Penumbras

           


Podía observar como las jodidas personas ajenas a su vida, transitaban por la calle sin siquiera percatarse de él y su afilada mirada, esa que destilaba un poco de rabia y disgusto, por sentirse él sumamente fracasado en su única y primordial misión... Convencer a Petra de regresar a su antiguo hogar, y a su legítimo papel de esposa, para  claramente obligarla de ser posible a cumplir la promesa de amarse hasta que la muerte los separara.

Pero después de un apesarado suspiro que le hizo ver de inmediato lo absurdo que era su plan maestro, sus ojos abandonaron por completo aquel viejo y descuidado cristal y se decidió a buscar con sus orbes de plata la silueta de su chiquilla, para ordenarle que dejara de ver los jodidos vestidos y se encaminara a la salida, pues no permanecería más tiempo en aquella casa martirizándose por no poder obligar o chantajear a Petra a su favor de manera implícita, usando aquel que antes fue su jodido nidito de amor.

-¿Petra?- Se quedó estático por unos cuantos segundos, pues su tan agraciada avidez en ese momento era nula y la sorpresa de ver únicamente sobre la polvorienta cama, un vestido azul cielo que aseguraba haber visto en las manos de la impredecible Petra instantes atrás, pero no a ella misma en donde se supone la había dejado  antes de poner su vista y sus pensamientos en algún recóndito y jodido lugar intangible, mientras se concentraba en idear más planes de mierda, algo que en verdad le hizo sentir de alguna manera y con más intensidad que antes... Cabreado hasta los cojones. 

-Yo no le di permiso de irse como si nada... ¿Acaso no podía avisar? Jodida mocosa de mierda, pero cuando la encuentre...- Estaba diciendo barbaridades para él mismo mientras salía de aquella alcoba en busca de la sigilosa mujer que le había abandonado sin siquiera avisarle. Levi maquinaba en su mente como castigarla y se deleitaba con demasía ante la idea de ver nuevamente la cara de Petra sofocada y pidiendo piedad... Pues esta vez no tendría clemencia, le haría saber quién era él y que se joda quien sea si sus ideas de poner a Petra  en su lugar de una manera lujuriosa estaban saliéndose de control.

No fue difícil para el azabache suponer que Petra estaría en definitiva, encerrada en aquella habitación a la cual él no quería que entrase, pues tenía motivos muy egoístas para no querer verla sumergida en ese lugar y la desobediencia de Petra sin duda le estaba sacando de quicio.

Mentalmente contó hasta tres y antes de  comenzar con una ráfaga de improperios para la peli naranja, decidió actuar pausadamente y mientras abría la puerta de aquel melancólico lugar, sus recientes corajes se esfumaban al ver con su fría mirada la frágil figura de su Petra, de espaldas a él mientras se encontraba arrodillada en el suelo, frente a lo que para cualquiera parecerían ser solo trozos de madera a medio tallado, estando él completamente consiente de que eran las piezas de lo que un día sería una cuna.

Estupefacta, de esa manera tan compleja quedó la mujercita de cabellos naranjas al adentrase por completo en aquella habitación iluminada vagamente por los rayos del sol en pleno ocaso, mismos que irradiaban calidez a pesar de que se encontrase el astro mayor en su etapa culminante durante una estación tan fría, propia de  aquel diciembre.

Los pies de Petra se movieron al compás sin siquiera darse cuenta, y con lentitud y minuciosidad ya se encontraba curioseando la pequeña habitación, sus ojos se cristalizaron de inmediato al darse cuenta de que aquel tierno espacio había sido reservado para una tierna criatura que no tuvo la oportunidad de si quiera nacer, pero decidida a no dejarse arrastrar por sus sentimientos a la oscura realidad de verse a ella misma... Con su vientre vacío y sus brazos añorando la sensación de sostener con anhelo a su pequeño.

Petra se tragó aquellas amargas lágrimas mientras con sus manos delineaba un caballito de madera tallado con perfección, aquel sencillo juguete recibió un dulce beso por parte de la melancólica mujer antes de ser puesto nuevamente sobre repisa en la cual se encontraban una gran cantidad de figuras adorables que hubiesen sido adoradas por la pequeña... Selene.

El capitán Levi nombró de esa manera a su bebé, y automáticamente una sonrisa de dibujó en su nostálgico rostro, pues el nombre era precioso y su hija en definitiva lo merecía, pues sin duda Selene seria hermosa, seguramente tendría la mirada tan amelada y radiante como la de ella, quizá tendría unos hermosos rizos de oro tan abundantes como sedosos y su rostro de ángel, se adornaría con unos cuantos rasgos de ella, su sonrisa por ejemplo, tal vez su bebita haría gestos graciosos cuando estuviese enojada igual a los que ella hace en todo momento, pero al ser una niña tan buena y obediente, aquellos arrebatos no iban a llegar ni a caprichitos de su mera inocencia, mismos que tal vez hubiesen hecho a Petra morir de ternura.

Petra se aferró a un mameluco que se encontraba a medio bordado sobre una silla mecedora y se dejó caer de rodillas frente a los pedazos de madera a medio tallar que servirían para armar la cunita de su hija, sus ojos recorrieron cada esquina y cada objeto que adornaba tan sublime lugar y se dio cuenta de que todo estaba a medias, absolutamente todo tuvo su principio pero nunca su final, tanto la cuna como el mameluco que estrujaba sobre su pecho, al igual que sus más profundos deseos... Y nada en aquel lugar se hubiese quedado estancado si hubiese un bebé que jugara con el caballito de madera, mientras vestía aquel suave mameluco de lana antes de quedarse dormido en la cunita, esa que seguramente Levi había estado tallando con sus propias manos, porque ella recordaba eso, ella podía ver al hombre de cabellos azabaches sumergido en aquella habitación lijando aquellos trozos de madera, puliéndolos con afán para darles forma y cabreándose de a momentos al darse cuenta de que quizá sus dotes de carpintero eran algo toscos y torpes, pero mientras esa imagen calaba su mente, innumerables recuerdos se amontonaban con ímpetu deseosos de que ella escogiera alumnos a uno, y fue entonces cuando nuevamente Petra se desconectó del mundo y comenzó a fantasear con su vida antes de esta.

