Capítulo 28: Sentirse ansioso
[Doceavo mes. Invierno.]
Shira sujetaba una espada larga, arremetiendo contra Khalid, quién, con un movimiento rápido, detuvo su avance, sosteniendo dos cimitarras¹ en la mano, deslizaba la espada de Shira sobre ellas con gran facilidad, desviando su ataque de manera suave mientras giraba su muñeca. Recibió así cada ataque de Shira, sin cansarse en lo más mínimo.
—Alto—exclamó Shira.
Ambos se detuvieron, Khalid bajó sus armas, pero no se veía demasiado cansado.
—Tomemos un breve descanso, luego volveremos al palacio para estudiar un poco. Repasaremos todo lo que has aprendido.
—Si.
Cuando Shira le mostró el arma que podría encajar con él, Khalid se sorprendió al verla...
—Quieres protegerte a ti mismo y a tus seres queridos, con un arma que jamás pierda. Bien, con esto nunca perderás.
Sobre la tela extendida había un sin fin de pequeños cuchillos y agujas de diferentes tamaños, frascos muy pequeños, con líquidos y polvos de diversos colores, junto a un par de cimitarras, ligeras y delgadas.
—¿C-Cuál de todo esto es...?
—Todo.
—¿Todo?
—Si quieres ser fuerte existe una clase de arma con la que nunca perderás, si la usas bien. Debes seguir entrenando con la espada con el rey y yo te enseñaré a usar espadas dobles, pero hay una razón importante para esto; usar dos armas en cada mano es difícil, por lo tanto, cuando uses sólo una, se sentirá más fácil. Pero no te preocupes, no será un desperdicio, hay muchas ventajas al usar armas dobles. Sin embargo, al final, las espadas no serán tus armas definitivas, sino, estás: armas sigilosas, silenciosas y mortales.
Shira levantó uno de los números frascos y dijo:
—Creo que sabes lo que es esto ¿no?
—Es...veneno—contestó, tensando su expresión.
—Así es—alzó el frasco, mirando el interior. Un líquido amarillento se vislumbraba con la luz, viendo hermoso y ligeramente espeso—Puedo saber lo que piensas con sólo ver tus ojos. Dudas.
—Es sólo que...no es la fuerza que esperaba.
Shira sonrió e hizo rodar el frasco en sus dedos, lo observó por unos segundos y habló con un tono lleno de seguridad y convicción:
—Puedes ser fuerte usando la espada o las cimitarras, pero créeme cuando te digo que esta arma es la más fuerte de todas. Claro, no te traerá gloria, no te admirarán por usarla, incluso dirán que es algo cobarde y deshonroso, pero contéstame algo: ¿Quién vivirá al final? ¿Él que intentó matarte usando una espada, o tú, quién que secretamente usó una pequeña aguja con veneno, mientras peleabas con él?
Si quieres proteger lo que más amas, si quieres derrotar a tu enemigo en secreto, sin arriesgarte a ti mismo y a los demás, sin arriesgar a tu rey, este es tu camino.
—...Entiendo lo que dices, tienes razón.
—Por supuesto, pero no debes confiar sólo en el veneno, también es importante saber pelear. En algunos casos tendrás que acercarte a tu enemigo, y en el curso de la pelea usar tu arma secreta. Por esa razón te enseñaré a usar Agua ligera. Con todo esto serás tan fuerte que te sentirás invencible. Lo prometo.
—... Invencible—apretó la mano en un puño y dijo, con llamas ardientes en sus ojos—Está bien. Aprenderé lo que me digas.
Shira sonrió al ver la determinación en sus ojos. Presentía que Khalid sería un buen aprendiz...
Llegaron al palacio y entraron en la estudio del rey. Khalid tomó asiento y comenzó a interrogarlo. Shira le enseñó una gran variedad de venenos, la forma de conseguirlos, sus efectos, el tiempo que tardan en reaccionar y sus respectivos antídotos. Era muy importante saber los síntomas que causaban, ya que con ello se puede saber la velocidad con la que daña al enemigo. También por si algún día Kierab resultaba envenenado, como su padre.
