—Lo mismo digo Khalid, es un gusto—añadió Yu, también con gestos de cortesía.
—También es un placer. Gracias por sus palabras—respondió Khalid de la misma manera, un tanto conmocionado por la nueva experiencia.
—Pero los demás lo seguirán viendo como un esclavo—comentó Yu—¿Qué planea hacer, majestad?
—Eliminar la esclavitud, por su puesto.
—También lo suponía—dijo Naurif, meditando—Desde que supe que implementaste la servidumbre supuse que querías reducir la esclavitud, aunque no creía que quisieras eliminar por completo. La influencia de Rouseth será de gran ayuda, pero aun así será un proceso duro. El consejo ha de suponer lo mismo que yo, con todos esos cambios sutiles que has hecho... Me pregunto si te apoyaran.
—Lo harán—dijo con confianza—Aunque ellos sean mi consejo, yo soy el rey. Yo mando aquí...—suspiró, recostándose más en Khalid—Y aun así hay gente que quiere desafiarme.
La actitud perezosa de Kierab no opacaba su aura de autoridad, con esos ojos entrecerrados, fríos y sin piedad. Su actitud tan relajada era como la de un ser supremo, que sólo mira hacia abajo, cómo si sus enemigos fueran sólo hormigas.
—¿Hay tales personas? —exclamó Yu, admirado—No sé si son muy valientes o estúpidas.
Naurif supo hacia dónde iba esta conversación.
"Así que también quiere contarle a Yu. Bueno, supongo que cree que es alguien de confianza."
—Si, arquitecto Yu—Kierab se enderezó, inclinándose hacia adelante y entrelazó sus manos, apoyándolas en sus rodillas—Mi padre no murió de causas naturales, de hecho, fue asesinado.
—Eso...—Yu palideció y miró se reojo a Naurif, quién asintió con pesar.
Kierab contó todo desde el inicio hasta llegar a lo más reciente; los descubrimientos de Ra'Shira de la conspiración contra el trono y de la inevitable guerra civil que se aproximaba. De sus planes sobre controlar al enemigo dentro del ejército y de preparar rutas estratégicas dentro del castillo y las murallas. De la colaboración de los esclavos y de su pronto viaje a Rouseth.
—De lo demás me ocupo yo, pero ustedes dos tienen un papel muy importante; Naurif, quiero que controles los infiltrados en el ejército y los mantengas vigilados, y arquitecto Yu, quiero que le ayudes a formar las rutas de batalla, quiero que se hagan modificaciones en el castillo y en las murallas, y no hace falta mencionar que se debe hacer en secreto. Quiero que cuando llegue el momento de la guerra tengamos todas las probabilidades a favor.
—No se preocupe majestad, haré todo lo que esté en mis manos y más—dijo Yu, eufórico por comenzar.
—Por ahora son pocos dentro del ejército, será fácil monitorear sus movimientos, aunque aún no sepamos sus intenciones exactas.
—¿Sabe en quiénes podemos confiar? Necesitaré mucha mano de obra, pero si por error confiamos en un sólo enemigo ...—dijo Yu.
—Shira tiene una lista de nuestra gente de confianza, no se preocupe. Por ahora la mayoría de los arquitectos principales se han mostrado como personas de confianza. Se las daré ahora por la noche.
—Ya que este asunto está resuelto quiero hablar de otra cosa—dijo Naurif—Dices qué planeas viajar a Rouseth, pero... Shira trabaja como una espía en todo esto, ¿No sería mejor que se quedara? ¿O tienes algún plan para eso? También no estoy muy seguro de tu idea; dejar el reino de nuevo en estos momentos tan importantes...
—No te preocupes, Shira ha escogido a un grupo de esclavos muy inteligente; son de plena confianza y nadie se cuidaría de un esclavo. Además, ellos son los que más han proporcionado información a Shira, ya están bastante familiarizados con ella y toda esta situación. Luego iré a hablar con ellos en persona. Dejaré todo eso preparado antes de irme.
—Si estás seguro, confiaré en tu juicio. Nunca te has equivocado cuando se trata de cosas importantes—dijo Naurif con una sonrisa en modo de rendición.
—Y sobre mi viaje no te preocupes. Si un rey está ausente los traidores saldrán más fácilmente, estarán confiados y actuarán. Por eso quiero dejar a usted dos a cargo mientras no estoy. También se pueden apoyar en la señora Jami.
—De acuerdo. Juro por mi vida que acabaremos con todos—respondió Naurif, con un brillante fuego salir de sus ojos.
—Cuando vuelva espere resultados favorables—dijo Yu—Los garantizo.
—Cuando atrape al líder de esos bastardos lo ejecutaré con mis propias manos—dijo Kierab, sintiendo la sangre caliente—Pagara mil veces esta ofensa contra mí... y por el asesinato de mi padre. Y cuando ese día llegue mi reino renacerá de entre la asqueroso sangre derramada de nuestros enemigos. Cualquiera lo pensará dos veces antes de volver a intentar algo contra mí.
—Lucharé con gusto a su lado—exclamó Naurif.