-Hanji dice que tienes aproximadamente dos meses de gestación. Eso que significa que mi hijo aún no está perfectamente cuajado en tu interior, por lo tanto deberías tratar de no moverte mucho... Petra si te vuelvo a encontrar intentando montar un caballo o un árbol, vas a tener serios problemas.- La chiquilla permanecía muy quieta y con una sumisa mirada puesta únicamente en él. Él que le causaba escalofríos cuando se comportaba de aquella manera tan anormal, pues no estaba enojado, no gritaba como loco y tampoco decía palabrotas para quien sea que quisiera escucharlas, Levi estaba sereno, de brazos cruzados y con el semblante tan neutro como  manso.

La asustada Petra incluso tragó grueso cuando él se acercó a la cama y la abrazó con dulzura, estando ella plenamente petrificada, pues ciegamente creyó que ese día Levi sacaría a la bestia en su interior para darle una buena paliza por desobediente... Pues tenía claro que no debía poner en peligro a su bebé y ese día rompió al menos tres reglas de oro impuestas por Levi.

-La cuatro ojos también dice que no debo gritarte, estresarte o ponerte de mal humor... Aunque eso signifique tragarme cada una de tus graciosas ocurrencias, por lo tanto, espero con suma paciencia que te sepas comportar, después de que el niño nazca puedes vivir en los arboles como si fueses una ardilla, si así lo prefieres, mientras tanto, compórtate Petra.- Petra se aferró con ímpetu a la espalda de su azabache y comenzó a lloriquear como normalmente lo hacía casi a diario, pero de que servía tanto lloriqueo infantil si esta al igual que muchas veces, Levi recalcaba lo responsable y maduro que él era, mientras ella actuaba como una mocosa imprudente que solo sabía actuar como una salvaje niña de granja y no como la señorita fina que por muchos años fingió ser.

-Prometo que no lo volveré a hacer... lo que sucede es que esas peras en verdad se veían deliciosas y por eso intente trepar el árbol, pero luego desistí al darme cuenta de que podría comprar más frutas en la plaza y por eso decidí ir a caballo porque no quería caminar... Entonces llegaste, y ahora todo esta tan...- Un beso la silencio de inmediato, efímero pero con tanta ternura, que ella simplemente esbozo una sonrisa para su esposo, consciente de que aquel gesto solo podía significar algo... Levi no estaba molesto, y eso en verdad era un milagro devino.

-Ssshhhh... ya no quiero que volvamos a tocar este tema, mejor vamos a darnos un baño... tu apestas a establo y yo a mierda de titán.- Sin protestar se levantó de la cama y comenzó a desprender su vestido, mientras Levi se deshacía de aquel uniforme del cual él sentía asco al creerlo mugroso, estando este casi pulcro. Pero cuando se deshacía del pantalón sin dejar de ver a su esposa batallando con el tortuoso corpiño, recordó que en uno de sus bolsillos guardaba aquel pequeño juguete en el que estuvo trabajando durante horas, mientras se encargaba de vigilar a Hanji y el par de titanes objetos de su experimento, para que nada se saliese de control.

-Petra, esto es para mí mocoso.- Levi colocó en las manos de la semidesnuda y perpleja Petra, un caballito de madera y sin decir nada se adentró en el baño, dejándola a ella irradiando ternura por aquella muestra tan genuina de que su azabache estuvo pensando en ellos durante el día, tal y cual solía hacerlo a diario, este ya era el octavo caballo que las manos de su esposo fabricaban y aunque él no fuese muy bueno dibujando o haciendo cunas, sin duda alguna se esmeraba a la hora de tallar animalitos en madera para que en un futuro el hijo de ambos jugara con ellos.

Sonriente se encontraba mientras recordaba, tan sumergida estaba en aquella fantasía que no notó como Levi agobiado se arrodillaba frente a ella mientras sacaba con desespero un pañuelo de su bolsillo.

-¡Levanta la cabeza e intenta respirar por la boca!-  Seguía recordando, seguía viendo aquellas gratas alucinaciones mientras Levi apretaba su nariz y hablaba con rapidez intentando que ella obedeciera, pero cuando a ella la imagen de intentan atragantándose con el cuerpo de alguien nubló de inmediato el perfecto paraíso que estaba observando, atormentada comenzó a parpadear mientras se daba cuenta de que algo tibio mojaba su rostro y teñía de rojo carmesí el pañuelo del capitán.

-Tranquila, que ni se te ocurra desmayarte Petra, maldición mocosa... ¿Acaso ignoras que estas desangrándote por la nariz? ¡Responde! O al menos parpadea mocosa de mierda- Angustiada comenzó a parpadear y a permanecer en completa conciencia mientras dejaba de sangrar, ya que era la primera vez que no caía desmayada después de tan tortuosos pensamientos y debía relajarse antes de perder la sensación de que comenzaba a ver claridad su entelarañada razón, y fue entonces cuando comprendió que no había nada más que ella desease con tanto fulgor, que recuperar sus recuerdos de una jodida vez.

-Por eso no quería que entraras aquí... Pero eres tan terca, joder ¿Cuándo vas a obedecerme? ¿Cuándo comprenderás que todo lo que hago es por tu bien? Eres necia Petra,  jodidamente necia y si tan solo hicieras caso... Si te hubieses quedado en Hermina, si no  hubieses hecho tremenda rabieta por venir aquí, si no me hubieses pedido ir a ver a tu padre o me hubieses esperado en María como me lo prometiste y... Esa palabra de mierda no existe, no existe un hubiera maldición, no lo hay, y solo estoy diciendo idioteces mientras te desangras y pones esa cara de completa estúpida para mí, como si no entendieras nada.- Bufaba como una bestia herida y recitaba todo aquello con cólera, no dejaba de apretar la nariz de la silenciada Petra y sentía como todo dentro de él hervía al punto de calcinarlo y hubiese estado a punto de explotar nuevamente de no ser porque...