—Has respondido correctamente a todas mis preguntas. Sigue así. Ahora veremos un veneno bastante común que se extrae de...
Siguieron estudiando incluso después de la cena. Tomaron y pequeño descanso y ambos volvieron a la habitación de Kierab. Khalid tomó un baño, se vistió rápidamente y se acostó en la cama. Shira se sentó en una silla junto a él mientras sacaba un pequeño rollo de cuero. Dentro había una aguja y un pequeño frasco. Metió la aguja dentro del líquido, mientras Khalid estiraba el brazo hacia ella.
—¿Listo?
Khalid respiró profundo y asintió.
Shira palmó su brazo en busca de una vena, y cuando estuvo lista metió la aguja atravesando su piel con facilidad. La sacó luego de unos segundos y guardó todo.
Una sensación caliente se apoderó de su cuerpo poco a poco, se sentía pesado y un tanto entumecido. Pasaron diez minutos y Khalid se concentró solamente en respirar, con los ojos cerrados, tratando de sentir todo con claridad.
Si iba a usar venenos como arma Khalid no debía ser vulnerable a ellos. Por lo que, todas las noches, Shira usaría en él todo tipo de venenos para hacerlo inmune. Era un procedimiento tediosos y complicado, el cual duraría alrededor de tres años, haciéndolo inmune a la mayoría de venenos.
En realidad el tiempo era corto si lo comparabas con los resultados, pero el procedimiento no era milagroso, ya que todo es gracias a los conocimientos médicos de Rouseth y sus avances, los cuales podían hacer a una persona inmune a los venenos. Una ventaja maravillosa.
Lo malo era que el procedimiento era doloroso y largo, y que no a cualquier se lo harían. La técnica utilizada era conocida por muy pocos, usada sólo en los sirvientes y guerreros más fieles e íntimos de la reina, llamados usualmente como perros, siendo Shira uno de ellos.
—Sólo soporta cinco minutos más y te daré el antídoto—dijo Shira, al verlo pálido y con los dientes apretados.
Khalid asintió.
Tenía que soportar el veneno por diez minutos para luego recibir el antídoto, pero esto no lo curaría del todo, ya que la dosis de la medicina sería menos de la necesaria. Soportaría los efectos del veneno por varias horas más, pero de manera más leve y no mortal.
Shira preparó el antídoto, y justo cuando iba por el brazo de Khalid él la detuvo.
—S-Sólo cinco minutos más—dijo, sintiendo un nudo en la garganta.
—¿Estás seguro?
El máximo de tiempo que podía tener el veneno en su organismo era de veinte minutos, luego de eso las consecuencias serían mortales, su cuerpo se vería deteriorado y sus órganos se dañarían permanentemente.
—Quince minutos...es mejor que diez... Dijiste que si lo soporto por más tiempo eso reduciría los años. No quiero esperar tres años. Yo...lo haré en dos.
—Luego de los diez minutos se vuelve realmente doloroso—dijo Shira, poniendo la aguja en la mesa de noche—Pero si esta es tu decisión...
Khalid logró abrir los ojos para verla, expresando su fuerte determinación, diciendo "Puedo hacerlo".
Se sintió cada vez más mareado, un dolor agudo en el pecho, y unas fuertes náuseas que lo invadían una y otra vez, pero tenía que soportarlo, si vomitaba los efectos serían menores.
Apretó las sábanas mientras se retorcía ligeramente, tratando de pensar en otra cosa para ignorar el dolor. Pensaba en la razón de todo esto...
"Lo hago para ser más fuerte, para estar con Kierab. Quiero estar con él y ayudarlo. Entre más rápido sea inmune es mejor, así podré usar mi sangre como antídoto para cualquier veneno. Si alguien quiere matar a Kierab yo lo salvaré. Voy a protegerlo, cueste lo que cueste..."
Esos cinco minutos fueron eternos. Casi se desmaya, con el cuerpo cubierto en sudor, sintiendo como si todos sus órganos se quemaran dentro de él.
Shira administró la medicina y le dio un poco de alivio, los síntomas sólo se volvieron soportables, mientras disminuían poco a poco, muy lentamente. Ella se despidió y lo dejo solo.