—Trabajaré sin dormir hasta que ese día llegue—añadió Yu.
Kierab se sintió reconfortado al ver que tenía a dos personas tan capaces apoyándolo. Bebió de su té y poco a poco se fue calmando.
—Gracias. Aprecio mucho su lealtad. Aunque no es necesario que dejes de dormir—comentó Kierab, aliviando su pesado humor—También es bueno que te relajes y descanses un poco.
—Aprecio su preocupación—y dijo, con una sonrisa, sintiendo bastante a gusto—Pero no se preocupe, encontré una forma para descansar. En verdad me funciona mucho.
—Bueno, entonces me alegro por ti—respondió Kierab.
—En fin—interrumpió Naurif, antes de que Yu hablara demás—¿Con quiénes planea ir a Rouseth?
—Quiero llevar a Khalid, Hirbaz y Shira. No lo haré en secreto, pero tampoco haré un anuncio. Entre menos gente sepa de mi partida mejor, a excepción de los conspiradores, claro.
—Hirbaz le será de mucha ayuda en su viaje. Es fuerte y está acostumbrado a viajar, es uno de los pilares de nuestra fuerza.
—¿Sólo tres personas está bien? —preguntó Yu.
—Si, con esas bastan. Hablaré con él mañana por la tarde y le contaré todo lo que hemos hablado el día de hoy.
—¿Cuánto tiempo estará fuera? —volvió a preguntar Yu.
—Dos meses tal vez, el viaje es un poco largo y no quiero apresurarme. Será un recorrido tranquilo y normal....
Siguieron hablando un rato más y poco a poco fueron incluyendo a Khalid en la conversación al volverse más casual. Y de esta manera Yu y Naurif se dieron cuenta que era alguien bastante inteligente y elocuente. Se podía notar, con sólo oírlo hablar, que había leído muchos libros, además de que sabía un poco de armas y de lucha.
Podían entender porque Kierab lo tenía en alta estima. Era alguien muy capaz, lleno de un gran potencial. En el futuro sería alguien grande.
Se despidieron luego de una hora y salieron, pero Kierab quiso pasear un rato por las murallas antes de volver al castillo.
Primero subieron por un tramo despejado que daba una amplia vista hacia el pueblo. Subieron por unas escaleras angostas y llegaron al borde de la muralla. Cada cientos de metros había una almena redondeada que unía los muros, y el borde de estos tenía bloques cortos, que llegaban a la altura del pecho.
El viento soplaba fuerte ahí arriba. Ambos estaban en silencio, ningún guardia patrullaba ese tramo. El ambiente era bastante agradable.
Pero Khalid no pudo evitar pensar en una cosa:
Kierab dijo que cortaría sus lazos matrimoniales, después de todo, él dijo que quería casarse con él, que sólo quería estar con él. Pero, entonces ¿Cómo tendría un heredero? Naurif y Yu-say sabían lo que conlleva la decisión de Kierab y aun así no dijeron nada ¿por qué? Inevitable estaba un poco preocupado por ese tema. Kierab estaba orgulloso de su apellido real y cumplía sus obligaciones como rey en todo sentido, era totalmente fiel a su papel. ¿Que esté con él acaso no era un obstáculo para poder ser un rey completo y digno?
Seguían caminando en silencio, pero cuando Kierab quiso buscar su mano para tomarla notó a Khalid bastante pensativo.
No era adivino, pero suponía que todavía estaba un poco intranquilo respecto a su relación o alguno similar.
—¿En qué piensas? ¿tiene que ver conmigo? —preguntó Kierab con un tono suave.
Khalid salió del trance y se detuvo, lo miró en silencio. Pensó unos segundos y dijo:
—Dijo que quería casarse conmigo, pero entonces, ¿quién será su heredero?
Kierab suspiró al saber cuál era su inquietud. Entendía el trasfondo de su preocupación, pero no había porque estarlo...
—Naturalmente, escogeré a un niño que crea adecuado, no importa si no es de sangre noble. Lo educaré para que sea un buen rey.
—Pero entonces...—se obligó a hablar, arrugando las cejas—La sangre real se perderá.
—Sabes lo comprometido que estoy con mi papel como rey y cuánto venero las normas que me hacen uno. Según todo eso puedes suponer que el tema de un heredero es algo muy importante y delicado. Algo que mi padre cuidaría meticulosamente...
Sonrío suavemente y tomó la mano de Khalid entre las suyas, sintiendo su temperatura cálida, agradable al tacto.
—Pero desde que te amé estuve dispuesto a renunciar a ello. Por ti dejaré mi deber, renunciaré a tener un heredero. Renunciaré a mi apellido; a seguir con el linaje real. Tú eres más importante que todo eso.
Ese día, cuando Khalid casi renuncia a él, Kierab estaba tan desesperado que incluso pensó en renunciar al trono para estar con él.
"Si Khalid no puede estar conmigo porque soy el rey, entonces ya no quiero serlo..."
Fue un pensamiento de un segundo, pero aun así lo pensó. Renunciar al trono por él, a su identidad, a su vida....