-Ella no me deja salir... Me mantiene cegada, no me deja estar contigo porque tiene miedo, sigue siendo la maldita Leelu. Pero tú me das fuerza amor, mantente cerca de mí y... ¿Levi... puedes terminar de armar la cuna de nuestro bebé? Yo te daré otro, tendremos cinco o seis hijos, y podemos vivir aquí o en Hermina, con tu padre, con Isabell... con Paullet, o solos, y me portaré bien, no subiré nunca más al caballo para irte a buscar, no huiré de los titanes y obedeceré si terminas de armar la cu...- Se desplomó, Petra por fin se desmayó y el imponente soldado no pudo evitarlo, nadie podía si quiera prevenirlo, era natural en Petra perder el conocimiento después de tan deliberada descarga de recuerdos que ella por razones desconocidas a veces prefería mantener apresados junto a la chiquilla que furiosa pedía a gritos permanecer por un poco más de tiempo desencadenada y afuera de aquella cruel oscuridad en la que solo los recuerdos le hacían compañía.

La claridad golpeó a su rostro como nunca, a su alrededor todo era de color blanco, las sabanas... las cortinas e incluso la ropa que vestía ¿Acaso murió y ya estaba en el bendito cielo? Quería creer eso por lo menos un par de minutos más, pero el aroma a medicina era insoportable y de que se encontraba en la enfermería no tenía duda alguna.

-La señorita por fin despertó... Levi esta hecho una bestia porque no lo dejo entrar desde ese día e Irinna casi se gana un pase al manicomio cortesía de Smith. Petra me matas del susto cuando te desmayas sin razón, pero creo que es porque los cuerpos humanos me parecen más complejos que nada... Levi me contó a regañadientes lo que sucedió y siempre es lo mismo contigo niña. Aparentemente recuerdas cosas del pasado y eso ejerce una inmensa presión en tu cerebro al punto de colapsar... Te desmayas después de una hemorragia nasal y regresas completamente normal ¿Eres normal en este momento?- Le sorprendió tanto ver a Hanji, que se quedó muda y no respondió absolutamente nada... Pues ni siquiera  entendía con claridad sus palabras. Petra observó extraños artefactos que se conectaban a su brazo y de inmediato los arrancó, ni siquiera actuaba con normalidad pero era eso o permanecer en aquel lugar con la loca que la miraba de manera extraña, y al sentirse libre de manguerillas, Hanji se acercó a la camilla mientras sostenía en su mano un escalpelo, cosa que inquietó a Petra, pues por nada del mundo deseaba ser utilizada como objeto de experimento por Hanji, aquella mujer de cabellos castaños estaba sin duda loca y antes de que siguiera con aquella extraña idea de hurgar en su cerebro con el jodido escalpelo, la peli naranja se puso de pie y busco con desespero sus prendas, pero de estas no había rastro alguno.

-El enano dijo que traería ropa para ti, pero nunca lo hizo... Tus prendas quedaron empapadas de sangre y él mismo se fue a lavarla después de dejarte aquí. Pero seguramente quieres irte ya, ni yo soportaría estar tanto tiempo aquí, Petra en ese armario hay algunas prendas que tal vez puedas usar para que no atravieses los pasillos semi desnuda, vete.- Petra notó lo colorada que estaba la líder de escuadrón y eso le incomodo en escalas impensables, Hanji era extraña, todo un enigma y luego de vestirse con un faldón y una camisa de talla inmensa, salió de la enfermería a paso veloz adentrándose en los pasillos mientras sus pies descalzos se congelaban y el viento golpeaba sus mejillas provocándole ardor.

No entendía por qué el invierno se tornó tan crudo en esa tarde, si acababa de sentir la calidez de un atardecer en aquella habitación... Es cierto, ella estaba en aquella casa y ahora en el cuartel ¿Cuántas horas estuvo desmayada?

Sin dificultad llegó a su cabaña, y no había nadie para su suerte en los pasillos y eso le aliviaba... Petra necesitaba un baño para sacarse el olor a medicina y también quería de una vez por todas recuperar la noción del tiempo, pues su cuerpo se sentía entumecido y quizá agotado o bien, demasiado descansado a su parecer, incluso podía jurar que fiebre calcinaba sus huesos.

Petra tomó una toalla y nada más... Se adentró en las duchas y se dio el baño más corto de toda su vida, el agua fría ayudo mucho a sus adormilados músculos. Luego de enrollar la toalla sobre su cuerpo y caminar automáticamente hacia su habitación, en su mente trazaba efímeras ideas de cómo pudo haber llegado al cuartel de la legión después del desmayo, claramente su capitán fue quien la auxilio, pero necesitaba aclarar que había sucedido antes de desmayarse y entonces recordó aquellas palabras dichas por ella, aunque en ese momento no se sintió precisamente como ella, si no como alguien que permanece cautiva de la realidad y muy acertada era su comparación.

Acurrucada en la cama, húmeda y aun con la toalla envolviéndola, las ideas, los recuerdos y un centenar de preguntas volviéndola loca, Petra decidió que permanecería de aquella manera hasta recuperar un poco de cordura, pues comenzaba a sentirse como una desquiciada que escuchaba voces, o tal vez no quería admitir que era ella misma diciéndose que ya había recuperado una buena parte de su memoria y que poco le duraría la libertad, pues ahora ya se sentía plenamente obligada a estar con Levi, ahora ya necesitaba correr hacia él y decirle que regresaría a ser su mujer con mucho gusto... Pero que la legión aun pesaba demasiado y sus ideas se mostraban más que confusas. 

Comenzó a temblar, la húmeda toalla adquirió la temperatura del ambiente provocando que Petra perdiese de inmediato la calidez de su cuerpo.

Aquella fase en verdad era tortuosa, pues ni siquiera tenía ánimos de protegerse, era como si estuviese demasiado sumida en sus fantasías como para prestarle atención a la vil realidad a la que era sometida.

Petra se vio así misma siendo una alegre niña de campo, todas sus aventuras infantiles, periodos de tiempo que trazaban su infancia la descolocaban pues podía figurar perfectamente el día en que su madre murió... La tristeza que sintió, el vacío que aquello dejó en su corazón y el consuelo que recibió de aquel niño, si... Ahora ya veía a Levi con claridad, lo conoció cuando apenas tenía cinco años, se hicieron una inocente promesa y luego de eso... no volvió a verlo, o al menos no hasta después de que su padre le hablase de su inesperado y ya planeado matrimonio...

