Capítulo 18: Mordida

Kierab se agachó con gusto y prestó atención. Luego de escuchar un poco sonrió con lentitud y sus ojos se alegraron junto con una mirada misteriosa.

—Tienes razón, tu consejo es muy sabio. Así lo haré.

—Gracias por tomar en cuenta mis pensamientos—dijo bajando la mirada.

"¿Qué le dijo esa maldita hija de perra?"

Pensó Fa'ya con ira.

Se retiraron del salón, con Lahra junto a Kierab, sin despegarse ni un momento de él.

"Tengo que averiguar qué le dijo"

[...]

Al escuchar a Kierab todo el consejo se sorprendió por su cambio de decisión tan repentino.

—¿Por qué cambió de opinión? —preguntó Rodius con curiosidad.

"¿Será que se enamoró de la reina Khazal?"

—Hablé con ella y tiene razón. Los demás no creerán que es un matrimonio sincero si no usamos el sedán matrimonial. Es importante que vean nuestra unión—respondió Kierab con seriedad.

"¿Cómo puede poner una expresión tan relajada y normal cuando está hablando de acostarse con Lahra el día de su boda?"

Todos se preguntaban más o menos lo mismo, mirando en secreto a Fa'ya, ya que según todos sabían, ella y el rey nunca habían intimado.

Fa'ya se sintió tan enfurecida que no pudo ocultar sus helados ojos. No podía creer que Lahra había logrado en dos días lo que ella no logró en dos años. Pero no podía reclamarle nada a Kierab, aunque estuviera celosa, después de todo seguía siendo el rey.

—Tiene sentido—dijo la señora Yamil de Justicia—Ambos reinos eran enemigos hace apenas unos días, si desprecia a la reina de Rouseth en su noche de bodas no verán la sinceridad de la alianza.

—Concuerdo con Yami—dijo el tesorero.

Todos asintieron y dieron su aceptación, sin importarles los pensamientos de Fa'ya.

—Entonces hay que preparar el sedán—dijo Rodius.

—Bien—Kierab se levantó y dejó a todos con sus responsabilidades.

No miró a Fa'ya en ningún momento ni se despidió de ella al salir. El consejo la miraba con cierta lástima, pero realmente no les importaba lo que le pasara.

"Ya estoy harta. Fui paciente por dos años, respeté su momento de luto y no lo presioné a nada, pero con esto veo que está bien como para acostarse con alguien más. Dejaré de ser cuidadosa e iré más rápido. No puedo quedarme atrás..."

Fa'ya estaba decidida a ser más insistente. Desde ahora haría lo incansable hasta que Kierab termine por rogarle tener sexo con ella.

El día de la boda llegó. Por la tarde todos los nobles y gobernantes de los estados se reunieron en el salón de ceremonias. Las paredes eran descubiertas, por lo que todo el reino podía admirar el rito matrimonial.

Kierab usaba la misma bata de manga ancha que cuando se casó con Fa'ya y la demás ropa ceremonial. Su rostro estaba decorado con detalles de pintura dorada, y una delicada corona adornaba su cabeza. Lahra iba vestida de rojo, usando una corona de novia tradicional de su reino.

Ambos caminaron hacia el altar, el sacerdote dio su discurso y dieron sus votos, pero fueron bastante normales y no tan intensos como el de Kierab el día del ensayo. Se prometieron quererse y ayudarse mutuamente, y que nunca abandonarían al otro sin importar las circunstancias.

Luego subieron al carruaje y desfilaron por las calles del reino hasta llegar al palacio. Las personas le aplaudían y le deseaban lo mejor a los recién casados. Sabían que esta boda traería paz y bienestar para todos, además, habían escuchado muchas cosas buenas sobre la reina de Rouseth.

En el palacio se celebró una cena bastante animada, con música alegre, comida, vino y personas que hacían pequeñas demostraciones a la pareja. Danzas tradicionales, música, declamación de poesía y una corta dramatización de una comedia.

Kierab y Lahra se la pasaron bastante bien. Kierab a veces se acercaba a ella y le explicaba algo en el oído, ella asentía y sonreía con gracia al escucharlo.

La media noche se acercaba y el sedán de bodas estaba listo.

—Agradezco a todos su presencia, el entrenamiento de ahora fue maravilloso. Los cuidados de Krastos poseen mucho talento, y estoy feliz de poder disfrutar de él. La comida estuvo deliciosa, agradezco mucho a los cocineros del palacio. Y también agradezco a cada invitado, verlos a ustedes me demuestra cuánto apoyan y velan por el bienestar del reino.