"Pensar en dejar el trono, aunque solo haya sido por un segundo... sólo eso ya no me hace tan digno. Me hace ser débil."
"Estar con Khalid me hace débil y vulnerable. Tanto que pensé en renunciar a algo tan importante como eso... Pero no me importa serlo. Él es muy importante, tanto como mi corona."
"Renunciar a cualquiera de los dos es como renunciar a mí mismo, a mi propio espíritu, el cual me hace quién soy. Estas son las dos cosas por las que jamás podría renunciar. Renunciar a ellas sería como aceptar la muerte..."
Por un momento Kierab se desilusionó de sí mismo, pero sabía que tomar una medida tan drástica sólo lo haría si fuera su última opción. Primero lucharía, hasta su último aliento, para obtener ambas cosas; el amor y su corona. Era alguien obstinado, alguien que siempre lograba lo que quería.
"Renunciar a mi heredero es sólo un pequeño sacrificio que estoy dispuesto a aceptar. Pero no planeo renunciar al trono, no si aún tengo una opción. Lucharé para tener todo lo que quiero, sacrificando mi alma si es necesario."
—No pienso renunciar a ser el rey, pero tampoco planeo renunciar a ti...
Kierab besó su mano y habló, con los labios pegados en su piel:
—Si pienso en una vida sin ti, siento que podría morir de la tristeza. Tú eres parte mi vida, de mi corazón. Tendría todo el oro y el poder del mundo, pero si no te tengo a ti, ¿de qué me sirve todo eso sí no soy plenamente feliz?
Khalid se estremeció, sintiéndose tocado de corazón.
Una persona que lucha por lo que cree correcto y por todo lo que ama... Esa es una de las razones por las que ama y admira tanto a Kierab.
—Gracias—se acercó a él y lo abrazó, tomándolo desprevenido—No sabe lo feliz que me siento al ser alguien tan importante en su corazón.
Kierab sonrío y le devolvió el abrazo.
—También me siento feliz por ello...
"Puede que estar con Khalid me haga más débil, pero también me hace mejor persona..."
Por la tarde Kierab convocó a Hirbaz a solas para hablar. Se sentaron en un pequeño pabellón, ubicación en el jardín sur, uno de los cuatro grandes jardines, que juntos, conformaban el gran jardín del palacio. Tenían la vista de grandes y frondosos árboles, arbustos y flores, una gran fuente de piedra blanca y pasillos largos de losas de piedra, que atravesaba el jardín, decorado con arcos en el trayecto del camino, de los cuales colgaban enredaderas con flores rojas.
El lugar se sentía bastante fresco por la brisa y los árboles, más el pabellón de techo alto, dejando una sensación refrescante.
—¿Tu jugo de limón está frío? —preguntó Kierab, luego de verlo tomar un sorbo.
Hirbaz estaba sentado frente a él, ambos en una pequeña mesa redonda. Hirbaz vestía una camisa blanca, sin mangas, dejando al descubierto sus fuertes brazos, y un pantalón negro de tela gruesa y botas altas. Su expresión seguía viéndose feroz, con sus hermosas cejas afiladas, pero frente al rey, envés de verse rebelde, se veía valeroso, confiable y leal.
—Está bien, no se preocupe, majestad. Gracias por su atención—dijo rápidamente.
—No es nada. Es un placer atender tu visita—y bebió también del suyo—Eres alguien muy importante en mi ejército, de verdad aprecio mucho tu trabajo.
—Me halaga demasiado—respondió con modestia, pero por dentro se sentía lleno de orgullo.
—¿De qué hablas? Eso es quedarse corto—y sonrió—Eres alguien en quién confío plenamente, y por eso quiero hablar contigo sobre un tema muy importante...
—Será un honor. Escucharé con todo gusto cualquier cosa que quiero confiarme. —dijo, inflando el pecho.
—Hace tres años, cuando volví para ser coronado, descubrí por mi propia cuenta que mi padre en verdad fue asesinado.
—¡¿Qué?!—su expresión se distorsionó en un segundo, de impacto a la ira.
—Ahora tengo una idea de quienes podrían estar detrás de ello. Y quiero que me ayudes en esto.
—¡Con gusto le ayudaré a matar a esos hijos de puta! —rugió con ira, apretando los dientes—Pagarán mil veces lo que han hecho. ¡Malditos traidores!
—Me alegra oír eso—dijo, relajando su expresión al ver su disposición.
Kierab lo puso en contexto; le habló de los sospechosos y de la guerra que podría desatarse, y de quienes estaban al tanto de esta información. Hirbaz mostró todo su apoyo, jurando luchar en cualquier batalla, incluso si eso lo llevaba a la muerte.
—Pero, ¿Quién le ha ayudado a descubrir todo esto? ¿O lo hizo todo usted solo? —preguntó con curiosidad.
—Bueno, supongo que estamos en una parte más agradable de esta historia—dijo Kierab, sonriendo con suavidad—Fue Ra'Shira quien me ayudó a investigar.
—¿La señora Ra'Shira? —exclamó asombrado y confundido.
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