Su padre, si, él también estaba muerto, lo vio morir en María, aquel titán lo devoró y luego de eso, todo se volvió oscuridad. Pero aun así, podía verse frente a un espejo, vestida de blanco, luciendo como una verdadera novia y contando los minutos para caminar hacia el altar, pero incluso las emociones de aquel momento podía sentirlos latentes en su presente, estaba enojada, no quería casarse, al menos no con un desconocido, pero apenas y se dio cuenta de que su esposo seria Levi, su corazón bombeó con fuerza y aún más cuando su luna de miel fue un total desastre, pero cuanto lo había disfrutado, su rostro se tornó rojizo de inmediato, podía escuchar todo con claridad, podía incluso asegurar que aquella noche fue maravillosa y sí que lo fue... Y cada vez que ocurría era mejor, pues con cada noche de pasión, el amor hacia Levi se intensificó y ahora ella podía sentir como ese amor fluía por sus venas y le provocaba espasmos en cada minúsculo espacio de su ser.

Petra estaba en las nubes, estaba sonriendo sin medida mientras estrujaba la toalla y después de ordenar con sencillez cada capítulo de su vida, por muy amargo que fuese, comenzó a llorar desmedidamente y se sintió miserable al darse cuenta de que la felicidad le había durado tan poco, que la vida de sus seres queridos se había esfumado tan de repente y que una inmensa sensación de culpa se anidaba en su interior al darse cuenta de que ella fue imprudente aquel día, ella en su afán de encontrar a Levi, obligó a su cuerpo a persistir situaciones que su embarazo no soportaría ¿Pero que más podía hacer ella?

Su esposo no aparecía por ningún lado, el miedo carcomía su interior y actuó como la niña impulsiva que era, simplemente sucedió y ella jamás lo hubiese imaginado, pero se dio cuenta de ello muy tarde, cuando deambulaba en aquel callejón con sus piernas destilando aquel tibio líquido, se dio cuenta de que había cometido un error y deseó morir de una buena vez, deseo no existir más y fue gracias a los crueles remordimientos, que Petra Ral mató a su consciencia.

Las lágrimas se secaron en sus mejillas pero aun no dejaba de temblar, no sabía que decir o hacer en ese momento, solo quería aislarse unos cuantos días, tal vez de Irinna, de la legión, de sus camaradas, de Trost y tal vez también de... Levi.

¡No! Eso jamás, de todos menos de su Levi... De él ni a rastras lograrían apartarla. De su amado esposo no quería separarse nunca más, y haría todo lo que fuese posible para encontrarle una solución a su enrevesada situación cuanto antes, pues si algo estaba claro en la mente de la joven Ral, es que necesitaba tener entre sus brazos algo o alguien que se asemejase a lo que en aquella vida, tanto había deseado... su hijo.

Mientras titiritaba de frio, y la oscuridad en aquella habitación la arrastraba nuevamente a un profundo sueño, ruidos la aturdían y voces la confundían en demasía, no lograba ver nada pero entendía que todos parecían preocupados por ella y el extraño mal que la estaba consumiendo.

-¡Esta prendida en calentura!-  Irinna desesperada repetía mientras gimoteaba y se lamentaba por el estado en que habían por fin encontrado a Petra, pues solo se desapareció un momento de la enfermería y al regresar su niña ya no estaba.

-Maldita cuatro ojos inservible, solo debía cuidar de ella y la muy imbécil le abre la puerta como si nada. Y tú, tranquilízate y obedece mujer idiota.- Levi hablaba para él mismo, y le ordenaba a la pelirroja que acatara sus órdenes, mientras esta temblorosa y decidida obedecía todo por el bien de Petra.

Irinna aventó lejos de Petra aquel húmedo y frio trapo y se encargó de vestirla con la ropa más gruesa que ambas tuviesen, no importaba si el capitán a estas alturas observaba el suceso o no, Petra estaba inconsciente y la fiebre probablemente la estaba matando.

A una velocidad sin igual, el azabache se desplazaba con la mujer que amaba entre sus brazos y se aferraba a ella mientras su mente caótica le gritaba que perdería a Petra una vez más.

Irinna corrió detrás de él si  saber cuáles eran los planes de aquel hombre, simplemente necesitaba estar cerca de Petra y asegurarse de que esta vez sobreviviría. Ya que una semana había transcurrido desde la última vez que la vio con vida en su rostro que la vio sonreír, sonrojarse, hablar, caminar o cosas tan insignificantes como pestañear. Aquella maldita semana en la cual Petra permaneció aparentemente inconsciente, o al menos dormida como ella quería pensar, fue la peor de toda su vida. Pues la idea de que su tierna oji miel moriría en cualquier momento a causa de desnutrición o deshidratación, era lo único que se mantenía en la cabeza de todos los presentes.

Hanji encontró la manera de mantenerla con vida a costa de intravenosas que le suministraban sueros que podrían mantenerla con vida, inventos nuevos que habían resultado satisfactoriamente en otros humanos con anterioridad y que ahora serian usados en ella sin error alguno y fue así como permaneció Petra durante una semana y por ello, cuando la castaña la vio despertar tan apacible, y aparentemente sana, simplemente la dejó ir, ese fue su error y pagaría caro y quizá con su vida misma, si algo le llegase a ocurrir a la luz que iluminaba al alma cansada del hombre más fuerte se la humanidad.

-Toma un caballo y trata de seguirme el paso, vienes conmigo por cualquier infortunio que se presente, así que calma esos jodidos nervios o juro que te rebanaré la otra pierna para ver si así dejas de  berrear.- Con habilidad, Levi logró acomodar a Petra en su torso, y la sostuvo con una fuerza descomunal y con un único brazo, mientras montaba a BlackJack y se preparaba para emprender un maldito viaje que con fe esperaba le diese la solución a todo.