Kierab y Lahra se inclinaron ante todos y recibieron un fuerte aplauso. Una melodía alegre y encantadora comenzó a sonar, anunciando el viaje en el sedán.

Los esclavos bajaron el sedán, dejando que los invitados vieran el costado de este. Hecho de madera blanca y telas rojas, espaciosa y cómoda, revestido en su interior de colchón suave y almohadas. Kierab y Lahra subieron, apartando la cortina de seda y subieron.

Los seis esclavos lo levantaron y se fueron por el pasillo, dejando atrás las voces los demás invitados.

El camino se volvió silencio luego de unos minutos, el lugar era solitario y bastante lejos de todo. Un pequeño golpe vino del interior del sedán y este paró.

Un segundo después salió Lahra de un salto, miró hacia atrás por última vez con una sonrisa y saltó por una ventana.

Otro golpe sonó y el sedán reanudó su camino...

"Espero que sean felices"

Lahra le deseó lo mejor a Kierab, suspiró y luego pensó en Med, quién estaba en su habitación, esperando por ella a petición suya.

"Es mi primera noche de bodas, es imposible que no pase la velada en compañía de un buen hombre"

Se rio entre dientes mientras aún estaba colgada del borde y subió con facilidad, arregló su vestido de novia y corrió por el techo del palacio, en dirección a su habitación...

—¿Por qué tan tímido? No somos unos extraños, puedes acercarte un poco más—dijo Kierab cerca de su oído. Dentro del sedán era espacioso, pero aun así Khalid sentía que era bastante estrecho.

—Majestad...

La oscuridad rojiza dentro del sedán lo hacía sentir nervioso, más la voz de Kierab, la cual era suficiente fuerte como para que los esclavos lo oyeran.

Pocos minutos antes de la media noche Kierab salió un momento de la fiesta y le pidió a Khalid entrar al sedán. Khalid no entendía por qué, quería negarse, pero la mirada de Kierab no lo dejó hacer nada.

Y ahora que estaban juntos, y solos, Khalid entendió sus intenciones.

—Me siento un poco mareado—dijo Kierab y lo abrazó por la cintura, apoyando la mejilla en su hombro.

El aroma a incienso de cereza y el vino invadió los sentidos de Khalid, sintió su aliento caliente y sus fuertes manos tocando su cuerpo.

—Adoro tocar tu piel, ¿te molesta que lo haga? —dijo Kierab, levantando la cabeza para mirarlo.

—N-No me moleste, pero... ¿podría bajar un poco la voz? —dijo nervioso.

—¿Tienes miedo de que escuchen? Ellos no dirán nada, además, todos los esclavos saben lo mucho que te quiero.

Cuando Kierab le quitó los grilletes, en la residencia de los esclavos la noticia se esparció como la pólvora. Murmuraban en secreto y hacían muchas especulaciones sobre el rey. Fueron los días más entretenidos para los esclavos debido al nuevo chisme, pero todo lo que hablaban de mantenía bajo control, ya que eran muy reservados y cuidadosos. Una nueva clase de admiración y respeto se había formado hacia Kierab, por lo que cuidaba sus palabras para no perjudicarlo. Él había sido bueno con todos ellos desde que fue coronado.
En la corte también hubo un pequeño escándalo, pero Kierab se molestó de inmediato y dijo que él podía hacer lo que quisiera con su esclavo.

Kierab siempre guardaba las apariencias frente a los demás, pero cuando había esclavos cerca de Kierab no le daba miedo tratar bien a Khalid. Así había sido desde el principio, y más aún estos últimos meses, desde que le confesó sus sentimientos. Los esclavos sabían cosas, pero a Kierab no le molestaba.

—Así que olvida eso...—se enredó más en su abrazo y sintió el suave movimiento del sedán—Los votos que dije en el ensayo... Con ellos te digo una vez más cuando te amo.

Desde ese día apenas se había dirigido la mirada, Kierab estaba tan ocupado que no pudo decirle nada sobre eso, pero ahora era el momento.

Khalid guardó silencio, sintiendo el abrazo del rey. Calmó sus nervios y respiró profundo, listo para responder.