Khalid tardó mucho tiempo en conciliar el sueño, pero se dijo a si mismo que todo esto valdría la pena. Y luego de dos horas por fin se quedó dormido.
Estaban entrenando de nuevo en la selva. Khalid practicaba el lanzamiento de cuchillos y agujas, siendo un poco difícil dado el tamaño de las armas. Luego pelearon usando Agua ligera, y cuando ya eran las cuatro de la tarde decidieron regreso al reino. En invierno el cielo oscurecía más rápido y el frío caía más bajo, debían regresar a tiempo para que Khalid pudiera seguir estudiando.
Llegaron al palacio, pero no pasó mucho tiempo, cuando Fa'ya mandó a llamar a Khalid. Estaba un poco nervioso, esta era la primera vez que la reina lo llamaba desde que Kierab se fue, pero tenía una idea del porque lo había mandado a llamar.
—Adelante—dijo Fa'ya al escuchar tocar la puerta, desde el interior de su habitación.
—Buenas noches, majestad—saludó Khalid haciendo una reverencia y entró.
—Toma asiento—indicó con una sonrisa.
Khalid se sorprendió. Nunca espero que le invitara a tomar asiento. Miró la silla que estaba frente a ella y obedeció.
—Te ves un poco cansado—comentó Fa'ya, bebiendo de su copa de vino—¿Es cansado servir a esa concubina?
—Gracias por su preocupación, mi reina—dijo, agachando la cabeza—A veces es un poco difícil, ella me pide que la acompañe al exterior siempre que quiere salir.
—Si, he notado que sale muy a menudo—comentó apretando los dientes ligeramente. Le indignaba y odiaba las libertades que Kierab le había dado—Y dime, ¿qué es exactamente lo que hace esa mujer?
—Le gusta mucho montar a caballo y cazar animales salvajes. También le gusta entrenar.
—¿Usa algún arma? —preguntó curiosa.
—Pelea cuerpo a cuerpo y usa una pequeña cimitarra.
Shira y Khalid sabían que esto podría pasar, por lo que ya habían acordado qué es lo que diría si la reina lo interrogaba.
—Ya veo...Es por eso que siempre te ves tan cansado. Debe ser duro soportar las palizas de esa horrible mujer, es un gran pecado que ella haga eso con el esclavo favorito del rey...—lo miró con compasión, entrecerrando sus hermosos ojos ámbar y torciendo su largo cabello ondulado—Escucha esclavo, yo puedo ayudar. Puedo hacer que tu vida sea un poco más fácil, pero primero debes cumplir con mi petición.
—¿Qué petición, majestad? —preguntó temeroso.
—No te preocupes, no es nada difícil. Sólo quiero que me digas porqué al rey le gusta tanto esa concubina, ya que es algo que tú obviamente sabes—dijo, cambiando su mirada por una un poco más frívola.
—Bueno...—Khalid respiró profundo y trató de calmar el extraño sentimiento que comenzó a brotar desde que comenzó a hablar con la reina—Por las cosas que he visto y escuchado, al rey le gusta como se ve esa concubina; le gusta su piel trigueña y su cabello oscuro, sus...pechos pequeños y su cuerpo sin muchas curvas, dice que es... agradable a la vista. Su mirada, su voz y sus acciones.
—¿Qué acciones? —preguntó con disgusto.
—Ella...—tragó saliva y contuvo la vergüenza—Es tímida y feroz al mismo tiempo. C-Cuando lo hacen es ruda en algunos aspectos y se deja llevar por el calor del momento. El rey dice...que con sólo ver su cuerpo, su rostro y su piel, es seducido por completo.
Fa'ya rechinó los dientes y arrojó la copa que estaba bebiendo. Apretó su puño y golpeó la mesa llena de ira.
"¿Su rostro y su piel? Esto me enferma, ¿cómo voy a competir contra eso?¡Somos completamente diferente! ¿En serio le gustan los pechos pequeños y un cuerpo sin muchas curvas? El rey tiene unos gustos tan mediocres..."