-Perdóname Petra, no debí llevarte ahí, pero juro que volverás a sonreír como antes amor, lo prometo mocosa mía.- El rostro de Petra chocaba contra su pecho, las piernas de la joven de cabellos naranjas parecían abrazarse con posesividad al torso del azabache y los brazos de Levi o al menos el izquierdo, apretaba la cinturita de Petra de manera protectora. En esa posición cabalgarían hasta Hermina y mientras Levi terminaba de cubrir con aquella gruesa manta a su inconsciente mujercita, Irinna avisaba que ya estaba lista para partir, todo bajo la doliente mirada de Hanji, quien rogaba perdón a ambos, mientras se quedaba apoyada sobre una pared, completamente acongojada y repitiendo lo arrepentida que estaba a causa de su negligencia.

Poco importaba que aquella maldita ventisca le jodiese la cabalgata, su prioridad era trasladar a Petra  de inmediato  a Hermina para que fuese atendida por un médico de verdad, él seguía maldiciéndose por no haberlo hecho antes, pero es que en verdad confiaba ciegamente en Hanji, pero no era de ella la culpa, la enfermedad de Petra y su notable deterioro físico eran producto de las decisiones que él había tomado una semana atrás... Pero si tan solo él no hubiese llevado a tan delicada chiquilla a esa jodida casa, todo estaría bien, pero el hubiera no existe, y eso Levi ya lo sabía.

La tempestad de aquella tormenta invernal cesaba para la alegría de Irinna, y ahora que ya podía ver mejor, y el viento nevoso no calaba en su rostro y sus ojos permanecían en el camino y no cerrados para evitar que la nieve la cegara, todo parecía mejorar. Aunque no sabía cuántas horas habían transcurrido desde que abandonaron el cuartel y se aventuraron en aquel disparatado viaje, Irinna mantenía un deje de fe y confiaba extrañamente y por primera vez, en él... en el capitán Ackerman.

Entrada la madruga, la celestina mirada de Irinna se posó en la inmensa muralla frente a ella, habían llegado a Hermina después de tantos kilómetros, se detenían únicamente a revisar que Petra respirase y se mantuviese segura entre los brazos del capitán, pero al parecer ella se encontraba perfecta de no ser por la salvaje fiebre que la envolvía y la constante e involuntaria inconsciencia en la que se mantenía.

-Maldita escoria lo diré una vez más, si me haces perder más tiempo en este lugar, mientras mi mujer se muere... Te desollare vivo mientras te obligo a comer tu asqueroso pellejo ¡Así que metete tu jodido permiso de entrada por el ojete y abre él jodido portón de una vez!- Era inevitable, aquel portonero tenía la orden de no dar entrada a nadie que no presentase el permiso establecido por la monarquía de aquellas murallas. Muy a pesar de que este estuviese amenazándole de aquella manera tan terrorífica.

-É-él... es el c-capitán Levi Ackerman, pertenecemos a la legión de reconocimiento, y-y necesitamos un doctor con urgencia ¡Abre maldita sea!- Irinna estaba muriendo de frio e ira, ese maldito no escuchaba razones y con cada minuto que fallecía, mas sentía que la vida de su niña se desvanecía de igual manera.

Pero lo que ambos desesperados desconocían, es que apenas el nombre de aquel capitán fue pronunciado por los temblorosos labios de la pelirroja, y todos los que se encontraban custodiando la entrada principal del distrito de Hermina, sufrieron un ataque de pánico y comenzaron con la inmediata labor de alzar el inmenso portón para aquellas personas entraran con ligereza y olvidasen el mal momento que le hicieron pasar a tan temible soldado. 

Levi dejó pasar aquello únicamente porque el cuerpo de Petra estaba en llamas a pesar de la baja temperatura, obligándolo de inmediato a avanzar directamente hacia su destino.

La pelirroja exhausta se detuvo a la par del azabache, a pesar de que aquel hombre no parecía para nada agotado y aunque su rostro únicamente reflejara neutralidad, sabía que Levi estaba completamente en desasosiego y mientras lo veía aferrándose a Petra para bajarse del caballo sin lastimarle, creyó con sinceridad que Levi en verdad era un hombre devoto a la peli naranja y eso debía aplaudirlo o decirlo abiertamente en algún momento.

Los portones de aquella residencia hubiesen sido botados a patadas si una mujer en pleno camisón no hubiese llegado a tiempo, la sorpresa en el rostro de una madura Paullet se hizo notorio al ver con sus propios ojos al hijo de su patrón, llevando en brazos a la que una vez fue su señora... ¿Pero cómo era eso posible? La señora petra murió en la caída del muro María, ese suceso ocurrió y ella lloró como nunca aquella fatal perdida, pero no era tiempo de descolocarse o paralizarse, pues era obvio que la mujer de cabellos naranjas se encontraba en un estado delicado y eso se notaba en el rostro de quienes acababan de llegar a la mansión Ral.

-Dile al viejo que venga... ¡Es urgente joder!- Levi  no terminó de decir aquello cuando Paullet ya subía las escaleras a toda velocidad, no era el momento oportuno para perder tiempo y todos lo sabían.

La oji miel fue recostada sobre un amplio sofá y tiernamente acobijada por Levi y su cuerpo, Irinna caminaba de un lado a otro e intentaba mantener la calma, aunque su cuerpo estuviese colapsando a causa de la obvia tesitura.

Una vetusta sirvienta se acercaba a la escena, encontrando al hijo del señor acurrucado con una jovencita a la que conocía muy bien, pero al ver el estado de la otra mujer, decidió convencerla de acompañarla a la cocina por unos remedios para la niña de cabellos naranjas. Irinna aceptó ciegamente ignorando que la anciana  quería obligarla a beber un té para que se tranquilizase y durmiese de ser posible.

-Mocoso hay ciertos horarios establecidos, incluso para visitar a tu padre... Si vienes a joder con el tema de Isab...- Kenny, aquel hombre risueño y picarón quedo mudo cuando se encontró con la imagen de Levi arrullando a su... su ¿Su nuera?

El mayor hubiese soltado un grito de espanto al creer que de espectros se trataban, pero aquella figura femenina era real, totalmente real y palpable... Petra, la única hija de Eric Ral, fallecido mejor amigo, estaba viva, la joven que por defecto eligió para esposa de su hijo, no había muerto en María, la chica estaba viva, bueno medio viva, pues solo necesito una simple pronunciación de palabras de parte de Levi y se dio cuenta de que aquella mujer estaba gravemente enferma.