—Yo...juro que nunca lo haré entristecer, y que mi hombro también sirva de consuelo. Jamás podré olvidar todo el cariño que me tiene, porque está guardado en mi corazón para siempre, y su sonrisa me hará recordar todos los momentos a su lado. Y no me importa que el mundo me abandoné, su existencia es todo el mundo que necesito. Mientras esté a su lado nada me hará daño ni me hará más feliz... Prometo atesorar todo eso, y sin importar que, mi corazón le será fiel sólo a usted.

Kierab permaneció con una expresión tranquilo, pero debajo de la pintura dorada y el maquillaje su rostro se sonrojó. Apretó los labios y contuvo el aliento.

Levantó la cabeza lentamente y lo miró muy de cerca.

—Ya puedes besar al novio...

Khalid lo observó con duda, luego miró sus labios y su deseo de besarlo crecía aún más, pero Kierab no se movía, estaba esperando a que él tomara la iniciativa. Entonces, con el corazón en la mano, cerró los ojos y se acercó.

Kierab no lo hizo esperar y también se acercó. Tocó sus suaves labios y abrió su boca para chuparlos con deleite, respiró profundo y acercó su cuerpo a él, sintiendo su calor y su piel con las manos.

Khalid sintió que algo húmedo se asomó entre sus labios, tocándolo y queriendo entrar poco a poco. Se estremeció y puso sus manos sobre los hombros de Kierab, sin saber que hacer.

El dulce y seductor aroma de la cereza hacía latir más su corazón, y el fuerte sabor del vino penetró en su boca, como si estuviera bebiendo de sus labios.
No pudo resistirse a sus encantos y también abrió su boca, dejándolo entrar como quisiera.

Kierab quería probar más y más sin detenerse, lo besó con más fiereza, tocando su tibio interior y tocó su pecho metiendo su mano debajo de la ropa. La manera en que lo besaba dejó en claro cuanto lo deseaba, dejándolo con los sentidos ofuscados. Sus acciones fueron contagiosas y Khalid se atrevió a mover su lengua junto a la suya, moviendo sus manos hasta tocar su fuerte espalda.

Sin darse cuenta Khalid estaba chupando sus labios con gran apetito, y en un momento de calor sus dientes mordieron su esponjosa piel.

Kierab se sintió fascinado por su acción que no pudo evitar hacer un sonido de deleite con su voz atrapada entre sus labios. Khalid se sintió demasiado exaltado al escuchar aquello que se separó de él y respiró con agitación.

—Me encanta que seas tan apasionado—musitó Kierab lamiendo sus labios y limpiando lo demás con los dedos.

Khalid se sonrojó al extremo y se limpió el rostro lleno de vergüenza, tratando de calmarse. Kierab se acomoda la bata blanca de manga ancha y se lamentó por la ropa tan que traía, la cual cubría toda su piel hasta el cuello.

El sedán se detuvo y bajó lentamente, dejándolo frente a la puerta de la habitación real.

—El camino fue demasiado corto—comentó Kierab—Bajaré primero...

—Permítame—dijo aclarando su garganta con una expresión seria. Salió primero del sedán y le extendió la mano, evitando verlo a los ojos.

Kierab notó que en su rostro habían rastros de la pintura dorada, contuvo su sonrisa y aceptó su ayuda. Bajó del sedán con cuidado, sin despegar su mirada de él.

Khalid por fin se animó a mirarlo cuando bajó por completo, sólo para darse cuenta que su labio se veía bastante colorado por la mordida. Rápidamente volvió a agachar la cabeza avergonzado y lo siguió desde atrás.

Kierab caminó hacia la habitación, sin antes girar su cabeza hacia atrás y decir:

—Gracias.

—Descanse, majestad—dijeron los esclavos en reverencia, sin miedo de mirar su rostro y ver el estado de su boca.

Kierab entró, Khalid miró a los esclavos de reojo y cerró la puerta. Kierab se sentó en una silla y suspiró mirando el cielo, las lámparas de aceite iluminaban con luz tenue y la brisa nocturna apenas se sentía entrar.

—¿Desea que lo ayude con su ropa? —preguntó Khalid en voz baja.

—Mm—lo pensó, pero al final lo rechazó—Puedo hacerlo solo, mejor ve y toma un baño, yo haré lo mismo.

Kierab habló como si nada hubiera pasado, se quitó la corona y se levantó para ir al baño sin mirarlo. No necesitaba hacerlo para saber que estaba avergonzado.

Dentro del espacioso baño se quitó la ropa y tomó un baño rápido, sonriendo sin parar al recordar la escena del sedán, pero también se sentía triste porque no iba a pasar nada esa noche.