—¿Estás seguro de lo que dices? —interrogó, usando una mirada siniestra.
—Por supuesto, mi reina—Khalid rápidamente se arrodilló sobre el suelo y tocó el piso con su frente—Jamás me atrevería a mentirle.
Porque en realidad era todo casi cierto. Los verdaderos gustos de Kierab iban disfrazados en sus palabras.
Fa'ya lo observó con disgusto por un largo tiempo. Se quejó chasqueando la lengua y cruzó las piernas.
—Levántate—miró el vino derramado en el piso y añadió—y limpia eso.
Khalid obedeció de inmediato. Buscó un trapo y comenzó a limpiar rápidamente mientras pensaba. Un sin fin de sentimiento se revolcaban en su interior; al hablar con la reina sintió como si él fuera en realidad la concubina y comenzó a sentirse ansioso.
Tenía un mal presentimiento sobre el desenlace de esta situación...
Khalid siguió con su entrenamiento, aunque en algunos momentos se sentía ansioso por ser más fuerte. Quería que el tiempo pasara más rápido, pero trataba de ser paciente y no perder la cabeza.
Pasó una semana desde que la reina lo había llamado, y justo cuando creyó que no volvería a pasar ella volvió a convocarlo.
—Cuéntame más sobre la relación entre el rey y la concubina—exclamó con ímpetu.
"¿Qué más quiere que le cuente?"
Pensó Khalid exasperado.
—Como diga, majestad...
Khalid comenzó a decir más mentiras que verdades, ya no sabía que más decirle a la reina. Además, no quería revelar experiencias que él mismo había vivido con Kierab, ni siquiera que fuera parte de la mentira. Mayormente esa era la razón por la que decidió mentirle por completo. En su corazón había algo que lo hacía sentirse disgustado, y al mismo tiempo indigno de sentir ese disgusto.
"Estas vivencias y recuerdos son míos...no quiero que ella los sepa. No quiero que ella urge en la relación que tenemos el rey y yo..."
—¿A-Al rey le gusta hacer eso? —interrogó asombrada luego de terminar de escucharlo.
—Si, majestad.
Fa'ya guardó silencio mientras meditaba:
"N-No creo poder hacer eso. Es demasiado... Pero debo intentarlo"
—Dime, ¿qué me aconsejas para acercarme al rey?
Khalid trató de ignorar los sentimientos que iban creciendo cada vez más. Desde que comenzó a hablar con la reina empezó a sentirse extraño.
"¿Celos? ¿Envidia? ¿Egoísmo?"
Quizás era un poco de todo eso. Pero, aunque Kierab le había dado un lugar en su corazón y lo trató como un hombre libre y lo amo desde lo más profundo de su corazón, aun así, no se sentía con el derecho de sentirse así. Sin embargo, esos sentimientos eran demasiado intensos, no permitiría que ella se acercara a Kierab. Sabotearía todos sus intentos y le daría consejos falsos. Aunque no fuera lo correcto.
—Al rey le gusta que ella de el primer paso. Qué se muestre decidida, pero que también que sea coqueta y suave.
—¿Y sobre "eso" que le gusta hacer al rey? ¿Debería intentarlo?
—Al rey le gustará, pero el momento debe ser oportuno. La decisión está en sus manos—respondió con un tono seguro y respetuoso.
—Bien, puedes retirarte. Es posible que vuelva a llamarte en el futuro, así que debes estar atento.
—Como diga, majestad.
Khalid asintió y se fue, pero a pesar de todo lo que hizo, no se sentía bien. Luchaba por controlar esos sentimientos enfermos de celos y envidia, mientras algo que creía haber superado desde hace mucho, comenzó a atormentarlo poco a poco sin que se diera cuenta.
Mini teatro
Reina: ¡¿Por qué el rey no me ama?!
Rey: Bueno... *Enamorado de su esclavo* *Descubrió que le gusta ser más el de abajo*
Reina: ¿Y bien? ¿qué tengo que hacer para que te guste?
Rey: Lo siento, no puedes hacer nada. No tienes pene. ┐('-`)┌
Reina: (,,꒪꒫꒪,,) *procesando* Qué??!!
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