-Te explico después... Ahora escucha viejo, se desmayó hace una semana, y apenas despertó  horas atrás, solo para volver a desmayarse, tiene una jodida fiebre que no baja con nada y se ve cada vez más muerta que viva... Ayúdame.- Levi no despegó su grisácea y tormentosa mirada de los orbes de su padre, la situación no estaba como para orgullos innecesarios y tampoco necesitaba discutir en vano por asuntos insignificantes comparados con la importancia que Petra poseía para él.

Una hora más tarde, en una habitación acondicionada por el arduo esfuerzo de todos los presentes, se encontraba Petra perfectamente acomodada en la cama, con su brazo conectado a una intravenosa y con Kenny examinándola con toda precisión.

Levi se encontraba afuera de aquella alcoba, apoyado sobre la pared y de brazos cruzados esperando a que se dignaran a salir con un puñetero diagnóstico, pero lo único que recibía a cambio eran más minutos suicidas que parecían fieles seguidores de Erwin, dispuestos a morir en cada segundo agonizante que a cualquiera agobiaba, y ahora él se sentía patético por estar comparando una cosa con la otra mientras esperaba.

-Fiebre cerebral... La mocosa tiene una jodida fiebre cerebral ¿Qué tiene, dos años?- El mayor salió de aquella habitación murmurando estupideces según Levi, pero al verlo tan relajado y sacando de paso un cigarrillo para fumarlo frente a él, se dio cuenta de que su paciencia había tocado más que el límite y el viejo de su padre no ayudaba a que él se mantuviese a raya.

-¡Explícate!- Vociferó demandante Levi, mientras decidía si entrar o no a la habitación.

-Tiene una fiebre muy alta, una que le carboniza el cerebro minuto a minuto, está débil en todo sentido y quizá por eso no abre los ojos... Mocoso el tratamiento es simple pero no puedo hacerlo yo, a menos de que me des tu consentimiento.- Levi arqueó una ceja para verse aún más sugestionado que antes, pues quería saber que tan arriesgado era aquel tratamiento que el vejete practicaría en Petra, para que necesitase de su permiso para actuar de una vez. Levi indicó que podía plantearle el asunto y Kenny después de dar una calada al cigarrillo, habló dejando a Levi perplejo.

-Necesito una mezcla de jodidas hierbas y aguardiente, aprendí esto en Yalkell... Le llaman medicina alternativa o algo así, yo creo que es brujería, pero vi a muchos mocosos reponerse en cuestión de horas. Pero para ello debo desnudarla y rociar a lo largo de su cuerpo una gran cant...- Kenny sabía que Levi no se tomaría muy bien aquello, pero tampoco esperaba que de inmediato sacara una navaja quien sabe de dónde para apuntarle a sangre fría por la información tan seria y nada picaresca o con segundas intenciones que acaba de proveerle.

-Ni lo piense siquiera cerdo ¿Puedo hacerlo yo? ¿Puedo poner la jodida mezcla de mierda en el cuerpo de Petra?- Kenny asintió pausadamente después de contemplar la opción. No podía luchar contra Levi y sus desmedidos celos, además necesitaba que todo se normalizase si es que aquello podía contemplarse a estas alturas, pues aun necesitaba saber porque Petra Ral estaba viva.

Antes del mediodía, el baño se encontraba ocupado por Kenny y Paullet, quienes preparaban el remedio de Petra mezclando en la tina alcohol, más cogollos machacados de pimienta gorda, albahaca olorosa y cimarrón, aparte de ruda,  y hojas de tinta.

A Irinna la acomodaron en la habitación de huéspedes al encontrarla completamente dormida sobre el suelo de la cocina, y Levi no abandonaba a Petra en ningún momento, esperaba fiel a que ella abriera los ojos y aunque aquel remedio le pareciese estúpido, haría lo que fuese por Petra y si no habían más opciones, confiaría plenamente en las brujas que se aferraban a aquel raro modo de curar.

Todos le dieron privacidad al azabache, mientras este desnudaba a Petra con suavidad, para luego llevarla a la tina, debía seguir al pie de la letra las indicaciones y así lo hizo.

Acomodó a Petra en la tina y comenzó a mojarla con aquella mezcla desagradable, el color verdoso de la ruda le provocó asco pero lo ignoró de inmediato y siguió llenando el cuerpo de su mujercita con aquello tan nauseabundo.

Llenó la cobriza melena de Petra con hojas, mojó su cuerpo con el alcohol y se aseguró de que cada tierno y delicado pedazo de aquella blanquecina piel tuviese todo el menjurje y rápidamente la tomo entre sus brazos, poco importaba si su ropa se volvía mierda y se llenaba de aquella asquerosidad, debía envolver a Petra en sabanas de inmediato para que comenzara a sudar y su cuerpo se refrescase.

Levi se mantuvo un par de horas con Petra envuelta no solo por las sabanas, sino también por sus brazos, y su alivio fue inmenso al descubrir que la frente de Petra se perlaba de su sudor, también ella comenzaba removerse con suavidad. Estaba viva, Petra incluso respiraba mejor y su cuerpo se sentía fresco sin excederse de lo normal.

Levi se quedaría con ella la noche entera de ser posible, pero pasado el mediodía y gran parte de la tarde, la fiel Paullet entro a la habitación con una bandeja de comida para su señor, había escuchado a la cocinera decir que Levi y la mujer de cabellos rojos no probaban bocado desde el día anterior y debía apresurarse a llenar los estómagos de ambos, bueno al menos a Irinna la convenció de inmediato apenas esta abrió los ojos y bueno... Levi era terco de nacimiento, pero al menos lo intentaría.

-Señor debe comer aunque sea un poco... he traído también un té de albaca, es probable que la señora despierte en unas horas pero sería bueno que se hidratase de inmediato para evitar que recaiga, tengo mucha fe en estas cosas, mi hijo se enfermaba de esa manera en todo momento, y ella se mejorará, lo sé.- Levi asintió cortésmente y eso bastó para que Paullet se retirara un tanto complacida, pues al menos no le arrojo algún insulto o la bandeja misma por entrometerse en asuntos que no le interesaban, tal vez el joven Ackerman había madurado desde la última vez que lo había visto.