Salió del baño y encontró a Khalid preparando un incienso de sándalo. Tenía otro conjunto de ropa y su cabello estaba ligeramente húmedo. Estaba de espaldas a él, sin hacer ningún ruido ni movimientos bruscos.

—¿Le parece este aroma? —preguntó sin girarse.

—Si, sabes que es mi favorito—respondió Kierab y se sentó en la cama.

Khalid se giró y notó que su largo cabello aún estaba mojado, así que tomó una toalla en silencio y se acercó para secarlo.

Kierab no dijo nada y dejó que lo hiciera por él. Cerró los ojos y sonrió.

—Es un poco triste pasar esta noche solo.

Khalid escuchó su encantadora voz hacer eco en la habitación, claramente con un toque seductor. Observó las gotas de agua que se deslizaban por su espalda desnuda, blanca y llena de marcas. Las heridas se habían curado bastante bien y no se veían mal ni dolorosas en absoluto.

—Si quieres puedes hacerme un poco de compañía. No te preocupes, no haré nada—añadió casi en un susurro.

Khalid no respondió nada y terminó de secarlo.

—Puedes apagar la luz—dijo Kierab y se acostó en su cama, cerrando los ojos.

Notó que apagó la luz, pero no escuchó ni sintió nada más. La suave luz de la luna bañaba la habitación en silencio, sin ningún sonido lejano. Kierab se resignó y pensó que había sido demasiado para el delicado corazón de Khalid, por lo que calmó su mente y decidió dormir.

Luego de unos minutos sintió que alguien se sentó en el borde de la cama y se arrastró a su lado.

Kierab sonrió en la oscuridad y se dio la vuelta, mirando con esfuerzo a la persona a su lado.

—Descanse—musitó Khalid.

—Descansa—dijo feliz y moción sus pies, sintiendo lo suave de la sábana.

El corazón de ambos latía con fuerza, logrando conciliar el sueño con bastante dificultad.

Al día siguiente Kierab se despertó, miró a su alrededor y se sintió aliviado al ver que Khalid estaba a su lado hecho una bola. Se acercó a él para abrazarlo y seguir durmiendo...

Cuando Kierab se presentó ante los demás y los saludó todos levantaron una ceja con admiración al ver la pequeña marca en su labio inferior.

"La reina Khazal logró domar al gran rey conquistador"

"La reina es igual de feroz que nuestro rey"

Poco después apareció Lahra, caminando como si nada con una expresión serena, pero había un pequeño golpe al lado de su frente.

"No me sorprende, ambos son guerreros bastante formidables"

"Se previno una guerra, pero ellos de desataron una batalla de otro tipo..."

Kierab la miró admirado, pero ella torció la boca con desilusión.

—No es lo que piensa.

—¿Entonces? —preguntó confundido.

—Bueno... Creo que lo presioné demasiado y se puso nervioso antes de si quiera hacer algo—dijo decaída.

—¿Te golpeó? —exclamó admirado.

—Algo así, pero fue un accidente—dijo avergonzada—Tenía la guardia baja.

—Te entiendo, es difícil saber hasta qué punto presionarlos—dijo asintiendo con la cabeza.

—Necesito más consejos suyos, ¿cómo lo hace?

—La clave es no desesperarse...

Los demás siguieron admirando a la feliz pareja de recién casados hablando como si nada, en verdad parecían llevarse bien.

La única que estaba de mal humor era Fa'ya, quién no paraba de beber vinagre* con una mueca desagradable.

Mini teatro

Los esclavos del sedán luego de ver todo lo sucedido, desde que Khalid entró al sedán y hasta que ambos entraron a la habitación.

Esclavo 1: ??? (⁄ ⁄•⁄-⁄•⁄ ⁄)

Esclavo 2: *Ve la pintura dorada en la cara de Khalid* "¡¿Acaso estoy imaginando cosas?¡" ( づ///<)

Esclavo 3: *Los shipea* (っ˘w˘ς) "Tenemos nuevo chambresito"

Esclavo 4: *Comienza a imaginar escenas +18* (0//-//0)

Esclavo 5: "Como quisiera ser él" *le da envidia* (⁄ ⁄≥'⁄'≤⁄ ⁄)

Esclavo 6: "¡Vivan los recién casados!" ✧\(>o<)ノ✧

Nota:
Beber vinagre: Expresión de origen chino. Significa que alguien está celoso.

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