-Comeré cuando tú comas, descansaré hasta que te vea a ti radiante, sana... y en definitiva, te llenaré de besos cuando despiertes mocosa insensible.- Después de susurrar aquello a la durmiente peli naranja, los ojos del hombre más fuerte de la humanidad comenzaron a pesar, Levi no podía mantenerlos abiertos por mucho tiempo y el cansancio acumulado a lo largo de aquella semana cobró factura.

Ahora ambos dormían acurrucados como nunca antes, Levi acunaba a Petra en su pecho manteniendo su desnuda figura envuelta en sabanas olorosas a alcohol y ruda, completamente anestesiados en aquella que antes fue la alcoba de ambos y respirando el mismo aire que en antaño disfrutaban... Pues era el soplo mismo de una estancia extrañamente romántica, que en ellos ejercía un fuerte efecto, ese que producía el deseo desmedido de mantenerse el uno al otro completamente estrujados con terneza.

Pestañeo un par de veces, se dio cuenta de que mientras despertaba por completo, un suave respirar chocaba contra su rostro. No necesitó tener sus ambarinos ojos de par en par o viendo fijamente a la persona que le abrazaba con tanta devoción, para darse cuenta de que era Levi.

Petra simplemente se mantuvo quieta mientras observaba embelesada la vivaz  llama de la vela que iluminaba tenuemente aquel lugar, sin pensar en absolutamente nada. Pues ya todo lo había ordenado, mientras dormía y durante alucinaba por escasos intervalos de tiempo y constantemente en su inconsciencia, la peli naranja mantenía a su cerebro equilibrando cada detalle y estabilizando su salud mental. Ahora ya veía con claridad, en ese preciso momento ya entendía el pasado y su presente, tenía claro quien había sido Petra y en que se había convertido... La oji miel ya tenía en línea toda su vida y solo le quedaba vivirla sin mirar nuevamente hacia atrás.

Logró deshacer el abrazo sin despertar a Levi, el pobre a simple vista se veía exhausto, ya que según Petra, había sido un día muy agitado, incluso también durante la madrugada se mantuvieron incansables amándose el uno al otro, y era en definitiva normal que las energías de ambos estuviesen al límite después de lo sucedido en aquella casa.

Sentada sobre la cama, sin importarle que la sabana se deslizara y dejara al descubierto su delineada espalda y al desnudo sus redondos pechos, Petra comenzó a recoger su cabello, pero aquellos cortos y rebeldes mechones de cabello cobrizo, se deslizaban de sus dedos mientras ella intentaba enrollarlos para dejarlos sujetos en un improvisado y desaliñado moño.

Las frágiles manos de la mujercita se deslizaron por sus brazos y entonces acunó sus pechos mientras se daba cuenta de lo extrañamente frágil que se sentía en ese momento, como si su cuerpo no le perteneciera o como si se encontrara ajena a ella misma, pero claro que era de esa manera, pues estaba notablemente desnutrida, su piel mostraba signos de deshidratación y su inestabilidad física le hacían quizá marearse en ocasiones, pero al darse cuenta de que todo a su alrededor en verdad era extraño, decidió dejar a un lado su extraño y repentino deterioro físico y comenzó a inspeccionar  todo a su alrededor, dándose cuenta de que aquella no era la enfermería, su habitación o tal vez la alcoba de su azabache... Esa no era la cama de ninguno, esas paredes no eran parte de la fachada del cuartel, aquel lugar lo conocía a la perfección, pero no entendía como apareció ahí de un momento a otro ¿Estaba acaso alucinando otra vez?

-¿Levi?- Dudosa comenzó a llamarlo y al ver que no respondía, decidió sacudirlo hasta despertarlo, algo que sucedió apenas y decidió abrazarse a él con completo desasosiego.

-P-Petra... Joder por fin despiertas. Oye, Petra escucha, ssssshhhhh tranquila,  intenta relajarte mocosa, ya pasó todo amor, te vas a poner mejor lo prometo.- La oji ámbar estaba extrañamente tranquila, pero ya era costumbre de él pedirle de antemano que se mantuviese serena en momentos complicados como ese.

-¿Q-que hacemos en la casa de tu padre Levi?- Logró indagar con detenimiento, mientras se preparaba para escuchar lo que sea que el azabache dijese, pero no esperaba que Levi entrara en trance después de que ella terminase de hablar.

Pero para suerte quizá de ambos, unos cuantos golpes a la puerta llamaron la atención de Petra, quien de inmediato autorizó la entrada de quien fuese, mientras se cubría nuevamente con la sabana, bajo la espesa mirada de un incrédulo Levi que aun procesaba la idea de que Petra lo hubiese llamado por su nombre una vez más y reconociese aquel lugar.

-S-solo vine a ver si ya ha-habías despertado...- Lloriqueando Irinna se acercaba a la cama dispuesta a tomar entre sus brazos a su niña, y sucedió... La pelirroja se posó de rodillas sobre la cama sosteniendo en un sobreprotector abrazo a la oji miel que repetía una y otra vez que estaba bien, pero que necesitaba explicaciones de inmediato.

-Petra... hace una semana estas en cama, enfermaste sin razón aparente, permanecías dormida todo el tiempo, y  ayer por la tarde dejaste la enfermería de un momento a otro, pero tu fiebre empeoró, te desmayaste una vez más y alucinabas, decías cosas inconsciente y temblabas en todo momento, creí que morirías niña.- La sorpresa de Petra fue evidente, y simplemente comenzó a balbucear incrédula de todo lo que escuchaba... ¿Una semana? ¿En verdad permaneció inconsciente una semana?

-Delaney, vaya a buscar a mi padre y dígale que venga de inmediato, por el momento no es bueno agobiar a la mocosa, por favor traiga al vejete para que pueda examinar a Petra mientras ella aun este despierta.- Irinna asintió de inmediato y se separó de la oji miel, a pesar de que aún no conocía al dueño de la casa debido a que pasó todo el día dormida y ajena a lo que sucedía, pero aquel no era impedimento para ir en busca de él, tal cual y como el capitán Ackerman se lo había ordenado, después de todo era crucial que aquel doctor revisara a su niña de inmediato.

Nuevamente Petra se abrazó a ella misma y aunque no quisiera, dudas amenazaban su estabilidad emocional y la idea de que se desconectó del mundo por tanto tiempo le abrumaba en demasía.

-Bebe un poco de esto.- Levi acercó el vaso de cristal a los pálidos labios de Petra para que ella bebiese un poco de agua, pero grande fue su sorpresa al ver como ella lo tomaba entre sus manos y con desesperación tomaba aquel liquido del cual se había privado por tanto tiempo.

La reseca garganta de Petra ardió al recibir sin delicadeza alguna sorbo tras sorbo, pero desesperadamente pedía más a Levi, quien en silencio de dedicaba a llenar el vaso y a verla a ella disfrutar de la frescura de aquel líquido que con desespero era absorbido por cada célula del cuerpo de su linda y enferma Petra.

Irinna logró llegar al despacho gracias a las indicaciones de una sirvienta que aún no se retiraba a descansar, y al hacerlo, entró sin avisar si quiera como una completa salvaje y se arrepintió de ello inmediatamente, pues la mirada y los gestos que la recibieron no fueron los más amables, incluso sintió miedo de aquel hombre, sintió un extraño tipo de pánico que ni siquiera Levi Ackerman le producía.

-Carajo, estas no son horas de andar buscando hombre, hágame el favor y retírese a su habitación de una vez ¿Es usted la nieta de Ernestine cierto? Le di el empleo porque la vieja me lo ha implorado, pero ya antes me comentaron que en usted la vergüenza es escasa y no permitiré que ande por ahí insinuándose, compórtese rata.- La pelirroja sintió su alma arder cuando se le acusó de cosas que no hacía desde hace años, la verdad Irinna siempre vio aquella vida desvergonzada como natural y divertida, y no le molestaba que se le tratase como a una cualquiera si eso era ella, pero en ese momento, en ese preciso momento, le cabreó como nunca que alguien tratara de humillarla, cuando no había hecho absolutamente nada malo.

-Son los hombres los que a mí se me insinúan... Y para su información, no soy ni la nieta de Ernestine ni de otra criada que en este lugar trabaje, estoy aquí porque el esposo de mi hermana  me ha enviado por usted, su nuera despertó y Levi quiere que usted ponga su jodido trasero de una vez frente a Petra... Y otra cosa, si a esta hora yo estuviese buscando un hombre, créame que preferiría acostarme con el jardinero en vez que con usted viejo amargado.- Tras azotar la puerta, la insolente Irinna decidió regresar de inmediato al lado de Petra, pues reconocía que acababa de insultar al dueño de la casa y tal vez si se quedaba cerca de la oji miel, podría perdonarse aquel detalle, aunque no se arrepentía de haber puesto en su lugar al viejo ese... Maldito viejo en verdad, pues la primera impresión que Irinna tuvo de él, es que era jodidamente atractivo y varonil, un tanto desaliñado y mayor, pero no es como si a ella le gustasen los niños tampoco.

Levi depositaba algunos besos en la frente de Petra mientras esta aún se mantenía extrañada de todo a su alrededor, a pesar de que los brazos de su azabache eran seguros y en ellos se sentía completamente a gusto,  aun no dejaba de sentir temor a lo desconocido, o a lo ocurrido durante esa semana en la que permaneció consumida en efímeros segundos consumida en la oscuridad.

-Lamento causar tantos problemas amor, debes estar exhausto de mi... Te he ocasionado tantos disgustos a lo largo de nuestra vida juntos,  pero te aseguro que no volveré a olvidarme de ti, no volveré a olvidar nuestro primer beso, o nuestra boda, y mucho menos el amor que siento por ti, te amo Levi, ahora más que nunca, y no dejare que mi cobardía me vuelva  a separar de ti, gracias por estar conmigo siempre, por no rendirte, por buscarme y por estar siempre aferrado a mi aunque yo en su momento no recordara quien eras.- Por primera vez sintió su ser completo vibrar con tanta emoción, sus manos se aferraban a la espalda de Petra pero su mente abandonaba por completo aquella realidad, pues su Petra estaba de regreso, y no solo las memorias de un agridulce pasado habían sido arrastradas a la mente de su esposa con suma violencia al punto de desquebrajar su frágil estabilidad, tanto que la mantuvieron una jodida semana consumiéndose en pesadillas, en fiebres abrazadoras que la dejaban calcinándose cruelmente mientras ella se aferraba con fuerza a la vida.

Levi no tenía palabras, estaba exhausto por primera vez en su vida y solo deseaba que aquella jodida pesadilla se acabase muy rápido para poder disfrutar de Petra plenamente una vez más.

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Que divertido fue leer sus comentarios en el anuncio previo al capítulo... me llenó de vida y lo aprecio tanto. USTEDES SABEN QUE LAS AMOOOOO!!!!

Si bien 9 de cada 10 quería un capitulo parecido a esto o con un lemon bien hard que sanara todo le drama, quiero que sepan que es malo comer ansias, más aun cuando la escritora también se muere por escribir pura puercadas romanticona de estos dos. Me siento satisfecha del capítulo y espero que aunque no fue precisamente lo que deseaban, les guste.

Debo escribir un capítulo de La pervertida de ojos color miel en tiempo record... así que este capítulo queda hasta aquí por hoy.

Le pongo mucho drama a Petra porque no crean, estoy segura de que nosotras no aguantaríamos ni la mitad de lo que una persona en el universo de Shingeki a sufrido, y aunque esta historia sea romántica y llena de clichés que seguramente su servidora se esmera en narrar para ustedes, quiero que sepan que con nada, con NADAAAAAA, yo me inspiro y me siento tan viva como cuando escribo para Levi y Petra.  Muchos en mi realidad dicen que estoy obsesionada con el rivetra y tienen razón, me encanta todo lo que escribo y leo de ellos, me encanta todo lo que tenga que ver con la otp y soy feliz cuando una actualización de ustedes llega como notificación a mi móvil.

Estoy de muy buen humor durante escribo y ni hablar de cuando actualizo por fin... lectoras amadas mías, si existe terapia para la depresión que de verdad funcione... la mía se llama RIVETRA.

Gracias por leer y su comentario y estrellita es mi pan de cada día.

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